sábado, 14 de febrero de 2015

CARACTERES DEL VERDADERO PROFETA

LA CRISIS FINANCIERA La crisis financiera que estalló durante el segundo semestre de 2008 de ninguna manera ha terminado y golpea a los pueblos del mundo entero. El punto de partida de la crisis lo constituye la crisis llamada “de las subprime” (créditos a riesgo otorgados en condiciones deshonestas a las familias pobres norteamericanas tentándolas con un aumento sin fin de los precios de los inmuebles) aletargada por las tasas de interés cercanas a cero por iniciativa de la FED (*) para sostener la economía norteamericana después de la quiebra de la burbuja Internet y los atentados del 11 de septiembre de 2001. (*) Reserva Federal (N. del T.) Basado en el endeudamiento (único recurso de las familias para seguir consumiendo en un contexto de reducción de los salarios en provecho de los dividendos de los accionistas) este sistema en el que los bancos transformaron los créditos a riesgo en productos financieros (“titulización”) bajo la etiqueta de “riesgo cero” era toda una “pirámide de Ponzi” y terminó por hundirse. Para evitar una reacción en cadena y una quiebra generalizada, los dirigentes mundiales han sostenido masivamente el sistema financiero inyectando más de 3.600 millardos de fondos públicos. La deuda particular se ha transformado en deuda pública, sin ninguna contrapartida (el famoso “cara: yo gano; cruz: tú pierdes”). Peor aún, los “mercados financieros” ayer salvados por los Estados, hoy se vuelven contra ellos especulando sobre las deudas soberanas, ¡es decir las que fueron aumentadas para salvarlos! Las promesas de control y regulación en el plano internacional no han tenido lugar a pesar de los anuncios y las promesas, los pueblos ya no son engañados por los discursos y otros golpes publicitarios del G20 sistemáticamente no seguidos de efectos. La palabra de los dirigentes nacionales, que ya no sirven a sus pueblos sino a los sacrosantos “mercados”, queda completamente desvalorizada por la crisis. En el mejor de los casos, aparece como de tiernos ingenuos, en el peor como de simples lacayos del capital y a las órdenes de la ultra riqueza y sus relevos. Más allá de las palabras, sólo Barack Obama trata de volver a poner las finanzas en su lugar, por lo menos en su propio país, mediante la adopción en julio de 2010 de la reforma bancaria y financiera más importante desde los años ‘30 que permitirá vigilar las transacciones sobre los productos derivados y controlar y limitar los créditos a particulares gracias a una nueva agencia. En Europa, la ira sube (gigantescas manifestaciones en Grecia, Francia y España) en la medida en que se ponen en práctica políticas de austeridad contra los pueblos para salvar una vez más a una minoría de privilegiados y
especuladores. Hoy, la hora no es de resignación, aunque muchos tienen la impresión de que “todo sigue como antes”. Esta impresión es cuidada y querida por los que tienen interés en que nada cambie y que cuentan con la resignación de los pueblos. Los espíritus siempre nos han indicado que puede comenzar una nueva era liberada de la tiranía del rey dinero con la condición del entendimiento y de una toma de conciencia generalizada. No queda más que comprobar que la renovación de las ideas está en marcha. Nada de desesperanza, pues las cosas cambian: asistimos al fin de una ideología de los mercados financieros sin trabas donde la auto-reglamentación ha resultado una impostura. Ideas ayer despreciadas nunca han tenido tanto eco: instauración de un impuesto sobre las transacciones financieras, suprimir los paraísos fiscales, desterrar la ultra riqueza instaurando una renta máxima, integrar la OMC (*) al sistema de las Naciones Unidas, creación de una moneda internacional, etc. (*) Organización Mundial de Comercio (N. del T.) El porvenir está por reinventar, y el espiritismo toma en cuenta la comunicación con el más allá y la supervivencia por la ley de la reencarnación para participar en la lucha por la justicia social, y la necesaria reflexión política en un mundo dividido por el dinero, a ser denunciado, ahora y siempre.
Revista espírita nº 83 ********************************
Los espíritus son seres individuales, tienen un envoltorio etéreo, imponderable,llamado periespíritu, especie de cuerpo fluídico de tipo de la forma humana. Ellos pueblan los espacios que recorren con la rapidez del relámpago, y constituyen el mundo invisible. ALLAN KARDEC EL ESPIRITISMO EN SU MÁS SIMPLE EXPRESIÓN *********************************
Caracteres del verdadero profeta ¡ Tenemos muchas iglesias y pocos cristianos! El Espíritu Erasto en el Evangelio Según el Espiritismo en el capítulo XXI, ítem 9, obra codificada por Allan Kardec, en Paris, en 1862, dio el siguiente mensaje. “Desconfiad de los falsos profetas. Esta recomendación es útil en todos los tiempos, pero, sobre todo, en los momentos de transición en que, como en éste, se elabora una transformación de la Humanidad , porque, entonces, una multitud de ambiciosos e intrigantes se convierten en reformadores y mesías. Y contra estos impostores es preciso mantenerse en guardia, y es deber de todo hombre honrado desenmascararlos. Sin duda, preguntaréis, cómo se puede reconocerles. He aquí sus señales: Solamente a un hábil general, capaz de dirigirlo, se confía el comando de un ejército. ¿Juzgáis que Dios sea menos prudente que los hombres? Estad seguros de que sólo confía misiones importantes a los que él, sabe capaces de cumplirlas, por cuanto las grandes misiones son fardos pesados que aplastarían al hombre carente de fuerzas para cargarlas. En todas las cosas, el maestro ha de saber siempre más de que el discípulo; para hacer que la Humanidad avance moralmente e intelectualmente, son necesarios hombres superiores en inteligencia y en moralidad. Por eso, para esas misiones son siempre escogidos Espíritus ya adelantados, que hicieron sus pruebas en otras existencias, visto que, si no fuesen superiores al medio en que tienen que actuar, nula les resultaría la acción. Expuesto esto, habéis de concluir que el verdadero misionero de Dios debe justificar, por su superioridad, por sus virtudes, por su grandeza, por el resultado y por la influencia moralizadora de sus obras, la misión que se dice portador. Sacad también esta otra consecuencia: si, por su carácter, por sus virtudes, por su inteligencia, él se muestra abajo del papel con que se presente, o del personaje bajo cuyo nombre se coloca, no es más de que un histrión de bajo estofo, que ni siquiera sabe imitar el modelo que escogió. Otra consideración: los verdaderos misioneros de Dios se ignoran a sí mismos, en su mayor parte; desempeñan la misión a que fueron llamados por la fuerza de genio que poseen, secundados por el poder oculto que les inspira y dirige a su mal grado, pero sin designio premeditado. En una palabra: los verdaderos profetas se revelan por sus actos, son adivinados, al paso que los falsos profetas se dan, ellos propios, como enviados de Dios. El primero es humilde y modesto. El segundo, orgulloso y lleno de sí, habla con altivez y, como todos los mentirosos, parece siempre temeroso de que no le den crédito.” Finalmente como nos dijo Allan Kardec “Fuera de la Caridad no hay Salvación.” Así, reconocemos al verdadero profeta de actualidad lo que siembra el Amor nombre de Jesús y no lo que hace del Evangelio un médio de su riqueza material. João Cabral -. Publicado en el Periódico CINFORM de Aracaju en el día 14.09.2009. Con la edición de 22.000 ejemplares. *****************************
EL VALOR DE LA RIQUEZA Existen libros y libros, orientando los diversos servicios, indispensables a la administració n de la moneda que surge, en todas las regiones del mundo, como símbolo de poder adquisitivo, entretanto, esta charla se refiere únicamente a esclarecer la aplicación de los recursos financieros, en el cambio del amor al prójimo. En el mundo existe los avaros de la inteligencia, que se ocultan en las floridas trincheras de la inercia; los provistos de la salud que desamparan a los afligidos y a los enfermos; los privilegiados de la alegría que cierran la puerta a los tristes, aislándose en el oasis del placer; los felices de la fe que procuran la soledad, con el pretexto de preservarse contra el pecado; los exponentes de la juventud que menos precian la vejez; los favorecidos de la familia terrestre, que olvidan los andarines de la penuria que vagan sin hogar. Todos esos ricos de la experiencia común contraen pesados débitos con la humanidad. Recordemos que el Tesoro Real de la vida está en nuestro corazón. Quien no puede donar algo de sí mismo, en la buena voluntad, en la sonrisa fraterna o en la palabra sincera de bondad, en balde extenderá las manos repletas de oro, porque solo el amor abre las puertas de la plenitud espiritual y siembra en la Tierra la luz de la verdadera caridad, que extingue el mal y disipa las tinieblas. Habitualmente, atraemos la riqueza y suponemos detenerla para siempre, adornándonos con las facilidades que el oro proporciona… un día, sin embargo, en las fronteras de la muerte, somos despojados de todas las posesiones exteriores y si algo nos queda será simplemente la plantación de las migajas de amor que hemos distribuido, valoradas en nuestro nombre por la alegría, aun mismo que sean precarias y momentáneas, de aquellos que nos hicieron la bondad de recibirlas. Cuando traspasamos el horizonte y volvemos al otro lado de la vida, todo el bagaje de aquello que no necesitamos nos es confiscado, entretanto, las Leyes Divinas determinan que recojamos, con gran alegría, todo lo que dimos de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que sabemos y de lo que tenemos, en socorro a los otros, transfigurándonos las concesiones en valores eternos del alma, que nos aseguraran amplios recursos adquisitivos en el Plano Espiritual. En las horas de peligro, todas las distinciones sociales, los títulos y las ventajas de la fortuna se miden en su justo valor. Todos somos iguales ante el peligro, el sufrimiento y la muerte. Todos los hombres, desde el más encumbrado hasta el más miserable, están hechos con la misma arcilla. Revestidos de harapos o de suntuosos trajes, sus cuerpos son animados por Espíritus del mismo origen, y todos volverán a encontrarse confundidos en la vida futura. Solo su valor moral los distinguirá. El más grande en la Tierra puede convertirse en uno de los últimos del espacio, y el mendigo puede vestir un traje resplandeciente. No tengamos la vanidad de los favores y de las ventajas pasajeras. Nadie sabe lo que no reserva el mañana. Si Jesús prometió a los humildes y a los pequeños la entrada en el reino celestial, es porque la riqueza y el poder engendran con demasiada frecuencia la soberbia, , en tanto que una vida laboriosa y oscura es el elemento más seguro del progreso moral. En la realización de su tarea diaria, las tentaciones, los deseos y los apetitos mal sanos asedian menos al trabajador; puede entregarse a la meditación y a desarrollar su conciencia; el hombre de mundo, por el contrario, es absorbido por las ocupaciones frívolas, por la especulación o por el placer. La riqueza nos liga a la Tierra con lazos tan numerosos y tan íntimos, que rara vez consigue la muerte romperlos y liberarnos de ellos. De aquí las angustias del rico en las vidas futuras. Sin embargo, fácil es comprender que nada es nuestro en este planeta. Los bienes a los cuales nos consagramos a toda costa no nos pertenecen más que en apariencia. Muchos han creído poseerlos, y todos más tarde o más temprano los abandonan. Nuestro cuerpo mismo es un préstamo de la Naturaleza, y ella sabe muy bien recobrarlo cuando le conviene. Nuestras únicas adquisiciones duraderas son de orden intelectual y moral. Delante de la exuberante tierra, paraíso donde Dios nos ha colocado, existen infinidad de posibilidades de progreso y de engrandecimiento de valores, pero el hombre se manifiesta la mayoría de las veces con mezquindad y avaricia, creyendo que solo la posesión efímera, le garantizará la perennidad de la vida y la seguridad existencial. Dice un dicho que “allí donde está tu corazón, se encuentra tu tesoro” por ignorancia el hombre no sabe ver la variedad de recursos que existen a su alrededor y le servirán para la preservación de la vida. Del amor a los bienes materiales nace la envidia. El que lleva en si este vicio puede despedirse de todo reposo y de toda paz. Los éxitos la opulencia del prójimo despiertan en él ardientes codicias y una fiebre de posesión que le consumen. La riqueza no es, sin embargo, un mal en sí misma. Es buena o mala, según el empleo que se hace de ella. Lo importante es que no inspire soberbia ni dureza de corazón. Es preciso que seamos dueños de nuestra fortuna y no sus esclavos; es sensato que nos mostremos superiores a ella, desinteresados y generosos. En estas condiciones, la prueba peligrosa de la riqueza se hace más fácil de soportar. No ablanda los caracteres, no despierta esa sensualidad casi inseparable del bienestar. Es una fuerza, as central afincada en el ego, que es la responsable por los conflictos sociales y económicos, políticos y psicológicos, que le arrastran a muchos a la desesperación, esclavizando los sentimientos y las aspiraciones, por la posesión, que se expande en el área de la afectividad como herencia patriarcal de que todo cuanto se encuentra a su alrededor es de su propiedad. En ese sentido, la familia, los amigos, los objetos son siempre suyos, sin que, a su vez, se permita donar a los otros. La prosperidad es peligrosa por las tentaciones que da, por la fascinación que ejerce sobre los Espíritus. Puede, sin embargo, ser la fuente de un gran bien cuando se dispone de ella con prudencia y mesura. Con la riqueza se puede contribuir al progreso intelectual de los hombres, al mejoramiento de las sociedades, creando instituciones benéficas o escuelas, haciendo participar a los desheredados de los descubrimientos de la ciencia y de las revelaciones de la belleza. Pero, sobre todo, la riqueza debe orientarse hacia aquellos que luchan contra la necesidad, en forma de trabajo y de socorro. Jesús cuando un hombre se le acerco para pedirle que recomendase a su hermano que dividiese la herencia con él, que era motivo de litigio entre los dos, el Maestro le respondió, interrogando. ¡Hombre! ¿Quién me designó para juzgaros o para hacer vuestras particiones? Y enseguida a continuación, y tras una breve reflexión, agregó: Tened cuidado de preservaros de toda avaricia, por cuanto, sea cual fuere la abundancia en la que el hombre se encuentre, su vida no depende de los bienes que posee. Para que esa lección se tornarse inolvidable, narró entonces la parábola del rico que era dueño de tierras, quien cuidaba de ampliar la fortuna hasta el exceso, y cuando no tenía ya más donde almacenar los bienes, se propuso dormir y gozar, y disfrutar de todo lo que le pertenecía, olvidado de que en aquella noche el Señor de la Vida tomaría su alma. Jesús jamás vino para juzgar y condenar, dividir y justificar. Eso significaría destruir el sentido profundo de Su mensaje, tornándolo trágico en Su construcción de Amor. El no era juez, no imponía la ley, la vivía y la sufría, enseñando sumisión a los códigos, aun cuando eran injustos, con el fin de estimular a cada ser a ascender a los niveles superiores del pensamiento y de la conciencia, liberándose de cualquier permanencia de egoísmo, o en la inferioridad existente en los peldaños inferiores de la transitoriedad carnal. Consagrar los recuerdos a la satisfacción exclusiva de la vanidad y de los sentidos, es perder la existencia y crearse penosas dificultades. el rico deberá dar cuenta del depósito que se ha puesto en sus manos para bien de todos. La cuestión de la riqueza asumió en la Buena Nueva una postura relevante, porque verdaderamente los ricos no son los poseedores de cosas y volúmenes de la ambición, sino aquellos que se convirtieron en pobres del espíritu de avaricia, de pasiones inferiores, de angustias, enriqueciéndose en el reino de los Cielos que se inicia en la Tierra, con los dones de la renuncia, de la abnegación, del amor que se engrandece hasta alcanzar la postura de la caridad. Esa es la búsqueda ininterrumpida a la que se debe entregar el ser humano, es el desafío psicológico del auto encuentro, del descubrimiento de la realidad espiritual, del sentido profundo de la existencia más allá del campo de las formas objetivas y sensuales. La misión inteligente del ser humano en la Tierra, es la de promover el progreso propio así como el general, y ahí reside el fin providencial de la riqueza, que estimula la creatividad con fines nobles y la dignificación espiritual, mediante la ampliación del pensamiento que se despoja de las corazas del mito para realizar obras a favor de su crecimiento emocional y moral. A través de la postura del amor surge la comprensión de cómo aplicar la riqueza, multiplicándola en obras que favorezcan a todos los seres con oportunidades de desarrollo de los valores internos, alterando los paisajes íntimos por medio de las conquistas que le son presentadas. Hay que vivir el presente, como presente, en un constante servicio de construcción interior, es el deber que cabe a los poseedores de riquezas, que las tornaran bienaventuradas por la cooperación que expande en derredor de sus recursos. Los bienes más importantes que los acumulados en las arcas y en los bancos, son los bienes de carácter emocional y espiritual, social y moral: la inteligencia que sabe administrar la existencia corporal; la memoria que se encarga de archivar las experiencias, las tendencia hacia el bien, lo bueno, lo bello, lo eterno; los sentimientos del deber que nacen de la conciencia que actúa en consonancia con las soberanas Leyes de la Vida. Estos tesoros, sin duda alguna, son más preciosos que los materiales, ya que se pueden transformar en valiosos emprendimientos salvadores de vidas, como la instrucción, la educación, la liberación de los vicios en razón del amparo en el campo de la salud y del trabajo, propiciando felicidad en todas partes. La fortuna, sea como sea que se manifieste, es una alta responsabilidad, que el que la posee tendrá que rendir cuentas, inicialmente a si mismo, por la incitación de la conciencia responsable y cuando despierta e impone la culpa por el mal empleo, y delante de la Conciencia Cósmica, de la cual nadie se evade por presunción, capricho o infantilidad emocional… En la pobreza y en la riqueza el ser adquiere experiencias valiosas que constituyen su patrimonio de crecimiento en el rumbo Infinito, en la marcha inexorable por la búsqueda de Dios, ampliando la capacidad de servir y amar, porque nadie está libre, de que a la noche, suene la voz que le dirá: ¡Que insensato! Esta misma noche tomaran tu alma… ¿Y qué sentido tendrá todo cuanto fue almacenado, si no fue aplicado con elevación y sabiduría. Francisco de Asis, Miguel Angel, Vicente de Paul y tantos nobles Espíritus que vivieron en este mundo, sabían que el trabajo, las privaciones y el sufrimiento desarrollan las fuerzas viriles del alma, en tanto que la prosperidad las aminora. En el desprendimiento de las cosas humanas, unos encontraron la santificación y otros el poder que proporciona el genio. La pobreza nos enseña a compadecernos de los males de los demás, haciéndonos conocerlos mejor; nos une a todos los que sufren; da valor a mil cosas hacia las cuales son indiferentes los dichosos. Los que no han conocido sus lecciones ignoran uno de los aspectos más conmovedores de la vida. No envidiemos a los ricos, cuyo esplendor aparente oculta tantas miserias morales. No olvidemos que bajo el cilicio de la pobreza se esconden las virtudes más sublimes, la abnegación y el espíritu de sacrificio. Reflexionemos en los talentos divinos que nos bendicen en todas las esferas de la existencia y, deseando la felicidad y la victoria, a todos los amigos que se mueven, en el mundo, bajo el peso de la fortuna transitoria, con difíciles problemas a resolver, anotemos con imparcialidad como empleamos, día a día, los créditos del tiempo y los tesoros de la vida, para que vengamos a saber con seguridad lo que estamos haciendo realmente de nosotros. Consideremos los talentos imperecibles que ya retenemos en la intimidad de la propia alma y recordemos que transportamos en el corazón y en las manos los recursos inefables para extender, infinitamente, los tesoros de trabajo y las riquezas del amor. Solamente el trabajo sentido y vivido es capaz de generar la verdadera fortuna y acrecentarla infinitamente, y, por eso, amando la tarea que el Señor nos confió por más inquietante o sencilla que sea, valgámonos del tiempo para enriquecernos hoy de luz y amor, comprensión y merecimiento, a fin de que el tiempo no nos encuentre mañana con el corazón fatigado y las manos vacías. Derrama el tesoro del amor que el Padre Celestial te situó en el corazón, a través de bendiciones de fraternidad y simpatía, bondad y esperanza para con los semejantes, y en cualquier grupo social en el cual te veas, serás, invariablemente, la criatura realmente feliz, bajo las bendiciones de la Tierra y de los Cielos. Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes, extraído del libro Jesús y el Evangelio de Divaldo Pereira Franco Y DEL LIBRO: DESPUÉS DE LA MUERTE DE “LEÓN DENIS

No hay comentarios:

Publicar un comentario