miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿ Cual es nuestra meta evolutiva?




Para hoy tenemos :

-  El Universo y la  materia
-  Arrepentimiento y Acción-
- Ángeles Guardianes, Espíritus Protectores, familiares y Simpáticos
- ¿ Cual es nuestra meta evolutiva ?





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           EL UNIVERSO Y LA MATERIA


                                                                             
                     

Toda materia -dijo igualmente William Crookes- volverá a pasar por el estado etéreo de donde procede" (discurso pronunciado en el Congreso de Química, de Berlín, en 1903). 


El Universo vive y respira animado por dos potentes corrientes: absorción y dispersión. Por esta expansión, por este soplo inmenso, Dios, el Ser de los seres, el Alma del Universo, crea. Por su amor atrae hacia Él. Las vibraciones de su pensamiento y de su voluntad, fuentes primeras de todas las fuerzas cósmicas, mueven al Universo y engendran la vida. 
La materia -digamos- no es más que un modo, una forma pasajera de la sustancia universal que escapa al análisis y desaparece bajo el objetivo del microscopio para disolverse en radiaciones sutiles que no tienen existencia propia. Las filosofías que la toman por base descansan sobre una apariencia, sobre una especie de ilusión.

   La unidad del Universo, largamente negada o no comprendida, empieza a ser entrevista por la ciencia. Hace unos veinte años que William Crookes, en el curso de sus estudios sobre las materializaciones de Espíritus, descubrió el cuarto estado de la materia: el estado radiante. Este descubrimiento, por sus consecuencias, revolucionó todas las viejas y clásicas teorías. Estas establecían una distinción entre la materia y la fuerza; ahora sabemos que las dos llegan a confundirse. Bajo la acción del calor, la materia más grosera se transforma en fluidos y estos fluidos se reducen, a su vez, en un elemento más sutil que escapa a nuestros sentidos. Toda materia puede reducirse a fuerza, y toda fuerza se condensa en materia, recorriendo así un círculo incesante.

8. Las experiencias de Crookes han sido seguidas y confirmadas por una legión de investigadores. El más célebre, Roentgen, ha llamado rayos X a las radiaciones emanadas de las ampollas de cristal; estos rayos tienen la propiedad de traspasar la mayor parte de los cuerpos opacos, y permiten percibir y fotografiar lo invisible. 

Poco después Becquerel demostraba las propiedades de ciertos metales de emitir radiaciones oscuras que penetran la materia más densa, como los rayos Roentgen, e impresionan las placas fotográficas a través de láminas metálicas. 

El radio, descubierto por los esposos Curie, produce calor y luz de un modo continuo sin agotarse de manera sensible. Los cuerpos sometidos a su acción, se vuelven a su vez radiantes. Aunque la cantidad de energía radiada por este metal es considerable, la pérdida de sustancia material correspondiente es casi nula. Crookes ha calculado que un gramo de radio necesitaría unos cien años para desasociarse
 Es más. Los ingeniosos descubrimientos de G. Le Bon han probado que las radiaciones son una propiedad general de todos los cuerpos. La materia puede desasociarse indefinidamente, pues no es más que energía concretada. Con esto, la teoría del átomo indivisible, que desde hace dos mil años servía de base a la física y a la química, se derrumba y, con ella, las clásicas distinciones entre lo ponderable y lo imponderable. La soberanía de la materia -considerada absoluta y eterna- se desvanece. 

Por tanto, es preciso reconocer: el Universo no es como aparecía a nuestros débiles sentidos; el mundo físico no constituye más que una ínfima parte del mismo. Detrás del círculo de nuestras percepciones hay una infinidad de fuerzas y de formas sutiles cuya existencia ha ignorado la ciencia hasta ahora. El dominio del mundo invisible es mucho más vasto y más rico que el del mundo visible. 

La ciencia ha estado equivocada durante varios siglos en el análisis de los elementos que constituyen el Universo, y ahora debe destruir lo que tan penosamente ha edificado. El dogma científico de la unidad irreductible e indestructible del átomo, al derrumbarse, arrastra consigo a todas las teorías materialistas. La existencia de los fluidos -afirmada por los espíritas desde hace cincuenta años ( las edades son dadas por el autor  en la época  que escribió este libro) y que les valió tantas burlas por parte de los sabios oficiales- ha sido confirmada de una manera rigurosa por medio de la experimentación. 

Los seres vivos también emiten radiaciones de diferentes naturalezas. Los efluvios humanos, variando de forma y de intensidad bajo la acción de la voluntad, impresionan las placas con su misteriosa luz. La existencia de estos influjos, sean nerviosos, sean psíquicos, conocidos desde largo tiempo por los magnetizadores y los espíritas, pero negados por la ciencia, es constatada en el presente de una manera irrecusable por los fisiologistas. Con ello se ha encontrado el principio de la telepatía. Las voliciones del pensamiento, las proyecciones de la voluntad se trasmiten a través del espacio como las vibraciones del sonido y las ondulaciones de la luz, y van a impresionar otros organismos en simpatía con el del manifestante. Las almas que tengan afinidad de pensamiento y de sentimiento, pueden intercambiar sus efluvios a cualquier distancia, de la misma manera que los astros intercambian, a través de los abismos del espacio, sus rayos titilantes. En esto descubrimos, además, el secreto de las ardientes simpatías y de las invencibles repulsiones que los hombres sienten entre sí, al verse por primera vez. 

La mayor parte de los problemas psicológicos: sugestión, comunicación a distancia, acciones y reacciones ocultas, visión a través de los obstáculos, encuentran en ello su explicación. Nos hallamos aún en la aurora del verdadero conocimiento. Mas el campo de las investigaciones está abierto, y la ciencia marchará de conquista en conquista, por una vía rica en sorpresas. El mundo invisible se revela como base del Universo, como fuente eterna de las energías físicas y vitales que animan al Cosmos. 

EL GRAN ENIGMA, DIOS Y EL UNIVERSO. 
LEÓN DENIS. 

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        ARREPENTIMIENTO Y                        ACCIÓN




De entre las emociones más amargas sentidas por los seres humanos, está el arrepentimiento.
El llega tardíamente, embrollado en las sombras, trayendo el trago de hiel.
Se insinúa como toxico penetrante, cuando no irrumpe descontrolando, produciendo desastre…
Nunca anticipa su presencia, más cuando llega mata la esperanza subyuga el coraje y vence la resistencia.
Es útil para despertar la conciencia y desastroso para la convivencia demorada, porque destruye la vida.
Así, el arrepentimiento debe ser aprovechado, por el alma que lo siente, para elevarse por encima de su influencia perniciosa.
Cuando la luz del arrepentimiento se enciende en la conciencia culpable, esta visualiza, con nitidez, los desatinos cometidos y se juzga irremisiblemente perdida.
Mas el arrepentimiento, al contrario de lo que se piensa, es bendición que proporciona al arrepentido madurez e invita a la reparación.
Es la puerta que se abre para que el alma equivocada busque el éxito y se renueve para Dios.
Así, si el arrepentimiento nos visita, no hagamos de el motivo para el desaliento.
El agricultor distraído, que siembre espinos en vez de buena simiente, o descuidado, que permite el crecimiento de las hiervas dañinas, cuando se dá cuenta de que su siembre corre peligro, no puede quedarse lamentándose, de brazos cruzados.
Al contrario, debe actuar rápidamente  para recuperar el tiempo perdido.
Comienza por arrancar los espinos y limpiar el huerto. Después es tiempo de preparar el suelo y arrojar simientes que produzcan buenos frutos.
Jesús, profundo conocedor de mapas que nortean la intimidad de los seres, nos enseñó cómo proceder cuando somos visitados por el arrepentimiento: tomar el arado, y no mirar para atrás.
Un ejemplo celebre en la historia del cristianismo es el de Mría de Magdala.
Mujer joven y bonita, se entregó a los efímeros placeres y vicios. Más cuando vislumbró una propuesta de felicidad efectiva, rehízo las metas, fortaleció los ánimos y siguió con coraje.
No quedó exenta de las consecuencias de los actos del pasado, más no titubeó ante el campo que el Maestro le ofreció para ser jardinera.
El profeta Ezequiel habla que el deseo del Creador no es la muerte del impío, más si la eliminación de la impiedad.
Con todo, para que haya eliminación de la impiedad es preciso que el impío caiga en si, como el hijo prodigo, y se vuelva para el Padre.
Así, si el arrepentimiento batiera en las puertas de nuestra conciencia, acojámoslo con la tranquilidad de quien reconoce que se equivocó, más que desea, sinceramente, rehacer la lección con acierto.
¡Piense en eso!
 Para evitar arrepentimientos futuros conviene que hagamos, en el momento presente, lo mejor que esté a nuestro alcance.
La conciencia es guía seguro para nortear nuestras actitudes, una vez que en ella están inscritas las leyes divinas.
En último análisis, arrepentirse es jamás tener que pedir perdón.
¡Piense en eso!
  Equipo de Redacción de Momento Espirita, con base en el libro Herencias de Amor
                                      
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     ÁNGELES GUARDIANES, ESPÍRITUS               PROTECTORES, FAMILIARES Y                                   SIMPÁTICOS


                            

Cuando somos pequeños, nuestros familiares (padres, abuelos, tíos, etc.) nos enseñan que cuando nacemos Dios nos asigna un Ángel de la Guarda, que nos protegerá a lo largo de nuestra vida. Aprendemos desde muy niños a rezarles por las noches para que velen durante nuestro descanso y a solicitarles su ayuda. Es muy conocido en las diferentes culturas populares que ante un acontecimiento desafortunado o accidente que les ocurra a los niños, éstos salgan ilesos sin rasguño alguno, diciendo que fue obra del Ángel de la guarda. 

Por lo general, y muy lamentablemente, a medida que crecemos y contraemos obligaciones y apegos, nos olvidamos de esos incansables amigos que fueron puestos allí por Dios para acompañarnos en la vida y ayudarnos a progresar. Y ya ni les rezamos y ni les pedimos. 

   Debo decirles, como experiencia personal, que nací en una familia católica no practicante de muy humildes condiciones, donde me inculcaron una moral Cristiana, dejándome decidir por una religión. Fue así que desde muy joven fui un investigador relacionándome con lectura muy espiritual y de diferentes religiones. Y entre las preguntas que me hacía, una de ellas no podía encontrar respuesta, ¿Cómo es posible que siendo Dios tan justo pueda permitir que personas pasen por diferentes situaciones penosas aquí en la Tierra y Ángeles que vivan a su lado en un estado de felicidad constante? 

Llevo mucho tiempo, y no por casualidad, y bendita la hora que conocí la Doctrina Espírita Kardecista, la Doctrina de los Espíritus, que esclareció mis dudas. Es por ello y sin más rodeos que transmitiré las enseñanzas de nuestros hermanos mayores. 

Primero, decir la diferencia entre Ángeles y Ángeles Guardianes o Espíritus Protectores: Los Ángeles son las almas de los hombres que han alcanzado el grado de perfección concedido a la criatura y gozan de la plenitud de la felicidad prometida. Para ello deberán pasar, desde su creación, como espíritus sencillos e ignorantes, sin conocimiento y sin conciencia del bien y del mal, por las diferentes etapas de la evolución como espíritus a través de diferentes encarnaciones. Trabajando en su perfeccionamiento, llegarán más o menos pronto en virtud de su libre albedrío y en razón a sus esfuerzos a adquirir ese grado de elevación moral. 

Es importante destacar que, si bien han alcanzado la felicidad prometida, esto no les confiere vivir en un estado de ociosidad; sino en las funciones que Dios tiene a bien confiarles y que se tienen por dichosos en cumplir, porque sus ocupaciones son un modo de progreso.

 Ángel Guardián o Espíritu Protector son asignados por Dios para que nos acompañen desde nuestro nacimiento hasta la muerte y tienen por misión ayudarnos a progresar. Ellos son siempre de naturaleza superior, tal como nos indica la pregunta 490 de El libro de los Espíritus: «¿Qué debe entenderse por ángel guardián? El espíritu protector de un orden elevado.» Y también en El Evangelio según el Espiritismo, cap. 28, donde se recalca que el ángel de la guarda es siempre un espíritu superior. 

Es la relación de un padre para con su hijo; la de guiarnos en la senda del bien, ayudarnos con consejos, consolarnos en las aflicciones levantando el ánimo en las pruebas de la vida. Suelen muchas veces acompañarnos en la vida espiritual después de la muerte y a través de diferentes existencias corpóreas.

 Los Espíritus Protectores pueden en determinadas circunstancias alejarse de nosotros cuando ven que sus consejos son inútiles y nos sometemos a influencias de espíritus inferiores. Pero no por ello nos abandonan por completo y siempre se hacen oír. Ellos siempre vuelven cuando los llamamos. 

Los Espíritus Familiares son, en jerarquía, inferiores a los Espíritus Protectores y son en todo caso buenos. Se ligan a nosotros por lazos más o menos perdurables con el fin de sernos útiles. Dentro de sus límites de poder, por lo general muy restringido, se ocupan buenamente de las cuestiones de nuestra vida íntima y sólo actúan por orden y con el permiso de los Espíritus Protectores. 

Los Espíritus Simpáticos son aquellos que se sienten atraídos por nosotros con motivo de afectos particulares y de cierta semejanza de gustos, vicios y sentimientos, ya sea en el bien o en el mal. La duración de esta relación casi siempre se encuentra subordinada a las circunstancias. 

Y para terminar quisiera decirles que todo este proceso que he comentado, desde cuando Dios nos ha creado y ha creado desde la eternidad y crea sin cesar y antes que la Tierra existiera, hubo en otros mundos espíritus encarnados que recorrieron las mismas etapas que nosotros -espíritus de formación más reciente que recorremos en este momento- y que llegaron al fin antes que nosotros hubiésemos salido de las manos del Creador. 

Oscar Ramos- (Información extraída de las obras de Allan Kardec. Obras Póstumas, El Evangelio según el Espiritismo y El Libro de los Espíritus).

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        ¿Cual es nuestra meta evolutiva ?

Sin duda, todos nosotros no existimos en este mundo por casualidad. Todo tiene un por qué y un para que, por tanto todos tenemos una finalidad dce existencia y una meta a alcanzar. Esta meta  se puede resumir en una palabra: DIOS
Se trata  de que tendremos que alcanzar finalmente, tras las necesarias existencias en el plano material e incluso después, en los planos espirituales, un grado de Perfección  ilimitado e infinito, siempre inalcanzable en su plena totalidad, pues consiste en  llegar a aproximarnos a Dios y solamente Él es infinito en su Perfección  Absoluta, pero deberemos ir avanzando en esa perfección, adquiriendo cada vez más sus atributos divinos,  y en la medida que lo vayamos logrando, a lo largo de tantas vidas en la carne mediante la ley realizadora de la  Reencarnación, iremos ascendiendo  cada vez  a mayores cotas de perfección moral y de sabiduría. De este modo iremos  así obteniendo el premio de una absoluta  e infinita  felicidad y dicha, todavía inimaginables para nuestra pobre capacidad humana y espiritual. 
Es una dicha suprema  basada en la sintonía mantenida con la Fuente de Origen, Amor, Causa Primera de la Creación, al adquirir un  mayor  Conocimiento, Comprensión  y Perfección   que  en este momento evolutivo que atravesamos nos son  por ahora  desconocidos e inimaginables a los seres humanos..  
Esta felicidad suprema, repito, es una dicha  que viene dada  y agrandada  por  la conquista de unos valores y facultades Divinos que nos capaciten para poder  aproximarnos a  nuestra Fuente de Origen y gozar de  esta  Perfección  participando en la Mente Divina que aún estamos muy lejos de alcanzar, pero Dios no tiene prisa; tenemos un tiempo infinito por delante.

- Jose Luis Martín-

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