viernes, 19 de enero de 2018

Carnaval




Temas presentados hoy:

- Oraciones para los recién fallecidos
-Los gafes y los suertudos
- Influencia del espíritu del médium
- Vivir conscientemente
- Carnaval




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 ORACIONES POR LOS RECIÉN FALLECIDOS



Para los recién fallecidos. 

      Las oraciones por los espíritus que acaban de dejar la Tierra, no tienen sólo por objeto el darles un testimonio de simpatía, sino que tienen también por objeto ayudar a su desprendimiento, y por lo tanto, abreviar la turbación que sigue siempre a la separación, y darles más calma al despertar. Pero también en ésta, como en cualquier otra circunstancia, la eficacia está en la sinceridad del pensamiento y no en la abundancia de palabras dichas con más o menos pompa, y en las cuales muchas veces el corazón no toma ninguna parte. 

     Las oraciones que parten del corazón, resuenan alrededor del espíritu, cuyas ideas están aún confusas, como las voces amigas que nos sacan del sueño. 

     Pueden añadirse a estas oraciones, aplicable a todas, algunas palabras especiales, según las circunstancias particulares de familia o de relación y la posición del 
difunto. 
     Si se trata de un niño, el Espiritismo nos enseña que éste no es un espíritu de 
creación reciente, sino que ha vivido ya y puede ser también muy avanzado. Si su última 
existencia ha sido corta es porque no era más que un complemento de la prueba, o debía 
ser una prueba para su padres.
     
( Extraído de El Evangelio según el Espiritismo )
    
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            LOS GAFES Y LOS SUERTUDOS

                        

                                                 

864.* Si hay personas a las cuales la suerte parece ser contraria, otras en cambio dan la impresión de verse favorecidas por ella, por cuanto todo les sale bien. ¿A qué se debe esto? 
- Con frecuencia es porque estas últimas saben hacer mejor las cosas. Pero también puede tratarse de una clase de pruebas. El buen éxito las embriaga, se confían a su destino y muchas veces pagan más tarde esos mismos triunfos mediante crueles reveses, que con prudencia hubieran podido evitar. 

865. ¿Cómo explicar la suerte que favorece a algunas personas en circunstancias en que no intervienen de ningún modo ni la voluntad ni la inteligencia: en el juego, por ejemplo? 

- Ciertos Espíritus han escogido de antemano determinados tipos de placer. La suerte que se les muestra propicia constituye una tentación. El que como hombre gane, perderá como Espíritu. Es una prueba para su orgullo y su codicia. 

866. Así pues, la fatalidad que pareciera presidir los destinos materiales de nuestra vida, ¿sería también un efecto de nuestro libre albedrío? 

- Tú mismo has elegido tu prueba. Cuanto más ruda sea y mejor la soportes, tanto más te elevarás. Aquellos que pasan su vida en medio de la abundancia y de la dicha humana son Espíritus cobardes que permanecen estacionarios. Por eso, el número de infortunados es muy superior al de los felices de este mundo, puesto que los Espíritus en su mayoría buscan la prueba, que les será más fructífera. Demasiado bien se les demuestra la futilidad de vuestras grandezas y placeres. Por otra parte, la vida más venturosa es siempre agitada y perturbada: no es sólo el dolor quien produce contrariedades. 

867. ¿De dónde proviene la expresión “nacer con buena estrella”? 

- Antigua superstición, que relacionaba a las estrellas con el destino de cada individuo: alegoría que algunas personas toman tontamente al pie de la letra. 

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 
ALLAN KARDEC 

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                                 INFLUENCIA DEL ESPÍRITU DEL MÉDIUM

¿El espíritu encarnado en el médium ejerce alguna influencia sobre las comunicaciones que deba transmitir provenientes de otros Espíritus? 
La ejerce, porque si éstos no le son simpáticos puede alterar sus respuestas y asimilarlas a sus propias ideas y tendencias; pero no influencia a los Espíritus autores de las respuestas. Se trata solamente de un mal intérprete. 

Allan Kardec. El Libro de los Médiums. Segunda Parte. Capítulo XIX. Ítem 223. 8ª. Preg.

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            Vivir conscientemente


                                                                          



¿Usted pensó ya en la diferencia entre vivir y existir?
Aunque un análisis superficial de los diccionarios nos de la impresión de que los dos términos tienen significados iguales, una observación atenta puede sugerir algunas diferencias.
Para vivir, basta tener vida. Todos los seres orgánicos viven.
Para existir es preciso un cierto grado de conciencia. Es saber retirar de la vida lo que ella tiene de mejor para la evolución del ser.
Un sabio de la antigüedad expresó bien esa idea sintetizándola en una frase célebre: “pienso, luego, existo.”
Existir presupone una acción consciente, exige la acción de pensamiento.
Existir es ser, estar, permanecer.
Bajo ese punto de vista, podemos cuestionar si existimos  de hecho  o simplemente vivimos, pasando por la vida de forma casi inconsciente.
Gran parte de los seres humanos vive sin dar la debida atención a las circunstancias a su regreso.
Permitimos que nuestra existencia se transforme en un automatismo pernicioso y paralizante.
Es como si, al recordar por la mañana, ligásemos al “piloto automáticos” y nos dejásemos conducir por él, sin estar efectivamente despierto.
A tal punto eso es real que, al anochecer, pocos se acuerdan de los hechos ocurridos en el transcurso del día.
Y ese tipo de comportamiento es extremamente perjudicial porque nos conduce al final de la vida física sin que hayamos retirado de ella las enseñanzas necesarios.
No es otro el motivo por el cual las masas  son fácilmente conducidas, alentadas por las ideas de los que piensan  y gustan de manipular a seres distraídos.
Es de esa forma que somos seducidos por los modismos, vicios, y otros intereses mezquinos que surgen apuntando soluciones fáciles, más ilusorias.
Vale la pena que demos otro sabor a nuestra vida y pasemos a existir conscientemente.
Reflexionando sobre lo que es mejor  para nosotros mismos  y para nuestros familiares, amigos y vecinos.
No dejándonos llevar por propuestas infelices que solo nos harán sufrir más tarde.
Procurando conjugar el verbo ser, al revés de atenernos solamente al tener.
Analizar los mensajes vinculados  por la prensa, a fin de que podamos retirar  las buenas ideas y descartar las que complicaran nuestras vidas.
Así, la opción será siempre nuestra: pasar por la vida como autómatas o existir con conciencia despierta.
 Aquel que opta por vivir como otro ser orgánico cualquiera, teme a la muerte física. Más aquel que existe de forma consciente, pasa la aduana del túmulo con lucidez y sigue existiendo.
¡Piense en eso!
Hay  personas que viven prácticamente del estomago para abajo. Comen, beben, hacen relaciones sexuales, retuercen su equipo favorito, luchan a favor de él, duermen y, definitivamente, se mueren.
Esos son los llamados “hombres fisiológicos”
Solo piensan en si mismos. Encaran el trabajo  como una obligación y no enseñan a nadie lo poco que saben.
Y hay los hombres psicológicos. Son aquellos que, sin dejar de atender las funciones fisiológicas, tienen mucha hambre intelectual.
 Leen bastante, meditan, razonan, iluminan  la mente con ideas saludables y contribuyen positivamente para un mundo mejor.
Su trabajo es eficiente generalmente hacen lo que pueden para enseñar a los colegas todo lo que saben.
Son personas que existen de forma consciente. Tienen, en el decir de Jesús, ojos de ver y oídos para oír.
¡Piense en eso!
 Redacción de Momento Espírita
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CARNAVAL

                                      


                      Por Emmanuel / Psicografia de Chico Xavier
Ningún espíritu equilibrado con el buen sentido que debe presidir la existencia de las criaturas, puede hacer apología de la locura generalizada que adormece las conciencias en las fiestas carnavalescas.
Es lamentable que en la época actual, cuando los conocimientos nuevos felicitan la mentalidad humana, fortaleciendo la llave maravillosa de sus elevados destinos, desprecintándole las bellezas y los objetivos sagrados de la Vida, se verifiquen excesos de esa naturaleza entre las sociedades que se pavonean con el título de civilización. En cuanto los trabajos y los benditos dolores, generalmente incomprendidos por los hombres, les conforman el carácter y los sentimientos, prodigalizándoles los beneficios inapreciables del progreso espiritual, la licenciosidad de esos días perjudiciales opera en las almas indecisas y necesitadas del amparo moral de los otros espíritus más esclarecidos, la reminiscencias de animalidades que solo los largos aprendizajes hacen desaparecer.
Hay en esos momentos de indisciplina sentimental el largo acceso de las fuerzas de la oscuridad en los corazones, y a veces, toda una existencia no basta para realizar las reparaciones necesarias por una hora de insania y de olvido del deber.
En cuanto que  hay miserables que extienden la manos suplicantes, llenos de necesidades y de hambre, sobran las abundantes contribuciones para que los salones se adornen y se intensifique el olvido de las obligaciones sagradas por parte de las almas cuya evolución depende del cumplimiento austero de los deberes sociales y divinos.
Acción altamente meritoria sería la de emplear todas los fondos empleados en semejantes festejos, en la asistencia social a los necesitados de pan y de cariño.
     Al lado de los mascarados de la pseudo-alegría, pasan los leprosos, los ciegos, las criaturas abandonadas, las madres afligidas y sufridoras. ¿Por qué posponer esa acción necesaria de las fuerzas conjuntas de los que se preocupan de los problemas nobles de la vida, a fin de que se transforme lo superfluo en la migaja bendita del pan y del cariño que será la esperanza de los que lloran y sufren?. Que nuestros hermanos espíritas comprendan semejantes objetivos de nuestras sencillas opiniones, colaborando con nosotros, dentro de sus posibilidades, para que podamos reconstruir y reedificar las costumbres para el bien de todas las almas.
Es incontestable que la sociedad puede, con su libre albedrío colectivo, exhibir lo superfluo y los lujos carnavalescos, pero, mientras haya un mendigo abandonado cerca de su fausto y de su grandeza, ella solo podrá proporcionar con eso un elocuente  testimonio de su miseria moral.
(Psicografado por Chico Xavier en julio de 1939 / Revista Internacional de Espiritismo, janeiro de 2001).

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