viernes, 5 de junio de 2015

Influencia del pensamiento sobre el entorno


LA VICTORIA DE LA VERDAD

Todos los grandes truinfadores del mundo, pasaron por la Tierra en sus carros dorados, unos temidos y otros odiados, invariablemente dejando  las marcas dañinas  de sus perniciosas existencias…
Algunos desarmados combatientes  que sembraron el terror  y la destrucción de tribus y pueblos  enteros irguieron imperios  y se tornaron tan temidos  como detestados, señalando la historia  de su paso  por el mundo como consecuencia de su salvajismo y brutalidad.
Muchos se tornaron protectores  de las artes y promovieron  el desarrollo de su país, construyendo monumentos  que el tiempo no venció completamente,  inmortalizándose por sus obras grandiosas, túmulos  suntuosos, estatuas, obeliscos y memorias  de las guerras que señalaron  sus triunfos…
Incontables se notabilizaron por la crueldad con la que trataban a los enemigos o a aquellos que de esa manera los consideraban, esclavizándolos  y matándolos  con total insensibilidad.
Algunos de ellos, después de vencer un pueblo pacífico y expoliarlos de los bienes, , se complacían  en sacarles los ojos con una lanza afilada,  y porque el trabajo fuese exhaustivo, tuvo la idea  de transfórmala en un instrumento bidente, facilitando la innoble hazaña…
Los imperios egipcio, sirios, babilonios, persas, romanos y otros diversos fueron gobernados  por múltiples sicarios de la humanidad, que se irguieron en la historia  sobre la cabeza  cortada  de los vencidos, desapareciendo también con el tiempo…
Los barbaros, que surgieron los grupos unos, godos, visigodos y otros, fueron conducidos  por odiosos lideres que se complacían en incendiar  las aldeas y ciudades  después de vencerlas, asolando el suelo, algunas veces, para que nada produjese y fueran reconocidos por la maldad…
Muchos levantaron  su país contra el mundo en compañía  sórdida de falsa superioridad, diezmando a millones  de vidas que consideraban inútiles o vacias de significado, sometiendo a las naciones  que se encontraban  a su regreso mediante la impiadosa destrucción… No obstante, en el auge del poder , rodeados de crueles ministros y comandantes, comenzaron a sufrir reveses, y, cuando  todo demostraba su caída,  se suicidó el supremo jefe,  que fue acompañado  por aquellos que hicieron el planeta temblar y que, después de asesinar  las familias, huyeron también  a los impositivos de las leyes  por el vergonzoso suicidio…
La historia está llena de hechos  en los cuales insanos gobernantes y comandantes  de pueblos  se hicieron celebres por el terror, señalando el periodo  en que vivieron por las guerras pavorosas, por el horror que mantenían contra la humanidad…
Es de esperar que en los tiempos modernos,  se considerase  el progreso tecnológico y científico, el desenvolvimiento de la ética y de la bioética, las conquistas del pensamiento y de la civilización, ya no hubiese lugar  para esos notorios tiranos  en la vida humana. Entretanto, helos  renaciendo  con ropajes diferentes, en Oriente y en Occidente, fomentando el terrorismo internacional y nacional, las revoluciones y las sofisticadas  guerras   y no menos tiránicas, en la que las vidas  son segadas sin ninguna piedad o respeto por los civiles, especialmente a los niños, ancianos, enfermos  y mujeres…
La saña del poder permanece intacta en sus estructuras enfermas, ambicionando la dominación de las vidas, en razón de la imposibilidad  de conquistarlas  por la sabiduría, por el arte, por la justicia…
Y les es más fácil hacerse temidos que respetados, complaciéndose así en inspirar odio porque son incapaces  de merecer consideración.
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Entre las emociones que surgen en el ser humano durante su  proceso de crecimiento intelectual y racional, el miedo  lo señala profundamente  desde los primeros triviales momentos,  a aun mismo antes…
Ese sentimiento que surge de la manera  irracional de desenvolver otros equivalentes o peores, como el pavor, el pánico, el terror…
Luego después, al presentarse la ira  como preservadora  de la existencia física, se abre el elenco en forma de rabia, de odio, de resentimiento, de venganza…
Solo más tarde surge el amor en forma de protección del grupo, de preservación  de la unidad del clan,  que se manifiesta en variadas facetas,  como la de amistad, de ternura, de devoción, de profundo afecto, de renuncia, de abnegación…
Es comprensible, por tanto, que haya predominancia  en la naturaleza humana de las emociones  primitivas, llevando al individuo a la auto preservación, mediante  la imposición del miedo a los otros, del odio que en el se encuentra  en potencial,  hasta cuando el sufrimiento demuestra su fragilidad, haciéndolo refugiarse en el seno del amor.
El amor es la más bella expresión de la verdad que se conoce, porque solamente el  es poseedor de los valores  que dignifican y ennoblecen, que edifican y sustentan las vidas, dándoles estabilidad considerada bajo todos los aspectos.
En el pasado remoto, en el próximo como en el presente, los líderes  del amor dejaran huellas luminosas  que mantuvieron a los pueblos  y a las civilizaciones  confiadas en la victoria del bien  y conducirán a millones de vidas  rumbo a la paz, a la fraternidad, al desenvolvimiento cultural y principalmente  moral.
Mientras los guerreros feroces  en sus campañas eran anticipados  por las tubas  y anuncios alarmantes de sus tropas de exterminio,  la dulzura y la resistencia  del amor mantuvieron  a las criaturas confiadas en el futuro, no permitiendo  que la victoria de los alucinados  ultrapasase un breve periodo de ilusión, consumiéndolos  con la desencarnación vergonzosa,  o vil asesinato, la mano de la justicia siempre alcanzó a algunos a lo largo del tiempo.
Sus triunfos pavorosos  fueron de efímera  duración  y no consiguieron prolongarse  después de la muerte, aun mismo que transfirieran  el legado infame   a familiares  o fanáticos seguidores,  que también fueron destituidos  del poder o consumidos por el ángel de la muerte…
Mientras se consideraban fuertes, fueron sometidos al impositivo del tiempo que todo transforma en su continua absorción, tornándolos pigmeos  en el concierto de la  saludable humanidad.
En ese ínterin,  el amor siempre ha experimentado mezquindad, humillación, siendo sometido al impositivo  de las malhechoras  fuerzas de la  gobernanza  de la mentira , sin que pueda ser vencido.
La dulzura de la compasión, la fuerza del perdón,  el poder de la misericordia siempre superan a las avionetas, a los carros de guerra, a todos los tipos de armas de destrucción, la voracidad de los criminales, la lujuria de los goces por las fuerzas mortíferas de la locura, terminando por instaurar  definitivamente el reino del amor en la Tierra.
Los poderosos  siempre consideran al amor  debilidad de los sentimientos, y no existe emoción más grandiosa  que esa, porque el amor es el que gobierna a los dominadores  y a los dominados, y aun mismo entre los más feroces adversarios del ser humano, en ellos prevalece  la lúcida voz de la ternura, expresando su realidad bajo las duras camadas de la insana mentalidad,  asemejándose al diamante  estelar aguardando  que se le retire la  ganga que lo oculta…
El amor  es la expresión sublime de la verdad, porque es el mismo en todos los tiempos y siempre actual en todas las épocas.
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Pilatos, el gobernador  que no tuvo coraje para defender a Jesús, se suicidó después, los poderosos del Sanedrín que lo condenaron y la masa ignorante  que de Él se burló no sobrevivieron a las fuerzas salvajes  de Tito, el hijo guerrero del emperador Vespasiano, que destruyó Jerusalén poco después, en el año 70, imponiendo la primera persecución al pueblo judío…
El emperador Tiberio, en Roma, gobernaba el mundo, se apartó de la capital y se refugió en la isla de Capri, temiendo a sus enemigos y muriendo algo demente…
Mas Jesús, el símbolo vivo del amor, cada día está más presente en el mundo, y todo cuanto dijo e hizo se torno paradigma para la nueva civilización que surgiría de los escombros de esta que sucumbe bajo las demoliciones de la verdad. Ama, por tanto, en cualquier circunstancia y confía…

EL AMOR ES LA EXPRESIÓN SUBLIME DE LA VERDAD, PORQUE ES EL MISMO EN TODOS LOS TIEMPOS Y SIEMPRE ACTUAL EN TODAS LAS ÉPOCAS. AMA, POR TANTO, EN CUALQUIER CIRCUNSTANCIA, Y CONFIA…
 Extraído del libro “Entrégate a Dios” de Divaldo Pereira Franco
Traducido por M. C. R

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EL ESPIRITISMO ES UNA DOCTRINA CON TRES ASPECTOS: FILOSÓFICO, CIENTÍFICO Y MORAL

Si alguien dice que ama a Dios, pero no ama a su  semejante, es mentiroso. Eso fue escrito por el Apóstol Juan y nos invita a una profunda reflexión. 

¿Por qué el amor a Dios pasa inevitablemente por el amor al prójimo? ¿Por qué no basta amar a Dios en el aislamiento de las criaturas, o en la indiferencia al semejante?

Dios, al crearnos, no nos crea perfectos, pero ofrece oportunidades y posibilidades de llegar a la perfección.

Y, por la grandiosidad de Su justicia,  esa perfección se alcanza por esfuerzo propio, por dedicación y jamás por gratitud o don divino, escogiendo a unos u otros como más o menos amados por Él y, consecuentemente, con más o menos virtudes y dones.

Cuando leemos la biografía de grandes figuras del amor al prójimo, como la Madre Teresa de Calcuta, Chico Xavier o Hermana Dulce,  vemos la ejemplificación del ejercicio en el amor al prójimo.
         
Y es natural que preguntemos ¿de donde sacaban ellos fuerzas para amar incondicional e intensamente, a lo largo de toda una vida?
         
Aprendieron a amar al prójimo en el ejercicio del amor al que se propusieron, saliendo de sí mismos, yendo en dirección al otro, encontrando a Dios.
         
 El amor a Dios no se construye de forma mística, trascendental o aisladamente.

Entendiendo eso, Jesús, personificación mayor de amor a Dios, nos enseña que cada vez que auxiliamos, que damos de comer, que calmamos la sed de nuestro hermano, es a Él mismo que estaremos haciendo eso.

Nos invita Jesús a experimentar el ejercicio del amor a Dios aprendiendo a amar al prójimo.

Lo mismo afirma el Maestro Galileo que el mayor mandamiento de la Ley de Dios es amar al Padre, seguido del ejercicio de amarse para amar al prójimo.
Si usted busca el entendimiento de las Leyes de Dios, de instaurarLo en su intimidad, un buen comienzo será el de orar para el prójimo, en el ejercicio del amor.

Siempre tenemos recursos y medios para auxiliar, de demostrar el amor en la forma de desvelo, de cariño, de solidaridad o de compasión.

Ofrezcamos la palabra edificante para incentivar a los desvalidos, la presencia fraterna para aquellos abandonados a la soledad, oídos pacientes para un corazón afligido con necesidad de desahogarse.

Somos invitados al ejercicio del amor al prójimo construido en la comprensión frente aquel en desatino, en benevolencia para el hermano en desequilibrio o indulgencia en la acción precipitada.

           Son pequeños gestos que se hacen ejercicios de amor al prójimo, con el objetivo de amar a Dios. Al final, como nos alerta el Apóstol Juan, si no conseguimos comprender a nuestro hermano, jamás tendremos condiciones de amar y comprender a Dios.

                                                                                                                                                                                Redacción de Momento Espírita.

Mensaje traducido por el GRUPO EL AMOR EN ACCIÓN-España 

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INFLUENCIA DEL PENSAMIENTO SOBRE EL ENTORNO

                                                  EMMANUELLE PÊCHEUR


Un mundo de vibraciones

Todo lo que existe, emana de una sola fuerza creadora y amorosa llamada Dios. Cada ser viviente, pero también la materia, los elementos, los astros y las galaxias hasta lo infinitamente pequeño que representa el átomo, proceden de esta voluntad divina. Desde las formaciones minerales hasta las manifestaciones vitales, todo está animado por un principio espiritual. Dios es pues el origen creador del Universo y de los Espíritus, dentro de un principio espiritual que está en todas las cosas. Del mineral al humano, pasando por el vegetal y el animal, existe el “espíritu” (a saber un principio espiritual) que lo anima. El espíritu encarnado piensa y su pensamiento no es una abstracción sino una realidad fluídica. El mundo, bajo su apariencia tangible, es de hecho un mundo de vibraciones. Los seres vivientes y la materia que los rodea en nuestro planeta están pues en constante interacción e interdependencia tanto en el plano físico como en el vibratorio. Cada reino tiene su necesidad de existir dentro de la armonía divina, y aporta al otro un equilibrio indispensable a su naturaleza espiritual. El hombre en la Tierra es ante un ser pensante, una entidad que reacciona por su conciencia, sus emociones, sus temores, sus deseos y sus sentimientos de cólera, odio o amor… El psiquismo de cada ser juega un papel preponderante.

Veamos cómo.

El pensamiento, atributo esencial del espíritu, es una vibración que engendra una fuerza, una energía que va por el espacio al infinito. Esta energía, así dirigida lleva en el momento en que es producida, el sentimiento de la persona, positivo o negativo. Por la naturaleza de sus pensamientos, el hombre actúa permanentemente sobre el medio en el cual evoluciona. El pensamiento es un fluido que se vuelve malsano, es el vehículo del orgullo, el odio, el deseo de dominación y de toda clase de bajezas instintivas relativas a la inferioridad humana. Los pensamientos de los seres vivientes, conscientes y sobre todo inconscientes, están pues en constante interacción.

Por su simple pensamiento, el ser humano actúa conscientemente sobre el entorno físico, pero también inconscientemente, dentro de una interacción con la materia. El pensamiento emitido se exterioriza, convirtiéndose en una causa activa que influye sobre los elementos en forma vibratoria. Así pues, los ciclones, terremotos e inundaciones, si bien son fenómenos naturales, pueden ser acentuados por un mal ambiente psíquico general. Uno también puede interrogarse así sobre esta relación de causa a efecto, tomando un fenómeno climático entre otros: ¿cuál fue, por ejemplo, ese grado de influencia psíquica cuando, durante la segunda guerra mundial entre 1939 y 1945, los inviernos fueron particularmente rigurosos y dramáticos?

La psicoquinesia: el pensamiento que actúa 

Desde los años 1970, a través de programas televisados, se ha señalado la acción del pensamiento sobre la materia, la psicoquinesia, con las experiencias de Uri Geller y los trabajos de Jean-Pierre Girard. Se deforman barras de acero, se tuerce toda clase de objetos, péndulos y relojes se vuelven a poner en marcha o se detienen a distancia, bajo el efecto de la acción del pensamiento. Mucho antes de esta mediatización, este fenómeno fue estudiado en los laboratorios por los metapsíquicos y parapsicólogos europeos, norteamericanos, rusos y otros. Ellos estudiaban las capacidades “desconocidas” del espíritu humano, como telepatía y clarividencia así como la psicoquinesia. Añadiremos con una cierta ironía que muchos decenios antes de sus pretendidos “descubrimientos”, hombres y mujeres del siglo XIX ya observaban, gracias a la perspicacia y labor de un hombre, Allan Kardec, la realidad del espíritu, su supervivencia más allá de la muerte y sus manifestaciones, era la filosofía espírita. Las facultades del espíritu no cesaron de interesar a estos pioneros del espiritismo en su reflexión. Por otra parte, desde siempre, estas aptitudes calificadas de “sobrenaturales” han llamado la atención. Se trata del pensamiento emitido por el espíritu con el objetivo de actuar sobre la materia. La energía organizará o desorganizará la materia, es decir la estructura atómica de la molécula. Hay pues una exteriorización consciente del pensamiento del sujeto psicoquinesista.

Acción del pensamiento consciente sobre los elementos 

En nuestra Asociación, la fuerza del pensamiento es conocida y aplicada en forma colectiva e individual a través de acciones de pensamiento positivo. Igualmente el trabajo en psicoquinesia se realiza especialmente para actuar sobre nuestro entorno. He aquí lo que manifiesta Valerio que realiza un trabajo de pensamiento en relación con los elementos naturales: “El Espíritu se manifestó en abril de 1990 apoyando una acción de pensamiento dirigida hacia los elementos, especialmente contra las diversas catástrofes naturales.

Contempla la designación de un grupo de trabajo, orientado hacia los climas y el ambiente. Para mi sorpresa y felicidad a la vez, me confió esta misión que reuniría a mi alrededor a otros espíritas. Con ayuda de su péndulo, un radiestesista determinará las fallas susceptibles de provocar sismos en el planeta. Aporta igualmente la precisión de que el trabajo del pensamiento será dirigido en el sentido de la reconstrucción de los suelos, suerte de solidificación de las zonas de riesgo, a razón de dos veces por semana, durante veinte minutos, con un soporte musical, la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antón Dvorak”. Este trabajo de psicoquinesia prosigue todavía hoy.

En conclusión, parece evidente que es necesaria una toma de conciencia de nuestra verdadera naturaleza. Somos espíritus reencarnados, enteramente interdependientes unos con los otros, dotados de una fuerza de pensamiento que puede actuar colectivamente sobre un plano inconsciente. Pero uno puede dirigir ese pensamiento y en consecuencia proyectar acciones conscientes para atenuar la magnitud de ciertas catástrofes naturales.

TOMADO DE LA REVISTA:LE JOURNAL SPIRITE N° 95 janvier 2014

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¿ Qué filosofías se acercan más a la Verdad?

No existe ninguna filosofía o doctrina que la contenga en su totalidad, de modo que pueda ser aceptada por todo el mundo, pues el conjunto de los seres humanos somos una enorme mezcolanza en diversos grados de desarrollo evolutivo, o sea que cada cual tenemos diferente grado de inquietud e inteligencia para poder buscar, comprender, aceptar y aprender.
Buscar y encontrar aspectos de verdad, supone adquirir conocimiento, y este genera en el ser humano un placer intelectual al analizar, comprender, sintetizar, ampliar, sacar conclusiones, etc.
La Verdad absoluta no ha sido nunca ni será patrimonio exclusivo de ninguna religión, ciencia o filosofía, porque solo alcanza en parte a quien la busca sinceramente, con una mente abierta y libre de pre conceptos y fanatismos de cualquier índole, y estando predispuesto a lo que sea necesario por ayudar a los demás.
No podemos pretender encontrar en ninguna religión o doctrina una verdad total y ajustada a nuestro particular punto de vista, pues a causa de nuestros condicionamientos particulares,que nos han transmitido con las ideas de todas clases, culturales, religiosas, políticas, etc, la mente entrenada para bucear en complejas filosofías y dogmas científicos y religiosos, no suele quedar libre para identificar la verdad profunda y a veces simple de las cosas. Por eso, a veces los conceptos de Verdad son comprendidos y aceptados antes por personas sencillas poco letradas, que por otras personas cuyo bagaje cultural les es como un bosque que les impide ver el árbol de la realidad que está tras él.
Cada cual ve la realidad bajo una perspectiva personal y diferente a los demás, pero esto es normal porque son factores infinitos los que componen la Verdad total, y su diferencia debe enriquecernos mutuamente en un diálogo auténtico en busca de una más amplia verdad consensuada.
Podemos considerar que la Verdad tiene múltiples aspectos, pero solo debemos aceptar los que nuestra mente sea capaz de comprender. Lo importante es descubrir la Verdad, venga de donde venga, y allí en donde todas las verdades parciales coinciden y convergen , porque la auténtica Realidad sobre las cosas es solo una .
Hay que buscar la Verdad con valentía y sinceridad . Es este un proceso de revisión sin rechazo de ningún concepto, pero cuestionando con una mente abierta y limpia, todo cuanto hemos heredado y nos han inculcado. Nos debemos cuestionar todo observando desde fuera, como un espectador objetivo, argumentando y sencillamente pensando, procurando no mezclar en nuestro análisis, sentimientos ni emociones.

- Jose Luis Martín -

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No creáis en nada porque lo diga la tradición, o porque muchos lo crean,o porque lo hayan creído los Sabios de otras épocas. Creer únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia”
- Buda -

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martes, 2 de junio de 2015

MATRIMONIOS: Cultura de la vida en pareja


              

                COMPETICIONES

Por Octavio Caúmo Serrano

El mal del mundo son las disputas. Para que alguien venza siempre hay otro, o muchos otros, que pierden. Eso significa que la alegría y la risa de alguien son siempre conquistadas a costa de la tristeza  y del lloro de los demás. No somos educados para competir, sino para ganar.
Aunque las competiciones puedan parecer un estimulo para que el hombre venza y se supere cada vez más, lo ideal sería  que el hombre  luchase  contra sí mismo, combatiendo tenazmente sus defectos, principalmente en el sentido  de ser más humano, más fraterno, más tolerante y mirase al semejante como a alguien igual a él mismo, con los mismos sentimientos, con las mismas necesidades y con los mismos deseos de ser feliz.
Más allá de eso, generalmente, el vencedor  desprecia al perdedor, como si no le bastase el hecho de haber  vencido. Vean lo que acontece en un campo de futbol. Si fuera simplemente un exceso de alegría hasta podríamos comprenderlo, mas se establece una rivalidad tal que llega a la enemistad, con agresión física, muchas veces, con graves consecuencias.
Cuando llevamos la competición  al campo religioso,  es incomprensible. La pretensión de ciertas iglesias  de tener el monopolio de la salvación es algo que no podemos aceptar en si, cuando tratamos  de analizar a Dios,  Padre de extrema misericordia, que juzga a sus hijos solo  por los actos y no por los rótulos religiosos de sectas creadas por los hombres para sus propios intereses.
Por eso es que el Evangelio de Cristo, que no es nada más que una orientación y explicación de la Ley mayor, es blanco de tantas interpretaciones. Ya se dice popularmente que cada uno lee el evangelio  en el versículo que le conviene, dando interpretación conforme a sus conveniencias.
Si fuera tan sencillo  llegar al llamado Reino de los Cielos por simplemente desearlo una doctrina, sea la que sea, el problema de los dolores en la Tierra seria resuelto. Todos  nos convertiríamos a tal iglesia  con sus milagros y seriamos salvados. Aunque fuera necesario dar el diezmo. Al final la salvación tiene su precio. Lástima que el valor de la salvación no se paga con dinero sino con hechos. A favor del prójimo y de nosotros mismos. Caridad  con todos sin despreciar la auto-caridad. Quien no se ama a sí mismo no puede amar a su prójimo.
Todo esto acontece porque somos espíritus atrasados, habitantes de un planeta de pruebas y expiaciones. Mientras perdure ese estado de cosas, es inútil esperar  tener paz en la Tierra. La paz solo existirá cuando pensemos más en los otros  que en nosotros. ¿Utopía?  ¿Fantasía? No. Única alternativa para conquistar la felicidad.
Si queremos entender porque eso es así, es fácil. Porque ese tipo de acción  nos deja la conciencia tranquila. Mientras  dañemos a alguien, no seremos plenamente felices; mientras que  ignoremos el dolor del semejante, no curaremos nuestros propios dolores.

Jesús ya nos enseñó ese mecanismo con mucha claridad. Mientras tanto, continuamos siendo incapaces de entender. ¡Qué pena!... ¡El perjuicio es solamente nuestro  y la Tierra continuará  siendo ese valle de lagrimas!
Estos tiempos de fiesta son un bello periodo para la meditación y análisis de nuestras vidas y ver lo que debemos cambiar en nosotros para apresurar nuestra evolución en dirección a la espiritualidad y así volver  para casa en mejores condiciones de lo que aquí llegamos.

 EL BLOC DE LOS ESPIRITAS
Día a Día del jornal El Clarín de diciembre del 2011

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              ¡REMORDIMIENTOS!


Decía un filósofo que encontrar la felicidad dentro de casa es muy difícil, pero hallarla fuera de casa es totalmente imposible. Durante la representación del drama, “Vida alegre y Muerte triste”, experimentamos tan dolorosa ansiedad, filosofamos tanto, hicimos tantas reflexiones y éstas fueron tan amargas y tan profundas, que comprendimos perfectamente que un ser de ultratumba deseaba comunicarnos sus impresiones; pues a borbotones arrojaba en nuestro cerebro millones de ideas que en diferentes conceptos todos venían a expresar lo mismo: ¡Remordimientos!… pero remordimientos horribles, remordimientos que no se conciben si no se experimentan, si no se sienten sus agudas espinas que se clavan sin piedad en todo nuestro ser.

Los grandes dolores nos atraen, parece que estamos en nuestro centro cuando conversamos con espíritus que sufren, pero que sufren racionalmente, que exponen su dolor sin destrozar médiums ni hacer violentas contorsiones; por eso aceptamos la inspiración de todos aquellos que nos cuentan sus pesares dentro de los límites racionales, que nunca deben éstos traspasarse, porque al hacerlo se tocan funestísimas consecuencias; en cambio, cuando el Espíritu respeta al médium y éste se ofrece de buena voluntad a trasladar sus pensamientos por medio de la escritura, ¡Qué enseñanzas tan profundas se obtienen, qué ventajas tan inmensas reportan a la humanidad las comunicaciones de los espíritus ¡Cuánto ensanchan los horizontes de la vida! ¡Cuántos desesperados se detienen al borde del abismo! ¡Cuántos odios se reprimen! ¡Cuántas impaciencias desaparecen! ¡Cuántas contrariedades se dulcifican! ¡Cuántos vicios se refrenan! ¡Bendita, bendita mil y mil veces las comunicaciones de los Espíritus!. Y tú, compañero invisible, que aumentas con tu fluido la agitación de nuestros pensamientos, derrama en nuestro cerebro una parte de tus ideas, que, sean cuales sean tus crímenes, nosotros simpatizamos contigo porque sufres, y deseamos relatar tus sufrimientos, primero porque sirven de enseñanza, segundo porque el que cuenta sus penas queda consolado, y nadie necesita de más consuelo que aquel que ha pecado mucho.

Dices bien, mujer, para curar a los enfermos estudian los médicos, y enfermos son todos aquellos que han perdido centurias de siglos entregados a los más vergonzosos y deplorables desaciertos. Bien has definido las ventajas que resultan de las comunicaciones de los espíritus, pues ese cambio de impresiones es altamente beneficioso a la humanidad que necesita convencerse que no todo acaba aquí, que hay tras de la vida alegre, una muerte muy triste, y tras de esta muerte una eternidad de dolor, una soledad que nunca se acaba, unos remordimientos que jamás se extinguen, una serie de existencias cada cual más dolorosas, en las cuales se carece de los purísimos afectos del alma, en las que el padre encuentra hijos rebeldes, esposa infiel y amigos ingratos; y la mujer se ve postergada después de haber sido comprada o seducida, sin que la sombra de un hombre le preste amparo, sin que la maternidad le conceda sus santos dolores y sus inefables alegrías.

Todos los seres que no forman familia expían los abusos cometidos con la familia que tuvieron ayer y que no supieron apreciar; y los que tienen deudos ingratos, es porque en realidad no merecen ser amados; y esta certidumbre es necesario, muy necesario que se arraigue en la humanidad, hay que demostrar que no existen los lugares pintados por las religiones, pero sí, la eternidad de la vida con sus inacabables remordimientos, con su interminable soledad, con esa angustia que no tiene nombre en el lenguaje humano.

Yo soy una de esas víctimas de sus propios desaciertos, yo vivo muriendo hace muchos siglos, mas todos mis propósitos de enmienda son nulos cuando en mis sucesivas encarnaciones llego a la hermosa edad de la juventud, cuando mi cuerpo ágil y fuerte, embellecido por la perfección de las formas físicas, reflejando en mis ojos los resplandores de las más vivas y enérgicas pasiones, se siente dominado por una atracción irresistible hacia la mujer, hacia la Venus impersonal. Para mí no tiene atractivos una mujer, es la mujer, sin reparar para satisfacer mis antojos, que ésta tenga lazos que la separan de la vida pública, mejor dicho, de la vida social.

He perseguido a la mujer no porque la amara, no porque me sedujeran los encantos de una más que otra, no; la encontraba en mi camino y la hacía víctima de mi desenfrenado libertinaje y luego era el rechinar de dientes cuando dejaba la Tierra y veía que no había dejado tras de mí, más que las huellas del dolor y del escándalo. ¡Cuántas horas perdidas en las asfixiantes orgías! ¡Cuántas mujeres maldiciendo la hora en que me conocieron! ¡Cuántos niños inocentes abandonados a la caridad pública y a la beneficencia del estado! ¡Cuántas víctimas sacrificadas en aras de mis brutales deseos! Mas esto había de tener un término, alguna vez había de escuchar una voz que me dijera:

¡Detente! Llegó la hora de comenzar a sentir, y en mi última existencia que pertenecía a la clase más alta de la sociedad, siendo yo muy joven, conocí a una mujer hermosísima, y si bello era su rostro más bella aún era su alma. Era el ángel tutelar de su anciano padre que estaba postrado en el lecho del dolor hacía muchos años y Leonor era su providencia. La vi, y la deseé, comprendí que su padre me estorbaba, compré la conciencia del médico que le asistía, y éste puso fin a la existencia del anciano, y yo vendiendo protección a la pobre huérfana, simulé un casamiento y Leonor fue mía creyendo que llevaba mi nombre. Al poco tiempo un nuevo deseo me hizo olvidar a la que me decía ruborizada: ¡Conozco que voy a ser madre; esposo mío! Y sin sentir el más leve remordimiento abandoné a Leonor y me marché a lejanas tierras sin acordarme ni por un segundo que había hecho la desgracia de un ángel.

Pasaron 20 años, acontecimientos políticos me tuvieron separado de mi patria, y cuando una amnistía general me permitió volver al solar de mis mayores, el mismo día que llegué al lugar de mi nacimiento, una joven hermosísima atrajo mis miradas y despertó mis ardientes y volcánicos deseos. Ella también me amó por más que había gran desigualdad en las edades; era huérfana, su madre murió al darla a luz, de su padre nadie le había dado la menor noticia, y en los asilos de beneficencia pasó su infancia y parte de su juventud, pues no tenía familia alguna. Tan pobre como virtuosa, vivía con el producto de sus labores; hice cuanto fue posible por seducirla. Todo fue en vano, prefería la muerte a la deshonra. Yo apelé a los inicuos medios que emplean los seductores de oficio, y Juana, la incomparable Juana, fue mía completamente mía narcotizada, y cuando yo ciego, delirante, loco, frenético de placer contemplaba aquella hermosa estatua, vi ante mí, la figura de Leonor que me dijo con amarga y desgarradora ironía: ¡Goza en tu obra desventurado! Has profanado a nuestra propia hija, Espíritu rebelde… despierta al fin para el remordimiento! Yo no sé lo que experimenté, pero puedo asegurar que mi razón recibió tan ruda y violenta sacudida que enloquecí por completo y pasaba los días arrodillados llamando a mi hija, la que murió, según supe después, sin conocer su deshonra, puesto que no volvió a despertar.

Yo no recobré la razón en la Tierra, siempre me veía perseguido por dos mujeres, me arrodillaba ante ellas y les pedía perdón, ora llamaba a mi hija lanzando gritos aterradores, y aquel hombre apuesto y elegante de ensortijada cabellera negra como las alas del cuervo, de mirada magnética, de fuerza hercúlea, valiente hasta la temeridad, se vio reducido a vivir algunos años del modo más deplorable, atado fuertemente a un anchuroso sillón, con la cabeza rapada, cubierta con un capuchón negro, encogidos todos los miembros, temiendo siempre ver las sombras de Leonor y Juana, a las que de continuo pedía humildemente perdón: sirviendo de befa y escarnio a mis numerosos criados, que se gozaban en atormentarme presentándome una joven diciéndome: vamos, no te desesperes, que aquí está tu adorada Juana; entonces yo me enfurecía, pero todos mis esfuerzos eran vanos, porque fuertes ligaduras me impedían moverme; concluyendo por llorar como un niño suplicando que me encerraran para que nadie entrara en mi aposento: y así viví algunos años, muriendo en una noche de enero abandonando de todos mis servidores, sin que una mano piadosa cerrase mis ojos, sin que unos labios compasivos se posasen en mi frente; sólo un perro, que pertenecía a uno de mis administradores, fue el único que me acompañó en mis últimos momentos, aullando tristemente cuando me vió sin movimiento alguno; cuando con el maravilloso instinto, mejor dicho, inteligencia que distingue a la raza canina, comprendió que mis sufrimientos habían terminado. ¡Qué alegría tuvieron mis parientes al saber mi fallecimiento! Se me hicieron solemnes exequias, ¡Y qué mal contrastaban los negros crespones que pendían de las altas bóvedas del templo con el semblante risueño y satisfecho de mis deudos! ¡Qué amarga irrisión los salmos y lamentaciones con los cálculos de si mi fortuna ascendía a tanto o a cuantos millones! ¡Todo lo vi¡ ¡Todo lo presencié! Era justo que así sucediera, era preciso que comenzara a sentir, y el recuerdo de mi hija mancillada por mi desenfrenado libertinaje ha sido mi terrible pesadilla, Leonor y Juana son las sombras que más me atormentan, puesto que a la primera le asesiné a su padre labrando su desventura, y a la segunda le causé la muerte después de profanarla; nada me dijeron la dulzura de sus grandes ojos, su angelical sonrisa, la suavidad de su voz, la castidad divina de todo su ser, ella me decía: yo te amo, pero mi amor no es como el tuyo, yo velaría tu sueño, yo prevendría tus menores deseos, yo sería feliz viéndote dichoso, yo creo que Dios me ha puesto en tu camino para despertar tus sentimientos sin que por esto saciemos el uno en el otro los apetitos de la carne.

Ámame como yo te amo, como se deben amar los ángeles. Y cuando así hablaba, en lugar de purificarse mis deseos parecía que plomo derretido circulaba por mis venas y más se avivaba mi loca y satánica pasión. ¡Cuán criminal fui y cuán dolorosa es hoy mi existencia! No precisamente porque mis víctimas se levanten amenazadoras, no; todas, me han perdonado; es porque tengo inteligencia suficiente para conocer cuánto me queda que sufrir, ¡Qué serie de encarnaciones me aguardan tan tristes y dolorosas! Yo tendré hijos que sonreirán un momento en mis brazos y luego me dejarán, ora porque sean ingratos o bien porque la muerte me los arrebate, y tendré que morir solo y abandonado como han muerto mis pobres hijos víctimas de mi cruel indiferencia. Yo seré cien veces engañado porque no soy digno que ninguna mujer respete y honre mi nombre; y tendré que apurar la copa de la amargura cuando mi cruel expiación me obligue a vestir el humilde sayal de la mujer. ¡Oh! Entonces… ¡Cuántas humillaciones! ¡Cuántos desvíos tendré que lamentar! Que lucha tendré que sostener para resistir el impetuoso empuje del infortunio ¡Cuán horrible será mi soledad!.. Entonces iré mendigando una caricia de los pequeñitos, grano por grano de arena iré levantando mi pobre cabaña y en ella encerrando las flores marchitas de mis melancólicos recuerdos.

Hay algo mucho peor que una muerte triste, hay la prolongación indefinida del dolor, hay la justa expiación de todos los desaciertos, hay la eterna ley de las compensaciones, hay la cosecha de todo cuanto se ha sembrado; no te canses en repetirlo, mujer; es necesario que la humanidad adquiera la certidumbre y el convencimiento que no quedan impunes los atropellos y los crímenes cometidos para satisfacer torpes pasiones, preciso es poner coto a los desórdenes, porque ¡Ay! dejan una herencia terrible, dejan el patrimonio de los remordimientos.

Mis víctimas me han perdonado, no me faltan espíritus generosos que me alientan, pero me queda mi conciencia, me queda mi razón, y la una me recuerda lo que he sido, y la otra me señala la única senda que puedo seguir, ¡La de la más horrible expiación! Sé que ésta no será eterna, sé que durará lo que dure mi concupiscencia y el saldo de mi larga cuenta.

También habrá para mí días de sol, también hijos amorosos cerrarán mis ojos en la crisis suprema de la muerte, pero antes que esta época llegue ¡Cuántos remordimientos me atormentarán! No quiero entristecerte más con mis quejas; sigue cumpliendo tu misión pagando tus deudas que muchas trajiste a la Tierra: y no te duela nunca el tiempo que empleas en transmitir el pensamiento de los que sufren, porque estos son los que enseñan el camino de la felicidad. Jamás hemos sentido relacionarnos con los que padecen, porque estamos plenamente convencidos de lo que dice el Espíritu, que los felices son las páginas en blanco en el libro de la vida, y los que habitamos este planeta necesitamos estudiar y aprender, que por haber sido perezosos nos encontramos sin los títulos necesarios para ocupar los puestos prominentes en los cuales la dicha ofrece sus horas de plácida calma y dulce reposo al Espíritu que merece gozar de tales beneficios. Creemos así mismo que los remordimientos son las verdaderas penas del infierno, huyamos de ellos no con oraciones rutinarias, sino con firme propósito de enmienda, y conseguiremos no la felicidad absoluta, pero si un bienestar relativo en armonía con nuestras condiciones morales e intelectuales. 

¡Dichosos aquellos que quieren progresar!

Amalia Domingo Soler

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¿Dónde podemos encontrar la Verdad y el Sentido de la Vida ?

La Verdad personal de cada uno constituye una minúscula parcela de la Verdad Total que se debe de buscar dentro de sí mismo, en el Yo interior, por eso el encontrar la Verdad supone el esfuerzo individual de cada persona , y esto no se logra antes de haber adoptado una mentalidad limpia, abierta y libre de preconceptos y prejuicios.
Encontrar una verdad a veces exige método, y tal vez uno de los métodos mas eficaces y resistentes al tiempo, sea el de la Meditación que nos lleva a intuir verdades que así nos llegan desde otras mentes desde el  plano Espiritual, o también adoptado por S.Tomás de Aquino. Este analizaba frases de autores consagrados y las analizaba y contestaba con todo rigor hasta llegar a nuevas verdades, sin importarle si estas agradarían a cristianos o paganos, griegos o árabes, etc. Su único deseo y fundamento era detectar la Verdad fuese cual fuese.
También exige esta búsqueda , que pongamos en duda las conclusiones de la sabiduría popular que a veces están impregnadas de supersticiones y errores, así como con las afirmaciones precipitadas que a veces la Ciencia o los razonamientos filosóficos  nos presentan.
       A quienes buscan la Verdad y el sentido de la vida, yo les recomendaría que comenzasen por documentarse previamente del modo más amplio posible, adquiriendo un conocimiento lo más profundo posible, leyendo , estudiando , y comparando temas científicos, filosóficos y espirituales de modo que puedan meditar estas lecturas con fundamento, poniendo a funcionar la mente analítica para seleccionar y asimilar lo que se lee, de modo que se pueda aceptar libremente lo que se comprenda, o bien descartar lo que no nos encaje en nuestra razón y conciencia, aunque sin desechar ni negar nada en principio, sino guardándolo  respetuosamente por si acaso mas adelante nos encaja como la pieza que faltaba en nuestro “puzzle” particular . Es necesario que se piense y se argumente con la mayor objetividad y nobleza, olvidando preconceptos mas propios de la Edad Media.
      Se deben relacionar los aspectos de la cuestión que se analiza y medita, con otros aspectos dentro del contexto en que se presenta. Si no se actúa así se corre el riesgo de llegar a defender como verdad absoluta algo que si acaso es tan solo una verdad  sesgada.
    Parece tarea difícil, pero es tan fácil como aceptar lo que se compruebe, se comprenda  se sienta o se intuya como verdadero, dejando lo demás en “cuarentena” como dudoso. Esto supone el estar dispuesto a sustituir si llegara el caso, los propios conceptos que tenemos adquiridos por otros nuevos que se puedan ajustar más a nuestro íntimo sentido de la Verdad, sin aferrarse fanáticamente a viejos conceptos muchas veces heredados de tradiciones o propios de la sociedad en donde vivimos, pues la experiencia de cada día nos enseña que muchas veces las cosas que un día creímos de un color, luego descubrimos que lo eran de otro y tenemos que rectificar por ello los conceptos anteriores. Debemos desnudar el alma de tantos dogmas y conceptos que hemos heredado de la sociedad humana, que son tenidos como verdades inamovibles y que terminan siendo creencias tradicionales admitidas solo por eso y en las que no se entra a cuestionar, pero que nada tienen que ver con la verdad . Los dogmas, sean de la clase que sean, solo son barreras mentales que debilitan la capacidad de razonar y de comprender de quienes los aceptan o mantienen.
La Verdad cuando se encuentra nos causa una sensación de satisfacción íntima  . Las teorías sobre conceptos de Verdad, son necesarias para clarificarnos a nosotros mismos , pero no sigamos creyendo encontrarla en tal religión , ni en un libro, ni en ninguna otra doctrina, sino en nuestro interior cuando estamos predispuestos a entregarnos a los demás, ayudando a quien lo necesite ; cada cual deberá buscarla principalmente en la práctica de bien, del trabajo y de la entrega a los demás, y allí encontraremos cada uno nuestra gran Verdad que da sentido a nuestra existencia..
La Meditación nos pone en contacto con ella, la Oración nos aproxima a su Esencia y la práctica de la Caridad nos facilita su vivencia; la virtud de la humildad nos abre la puerta del corazón para que penetre nuestra Verdad, y la fe nos facilita el que la incorporemos en nuestros sentimientos.

- Jose Luis Martín-

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Buscad leyendo y hallareis meditando”
- S. Juan de la Cruz-

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                            MATRIMONIOS
                                          Cultura de la vida en la pareja

Son muchos los problemas a veces y muy difícil la convivencia en el hogar, es por esa razón que no habiendo verdadero amor entre la pareja, se da hoy en día, excesivamente el divorcio. La cultura de la vida es una verdadera necesidad para los hombres y mujeres de hoy: una cultura que sabe valorar el amor conyugal, la dignidad del ser humano y de las fuentes de la vida; que reconoce en el matrimonio y en la relación vital de los cónyuges el lugar de la donación de la cual brota la vida. Es pues un don espléndido de Dios, que valora el amor y el respeto al cónyuge y lo realiza así cotidianamente en la convivencia familiar.

El matrimonio no es el fruto de un acto impulsivo de Dios, pues todo lo que él hace tiene significado. La unión matrimonial refleja la naturaleza relacional de Dios y su amor incondicional. El hombre y la mujer fueron creados a imagen y semejanza de Dios, para una relación de amor recíproca y permanente. Esta es una de las razones por las cuales Dios detesta el divorcio, pues tal decisión significa la ruptura de una unión creada, primariamente, para representar el carácter personal de Dios.

Si el Espírita debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde abnegado y caritativo, entre sus hermanos de ideal y en el seno de la Humanidad, ¡cuánto más lo debe ser en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos y en la Humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas, que se enlazan con la historia presente.

El objetivo del casamiento no es elegir lo mejor para el mundo actual, más si construir el mejor relacionamiento posible con quien usted prometió amar para siempre. No conozco padres que piensen en cambiar los hijos por los hijos más educados del vecino. No conozco hijo que acepte, de inicio, la separación de los padres y, cuando estos se separan, no sueñen con la reconciliación de la familia. Ni conozco hijo que quiera cambiar los padres por otros “mejores”. Ellos aprenden a convivir con los padres que tienen. Casamiento es compromiso de aprender a resolver las guerras y los conflictos del día a día de una forma constructiva, y que muchas parejas no aprenden, e incluso algunos ni intentan aprender.

En los días actuales, en los que las parejas se separan por cuestiones tan insignificantes, vale la pena recordar las heroínas y los héroes anónimos que renunciaron o renuncian a tantas cosas para hacer la felicidad del compañero o compañera.

En estos días en que raros son los cónyuges que ceden ante una simple opinión en pro de la harmonía del hogar, vale recordar que la vida de los dos debe ser un ejercicio constante de renuncia y abnegación.

No estamos hablando de anulación ni de subordinación de uno o de otro, más si simplemente de la necesidad de relevar o tolerar los defectos uno del otro.

No es preciso llegar al punto de abrir la mano a algo que se desee por mero capricho o exigencia del cónyuge, más si podremos renunciar a algo para que nuestro amor sea feliz, esa será una actitud de gran nobleza por nuestra parte.

Piense que, cuando se opta por vivir las experiencias del casamiento, se decide por compartir una vida para dos y eso quiere decir, muchas veces, renunciar a algunos caprichos en pro de la harmonía en el hogar.

Si usted solo se dio cuenta de eso después que ya había se había casado, recuerde de que la convivencia es un arte y un desafío que merece ser vivido con toda dedicación y cariño. Pues cuando aprendamos a vivir en harmonía dentro del hogar, estaremos preparados para vivir bien en cualquier sociedad.

El verdadero amor se revela en los pequeños gestos, en el día a día y por todos los días. No es egoísta no es presuntuoso, alimenta el deseo de posesión sobre la persona amada.

Quien ama, verdaderamente, prefiere sufrir a causar sufrimiento. Prefiere renunciar a la propia felicidad para promover la felicidad de quien ama.

Enamorarse es una experiencia a la que no debemos renunciar aunque hayamos sufrido alguna decepción. Enamorarse es un estado emocional de alegría y felicidad que sentimos cuando nos encontramos fuertemente atraídos por otra persona, a la que idealizamos y le atribuimos toda una  serie de cualidades que en la mayoría de los casos magnificamos.

Acoger y respetar el designio unitario de Dios sobre el amor conyugal abierto a la vida, es el presupuesto originario y el principio fundamental de una verdadera cultura de la vida.

 Merchita

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