sábado, 10 de marzo de 2018

La evolución anímica




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- Sobre la cremación
- La evolución anímica
-¿ Por qué algunas zonas de la Tierra son tan castigadas con el sufrimiento?
- Vicios



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                                  SOBRE LA CREMACIÓN


                                  LA DESUNIÓN CON EL CUERPO NO ES SÚBITA

    Los lazos que unen el espíritu al cuerpo se deshacen lentamente. De una forma general todos sienten esa transición que se convierte en un periodo de perturbaciones variando de acuerdo con el estado evolutivo de cada uno. Para algunos se presenta como un bálsamo de liberación, en cuanto que para otros son momentos de terribles convulsiones. El desligamiento  total sólo ocurre cuando el lazo fluídico se rompe definitivamente. 

     Delante de la Nueva Revelación presentada por la Doctrina de los Espíritus y teniendo en consideración la perturbación que envuelve el periodo de transición, se preguntó: ¿incinerado el cuerpo cómo es la situación del Espíritu? 

Consultado, el Mundo Espiritual se expresó así: 

"Es un proceso legítimo. Como el Espíritu y el cuerpo físico estuvieron unidos mucho tiempo, permanecen hilos de sensibilidad que precisan ser respetados". 
Esas palabras revelan que aunque el cuerpo muerto no transmita ninguna sensación física al Espíritu, sin embargo, la impresión de lo ocurrido es percibida por este, teniendo la posibilidad de surgir traumas psíquicos. Se recomienda a los adeptos de la Doctrina Espírita que desean optar por el proceso de incineración prolongue el acto en un tiempo de 72 horas, después de la desencarnación. 

Aunque la Inhumación continúe siendo el proceso más utilizado, la milenaria cremación, por mucho tiempo olvidada, volvió a ser practicada en los tiempos modernos. Este procedimiento se viene difundiendo ampliamente, en función de la falta de espacio en las grandes ciudades. Con el crecimiento de la población las áreas que antes eran destinadas para ser un cementerio se volvieron escasas.

- Ángeles Calatayud-

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              LA EVOLUCIÓN ANÍMICA

Nada permanece estacionario en la Naturaleza, todo evoluciona en cumplimiento de la Ley de Progreso, a través de la reencarnación y de los mecanismos de adaptación y herencia. 
    En cada encarnación integramos la herencia físico-instintiva de nuestros padres con la herencia de nuestras conquistas fisio-psicosomáticas de existencias pasadas, integradas en nuestro periespíritu, permitiéndonos desarrollar nuevas capacidades y características inalcanzables hasta ese momento. 
    La experiencia en todas las etapas de la evolución es el motor que elabora la actividad refleja (el reflejo), que precederá al instinto (automatización), que a su vez precederá a la actividad reflexiva que será la base de la inteligencia en su camino hacia la conciencia de sí mismo y la responsabilidad moral. 
    Gabriel Delanne, en su libro La evolución anímica nos dice: «Todos los cambios que se observan en la Naturaleza no tienen sino un objeto: el progreso del Espíritu». El estudio de la ley de Progreso nos permite concluir que nada ocurre en la Naturaleza por casualidad. Cada adaptación se proyecta en el plano extra-físico para cumplirse en el plano físico en cumplimiento de la Ley Natural para el bien de todas las criaturas, en virtud de la gran Ley de Unidad que rige la Creación. 
     Todo evoluciona en la Creación, tanto lo perteneciente al ámbito de la materia, proveniente por tanto del Principio Material o Fluido Cósmico Universal, como lo perteneciente al ámbito espiritual, proveniente del Principio Inteligente que anima todo lo creado. El Principio Inteligente es la expresión de la atracción en el mineral, la sensación en lo vegetal, el instinto en el animal, el razonamiento en el hombre y lo divino en el espíritu puro (ver apartado “Automatismo y herencia” en el libro Evolución en dos mundos, Chico Xavier).          Dicho de otro modo: el Principio Inteligente en el vegetal aprende a desarrollar los instintos. En el animal, ya con los instintos desarrollados, progresa desarrollando la inteligencia. En el hombre, de inteligencia despierta, su progreso principal se desarrollará en el campo del sentimiento. Y en el ser superior, colmado de sentimientos sublimes, continuará su desarrollo hacia límites insospechados de conciencia espiritual, alcanzando los planos superiores de la Creación en unión con Dios. 
     La observación nos demuestra que del mismo modo que el instinto en el animal es de la misma naturaleza que en el hombre, su inteligencia y sentimiento también lo son, y varían sólo en el grado de desarrollo. 
     Gabriel Delanne, en su libro La evolución anímica, dice: «la naturaleza pensante de uno y del otro es del mismo orden y no difieren en esencia, sino en grado de manifestación, y esto es, precisamente, lo que evidencian ciertas facultades de los animales, tales como la atención, el juicio, el raciocinio, la asociación de ideas, la memoria y la imaginación» (pág. 59). Además, demuestra también «que los sentimientos morales, tales como el remordimiento, el sentido moral, la noción de lo justo y de lo injusto, etcétera, se hallan en germen en todos los animales» (pág. 70). En la infancia humana, o reencarnaciones primitivas del hombre, nos movemos más por instintos, provenientes de las etapas de la animalidad anterior, que por completa inteligencia. Son periodos primitivos donde el hombre aparenta estar todavía más cerca de la animalidad que de su verdadera posición en la humanidad. Los instintos, basados todos ellos en la Ley Natural, nunca se equivocan, pero con el desarrollo de la inteligencia derivan comúnmente al principio en pasiones a través del abuso por egoísmo, consecuencia del instinto de conservación. Van cediendo su influencia conforme se desarrollan los sentimientos, y por ello la naturaleza imprime ya en el animal el sentimiento del amor, bajo sus formas más humildes y rudimentarias, a través de la maternidad. 
     En nuestro estado actual evolutivo todavía no disponemos de capacidad ni conocimientos suficientes para comprender el proceso de creación de los espíritus. Sin embargo, el estudio y la observación de las Leyes Naturales  nos permitirá aproximarnos al conocimiento de las etapas anteriores y posteriores a su formación. 
     Comprendemos que el Principio Inteligente evoluciona a través de los primeros tres reinos, constituyendo en el periespíritu, o cuerpo espiritual, todos los procesos necesarios para la vida orgánica, los instintos y finalmente la vida intelectual consciente. El periespíritu modela el cuerpo físico y es el vehículo de transmisión de los avances obtenidos a través de las sucesivas reencarnaciones del alma por los diferentes reinos, en un proceso de individualización progresiva, por el cual se vuelve indivisible, hasta alcanzar el reino hominal, recibiendo la chispa divina o Principio Divino (ver capítulo III de Evolución en dos mundos, de Chico Xavier), empezando una nueva etapa donde será responsable de sus acciones como consecuencia de la adquisición del libre albedrío, el sentido moral, la conciencia de sí mismo y de su pasado, en busca de las facultades espirituales que le habiliten para la conquista del próximo reino, el angélico.
      Los espíritus son creados simples e ignorantes, lo que significa que, al principio, todos somos carentes de conocimientos y tenemos idéntica aptitud para progresar mediante nuestra actividad individual. No recibimos por ello dones especiales o privilegios que nos diferencien de cualquier otro espíritu, siendo todos hijos del mismo Creador. Se establece, así pues, la base de la igualdad y la fraternidad entre todos los seres humanos, y del amor hacia las especies inferiores en su lucha por alcanzar, por pleno derecho, el reino hominal y la equiparación como nuevos herederos de la Creación. Todo ello muestra la bondad y grandiosidad del Plan Divino preparado para todas sus criaturas a través de la gran Ley de Unidad que rige el Universo, donde no se desprecia el esfuerzo de la más mínima de ellas en su lucha por alcanzar su destino, la perfección del Espíritu junto a Dios. De esta forma, el Bien absoluto se puede definir por el cumplimiento de las leyes naturales, las cuales, todas ellas, nos llevan hacia Dios, mientras que el mal sería la elección de todo aquello que nos retrase. 
-Jose Ignacio Modamio- Revista Espírita nº 9 de la FEE

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.-     ¿Por que algunas zonas de la Tierra, son tan castigadas con el sufrimiento?                     
 
 ¿Por qué parece ser que es en las zonas más empobrecidas y débiles  donde suelen suceder toda clase de desgracias,  guerras,  hambrunas  y  catástrofes  naturales?
   Posiblemente   la  única  explicación   a  esta  triste  realidad  que   vemos   en  esas zonas  de  la Tierra  y   países   paupérrimos,  sobre  los  que  por  encima  de las miserias que padecen, aún sobrevienen  frecuentemente a tantas  desgracias  en forma de  conflictos  bélicos  o de  desastres  naturales que hacen de la supervivencia un infierno, pareciendo cebarse con  su estado de   pobreza  económica   y   atraso  de todo tipo,  sea   la  de  que  estas situaciones infernales que a veces parecen no tener fin, se  tratan  de  karmas   colectivos negativos acumulados  desde   épocas humanas  en las que fueron forjadas las causas, por pueblos o sociedades a los que ahora la vida pasa factura. Otras veces se trata, no de espíritus endeudados con la ley de Consecuencias, sino simplemente  de sociedades de espíritus atrasados, que aceptando una difícil vida como prueba colectiva necesaria para su evolución, aceptaron tener esa dura experiencia humana, tratando así  de merecer la continuidad y la oportunidad de poder seguir  progresando en mundos de nivel superior al suyo de procedencia.   
     Sin   embargo,  sea como sea,  el  resto  de  la   Humanidad   tenemos  una  buena  porción  de  responsabilidad  ante  estas  desgracias,  en  la  medida  que  no hacemos  nada por  estos pueblos en desgracia,   porque  cuando  se  hace  algo  a  nivel  de  naciones,  siempre es  insuficiente. Por eso, los que vemos o conocemos este triste espectáculo sin perder nuestros miramientos egoístas, de carácter social, político o económico, tenemos una gran responsabilidad moral;  y  así  entre  todos, a su vez  estamos   creando  nuestro  propio  karma colectivo  que  deberemos  afrontar  en  el futuro.
   Las  situaciones  sufridoras de algunos colectivos humanos,  se pueden considerar en cualquier caso como beneficiosas  para ellos desde  el punto de vista de su evolución espiritual, sufriendo como víctimas inocentes o muriendo en medio de hambrunas, guerras o desastres naturales, por las que purgan delitos del pasado o por los que incentivan el desarrollo de la paciencia, la fraternidad y la capacidad para perdonar al resto de la Humanidad, que en el fondo intuyen como sus verdugos o como la causa culpable  de su sufrimiento humano.
 Estas duras pruebas  no son  en absoluto una injusticia divina, ni  se tratan de una mala suerte por haberles tocado  nacer allí en ese periodo desgraciado, sino que  suponen  para quienes las sufren un auténtico aprendizaje espiritual, tal vez necesario para quienes lo padecen cuando tienen sus vidas humanas ubicadas  precisamente en esas zonas, por lo que  esas situaciones humanamente amargas pueden  ser un paso importante y necesario en la propia evolución de  esos  Seres.
Desde un punto de vista meramente humano es difícil  comprender la justicia de esas situaciones, sobre todo cuando no se conoce la Ley de la Reencarnación  tal como es ni para qué o por qué existe, ni  tampoco la Ley de Causa y Efecto, pero sin embargo  muchas personas, comprendiendo que existe un algo Más Allá de este mundo, se apoyan en una  fe religiosa que no  resuelve nada en cuanto a llevarles a comprender  y luego aceptar los mecanismos de la justicia Divina.
Está muy claro que como Seres humanos que somos, con independencia de nuestras creencias filosóficas o religiosas,  no  se deben de  contemplar impasibles estas situaciones contra las que  debemos  luchar con todos los medios a nuestro alcance, tanto a nivel individual como  colectivo. Instemos a los gobiernos a que hagan algo urgentemente por los desheredados y a nivel personal hagamos lo que esté a nuestro alcance, sin egoísmos, , porque son hermanos espirituales nuestros y si no lo hacemos nosotros ahora, tal vez algún día nos podamos ver nosotros mismos en el papel de sufridores o necesitados.
Estamos creando en la actualidad un karma colectivo, cada cual en una medida o proporción individual y diferente, cuando en nuestras ciudades, vemos a los pobres buscar su alimento en los contenedores de basura y no hacemos nada para mejorar su situación; y cómo los grandes supermercados de alimentación destruyen cada semana toneladas de alimentos no vendibles por caducidad, para que esos pobres no encuentren su comida ni siquiera entre los desperdicios…… Creo, con pena, que todo esto nos pasará factura antes o después a todos, porque es un estado de injusticia y de falta de caridad permanente.
 El comprender el punto de vista  espiritual que aporta el conocimiento de la Ley de Causa y Efecto, no supone que debamos adoptar una postura pasiva o de indiferencia hacia los que atraviesan esas situaciones humanas tan extremas y difíciles, sino que por el contrario, adquirimos una responsabilidad porque siempre debemos actuar como brazos materiales ejecutores del Amor de Dios y de la Caridad. Debemos colaborar activamente tanto a nivel mental con nuestros buenos deseos , como a nivel espiritual  con nuestras oraciones, enviándoles nuestra energía mental sabiendo que es una vibración espiritual positiva y solicitando ayuda para ellos al plano espiritual. Por supuesto, aquí también está presente la obligación de la ayuda material con la aportación de parte de nuestros bienes materiales o con nuestra aportación física o trabajo material cuando sea posible o necesario.  Además debemos apoyar democráticamente con los medios posibles a nuestro alcance, a los gobiernos  de naciones que mejor dispuestos estén para aportar soluciones reales y efectivas a estos problemas que sufre la Humanidad, así como a las ONGs que existen para paliar lo que los gobiernos de las naciones no hacen.
 De este modo contribuiremos poderosamente a  que se lleve a cabo la transformación positiva de la psicoesfera que nos envuelve, y por tanto a la mejora global de la Humanidad.  Así  mismo es  también muy importante  nuestra aportación humana, llegando cada cual tan lejos como sea posible  con  su esfuerzo  según  le permitan sus  circunstancias económicas, sociales o familiares.
¡ Mientras los Seres humanos no comprendamos por fin,  que todos juntos formamos una Unidad como miembros de un mismo cuerpo llamado Humanidad y que todos somos hermanos,  hijos de un mismo Dios...!, seguiremos viendo esta terrible realidad que aunque creamos que solo afecta a los otros, algún día también nos puede afectar a nosotros.
No obstante , creo que podemos  ser moderadamente optimistas, porque a pesar de este estado caótico actual en el que estamos inmersos todos los miembros de esta Humanidad, sabemos que después de este difícil tramo del camino de la evolución espiritual humana, que está durando décadas interminables, absolutamente todos los que lo podamos haber merecido, estamos “condenados”  finalmente a ser felices en este mundo nuestro una vez regenerado y una vez que todas las sociedades y países de la Tierra hayan cambiado sus parámetros actuales de convivencia, siguiendo todos juntos adelante, y dejando atrás definitivamente los episodios de dolor y de sufrimiento que solo quedarán como el  recuerdo de una pesadilla que la Humanidad experimentó en el pasado.
Si no alcanzamos ahora el necesario nivel moral, también seguiremos evolucionando, pero en aquellos mundos atrasados acordes con nuestro grado de adelanto evolutivo.
Aunque ahora pueda parecer  una utopía, podemos estar seguros de que por la propia dinámica evolutiva, llegará un día en que el Amor y la Fraternidad serán la única bandera que ondeará en los corazones de la Humanidad en un futuro cada vez más cercano. El sueño de hacer entre todos una sociedad más justa, en paz y armonía, en la que ya no tengan cabida el hambre, las guerras, ni otras lacras humanas, puede ser alcanzable, y finalmente lo será, pero primero  es necesario que cambiemos nosotros  mismos antes de intentar cambiar a los demás queriendo que todo cambie.
- Jose Luis Martín-


“El sufrimiento es inherente a la vida. Mientras hay cuerpo se produce sufrimiento como resultado de las sensaciones desagradables. Sin embargo, puede cambiarse la  actitud ante el sufrimiento”
-Ramiro Calle -

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                                                                                           VICIOS                               
Todos los vicios son malos, pero es la soberbia la más temible, pues siembra tras de si todos los demás vicios. Cuando penetra en el alma, se adueña de ella, se acomoda a su gusto y se fortifica en ella hasta el punto de hacerse inexpugnable. Ella es la hiedra monstruosa siempre preñada y cuyos vástagos son monstruosos como ella. 
Todo el que se deja inundar por ella, es un desgraciado porque no podrá liberarse de ella sino es a costa de terribles luchas, a consecuencia de sufrimientos dolorosos, de existencias oscuras, de todo un porvenir de envilecimiento y de humillación, pues es el único remedio para los males que engendra la soberbia. 
Este vicio constituye el azote más grande de la humanidad. De el proceden todos los desgarramientos de la vida social, las rivalidades de clases y de pueblos, las intrigas, el odio y la guerra. Inspirador de locas ambiciones, ha cubierto la tierra de sangre y de ruinas, y es también es el quien causa nuestros sufrimientos de ultratumba, pues sus efectos se extienden hasta más allá de la tumba. 
    No solo nos desvía la soberbia del amor a nuestros semejantes, sino que hace imposible todo mejoramiento, abusando de nuestro valor y cegándonos con nuestros defectos. Solo un examen riguroso de nuestros actos y de nuestros pensamientos nos permite reformarnos. Y el soberbio es el que menos puede conocerse. Engreído de su persona, nada puede desengañarle, pues aparta con cuidado todo aquello que puede esclarecerle; odia la contradicción, y solo se complace en la sociedad de los halagadores. 
     Corrompe las obras más meritorias. A veces, incluso las torna perjudiciales para quienes las realizan. El bien, realizado con ostentación, con un secreto deseo de ser aplaudido y glorificado, se vuelve contra su autor. En la vida espiritual, las intenciones, los móviles ocultos que nos inspiran a hacer las cosas reaparecen como testigos, abruman al soberbio y reducen a la nada sus méritos ilusorios. 
       La soberbia nos oculta toda la verdad. Para estudiar con fruto el Universo y sus leyes, se necesita, ante todo, la sencillez, la sinceridad, la rectitud del corazón y de la inteligencia, virtudes desconocidas por el soberbio. 
      El hombre sencillo, humilde de corazón, rico en cualidades morales, llegará más pronto a la verdad, a pesar de su inferioridad posible de sus facultades, que el presuntuoso, vano de ciencia terrestre y sublevado contra la ley, que le rebaja y destruye su prestigio. 
      La enseñanza de los Espíritu nos pone de manifiesto, bajo su verdadera luz, la situación de los soberbios en la vida de ultratumba. Los humildes y los débiles de este mundo se encuentran allí más levados; los vanidosos y los poderosos, empequeñecidos y humillados. Los unos llevan consigo lo que constituye la verdadera superioridad: las virtudes, las cuapreocupaciones y sus grandes pesares. Con una profunda amargura, ven por encima de elloslidades adquiridas con el sufrimiento; en tanto que los otros han de abandonar a la hora de la muerte títulos, fortuna y vano saber. Todo lo que constituye su gloria y su felicidad se desvanece como el humo. Llegan a los espacios pobres, despojados, y esa súbita desnudez, contrastando con su pasado esplendor, aviva sus , en la luz, a aquellos a quienes desdeñaron y despreciaron en la Tierra. La soberbia, la ávida ambición no puede atenuarse y extinguirse sino mediante vidas atormentadas, vida de trabajo y de renunciación, en el transcurso de las cuales el alma soberbia en si misma, reconoce su debilidad y se abre a mejores sentimientos. 
      En las horas de peligro, todas las distinciones sociales, los títulos y las ventajas de la fortuna se miden en su justo valor. Todos somos iguales ante el peligro, el sufrimiento y la muerte. Solo su valor moral los distinguirá. El más grande en la Tierra puede convertirse uno de los últimos en el espacio, y el mendigo puede vestir un traje resplandeciente. No tengamos la vanidad de los favores y de las ventajas pasajeras. Nadie sabemos lo que nos reserva el mañana. 


Extraído del libro “Después de la Muerte” de León Denis







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miércoles, 7 de marzo de 2018

Algunas razones de por qué yo quiero ser espírita



Hoy podemos leer aquí:

-¿ A donde vamos?
- Preguntas y respuestas de los Espiritus sobre                                                                     los intereses materiales y morales.
- Código Divino
-Algunas razones de por qué yo quiero ser espírita




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                     ¿ A DONDE VAMOS ?

¿A dónde va el alma, cuando abandona su cuerpo ya gastado e inútil para la vida física, cuando se desprende de esa pesada envoltura material que la sujetaba al globo terrestre? 
He aquí la primera de las tres preguntas que hicimos a la ciencia espírita, y resuelve este problema con tanta lógica como ha resuelto tantos otros.
Hemos visto que, del espacio vienen los espíritus cuando revisten una forma material en nuestro mundo, para alcanzar por su medio, un grado más alto de progreso; hemos visto también que el objeto de la vida humana es precisamente este, la
purificación y la elevación del alma, por el trabajo y por el sufrimiento, siendo cada mundo un peldaño de la escala infinita del progreso por la que ha de ascender.
Realizado el fin de la encarnación, agotado el fluido vital que animaba su organismo, cae éste para dejar paso al Espíritu, que vuelve a reconquistar con este hecho, su perdida libertad, y regresa a la vida espiritual de donde había salido cuando encarnó.
Cada desencarnación en nuestro mundo representa, digámoslo así, un nacimiento en el espacio. Allí vuelve el Espíritu después de librada su batalla aquí bajo; allí vive contento e individualizado con su periespíritu o cuerpo espiritual que afecta
precisamente la forma de su última encarnación, cuyo periespíritu le permite relacionarse con los demás seres espirituales que le rodean.
Al llegar al espacio, al desprenderse de su cuerpo material, al reconocerse el Espíritu, se cumple en él una de las leyes admirables que rigen el mundo espiritual. Procede por sí mismo al reconocimiento del valor moral de los hechos que ha realizado en la vida que acaba de dejar, se erige en su propio juez; los actos, las palabras, los propios pensamientos que como hombre efectuó, pronunció o tuvo; se
presentan ante él como cuadros disolventes, y acata algunos, y reprueba
terminantemente los demás, es la conciencia desnuda y libre de la hipocresía humana que se juzga a sí misma y falla contra su propio ser.
No hay fallo más seguro, más exacto, más equitativo ni de mayores transcendencias para el Espíritu, puesto que la condena que pronuncia es a la que se somete él mismo, para cumplir la ley del Progreso.
No es Dios que juzga al Espíritu que regresa de la vida corporal; no, Dios no es Juez. Es el alma misma, la que penetra en los pliegues más recónditos de su conciencia, y al encontrar allí el mal bajo muchos aspectos, ansiosa de verlo desaparecer,
comprendiendo que sólo en medio de las pruebas, de las luchas, de los trabajos y de los sufrimientos de la vida material, podrá disminuir su carga de pesadas
inmundicias morales y fortalecerse en la práctica de la virtud, pide suplicante al Padre que la ha creado, una nueva existencia material de pruebas y de expiaciones para progresar.
Allí, en la vida errática, en el espacio, el Espíritu reconoce sus yerros mejor que en la Tierra, y toma resoluciones, adopta determinaciones que comprende son necesarias para su purificación y progreso. Al verse detenido en su vuelo hacia las alturas luminosas del espacio, por el peso de su periespíritu, aún demasiado denso, demasiado grosero, para permitir su elevación, se hace cargo de esa densidad, adquiere el convencimiento de que su detención en los planos inferiores de la atmósfera terrestre, es debida a las muchas manchas que afean su cuerpo espiritual, y entonces, indaga, busca, pregunta cómo ha de conquistar ese estado especial, que le dejará elevarse como los demás seres que cruzan veloces el espacio infinito, dejando tras ellos un reguero de luz.
La misericordia de Dios, auxilia al cumplimiento de la ley de justicia en aquel pobre ser, permitiendo que la contestación le sea dada por sus protectores espirituales, y al oírla se convence de que, efectivamente, sólo las luchas y los dolores de la vida material pueden obrar como reactivo purificador sobre él, transformando su periespíritu pesado, grosero, denso, incapaz de elevarse en un organismo fluídico de blancura inmaculada y de resplandeciente luz.
Entonces; ante el reproche de la propia conciencia y el convencimiento de no haber empleado debidamente las horas de su última encarnación, el Espíritu formula ardientes deseos, fervientes súplicas que serán atendidas cuando llegue la hora oportuna de cumplirse en él la ley del regreso a la vida material, para continuar labrando en ella, la obra magna de su progreso.
He ahí la respuesta de la ciencia espírita: Después de la desencarnación, vuelve el Espíritu al espacio, allí ve acumularse ante él toda la obra de su pasado, examina lo que está hecho y lo que le queda por hacer para cumplimentar la ley
progresiva a la que está sometido, reconoce sus errores, sus caídas, sus múltiples tropiezos con las leyes de justicia y de amor que debían haber regido todos sus actos. Comprende que no existe castigo eterno para los prevaricadores de la ley, y sí, como efecto de la infinita Misericordia de Dios, la eternidad de tiempo para redimirse y los mundos de expiación y de pruebas con sus puertas abiertas a las almas
impuras, para que se regeneren ellos, en las aguas del sufrimiento.
Acepta, bendiciendo a su Hacedor, el medio que le concede para purificarse y elevarse y se prepara para sus futuros destinos, bajo la dirección de sus guías espirituales, que tratan de desarrollar en él la inteligencia para que adquiera una concepción cada vez más exacta del Universo y de su Autor, concepción que despertará en él la ternura, el sentimiento y la fuerza de voluntad que necesitará en sus futuras encarnaciones para tratar a sus semejantes como a hermanos y para amarles como a sí mismo, amor que es precisamente la base de todo el edificio de su progreso. ¿No es verdad que llena el Espíritu de consuelo, de satisfacción y de bienhechora esperanza, esta doctrina? Que transmitida a los hombres por los mismos seres desencarnados, no deja lugar a la menor
duda, en los que quieren estudiar, profundizar y meditar sobre estos fenómenos admirables.
En lo que enseña esta ciencia, nada encuentra el hombre que repugne a su razón, todo lo ve explicado, las mil y mil anomalías de la vida, las dudas constantes de su corazón; y lo que tienen de más grandioso a sus ojos, es que, en vez de empequeñecer a Dios, le coloca a tal altura, que goza el alma con
esa nueva concepción de la divinidad, que le muestra a Dios (si bien como un ser incomprensible para su pobre y limitada inteligencia), como Padre Amorosísimo e Incomparable de Previsión y de Bondad para todas sus criaturas.
¡Espiritismo!
¡Bendita seas, ciencia admirable, moral sublime, que has de regenerar y de redimir a nuestra pobre humanidad!
¡Mil veces bendito seas, Padre adorado, que has permitido que esa Luz brille sobre tus pobres hijos de la Tierra!


Autor: AMALIA DOMINGO SOLER 
LA LUZ QUE NOS GUÍA -CAPÍTULO V 

                         
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Preguntas y respuestas de los Espíritus sobre los                            intereses morales y materiales. 

- ¿Pueden pedirse consejos a Espíritus? 
Sí, ciertamente; los Espíritus buenos jamás, rehúsan ayudar a aquellos que les evocan con confianza, principalmente por lo que concierne al alma; pero rechazan a los hipócritas, 
aquellos que parece que quieren pedir la luz y se complacen en las tinieblas. 

18. ¿Los Espíritus pueden dar consejos sobre las cosas de intereses privados? 
Alguna vez, según el motivo. Esto depende de aquellos a quienes uno se dirige. Los consejos concernientes a la vida privada, se dan con más exactitud por los Espíritus familiares, porque se unen a una persona y se interesan por lo que le concierne; es el amigo, el confidente de vuestros pensamientos más secretos; pero a menudo les fatigáis con preguntas tan descabelladas, que os dejan. Sería también absurdo el pedir cosas 
íntimas a Espíritus que os son extraños, lo mismo que si para esto os dirigierais al primer individuo que encontraseis en la calle. 
Vosotros no deberías olvidar jamás que la puerilidad de las demandas es incompatible con la superioridad de los Espíritus. 
Es también preciso tomar en cuenta las cualidades del Espíritu familiar que puede ser bueno o malo, según sus simpatías por la persona con quien se comunica. El Espíritu familiar de un hombre malo es un mal Espíritu, cuyos consejos pueden serle perniciosos, 
pero que se aleja y cede el puesto a un Espíritu mejor, si el hombre se mejora a sí mismo. 

19. Los Espíritus familiares, ¿pueden favorecer los intereses familiares por las revelaciones? 
Pueden, y lo hacen algunas veces según las circunstancias, pero estad seguros que los Espíritus buenos nunca se prestan a servir a la ambición. Los malos hacen reflejar a vuestros ojos mil atractivos para estimularla y enseguida mixtificaros por la decepción. Sabed también, que si vuestra prueba es de sufrir tal o cual vicisitud, vuestros Espíritus protectores pueden ayudaros a suportarla con más resignación y endulzarla algunas veces; pero en interés de vuestro porvenir no les es permitido el libraros de ella, De la misma manera que un buen padre no concede a su hijo todo lo que desea. 

Observación. — Nuestros Espíritus protectores pueden en algunas circunstancias, indicarnos el mejor camino, sin que por esto nos conduzcan con la mano; de otro modo perderíamos toda iniciativa y no nos atreveríamos a dar un paso sin su socorro, y esto sería en perjuicio de nuestro perfeccionamiento. Para progresar, el hombre necesita a menudo adquirir la experiencia a sus expensas; por esto los Espíritus prudentes, aconsejándonos, nos entregan muchas veces a nuestras propias fuerzas, como lo hace un hábil preceptor con sus discípulos. En las circunstancias ordinarias de la vida, nos aconsejan por la inspiración y de este modo nos dejan todo el mérito del bien, como nos dejan toda la responsabilidad de la mala acción. 
Sería abusar de la condescendencia de los Espíritus familiares y comprender mal su misión, el preguntarles a cada instante sobre las cosas más vulgares como lo hacen ciertos médiums. Algunos de estos por cualquier cosa toman el lápiz y piden consejo sobre las cosas más sencillas. Esta manía denota la pequeñez de las ideas, al mismo tiempo hay la presunción de creer que siempre se tiene un Espíritu a sus órdenes, no teniendo otra 
cosa que hacer que ocuparse de nosotros y de nuestros pequeños intereses. 
      Es además, aniquilar su propio juicio y reducirse a un papel pasivo, sin provecho para la vida presente y con seguridad perjudicial para el adelantamiento futuro. Si hay puerilidad en preguntar a los Espíritus por cosas fútiles, no la hay menos de parte de los Espíritus que se ocupan espontáneamente de lo que pueden llamar detalles caseros; pueden ser buenos, pero seguramente son muy terrestres. 


20. Si una persona deja al morir sus negocios en confusión, ¿puede pedirse a su Espíritu el que ayude a ponerlos en claro y se puede también preguntar sobre el haber real que ha dejado, en el caso que este haber no sea conocido, si es en interés de la justicia? 
¿Vosotros olvidáis que la muerte es salir de los cuidados de la Tierra? Creéis vosotros que el Espíritu que es feliz por su libertad venga voluntariamente a volver a tomar su cadena y a ocuparse de cosas que ya no le pertenecen, para satisfacer la ambición de sus herederos que pueden haberse alegrado de su muerte con la esperanza de que les será más provechosa? Habla de justicia; pero la justicia está en la decepción de su codicia; es el principio de los castigos que Dios reserva a su ambición por los bienes de la Tierra. Por otra parte, los enredos que algunas veces deja la muerte de una persona hacen parte de las pruebas de esta vida, y no está en el poder de ningún Espíritu el libraros, porque están en los decretos de Dios. 

Observación. — La contestación anterior contrariará sin duda aquellos que se figuran que los Espíritus no tienen otra cosa que hacer que el servirnos de auxiliares lúcidos para guiarnos, no hacia el cielo, sino sobre la Tierra. Otra consideración en apoyo de esta respuesta. Si un hombre ha dejado durante su vida sus negocios en desorden por incuria, no es verosímil que después de la muerte tenga por ello cuidado, porque debe ser feliz de 
haber quedado libre de las incomodidades que le causaban, y por poco que esté elevado les dará menos importancia como Espíritu que como hombre. 
        En cuanto a los bienes desconocidos que ha podido dejar, no tienen ningún motivo de interesarse por sus ávidos herederos que seguramente no se acordarían de él, si no esperasen sacar algún provecho, y si aun está imbuido de las pasiones humanas, puede tener un placer pernicioso por su  contrariedad. 
       Si por interés de la justicia y de personas por las que tiene afecto, un Espíritu juzga útil hacer revelaciones de esta clase, lo hace espontáneamente, y para esto no tiene necesidad de ser médium, ni valerse de otro que lo sea; conduce al conocimiento de las cosas por circunstancias inesperadas, pero si esto no es por las preguntas que se le hacen, considerando que esta pregunta no puede cambiar la naturaleza de las pruebas que deben 
sufrir; sería más bien a propósito para agravarlas, porque casi siempre es 
un indicio de avaricia, y prueba al Espíritu que se ocupan de él por interés. 

El libro de los médiums. Allan Kardec


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    ALGUNAS RAZONES DE POR QUÉ                          QUIERO SER ESPÍRITA
                  
El otro día un hermano hizo esta pregunta, y quedó dando vueltas en mi mente una y otra vez. En la meditación matutina del 28/1/2010 recibí esta comunicación :

....Es el espiritismo una doctrina clara y sencilla. Su propósito principal es ayudar al hombre a ser mejor ser humano, y practicar la doctrina es cultivar el amor entre todos los hermanos como nos enseño Jesús.

El deber de un espirita es conocerse bien a si mismo, con sus virtudes y sus defectos para poder así, trabajar en su mejoramiento, trabajar de forma consciente para mejorar sus imperfecciones.

Para lograrlo solo es necesario dedicar todos los días un rato a la meditación y al autoanálisis. A través del espiritismo, si lo practicamos sinceramente, seremos mejores hijos, hermanos, padres, esposos, amigos, seremos mejores seres humanos.

El espiritismo nos enseña que somos espíritus inmortales, que no debemos temer a la muerte, pues el espíritu sobrevive a este momento, que no es mas que un tránsito hacia la vida espiritual. Que la vida espiritual es la verdadera vida del espíritu, y que en ella continuamos aprendiendo y acumulando experiencias que nos hacen mejores.

Que luego reencarnamos y ponemos en práctica lo aprendido, y en este ciclo vamos convirtiéndonos en espíritus cada vez mejores y acercándonos paso a paso a la luz Divina, al Ser creador de todo el universo, a esa energía que llamamos Dios.

Y la doctrina nos enseña que este ciclo es un camino hacia el progreso,pues Dios ha creado el universo regido por leyes naturales y el progreso es una de ellas.

Y la doctrina nos enseña también una verdad sencilla e infalible, cuya comprensión nos va a ayudar a comprender nuestras circunstancias y como podemos cambiarlas; esta verdad es la ley de afinidad, atraemos a nuestras vidas circunstancias, personas y espíritus afines a nuestros pensamientos.

Es decir, que la calidad de nuestro pensamiento determina la calidad de la energía que vibra a nuestro alrededor y con ello de aquello que atraemos. De ahí la importancia de nuestra elevación moral.

Somos los artífices de nuestra vida, tenemos libre albedrío para practicar el bien o apartarnos de él; para esforzarnos cada día en ser mejores y comprender que con amor, paciencia, tolerancia, bondad, construimos un futuro mejor para nosotros mismos y para aquellos que nos rodean.

Y la Doctrina Espírita es mucho mas, es la justicia de la ley de causa y efecto, que nos enseña que cada acción nuestra tiene un resultado, una consecuencia acorde con la misma, y esta consecuencia vendrá a nosotros indefectiblemente, ya sea en esta vida o en una vida futura. Y esta ley explica las desigualdades que tanto nos acongojan; y es también una luz que nos inspira a cultivar el bien.

Hay mucho mas para descubrir en la doctrina espírita, pero estas sencillas razones que hemos expuesto, bastan por si solas para decir: "Yo quiero ser Espírita"

psicografiado 28 de enero 2010


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lunes, 5 de marzo de 2018

Palabra a los espíritas



Hoy os presento:

- No sabemos mirar
-Palabra a los espíritas
-Manifestación del espíritu de los animales
- Luz nueva

                     
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                      No sabemos mirar 

La humanidad que hoy puebla la Tierra, es innegable que vive muy mal, porque no tiene fe en ninguna creencia, se ríe de las religiones del pasado, duda de las filosofías del presente, y no quiere ocuparse del análisis del porvenir; sin comprender que las tres épocas en que los hombres dividimos el tiempo están íntimamente enlazadas entre sí; son los tres capítulos de nuestra vida; el pasado es la infancia del mundo, el presente la juventud, el porvenir la edad madura, y para vivir con conocimiento de causa, necesitamos buscar el porqué de todas las cosas. 
De las religiones muchos han perdido la ilusión, porque han visto que sus grandes sacerdotes eran hombres falibles como los demás, y lo mismo acontece con las modernas filosofías sin exceptuar el Espiritismo. 
A muchos les hemos oído decir: yo estudiaría el Espiritismo, pero francamente, cuando veo que los espiritistas tienen los mismos vicios que los demás, digo: ¡Bah! ¡Bah! 

Muchos dicen: ¡Parece increíble! Fulano es espiritista, oye comunicaciones buenísimas, y sin embargo, tiene hoy los mismos vicios que ayer. ¿Y por qué lo encontráis extraño? ¿Qué es una encarnación para mejorar al hombre? O mejor dicho un número de días más o menos crecido, por término medio quince o veinte años; porque la mayoría de los espiritistas han conocido el Espiritismo en el promedio de su existencia, cuando han llegado al desarrollo de todas sus pasiones, ¿Cómo queremos en brevísimos segundos cambiar el modo de ser de un individuo? Es completamente imposible. Y como prueba de esto, hemos visto médiums admirables, puestos en relación directa con espíritus elevadísimos, que han escrito comunicaciones verdaderamente evangélicas, y después de concluida la sesión, se han ido a un garito, a un lupanar, a una taberna, y han hecho uso de su voluntad empleando el tiempo en lo que para ellos, es más grato. ¿Y deja por esto de ser verdad la comunicación de los espíritus? No; ¿Pierde por esto el Espiritismo? De ninguna manera; la comunicación de ultratumba sigue siendo la clave de todos los misterios de nuestra vida y en nada le afecta la pequeñez de los instrumentos que tienen que utilizar los espíritus, y lo que decimos de los médiums, también lo decimos de los espiritistas en general, que sus impugnadores siempre dicen: Mengano es espiritista, era avaro y sigue siéndolo, fulano es espiritista, era derrochador y sigue malgastando la herencia de sus hijos. 

El Espíritu que tenga verdadera sed de progreso no debe contentarse con seguir la marcha de moros o cristianos, nada hay que hacer con los hombres de las religiones ni de las filosofías, sino con los ideales, con los credos, con las síntesis. 

Lo que nos falta a los espiritistas no son preceptores, sino una buena dosis de voluntad firme, inquebrantable, perdemos miserablemente el tiempo mirando los defectos de los demás sin reparar en los nuestros, que si los examináramos no nos sobraría ni un segundo para ocuparnos de nadie, pero como no sabemos mirar, perdemos día tras día y año tras año diciendo: si no me regenero es porque no tengo un buen modelo que imitar; y al decir esto, mentimos miserablemente, porque nunca falta un ser virtuoso que nos sirva de ejemplo, lo que nos falta a la mayoría de los espiritistas es afán de progreso, adonde quiera que dirijamos la mirada encontraremos algo bueno que aprender, algo bueno que estudiar, los pesimistas son unos pobres locos, la virtud no es una utopía, ¿Pensáis que si no existieran los reflejos de los buenos sentimientos se podría habitar en la Tierra? Si hay muchos seres dominados por la soberbia, en cambio los hay que son modelos de humildad; si hay almas avaras, hay también espíritus generosos, si hay hombres entregados al desenfrenado sensualismo, no puede negarse que también existe la pureza y la castidad, si hay personas iracundas, ¡Quién no ha conocido almas pacientes! La paciencia es una virtud puesta en practica mucho más de lo que se cree, si la gula embrutece a muchos hombres, la templanza y hasta la abstinencia ha santificado a muchos otros, si la envidia corroe el corazón humano, también la caridad lo ennoblece; si la pereza hunde a la humanidad en la ignorancia, la diligencia y la actividad la conduce al progreso, y sucesivamente no hay vicio que no tenga su antídoto, lo que nos hace falta para ser relativamente dichosos es saber vivir, porque los terrenales tenemos un gravísimo defecto: 
¿Sabéis cual es? Que no sabemos mirar. 

Extraido del Libro "La luz de la verdad" 
Amalia D Soler


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                     Palabra a los espíritas

Espiritismo reviviendo el Cristianismo —he aquí nuestra responsabilidad.
Como antaño Jesús reveló la Verdad con amor en el seno de las reli-giones bárbaras de hace dos mil años, usando su propia vida como espejo de la enseñanza de que se había hecho vehículo, cabe ahora al Espiritismo con-firmarle el ministerio divino transfigurando sus lecciones en servicio de perfec-cionamiento de la Humanidad.
¡Espíritas!
Acordémonos de que, hace muchos siglos, numerosos templos hablan de él efectuando obstinado ataque al poder humano, olvidando su abnegación y su humildad.
Y porque no habían podido acomodarse a los imperativos del Evangelio, fascinados como se hallaban por la posesión de la autoridad y del oro, erigieron pedestales de intolerancia para sí mismos.
Sin embargo, la intolerancia es la matriz del fratricidio, y el fratricidio es la guerra de conquista en acción. Y la ley de la guerra de conquista es el im-perio de la rapiña y del asalto, de la insolencia y del odio, de la violencia y de la crueldad, proscribiendo la honra y aniquilando la cultura, remunerando la astu-cia y laureando el crimen, encendiendo hogueras y sembrando ruinas en ráfa-gas de sangre y destrucción.
Así somos llamados a la tarea de la restauración y de la paz, sin que esa restauración signifique retorno a los mismos errores y sin que esa paz traduz-ca la inercia de los pantanos.
Es imprescindible estudiar educando, y trabajar construyendo.
No os alejéis del Cristo de Dios, so pena de que convirtáis el fenómeno en factor de vuestra propia servidumbre a las ciudadelas de la sombra, ni que esposéis los puños mentales al cientificismo pretencioso.
Mantened el cerebro y el corazón en sincronía de movimientos, pero no os olvidéis de que el Divino Maestro superó la aridez del raciocinio con el agua viva del sentimiento, a fin de que el mundo moral del hombre no se transforme en pavoroso desierto.
Aprendamos de Cristo la mansedumbre vigilante.
Heredemos de Cristo la esperanza operosa.
Imitemos de Cristo la caridad pura.
Tengamos de Cristo el ejemplo acertado.
Sepamos preservar y defender la pureza y la simplicidad de nuestros principios.
No basta la fe para vencer. Es preciso que la fidelidad a los compromi-sos asumidos se instale como llama inextinguible en nuestra alma.
Ni conflictos estériles.
Ni fanatismo dogmático.
Ni tronos de oro.
Ni exotismos.
Ni perturbación fantaseada de grandeza intelectual.
Religión de los Espíritus Emmanuel
Ni adulación a las conveniencias del mundo.
Ni mensajes de terror.
Ni extravagantes vaticinios.
Por encima de todo, rindamos culto a las bases codificadas por Allan Kardec bajo el sello del Señor, señalándonos las vidas renovadas en el rumbo del Bien Eterno.
El Espiritismo, desplegando el Cristianismo, es claro como el Sol.
No nos perdamos en laberintos innecesarios, ya que al espírita no se permite la expectación de la miopía mental.
Sigamos, pues, al frente, valientes y optimistas, seguros en el deber y leales a nuestra conciencia, con la certeza de que el nombre de Nuestro Señor Jesucristo está empeñado en nuestras manos.
Chico Xavier- Emmanuel


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MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU DE LOS 
                           ANIMALES

     Nos escriben desde Dieppe: «... Me parece, estimado señor, que nos estamos acercando a una época donde deben acontecer cosas increíbles. No sé qué pensar sobre un fenómeno de lo más extraño que ha ocurrido en mi casa. En los tiempos de escepticismo que vivimos, no me atrevería a hablar sobre ello con nadie, por miedo a que me tomen por un alucinado; pero, aun arriesgándome, estimado señor, a provocar una sonrisa de duda sobre sus labios, quiero contaros el hecho; en apariencia fútil, en el fondo puede ser más serio de lo que se pueda creer. 
    Mi difunto hijo, fallecido en Boulogne-sur-Mer, donde continuaba sus estudios, había sido obsequiado por uno de sus amigos con una encantadora y pequeña galga, que habíamos entrenado con extremo cuidado. Era, en su especie, la más adorable criatura que se pueda uno imaginar. La amábamos como se ama todo lo que es bello y bueno. Nos comprendía al mínimo gesto, nos comprendía con una mirada. La expresión de sus ojos era tal, que parecía que fuese a responder cuando nos dirigíamos a ella con la palabra. 

     Tras el fallecimiento de su joven amo, la pequeña Mika (ese era su nombre) me fue traída a Dieppe, y, según su costumbre, descansaba acurrucada a mis pies, sobre la cama. En invierno, cuando el frío arreciaba en extremo, se levantaba, dejaba escapar un pequeño gemido muy suave, lo que era su manera habitual de hacer una petición y, comprendiendo lo que deseaba, le permitía venir a colocarse a mi lado. Se extendía entonces lo mejor que podía entre dos sábanas, su pequeño hocico sobre mi cuello que usaba como almohada, y se entregaba al sueño, como los felices de la Tierra, recibiendo mi calor, comunicándome el suyo, lo que por lo demás no me desagradaba. A mi lado, la pobre pasaba felices días. No le faltaban mil y un cuidados; pero, en el pasado septiembre, cayó enferma y murió, a pesar de los cuidados del veterinario a quien la había confiado. Hablábamos de ella a menudo, mi mujer y yo, y la echábamos de menos casi como a un hijo amado, tanto había sabido, con su dulzura, su inteligencia, su fiel compañía, cautivar nuestro afecto. 

     Últimamente, hacia la media noche, estando acostado pero sin dormir, escuché surgir de los pies de la cama ese pequeño gemido que hacía mi pobre perrita cuando deseaba algo. Fue tal mi sorpresa, que extendí los brazos fuera de la cama como para atraerla hacia mí, y creí en verdad que iba a sentir sus caricias. Al levantarme por la mañana, le cuento el hecho a mi mujer, que me contesta: “He escuchado el mismo sonido, no sólo una vez, sino dos. Parecía venir de la puerta de mi habitación. Mi primer pensamiento fue que nuestra pobre perrita no había muerto, y que, habiéndose escapado de casa del veterinario quien se la había apropiado por su dulzura, solicitaba volver a casa.” 

    Mi pobre hija enferma, que tiene su cama en la habitación de su madre, afirma haberla escuchado también. Sólo que, le ha parecido que el sonido salía, no de la puerta de entrada, sino de la misma cama de su madre que está muy cerca de la puerta. 
     Hay que decir, estimado señor, que el dormitorio de mi mujer está situado encima del mío. Esos extraños sonidos ¿provenían de la calle como cree mi mujer, quien no comparte mis convicciones espiritistas? Es imposible. Si proviniesen de la calle, esos suaves sonidos no podrían haber impresionado mis oídos, estoy tan sordo que, mismo en el silencio de la noche, no puedo escuchar el estruendo del paso de una pesada carreta. Ni siquiera escucho los sonoros truenos de una tormenta. Por otra parte, si el sonido hubiese provenido de la calle, ¿cómo explicarse la ilusión de mi mujer y de mi hija que han creído escucharlo, proveniente de un punto totalmente opuesto, de la puerta de entrada para mi mujer, de la cama de la misma para mi hija? 
  
    Os confieso, estimado señor, que esos hechos, a pesar de que tienen relación con un ser privado de razón, me hacen reflexionar singularmente. ¿Qué pensar sobre ello? No me atrevo a formular ninguna conclusión y no tengo tiempo para extenderme largamente sobre el tema; pero me pregunto si el principio inmaterial, que debe sobrevivir en los animales como en el hombre, no adquirirá, hasta un cierto grado, la facultad de comunicarse como el alma humana. ¡Quién sabe! ¿Conocemos todos los secretos de la naturaleza? Evidentemente no ¿Quién explicará las leyes de la afinidad? ¿Quién explicará las leyes de repulsión? Nadie. Si el afecto, que es del dominio de los sentimientos, como los sentimientos son del dominio del alma, posee en sí una fuerza de atracción, ¿qué habría de sorprendente en que un pobre animal en estado inmaterial se sienta llevado hacia donde su afecto le atrae? Pero, y el sonido de su voz, nos dirán, ¿cómo admitirlo? Y si se ha hecho escuchar una vez, dos veces, ¿por qué no todos los días? Esa objeción puede parecer seria; sin embargo, ¿sería irracional pensar que ese sonido pudiese producirse en razón de ciertas combinaciones de fluidos, los cuales reunidos reaccionan en cierto sentido, como se producen en química ciertas efervescencias, ciertas explosiones, como consecuencia de la mezcla de tales o cuales materias? Que esa hipótesis parezca fundamentada o no, no lo discuto, sólo diré que puede estar dentro de las cosas posibles, y sin ir más allá, añadiré que constato un hecho apoyado sobre un triple testimonio, y que si ese hecho se ha producido, es que ha podido suceder. Además, esperemos que el tiempo nos esclarezca, no tardaremos quizás en escuchar hablar de fenómenos de la misma naturaleza.» 

     Nuestro honorable correspondiente actúa con sabiduría al no dirimir la cuestión; de un solo hecho que es aún una probabilidad, no saca una conclusión definitiva; constata, observa a la espera de que la luz se haga. Así lo requiere la prudencia. Los hechos de ese género no son aún lo suficientemente numerosos, ni suficientemente aseverados para deducir de ellos una teoría afirmativa o negativa. La cuestión del principio y del fin del espíritu de los animales comienza apenas a esclarecerse, y el hecho en cuestión está relacionado en su esencia. Si no es una ilusión, constata al menos el lazo de afinidad que existe entre el Espíritu de los animales, o mejor dicho de ciertos animales y el del hombre. Además, parece positivamente probado que hay animales que ven los espíritus y son impresionados; hemos relatado varios ejemplos en la Revue, entre otros el de «El Espíritu y el perrito», en el número de junio de 1860. Si los animales ven los Espíritus, no es evidentemente mediante los ojos del cuerpo; tienen pues una especie de vista espiritual. 

    Hasta el presente, la ciencia sólo ha constatado las relaciones psicológicas entre el hombre y los animales; nos muestra, en lo físico, todos los eslabones de la cadena de los seres sin solución de continuidad; pero entre el principio espiritual de los dos Espíritus existía un abismo; si los hechos psicológicos, mejor observados, vienen a tender un puente sobre el abismo, será un nuevo paso dado hacia la unidad de la escala de los seres y de la creación. No es de ninguna manera mediante sistemas que se puede resolver esta grave cuestión, sino mediante hechos; si debe serlo algún día, sólo el Espiritismo, creando la psicología experimental, podrá proporcionar los medios. En todo caso, si existen puntos de contacto entre el alma animal y el alma humana, sólo puede ser, del lado de la primera, por el de los animales más avanzados. Un hecho importante a constatar es que, entre los seres del mundo espiritual, no se ha hecho nunca mención de la existencia de Espíritus de animales. Parecería pues que éstos no conservan su individualidad tras la muerte, y, por otro lado, esa galga que se habría manifestado parecería probar lo contrario. 

     Vemos según esto que la cuestión está aún poco desarrollada, y que no hay que precipitarse en resolverla. Tras ser leída la carta citada en la Sociedad de París, se recibió la siguiente comunicación sobre el tema en cuestión. París, 21 de abril de 1865. - Médium, Sr. E. Vézy. Voy a tocar una grave cuestión esta noche, hablándoos de las relaciones existentes entre la animalidad y la humanidad. Pero en este recinto, cuando, por primera vez, mis instrucciones os enseñaban la solidaridad de todas las existencias y las afinidades que existen entre ellas, un murmullo se escuchó proveniente de una parte de esta asamblea, y me callé. ¿Deberé hacer lo mismo hoy, a pesar de vuestras preguntas? No, porque al fin os veo penetrar en la vía que os indicaba. Pero no basta con detenerse en creer solamente en el progreso incesante del Espíritu, embrión en la materia y desarrollándose pasando por el filtro del mineral, del vegetal, del animal, para llegar a la humanidad donde empieza a ensayarse únicamente el alma que se encarnará, orgullosa de su tarea, en la humanidad. Existen entre esas diferentes fases lazos importantes que es necesario conocer y que llamaré periodos intermediarios o latentes; porque es ahí donde se operan las sucesivas transformaciones. Os hablaré en otra ocasión de los vínculos que relacionan el mineral al vegetal, el vegetal al animal; ya que un fenómeno que os sorprende nos lleva a los lazos que relacionan el animal al hombre, os voy a hablar de estos últimos. 
     Entre los animales domésticos y el hombre, las afinidades son producidas por las cargas de los fluidos que os rodean y recaen sobre ellos; es un poco la humanidad que destiñe sobre la animalidad, sin alterar el color de uno o del otro; de ahí esa superioridad intelectual del perro sobre el instinto brutal de la bestia salvaje, y es únicamente debido a esa causa que pueden darse esas manifestaciones que acaban de leeros. Así pues, no se han engañado al escuchar un alegre grito del animal agradecido por los cuidados de su amo, y que venía, antes de pasar al estado intermediario de un desarrollo al otro, a traerle un recuerdo. La manifestación puede pues producirse, pero es pasajera, ya que para el animal, para subir un grado, le es necesario un trabajo latente que aniquila todo signo externo de vida. Ese estado es la crisálida espiritual donde se elabora el alma, periespíritu informe que no tiene ninguna figura con rasgos representativos, quebrándose en un estado de madurez, para dejar escapar, en corrientes que los arrastran, los gérmenes de almas que han eclosionado ahí. Nos sería pues difícil hablaros de los Espíritus de animales del espacio, no existen, o más bien su paso es tan efímero que es casi nulo, y que en estado de crisálida, no pueden ser descritos. 

     Ya sabéis que nada muere de la materia que se descompone; cuando un cuerpo se disuelve, los diversos elementos que lo componen le reclaman la parte que le han donado: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, carbono retornan a su fuente primitiva para alimentar otros cuerpos; ocurre lo mismo con la parte espiritual: los fluidos organizados espirituales toman al pasar colores, perfumes, instintos, hasta la definitiva constitución del alma. 

     ¿Me comprendéis bien? Tendría sin duda que explicarme mejor, pero para terminar por esta noche, y no haceros suponer lo imposible, os aseguro que lo que es del dominio de la inteligencia animal no puede reproducirse por la inteligencia humana, es decir que el animal, sea cual sea, no puede reflejar su pensamiento por el lenguaje humano; sus ideas son muy rudimentarias; para tener la posibilidad de expresarse como lo haría el Espíritu de un hombre, le serían necesarios pensamientos, conocimientos y un desarrollo que no tiene, que no puede tener. Tened pues como certeza que ni perro, ni gato, ni asno, ni caballo o elefante pueden manifestarse por vía medianímica. Los Espíritus llegados al grado de la humanidad son los únicos que pueden hacerlo, y aun dependiendo de su adelanto, porque el Espíritu de un salvaje no podrá hablaros como el de un hombre civilizado. 

     Nota: Estas últimas reflexiones del Espíritu han sido motivadas por la citación hecha en la sesión por personas que pretendían haber recibido comunicaciones de diversos animales. Como explicación del hecho citado, su teoría es racional y concuerda, en el fondo, con las que prevalecen hoy en día en las instrucciones dadas en la mayoría de los centros. Cuando hayamos reunido suficientes documentos, los resumiremos en un cuerpo de doctrina metódica, que será sometido al control universal; hasta ahora sólo son jalones colocados sobre la ruta para señalarla. 
Revue Espírite- Enero de 1863
(Traducción de Javier Rodríguez)


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LUZ  NUEVA

     El Espiritismo está llamado a esclarecer al mundo, pero necesita de  cierto tiempo para progresar. Existió desde la Creación, pero solamente era reconocido por algunas personas, porque, en general, la multitud poco se ocupa en meditar sobre las cuestiones espíritas. Hoy, con el auxilio de esta doctrina pura, habrá una luz nueva.                         Dios, que no quiere dejar a la criatura en la ignorancia, permite que los Espíritus  más elevados vengan en nuestro auxilio, para contrabalancear al Espíritu de las tinieblas, que tiende a envolver al mundo. El orgullo humano oscurece la razón y la hace cometer muchos errores. Son necesarios Espíritus simples y dóciles, para comunicar en la luz y atenuar todos los males. ¡ Coraje!, ¡Persistid en esta obra que es agradable a Dios, porque ella es útil para su mayor gloria y de ella resultarán grandes bienes para la salvación de las almas.
                            ( Mensaje del Espíritu Francisco de Sales- Revista Espírita de 1860)

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