¿TRASTORNA EL ESPIRITISMO LA PRÁCTICA MÉDICA?
Testimonio de Denis George, médico general y espírita El Círculo Allan Kardec y los espíritus que allí se manifiestan desde hace treinta y seis años, reclaman al mundo científico en general y al mundo médico en particular.
Denis George, médico en Nancy desde hace veinticinco años y espírita desde hace catorce, da testimonio de su experiencia antes y después de su encuentro con el espiritismo, y hoy como médico y espírita cuya visión espiritual lo desmarca de sus colegas. En un próximo número de nuestra revista tendremos ocasión de volver sobre esta experiencia un tanto particular, pues Denis también es magnetizador y desde hace varios años desarrolla la hipnosis dentro del Círculo Allan Kardec.
Esto es tanto más interesante por cuanto es posible comparar el resultado de sus experiencias, tanto de la parte magnética como hipnótica y su reflexión ante la medicina oficial. En esta entrevista veremos que el mundo médico se abre progresivamente hacia la aceptación de las medicinas llamadas paralelas y toma en cuenta un posible origen espiritual de ciertas patologías. Esto es un progreso y va en el sentido de la afirmación de los espíritus, de que es posible otra medicina.
C.C.: ¿Cuál fue tu experiencia de vida desde un punto de vista de las convicciones religiosas y filosóficas?
D.G.: Vengo de una educación católica tradicional burguesa, ambiente familiar católico practicante, desde el jardín de infantes hasta el bachillerato, es decir… catecismo y comunión, como muchos niños de esa época y aún de ahora, sin duda. Mi despertar a las ideas filosóficas data de mis clases de bachillerato. Fue en aquella edad cuando comencé a dedicarme a otras cosas fuera del ambiente familiar. Hacia los diecisiete o dieciocho años, tuve la oportunidad de involucrarme con un medio asociativo que se inscribía en un movimiento religioso que se apoyaba en Charles de Foucault, movimiento innovador para la época por ser laico. Estaba compuesto por personas de la sociedad civil de todos los puntos de vista, que se interesaban por la espiritualidad, pero fuera del marco de la Iglesia. Ese movimiento, de carácter religioso, tomó luego una orientación diferente: intercambios culturales, multidisciplinarios, estudios sobre la psicología y el comportamiento humano; evolución cuya motivación inicial era la ayuda mutua y la solidaridad entre los miembros participantes. Yo era un joven estudiante de medicina, y eso contribuía a mi amplitud de miras sobre una visión más vasta de la naturaleza humana, del comportamiento humano; y fue útil en mi formación de médico, en particular para hacerme cargo psicoterapéutico de los pacientes. Se interesaba por el hombre en su totalidad, pero no por el espíritu tal y como es definido en espiritismo. Sin duda en esa época nos perdimos de algo. Ese movimiento se apagó progresivamente; lo abandoné en 1985. Eso corresponde a la época de mi ingreso en la medicina general. Escuché hablar de espiritismo por primera vez en 1993. Leí El Libro de los Espíritus, planteé mis preguntas a la gente cercana y me interrogué luego sobre un eventual compromiso en el Círculo Allan Kardec. Eso me tomó cierto tiempo, porque nunca me comprometo a la ligera y, sobre todo, porque naturalmente pensaba en mi oficio de médico, y no quería participar en un movimiento que pudiera ser esotérico y estrafalario. Pero, en el transcurso de mis contactos con miembros del Círculo Allan Kardec, vi bien la coherencia de las cosas, y el hecho de que esas personas tenían los pies sobre la tierra. No me las veía pues con un movimiento de tipo sectario. Y un día, decidí adherirme al Círculo Allan Kardec.
C.C.: ¿Cuáles son los elementos determinantes del espiritismo que te convencieron para que te convirtieras en espírita?
D.G.: Desde hace muchísimo tiempo, siendo joven, yo me decía que el pensamiento tiene una acción, que no es algo que no sería sino química, que sería la expresión del cerebro; y que nuestro pensamiento es algo notable. Y al interesarme en el espiritismo encontré la realidad de la fuerza del pensamiento. Igualmente, de acuerdo a los estudios que he realizado, la medicina y la ciencia siempre consideran los hechos y no la interpretación de los hechos. Primero los hechos y luego se ve lo que pasa. Es lo que vale para toda forma de observación científica. Entonces al interesarme en el espiritismo, aprendí a conocer que se producen manifestaciones (mesas giratorias, casas encantadas, apariciones fantasmales); luego, más tarde, comprendí muy progresivamente lo que es la mediumnidad, herramienta indispensable para que se produzcan ciertas cosas en comunicación con el más allá. Y por supuesto siempre, la observación de los hechos. Cuando leí El Libro de los Espíritus y en particular la introducción de Allan Kardec, encontré ese texto, y siempre lo encuentro, notable y edificante de coherencia y espíritu científico. ¡Tiene una forma tal de argumentar su punto de vista! Puesto que los hechos son tozudos, se repiten, cada espíritu científico, y en lo que a mí concierne, cada médico, debería leer ese texto porque es de una temible eficacia dialéctica.
C.C.: Siendo a la vez médico y espírita: ¿Cómo concibes (o vives) eso en el marco de tu vida profesional?
D.G.: De entrada yo no creía que hubiera algo que pasara después de la muerte. Observo gracias al espiritismo y vivo gracias al espiritismo la comunicación con el más allá, tengo de ella una experiencia progresiva y ahora un poco más completa después de catorce años de presencia en este Círculo, y puedo decir: sí, hay algo después de la muerte y los espíritus se manifiestan. Y como médico, me corresponde ahora asumir este punto de vista y dar a conocer que, sí, que las manifestaciones se observan, que los espíritus se manifiestan y entonces la muerte, que atañe a todo el mundo en cierto momento y a la que estoy enfrentado, como médico, vaya, pues más bien es una buena nueva saber que todo continua después y que hoy en día es observable. Aunque, desgraciadamente, muchas personas siguen en la creencia, el misterio de la fe o la negación, lo cual no las incita a querer comprender el fenómeno de la muerte. El medio médico no es inmune a ese comportamiento, aunque las cosas progresan más bien en buena dirección. Hay una evolución en la consideración de las circunstancias de desencadenamiento de las enfermedades: los eventos de la vida y la forma de comprenderlos, pero aún estamos lejos del reconocimiento de la existencia del espíritu y de la comunicación espírita, en lo que la enseñanza
dada incumbe a la medicina.
C.C.: ¿Qué piensas de la práctica de las medicinas alternativas que no siempre son reconocidas oficialmente?
D.G.: Practico la medicina general desde hace veinticinco años, clásicamente; no soy conocido por ser alguien estrafalario o esotérico. Al final de mis estudios me interesé por la acupuntura, que aprendí, pues me interesaba ampliar mi punto de vista y sobre todo por el interés de este método en la consideración del dolor. Tuve una proximidad concreta con la acupuntura como complemento de mi práctica de la medicina general. Me vinculé sobre todo al aspecto de la estimulación que tiene acción sobre el dolor, por ejemplo, y por tanto sobre el bienestar global de la persona. En aquellos años aprendí que el hombre se inscribe en su totalidad: cuerpo físico, psicología, entorno: “los pies sobre la tierra, la cabeza en las estrellas”. La filosofía china nos enseña el equilibrio indispensable entre los elementos de la naturaleza: el calor, el frío, el fuego, el agua. He conservado de ella la noción de equilibrio de la persona global inscrita dentro de su entorno.
C.C.: ¿Tienes una percepción diferente de las patologías? Especialmente, teniendo en cuenta la importancia del espíritu en su encarnación, la relación que puede haber entre el estado de ánimo y el estado de salud física y psicológica.
D.G.: Respecto a eso, el espiritismo me enseña una cosa suplementaria que es el conocimiento, el reconocimiento, del espíritu. Evidentemente he aprendido el proceso de la reencarnación, esa ley natural porque una vida no basta, porque evolucionamos; reencarnación y evolución son indisociables. Esta ley natural, que demuestra la importancia de la evolución, se convierte para mí en una noción fundamental que encaja perfectamente en el punto de vista médico. El hecho de la reencarnación cambia las percepciones, la comprensión del médico en el enfoque de la enfermedad, porque puede ver resurgir en esta vida desórdenes cuya causa se encuentra en una vida anterior. Es el espiritismo el que nos la enseña. Otros nos aportan elementos de observación y de prueba: pienso en los estudios de Stevenson que me interesaron mucho pues él presenta observaciones, hechos tangibles, y afirma que son para poder relacionarlos con vidas anteriores. Pocos autores lo han hecho hasta ahora. Vivir, morir, renacer, progresar sin cesar, evolucionar… eso me gusta. Es una filosofía optimista.
C.C.: ¿Cuáles serían los pasos apropiados respecto a las terapias y curaciones espíritas? Más precisamente, ¿hay necesidad o posibilidad de colaboración con la medicina oficial (por ejemplo, exámenes médicos diversos antes y después de la atención magnética?
D.G.: Más allá del aspecto estrictamente orgánico, el tratamiento clásico, médico, quirúrgico, por ejemplo cardio-vascular o en cancerología, impide un enfoque diferente por la consideración del dolor, ¿dónde encontramos interés por la homeopatía y la acupuntura, pero también interés por la hipnosis y el magnetismo, (no en cancerología para este último punto) y que cada práctica, cada practicante coopere al servicio del enfermo? Debemos tender a practicar juntos lo que imponen el interés y el respeto mutuos. El objetivo es hacer el enlace entre la medicina materialista y la medicina espírita que considera al espíritu como preeminente a la materia. El espiritismo nos enseña la existencia del espíritu, del periespíritu y del cuerpo físico; la medicina oficial actual se interesa por el cuerpo físico y la psicología del ser humano. Pero es preciso hacer la síntesis. Esto no podrá ser realizado sino el día en que la comunidad médica y científica en general, reconozcan la existencia del espíritu encarnado, reencarnado, en un cuerpo físico.
C.C.: ¿Eso cambia algo en tu práctica de la medicina general?
D.G.: La medicina no puede ser sino materialista. Actualmente su avance va en el sentido de comprender las condiciones de vida de las personas, las circunstancias desencadenantes de la enfermedad: alguien está jubilado, está mal preparado, tiene un infarto tres meses después. Otro vive un drama en su vida: un duelo, una separación y desarrolla un cáncer. Un tercero está estresado por sus condiciones de trabajo y le sale una úlcera… Ejemplos frecuentes que cada uno puede encontrar, y la gente hace la relación, lo dice y tiene razón. Los médicos empiezan a escucharla y a interesarse. Hace falta alentar esta evolución. Nosotros, los espíritas y sin duda alguna, los médicos espíritas presentes y futuros, debemos darlo a conocer, por medio de nuestra difusión, por nuestras publicaciones y nuestras conferencias. El ser humano, máquina compleja, ¿no es sino el apilamiento de órganos, por sofisticados que sean, de los cuales el cerebro es el conductor? ¿El cerebro emite el pensamiento? ¿O existe un espíritu que se sirve del cerebro-órgano para emitir el pensamiento? Como dice Gabriel Delanne: “¿Es el piano el que produce la música, o hay un pianista detrás del piano?”
La historia del espiritismo, las observaciones y publicaciones de los precursores, y entre ellos, en particular los médicos y otros científicos, nos deben inspirar para proseguir esta tarea de dar a conocer la realidad de la existencia del espíritu.
CHRISTOPHE CHEVALIER
LA REVISTA ESPIRITA N° 83 ENERO 2011
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Firmeza en el ideal
Permanecer en los ideales superiores es muy difícil para la persona de bien, porque cuando termina una etapa de su vida aparece otra, cuando supera una dificultad le surge otra.
Y cada suceso es un aprendizaje a conquistar para que, con esa experiencia, enfrente la siguiente, que es más fuerte que la anterior.
Y lo que en un momento le pareció imposible, pero lo supero producto de su actitud de trabajo honesto y valiente, ahora lo capacita para enfrentar situaciones más complejas que las vencerá equilibrando la moral y la experiencia, sin ello las dificultades se multiplicaran.
Si se multiplican tus problemas no podrás trabajar bien, las necesidades son grandes y los servidores del bien son escasos.
Notas en todo lugar el sufrimiento y desesperación, alucinaciones y amargura que debes ayudar a superar en favor de todos.
Si no te aceptan, ten calma y prosigue, si te pagan con ingratitud, apiádate de ellos y prosigue.
Recuerda que los exitosos en el arte o deporte, trabajaron y renunciaron mucho, antes de obtener su premio a pesar de no siempre conseguir sus deseos.
Olvida tropiezos, dificultades y a quienes no estuvieron a tu lado.
Recuerda que el imperio romano, desdeñando a Jesús, desapareció, los fariseos sucumbieron y su recuerdo es negativo.
Desapareció el concilio de Constanza, que llevo a la hoguera a Juan Huss, como el obispo que condujo a Juana de Arco al martirio.
Quienes intentaron impedir el progreso de la ciencia, filosofía y artes están en la sepultura y la humanidad sigue progresando.
Hay días de sombras y perturbaciones, incluso para los servidores del bien, pero solo son el amanecer de tiempos dichosos que anuncian la luz y paz.
Afírmate en los ideales de la belleza y amor olvidándote de la moda en boga, asume la actitud de fe y ora frente a conflictos, sigue adelante sin temor con la seguridad de que conseguirás la victoria incuestionable.
(Adaptación)
Divaldo Pereira Franco
Por el espirita Juana de Angelis
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La cura de la Obsesión.
“Tú eres un ser humano adulto y consciente, responsable por tu propio comportamiento. Controla tus ideas, rechaza los pensamientos inferiores y perturbadores, estimula tus tendencias buenas y procura repeler las malas.
Ten cuidado de ti mismo. Dios te ha concedido la jurisdicción sobre ti mismo, eres tú quien manda en los caminos de tu vida. No te hagas el niño mimado. Aprende a controlarte a todo instante y en todas las circunstancias.
Experimenta tu propio poder y verás que es más grande de lo que piensas. La cura de la obsesión es una auto-cura. Nadie puede librarte de la obsesión si tú no quieres librarte de ella. Empieza a librarte ahora, diciéndote a ti mismo: soy una criatura normal, dotada del poder y del deber de dirigirme a mí mismo. Conozco mis deberes y puedo cumplirlos. Dios me ampara. Repite esto siempre que te sientas perturbado. Repítelo y haz lo que te dije. Toma la decisión de portarte como la criatura normal que realmente eres, confía en Dios y en el poder de las fuerzas naturales que hay en tu cuerpo y en tu espíritu, a la espera de tus órdenes. Gobierna tu barco. Reformula tu concepto acerca de ti mismo. Tú no eres un pobrecillo abandonado en el mundo. Los propios gusanos son protegidos por las leyes naturales.
¿Por qué motivo solo tú no tendrías protección? Quita de tu mente la idea de pecado y castigo. Lo que llaman pecado es el error, y el error puede y debe ser corregido. Corrígete. Establece poco a poco tu auto control, con paciencia y confianza en ti mismo. Tú no dependes de los demás, dependes de tu mente. Mantén la mente despejada, abre sus ventanas al mundo, respira con seguridad y camina con firmeza. Acuérdate de los ciegos, de los mudos y de los sordos, de los lisiados y deficientes que se recuperan confiando en sí mismos. Desarrolla tu fe. Fe y confianza. Existe la Fe Divina, que es la confianza en Dios y en Su Poder que controla el Universo. Tú, racionalmente, ¿puedes dudar de ello? Existe la Fe Humana, que es la confianza de la criatura en sí misma. Tú ¿no confías en tu inteligencia, en tu buen sentido, en tu capacidad de acción? ¿Te juzgas un incapaz y te entregas a las circunstancias, dejándote llevar por ideas degradantes respecto de ti mismo? Modifica ese modo de pensar, que es falso.
Cuando vengas a las reuniones de Desobsesión ven con confianza. Los que te esperan están dispuestos a ayudarte. Sé agradecido a esas criaturas que se interesan por ti y ayúdalas con tu buena voluntad. Si lo haces, tu obsesión ya ha empezado a ser derrotada. No te acobardes, sé valiente.
J. Herculano Pires
Traducción de Teresa.
Allan Kardec se encargó de dejar en claro la diferencia entre la locura patológica y la obsesión. En si libro ¿Qué es el Espiritismo?, lo estableció sin lugar a dudas.
“No debe confundirse la locura patológica, con la obsesión. Ésta no procede de ninguna lesión cerebral, sino de la subyugación ejercida por los espíritus maléficos sobre ciertos individuos, y tiene, a veces, las apariencias de la locura propiamente dicha. Esta afección, que es muy frecuente, es independiente de la creencia en el Espiritismo y ha existido en todos los tiempos. En este caso, la medicina general es impotente y hasta nociva. El Espiritismo, haciendo conocer esta nueva causa de turbación en el estado del ser, ofrece, al mismo tiempo, el medio de curarla obrando no en el enfermo, sino en el Espíritu obsesor. Es el remedio y no la causa de la enfermedad.
Escollos de los médiums
70. Uno de los mayores escollos de la Mediúmnidad es la obsesión, es decir, el dominio que pueden ejercer ciertos espíritus sobre los médiums, imponiéndoseles con nombres apócrifos e impidiéndoles comunicar con otros espíritus. Es al mismo tiempo un escollo para el observador novicio e inexperto que, no conociendo los caracteres de este fenómeno, puede ser engañado por las apariencias, como el que, no sabiendo medicina, puede hacerse ilusiones sobre la causa y la naturaleza del mal. Si en este caso es inútil el estudio anticipado al observador, al médium le es indispensable, porque le proporciona medios de prevenir un inconveniente que podría tener para él consecuencias desagradables. Por esta razón no recomendaremos nunca bastante el estudio, antes de entregarse a la práctica. (El Libro de los Médiums, cap. XXIII.)
71. La obsesión presenta tres grados bien caracterizados: la obsesión simple, la fascinación y la subyugación. En la primera, el médium tiene conciencia perfecta de que no obtiene nada bueno; no se hace ilusión alguna sobre la naturaleza del Espíritu que se obstina en manifestársele y de quién desea deshacerse. Este caso no ofrece ninguna gravedad: es un sencillo contratiempo y el médium queda libre cesando de escribir momentáneamente. El Espíritu, cansado de que no se le oiga, acaba por retirarse. La fascinación obsesional es mucho más grave, porque el médium está completamente fascinado. El Espíritu que le domina se apodera de su confianza hasta paralizar su propio juicio respecto de las comunicaciones, y hasta hacerle encontrar sublime lo más absurdo. El carácter distintivo de este género de obsesión es el de provocar en el médium una excesiva susceptibilidad, haciéndole que no encuentre bueno, justo y verdadero, más que lo que él escribe, y rechazar, hasta tomar con desagrado, todo consejo u observación crítica. Le induce también a malquistarse con sus amigos antes de convenir en que es engañado, a concebir celos de los otros médiums, cuyas comunicaciones son juzgadas mejores que las suyas, a querer imponerse en las reuniones espiritistas, de las que se aleja cuando no puede dominar. Llega en fin a sufrir una dominación tal, que el Espíritu puede arrastrarle a las más ridículas y comprometedoras determinaciones.
72. Uno de los caracteres distintivos de los malos espíritus es el de imponerse; dan órdenes y quieren ser obedecidos. Los buenos no se imponen nunca: dan consejos, y si no se les escucha, se retiran. De esto resulta que la impresión de los malos espíritus es casi siempre penosa, fatiga y produce una especie de malestar; a menudo provoca una agitación febril, movimientos bruscos y desenfrenados; la de los buenos espíritus es, por el contrario, apacible, suave y produce un verdadero bienestar.
73. La subyugación obsesional, designada en otro tiempo con el nombre de posesión, es una coacción física producida siempre por espíritus de la peor especie y que puede hasta neutralizar el libre albedrío. Se limita, a menudo, a simples impresiones desagradables; pero provoca a veces movimientos desordenados; actos de insensatez, gritos y palabras incoherentes o injuriosas cuya ridiculez conoce de vez en cuando, aunque sin poder evitarlas, aquel que es víctima de semejante situación. Este estado difiere esencialmente de la locura patológica, con la cual se la confunde sin motivo, porque no presentan ninguna lesión orgánica, y siendo diferente la causa, los medios curativos deben ser otros. Aplicando gárgolas y tratamientos corporales, se logra hacer a menudo una verdadera locura de lo que era una causa moral.
74. En la locura propiamente dicha la causa del mal es interior. Es preciso, pues, procurar restablecer el organismo a su estado normal; en la subyugación la causa del mal es exterior, y es preciso librar al enfermo de un enemigo invisible, oponiéndole no remedios, sino una fuerza moral superior a la suya. La experiencia prueba que en semejante caso los exorcismos no han producido nunca ningún resultado satisfactorio, y que más bien han agravado que mejorado la situación. Indicando la verdadera causa del mal, sólo el Espiritismo puede dar los medios para combatirlos. Es preciso, en cierto modo, educar moralmente al espíritu obsesor, y por consejos sabiamente dirigidos se logra hacerle mejor y renunciar voluntariamente a atormentar al enfermo, quedando así libre el paciente. (El Libro de los Médiums, núm. 279.)
279. El ascendiente sobre los Espíritus inferiores sólo se ejerce a través de la superioridad moral. Los Espíritus perversos reconocen la autoridad de los hombres de bien. En cambio, contra quien sólo les opone la energía de la voluntad, que es una especie de fuerza bruta, los Espíritus perversos luchan y suelen ser los más fuertes. En cierta ocasión, alguien trataba de dominar a un Espíritu rebelde mediante la exclusiva acción de su voluntad, y recibió la siguiente respuesta: Déjame en paz con esos aires de fanfarrón, pues no vales más que yo. ¿Qué se diría de un ladrón que predicase moral a otro ladrón? Algunos se asombran de que el nombre de Dios, invocado contra los Espíritus malos, por lo general no produzca ningún efecto.
San Luis explicó la causa de ese hecho en la respuesta siguiente:
“El nombre de Dios sólo ejerce influencia sobre los Espíritus imperfectos cuando aquel que lo pronuncia puede valerse de ese nombre con autoridad, en función de las virtudes que posee. Cuando lo pronuncia alguien que no tiene ninguna superioridad moral, es una palabra como cualquier otra. Lo mismo sucede con las cosas sagradas, con las que se trata de dominar a esos Espíritus. El arma más poderosa se vuelve inofensiva en manos inexpertas o incapaces de manejarla.”
75. Ordinariamente la subyugación obsesional es individual; pero cuando una muchedumbre de malos espíritus se cierne sobre una población, puede tener un carácter epidémico. Un fenómeno de esta naturaleza tuvo lugar en tiempo de Cristo. Sólo una poderosa superioridad moral podía abatir aquellos seres malhechores, designados entonces con el nombre de demonios, y devolver la calma a sus víctimas. (1)
76. Un hecho importante, que debemos considerar, es que la obsesión es independiente de la Mediúmnidad, y que se la encuentra en todos los grados, principalmente en el último, en una multitud de individuos que nunca han oído hablar de Espiritismo. En efecto, habiendo existido en todo tiempo los espíritus, han debido ejercer en todo tiempo la misma influencia. La Mediúmnidad no es una causa, sino una manera de manifestarse aquélla, por lo cual puede decirse con certeza, que todo el médium obsesado ha debido sufrir de algún modo, y a menudo en los actos más vulgares de la vida, los resultados de esta influencia, y que sin la Mediúmnidad se traduciría por otros efectos atribuidos a menudo a esas enfermedades misteriosas, que resisten a todas las investigaciones de la medicina. Por la Mediúmnidad el Espíritu malhechor descubre su presencia; sin la Mediúmnidad es un enemigo oculto del que no se sospecha.
77. Los que no admiten nada fuera de la materia no pueden admitir causas ocultas; pero cuando la ciencia haya salido de la vía materialista, reconocerá en la acción del mundo invisible que nos rodea y en medio del cual vivimos, una potencia que reacciona tanto sobre las cosas físicas como sobre las morales. Este será un nuevo sendero abierto al progreso y la clave de una multitud de fenómenos mal comprendidos.
78. Como la obsesión no puede ser nunca producto de un buen Espíritu, es punto esencial el de saber conocer la naturaleza de los que se presentan. El médium no instruido puede ser engañado por las apariencias, mientras que el que está prevenido espía las señales menos sospechosas, y el Espíritu concluye por alejarse cuando ve que nada consigue. El conocimiento anticipado de los medios de distinguir los buenos de los malos espíritus es, pues, indispensable al médium que no quiere exponerse a ser cogido en el lazo. No lo es menos para el simple observador, que puede por este medio apreciar el valor de lo que ve u oye. (El Libro de los Médiums, cap. XXIV.)
1. Una epidemia semejante se cebó durante muchos años en un lugar de la Alta Saboya.
- Frank Montañez-
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Acción
Espírita contra la Prostitución
Infanto-Juvenil
En
el gran capítulo de la sexualidad humana, el derecho de expresión y
de elección de las relaciones en comparación con la evolución de
la comprensión acerca de los sentimientos y manifestaciones
simboliza el camino del ser rumbo a la espiritualización. En tiempos
de numerosas y pungentes dudas sobre la expresión sexual, en que
reconocemos, a veces, nuestra incapacidad de comprensión total de
las actitudes y preferencias humanas, en este campo, resuena una
unanimidad: la individualidad espiritual, señora de sí misma,
adopta por regla los posicionamientos que su conciencia franquean y
carga con las consecuencias directas (en esta y en las vivencias
futuras), conforme los mecanismos de aplicación de la Justicia
Divina – en ella comprendida la sistemática de causa y efecto.
Mientras,
sólo podemos pensar en la responsabilidad espiritual plena, si
estuviéramos delante de criaturas en edad cronológica y psicológica
capaz de comparar la condición de capacidad de apreciar sus actos y
de prever las consecuencias futuras. Esto sólo es posible, por
norma, a partir de la madurez biológica que, en general, se
materializa a partir de los 16 años.
Antes
de eso, en la llamada infancia y, hasta, en la adolescencia, la
notoria condición de hipo-suficiencia de estos individuos –
portadores que son, relativamente, de derechos y deberes de orden
civil – impone a la Sociedad un conjunto de medidas
socio-asistenciales, jurídicas o no, para la protección integral de
nuestros niños y jóvenes. De ahí la existencia, en las principales
naciones del Mundo y, también, en Brasil, de un avanzado código de
normas protectoras, evitándose o (aun mayor) la falta de respeto a
los derechos de este contingente popular.
Un
reciente relato derivado de estudios desarrollados en asociación con
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con el Departamento
de Policía de Carreteras Federal (DPRF) apunta para la existencia de
1819 puntos vulnerables a la explotación sexual infanto-juvenil en
carreteras federadas brasileñas. El concepto de “punto vulnerable”
encuadra ambientes cuyas características, localización o
finalidades favorecen o encubren la actividad de “venta de sexo”,
envolviendo a menores – práctica considerada criminal en nuestro
país – como puntos de gasolineras, hoteles, discotecas,
restaurantes y, hasta, estacionamientos de camiones, estimándose
que, en un determinado punto pueda existir uno o más
establecimientos que favorecen el crimen.
Este
diagnostico debe ser suficiente para provocar medidas correctivas,
represoras y/o protectoras, no sólo por parte de los órganos
policiales y judiciales, sino de toda la Sociedad, contando, aun, con
la participación activa de los ciudadanos, ya que el problema es de
todos y la concienciación y la acción efectiva son las armas de que
disponemos para enfrentarlo.
Siendo
así, todos somos responsables por la divulgación de la protección
destinada a niños y adolescente así como actuar en la represión
directa a actitudes de explotación sexual de aquellos, denunciando
la existencia de locales o la participación de personas promoviendo
o encubriendo acciones delictuosas, utilizando los teléfonos
disponibles, en su ciudad, para un contacto con los Consejos de
Derechos del Niño o del Adolescente o, incluso, contactando con los
teléfonos de la Policía de Carreteras Federales (191) y de la
Policía Militar (190).
Paralelamente,
en términos de acciones institucionales espíritas, sería
recomendable una participación más efectiva junto a tales consejos,
comprendiendo trabajo en conjunto, voluntario, así como
distribuyendo, en las propias instituciones y en lugares considerados
“sospechosos” de promover el crimen, material explicito y
oportuno.
Es
tiempo pues, de los buenos, ahora tímidos y débiles, conforme la
directriz contenida en la cuestión nº. 932 de El
Libro de los Espíritus,
sobrepujan los malos, intrigantes y audaces, ya que esta superación
de unos por los otros, en la defensa de los valores espirituales, es
tarea que sólo de los primeros depende: “Cuando
estos quisieran, preponderarán”.
Marcelo Henrique Pereira
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