viernes, 29 de abril de 2016

Ciencia y Vida

 
                   
 ORGULLO Y SENTIRSE                  ORGULLOSO




  " Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra". Mateo 5:5 

En el camino y trabajo del desarrollo espiritual la piedra de tropiezo es casi siempre el orgullo, la vanidad, el no aceptar consejos, el creerse solamente intermediario de entidades superiores, ángeles e inclusive del llamado "espíritu santo", muy común dentro del fanatismo religioso. Claros opuestos del orgullo serían la humildad, la modestia que, por lo general, son considerados como virtudes. El sano orgullo es inmediatamente distinguible del orgullo maligno (soberbia). Hay espíritus tan orgullosos que se disfrazan de humildes para sentirse aun mas orgullosos. 

El enemigo habla a la mente y al corazón de la persona orgullosa, dándoles razonamientos y excusas, tales como: "tú lo tienes todo, no necesitas nada más, no necesitas cambiar, tu denominación es la correcta, tu determinación es la correcta, todo el mundo está mal, tú tienes la verdad". 

Dios quiere cambiar eso por medio de su Espíritu, pero nosotros, por nuestro orgullo, no lo dejamos. 

Sentirse orgulloso de sí mismo por algo que se hizo bien es saludable, siempre que ese orgullo no se transforme en soberbia y esa persona se crea que es un dios que nunca se equivoca y que el resto de la gente es bien poco vale. Tener confianza en sí mismo es positivo pero tenerla en exceso puede limitar a una persona a llegar hasta ahí y no intentar nada nuevo.   
- Rey Formoso-

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¿ Qué sentido tiene  y  por qué existe  la Reencarnación ?

          La  Reencarnación es necesaria para adquirir las experiencias en la materia que  permitan al Espíritu  su evolución hacia una perfección espiritual cada vez más elevada .
         Esta ley nos da tantas oportunidades como precisemos, para enmendar los errores del pasado y así poder avanzar progresivamente, enriqueciéndonos y perfeccionándonos en virtud y sabiduría a lo largo de  muchas  vidas como Seres humanos.
La Reencarnación es el modo dinámico como se desarrolla la evolución que impulsa el progreso del Ser espiritual en cada vida, y gracias a ella  se hace esto posible, o sea que el auténtico sentido de la Reencarnación es llevar a cabo la evolución de cada espíritu a través de múltiples vidas en la materia.
 En  su infinito Amor,  Dios no nos permite vivir tan solo una única existencia  en una vida, para capacitarnos en Amor y sabiduría, por larga y buena que esta pudiese ser esa vida.  Si así lo hiciese dándonos una sola existencia en este mundo sin posteriores oportunidades de progreso, sería comparable  con la idea monstruosa y absurda de  padre que  condenase  para  siempre a su hijo, a que siempre fuese pequeño y a que nunca  pudiese crecer ni  pudiese llegar a ser algún día un ser adulto.
         Básicamente la causa  de la Reencarnación es la misma para todos: la Evolución, que es el crecimiento del alma en cuanto a virtudes y sabiduría,  al tiempo que se superan o se eliminan los defectos morales residuos de etapas evolutivas anteriores. Pero a nivel individual se puede matizar más: unas  veces es para conquistar un aprendizaje  y desarrollo evolutivo y otras para afrontar  deudas contraídas en el pasado, lo que equilibrará la balanza de la Justicia Divina y de paso podrá seguir aprendiendo y perfeccionándose, o sea, evolucionando.
       Solo durante las existencias en mundos físicos se puede aprender  en profundidad lo necesario que ofrecen  las experiencias de la vida material, muy diferente a la espiritual, con el fin de que el Ser espiritual progrese en su propia  evolución , afrontando circunstancias y  vicisitudes humanas, equivocándonos muchas veces y rectificando otras tantas, y así  nos podemos ir librando poco a poco de modo casi imperceptible, de los defectos y lastres que pesan en el desarrollo de nuestra alma.

    La evolución que se logra a través de la  ley de la reencarnación, como ya vimos, es otra  ley   natural que se apoya en ella y que como tal, está  impresa en toda la Naturaleza y a todos nos afecta. Toda planta está destinada a crecer y todo fruto está destinado a  madurar.
Para acercarnos a la Fuente Creadora, es necesaria la evolución de cada Ser espiritual individual que mora en nosotros, o  mejor dicho, que somos nosotros mismos , y esta evolución o progreso acorde con el de todas las formas físicas y psíquicas de la Naturaleza, solo se logra  mediante  un periplo inicial de pasos por las vidas en los mundos físicos.  Dios no nos ha creado perfectos, pero sí perfectibles, dejándonos el mérito de la perfección alcanzada por nuestro esfuerzo y voluntad ,aunque nos lo facilita al máximo mediante la ley de la solidaridad entre todos los espíritus y de la Caridad que es imperativo en la marcha ascendente de la evolución  universal de los espíritus, cuando para facilitarnos el camino y dar fruto a nuestro esfuerzo, ha dispuesto la ayuda de otros seres espirituales, hermanos  nuestros, que dese el plano espiritual nos inspiran y alientan a nosotros en este plano material, y así se nos ha dado el conquistar una  felicidad   valorada y auténtica , que es la felicidad  lograda mediante  nuestro trabajo  personal y nuestro  esfuerzo..
 ¿Cómo si no, podríamos llegar a  realizar lo que Jesús de Nazaret encomendó cuando dijo: “Ser perfectos como mi Padre Celestial  es Perfecto”? ; ¿Quién podría llegar  a alcanzar  la Perfección Absoluta del Padre Celestial  en una sola vida por larga que  esta  fuese?; además de que sería una injusticia permanente el tener que lograr esa perfección en medio de  tanta desigualdad de oportunidades en cuanto a clases diferentes de vida humana, por su duración, su época, su cuna social, su estado de salud, etc. El motivo que fundamenta  la Reencarnación es, definitivamente, la necesidad
 de progresar y de  aprender de nuestro Espíritu, por medio de la experiencia humana,, evolucionando y  desarrollando cualidades de Amor y Sabiduría , que son los atributos divinos  que nos acercan  al Creador.
         Mediante  la reencarnación se otorga al Ser humano el uso del libre albedrío para decidir a cada paso su destino, tanto en este mundo como en  el del plano espiritual en que  seguirá existiendo después de la muerte.
Al reencarnar el Espíritu  errante deja a sus familiares y amigos en el plano espiritual en  donde se ubicaba antes de descender a la Tierra o a otros mundos físicos de similar nivel, a donde vienen para cumplir una misión que, como ya se ha dicho, puede ser de expiación por faltas cometidas en vidas pasadas o para superar nuevas  pruebas de la vida,  a fin de eliminar alguna tendencia negativa o algún defecto espiritual.

- Jose Luis Martín -

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“ Estoy convencido de que, en verdad, se  vuelve a vivir de nuevo; de que la vida emerge de la muerte y de que las almas de los muertos están vivas”.
_ Sócrates –

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                 Ciencia y vida

En el mundo, tenemos centrales eléctricas que aseguran la iluminación de grandes ciudades. Imposible, sin embargo, olvidar a los millones de criaturas que aún se debaten en las tinieblas de la ignorancia.
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Disponemos de máquinas poderosas que generan fuerza indispensable para la manutención del trabajo en largas franjas del Planeta.
Forzoso recordar, pues, que sorprendemos, en todas partes, legiones de personas caídas en desánimos o desespero, a camino de la criminalidad o del suicidio, a falta de energía espiritual.
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Realizamos, con éxito, la extracción de tumores malignos.
Necesario, sin embargo, observar que aún no sabemos cómo impedir la formación de los quistes del odio que hace infelices a las almas.
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Construimos palacios de vivienda con todos los enseres de la civilización.
Imperioso, entretanto, anotar que, en ninguna época del pasado, tuvimos que encuadrar tantos procesos de angustia y de obsesión.
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En un instante, escuchamos ese o aquel mensaje, enviado sin hilo, de punta a punta del Planeta. Casi siempre, con todo, ignoramos de qué modo escuchar, con serenidad y provecho, las quejas del prójimo en sufrimiento.
Se transita ahora de la Tierra para la Luna, sobrepasando las barreras de la gravitación. Sin embargo, muy de vez en cuando, aprendemos a superar las trincheras de la indiferencia o de la aversión para viajar de una casa para otra o de nuestra alma para otra alma, a servicio de la Paz.
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Ciencia y vida; bendita sea la inteligencia que esculpe las técnicas avanzadas del progreso, responsable por nuevas facilidades humanas, entretanto, es preciso reconocer que sin Jesús Cristo aplicado a nuestra propia vida, estaremos siempre andrajosos y sedientos de corazón.
Emmanuel
Médium Francisco Cándido Xavier

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LEY DE PROGRESO Y EVOLUCIÓN.

Nada de lo que sabemos y tenemos en nuestro mundo, en la actualidad, satisfará al hombre del mañana, con una mayor capacidad mental (intelectiva, volitiva, creativa, etc.) que, el individuo considerado hoy como sabio, podrá compararse al escolar del mañana.
El hombre civilizado de hoy, es el salvaje del ayer que, desde las primeras edades, viene evolucionando lentamente por medio del aprendizaje en las experiencias, en las vicisitudes y luchas, en el devenir del tiempo.
Pues, a medida que el ser humano avanza en su eterno camino de ascensión, su inteligencia y demás facultades se desarrollan como consecuencia del ejercicio de su mente, así como nuevos y más amplios horizontes con nuevas experiencias y nuevos conceptos se presentan ante él que le atraen. Es la Ley de Evolución que presiona sobre el Espíritu, ley universal del progreso que le llama, que le invita a avanzar en el eterno camino de ascensión. Pero, no siempre el individuo responde debidamente a ese llamado, y en las más de las veces, cede a las atracciones de su medio ambiente circundante, siendo arrastrado por el espejismo de las sensaciones; y se estanca, retardando su progreso. No obstante, como el estatismo es contrario a la Ley, ésta actúa de un modo NO siempre agradable, y por medio de circunstancias que los humanos denominamos adversas, le conduce amorosamente (como hacen los buenos padres para con sus hijos) hacia el ejercicio de sus facultades, obligándole a la solución de problemas y superación de obstáculos, con lo cual desarrolla las facultades intelectiva y volitiva, capacitándose para mayores realizaciones, contribuyendo con ello a su propio progreso y evolución.
En cada ser humano está grabado, de inequívoca manera, su grado de evolución: en la inteligencia que le anima, en la capacidad de amor, de sacrificio, de dominio de sí mismo; en su fuerza mental de irradiación y de atracción, su magnetismo espiritual y animal. En el grado de capacidad analítica y conceptual para penetrar en lo profundo de las cosas, en el grado de sensibilidad y amor fraterno, de rectitud, etcétera, está bien demostrado el grado de evolución de cada .persona.
En cada existencia física, el ser humano evoluciona desde que nace, marcando las fases de la infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte; con lo que la materia orgánica de lo que está compuesto el cuerpo físico, vuelve a su origen. Y libre el Espíritu, sigue evolucionando en esa otra dimensión, aun cuando como humanos no nos percatemos de ello, por ser tridimensionales en cuanto a percepción a través de los sentidos físicos.
Después de un tiempo en el espacio, que varía en cada caso, el ser espiritual, siente ansias de volver a la lucha del plano físico, a fin de desarrollar sus facultades latentes. Es la Ley de Evolución que le empuja hacia la eterna ascensión.
Una vida en el mundo físico, es tan sólo un momento en la vida eterna del Espíritu, que anima la personalidad humana.
Como decía Pitágoras, el gran filósofo griego: «Una vida en la carne, no es más que una anilla en la larga cadena de la evolución del alma«.
El Espíritu viene a la vida física para aprender, para desarrollar sus facultades mentales y anímicas mediante las múltiples vicisitudes de las vidas humanas, cumplir misiones, purificar su alma por medio del dolor o la práctica del amor fraterno; crecer en sabiduría, fortaleza y amor. O sea, evolucionar.
Siendo LA PERFECCIÓN (en la cual están implícitas: la sabiduría, la fortaleza, el amor y la pureza), la meta hacia la felicidad, ¿cómo puede pretenderse que puedan adquirirse en una sola vida, cuando en la mayoría de los casos ni siquiera tiene acceso a los medios para adquirirlas?
Querámoslo o no, aceptémoslo o rechacémoslo; ésa es la ley eterna de la evolución del Espíritu.

Sebastián de Arauco

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jueves, 28 de abril de 2016

DECÁLOGO PARA LOS MÉDIUMS





                   
Odio y perdón 

Análisis psicológico y espiritual de este par de opuestos. 
Diversos son los grados de manifestación del odio, esa pasión dañina en alto grado, que sólo anida en las almas pobres y ruines, al dar cabida en sí a esa pasión destructiva, por ignorancia de las consecuencias dañinas que habrá de ocasionarle. Porque el odio comienza por perturbar la tranquilidad de quien lo siente, por su acción perturbadora sobre las facultades del alma, cuyas vibraciones desequilibrantes afectan la mente y perjudican la salud, por la incidencia de esa vibración enconosa en los sistemas nerviosos y glandulares. Y, a más de dañar la salud de quien da cabida en sí al odio, le convierte en una persona amargada que, en sus relaciones de trabajo, negocios, etc., desbarata oportunidades de progreso por la actitud negativa del afectado y los errores que induce a cometer. 

Conocéis ya la ley de las vibraciones, explicada en la lección 12. Por consiguiente, sois conscientes ya de que los pensamientos y sentimientos son vibraciones que contienen en sí una fuerza benéfica o maléfica, constructiva o destructiva, según su naturaleza. Y siendo el odio un sentimiento cargado de deseos de mal, es destructivo por su propia naturaleza
enconosa. Por ello, cada sentimiento de odio es una vibración-fuerza, dañina en alto grado hacia quien se dirija, pero que actúa también contra el mismo que la emite. Y cuanto más odie una persona, más y más se envuelve en esas vibraciones intensamente negativas, desequilibrantes, que le atormentarán. Si pudiéseis apreciar el aura de una persona vibrando en odio,os asombraría al verla envuelta en un halo negro, en forma de torbellino. Y quien odia, no tiene paz en su mente ni en su alma, ya que ese sentimiento ponzoñoso produce una desarmonía psíquica mortificante, convirtiendo la vida del afectado en un tormento. 


Todas esas extrañas misantropías y neurastenias que a veces apreciamos en nuestras relaciones humanas, tienen por causa alguno o varios de esos estados pasionales de odios, rencores, malquerencias, etc., cuyo origen puede ser el egoísmo, envidia, celos, etc. que son sentimientos frecuentes en las almas mezquinas y ruines. Y cuanto más una persona odie a otra, más se une a ella psíquicamente. Y, ¡paradoja! cuanto más lejos la desee, cuanto más en ella piense, más la acerca (vibratoriamente); porque, la persona que odia atrae mentalmente hacia sí a la persona odiada, con la fuerza de su pensamiento, y su imagen no le deja vivir en paz, le sigue y le persigue como una sombra, por que ella misma la mantiene en su mente. Y aquí está el tormento. ¿Hasta cuándo? Hasta que deje de odiarla. 
Puede que alguno, juzgando a la ligera ese fenómeno de la fuerza de atracción, por afinidad, del pensamiento os diga: vaya una ley rara. Pero, si se considera que esa ley de vibración y atracción no ha sido creada para ser vehículo de odio, sino de amor, para unir las almas que se aman y contribuir a su felicidad; comprenderá mejor. Cuando el sublime Maestro Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos”, no estaba enseñando tan solo moral, sino que también una psicoterapia para librarnos de los efectos destructores del odio. Porque, vivir odiando, no es vida; es un tormento. Cuando una persona exclama: “Yo no le perdonaré lo que me hizo”; esa persona está cometiendo un gravísimo error, error que puede significarle muchos y muchos años de dolor. Porque, cada vez que se acuerda de ese acontecimiento, perjuicio u ofensa, está impregnando su alma con el magnetismo mórbido contenido en sus propias vibraciones de odio, que irán densificando y oscureciendo esa alma; y a más de que está fortaleciendo esa unión vibratoria con la persona odiada, quien al recibir el impacto de esas vibraciones de odio, percibe también (mentalmente) la figura de quien las envía, reaccionando también del mismo modo, con una andanada de odio, rencor o desprecio, según sea el caso. Y con esa actitud descabellada, ambas partes están destruyéndose mutuamente. ¿No os parece absurda esa actitud? Sin embargo, así acontece con harta frecuencia. 

Alguien dijo: “Si mis enemigos supiesen el daño que se hacen odiándome, no me odiarían”. Esta frase contiene una gran verdad que todos debieran conocer; y que contribuiría grandemente a liberar al mundo del odio, causa de ¡tantas desdichas!. Porque, aquel que odia está dando poder a su enemigo sobre su tranquilidad, sobre sus nervios, sobre su sueño, su presión sanguínea, su salud toda, y su propia personalidad. ¡Meditemos sobre esto! Por ello, insensato es responder al odio con el odio, rencor o malquerencia hacia aquellos que, por lo que fuere, llegasen a odiarnos; y sí con amor, deseos de bien, ya que de este modo, esas vibraciones cargadas de energía psíquica negativa, no penetrarán en nosotros y rebotarán: porque el amor genera energía positiva, conformando un campo magnético de protección. A más de esos efectos perturbadores, con la actitud de odio y malquerencias resultantes, esas personas están conquistando un puesto en las zonas oscuras del astral inferior, al desencarnar. ¡Cuán frecuentemente es ver personas que, por ignorancia, son esclavas de esa y otras pasiones absurdas. 

¡He aquí, la necesidad de la divulgación de este conocimiento y otros conceptos de verdad! He aquí una oportunidad de progreso espiritual para vosotros, divulgando éstos y otros conceptos de verdad. Pongamos en práctica esa maravillosa enseñanza del sublime Maestro: “Amad a vuestros enemigos”. Y con ello quebraréis el poder que sobre vosotros pudieran ejercer a través del odio o rencor. Puede que alguno diga: ¿Cómo puedo yo sentir amor por quien me ha hecho daño? Y yo os pregunto, hermanos muy queridos, ¿no habéis hecho sufrir alguna vez a alguien o causado daño en algún modo? ¿Y no querríais que ese error os fuese perdonado y olvidado? De cierto que sí. Entonces... 

Y ¿sabíais que sólo el amor es productor de perdón? Porque, quien ama, perdona; quien mantiene odio, no perdona. Quien ama y perdona, se engrandece; quien odia, se empequeñece. Quien ama es comprensivo y perdona las ofensas, no dando cabida en su alma a sentimiento alguno de odio que pueda desarrollar un deseo de malquerencia, venganza o represalia, aun cuando en el momento del daño u ofensa perciba ese impacto. ¡Sólo las almas
débiles y ruines albergan odio! Pedid al sublime Maestro Jesús, con fervor, 
con verdadero deseo de perdonar y anhelo de superación, que os enseñe a perdonar, que os enseñe a amar a quien daño o agravio os haya hecho. Haced esto una y otra vez, muchas veces. Si así lo hacéis, con fe y humildad sentida; pronto comenzaréis a percibir que una sensación de paz y sosiego inunda todo vuestro ser. Esa es la señal de haber alcanzado la vibración de Amor del Cristo. Y un nuevo deseo de bien comenzaréis a sentir hacia la persona o personas que por error o falta de control de su emotividad, y aún por ruindad os haya causado ese agravio o daño. Y no os desaniméis si no conseguís de inmediato ese propósito digno. Perseverad, perseverad hasta que hayais establecido la unión vibratoria con la Ley del Amor Universal, generadora de paz y armonía, y liberadora del odio y su secuela de malquerencias y amarguras. Y la paz interna (mental-emocional) aumentará vuestra capacidad intelectual, vuestra alegría de vivir y ansia de progreso. Porque, un alma y una mente despojadas de odios, rencores y malquerencias, con ideales elevados, vibrando en amor fraterno, se exteriorizará en una personalidad más eficiente, ágil y realizadora. Y cada vez que llegue a vuestra mente, en el comienzo, el recuerdo o imagen del motivo del agravio (que poco a poco irá desvaneciéndose) desechadlo y proyectad sobre esa persona vibraciones de amor, a modo de comprensión y deseos de bien; poniendo todo vuestro deseo de bien en ese sentimiento, para que esa vibración sea poderosa y le beneficie intensamente, con lo cual os beneficiaréis vosotros mismos. 

Cuanto más améis, más felices habréis de sentiros; ya que, la LEY que es Amor, os devolverá ese amor en felicidad. Si dais amor, afectos, alegrías, servicio desinteresado (que es amor en acción); eso mismo recibiréis en la proporción que deis y más aún. Pero, si dominados por una pasión, envidia, egoísmo o amor propio, causáis sufrimiento de algún modo o realizáis actos de venganza o cometéis alguna bajeza; iréis acumulando un karma doloroso, y esos mismos daños causados recibiréis en la proporción que hayais causado o deseado; porque, la Ley es justa. Retened en vuestra conciencia este axioma; la siembra es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria. Ahora que ya conocéis las desventajas (algunas tan sólo) del odio, rencor, malquerencias y resentimientos; comprenderéis que, mantener esos enemigos, es un lujo que se paga muy caro.Y lo curioso es... sin disfrutarlo. Necesario es saber dar a conocer que, con la muerte del cuerpo físico no mueren las pasiones, antes al contrario, se intensifican; porque, están en la propia naturaleza psíquica que, al dejar la envoltura carnal continúa con los mismos pensamientos, sentimientos y tendencias que mantenía como humano, sin los atenuantes de la vida en la carne. De aquí que, un enemigo en el “otro lado” es mucho más peligroso. 

Aquí apegados al plano físico, en nuestra propia atmósfera, se agitan millones y millones de almas de los que fallecieron cargados de pasiones. Son seres atrasados que, por sus bajas tendencias no pueden elevarse y deambulan imantados al ambiente en donde han vivido, e inciden o tratan de incidir con harta frecuencia, en la vida de los humanos; quienes, por falta de vigilancia sobre sus sentimientos y reacciones, pueden ser sus víctimas. A más de esos, existen otros seres de maldad y organizaciones maléficas, compuestas por seres desencarnados que continúan viviendo sus pasiones y tratan de arrastrar a los humanos hacia la maldad y el crimen. Son los demonios a que hacen referencia las iglesias del cristianismo. Y buscan continuar sus gamberradas y la acción de sus odios, rebeldías y maldad de todo género, influyendo en aquellas personas con sentimientos ruines, azuzando sus bajas pasiones. No obstante, esas fuerzas negativas nada podrán hacer en vosotros si no les dais cabida. Las pasiones e imperfecciones humanas, son las puertas de entrada a esas influencias maléficas. No lo olvidéis. La venganza es un sentimiento de las almas ruines, que les liga con el ofensor o enemigo al pasar el umbral del Más Allá, ocasionando grandes sufrimientos. Y a más de eso, volviendo a ligarlo como humano, en alguna de las siguientes vidas planetarias. 

Aquellos que, impregnados de creencias religiosas, manteniendo todavía conceptos dogmáticos apartados de la Verdad, y que obrando mal creen que, arrepintiéndose y confiando sus faltas y actos de maldad a los oídos de un confesor puedan quedar libres de esas deudas espirituales, o indultados por hombres que se atribuyen poderes divinos; están en un craso error. Ni el arrepentimiento, ni la confesión, ni la penitencia les darán el perdón; porque, el perdón no existe en lo espiritual. Existe la Ley justa de: a cada cual según sus obras. Y toda transgresión a la Ley del Amor, produce un desequilibrio en la sección espiritual del causante, cuyo equilibrio tendrá que ser restablecido por el mismo causante: ya por el amor, ya por el dolor. ¡No nos engañemos con espejismos! Termino mi exposición y análisis, con una llamada a vuestra razón: 
Perdonad todo agravio y ofensa que os hagan y seréis los más gananciosos. ¡Engrandeceos por el perdón! ¡Perdonad siempre!. 

Sebastián de Arauco 

Extraído de la revista espirita " Amor paz y caridad" 

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                            LEY DE 

      CONSECUENCIAS

¿ Los animales , los niños pequeños y los enfermos psíquicos, están sometidos a la Ley de Causa y Efecto?.-

        La Ley de Consecuencias, como todas las leyes cósmicas, es una ley perfecta, por lo que necesariamente es una ley justa. Actúa rectificando los errores cometidos libre y voluntariamente, en plena conciencia de los actos, por tanto a los seres no racionales no les afecta, pues aunque han tenido voluntad o decisión en sus acciones, no han tenido libre albedrío al no haber tenido una mente racional con conciencia.
      Los animales a diferencia de los seres humanos  no tienen libre albedrío en la comisión de sus actos, así como no lo tienen los humanos que permanecen  bajo el efecto de una obsesión espiritual o de una enfermedad  psíquica o de locura; por tanto sus actos irracionales quedan fuera de la acción de la Ley de Consecuencias. Sin embargo,  los casos de obsesiones que actúan bajo el aspecto de la locura, o cuando niños pequeños que son la imagen de la inocencia, sufren enfermedades o accidentes, está claro que no son fruto de actos irresponsables de su  corta vida actual, sino que se remontan a su pasado espiritual y son  el resultado  de la aplicación de esta Ley natural  rectificadora y moldeadora de la conducta humana.
       Los animales, por carecer de los atributos del alma humana  que les puedan responsabilizar por sus actos,  tampoco  están sujetos a esta ley de Causa y Efecto, y esto viene a ser la norma para todas las  especies  animales que solo obedecen a  un  instinto  irracional por el que se mueven y actúan.  Sin embargo vemos casos de ciertos ejemplares que desde su nacimiento, aparecen  enfermos, disminuidos o cautivos,  por lo que  parecen sufrir karma. Pero  es de comprender que esto es solo una apariencia, pues en justicia no pueden sufrir por algo que hayan podido hacer anteriormente fuera de su razón y de su voluntad.  Sin embargo, el sufrimiento siempre actúa como acicate impulsor en la evolución y desarrollo del alma. Esta  circunstancia  que parece contradecir el justo y equilibrado funcionamiento de las leyes divinas, la atraviesan muchas almas animales, siempre inocentes, precisamente para impulsar sus evoluciones individuales mediante la experiencia de existencias difíciles o dolorosas, como consecuencia de  circunstancias anómalas dentro de la naturaleza de su especie y que finalmente les van conduciendo para adquirir sentido del bien y del mal.
       En cualquier caso, aunque a veces cueste comprender la Luz de la Verdad en cuanto nos rodea, lo que tendremos siempre claro es que todo cuanto existe y acontece, tiene su razón justa de ser así y de existir, y que nada absolutamente escapa a la Perfecta Voluntad del Creador que mueve y sustenta  cada detalle del  Universo.
        El caso de los niños  o los dementes, es semejante al de los demás seres irracionales, pues ellos no generan karma con sus actos irresponsables durante una  etapa en que no tienen conciencia del bien y del mal, sin embargo si vemos como muchas veces en la infancia se manifiestan en ocasiones enfermedades  o calamidades, que en  una gran parte de los casos se deben a consecuencias del pasado.
       Se podría sintetizar que están libres de generar karma, pero  como espíritus que tienen un pasado en el que han podido actuar libremente haciendo mal  con plena conciencia y voluntad,  en el momento de su vida presente, bajo un aspecto físico de inocencia, no están libres en absoluto de poder  recoger los efectos de causas anteriores, pues si como humanos y menos aún irracionales,  no comprenden  las causas de sus dolores o sufrimientos, mas tarde cuando despierten de nuevo como espíritus libres, si que estarán en condiciones de evaluar aquello por lo que han pasado en su vida terrenal, y de ello sacarán sus lecciones aprendidas y las  consecuencias provechosas para su marcha evolutiva en general.
             No podría poner final a esta cuestión, sin antes volver a recordar que  respetar y proteger a los animales, así como a los niños y a los dementes, aunque en este último caso a veces resulta especialmente duro o difícil,  es  siempre un deber  humano y cristiano.

- Jose Luis Martín -
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    “Aunque el acto instintivo no tenga el carácter de inteligente, revela una causa inteligente esencialmente previsora”.

                     - Allán Kardec- ( El Génesis-cap.3-12)-

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CAUSAS ANTERIORES DE LAS AFLICCIONES
Tomado del Evangelio Según el Espiritismo . Allan Kardec

6. Pero si bien hay males cuya primera causa es el hombre en esta vida, hay otros, por lo menos en apariencia, que le son completamente extraños y que parecen alcanzarlo como por una fatalidad. Tal es, por ejemplo, la pérdida de seres queridos y de los que son el sostén de la familia; tales son también los accidentes que ninguna previsión puede evitar; los reveses de la fortuna que frustran todas las medidas de prudencia; las plagas naturales y las enfermedades de nacimiento, sobre todo aquellas que quitan a los infelices los medios de ganarse la vida con su trabajo, como las deformidades, el idiotismo, la imbecilidad, etc. Aquellos que nacen en semejantes condiciones, seguramente, nada hicieron en esta vida para merecer una suerte tan triste, sin compensación y que no podían evitar, impotentes para cambiar por sí mismos y que les deja a merced de la conmiseración pública.

¿Por qué, pues, seres tan infelices, mientras que a su lado, bajo un mismo techo, en la misma familia, otros son favorecidos bajo todos los aspectos? ¿Qué decir, en fin, de esos niños que mueren en edad temprana y no conocieron de la vida más que el sufrimiento? Problemas que ninguna filosofía pudo resolver aún, anomalías que ninguna religión pudo justificar y que serían la negación de la bondad, de la justicia y de la providencia de Dios, en la hipótesis de que el alma sea creada al mismo tiempo que el cuerpo y que su suerte esté irrevocablemente fijada después de una estada de algunos instantes en la Tierra. ¿Qué hicieron esas almas que acaban de salir de las manos del Creador, para soportar tantas miserias en este mundo y merecer en el futuro, una recompensa o un castigo cualquiera, cuando no pudieron hacer ni bien ni mal? Sin embargo, en virtud del axioma de que todo efecto tiene una causa, esas miserias son efectos que deben tener una causa; y desde que se admita un Dios justo, esa causa debe ser justa, luego precediendo siempre la causa al efecto y puesto que aquella no está en la vida actual, debe ser anterior a ella, es decir, pertenecer a una existencia precedente. Por otro lado, no pudiendo Dios castigar por el bien que se hizo, ni por el mal que no se hizo, si somos castigados, es porque hicimos mal; si no hicimos mal en esta vida, lo hicimos en otra. Esta es una alternativa de la que es imposible evadirse y en que la lógica dice de que lado está la justicia de Dios. El hombre, pues, no es castigado siempre o completamente castigado, en su existencia presente; pero nunca se evade a las consecuencias de sus faltas. La prosperidad del malo sólo es momentánea y si no expía hoy, expiará mañana, mientras que el que sufre, sufre por expiación de su pasado. La infelicidad que en un principio parece inmerecida, tiene su razón de ser y el que sufre puede decir siempre: “Perdóname, Señor, porque he pecado”.

7. Los sufrimientos por causas anteriores, son, con frecuencia, como los de las faltas actuales, consecuencia natural de la falta cometida; es decir, que por una injusticia distributiva rigurosa, el hombre sufre lo que hizo sufrir a los otros; si fue duro e inhumano, podrá a su vez ser tratado con dureza y con inhumanidad; si fue orgulloso, podrá nacer en una condición humillante; si fue avaro, egoísta, o si hizo mal uso de su fortuna, podrá ser privado de lo necesario; si fue mal hijo, podrá sufrir con sus propios hijos, etc. Así se explican, por la pluralidad de existencias y por el destino de la Tierra como mundo expiatorio, las anomalías que presenta la repartición de la felicidad y la infelicidad entre los buenos y malos en este mundo. Esa anomalía no existe en apariencia, porque se toma su punto de vista desde la vida presente; pero si uno se eleva con el pensamiento de manera que pueda abarcar una serie de existencias, se verá que cada uno recibe la parte que se merece, sin perjuicio de la que le es dada en el mundo de los Espíritus y que la justicia de Dios jamás es interrumpida. El hombre nunca debe perder de vista que está en un mundo inferior, donde sólo es mantenido por sus imperfecciones. A cada vicisitud debe decirse que si perteneciese a un mundo más elevado, eso no ocurriría y que de él depende no volver más a este mundo, trabajando por su perfeccionamiento.

8. Las tribulaciones de la vida pueden ser impuestas a los Espíritus endurecidos o muy ignorantes para hacer una elección con conocimiento de causa, pero son elegidas libremente y aceptadas por los Espíritus arrepentidos, que quieren reparar el mal que hicieron e intentar hacerlo mejor. Tal como aquél que habiendo hecho mal su tarea, pide que se le permita empezarla de nuevo para no perder el beneficio de su trabajo. Estas tribulaciones son, pues, a la vez, expiaciones por el pasado que castigan y pruebas para el porvenir que preparan. Rindamos gracias a Dios que en su bondad concede al hombre la facultad de la reparación y no lo condena irrevocablemente por la primera falta.

9. Entre tanto, no es necesario creer que todo sufrimiento soportado en este mundo sea, necesariamente, el indicio de una falta determinada; con frecuencia, son simples pruebas escogidas por el Espíritu para acabar su depuración y apresurar su adelantamiento. Así, la expiación sirve siempre de prueba, pero la prueba no es siempre una expiación; mas, pruebas o expiaciones, son siempre señales de una inferioridad relativa, porque lo que es perfecto no tiene necesidad de ser probado. Un Espíritu puede, pues, haber adquirido un cierto grado de elevación, pero queriendo avanzar más aún, solicita una misión, una tarea a cumplir, por la que será tanto más recompensado si sale victorioso, cuanto más penosa haya sido la lucha. Tales son, especialmente, esas personas de instintos naturalmente buenos, de alma elevada, de nobles sentimientos innatos, que parece que nada trajeron de malo de su existencia precedente y que sufren con una resignación muy cristiana, los mayores dolores, pidiendo a Dios para soportarlos sin lamentaciones. Por el contrario, se pueden considerar como expiaciones las aflicciones que excitan las quejas y conducen al hombre a revelarse contra Dios. El sufrimiento que no excita lamentaciones, sin duda, puede ser una expiación; pero más bien es un indicio de que fue escogido voluntariamente y no impuesto, y la prueba de una fuerte resolución, lo que es señal de progreso.

10. Los Espíritus no pueden aspirar a la felicidad perfecta sino cuando son puros; toda mancha les cierra la entrada en los mundos felices. Lo mismo sucede a los pasajeros de un navío infestado por la peste, a los que les está prohibido entrar en una ciudad hasta que se hayan purificado. Los Espíritus se despojan poco a poco de sus imperfecciones en sus diversas existencias corporales. Las pruebas de la vida adelantan cuando se sobrellevan bien; como expiaciones, borran las faltas y purifican; es el remedio que limpia la llaga y cura el enfermo; cuanto más grave es el mal, más enérgico debe ser el remedio. El que sufre mucho, debe decirse que tenía mucho que expiar y alegrarse de curar muy pronto; depende de él hacer este sufrimiento provechoso con su resignación y no perderle los frutos con las lamentaciones, sin lo cual tendría que empezar de nuevo.

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DECÁLOGO PARA LOS MÉDIUMS

1)RINDE CULTO AL DEBER. 
No existe la fe constructiva donde falta el respeto al cumplimiento de la obligaciones que nos competen. 

2)TRABAJA ESPONTÁNEAMENTE 
la mediumnidad es un ardo divino al que el óxido de la pereza enmohece y destruye. 

3)NO TE CREAS MAYOR NI MENOR 
Como los árboles provechosos esparcidos en el suelo,cada talento mediúmnico tiene su utilidad y su expresión. 

4) NO ESPERES RECOMPENSA EN EL MUNDO 
Las dádivas del Señor,como lo son el fulgor de las estrellas y la caricia del manantial,la luz de la plegaria y la bendición del coraje,no tienen precio en la tierra. 

5)NO CENTRALICES LA ACCIÓN 
Todos los compañeros están llamados a cooperar en el conjunto de las buenas acciones,a fin de que se promuevan a la posición de escogidos para tareas mas elevadas. 

6)NO TE ENCARCELES EN LA DUDA 

El bien,antes de exteriorizarse por intermedio de tal o cual intérprete de la verdad,procede originariamente de Dios. 

7)ESTUDIA SIEMPRE 

La luz del conocimiento resguardará tu Espíritu de las celadas de la ignorancia. 

8)NO TE IRRITES 

Cultiva caridad y ternura,comprensión y tolerancia,porque los mensajeros del amor encuentran enorme dificultades para expresarse con certeza a través de un corazón conservado en vinagre. 

9)DISCULPA SIN CESAR 

El ácido de la crítica no empeora tu realidad,como tampoco la plaga del elogio podría cambiar tu verdadera forma de ser;aunque no incluyan en la categoría de mistificador o embustero olvida la ofensa con que golpean tu rostro,conserva el tesoro de la conciencia limpia y prosigue,convencido de que cada uno percibe la vida según el punto de vista en que se coloca. 

10)NO TEMAS A LOS PERSEGUIDORES 

Piensa en la humildad del Cristo y recuerda que incluso él,el ángel con aspecto de hombre,estaba rodeado de adversarios gratuitos y de verdugos crueles,en el momento en que con sudor y lágrimas redactó en la cruz el divino poema de la eterna resurrección. 
ANDRÉ LUIZ

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martes, 26 de abril de 2016

Sócrates y la inmortalidad del alma


   
EL DIOS DE LOS 

ESPIRITAS (2ª parte) 


“Creemos que Dios ha impuesto a la Creación una ley inalterable: El bien”. “Creemos que se debe adorar a Dios, amando y practicando el Bien”. 
“Creemos que para adorar a Dios no hay necesidad de templos ni de sacerdotes, siendo su mejor altar el corazón del hombre virtuoso, y su mejor culto una moralidad intachable”. 
Que Dios no exige que el hombre profese determinada religión, sino que sea humilde, y sobre todo que ame a su prójimo como a sí mismo”. 
“Creemos en la existencia del alma o Espíritu, ser inmaterial, inteligente, libre en sus acciones y estrictamente responsable de ellas ante Dios”. 
“Creemos en la inmortalidad del alma”. 
“Que cada Espíritu es premiado o corregido según sus obras”. 
“Que las penas nunca son eternas, y que Dios acoge siempre bondadosamente al Espíritu que se arrepiente, apartándose del camino del mal”. 
“Que en el espacio hay infinidad de mundos habitados por seres pensadores, sometidos como nosotros a la ley del progreso universal e infinito que conduce a Dios”. 
“Que el Espíritu, antes de alcanzar la bondad eterna, puede elevarse o detenerse en jerarquía, según su albedrío, pero no puede retroceder ni sufrir una retrocreación, es decir, no puede transformarse su esencia en otra inferior”. 
“Y creemos, por último, que el Espiritismo, como ciencia consagrada a los trascendentales estudios de la verdad suprema, está llamado a regenerar el mundo, inculcando en el corazón de los hombres las sublimes verdades que enseña”. 
Esto creíamos ayer, esto creemos hoy y esto seguiremos creyendo mientras la ciencia y la razón, no pronuncien otro credo más armónico con la grandeza de Dios; en tanto llega ese día, seremos Cristianos Espiritistas Racionalistas, veremos en Dios la causa primera, en la ciencia su eterna manifestación, y en la razón humana la síntesis del progreso universal. 

Amalia Domingo Soler

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                                        EVOLUCIÓN


.-¿Cuando comenzó la evolución del  Espíritu humano ?

El Ser comenzó a ser humano cuando el alma animal procedente de su anterior etapa evolutiva, tras ir adquiriendo las experiencias psíquicas a través de su paso por diversas especies animales,  llegó a evolucionar madurando   psíquicamente  abandonando  definitivamente  sus experiencias en el Reino animal y alcanzar  la etapa humana  cuando tomó conciencia de su individualidad; entonces  a partir de  ese grado de madurez animal instintiva e irracional, comenzó su andadura evolutiva como Espíritu  sencillo e ignorante, pero  forjado de la propia Esencia Divina Creadora, lo que le confiere casi infinitas potencialidades..  
La cuestión del momento de su madurez para comenzar su andadura humana, no se restringe a su nacimiento como Espíritu en este planeta Tierra, sino que cuando el Espíritu habitó la Tierra por primera vez como ser humano, este ya había en muchos casos, comenzado su andadura en otros mundos planetarios, más o menos adelantados, que vinieron aquí para continuar su particular camino evolutivo.
En todo caso, es un misterio desconocido al ser humano, pero al paso de nuestro crecimiento evolutivo, posiblemente lleguemos algún día a comprender esta cuestión.
Lo que si sabemos, aunque al comienzo de su andadura evolutiva el Espíritu humano es sencillo e ignorante,  ya contiene  en sí mismo  todos los atributos Divinos latentes que después deberá desarrollar  hasta grados infinitos  con el  transcurso de su desarrollo en el tiempo a través del proceso reencarnatorio. El Espíritu del hombre aquí no termina su evolución, que es infinita, sino que seguirá trascendiendo también  algún día  la actual etapa humana y llegará  a etapas de angelitud  más próximos a  la comprensión y plenitud de la Mente Creadora.
La evolución del Espíritu humano supone  un incesante impulso hacia delante, hacia una inalcanzable perfección total, que no cesa. Así continúa progresando  permanentemente, aunque por un lapso de tiempo se pueda estancar voluntariamente, pero finalmente la propia ley de reajuste espiritual lo  termina por impulsar hacia delante, pues el Ser espiritual  siempre presiente o comprende que es lo que le falta para ser del todo feliz, y eso le impulsa en su resolución de conquistarlo. Así,  cada  existencia  humana es una continuación del grado de  evolución que  llegó a conquistar en  su  vida anterior.
Como ya se puede comprender, en  la  ley de la Reencarnación está la clave de este proceso. Lo que no pudo superar  o aprender  el Ser  espiritual en una vida,  se lo encuentra nuevamente en la siguiente, hasta que al fin consigue superarlo y asimilarlo.  Lo que no se asimila o no se supera en una  existencia humana,  nos lo volvemos a encontrar por delante en  otras existencias  humanas  futuras  hasta que al fin logramos superarlo o conquistarlo definitivamente, y es en ese momento cuando aquel aspecto que no habíamos superado antes,  deja de ser  como una asignatura pendiente y  este esfuerzo  para lograrlo nos habrá hecho  madurar y ganar esos grados de felicidad que ahora nos parecen inalcanzables.

- José Luis Martín -

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         “Somos diamantes brutos,recibiendo lapidación para retener, en las aristas,el fulgor de las estrellas”
                                          -Divaldo Pereira Franco-


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COMPROBACIÓN UNIVERSAL DE LA 

ENSEÑANZA DE LOS ESPÍRITUS

 
                   Autoridad de la doctrina espiritista

Si la doctrina espiritista fuese una concepción puramente humana no tendría otra 
garantía que las luces del que la hubiera concebido, y nadie en la tierra podría tener la 
pretensión fundada de poseer él solo la verdad absoluta. Si los espíritus que la han 
revelado se hubiesen manifestado a un solo hombre, nada garantizaría su origen, porque 
sería menester creer bajo su palabra al que dijera que había recibido sus enseñanzas. 
Concediéndole una completa sinceridad, a lo más, podría convencer a las personas que le 
rodeasen; podría tener secretarios, pero nunca conseguiría reunir a todo el mundo. 
Dios ha querido que la nueva revelación llegase a los hombres por un camino 
más rápido y más auténtico, por esto ha encargado a los espíritus el llevarla de uno a 
otro polo, manifestándose en todas partes, sin conceder a nadie el privilegio exclusivo 
de oír su palabra. Un hombre puede ser engañado puede engañarse a sí mismo, más no 
podría suceder lo mismo cuando millones de ellos ven y oyen la misma cosa: esto es una 
garantía para cada uno y para todos. Por otra parte, puede hacerse desaparecer a un 
hombre, pero no puede hacerse que desaparezcan las masas; pueden quemarse los libros, 
pero no se pueden quemar los espíritus; pues si se quemaran todos los libros, el origen 
de la doctrina no sería menos invulnerable, por lo mismo que no está en la tierra, sino 
que surge de todas partes y que todos pueden obtenerla. A falta de hombres para 
explicarla, habrá siempre espíritus que alcanzan a todo el mundo y a quienes nadie puede 
alcanzar. 
En realidad, los mismos espíritus son los que hacen la propaganda, con el auxilio 
de innumerables médiums. que ellos mismos suscitan en todas partes: Si no hubiesen 
tenido más que un intérprete, por favorecido que se viera, apenas se conocería el 
Espiritismo; este mismo intérprete, a cualquier clase que perteneciése, sería objeto de 
prevención de muchas gentes, no le hubieran aceptado todas las naciones; mientras que 
comunicándose los espíritus en todas partes, a todos los pueblos, a todas las sectas y a 
todos los partidos, son aceptados por todos. El Espiritismo no tiene nacionalidad y está 
fuera de todos los cultos particulares; no se ha impuesto por ninguna clase de la 
sociedad, puesto que cada uno puede recibir instrucciones de sus parientes y de sus 
amigos de ultratumba. Así debía ser para que pudiese llamar a todos los hombres a la fraternidad, pues de no colocarse en un 
terreno neutral, hubiera mantenido las discusiones en vez de aclamarlas. 
Esta universalidad en la enseñanza de los espíritus constituye la fuerza del 
Espiritismo y esta es también la causa de su rápida propagación; mientras que la voz de 
un solo hombre, aun cuando hubiese tenido el auxilio de la prensa, hubiera tardado 
siglos en ser oída de todos. Ahora tenéis millares de voces que se hacen oír 
simultáneamente en todas partes para proclamar los mismos principios y transmitirlos, 
tanto a los más ignorantes como a los más sabios a fin de que nadie quede desheredado. 
De esta ventaja no ha gozado ninguna de las doctrinas que han aparecido hasta hoy. Sí, 
pues, el Espiritismo es una verdad, no teme ni la mala voluntad de los hombres, ni las 
revoluciones morales; ni los cataclismos físicos del globo, porque nada de todo esto 
puede alcanzar a los espíritus. 

- Allan Kardec -

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SÓCRATES
Y LA INMORTALIDAD DEL ALMA


En al año 399 antes de la era cristiana, el Tribunal de los Heliastas, constituido por representantes de las diez tribus que componían la demócrata Atenas, se reunía con sus 501 integrantes para cumplir una obligación muy difícil.
        Representantes del pueblo, escogidos al azar,  estaban allí para juzgar el filósofo Sócrates.
        El pensador era acusado de rechazar a los dioses del Estado y corromper a la juventud.
        Figura muy controvertida Sócrates era admirado por unos, criticado por otros.
Tenía la costumbre de andar por las calles con  grupos de jóvenes, enseñándolos a pensar, a cuestionar sus propios conocimientos acerca de las cosas y de ellos mismos.
        Sócrates desarrolló el arte del dialogo, la mayéutica, ese momento del “parto”intelectual, de la búsqueda de la verdad en el interior del hombre.
Sus palabras “Sólo sé que no sé nada” representan la sabiduría más grande de un ser reconociendo su ignorancia, reconociendo la necesidad de aprender, buscar la verdad
        Por eso, fue sabio y más allá de sabio, ofreció ejemplos inigualables de conducta moral.
Vivió sencillamente y siempre reflexionó acerca del mundo materialista, de los valores ilusorios del ser  y de las creencias vigentes en la sociedad.
Delante de sus acusadores fue capaz de dejarles lecciones importantísimas, como cuando afirmó:
“No tengo otra ocupación sino esa de persuadiros a todos, jóvenes y viejos, para que cuidéis menos de vuestros cuerpos y de vuestros bienes que la perfección de vuestras almas.”
El gran filósofo fue condenado a la muerte por cerca de 60 votos de diferencia.
        La gran mayoría incentivaba a que él intentase negociar su pena, asumiendo el crimen, librándose así de la punición capital con el pago de algunas monedas.
Seguramente todos saldrían con las consciencias menos culpables.
                             Todos, menos Sócrates que, de ninguna manera, se permitió actuar en contra de sus principios de moralidad. Así, aceptó la pena impuesta.
Aprisionado durante 40 días, tuvo la oportunidad de huir, una vez que sus amigos encontraron una forma ilícita de darle la libertad.
No la aceptó. No se permitió ser deshonesto con la ley, aunque esta lo hubiera condenado injustamente. Una vez más ejemplificó la grandeza de su alma.
Y fueron extremadamente tranquilos los últimos instantes de Sócrates en La Tierra.
Una calma espantosa invadía su semblante y causaba la admiración en todos los que iban a visitarlo.
                      Indagado acerca de tal sentimiento, el pensador reveló lo que le animaba el espíritu:
        “Todo hombre que llega adonde voy a ir ahora, ¡qué gran esperanza no tendrá, de que poseerá allí lo que buscamos en esta vida con tanto trabajo!
Este es el motivo que el viaje que me ordenan me llena de tan dulce esperanza.”
Si, Sócrates tenía la seguridad interior de la inmortalidad del alma y lo expresó claramente en varios momentos de sus diálogos.
La perspicacia de sus pensamientos y reflexiones ya había llegado a tal conclusión lógica.
El gran filósofo partía seguro que continuaría su tarea, que proseguiría pensando, dialogando y que desvendaría un nuevo mundo, una nueva perspectiva de la vida, que es una sola, sin muerte, sin destrucción.
 El Codificador de la Doctrina Espírita, Allan Kardec, preguntó a los inmortales:
        “En el instante de la muerte, ¿cuál es el sentimiento que prevalece en la gran mayoría de los hombres: la duda, el temor o la esperanza?”
Y los Espíritus le contestan: “La duda, para los escépticos empedernidos; el temor, para los que son culpables; la esperanza, para los hombres de bien.”
Que podamos todos, a ejemplo de Sócrates, dejar este mundo con el corazón lleno de esperanza.
Redacción del Momento Espírita con base en los  libros: O Fédon, de Platão, Coleção Filosofia –  Textos nº 4. ed. Porto y Apologia de Sócrates, de Platão, Coleção Aos pensadores, ed. Nova Cultural – Brasil

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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