LOS
VIVOS DEL MÁS ALLÁ
“Y
estaban hablando con él dos varones que eran Moisés y Elías”
(Lucas 9:30).
Varias
escuelas religiosas, defendiendo tal vez determinados intereses del
sacerdocio, aseguran que el Evangelio no presenta bases al movimiento
de intercambio entre los hombres y los espíritus desencarnados que
los precedieron en la jornada del Más Allá…
Entre
tanto, en este pasaje de Lucas, vemos al Maestro de los Maestros
hablando con dos entidades llegadas de la esfera invisible de la que
el sepulcro es la puerta de acceso.
Además,
en diversas circunstancias encontramos a Cristo en contacto con almas
perturbadas o perversas, aliviando los padecimientos de infortunados
perseguidos.
Todavía,
la mentalidad dogmática encontró ahí la manifestación de Satanás,
enemigo eterno e insaciable.
Aquí,
sin embargo, se trata del sublime acontecimiento en el Tabor. No
vemos ninguna demostración diabólica y, sí, dos Espíritus
gloriosos en conversación intima con el Salvador. Y no podemos
situar el fenómeno en asociación de generalidades, porque los
“amigos del otro mundo”, que hablaron con Jesús en el monte,
fueron debidamente identificados. No se registró el hecho,
declarándose, por ejemplo, que se trataba de la visita de un ángel,
sino de Moisés y del compañero, dándose a entender claramente que
los “muertos” vuelven de su nueva vida.
- Camino, Verdad y Vida-
-Cuando el
evangelista Lucas nos relata en su evangelio el encuentro de Jesús
con Moisés y con Elías, en efecto nos pone de manifiesto que allí
hubo un intercambio entre los dos planos de la existencia.
Ciertamente
las religiones cristianas, han atendido al culto mas que a la verdad
y a la esencia de lo que Jesús dejó hecho y enseñado, y cuando en
este mundo alguien , por motivo de ser médium , canal natural de
intercomunicación entre ambos planos de existencia, enseguida se
han atribuido sus comunicaciones con Seres del otro plano, a
contactos con el demonio o a los malos espíritus que están en el
infierno o en el purgatorio. No han querido analizar la dimensión y
enseñanza moral que muchas veces traen estas comunicaciones, porque
en ese caso no las hubiesen podido achacar a Satanás.
Si
así fuese, se podría creer que Dios solo permite a los malos
espíritus y a los demonios, el que se comuniquen con los seres
humanos, y a los buenos espíritus, del orden que sean, se lo tuviese
vedado. De ese modo ante el hambre espiritual del ser humano, el
Padre, incomprensiblemente cruel, le permitiría solamente malas
comunicaciones de malos espíritus y demonios, para que lo engañasen
y le empujasen hacia una perdición que aun califican como
eterna(para siempre).
Así, el verdadero Padre de Amor que es Dios, tal como lo
comprendemos por la magna obra perfecta de su creación, con el Ser
humano creado por El, habría dejado de ser un Padre amoroso
,convirtiéndose en un enemigo desigual y terrible, cuyo azote serían
esos espíritus malignos o demonios.
Las religiones cristianas establecidas, se han escudado en la
prohibición mosáica de entablar relación con los muertos, pero no
se ha analizado que se desprende de bueno o malo en esas
comunicaciones, y otras veces se habrá ocultado el verdadero motivo
de esta prohibición: Han hecho de estas cosas, en su mayoría
supersticiones, una nueva y lucrativa profesión. Algo tan simple
como lo es el abuso desmedido de tantos adivinos, sortilegios y
contactos con espíritus de baja condición, buscando resolver cosas
banales de tantos curiosos, y de paso llenarse los bolsillos y
ascender en el escalafón social. Este abuso , tal como hoy en día
desgraciadamente sigue sucediendo, llevó a ser víctimas del engaño
y del fraude a tantas personas estafadas y burladas por algo que no
debe ser motivo de escándalo sino de respeto y seriedad. De ahí la
prohibición de Moisés.
El pasaje de Jesús hablando con los dos aparecidos, no deja duda,
no solo de que este intercambio es posible, sino lícito y útil,
cuando el motivo no es el perseguir un bien material, o el morbo,
sino el aprendizaje , la orientación espiritual y la asistencia
fraterna entre seres de ambos lados de la Vida. Asimismo en los
Evangelios aun hay otros pasajes en los que Jesús ordena y manda a
entidades perturbadoras que ante su tremendo poder espiritual, le
obedecen de inmediato, liberando y curando a tantos enfermos y
obsesados.
El episodio del encuentro en el Tabor, lo podremos utilizar cuando
la sinrazón de algunos nos acuse de que en el Espiritismo que
abrazamos, la mediumnidad es algo satánico y prohibido por Dios. Ya
vamos teniendo las cosas mas claras: La mediumnidad no es algo
satánico, sino un medio natural de comunicar con el otro lado, que
Dios no prohíbe porque si así fuese esa prohibición sería para
ambos lados
de la Vida, y el intercambio entre ambos planos acontece con
Espíritus de todos los niveles y categorías, incluidos los
Superiores que jamás podrían desobedecer a Dios.
La
mediumnidad no obliga a manifestarse a los seres espirituales; por
tanto no se les perturba cuando se les invoca, porque su intervención
con el médium siempre es absolutamente voluntaria. Del mismo modo
que no se les perturba cuando los que les llaman y evocan, son
gentes que en oración lo hacen bajo la forma admitida por
determinada religión.
Para concluir, agradezcamos a Dios por esta valiosa herramienta
espiritual que es el intercambio mediúmnico, y por la venida y presencia de Jesús, por cómo
nos ejemplificó su correcto uso, demostrando la realidad de la Vida
eterna.
- José Luis Martín-
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REFLEXIONES EN LA OBRA DE KARDEC
Cada uno lo interpretamos de una manera, casi siempre como marcan las creencias que hemos concebido, algunos con concepciones absurdas que debemos respetar.
Kardec ofrece, en toda su obra, instrucciones y ejemplos para el uso del buen juicio y aconseja la consulta, en casos de dificultad, a personas reconocidamente capaces de resolver problemas con lucidez. No habiendo en el Espiritismo dogmas de fe, todo puede ser apreciado y discutido en términos de buen sentido o de buena razón.
Siempre a causa de las dudas, es que buscamos la verdad de todas las cosas. En nuestra doctrina, el Espiritismo, la duda es considerada como condición necesaria para la búsqueda de la verdad. Kardec la aconseja como método de control de las manifestaciones mediúmnicas y del estudio de los principios doctrinarios.
No habiendo en el Espiritismo dogmas de fe, todo puede ser apreciado y discutido en términos de buen sentido o de buena razón. Descartes aconsejaba evitar dos elementos peligrosos para el raciocinio: El preconcepto y la precipitación. Kardec agrega a ello la necesidad de vigilancia en lo relacionado con laa vanidad humana, que lleva a personas cultas o incultas a considerarse capaces de reformulaciones doctrinarias con la única base de sus opiniones personales.
La necesidad de la certeza en la orientación del conocimiento en un mundo en que todo ocurre en el plano de lo relativo, exige un criterio científico de evaluación de los datos obtenidos en la práctica doctrinaria.
La Tierra no parece aun preparada para dar el salto cósmico que se aproxima a dar. Pero podemos notar a lo largo de la historia, que la técnica divina parece apoyarse en un principio de tensión máxima para hacernos avanzar. La indolencia humana, la tendencia hacia lo cómodo, el apego a la vida como ella es, solo puede ser removido por medios compulsivos.
Solo por el impacto del dolor, el hombre se liberará de sus lacras para encontrar la vida en abundancia de que Jesús habló. Los años, los siglos, los milenios pasan rápidos en dirección a la eternidad sin límites. No podemos fermentar en la Tierra indefinidamente, como lo haríamos si las leyes divinas no nos forzasen a buscar con mayor rapidez los objetivos vedaderos de nuestra existencia.
Todas las religiones actuales están superadas por el avance general de la cultura terrena. Todas las estructuras sociales de nuestro mundo están agotadas.La misma cultura, que nos parece tan adelantada, se arrastra todavía amarrada a los conceptos de un pasado muerto. La mayoría de la población del planeta sufre el suplicio de Tántalo. La miseria y las enfermedades diezman a millones de personas, mientras grupos privilegiados dilapidan fortunas colosales. Los gastos de armamentos succionan el sudor y la sangre de los pueblos. El egoísmo no fue erradicado de los corazones y el ejemplo de Cristo es encarado como una simple leyenda mitológica. La idea de Dios se apaga ante la enormidad de las amenazas y de las calamidades que azotan a las naciones, incluso a las más civilizadas. Sería absurdo pensar que esa situación infernal ha de proseguir indefinidamente. El principio de la tensión máxima está en función y hemos de ser forzados a avanzar hacia situaciones más dignas.
La certeza, en nuestro mundo, nunca puede llegar a ser absoluta. Ella también es relativa, pero le corresponde un máximo posible de exactitud. El tiempo de las iglesias está llegando a su fin, como le llegó a los misterios en la Antigüedad. Ellas fueron necesarias y tanto han servido como perjudicado a la humanidad, revelando en sus estructuras imperfectas las mismas fallas de que adolecen todas las obras de los hombres.
Combatamos nuestras dudas con el estudio de la Codificación Espírita, el conocimiento de las cosas es lo único que nos puede ayudar para resolver las dudas, las concepciones podrán ser muy diferentes, pero si las pasamos por el tamiz de la razón y del buen sentido, y del conocimiento de las cosas, nuestras inquietudes desaparecen y caminaremos con más seguridad, sin temor a ser engañados, tanto por los que intentan engañarnos, como por nuestras falsas concepciones de las cosas.
- Merchita Cruz-
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La Vida Superior
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León Denis |
Los cielos elevados son la patria de la belleza ideal y perfecta donde todas las artes se inspiran. Los Espíritus superiores poseen en su grado eminente el sentido de lo bello. Cada vez que el arte se revela de una forma perfeccionada en la Tierra podemos considerar que un Espíritu que ha descendido de las altas esferas ha encarnado en la Tierra para iniciar a los hombres en los esplendores de la eterna belleza. Para el alma superior, el arte, bajo sus múltiples aspectos, es una oración, un homenaje rendido al Principio eterno.
Siendo fluídico el espíritu, obra sobre los fluidos del espacio. Su voluntad poderosa los combina, los dispone a su gusto, les presta los colores y las formas que responden a su finalidad. Por medio de estos fluidos, se ejecutan obras que desafían toda comparación y todo análisis.
Toda criatura humana ambiciona la conquista de la salud integral. Con seguir la armonía entre el equilibrio orgánico, el emocional y el psíquico, en un cuadro general de bienestar, constituye un gran desafió para la inteligencia humana que, desde hace milenios, recurre a las más variadas y complejas experiencias, que han dado por resultado admirables y valiosas conquistas.
Cuando el alma virtuosa, después de haber vencido las pasiones, abandona su cuerpo miserable, instrumento de dolor y de gloria, vuela a través de la inmensidad y va a unirse con sus hermanas del espacio. Impulsada por una fuerza irresistible, recorre regiones donde todo es armonía y esplendor. El vocabulario de los hombres es muy pobre para poder explicar las grandezas del infinito, es tanta la libertad cuando se rompe los lazos que nos mantienen atados adheridos al mundo material, que podemos compararlo en su mínima parte a la del preso que cuando cumple su condena, consigue su libertad, el cuerpo muchas veces es un instrumento muy pesado para el espíritu. Liberado del, el alma irradia y se embriaga de espacio y de libertad, la felicidad terrestre, la vejez decrepita y arrugada ceden el puesto a un cuerpo fluídico de formas graciosas, forma humana idealizada que se ha hecho diáfana y brillante.
El alma encuentra allí a los que amaba en la Tierra y que le precedieron en la nueva vida, los elegidos de sus afectos, sus compañeros de labor y de sufrimiento. Ellos la esperan como si viniera de un largo viaje, y puede comunicarse libremente con ellos, expansionado y lleno de felicidad siente más vivamente los recuerdos de la Tierra y la comparación y diferencias de ambas vidas, la actual de gozo, y la pasada en la Tierra, llorando de alegría por su triunfo, rodeado de todos los que participaron de sus buenos y malos días, están aglomerados a su alrededor, despertando súbitamente su memoria, produciéndose entre ellos explosiones de felicidad , efusiones que no se sabe exponer en la tierra.
Al liberarse del vestido carnal, sus percepciones se han multiplicado, ya no tiene limites, ya no existen horizontes limitados. El infinito profundo, luminoso se despliega ante el con todas sus maravillas, con sus millones de soles, sus hogueras multicolores. Todo lo que le rodea es como antorchas, moviéndose y gravitando a su alrededor, son como globos de fuego arrojados al vació por la manos de un invisible prestidigitador.
El hombre no puede percibir esa calma, el majestuoso silencio de los espacios que llena al alma de un sentimiento augusto, de un asombro rayano en el espanto. Pero el espíritu bueno y puro es inaccesible al espanto. Ese infinito, silencioso y frió para los Espíritus inferiores, se anima muy pronto para el y le deja oír su voz poderosa. El alma, separada de la materia, percibe poco a poco las vibraciones melodiosas del éter, las delicadas armonías que descienden de las colonias celestes; oye el ritmo imponente de las esferas. Esos cantos de los mundos, esas voces de lo infinito que resuenan en el silencio, los percibe y se penetra de ellos hasta el arrobamiento. Recogida, embriagada, henchida de un sentimiento grave y religioso, de una admiración que no puede ser saciada, el alma se baña en las olas del éter, contempla las profundidades siderales, las legiones de Espíritus – sombras frágiles, ligeras que flotan y se agitan en ámbitos de luz. Asiste a la génesis de los mundos; sigue el desenvolvimiento de las humanidades que los pueblan, y en ese espectáculo comprueba que en todas partes la actividad, el movimiento y la vida se unen ordenadamente en el Universo.
El Espíritu que a conseguido la perfección, cualquiera que sea su grado de adelanto no puede aspirar a vivir indefinidamente en esa vida superior. Sujeto a la reencarnación, esa vida no es más que un tiempo de reposo, una compensación por los males sufridos, una recompensa ofrecida a sus méritos. En ese mundo se empapa y fortifica para futuras luchas. Pero, sin olvidar, que en el porvenir que le espera, no volverá a encontrar ya las angustias y las preocupaciones de la vida terrena. El Espíritu elevado está llamado a renacer en mundo mejor dotados que el de la tierra. La escala grandiosa de los globos contiene numerosas gradas dispuestas para la ascensión de las almas, cada una de estas asciende por ellas gradualmente.
En las esferas superiores de la Tierra, el imperio de la materia es menor, los males en ella se atenúan a medida que el ser progresa y acaban por desaparecer. El hombre nos e arrastra por allí penosamente por el suelo, abrumado por el peso de una atmósfera pesada; se mueve con facilidad. Las necesidades corporales son nulas y también los rudos trabajos son desconocidos. La existencia es más larga, y se suele emplear en el estudio, en el compartimiento de realizaciones de una civilización perfeccionada que tiene como base la moral más pura, el respeto de los derechos de todos, la amistad y la fraternidad. Las guerras, las epidemias, las plagas, y la enfermedad no tienen acceso, y los intereses groseros, que causan tantas codicias en la Tierra, allí no dividen a los Espíritus.
Las condiciones de habitabilidad de los mundos están confirmadas por la ciencia. Esto está comprobado, por medio del espectroscopio, con el cual se ha llegado a analizar sus elementos constitutivos, a calcular su poder de atracción y a pesar su masa. Las estaciones varían de duración e intensidad, según la inclinación de los mundos con relación a su órbita.
El Espíritu cuando alcanza la perfección, ve cerrarse la serie de sus encarnaciones a través de los mundos, y ve abrirse la vida espiritual infinita, la verdadera vida, donde están desterrados el mal, la sombra y el error. La calma, la serenidad y la seguridad profunda han reemplazado a las tristezas y a las inquietudes de otro tiempo. Ha llegado el alma al fin de sus padecimientos, está segura de no volver a sufrir más.
Todo el pasado, sus multiples existencias, el recuerdo de las antiguas alarmas, de los cuidados, los dolores, se transporta a las felicidades del presente y las saborea con delicia. La convivencia con Espíritus esclarecidos, pacientes y dulces, el estar unido a ellos con vínculos de un afecto que no se turba con nada, el participar de sus aspiraciones, de sus ocupaciones, de sus gustos, el saberse comprendido, amado, liberado de las necesidades de la muerte, joven con una juventud donde ya no hacen presa los siglos…. Todo esto crea satisfacción y plenitud en el espíritu, dedicándose después, al estudio, admirar y glorificar la obra infinita, penetrando más profundamente en los misterios divinos; reconociendo por todas partes la justicia, la belleza y la bondad celestial, e identificado con ellas se abreva y se nutre de ellas; sigue a los genios superiores en sus tareas, en sus misiones; comprendiendo que podrá un día igualarlos , incluso que podrán subir aun más arriba; que siempre , siempre, nuevos goces, nuevos trabajos nuevos progresos los esperan; tal es la vida eterna, magnifica desbordante , la vida del espíritu purificado por el sufrimiento.
En las moradas etéreas se celebran fiestas espirituales. Los Espíritus puros radiantes de Luz, se agrupan por familias. Todos se conocen y se quieren. Los vínculos, los afectos que les unían en la vida material, rotos por la muerte, se restablecen para siempre. Todos estos Espíritus se conocen y se quieren, los vínculos, los efectos que los unión en la vida material, rotos por la muerte, se han restablecido para siempre. Acuden a diversos puntos del espacio y de los mundos superiores para contarse el resultado de su emprendimientos, de sus misiones, para felicitarse por sus éxitos, y para ayudarse en las tareas difíciles. Ningún resabio, ningún sentimiento de envidia se desliza en esas almas delicadas. El amor la confianza, la sinceridad presiden esas reuniones donde a su vez son recogidas las instrucciones de los mensajeros divinos, donde son aceptadas nuevas tareas que contribuyen a elevarse más.
Unos velan por el progreso y el desenvolvimiento de las naciones, y de los mundos; otros encarnan en las tierras del espacio para cumplir sus misiones de abnegación, para instruir a los hombres en la moral y en la ciencia; otros, Espíritus guías o protectores se dirigen a cualquier alma encarnada, le prestan su apoyo en el áspero camino de la existencia, la conducen desde su nacimiento hasta su muerte durante varias vidas sucesivas, acogiéndola al final de cada una de estas en el umbral del mundo invisible. En todos los grados de la jerarquía espiritual, el Espíritu desempeña su papel en la obra inmensa del progreso contribuyendo a la realización de las leyes superiores.
Por esta asistencia oculta se fortifican los vínculos de solidaridad que unen al mundo celeste con la Tierra. En ambos lados de la vida se crean simpatías profundas, amistades duraderas y desinteresadas. El amor que anima al Espíritu elevado se va extendiendo poco a poco a todos los seres al dirigirse sin cesar hacia Dios, Padre de todas las almas, centro de todos los poderes afectivos.
Esto es una pequeña idea de cómo es la vida celestial definitiva, adaptando la enseñanza de los Espíritus. Es el fin hacia el cual evolucionan todas las almas, el ambiente en el que todos los sueños de felicidad se realizan, donde las nobles aspiraciones son satisfechas, donde las esperanzas perdidas, los afectos fracasados, los transportes comprimidos por la vida material se expanden libremente. Allí, las simpatías las ternuras, las puras atracciones se juntan, se unen y se funden en un inmenso amor que abarca a todos los seres y les hace vivir en comunicación perpetua en el seno de la gran armonía.
No olvidemos que todos estamos invitados en el gran festín, pero para alcanzar estas alturas casi divinas se necesita haber abandonado las pendientes que conducen a los apetitos, a las pasiones, los deseos; es preciso haber conquistado la dulzura, la resignación, la fe, haber aprendido a sufrir sin murmurar, a llorar en silencio, a desdeñar los bienes y los goces efímeros del mundo, y aprender a poner el corazón al servicio de los vienes que no perecen.
Si queremos recorrer rápidamente la cadena magnifica de los mundos para llegar cuanto antes a las regiones etéreas, arrojemos lejos de nosotros todo lo que hace pesado nuestros pasos y dificulta nuestro vuelo. ¡Devolvamos a la Tierra todo lo que viene de la Tierra y aspiremos solo los tesoros eternos; trabajemos, oremos, consolemos y ayudemos amando, amemos hasta la inmolación! ¡Cumplamos con nuestros deberes, aun a costa del sacrificio y de la muerte! Así sembraremos la felicidad para el porvenir.
Extraído del Libro “Después de la Muerte”
León Denis
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