La creación divina: espíritu y materia
Dios se manifiesta pues, de manera permanente en todo el universo a través de su creación que no tiene comienzo, ni fin, ni límite finito. Esta creación concierne a dos elementos generales esenciales del universo: el espíritu y la materia. Ambos llevan en sí un carácter de unicidad y de eternidad, resultado de un proceso espiritual nacido directamente de
Dios. Ambos siguen siendo consecuencia de una acción de pensamiento, conducida y dirigida, de manera inmutable y universal, fuera de todo azar y de todo accidente. Este impulso creador emana de ese proceso divino y toma su fuente de un deseo amoroso donde se transmite la idea, la imagen, el pensamiento que se condensa para crear los mundos, las cosas, las formas… Hay, pues, un punto de partida, un comienzo en toda la creación de Dios, pero el origen de cómo y cuándo fueron hechos el elemento espíritu y el elemento materia, sigue siendo un misterio: en efecto, la época y la forma de esa formación son desconocidos sólo responde al principio de una voluntad divina. Por una parte la materia es el resultado de un aglomerado atómico engendrado por fuerzas gravitacionales cuya fuente es espiritual. Ya sea mineral, vegetal u orgánica, ya sea inerte o viva, esa materia responde a un principio atómico unitario nacido de lo que la fuerza creadora ha querido que fuera. No hay en la materia más que construcción elaborada de un pensamiento inteligente. Cada elemento de base está atravesado por la energía del pensamiento divino: en cada partícula, de la molécula al átomo, del átomo a las subdivisiones de la física cuántica, se revela una presencia energética de naturaleza espiritual. Por otra parte, en cuanto al espíritu, éste es definido en El Libro de los Espíritus como el principio inteligente del universo, pues la inteligencia, el pensamiento, es un atributo esencial del espíritu. El individuo, que al principio no existe como tal, también nació de un pensamiento divino, se convirtió en un átomo espiritual para devenir finalmente en espíritu. Se dice que Dios crea sin cesar espíritus de toda naturaleza. En ese instante, cada espíritu es —se verá— creado simple e ignorante como un material bruto que está por definir, por definirse, pero que lleva en sí el carácter de la individualidad. En la armonía infinita que caracteriza la creación divina, esa misma armonía exige entonces diferencias, a partir de las cuales sabrán encontrarse diferentes formas, diferentes razones de ser, diferentes naturalezas espirituales. Así pues, como consecuencia los diferentes reinos han sido pensados y creados en la fuente de Dios, que ha querido esas distinciones paralelas sobre las cuales se establece esa misma armonía. Además, aunque es incesante una correlación entre los dos, se pone en evidencia una diferencia entre el mundo espírita (de los espíritus) y el mundo material: el mundo espírita es lo principal en el orden de las cosas, es el que preexiste y sobrevive a todo. Nota: La creación divina permite entonces distinguir tres tipos de clases. Ya los seres inanimados formados de materia sola, sin vitalidad ni inteligencia, son los cuerpos brutos, la materia inerte. Luego los seres animados no pensantes, formados de materia y dotados de vitalidad, pero desprovistos de inteligencia, se incorporan aquí el vegetal, el unicelular, incluso el mundo de los insectos. Y finalmente los seres animados pensantes, formados de materia, dotados de vitalidad y que tienen además un principio inteligente que les da la facultad de pensar, son los animales y los seres humanos o extraterrestres. Cuando en este artículo hablamos de espíritu, como entidad pensante y activa, es entonces exclusivamente en referencia a esta última clase que se hace alusión por defecto, considerando en particular los seres humanos que somos. La distinción entre los animales y los seres humanos se hace entonces a nivel de la inteligencia que los anima, que en los animales está principalmente en forma de instinto: el instinto es una inteligencia rudimentaria que difiere de la inteligencia propiamente dicha en que sus manifestaciones son casi siempre espontáneas, mientras que las de la inteligencia son resultado de una combinación y de un acto deliberado que se llama razón. El instinto varía entonces en sus manifestaciones según las especies y sus necesidades. En los seres que tienen conciencia y percepción de las cosas exteriores, se une a la inteligencia, es decir a la voluntad y a la libertad.
LE JOURNAL SPIRITE N° 79 ENERO 2010
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LA OBSESIÓN
La obsesión, aún en los días actuales, constituye un tormentoso delito social. Está presente en todas partes, incitando al hombre a estudios serios.
Las grandes conquistas contemporáneas no han conseguido aun erradicarla. Ignorada de ex profeso por la llamada ciencia oficial, prosigue recogiendo en sus redes, diariamente, verdadera legiones de incautos que se dejan arrastrar a sombríos despeñaderos, en los cuales padecen irremisiblemente hasta llegar a una desencarnación lamentable cuyos efectos, generalmente, continúan después del tránsito…
Las honestísimas investigaciones del Barón de Guldenstubbe, en 1855, y las del profesor Roberto Hare, catedrático de Química, de la Universidad de Pensilvania, en 1856, llegaron a la conclusión de la realidad del espíritu preexistente a la cuna y sobreviviente al túmulo, se entregaron con afán a la verificación de la inmortalidad.
En los EE. UU. Se tornaron famosas las experiencias psiquiátricas realizadas por el Dr. Carlos Wickland quien valiéndose de la argumentación espirita, consiguió desobsesar a innumerables pacientes que llegaban, atormentados, a su consultorio.
Sin embargo, fue con Allan Kardec que se iniciaron testimonios de la inmortalidad, de la comunicabilidad de los Espíritus, de la reencarnación y de las obsesiones, cabiéndole al ilustre maestro de Lyon la honrosa tarea de presentar una terapéutica conveniente para ser aplicada en obsesados y obsesores.
A partir de la publicación de “El Libro de los Mediums” en enero de 1861, en Paris, se presenta un conjunto de reglas, un notable esquema de las facultades mediúmnicas, y un seguro estudio del Espíritu en sus diversas facetas, que culmina con el examen de las manifestaciones espíriticas, de la organización de Sociedades y de conferencias de Espíritus Elevados, que trazaron rutas de seguridad para los que ingresen en la investigación racional de los fenómenos medianímicos. A través de esta Obra magistral, fue presentada la brújula orientadora para el sano ejercicio de la mediúmnidad.
Kardec clasificó como obsesión, a la gran mayoría de los disturbios psíquicos, y elaboró procesos de recuperación del obsesado, estudiando a la luz de las reencarnaciones las causas anteriores de las aflicciones, valiéndose de un lenguaje condicente con la razón y experimentalmente demostrable.
La Codificación Kardeciana, monumento granítico levantado para los siglos venideros no resolvió el “problema del hombre”, puesto que solo al hombre le corresponde hacerlo. Sin embargo, le ofrece bases y direcciones seguras para que tenga una vida feliz, ética y socialmente armoniosa en la familia y en la comunidad donde fue llamado a vivir.
“Pululan en torno a la Tierra los malos Espíritus, como consecuencia de la inferioridad moral de sus habitantes. La acción maléfica de esos Espíritus es parte integrante de los flagelos con que la Humanidad se ve abrazada en ese mundo. La obsesión, que es uno de los efectos de semejante acción, así como las enfermedades y todas las tribulaciones de la vida, debe, pues, ser considerada como probación o expiación y aceptada como tal.”
“Los Espíritus ejercen incesante acción sobre el mundo moral y también sobre el mundo físico. Actúan sobre la materia y sobre el pensamiento y constituyen una de las potencias de la naturaleza, causa eficiente de una multitud de fenómenos hasta entonces inexplicados o mal explicados y que no encuentran explicación racional sino en el Espiritismo. Las relaciones de los Espíritus con los hombres, son constantes. Los buenos Espíritus nos atraen hacia el bien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nos ayudan a soportarlas con coraje y resignación. Los malos nos impulsan hacia el mal: les produce gozo vernos sucumbir y asemejarnos a ellos.”
“Entre los que son considerados locos, hay muchos que tan solo son subyugados; necesitarían de un tratamiento moral, por cuanto, con los tratamientos corporales se tornan verdaderos locos. Cuando los médicos conozcan bien el Espiritismo, sabrán hacer esa distinción y curaran más enfermos que con las duchas.”
“Obsesión – según Allan Kardec- es el dominio que algunos Espíritus logran adquirir sobre ciertas personas. Solo es practicada por los Espíritus inferiores que tratan de dominar. Los buenos Espíritus no infligen ningún constreñimiento. Estos nos aconsejan, combaten la influencia de los malos y si no son escuchados, se retiran. Los malos, al contrario, se aferran a aquellos a quienes pueden convertir en sus presas. Si llegan a dominar a alguien, se identifican con su espíritu y lo conducen como si fuera una verdadera criatura”. Las causas de la obsesión varían, de acuerdo con el carácter del Espíritu. A veces, se trata de una venganza que éste toma contra un individuo de quien guarda quejas del tiempo correspondiente a otra existencia. Muchas veces, no existe otra intención que la de hacer el mal: el Espíritu, como sufre, pretende que los demás sufran también; encuentra una especie de gozo en atormentarlos, en vejarlos, y la impaciencia que por esa causa la victima demuestra, más lo exacerba, porque es el objetivo que se propuso, mientras que la paciencia, termina por cansarlo…”.
“Hay Espíritus obsesores sin maldad, que denotan alguna cosa buena, pero que están dominados por el orgullo del falso saber”
Siempre hubo obsesados en cualquier época de la Humanidad.
Algunas figuras celebres en la Historia, vivieron dolorosos dramas. Nabucodonosor II, el Grande, rey de Caldea, era perturbado por Espíritu vengadores que le hicieron experimentar tormentos terribles, descendiendo a la miserable condición de animal por causa de la obsesión…
Tiberio, con la mente dirigida por Espíritus despiadados, alcanzó un elevado índice de crueldad, motivada por una desconfianza exacerbada que lo dominaba, insuflada por los adversarios desencarnados…
Sin embargo, es en el Evangelio, que desfilan junto a Jesús y en gran escala, los atormentados por Espíritus infelices que encuentran en El, al Médico Divino que ilumina su mundo intimo y los libera del sufrimiento.
Infinidad de veces los discípulos del Rabí Galileo aplicaron el pase curador a multitud de obsesados que los buscaban.
Y después de ellos, los registros históricos presentan locos de la más variada nomenclatura, ligados a Entidades atormentadoras, sufriendo en la hoguera y en el exilio, en los Manicomios sombríos, el resultado de la convivencia psíquica con los que a pesar de haber atravesado el portal de la Inmortalidad, se mantenían ligados a los vicios y sentimientos en los que se complacían cuando estaban en la envoltura carnal…
Aseveró Allan Kardec: “No fueron los médiums ni los espiritas quienes crearon a los Espíritus, fueron los Espíritus que hicieron que haya espiritas y médiums. No siendo los Espíritus nada más que las almas de los hombres, es natural que haya Espíritus si hay hombres; por consiguiente, desde todos los tiempos ellos ejercieron influencia saludable o perniciosa sobre la Humanidad. La facultad mediúmnica no es nada más que el medio para manifestarse. A falta de esa facultad, lo hacen por otras mil maneras más o menos ocultas”.
Los medios de combatir la obsesión, varían de acuerdo con el carácter que ella reviste. Las imperfecciones morales del obsesado constituyen, frecuentemente, un obstáculo para su liberación.”
La obsesión continúa siendo un escollo terrible para la paz y la serenidad de la criatura humana. Hay obsesiones en escala infinita, y consecuentemente existen obsesados en variedad infinita también.
Viajero de la Eternidad, el espíritu conduce los gérmenes cármicos que posibilitan la convivencia con los desafectos del pasado, ofreciendo una nefasta comunión.
Sin embargo no es tan solo el odio el factor causal de las obsesiones, como se podría pensar, ni tampoco es solo en la Tierra que se manifiestan los tormentos obsesivos… más allá de la sepultura, en las regiones dolorosas y aflictivas de reajustes imperiosos y despertar de conciencias impostergables, se enfrentan muchos verdugos y víctimas, comenzando o dando prosecución a los nefastos banquetes de subyugación psíquica, en lucha interminable de exterminio imposible…
En la Tierra, también es muy grande el número de encarnados que se convierten, por irresponsabilidad e invigilância, en obsesores de otros encarnados, estableciendo un consorcio de difícil erradicación y prolongada duración, manifestado casi siempre en forma de vampirismo inconsciente y pertinaz.
Suelen ser seres atormentados, heridos en sus anhelos, inferiores, que afincándose en aquellos que eligen como desafectos, los persiguen en cuerpo astral a través de procesos de desdoblamiento inconsciente, apresando muchas veces, en las mallas bien urdidas de la red de su idiosincrasia, a esos desvariados morales, que entonces se convierten en víctimas portadoras de enfermedades complicadas y de origen clínico ignorado…
Otros, se ligan mentalmente a encarnados con los que efectivamente se identifican, tornándose obsesores de ellos amargándolos y reteniéndolos a los recuerdos de la vida física, en lamentable degradante comunión espiritual.
Aparte de esas formas diversificadas de obsesión, hay otras, inconscientes o no, entre las cuales debe destacar aquellas producidas en nombre del amor tirano hacia los que aún permanecen en el envoltorio carnal, atormentados por aquellos que partieron en doloroso estado de perturbación y egocentrismo… o entre encarnados que mantienen una alianza mental infeliz y prolongada…
¡Obsesores, obsesados!
La obsesión, bajo cualquier modalidad que se presente, es una enfermedad de largo curso que exige una terapia especializada de segura aplicación y de resultados que no es posible lograr apresuradamente.
Por consiguiente, lo tratamientos de la obsesión son complejos, imponiendo dosis de renunciación y abnegación por parte de aquellos que se ofrecen y dedican a tal menester.
Hay una fuerza capaz de producir resultados positivos en los encarnados y desencarnados, conscientes o inconscientes: la que se deriva de la moral. Conforme el obsesor se moraliza, con el correr del tiempo, ofreciendo testimonios de moral, confirmando la fe como servidor de Cristo, termina por convencer al verdugo de la elevación de los principios de su adoctrinador, terminando por dejar libre a quien afligía. Además de la ejemplificación cristiana, la oración consigue calmar las ulceras morales de los asistidos, conduciendo bendiciones de armonía que apaciguan al desequilibrado, calmando en él la sed y la necesidad de paz.
No siempre los resultados son inmediatos. El tiempo para los Espíritus no es lo mismo que para los de la tierra. Son muchos los que prosiguen con esa tarea insana, hasta después de la muerte… esto sucede porque, la mayoría de los resultados en los tratamientos de obsesión, dependen del paciente. Al iniciarse el programa de recuperación, este debe esforzarse de inmediato para modificar radicalmente su comportamiento, ejercitándose en la práctica de las virtudes cristianas y principalmente, moralizándose.
La moralización del enfermo debe tener carácter prioritario, si consideramos que a través de una renovación intima bien lograda, el demuestra a su enemigo la eficiencia de las directrices que le ofrecen como norma para alcanzar la felicidad.
Los espíritus Superiores interesados en el progreso de la Humanidad, ofrecen también, valiosos recursos que constituyen elementos saludables y precisos.
Sin tal amparo, toda incursión que se intente en el ministerio de la desobsesión, será improductiva y también peligrosa, por los resultados negativos que presenta.
Un espíritu luchador, debidamente preparado para efectuar la experiencia socorristas a los obsesados, es una dinamo potente que genera energía electromagnética, que al ser aplicada mediante los pases, produce distonía y desequilibrios emocionales en el huésped indeseable, apartándolo y facultando así en el enfermo la liberación mental necesaria para lograr una asepsia de carácter moral, reeducando la voluntad y meditando en oración un verdadero programa evangélico bien disciplinado, que en forma lenta pero segura, edifique una ciudadela moral de defensa en torno de sí.
Por eso el Maestro, frente a determinados perseguidores desencarnados, afirmo: “CONTRA ESTA CASTA DE ESPÍRITUS, SOLO LA ORACIÓN Y EL AYUNO”, y después de atender las aflicciones de cada atormentado que Lo buscaba, prescribía, invariable e incisivo: “No vuelvas a pecar, para que no te suceda algo peor”.
Trabajo de Merchita extraído del libro: Entre Telones de la Obsesión de Divaldo P. Franco
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EL ADOCTRINAMIENTO A DISTANCIA.
Los corazones amorosos, en todos los tiempos, han apelado a la oración para socorrer a distancia a los seres queridos. De las prácticas mágicas, nacidas en la selva, en las regiones polares, en los desiertos y en la vastedad de los mares, el hombre ha pasado, en las civilizaciones agrarias y pastoriles, a las rogativas dirigidas a los dioses. De la forma de acción directa de la magia salvaje, principalmente la simpática o simpatética, basada en la idea de las relaciones por semejanza, la mente más experimentada y más desarrollada pasaba a la acción indirecta de las rogativas. La acción directa es mágica. No pertenece al campo de la Religión, sino al de la Magia. El Homo Faber, o sea, el hombre que confía en su capacidad de hacer, habiendo descubierto relaciones de semejanza (simpáticas) entre cosas y seres, creía poder actuar directamente a distancia sobre enemigos y amigos, por medio de las relaciones de semejanza.
El Homo Sapiens, o sea, el hombre interesado en saber, buscaba conocer un tipo superior de relaciones – el mental y emocional, que se ligaba con sus dioses (espíritus buenos), a los cuales encaminaba sus rogativas. Así nacieron las Religiones, arrancadas por el espíritu de las entrañas materiales de la Magia.
En los pueblos más avanzados de la Antigüedad –entre los cuales destacaban en ese campo los egipcios, los griegos, los judíos, los arrianos de la India, los chinos y los celtas– el empleo de la mediumnidad en las prácticas oraculares aceleró el desarrollo espiritual de la Humanidad. Esa aceleración produjo cierto refinamiento intelectual, restringido a las elites culturales, y convirtió el acervo de experiencias de las prácticasmágicas en formulaciones teológicas y elaboraciones litúrgicas y rituales, doradas con la purpurina de los sofismas y de las pretensiones teológicas.
Las ordenaciones y las consagraciones han llenado el mundo civilizado de instituciones supuestamente sagradas, en que permanecen hasta hoy los residuos mágicos de las selvas. Estas Religiones u Órdenes Ocultistas están cargadas de conceptos absurdos sobre la vida y la muerte, con ceremoniales especialmente preparados para influir sobre la credulidad de las criaturas ingenuas o sensibles.
La Edad Media europea, así como los períodos medievales diferenciados en otras partes del mundo, originó el fanatismo religioso y las guerras de religión, las más impías y brutales, llevadas a cabo en nombre de Dios, cuyo concepto era recortado del modelo bíblico de Yahvé, el Dios de los Ejércitos de las bárbaras conquistas judaicas.
El Cristianismo se convirtió en una superestructura cultural fundamentada en la magia primitiva de la sangre, con todas las consecuencias falsas e inhumanas de una ‒Ciencia de lo Absurdo– la Teología, Ciencia de los hombres que tenían a Dios por un objeto. La reacción dialéctica era inevitable y el aceleramiento cultural, regido porlas leyes del espíritu, engendró la rebelión científica del Renacimiento, la Era de la Razón.
Únicamente en los siglos XVIII y XIX se abrieron las perspectivas hacia una comprensión racional, y por tanto humana, de las relaciones espirituales entre Dios y el Hombre. Y solo la pesquisa espírita y sacrificial de Kardec consiguió romper la bruma que restó de las pesadas tinieblas teológico-medievales. Alejadas las brumas, Kardec pudo ofrecer al mundo el concepto de la telegrafía humana, en el cual el problema de la oración, tomado en el sentido más simple de la palabra plegaria, restablecía la verdad acerca de la naturaleza humana y sus relaciones con Dios.
Al mismo tiempo, se descubría la existencia de las relaciones humanas a distancia, de la telegrafía humana, tan simple y natural como las que se producían entonces por medio del telégrafo eléctrico. En ese procedimiento telegráfico, aparentemente mental, los hombres podían comunicarse entre sí a través de todas las distancias, inclusive las distancias hasta entonces insuperables, las distancias de la muerte. Y el problema de la muerte, en que hasta hoy las Iglesias se confunden y se embarullan, se hacía claro para la comprensión de cualquier criatura con buen sentido.
Esa expresión común –el buen sentido– plebeya, populachera, convertida por el vulgo en pequeña medida de bolsillo de los moralistas de esquina, Kardec la convirtió en criterio de verdad. Era un escándalo hablar de buen sentido entre las alucinaciones teológicas de aquella época y la locura fecunda de los científicos.
Descartes lo había llevado a cabo en un desafío de espadachín, en un golpe de ironía contra los teólogos pero Kardec lo hacía en una toma de posición en el campo de la Verdad. El buen sentido, que hasta entonces solo había servido como recurso de acomodación de los mediocres a las reglas banales de la moral burguesa, entre los copos de algodón de la hipocresía, se convertía en brújula de navegantes audaces por mares nunca antes navegados. Y Kardec demostró, sin alardes, con la tranquilidad del sabio, que esa expresión humilde y despreciada era la propia llave del futuro. No era por medio de golpes de imaginación, de inspiraciones e intuiciones maravillosas, sino de la observación y de la pesquisa científica de los fenómenos, como se podía arrancar la verdad acerca del hombre, la vida y la muerte, el destino de la Civilización es obtener una concepción lógica de Dios.La realidad total solo nos era accesible a través de ese point d’optique, de ese centro visual en que todo el Cosmos se reflejaba; el descubrimiento de la telegrafía humana no había sido un golpe de genio, ni un relámpago de la Sabiduría Infusa de los teólogos, sino el resultado de pesquisas minuciosas e insistentes, en la carne y en el espíritu de criaturas ingenuas y sencillas. Hoy las pesquisas parapsicológicas y biofísicas en plena Era Cósmica comprueban la realidad de la telegrafía humana con la expresión científica de la telepatía, que dice exactamente lo que Kardec proclamaba en su tiempo, hace más de un siglo. Telepatía no es únicamente la transmisión del pensamiento, sino de todo el pathos individual de la criatura, que se define también como proyección del yo.
Gracias a esa proyección espiritual podemos hablar de tele adoctrinamiento, o sea, adoctrinamiento a distancia. Kardec relata en la REVISTA ESPÍRITA la curación de una joven obsedida, cuya familia católica no permitía su asistencia frecuente a las sesiones espíritas; a espaldas de la familia y de la propia joven, se formó un pequeño grupo de amigos que pasó a reunirse todos los días, en hora determinada, emitiendo pensamientos de ayuda y orientación espiritual hacia ella y hacia las entidades perturbadoras. La muchacha fue curada sin llegar a tener conocimiento de ese hecho. Experimentos actuales de telepatía, llevados a cabo por investigadores ingleses, como los profesores universitarios C.G. Soal, Wathely Carrington y Price, así como por estudiosos norteamericanos, como Rhine, Pratt y Puharich, e investigaciones de soviéticos, como el Prof. Vassiliev y el grupo de pesquisas de la Universidad de Kirov, han confirmado plenamente el éxito de esas intervenciones a distancia. Incluso han llegado comprobar la posibilidad de acción hipnótica a distancia, por medio de la telepatía. La Ciencia Espírita tiene hoy la sanción de la Parapsicología, por medio de experimentos y pesquisas llevados a cabo en los mayores y más importantes Centros Universitarios del mundo.
De esa manera, la costumbre aparentemente ingenua de colocar el nombre y la dirección de personas necesitadas en la mesa de sesiones espíritas, a fin de que sean beneficiadas a distancia, no solo por los métodos espirituales de cura, sino además por el alejamiento de entidades perturbadoras y obsesoras, se integra hoy en el campo de las realidades científicas comprobadas.
El Espiritismo se afirma como la primera Ciencia de lo Paranormal, de cuyos flancos flagelados por la sapiencia arrogante y falsa del materialismo y del religionismo fanáticos, han nacido las disciplinas científicas modernas y contemporáneas de la Parapsicología, laPsicofísica y la Metapsíquica de Richet. Las prácticas de acción a distancia pueden ser individuales o de grupos, dependiendo su eficacia únicamente de la buena voluntad y de la intención real y firme de auxiliar a los necesitados. Aquellos que todavía hoy consideran esas prácticas de solidaridad humana como utópicas o supersticiosas, por más acreditados que estén culturalmente, revelan falta de actualización científica o, lo que es peor, prejuicios inadmisibles en nuestro tiempo.
Aquellos que pretenden reducir la fenomenología paranormal a manifestaciones de facultades humanas sin intervención de entidades espirituales contrarían la realidad científica mundialmente comprobada, pretendiendo colocar sus opiniones personales y sus prejuicios por encima de las rigurosas comprobaciones científicas actuales. Se trata de pretensión evidentemente exagerada. Aquellos que se apoyan en creencias y dogmas religiosos para oponerse a esa realidad son espíritus sistemáticos. El Espiritismo, como afirmó Kardec, es contrario al espíritu de sistema, fundamentando sus principios en la observación y en la pesquisa. Los hechos son los hechos y solo pueden ser negados por pesquisas científicas rigurosas, llevadas a cabo por científicos cualificados.
La Obsesión – El pase – El adoctrinamiento J. Herculano Pires
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¿De qué sirve el Conocimiento Espiritual ?
El Conocimiento Espiritual, bajo la enseñanza del
Espiritismo, es una filosofía racional, apoyada en la razón y en
el corazón de cada uno, y está basado el dictamen y observaciones
de la Ciencia . Por tanto está basado en la confirmación de lo
plasmado por los Espíritus en las obras de la Codificación de
Kardec, que marcó el sistema científico para deducir y didáctico
para enseñar, ; así vemos como la filosofía espírita en general
, debe quedar fuera de cualquier dogmatismo religioso, así este
conocimiento filosófico con bases de ciencia y consecuencias
morales, puede o no coincidir con los postulados y dogmas adoptados
por las religiones diversas, pero por sus métodos de observación,
hacen de él una ciencia experimental.
En la medida en que el conocimiento espiritual se
comprende y asimila, va modificando nuestra conciencia, y nos va
haciendo cada vez un poco mas humanos, armonizándonos poco a poco
con nuestros semejantes y con nosotros mismos, o sea, que gracias a
esta clase de conocimientos que considero los mas importantes que
puede obtener el Ser humano, por la razón de que nos conduce a
nuestra evolución y mejora como individuos y como sociedades, y
podemos así ir conquistando nuestra propia felicidad.
Si
comprendemos un poco lo que es la idea de Dios como Principio y
Primera Causa de Todo cuanto existe, así como las leyes naturales o
cósmicas por las que se rige todo el Universo, podremos en
consecuencia dirigir de modo mas consciente nuestras vidas.
Esta
clase de conocimiento y el saber hacia donde nos debemos dirigir en
nuestra evolución, tiene como resultado inmediato el dar firmeza a
nuestros pasos, imprimiendo a nuestros actos un impulso vigoroso
hacia el ideal o la meta que se conoce o se intuye.
Tengamos
en cuenta que si en el Cosmos se mueve todo en base a una
planificación y dentro de una perfección y de un orden, el Ser
humano no puede quedar al margen de ello porque formamos parte del
universo y por tanto es fundamental sintonizar con el mismo y tener
clara consciencia de ello.
La
ignorancia de las leyes que rigen nuestras vidas, es la principal
causa de tantos males que afligen y han afligido a la humanidad,
porque ese desconocimiento suele llevar al ser humano a cometer
grandes errores de los que antes o después deberá pagar sus
consecuencias, por eso es muy importante el esfuerzo por liberarnos
cada vez más de la ceguera mental y espiritual que causan la
ignorancia y el fanatismo.
Con
este conocimiento todos los Seres humanos debiéramos tener muy
presente que nuestras acciones buenas o malas, hasta las mas
insignificantes, repercuten finalmente en nosotros mismos aun mas
allá de nuestra existencia actual; el mundo sería muy distinto si
estos conceptos de conocimiento espiritual estuviesen aceptados y
difundidos en las sociedades.
Hay
quienes creen que el intentar comprender las leyes que rigen la
Vida, es algo muy complicado de lo que “no quieren saber nada”,
y lo dejan para que
“ escarben”
en estos temas a otras personas que tildan de “raras” por
no pensar y actuar como la mayoría de las gentes, o sea, no
queriendo saber nada de la Verdad de la Vida, o dando la espalda a la
misma. Pero nos podemos plantear lo siguiente : ¿ Por qué no
habríamos nosotros de poder pensar y llegar tan lejos como
cualquiera ?, ¿ Qué barrera impide al Ser humano abordar con
valentía y sinceridad este conocimiento, si no es acaso su propio
estado mental enfermizo debido al egoísmo y al comodísmo que
impera en medio de estas sociedades tan materialistas ?. Tal vez
nos temamos que aun por encima del esfuerzo por afrontar estos
conocimientos, luego ello nos pueda remover la conciencia y
nos sintamos obligados a esforzarnos en transformar nuestras cómodas
vidas en coherencia con la nueva conciencia adquirida....
El
Ser humano debiera tener claro la realidad de la existencia después
de la muerte y la pluralidad de existencias, sabiendo que en cada
nueva vida humana el Ser espiritual va adquiriendo y acumulando las
experiencias y los conocimientos necesarios para el desarrollo de las
facultades psíquicas, mentales y espirituales, que le van
capacitando para su desarrollo espiritual individual y colectivo.
El
conocer y comprender el sentido de la Reencarnación, nos lleva a
recapacitar sobre sus consecuencias morales, y finalmente nos invita
a reconsiderar la forma de conducir nuestras vidas. Conocer es
encontrar y en este caso este conocimiento nos lleva a encontrar un
horizonte en nuestras vidas, que es motivador de que seamos capaces
de imprimir un sorprendente cambio en las mismas, suponiendo este
cambio un enorme paso evolutivo.
En
cualquier caso, finalmente mediante esta clase de conocimiento,
podemos llegar a comprender como actúan realmente ciertas
influencias invisibles que nos rodean continuamente y nos afectan,
sabiendo que la clase de Seres que nos influyen lo hacen atraídos
por la vibración de nuestras mentes, y a veces nos conducen a
situaciones o resultados imprevisibles a los que , a falta de otra
explicación, les llamamos “casualidad”
o “suerte”, pero que en realidad son indicios
claros y objetivos para quien los experimenta y está atento, de que
las cosas que nos suceden, aun las más imprevistas, tienen siempre
una “causalidad”.
La ignorancia de nuestra propia naturaleza y de las fuerzas divinas
que laten en cada persona a la espera de su desarrollo, el
desconocimiento que debemos conquistar, es el papel que nos
corresponde en esta vida, así como de las leyes que rigen a la misma
y al destino, que nos suelen dejar a merced de fuerzas o
influencias inferiores que conocemos como “el mal”.
El
Conocimiento espiritual nos lleva a conocer la responsabilidad de
nuestros actos por sus consecuencias. Ello nos lleva a controlar
nuestros pensamientos, sentimientos y deseos, que son una forma de
energía psíquica que alcanza y afecta a los demás y a nosotros
mismos, para bien o para mal, pudiendo llevarnos a cometer actos de
los que siempre somos responsables y de los que antes o después
deberemos afrontar sus consecuencias.
Otra
de las grandes ventajas de poseer esta clase de conocimiento , es que
nos aporta una mayor tranquilidad y confianza ante nuestro futuro,
pues llegamos al convencimiento de que nuestro destino será mejor o
peor dependiendo de cómo enfoquemos cada día nuestro presente y de
cómo actuemos en la vida.
El
conocimiento espiritual debe estar siempre apoyado en la razón y no
en la fe ciega de lo que aceptamos sin comprender y su influencia a
lo largo de la vida humana con las experiencias que esta aporta,
conlleva a su más íntima aceptación.
Si
la Humanidad en general, tuviese y adoptase el conocimiento de las
leyes que rigen el Espíritu,
las guerras perderían el poco sentido que les queda, porque en el
mundo espiritual al que todos estamos llamados a ir antes o después,
solamente es importante el Amor y el Conocimiento.
Pensemos que los motivos de las guerras en este mundo nuestro, tal
como lo son el poder, el dinero, la posesión de la tierra, etc, en
el mundo espiritual no existen y carecen de importancia.
Si
esta clase de conocimiento se popularizase,
se modificarían las
actitudes y creencias entre las personas que se consideran como
enemigas entre sí, porque se sorprenderían al comprender que
realmente les aguarda un mundo espiritual, al que un día
regresaremos todos, y esto les puede suponer el estar juntos toda
una eternidad.
Finalmente comprenderemos que a pesar de las aparentes
dificultades y actitudes equivocadas de esta vida que a veces separan
a los seres humanos, finalmente todos estamos destinados a amarnos
y a ser felices..
- Jose Luis Martín-
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“ Solamente
dos clases de seres existen en todo el mundo : los que conocen y
los que no conocen ; y este conocimiento es lo que importa”
-Krishnamurti-
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