sábado, 23 de agosto de 2014

El progreso moral del hombre



                     
             EL PROGRESO MORAL DEL HOMBRE

El hombre progresa, y los males a los que se halla expuesto estimulan el ejercicio de su inteligencia y de sus facultades psíquicas y morales, incitándolo a la búsqueda de medios para sustraerse a las calamidades. Si no temiese a nada, ninguna necesidad le empujaría a la investigación, su espíritu se entorpecería en la inactividad y no inventaría ni descubriría nada. El dolor es como un aguijón que impulsa al hombre hacia adelante por la vía del progreso. 

6. Pero los males más numerosos son los que el hombre crea llevado por sus vicios, los cuales se originan en su orgullo, su egoísmo, su ambición, su rapacidad, los que nacen de todos los excesos, son causas de las guerras y de todas las calamidades que ellas acarrean: disensiones, injurias y opresión del débil por el fuerte, así como de la mayor parte de las enfermedades. 
Dios estableció leyes de sabiduría, cuya sola finalidad es el bien. El hombre encuentra dentro de sí todo lo que necesita para seguirlas, su conciencia le traza el camino, la ley divina está grabada en su alma y, además, Dios nos la trae a la memoria sin cesar, enviándonos mesías y profetas, espíritus encarnados que han recibido la misión de iluminar, moralizar y mejorar al hombre y, últimamente, una multitud de espíritus desencarnados que se manifiestan en todos los ámbitos. Si el hombre actuase conforme a las leyes evitaría los males más agudos y viviría feliz sobre la Tierra. Si no lo hace, es en virtud de su libre albedrío, y por eso sufre las consecuencias 
que merece (El Evangelio según el Espiritismo, cap. V:4, 5, 6 y ss.). 

7. Pero Dios, todo bondad, colocó el remedio al lado del mal, es decir, que el mismo mal hace nacer el bien. Llega el instante en que el exceso de mal moral se vuelve intolerable y el hombre siente la necesidad de cambiar. Aleccionado por la experiencia intenta encontrar un remedio en el bien, siempre de acuerdo con su libre arbitrio, pues cuando penetra en un camino mejor es por su voluntad y porque ha reconocido los inconvenientes del otro que seguía. La necesidad le obliga a mejorar moralmente para ser más feliz, como esa misma necesidad le induce a mejorar las condiciones materiales de su existencia (n.º5). 

8. Se puede decir que el mal es la ausencia del bien, como el frío es la ausencia del calor. El mal no es un atributo distinto, como el frío no es un fluido especial: uno es la parte negativa del otro. Donde el bien no existe, allí, forzosamente reina el mal. No hacer el mal es ya el comienzo del bien. Dios sólo desea el bien, el mal proviene exclusivamente del hombre. Si existiese en la Creación un ser encargado del mal, nadie podría evitarlo. Pero la causa del mal está en el hombre mismo y, como éste posee el libre arbitrio y la guía de las leyes divinas, lo podrá evitar cuando así lo desee.

EL GÉNESIS. -ALLAN KARDEC
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FRUTOS DEL ESPIRITISMO

El Espiritismo ha ejercido en los tiempos actuales, una influencia enorme en el estado de espíritu de nuestros contemporáneos. No solo ha abierto a la ciencia todo un dominio desconocido, la ha obligado a hacer constar la realidad de los hechos: sugestión, exteriorización, telepatía que, durante largo tiempo había negado o rechazado; además ha dirigido los pensamientos hacia el más allá; ha despertado en las conciencias nebulosas y adormecidas de nuestro tiempo, el sentimiento de la inmortalidad; ha hecho más viva, más real, más tangible, la creencia de la supervivencia de los desaparecidos. Allí donde no había más que esperanzas y creencias, ha traído certidumbre. 

Bajo la cáscara del fenómeno se ocultada una revelación. De la comunión de las almas ha nacido una doctrina. Y por ella, el problema del destino, problema eterno de la Humanidad, a revestido nuevo aspecto.

El destino, feliz o desgraciado, es la consecuencia de nuestros actos. El alma ella misma crea su porvenir. Por su propio esfuerzo se desprende de las bajas materialidades, progresa y se eleva hacia la luz divina, uniéndose más estrechamente con las sociedades luminosas del espacio, y tomando parte, por una creciente colaboración, en la obra Universal.

El Espiritismo satisface, al mismo tiempo, la razón y el sentimiento. Estas dos potencias han estado en lucha, y perpetuo conflicto. Lo que ha ocasionado sufrimiento y desorden a las sociedades humanas. La religión apelando al sentimiento y aportando la razón, caía a menudo en el fanatismo y en el extravió. La ciencia procediendo en sentido contrario, permanecía seca fría, impotente para regir las costumbres.

El Espiritismo es una doctrina que ha venido a restablecer el equilibrio y la armonía entre estas dos fuerzas, a unirlas y a imprimirles un impulso común hacia el bien. El Espiritismo es la religión científica del porvenir. El hombre, libre de los dogmas que violentan y de las inhabilidades que oprimen, recobra su independencia y el uso de sus facultades. Examina juzga libremente y solo acepta lo que le parece bueno.

El Espiritismo ensancha la acción de la fraternidad. Establece por medio de los hechos, que esta no es solo un puro concepto, sino que es la ley fundamental de la naturaleza, ley cuya acción se ejerce en todos los planos de la evolución humana, lo mismo bajo el punto de vista físico o espiritual, en lo visible que en lo invisible.

Por su origen, por los fines que le están asignados, todas las almas son hermanas. Con el Espiritismo, corazón y entendimiento, todo tiene su parte. El círculo de las afecciones se extiende. Los humanos y los invisibles, en la realidad, caminan con frecuencia juntos, a través de las alegrías y de las lágrimas, de las felicidades y de los infortunios. El amor de los seres amados nos envuelve, nos consuela, nos reanima. Los terrores de la muerte han desaparecido en el hombre.
El Espiritismo, practicado con prudencia y conocimiento además de ser un manantial de enseñanza, es también un medio de impulsión moral. Las advertencias, los consejos de los espíritus, sus descripciones de la vida del más allá, influyen en los pensamientos y en los actos del hombre. Van modificando su carácter y su modo de vivir.

Las confesiones de los Espíritus, narrando sus angustias por haber empleado mal su vida terrenal; la del egoísta, que no encuentra en torno de si más que indiferencia y vació; la del envidioso, que está sumido en una especie de oscuridad producida por la acumulación de sus malos pensamientos, impresionan al hombre.

Los pensamientos y los actos crean alrededor del alma culpable; una atmósfera fluidica que se condensa, se va reduciendo poco a poco y la encierra como en una cárcel.

Las descripciones de las recompensas y de las penas, ejercen una influencia en el estado del espíritu y de los experimentadores, induciéndolos a considerar la vida y sus responsabilidades bajo un aspecto más serio y a someter más estrictamente sus actos a la regla austera del deber.

La mayor parte de los hombres no tienen conciencia de sus defectos. Se ignoran a si mismos y acumulan faltas sobre faltas, sin darse siquiera cuenta. Bajo este punto de vista, las indicaciones de los guías son muy útiles para conducirse el hombre, para dominarse y frenar los fogosos arranques de su naturaleza.

Por la práctica del espiritismo y las instrucciones de los Espíritus elevados el hombre puede adquirir la ciencia preciosa de la vida, el dominio de las emociones y de las sensaciones, la facultad de gobernarse y de imponerse a los sordos impulsos del propio ser.

El nuevo Espiritualismo ha logrado ya la unión de adeptos de todos los rangos y de todos los países; algún día unirá a todas las religiones y a todas las sociedades humanas.

Poco a poco, el círculo de la vida colectiva se ha ensanchado. Se han constituido agrupamientos y han surgido conflictos. Las guerras se han sucedido. A través de luchas perpetuas, luchas de razas, de religiones, de ideas, es como se prosigue la marcha dolorosa y se despierta la conciencia de la humanidad.

A despecho de las pasiones y de los odios, las barreras se rebajan entre los pueblos; las relaciones se multiplican haciéndose más fáciles; se cambian ideas, las civilizaciones se compenetran y se fecundan. La noción de la humanidad se edifica, se habla, se sueña en la paz, en la lengua, en las religiones universales.

El nuevo espiritualismo, apoyado en la ciencia, nos trae esta concepción, esta revelación en la cual se fusionan y reviven, bajo formas más sencillas y más elevadas, las grandes concepciones del pasado, las enseñanzas de los Mesías enviados por el cielo a la tierra. Y el será un nuevo elemento de vida y de regeneración para todas las religiones del globo.

El Espiritismo facilitará la unidad religiosa y moral. La solidaridad que une a los vivos de la tierra con los del cielo, se extenderá poco a poco por toda la tierra y todos comulgaran en una misma creencia, en un mismo ideal realizado.
El hombre aprenderá a desprenderse de las cosas materiales y a remontar más alto sus aspiraciones.

Todo subirán, a través de la pruebas y de las lagrimas, desde las regiones oscuras hasta la luz divina. La senda de la misericordia y del perdón está siempre abierta para los culpables.

La revelación de los espíritus disipa las tinieblas del odio, las incertidumbres y los errores que rodean al hombre ¡Ella hace brillar sobre el mundo el gran sol de la bondad, de la concordia, de la verdad!

Trabajo de Merchita, extraído del libro “En lo Invisible” de León Denis

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PROVIDENCIA Y DESPERTAR

Jesús estableció el amor a Dios  por encima de todo y al prójimo como así mismo, como la base, la razón y el fin de la vida, para crecer y elevar la realidad interior de la criatura, haciendo de ella  surgir en todas sus potencialidades,  que están es un estado latente en su interior.

Amar es un arte que exige madurez y sacrificio en el cual se deben invertir los valores del sentimiento y de la inteligencia para alcanzar la plenitud. Ese amor  sin cadenas, fomenta el sentido de la fraternidad, que produce una generosa tolerancia  para con las  faltas y limitaciones ajenas y perdona penetrando por detrás de las apariencias, no siempre agradables, que permanecen ocultas.

Para equilibrar al hombre el concepto de Jesús sobre el amor es el derrotero más seguro.

A medida que adquiere madurez el amor se hace más extenso, exteriorizándose y alcanzando a las demás personas interfiriendo las condiciones de vida del lugar donde marcha.

La necesidad de vivir en sociedad es manifestación del amor, en su más profunda expresión, impeliendo a los individuos hacia una comunión de sentimientos más plena, a través de la cual se realizan.

Las desdichas morales y angustias generadoras de sufrimientos variado alcance resultan de la visión destorcida sobre el amor que lleva a la criatura a las imposiciones egoístas, que disimulan con la apariencia del sentimiento noble.

Los antagonismos, los odios fulminantes, las amarguras de larga duración, los estímulos para la venganza, surgen por la ampliación arbitraria de la facultad de amar, sometiendo al prójimo y explotándolo,  se impone y corrompe, cosa que debilita los tejidos sutiles de la organización espiritual, facultando el desencadenamiento de innumerables enfermedades.

El pasado es una sombra pesada, ocultando desdichas e impiedad, el futuro es poderosa luz a diluir todas las edificaciones de la perversidad y de la insania que medran y se desarrollan en los laberintos de la ignorancia y de la ilusión.

Todos somos victimas de nosotros mismos, que devolvemos mal por mal, sin aprovechar el dolor como generador de bendiciones  y el infortunio como sumidero de moléculas e imperfecciones.

La vida no es ministrante de pasiones mezquinas ni campo de continuo barbarismo a sueldo de los impositivos egoístas de cada criatura.  El hombre a de tener tiento, oir y meditar. El Señor escucha  las oraciones de arrepentimiento y se apiada de todos. Es tiempo de recomenzar.  La vida no tiene limites en su extensión y su objetivo es la felicidad  de todos los que nos encontramos arrastrados por las corrientes de los acontecimientos que desencadenamos  a través de nuestros pensamientos, palabras y actos…

Cuando un enfermo pide la protección espiritual, casi siempre lo hace con la intención de recomponer el organismo, recuperar la salud, usufructuar de un periodo Más demorado en el cuerpo. Y extraña mucho que los resultados sean opuestos a los anhelados. Olvidando que la verdadera  vida es la del Espíritu, es muy natural que ante una permanencia  más prolongada en el cuerpo,  con gravámenes y peligros  que pueden perjudicar el proceso de elevación de la criatura, en muchos casos está  sea reenviada al hogar; del mismo modo que, tomando en consideración los beneficios que la reencarnación propicia, aun cuando bajo dolores y pruebas muy severas, se esfuercen los Mentores  por dilatar el plazo de permanencia. La función del sufrimiento no es punitiva, es rectificativa, educativa.

El hombre debe despertar para el examen de otros valores que quedan al margen y que necesitan ser considerados. Tan pronto funcionan sus objetivos, se diluyen las penosas imposiciones y el individuo marcha  con seguridad viviendo las experiencias  del bien y del amor. Es necesario romper el circulo del hierro en que se mueven las criaturas, implicadas en los vicios y crímenes, yendo  a la tierra y volviendo sin que hayan conseguido provecho y paz en las experiencias que se consideran malogradas.

Somos viajeros de los infinitos  caminos del tiempo, permanecemos, por capricho, en los valles desiertos y sombríos, cuando nos esperan las cumbres amplias y habitadas por la felicidad. Nos detenemos, por el momento, en el pantano, sufriendo la asfixia de las exhalaciones  de los cuerpos  y vegetales en putrefacción,  cuando estamos destinados  al altiplano de la paz donde la brisa perfumada del amor nos rocía, canta la balada de la perenne esperanza de victoria.

Caemos para levantar. Paramos para recobrar fuerzas y proseguir. Permanecer en la caída o persistir  en el descanso es matar el tiempo y retroceder en la conquista de la gloria.

“No relaciones dolores  ni anotes sinsabores. Quien se complace, en lamentaciones, de la retaguardia se opone al crecimiento y a la conquista que lo aguardan.

La existencia significa mucho para el espíritu, y almas ennoblecidas que nos aman, se empeñan para que no nos falte valor y oportunidad, servicio y realización. no obstante de nosotros depende la permanencia  en la vega, mirando las estrellas o en la ascensión, rumbo a los astros relucientes. ..

En la Biblia, el libro que narra el pueblo  hebreo, en la trama del Viejo Testamento, encontramos revelaciones espirituales y advertencias no siempre consideradas, premoniciones y profetismo, anunciando la llegada de Jesús a la Tierra. En el Nuevo testamento identificaremos al Maestro en continua labor  invitando a seguirle, sufriendo por amor y entregándose en total donación. Su voz canta para nuestros iodos los poemas de las aguas, del aire, de los vegetales y de toda la Naturaleza, en el apogeo de las Bienaventuranzas que fascinan, abriendo los ojos, los oídos y el entendimiento. Meditar en sus nobles enseñanzas es fortalecer el ánimo. Se toman fuerzas para abandonar  la utopía y retornar al hogar, como el “hijo prodigo” de la parábola, donde esperan cariño y afecto. Conocedor del mundo  se puede elegir, para después, saber la directriz a tomar: ¡Dios, o las riquezas! Nuevos amigos nos presentaran nuevos rumbos y ampliaránel entendimiento, considerando la fe.

“No recelemos romper con el mal que todavía reside en nuestro mundo interior. No consiste en un acto simple lo que ha de seguir a nuestra decisión, por el contrario tendremos que invertir mucho para alcanzar la meta. Quien se niega  al avance  reposa, pero sin embargo, se candidata a la parálisis.

No posterguemos, por comodidad o negligencia, el momento de la felicidad. Entregándonos al Bien  estaremos amparados por donde caminemos. No nos serán regateados auxilios, sin embargo, tendremos que seguir con los propios pies, bajo el comando de una firme voluntad y de una robusta decisión.
Las enfermedades expurgadoras invitan a la renovación y son las que ayudan a la liberación de los vicios.

Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro de Cuadros de la Obsesión de Divaldo Pereira Franco
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miércoles, 20 de agosto de 2014

La Virtud


LA VIRTUD

La virtud, en su más alto grado, incluye el conjunto de todas las cualidades esenciales que integran al hombre de bien. Ser bueno y caritativo, laborioso, sobrio y modesto, he ahí las cualidades del hombre virtuoso.
Por desgracia, vienen casi siempre acompañadas de pequeños achaques morales que las deslucen y atenúan.
El que hace ostentación de su virtud no es virtuoso, visto que carece de la cualidad principal, que es la modestia, y adolece del vicio más opuesto a ella, que es el orgullo.
La virtud realmente digna de tal nombre no gusta de exhibirse, sino que es preciso adivinarla, pues se oculta en la oscuridad y huye de la admiración de las muchedumbres.
San Vicente de Paúl era virtuoso; virtuoso también era el digno cura de Ars, y otros muchos lo fueron asimismo, poco conocidos por el mundo, pero conocidos de Dios.
Todos esos hombres de bien ignoraban ellos mismos que fuesen virtuosos. Se dejaban llevar por la corriente de sus santas  inspiraciones y practicaban el bien con un desinterés total y completo olvido de sí.
A tal virtud, comprendida y practicada de esa manera, os invito, hijos míos. A tal virtud, de veras cristiana y espirita, os comprometo a consagraros. Pero apartad de vuestros corazones los sentimientos de orgullo, vanidad y amor propio, que siempre deslustran las más hermosas cualidades.
 No imitéis  a ese hombre que se presenta como modelo y pregona sus propias perfecciones a cuantos oídos complacientes quieran escucharlos. Esa virtud ostentosa y aparente esconde a menudo muchas pequeñas torpezas y aborrecibles cobardías
En principio, el hombre que se exalta a si mismo, que erige una estatua a su propia virtud, sólo con esa actitud aniquila todo el mérito real que pueda tener.
Y ¿qué diré de aquel otro cuyo todo valor consiste en parecer lo que no es?
Quiero admitir que el hombre que hace el bien siente en los hondones del corazón una satisfacción íntima, pero tan pronto como esa satisfacción se exterioriza, a fin de cosechar aplausos, degenera en amor propio.
¡OH, vosotros todos, a quienes la fe espiritista ha dado calor con sus rayos y que sabéis cuán lejos de la perfección  está el hombre, no incurráis nunca en relajación semejante!
Es la virtud una gracia que anhelo para todos los espíritas sinceros, pero a éstos diré: Más vale poca virtud con modestia que mucha con orgullo.
Por orgullo se han perdido humanidades sucesivas, y por humildad deberán un día redimirse.
 El Evangelio Según El Espiritismo. 

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Ser fuerte....



Ser fuerte es irradiar felicidad cuando se es infeliz.

Ser fuerte es intentar perdonar a alguien a quien nos cuesta perdonar.

Ser fuerte es esperar cuando no se cree en el retorno.

Ser fuerte es mantenerse en calma en momentos de desesperación

Ser fuerte es demostrar alegría cuando no se siente.

Ser fuerte es sonreír cuando se desea llorar.

Ser fuerte es hacer a alguien feliz cuando se tiene el corazón hecho pedazos.

Ser fuerte es callar cuando lo ideal sería gritar a todos su angustia.

Ser fuerte es consolar cuando se precisa de consuelo.

Ser fuerte es elogiar cuando se desea maldecir.

Ser fuerte es tener fe cuando te sientes en un túnel oscuro.

Ser fuerte es amar a alguien en silencio.

Ser fuerte es andar con un dolor en el pecho, un nudo en la garganta, y saludar con una sonrisa.

Ser fuerte es llorar .... Cuando nadie te ve.

Por eso, por más difícil que tu vida pueda parecer: Ámala y sé Fuerte!

Anónimo
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MENSAJEROS DE LAS ESTRELLAS


REFLEXIONES OPORTUNAS


  El fenómeno que nos ocupa en esta sección no es casual, no es producto de un accidente o un mal entendido, tampoco es la consecuencia de ideas supersticiosas mantenidas a lo largo de los años y los siglos. Precisamente es demasiado el tiempo y los argumentos como para pensar que esto no tiene un sentido real y palpable. No hablamos de fe ciega, o de ideas peregrinas que se acomodan a unas determinadas creencias sin más. Esto es algo mucho más profundo, mucho más trascendente y vital. 

  El tiempo posee la virtud de debilitar o de fortalecer las creencias, sobre todo cuando resisten el análisis y los avances en el campo del pensamiento humano y también científico. No hay que temer a las evidencias, hay que analizarlas, estudiarlas y armonizarlas con las exigencias y los conocimientos actuales. No podemos esperar a que sean otras “voces autorizadas” las que dictaminen aquello que es verdad de lo que es mentira. El ser humano tiene una capacidad de raciocinio y de análisis lo suficientemente importante como para ser fiel a sí mismo, y construir unas bases alrededor de un conocimiento y una convicción, fruto de una fe razonada que nos permita vislumbrar aquello que todavía no palpamos y no vemos, sin embargo, tenemos la seguridad de que existe. Para esto hace falta audacia y coraje. No se necesitan grandes conocimientos ni estudios especiales y complejos. El sentido común, la buena voluntad y la experiencia es la que nos tiene que permitir caminar con paso firme y unas convicciones sólidas para encauzar nuestras vidas por los derroteros que más nos convengan para beneficio propio y en consecuencia para los demás. 

  Vivimos unos tiempos de confusión, lo que favorece la profusión de ideas que no son las correctas. Ante las evidencias del fenómeno OVNI y extraterrestre, se confunden y complican conceptos que, desde el punto de vista espiritual son muy claros y sencillos. Sobre todo hay que separar el grano de la paja. De lo puramente fenoménico a aquello que se presta a la fantasía hemos de ignorarlo. Hay que buscar el conocimiento útil que nos permita comprender la realidad para ser mejores, es decir, situarnos mejor en el contexto espiritual en el que nos encontramos. 

  Comprender que esos seres que nos visitan del exterior y de un modo tan discreto no vienen para satisfacer curiosidades, ni para pasar el tiempo. No son el producto del azar ni la casualidad. Forman parte de una planificación y se ciñen escrupulosamente a ella. Su finalidad es fraterna y obedecen a la gran ley universal del AMOR. Si marcáramos un paralelismo con las entidades espirituales superiores comprenderíamos enseguida que su modus operandi es idéntico, con la única diferencia de que ellos tienen cuerpo físico, aunque no sea de aquí, y los otros están desencarnados, en estado puramente espiritual. 

  Su finalidad como la de los hermanos desencarnados no es violentar creencias, imponer ideas o satisfacer curiosidades. En ambos casos se manifiestan a quien o quienes ellos quieren en el momento que consideran oportuno. No existe una mecánica por la cual se establezcan parámetros de comportamiento fácilmente adivinables. Su programa es el plan divino de la evolución y ese programa sólo lo conoce nuestro Padre. 

  No buscan deslumbrar pero sí hacer pensar, sembrar la simiente que permita la sugerencia, a veces sutil, de que no estamos solos; que la vida tiene una finalidad, un por qué y un para qué. Siempre sin imposiciones, con la delicadeza y el amor de aquellos que nos comprenden y quieren ayudarnos sin violentarnos. Con absoluta libertad para elegir el camino que deseemos. Son un rayo de esperanza que nuestro Padre, en su infinita misericordia, nos envía para marcarnos un camino, como consecuencia de la elaboración de unas ideas y de una comprensión más amplia de nuestra realidad espiritual. 

  Ellos no buscan su protagonismo, no lo necesitan, vienen de unas sociedades muy adelantadas y con un desarrollo evolutivo que nos sorprendería extraordinariamente. 

  Renuncian a sus comodidades, a sus gustos y a su estatus material y espiritual, por así decirlo, para acudir en nuestro auxilio. Saben lo mucho que nos jugamos en estos tiempos tan difíciles, puesto que ellos ya los vivieron en el pasado, y sus ansias de ayuda les empujan a estar aquí, aunque no sea de una forma notoria y visible. 

  Su papel es cada vez más relevante, colaboran tanto en aspectos de índole espiritual como material, ya que en nuestro mundo se está produciendo una selección entre los llamados: “los de la derecha y la izquierda de nuestro Padre” Vivimos unos momentos cruciales para la humanidad, el gran examen, y ellos están para colaborar en la gran obra regeneradora. 

  Además, desde el punto de vista material, poseen la autorización para intervenir en caso de necesidad, es decir, todo tiene un límite y el futuro del planeta no se puede comprometer en manos de unos desalmados. El libre albedrío es universal pero siempre y cuando no comprometa el equilibrio cósmico entre los planetas. 

  Por lo tanto, y como hemos ido comentando, nos encontramos ante un fenómeno del que todavía no nos hemos dado cuenta de su importancia. Su estructura es sólida, es la consecuencia de muchos años de manifestaciones y evidencias que refuerzan y consolidan unas ideas muy adecuadas para los tiempos que nos ha tocado vivir. 

  Por lógica, su presencia cada día será mayor, y a medida en que los acontecimientos se precipiten, su testimonio será cada vez más visible y patente. 

  En definitiva, seamos capaces de adecuarnos a esta nueva realidad para que no nos pillen desprevenidos y sepamos estar a la altura de aquello que se nos demanda desde lo Alto. 

J.M.M.C.
  Grupo Villena



lunes, 18 de agosto de 2014

Sintomas de mediumnidad


SINTOMAS DE MEDIUMNIDAD
 Manuel Philomeno de Miranda

 La mediumnidad es una facultad inherente a todos los seres humanos, que algún día aparecerá de forma más ostensiva, de la que ocurre en el presente momento histórico.
Muchas enfermedades de difícil diagnóstico, por la variedad de síntomas, tienen sus raíces en los disturbios de la mediumnidad de prueba, esto es, aquélla que se manifiesta con la finalidad de invitar al espíritu a rescates aflictivos de comportamientos perversos o daños realizados en existencias anteriores. Por ejemplo, en el área física: dolores en el cuerpo, sin causa orgánica; cefalalgia periódica, sin razón biológica; problemas de sueño –insomnio, pesadillas, pavores nocturnos con sudor-; taquicardias, sin motivo justo; colapso periférico sin ninguna disfunción circulatoria, constituyendo todos ellos o apenas algunos de ellos, perturbaciones que derivan de la mediumnidad en surgimiento o con sintonía desequilibrada.
A medida que se perfeccionan los sentidos sensoriales, favoreciendo con más amplio caudal de comprensión del mundo objetivo, se amplía la embrionaria percepción extrafísica, motivando el surgimiento natural de la mediumnidad.
No pocas veces, es detectada por características especiales que pueden ser confundidas con síndromes de algunas psicopatologí as que, en el pasado, eran utilizadas para combatir su existencia.
No obstante, gracias a los notables esfuerzos y estudios de Allan Kardec, así como de una pléyade de investigadores de los fenómenos paranormales, la mediumnidad viene siendo observada y perfectamente aceptada con respeto, con respecto a benditas contribuciones que faculta al pensamiento y al comportamiento moral, social y espiritual de las criaturas.
Sutiles o vigorosos, algunos de esos síntomas permanecen en determinadas ocasiones generando mal estar y sinsabor, inquietud y trastorno depresivo, en cuanto que, en otros momentos surgen en forma de exaltación de la personalidad, sensaciones desagradables en el organismo, o antipatías injustificables, animosidades mal disfrazadas, como consecuencia de la asistencia espiritual de que se es objeto.
En el comportamiento psicológico, aún se presentan: ansiedad, fobias variadas, perturbaciones emocionales, inquietud íntima, pesimismo, desconfianzas generalizadas, sensaciones de presencias inmateriales –sombras y bultos, voces y tocamientos- que surgen inesperadamente, en tanto que desaparecen sin ninguna medicación, representando disturbios mediúmnicos inconscientes, que son provocados por la captación de ondas mentales y vibraciones que sintonizan con el periespíritu del enfermo, procedentes de entidades sufridoras o vengadoras, atraídas por la necesidad de rehacer los conflictos en que ambos –encarnado y desencarnado- se ven envueltos.
Esos síntomas, generalmente pertenecientes a los capítulos de obsesiones simples, revelan la presencia de facultad mediúmnica en desarrollo, requiriendo los cuidados pertinentes a su educación y práctica.
Sin embargo, no todos los individuos en los que se presentan síntomas de tal porte, necesitan ejercitar la facultad de que son portadores. Después de la conveniente terapia que es enseñada por el estudio del Espiritismo y por la transformació n moral del paciente, que se hacen indispensables al equilibrio personal, recuperan la armonía física, emocional y psíquica, prosiguiendo,  con otra visión de la vida y diferente comportamiento, para que no le acontezca nada peor, conforme elucidaba Jesús, después del atener y la recuperación de aquéllos que Lo buscaban y tenían el cuadro de sufrimientos anterior.
Sin embargo, gran número de portadores de mediumnidad, tienen un compromiso con la tarea específica, que le exige conocimiento, ejercicio, abnegación, sentimiento de amor y caridad, a fin de atraer a los espíritus nobles, que se encargarán de auxiliar a cada uno de en el trabajo del ministerio iluminativo.
Trabajadores de última horanuevos profetas, transformándose en los modernosobreros del Señor, están comprometidos con el programa espiritual de modificación personal, así como de la sociedad, con vistas a la Era del Espíritu inmortal que ya se encuentra en sus cimientos afincados en la corteza terrestre.
Cuando sin embargo, los disturbios permanecen durante el tratamiento espiritual, conviene que sea tenida en consideración la psicoterapia consciente, a través de especialistas propios, con el fin de auxiliar al paciente-médium a realizar el auto descubrimiento, liberándose de los conflictos y complejas perturbaciones, que son consecuencia de experiencias infelices tanto del ayer como del hoy.
El esfuerzo por el perfeccionamiento interior aliado a la práctica del bien, abre los espacios mentales a la renovación psíquica, que se enriquece de valores optimistas y positivos que se encuentran en el Espiritismo, favoreciendo a la criatura humana con la alegría de vivir y de servir, al tiempo que la misma adquiere seguridad personal y confianza irrestricta en Dios, avanzando sin cualquier impedimento rumbo de la propia armonía.
Naturalmente, cuando se está encarnado, el proceso de crecimiento espiritual ocurre por medio de factores que constituyen el tejido celular, que siempre puede padecer enfermedades, desconciertos, problemas que forman parte de la psicoesfera terrestre, dentro de la condición evolutiva de cada uno.
La mediumnidad, sin embargo, ejercida noblemente, se transforma en bandera cristiana y humanitaria, conduciendo mentes y corazones al puerto de seguridad y de paz.
La mediumnidad, por tanto, no es un trastorno del organismo. Su desconocimiento, la falta de atención a sus impositivos, generan disturbios que pueden ser evitados, o cuando se presentan, reciben la conveniente orientación para que sean corregidos.
Tratándose de una facultad que permite el intercambio entre los dos mundos –el físico y el espiritual- proporciona la captación de energías cuyo tenor vibratorio corresponde a la calidad moral de aquéllos que la emiten, así como de aquellos otros que las captan y transforman en mensajes significativos.
En este capítulo, no pocas enfermedades se originan de este intercambio, cuando proceden de las vibraciones de entidades enfermas o perversas, que perturban el sistema nervioso de los médiums incipientes, produciendo disturbios en el sistema glandular e incluso afectando el inmunológico, facultando el campo para la instalación de bacterias y virus destructivos.
La correcta educación de fuerzas mediúmnicas proporciona equilibrio emocional y fisiológico, aportando salud integral a su portador.
Es obvio que no impedirá la manifestación de los fenómenos consecuentes de laLey de Causa y Efecto, de los que necesita el espíritu en su proceso evolutivo, pero facultará la tranquila conducción de los mismos sin daños para la existencia, que proseguirá en clima de armonía y salud, a pesar de los acontecimientos impuestos por la necesidad de evolución personal.
Cuidadosamente atendida, la mediumnidad proporciona bienestar físico y emocional, contribuyendo para mayor captación de energías revitalizantes, que alzan la mente a las regiones felices y nobles, de donde se pueden obtener conocimientos y sentimientos inhabituales, que embellecen el espíritu y lo enriquecen de belleza y de paz.
Superados, por tanto, los síntomas de inicio de la mediumnidad, surgen las responsabilidades ante los deberes que irán a constituir el clima psíquico dichoso del individuo que, comprendiendo la magnitud de la situación, crecerá interiormente rumbo del Bien y de Dios.

Mensaje de Manuel Philomeno de Miranda, psicografiado por el médium Divaldo P. Franco, en la reunión mediúmnica realizada en el Centro Espírita en la ciudad de Paramirim (BA), Brasil, el 10 de julio de 2000.
Extraído del libro "Reencontro com a vida".
Traducido por Xavier Llobet
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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                                  MEDICACION

André Luiz

Aceptse, de modo que buscando mejorarse, soporte con paciencia las pruebas del camino.
Si usted cayó, levántese y siga adelante.
Si ya conoce lo que es la tentación, ya sabe claramente como evitarla.
Deje de crear motivaciones a sufrimientos de los que no tiene necesidad.
Absténgase de relaciones que le perjudiquen la paz.
No intente sanar amarguras del alma con medicaciones que le creen una exagerada dependencia.
Cultive la fortaleza de ánimo y acoja la realidad tal como se presenta.
Haga todo el bien que pueda, auxiliando a todos, aunque no pueda estar con todos.
Trabaje siempre, confiando en Dios.
No diga que eso es obvio o que usted ya sabe todo eso, porque los planos del bien deben ser infinitamente repetidos y la construcción más simple es la más difícil de hacer.

SEÑALES DE RUMBO, EspíritUs Diversos, psicografia de Francisco Candido Xavier, GEEM)

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  REFLEXIONANDO CON MERCHE


Queridos amigos, hola buenos días, como todas las mañanas y hablando de nuestras cosillas, mirando la vida en sí de las personas,  reflejadas a veces en nuestra propia vida, hablaremos del sentimiento de culpabilidad, sabemos que este es un padecimiento, que ha causado a veces mucho pesar y desgracia. El peso de las culpas por el mal que otros padecen es un padecimiento a veces de locura y desesperación. Y para no irnos muy lejos, recordaremos a Pedro y Judas, ambos discípulos de Jesús, que sintieron uno el pesar de haberle negado por tres veces, y el otro el entregarlo a los verdugos, y verlo en la cruz, con todos los delirios y ultrajes que sufrió por su culpa el Divino Pastor, este sentimiento de culpabilidad lo llevo a terminar con su vida ahorcándose.
En una sesión mediúmnica un espíritu se manifestó diciendo que necesitaba de ayuda, que llevaba por mucho tiempo hablando a su hija, intentando llamar su atención y que esta la ignoraba,  no la tomaba en cuenta, cuando le hablaba, y para ella era desesperante, porque algunas veces lloraba, pero otras se revolvía dirigiéndole toda clase de insultos, cosa que la hacía sentirse mucho peor.  Ella paso a contar su caso, diciendo que ambas solían discutir con frecuencia, pero aquella tarde había sido de una forma alarmante, llegando ambas incluso a perderse el respeto, la espiritualidad, la había esclarecido antes de manifestarse, aclarándole, que ella no estaba ya en la Tierra, que si hablaba a su hijita, esta no podía verla, porque ella no tenía la facultad para hacerlo, que en la cruel discusión, por su ímpetu y coraje, enzarzada en la rebeldía de su hija, ella había sentido un puntazo en el corazón, y había perdido la vida, un cruel infarto, la aparto de su lado. Su hijita, estaba sufriendo el sentimiento de culpabilidad, por sentirse causante de la desgracia, Ella se decía una y mil veces, que si hubiera sabido comportarse, ambas no habrían llegado a ese extremo, que ella `podría haberlo evitado. Ambas permanecían unidas por el mismo mal, una sentía el pesar por la muerte de su madre, y la otra sentía el pesar de que su hija, no le quería hablar, por haberse comportado de aquella manera, no se explicaba como ella sin abrirle la puerta consentía que estuviese a su lado, aunque no le prestara atención, viendo así muchas anomalías, como que sus nietos, tampoco reparaban en ella, se hacía mil películas, en las cuales todos la acusaban, desesperada y sin consuelo  decidió hacer una oración, pedir ayuda, y que se había visto en esa consulta, ella llamaba así, a los que la atendían desde el plano material, y se había decidido a contar su caso, para ver cómo podría solucionarlo. Entonces  la dirección de la sala, le pregunto si lo mismo que la habían ayudado esclareciéndole su estado, si le habían dicho algún remedio para poder ella seguir sin ese escozor en su corazón. Ella respondió que sí, que le habían dicho que ella debía seguir su camino, salir de casa de su hija, y ver su estado, dejándole libre el camino, que ambas serian atendidas debidamente, ya que Dios no deja en el olvido a ninguno de sus hijos, que si ella sentía el dolor de ver ahora a su hija con ese pesar, siendo imperfecta, Dios que es un buen padre y sabe todo de Sus hijos, no la dejaría desamparada, y que al igual que ella había sido ayudada y esclarecida, ella también encontraría momento y ocasión para esclarecerla y hacerle su pesar menos pesado.
Que lo mejor que podía hacer por su hijita, era oración, pero sin perturbarla, las cosas una vez que se hacen se quedan hechas, y además nadie sufre nada porque sí, que a lo mejor su hijita, en la existencia que habían mantenido ambas, no se merecía el acabar de aquella manera, con el peso de la culpa, pero quién sabe si en el ayer ella hizo cosas para merecerlo.
Cada uno somos un mundo, y dentro de ese mundo Dios es el dueño y Señor, entonces  seamos buenos hijos, procuremos el bien, y no nos perderemos.
Como podemos observar, el peso de la culpa es un padecimiento, muy doloroso, porque no lo podemos quitar con ningún medicamento, solo cuando rectifiquemos y saldemos la deuda, podremos caminar con libertad, es el peso de la culpas lo que nos anima al otro lado de la vida, pedir nuevas oportunidades para  saldar las deudas contraídas, mientras el espíritu persiste en el mal, no puede sentir la voz de su conciencia, se justifica ante sí y los demás, solo cuando reconoce su equivocaciones y sus errores puede disponerse al trabajo y a la dura tarea de redimir sus errores y culpas.
Todos cometemos errores y miramos  el pasado  constantemente  condenándonos por muchos de ellos es un gasto de energía innecesario que no nos aporta nada positivo, el sentimiento de culpa nos encierra en un circulo masoquista que se hace cada vez más estrecho.
Ante el sentimiento de culpa que podamos sentir, hay dos cosas muy importante que podemos hacer, y que debemos preguntarnos  con sinceridad: ¿Tiene solución aquello que hemos hecho? Si la tiene, intentemos hacer el bien, en lo que antes hicimos el mal. No lo tiene, no nos preocupemos, ya lo hecho, hecho está.
Sigamos caminando, procurando no volver a cometer los mismos errores, intentando ser mejores personas, el mal solo con la acción del bien desaparece.
Amigos, os deseo un buen  día , que Dios siga iluminando nuestras vidas.
 Merchita

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