Sumario de temas espíritas en este blog:
- La actitud filosófica del Espírita
- A la búsqueda de la Perfección Espiritual
- Médiums y Mediumnidad
- El mundo de los fluidos
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La Actitud Filosófica del
Espírita
El espiritismo otorga una filosofía a quien lo comprende y asimila. Una filosofía es un cuestionamiento de las cosas básicas que nos suceden en la vida, y una búsqueda incesante de unos principios o valores en donde sustentar nuestro carácter.
Un espírita no es un Locke, ni un Husserl, ni inventa ni descubre nada que no haya sido ya dicho. La moral espírita se basa en las enseñanzas del rabí de Galilea, Jesús de Nazareth, o donde buenamente naciera, pues no es la vida pública o mística de Jesús lo que nos preocupa u ocupa. Ni si realmente existió o fue una fabulación, es un arduo trabajo que dejamos en manos de los historiadores serios, que no tienen interés especial en defender tal o cual postura, sino simplemente basarse en la lógica de los datos que se van descubriendo y en las sensatas comparaciones que los estudios ecdóticos y arqueológicos nos permiten.
Nada nuevo hay en Jesús, dicen los investigadores, todo lo que él dice se halla de un modo u otro recogido en las escrituras hebreas, o de algún modo en tradiciones más antiguas, como las egipcias de las que también se alimentaron las tradiciones judías, etc. Este estudio es fascinante, pero nos aleja de nuestro cometido: la moral espírita.
Decíamos que las enseñanzas de Jesús son el óbice de nuestra moral como espíritas. Moral no siempre bien comprendida, y que ha llevado a fanatismos a lo largo de la historia, pues no debe de ser interpretada al pie de la letra. Para ello el Evangelio según el Espiritismo, da una cabal explicación de los pasajes más importantes de la moral de Cristo.
El verdadero espírita comprende la seriedad de las críticas que un Nietzschearroja ante la melifluidad y apocamiento de algunas actitudes mal llamadas cristianas, pues pensadores de tal calibre intentan recuperar el pensamiento heleno, en su estado más puro.
No haremos aquí una superficial opinión de las intrincadas y complejas opiniones del filósofo alemán, que merece toda nuestra admiración, por su valentía y por su gran capacidad para sobreponerse a una forma de pensar que reina sobre occidente desde prácticamente la caída del Imperio Romano. Reflexionar es de vital importancia para cualquier amante del conocimiento.
No obstante el ya mencionado Evangelio según el Espiritismo, que no es un evangelio nuevo, en la parte introductora nos habla de la filosofía de Platón y Sócrates. En su aspecto moral. Dejando a una lado otras múltiples cuestiones de la filosofía de ambos. Por no decir, que en realidad hace hincapié en Sócrates, dejando a Platón a un lado, teniéndolo en cuenta como mero trasmisor del pensamiento del primero.
Hablaríamos por tanto de los primeros libros de Platón, en donde la figura de Sócrates es claro relieve. Ahí se hace una comparación entre las ideas de los filósofos y las de Jesús, en temas que con el paso del tiempo han perdido su claridad, sea por ejemplo: la reencarnación, o la importancia de los “daímones” o espíritus familiares que se comunican con los que estamos en la materia física (encarnados).
Al observar estas ideas, vemos que hay una línea clara y directa en el pensamiento moral, es la verdadera antorcha que no se ha de poner debajo del celemín. Queremos decir, se atisba la verdad de los pasos, cuando Jesús decía yo soy el camino, hablaba de sus acciones, de sus enseñanzas, no de su persona.
Es un oscuro complot teológico lo que con la figura del humilde carpintero se hizo después. Su mensaje embriagaba a las multitudes, en el “Sermón de la Montaña” única parte veraz de todos los evangelios según el prestigioso religioso T. de Chardin, Jesús hablaba a las multitudes, capaz de sugestionarlas hasta tal punto que cobraban sentido sus palabras “no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que viene de Dios”.
De ahí la explicación que Kardec ofrece a los llamados milagros en la obra La Génesis. Los milagros y las profecías según el Espiritismo, de los panes y los peces que se multiplican, dando de comer a multitudes ingentes. Bien, Jesús inspirado por el Verbo (logos), el Espíritu Santo, o sencillamente el Espíritu hablaba lo que toda la humanidad ha escuchado por boca de sus diferentes profetas: paz y amor, esperanza y redención, justicia para el oprimido, verdad y libertad.
Este mensaje que irradia desde las toscas manos que redactaron los evangelios, sobrepasa en mucho las sutilezas que posteriormente Pablo de Tarso, o cualquier padre de la Iglesia fueron introduciendo al mensaje “original” de Jesús; dando lugar al cristianismo que conocemos, que seguramente no tenía mucho que ver con el que Jesús predicó.
“Ahí dónde dos o tres estén en mi nombre, yo estaré con ellos”, dice en un pasaje. Esto es un acto de fe que nos liga a él. Porque el espiritismo nos da la posibilidad de rastrear estos pasos de amor e indulgencia, nobleza y caridad auténtica (no de limosna) al prójimo.
Muchos llamados santos o santas, no son más que mártires de ideas, pero en cambio otros, irradian una bondad y una fe en las clases más populares, que cuanto menos es de admirar.
Es un fenómeno antropológico ver el fervor de una población hacia su santo/a patrón/a. Supera la tradición y alcanza cotas de misticismo popular. Innato en el ser humano; igual era ir a venerar a Venus Generatrix que a la Virgen María. Solamente ha cambiado el nombre y la época.
¿Rige un Dios nuestro mundo, nuestro universo? Pregunta que golpea con dureza nuestra inteligencia. Hay preguntas tan hondas que superan la capacidad de cualquier respuesta. En el inicio del Libro de los Espíritus de Allan Kardec, ante la pregunta número 1 “¿Qué es Dios?”, los espíritus contestan “La inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas”.Respuesta bastante profunda y digna de meditación. Pero en la que no nos descollaremos, pues nos interesa llegar a otro lugar, dejándote caro/a lector/a que hagas propia tal pregunta y medites si tiene sentido o no para ti tal respuesta.
Somos poco más o menos que accidentes biológicos, empeñados en trascender a toda costa nuestra realidad material. Sería lógico pensar que tras la muerte todo se acaba. Pero es inquietante observar que todos los pueblos tienen su idea del “más allá”. No hay pueblos ateos. El ateísmo ha sido una reacción intelectual ante los excesos y fanatismos de la religión.
En realidad los escépticos griegos, que constituían un modo de pensar en la Antigua Hélade, decían que “es posible que haya una verdad o principio de la naturaleza (arjé) pero desde luego no lo podemos llegar a conocer”. En el fondo algo así dice el espiritismo en su pregunta 14 del mentado Libro de los Espíritus, que por mucho que divaguemos no podemos llegar a comprender a Dios, que hay cosas más fundamentales que sí están a nuestro alcance y que nos competen más.
En esa respuesta, que desisto copiar literal adrede, se hace un claro ataque a la fatua vanidad de quienes indagan sobre humo, y nos pone en alerta de nuestras conductas para con el prójimo. En realidad un espírita es igual a un escéptico griego, sabe qué hay una verdad, pero dada nuestra limitación, siempre está en constante búsqueda de certezas. Lo contrario es engullir dogmas e ideas preconcebidas: la muerte de todo pensamiento racional.
Son muchos los experimentos realizados por personas desinteresadas, estudiosas, que incluso se han jugado su prestigio científico, y cuyos puntos de partida eran totalmente opuestos a las manifestaciones espiritistas, los que dan aval a lo que fundamenta nuestra creencia.
Muchas investigaciones pertenecen al pasado, entonces decir Espiritismo inspiraba entre respeto y temor, ambas cosas eran posibles. Después de la Segunda Guerra Mundial más bien burla e incredulidad, tal es el arma que se esgrime en la actualidad ante las ideas que una y otra vez acechan nuestra especie, en busca de quienes “tengan oídos para escuchar y ojos para ver”.
Ahora ya no se llaman fenómenos espíritas, reciben otra nomenclatura, e incluso han huido de los laboratorios parapsicológicos, refugiándose en los lugares más insospechados, pero bajo el amparo de prestigiosos científicos, que de forma “fortuita” han tropezado con estas cuestiones de la pervivencia de la vida tras de la muerte. Son nombres anónimos, ante la gran masa, pero que vuelven a levantar los interrogantes que aparentemente se habían sepultado tras el intento de desprestigio de las viejas escuelas de Metapsíquica de Richet, o el Espiritismo de Kardec.
Estos fenómenos que se hallan fácilmente en cualquier cultura, presente o pasada, conservan una envoltura etnográfica que hace difícil para el observador desprevenido poder separar un principio que se da en todas estas manifestaciones, y que Kardec denominó mediumnidad, con los ritos y aparato sugestivo que acompañan a las mismas.
Allan Kardec en su obra El libro de los Médiums asentó la primera metodología y estudio serio sobre dicha facultad. A diferencia de los papiros egipcios u otros escritos mistéricos del pasado, Kardec usa el método científico, propio de nuestro tiempo, abandonando el simbólico-interpretativo o hermenéutico. Pues no se trata de un fenómeno nuevo, sino antiquísimo, pero que antes sólo era propicio para los iniciados.
Debe el espírita comprender y valorizar su importante legado del pasado, pero sin anclarse en él, ni complacerse vacuamente. Avanzar siempre, como dijo el pensador León Denis “siempre adelante, siempre más lejos, siempre más alto”.
Publicado el 30 de julio de 2015 en el Blog “Claro de Luna” por Myriel en Zona Espírita
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A LA BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN
ESPIRITUAL
Podríamos
proponer algunas pautas importantes para seguir transitando por ese difícil
camino que es el de la evolución y progreso espiritual. Veamos algunas de
ellas:
Cuando estemos solos, debemos cuidar
nuestros pensamientos pues estos muchas veces tienden a vagar por donde
quieren, según sus preocupaciones, sus gustos o sus querencias, no siempre
positivos y como ya sabemos, la mente
puesta en acción es el motor generador de nuestras ideas y de nuestros actos,
buenos o malos, de los cuales somos
responsables ante nuestra conciencia y ante el Universo entero (Dios).
Asimismo, cuando estamos con amigos,
tendemos muchas veces a acoplar nuestra personalidad, nuestro carácter y hasta
nuestros conocimientos a los de ellos, aunque veamos y comprendamos un nivel
más pobre de educación, de formas de
comportamiento, o de conceptos, todo con el fin de seguir granjeándonos su
amistad y confianza, o su admiración,
dejando tantas veces de obrar como nosotros mismos. Cuando actuamos así nos colocamos una máscara en la personalidad,
que da una imagen distorsionada de nuestra realidad personal y espiritual. Por
ello, debiéramos comenzar por cuidar nuestro lenguaje, de modo que este sea
siempre correcto y educado; un lenguaje que inspire confianza, paz,
armonía y seguridad, pues de ese modo, el afecto y el grado de amistad al que
aspiramos, llega por sí mismo, sin dejar de mostrarnos tal como somos, dando un
ejemplo constante de moderación, de nobleza y de lealtad, que suele ser motivo
de admiración y atracción por parte de los amigos y ante cualquier
circunstancia.
Los
espíritas, en el fondo, solemos ser ante otros ojos críticos, modelo de perfección sin ser perfectos y sin pretenderlo, ni mucho menos,
entonces por ello, quien sabe de nuestra “etiqueta espírita” o de nuestras
afirmaciones y creencias, nos examina permanentemente, decepcionándose o
alegrándose- según la clase de amigos que sean-, cuando encuentran “un fallo”, pues eso echa
por tierra nuestra imagen y la imagen que tienen del Espiritismo, y ello muchas veces justifica el que muchas veces no
quieran compartir o ni tan siquiera respetar, nuestros conocimientos e ideas.
Por las mismas razones expuestas, cuando
estemos enojados, cuidemos y controlemos
particularmente nuestro
temperamento, pues en esas situaciones humanas, este tiende a desbocarse
y a dejar de nosotros una imagen penosa, difícil de recomponer ante los demás y
ante nosotros mismos después de un episodio de esa clase. No permitamos que el
dichoso temperamento, fuerte, o el mal humor nos desborde y aunque sea por momentos, y haga de nosotros lo que no queremos ser.
Como vemos, el comportamiento en grupo, es
muy importante, pues es la piedra de toque en donde demostramos a los demás y a nosotros mismos, lo que de
verdad somos o lo que de verdad queremos llegar a ser.
Otra pauta a señalar, sería el esforzarnos
por cuidar las emociones negativas ante los demás, cuando estemos con
problemas. El tener problemas , es muy normal
y muy humano;¿Quién no los tiene o los ha tenido?; pero no debemos perder de
vista su razón de ser y su utilidad espiritual, pues en primer lugar, sabemos
que cada cual ha generado y genera los suyos, a los cuales se tiene que
enfrentar después para superarlos, rectificar y crecer con ellos. Por tanto, cuidemos junto
al temperamento esas emociones que a veces nos pueden traicionar.
Encima de todo esto, a veces descargamos el
mal humor con alguna crítica ácida sobre alguien que no suele estar presente
para defenderse. De este modo empeoramos con
ella una situación, queriendo justificar lo que moralmente es
injustificable y presentándonos como
llenos de razón en nuestros juicios y críticas. ¡ Cuidado con las
críticas!; ¡Suelen reflejar aquellos defectos que portamos nosotros mismos, aun
cuando nos pasen desapercibidos !.
Tengamos siempre valor para superar los problemas y resignación para sufrirlos,
sabiendo que nada acontece por casualidad.
¡ Seamos
justos y comedidos con los demás, del mismo modo que quisiéramos que los demás
lo sean con nosotros !
Por último,
cuando nos vayan bien las cosas; cuando por
cualquier motivo sintamos la bendición de Dios, no nos orgullezcamos por ello demasiado; no lo atribuyas a tus méritos por
tus mejoras. Estamos aún muy lejos de ser modelo de nada. Más bien, agradece a la Misericordia Divina
todo lo bueno que te llegue, pues en medio de tantos errores espirituales y de
tantas deficiencias morales que llevamos en el alma, aún estamos lejos de
merecer bendiciones ni favores de lo Alto. Pensemos que Dios muchas veces nos
hace estos regalos sin merecerlos, como una demostración de SU bondad y de Su Amor,
y se podría decir que como “pago adelantado” y acicate, para que sigamos
esforzándonos en avanzar por el arduo camino de la perfección espiritual en
medio de este mundo de expiaciones y de pruebas. Tengamos siempre la humildad
de reconocerlo y aceptarlo así, mostrando nuestro íntimo agradecimiento por
ello.
-Jose Luis
Martín -
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MÉDIUMS Y MEDIUMNIDAD
El problema de la mediumnidad es, fundamentalmente, problema del médium. El problema del médium es, esencialmente, problema de la mente. El problema de la mente es, por sobre todo, problema del Espíritu. El problema del Espíritu es, principalmente, consecuencia de la moral. Buena mediumnidad implica una vida mediúmnica sana que, a su vez, deriva de una mente equilibrada, y ésta es consecuencia de un Espíritu metodizado, acostumbrado al ejercicio de una moral consolidada, ya sea en la vida pública y en la privada.
No existe mediumnidad mayor ni mediumnidad menor. Existe médium más dedicado, celoso de sus deberes, y médium irresponsable, negligente ante sus obligaciones. No existen médiums mejores ni peores. Existen mentes ajustadas al programa de Cristo y mentes asaltadas por el torbellino de las sensaciones de la carne.
No existen mensajes más profundos ni mensajes superficiales. Existen Espíritus más profundos y Espíritus más triviales que se dedican a cuestiones más elevadas de la verdadera vida o que se pierden en pequeñeces de la vida diaria, lejos del respeto y de la dignidad. No conocemos médiums auténticos ni médiums inauténticos. Estamos acostumbrados a ver conducta noble y conducta innoble; vida moral tortuosa y vida moral pura. Por tales razones el problema de la mediumnidad es, igualmente, problema del carácter. El médium es, en todo lugar y en todos los tiempos, alguien que cumple un mandato, paga deudas y crece interiormente, adquiriendo bendiciones de la misericordia divina. Es inútil querer ser intérprete de exposiciones vibrantes, viviendo desajustadamente una vida plena de perturbaciones emocionales. De poca valía es la manifestación brillante, ornada con bellas palabras, cuando no se es lo suficientemente fuerte para transformar el mundo íntimo del instrumento.
¿Conservará su aroma el perfume exhalado por un vaso enlodado? De la misma manera, ¿quién se anima a beber agua, por más pura que ésta sea, si el vaso que la contiene es sucio y emana mal olor? Por igual motivo, ¿cuál es el hombre que se atreva a tomar el cieno con la esperanza de hallar algo de valor dentro del lodo miasmático? El médium que es portavoz de Espíritus brillantes, con nombres y títulos que impresionan a primera vista, pero que no vive el programa establecido por las leyes morales, es semejante a esos vaso ordinarios rotulados de valiosos y portadores de perfumes exquisitos. Ninguno de ellos es utilizado. Por tal razón decimos que el problema de la mediumnidad es, fundamentalmente, problema del médium.
La mediumnidad es una facultad. El médium es un instrumento. La mediumnidad es un ministerio. El médium es un servidor. Sin el instrumento bueno y útil, no hay ministerio elevado y digno. Sin sufrimiento es imposible la mediumnidad. El médium debe ser siempre consciente de su responsabilidad, disponiendo su corazón y su alma, su Espíritu y su cuerpo, su conducta y su pensamiento para colaborar eficientemente en la transmisión fiel del mensaje de que es portador. El agua sin filtrar, es siempre una amenaza para la salud de quien la bebe. El agua sin hervir es siempre susceptible de ser foco de innumerables bacterias. El médium que no haya alcanzado el hervor a través del sufrimiento, es propenso a conducir enfermedades en las comunicaciones que transmite. Médium que no pasó por el filtro del testimonio, es casi siempre alguien que puede transmitir terribles males a quienes beben en su fuente.
En Jesús tenemos el ejemplo: Médium de Dios. En Él tenemos el ejemplo de la vida. Llevado a la angustia y a los testimonios, permaneció fiel. Quien aspire a los servicios de la mediumnidad debe aspirar a los sufrimientos del Señor. Antes del deseo de brindar comunicaciones, es preciso guardar en lo íntimo la ansia de equilibrar la propia alma. Antes de ser vehículo de Espíritus desencarnados, muéstrese intermediario feliz de sí mismo. De lo contrario estará expuesto a repetir errores, sustituyendo personas y conservando los mismos defectos.
Varían los médiums y continúan las causas deplorables de las comunicaciones insulsas, defectuosas, cuyos resultados, poco útiles, son frutos estériles. Mejórese el médium, y tendremos la mediumnidad provechosa y nítida. Perfecciónese el Espíritu y tendremos comunicaciones más lúcidas. Elévese la moral y tendremos intercambio más identificado con la verdad. Sirva el médium a los objetivos sagrados de su mandato y tendremos médiums seguros. A ellos los conocemos por seguros e inseguros, conforme a la clasificación del eminente codificador Allan Kardec. Por tanto, tengamos cuidado. El gran escollo de la mediumnidad es el médium. El gran problema del médium es su moral. De ahí la razón del Maestro al aseverar claramente: Se conoce al cristiano por sus obras.
(Página psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, en Salvador, Bahía, Brasil, en marzo de 1959).
El progreso moral del médium es clave para tener buenas comunicaciones.
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EL MUNDO DE LOS FLUIDOS
El mundo de los fluidos, más que otro alguno, está sometido a las leyes de la atracción.. Por la voluntad atraemos hacia nosotros fuerzas buenas o malas, en armonía con nuestras ideas y nuestros sentimientos. Puede hacerse de ella un uso terrible, pero el que se sirve del poder magnético para el mal, tarde o temprano lo verá revolverse contra él.
La influencia perniciosa ejercida sobre los demás bajo la forma de sortilegios, mal de ojo, maleficios, vuelve fatalmente hacia aquel que la ha generado.
En hipnotismo como en magnetismo, si el operador no tiene un carácter recto, si sus intenciones no son puras, la experimentación será peligrosa tanto para él como para el sujeto.
No entréis, pues, en este terreno sin caridad y sin pureza de corazón.
No pongáis jamás en movimiento las fuerzas magnéticas sin acompañarlas de ferviente oración y de un pensamiento de amor sincero hacia nuestros semejantes.
De esta manera pondréis vuestros fluidos en armonía con el dinamismo divino, y su acción será más eficaz y más profunda.
Por el magnetismo elevado, el de los grandes terapeutas y de los iniciados, el pensamiento se ilumina; bajo la influencia de lo alto, los nobles sentimientos se exaltan; nos sentimos penetrados de una sensación de calma, de fuerza, de serenidad; el alma siente desvanecerse poco a poco todas las pequeñeces del yo humano y reaparecer, las cualidades superiores de su naturaleza.
Al mismo tiempo que aprende la abnegación en favor del bien y de la salvación de los demás, siente despertarse en ella poderes desconocidos...
¡Que el magnetismo del bien se desarrolle en la Tierra por las aspiraciones generosas y la elevación de las almas! Acordémonos de que toda idea contiene en germen su realización,... y sepamos comunicar a nuestras vibraciones fluídicas la radiación de altos y nobles pensamientos....
¡Que una poderosa corriente ligue entre sí a las almas terrenas y las una a sus hermanas mayores del espacio! Entonces, las malas influencias, que retardan la marcha y el progreso de la Humanidad, se desvanecerán bajo las radiaciones del espíritu de sacrificio y de amor.
León Denis
En lo invisible
La influencia perniciosa ejercida sobre los demás bajo la forma de sortilegios, mal de ojo, maleficios, vuelve fatalmente hacia aquel que la ha generado.
En hipnotismo como en magnetismo, si el operador no tiene un carácter recto, si sus intenciones no son puras, la experimentación será peligrosa tanto para él como para el sujeto.
No entréis, pues, en este terreno sin caridad y sin pureza de corazón.
No pongáis jamás en movimiento las fuerzas magnéticas sin acompañarlas de ferviente oración y de un pensamiento de amor sincero hacia nuestros semejantes.
De esta manera pondréis vuestros fluidos en armonía con el dinamismo divino, y su acción será más eficaz y más profunda.
Por el magnetismo elevado, el de los grandes terapeutas y de los iniciados, el pensamiento se ilumina; bajo la influencia de lo alto, los nobles sentimientos se exaltan; nos sentimos penetrados de una sensación de calma, de fuerza, de serenidad; el alma siente desvanecerse poco a poco todas las pequeñeces del yo humano y reaparecer, las cualidades superiores de su naturaleza.
Al mismo tiempo que aprende la abnegación en favor del bien y de la salvación de los demás, siente despertarse en ella poderes desconocidos...
¡Que el magnetismo del bien se desarrolle en la Tierra por las aspiraciones generosas y la elevación de las almas! Acordémonos de que toda idea contiene en germen su realización,... y sepamos comunicar a nuestras vibraciones fluídicas la radiación de altos y nobles pensamientos....
¡Que una poderosa corriente ligue entre sí a las almas terrenas y las una a sus hermanas mayores del espacio! Entonces, las malas influencias, que retardan la marcha y el progreso de la Humanidad, se desvanecerán bajo las radiaciones del espíritu de sacrificio y de amor.
León Denis
En lo invisible
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