viernes, 6 de octubre de 2017

El espírita en su familia



Hoy veremos :

- Nuestras razones
- Un comunicado del Espíritu Bezerra de Menezes
- El espírita en la familia
- El estudio:- Camino recto




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                                        NUESTRAS RAZONES


        Los espíritas,   por algún motivo especial parece que estamos inclinados  a “complicarnos la existencia”.   Me refiero al hecho de que cuanto más nos metemos y profundizamos en el aprendizaje y las experiencias del Espiritismo y todo lo que le rodea, más y más queremos ahondar en sus profundidades, adquiriendo compromisos a veces más allá de nuestras posibilidades  reales para poder afrontar con constancia en toda su extensión.
   
       Los motivos que nos impulsan suelen ser justificados ante nosotros mismos como “el deseo de aprender cada vez más”.   Cuando este  motivo ,es realmente cierto, nos cabría preguntar, ¿ para qué ?; ¿ tal vez, para ayudar más a alguien?;  ¿ porque así podemos contribuir mejor al desarrollo y expansión de una doctrina o de un conocimiento que cuando se popularice más, gracias a nuestro aporte,  puede  ser un factor   para  mejorar eficazmente a esta humanidad, para  que alcancemos niveles nunca antes vividos, de solidaridad, de paz y de amor entre todos los seres humanos, de modo que las sociedades del mundo se sientan  más fraternas entre sí de lo que lo fueron antes nunca? .

      Cuando realmente los motivos que nos impulsan a “complicarnos más la vida”, son los enumerados anteriormente, la justificación es noble y muy loable,  pero, ¿ realmente en todos los casos son estos los motivos que nos impulsan a todos?. 

      Yo me planteo si no será  también en algunos casos un afán de saber más y conocer más, para afianzar nuestra propia seguridad interior, porque en el fondo, necesitamos a cada paso que nos convenzan de  lo que decimos creer o mantener.

     También puede ser que, sencillamente, haya algunos casos de mera curiosidad, para  ver si por fin,  caminando por los misterios del intercambio mediúmnico, presenciamos algún fenómeno mediúmnico o paranormal, que nos dé mas solidez  a nuestra fe y a  los argumentos  de cara a los demás, en un afán de hacer proselitismo, buscando  la admiración, y en la credulidad de esos que nos admiren,  lograr un convencimiento  y una seguridad en nuestros planteamientos y testimonios. Un modo de sentirnos superiores, dando satisfacción a nuestro orgullo, al lograr   una admiración hacia nuestro saber o hacia nuestra experiencia y seguridad, que alimente nuestro ego . 

     En el fondo, creo que es posible que muchos,  tal vez puede ser que lo que persigan  sea  la admiración y el cariño de los demás,  de lo que no pueden prescindir, sintiéndose un poco “ superiores” al común de los mortales, gracias a sus reconocidos conocimientos , saberes y experiencias, y lo peor de todo: dando una imagen de virtud o de madurez moral, de la que en el fondo en realidad carecen.

       Hay quien ya  ha leído muchos libros espíritas, y cree por ello saber mucho; otros tienen una larga experiencia de años por su permanencia en el seno de grupos o sociedades espíritas, y eso les hace sentir  con cierta autoridad en el campo espírita, con respecto a los “advenedizos” llegados hace menos tiempo, pero no se dan cuenta de que en muchos casos están inmersos en una rutina de actividades en el Centro Espírita y en sus vidas personales, lo cual empieza a ser un freno para su propio avance y evolución ; otros han acudido además a tantos y tantos congresos y han escuchado tantas y tantas conferencia brillantes o magistrales, e incluso, las han impartido...., pero, ¿ todo eso es suficiente?; ¿ con todas las cosas reseñadas, han colmado el  tope de lo que se puede lograr, asegurando un estado de privilegio después, en el mundo espiritual, cuando les llegue la hora de regresar a él?; ¿ es posible que piensen de verdad, que el cariño, la admiración  y las alabanzas de los hombres aquí, les van a situar igualmente  después en el más allá?.

    Todo lo reseñado, está muy bien  y es necesario como formación necesaria que todo espírita, como cristiano portador y partícipe en la tercera revelación, debe conocer para con ello iluminar su vida, dando luz a las vidas de los demás, pero lo que no se nos puede olvidar a nadie, es la necesidad individual de cada uno, que todos tenemos en cuanto a la práctica de lo sabido como una hermosa teoría. Y no me refiero ya a la práctica mediúmnica o en la  de aplicar pases magnéticos o espíritas; me refiero a la práctica de la caridad con los demás; a la práctica del mejoramiento íntimo, luchando contra nuestros defectos morales y nuestras inclinaciones negativas en el día a día, ( que frecuentemente son muchas); reeducándonos como cristianos de verdad, con la base sólida, no ya del conocimiento teórico de la Codificación, del Evangelio o de otras elevadas obras espíritas, sino con la verdadera base del ejemplo a los demás con nuestra entrega y nuestra caridad en tantas facetas y oportunidades como nos ofrece la vida. No olvidemos nunca que al verdadero espírita se le conocerá por su transformación moral, y esta se produce no con la  exposición hueca de una bella teoría doctrinal, sino con esa práctica diaria de la caridad y de la automejora moral, que es el verdadero fruto de los espíritas, y que como imagen evidente,  esto siempre habla más que mil palabras.
    
       Vamos a comenzar a aplicarnos la máxima de Kardec, cuando afirmó que “fuera de la Caridad no hay salvación”. 
    
        Por supuesto, es ineludible que debemos  formarnos a fondo en la doctrina que  amamos y sustentamos, la espírita, en todas sus facetas y aspectos basados a partir de las obras codificadas por Kardec: ciencia, filosofía y moral,  así como de tantos buenos autores espíritas, que con sus obras han iluminado y allanado el camino del conocimiento espiritual, y más concretamente, del conocimiento espírita, pero sobre todo refrendemos estos conocimientos con la  necesaria transformación moral, evidente para los demás que conociéndonos de un antes, nos puedan comparar indeleblemente con un después que es ahora en  nuestro día a día actual,  y  que ese cambio moral, en una introspección íntima, también  pueda ser  sentido por nosotros mismos, como indicativo de que vamos por el buen camino.   Este propósito que actúa como motor que empuja y funciona en nuestras vidas, justificando el por qué y el para qué estamos aquí, y el por qué y el para qué hemos conocido y aceptado la doctrina espírita, será en efecto, el  acicate que de sentido a nuestro paso por esta existencia en la que ya tanto tiempo hemos malgastado. 
    
       Que cada cual, en conciencia, nos pongamos  ya y seriamente manos a la obra, comenzando por mirar nuestras posibilidades reales de hacer algo por los demás, y por nosotros mismos, sin olvidar nunca que nuestro prójimo más inmediato es, por lógica, a quien primero debemos atender y ayudar, y este no es otro que nuestros familiares directos, y por supuesto nosotros mismos, porque si no depuramos antes nuestro interior, con  nuestra voluntad y nuestro conocimiento avalado por la vivencia y la experiencia, no podremos ser esa herramienta valiosa , necesaria y precisa que  deberá  servir para ayuda en el caminar evolutivo de los demás.

Jose Luis



                     
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      UN COMUNICADO DEL ESPÍRITU                       BEZERRA DE MENEZES

"Estamos ahora en un nuevo período. Estos días señalan una fecha muy especial: la fecha del cambio del Mundo de Pruebas y Expiaciones para el Mundo de Regeneración. 

La gran noche que se abatía sobre la Tierra lentamente cede lugar al amanecer de bendiciones. Atrás ya no es posible. 

Firmastes, hijas e hijos del alma, un compromiso con Jesús antes de sumergirse en la indumentaria carnal, de servirle con abnegación y devoción. Prometáis que le habéis fiel, aunque os sea exigido el sacrificio. 

Al extenderse los horizontes de este amanecer que viaja hacia la plenitud del día, exultemos juntos, los Espíritus desencarnados y otros que transitan por el mundo de las sombras. Pero más allá del júbilo que a todos nos domina, tengamos en mente las graves responsabilidades que nos exhalan la existencia en el cuerpo o fuera de él. 

Deberíamos revivir los días inolvidables de la época del martirologio. Seremos invitados no sólo al aplauso, al entusiasmo, al júbilo, sino también al testimonio, el testimonio silencioso en los paisajes internos del alma, el testimonio por amor a aquellos que no nos aman, el testimonio de abnegación en el sentido de ayudar a aquellos todavía se complacen en generar dificultades intentando inutilmente obstaculizar la marcha del progreso. 

Iniciada la gran transición, llegaremos al clímax y en la razón directa en que el planeta experimenta sus cambios físicos, geológicos, los cambios morales serán inaplazables. 

Que seamos nosotros aquellos Espíritus espíritas que demuestre la grandeza del amor de Jesús en nuestras vidas. Que otros se quejen, que otros se quejen, que otros deploren -que los demás guardemos, en los reflejos del alma, el compromiso de amar y amar siempre, trayendo a Jesús de vuelta con toda la pujanza de aquellos días que van lejos y que están muy cerca. 

¡Jesús, hijas e hijos queridos, espera por nosotros! 

Que sea nuestro escudo el Amor, nuestras herramientas, el Amor, y nuestra vida, un Himno de Amor, son los votos que formulamos los Espíritus Espíritas aquí presentes y que me sugirieron representarlos ante vosotros. 

Con mucho cariño el servidor humilde y paternal de siempre, 

Bezerra de Menezes. 

Mucha Paz, hijas e hijos del corazón.

( NOTA DEL AUTOR DE ESTE BLOG :  Os recuerdo que nuestro sentido del tiempo no existe en el plano espiritual, por lo que para ellos resulta inminente, traducido en nuestro tiempo cronológico pueden suponer algunos meses o años )

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                  El espírita en su familia. 

Si el Espírita debe ser prudente, virtuoso, tolerante, humilde, abnegado y caritativo, entre sus hermanos de ideal y en el seno de la Humanidad, ¡cuánto más lo debe ser en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos y en la Humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas, que se enlazan con la historia presente. 

Los que no son espíritas atribuyen todo a la casualidad. Nosotros sabemos, sin embargo, que no hay efecto sin causa, y que las contrariedades o alegrías de hoy son la continuación de nuestras vidas pasadas. Por eso, el espírita debe ver en su familia un grupo que le fue dado en custodia, y para el cual tiene muchos deberes a cumplir y muchos sacrificios a realizar. 

Por eso, el esposo debe ser el apoyo y el sustentáculo de la esposa; debe amarla, respetarla, protegerla, aconsejarla, orientarla y proporcionarla en todas las circunstancias de la vida, lo que sea necesario. También la esposa debe obediencia, amor, respeto y sinceridad al esposo, siendo éste, para ella, siempre la primera persona a quien debe confiar sus secretos y todas sus tendencias, sin faltar jamás al respeto y a la obediencia, que debe al que Dios le dio como guía en este mundo de dolor. Se que para muchos estas palabras son desnecesarias. Mayormente, cuando los esposos tienen las mismas tendencias, son ambos de buen temperamento y sienten las mismas aspiraciones. Mas cuando entre ellos hay temperamentos opuestos, o un mal genio que torna difícil la unión, ya es otra cosa. 

¡Y si el esposo entra en choque con la familia, que no quiere aprobar sus ideas, ni concordar que profese el Espiritismo! ¿Cómo se arreglará ese jefe de familia? Es muy difícil prescribir reglas para casos particulares. Sólo podemos decir, en este caso, que el espírita debe escudarse en su prudencia, con tacto y paciencia a toda prueba. Es entonces que debe estar más unido al Alto, tener mucho amor al Padre, recordar siempre la paciencia y la abnegación del Señor, y permanecer en contacto con su Guía Espiritual, por medio de la oración y por la práctica de la indulgencia hacia los que le atormentan. Su conducta en la familia debe ser un bello modelo de todas las formas de virtud, para que el ejemplo pueda un día llevar la comprensión o por lo menos la tolerancia a una parte de los suyos. Y, aunque a tanto no sea posible llegar, que no se rebele, que se deje sacrificar, y si fuese necesario, acordándose de que él, hoy es el resultado del ayer, pues así haciendo podrá esperar una gran recompensa. Vi, en mi vida de espírita, dos hermanos que sufrieron mucho con sus familias. 
Y, a pesar de sus sacrificios, de su paciencia y abnegación, no consiguieron la tolerancia de los familiares, siendo constantemente objeto de burla y desprecio por parte de los seres más queridos. De estos dos hermanos, ya desencarnados, tuve ocasión de recibir comunicaciones que, moralmente hablando, son de enorme elevación y demuestran una felicidad tan grande que, puedo asegurar, ningún otro jamás demostró, entre los desencarnados en nuestra época. El sacrificio fue tan grande en la Tierra, pues nada es tan doloroso como el vernos despreciados y ridiculizados por aquellos que amamos. Mas esos sufrimientos son doblemente recompensados por nuestro Padre, nuestro Dios, que todo tiene en sus manos, todo sabe y todo puede. Además, estas situaciones son excepcionales y pocos se encuentran en ellas. Lo más común en el espírita ser padre de algunos hijos, cuya misión no está exenta de peligros, siendo a veces necesaria una abnegación a toda prueba, dirigida por el buen sentido espírita. A veces, no todos los hijos son buenos como el padre desea. Por el contrario, acarrean disgustos y sinsabores, que inciden en un gran sufrimiento. 

Los padres, entonces, precisan saber sufrir, teniendo mucho cuidado en mantener el mismo afecto para todos los hijos, tanto para los buenos, como para los que le disgustan. El espírita debe sentir el mismo amor por todos sus hijos. Y no debe olvidar que los más necesitados de su misericordia son los menos provistos de bondad y comprensión. Hay hijos que llevamos por la mano a toda parte, y hay otros que no basta cogerlos por la mano, es preciso arrastrarlos. Conozco padres espíritas que, empero amando a todos los hijos, dieron preferencia a los más pacíficos y mas obedientes. Si esto no fuese más en apariencia de que en la realidad, podría ser una buena manera de conducir a los demás nuevamente al buen camino. Mas no fue así. Por el contrario, dando preferencia a algunos, relegaran a los demás al olvido. Esta es una actuación equivocada, que puede costar muy caro al que la ejercita. Es verdad que a veces el padre no puede tratar a todos de la misma manera, en virtud de la diferencia de conducta y de comprensión de los hijos. Pero el padre y la madre deben mantener el amor en sus corazones y, si posible, mucho más fuerte por el hijo que más necesita, sea por su atraso moral o por otros motivos. Pues todo espírita que tenga hijos no debe olvidar que no los tiene por acaso. No fue por casualidad, más obedeciendo a un plan providencial para su bien y el de sus hijos, que ellos nacieran. 
Quién sabe si fueran enemigos, que tienen deudas para ajustar, y por eso Dios los pone uno al lado del otro, unidos por los lazos de la familia, para satisfacer un pago que de otra manera no podrían hacer. ¡Quién sabe si la mujer abandonada de otras existencias, que sirvió apenas para satisfacer caprichos, viene ahora a reclamar el apoyo a que tiene derecho! Por eso, el espírita, debe tener el mayor cuidado en la educación de todos sus hijos, más aún, ha de velar por los hijos que vinieren cargados de imperfecciones y son la causa de grandes disgustos. ¡Cuántos casos hay, entre los encarnados, que, si pudiésemos conocerlos, nos harían bajar la cabeza y ponernos de sobre aviso! En la verdad, no podemos conocerlos. Nos basta saber, sin embargo, que no hay efecto sin causa, y que Dios, en su infinita sabiduría, nada hace de inútil ni de injusto. Así, cuando el hombre encuentra una esposa mala, o la mujer encuentra un mal marido, no es por acaso, más por una sabia determinación. Si un buen padre tiene malos hijos, no se trata de castigo, más de las consecuencias de una ley justa. El espírita, que conoce todas esas cosas y todavía muchas otras, no puede considerar la vida como un simple paseo, más como una secuencia de hechos que lo herirán hasta lo más profundo del alma, que lo harán sufrir y derramar lágrimas. Más justamente por eso debe ser fuerte, de ánimo firme, compasivo y abnegado, caritativo para con todos, y muy especialmente para con las imperfecciones de sus hijos, depósitos sagrados que el Padre le concede, para que sea su protector y guía, a fin de hacerlos avanzar por lo menos un paso, en el caso de no poder hacer más. 

Todo espírita debe proceder con mucho cuidado en la misión de la paternidad, para no dejarse arrastrar jamás por una atracción de causa desconocida, en favor de unos hijos, ni por la frialdad que puede sentir en relación a otros. La justicia y el deber deben regular esas afecciones o repulsiones secretas, que brotan del alma. Ya dijimos que un hijo nuestro puede ser un gran enemigo de otras existencias, o un amigo cariñoso. Y no hay duda que, en las profundidades de nuestra alma, resuenan aún los recuerdos del pasado. De ahí la razón de la eficiencia del espiritismo, para hacernos progresar, pues su solución definitiva es que debemos amar, amar y amar. Sí, amar a los que nos quieren, a los que nos odian, a los que nos protegen o nos persiguen, a los que nos hacen el bien o nos desean el mal. Por señal que este mandamiento, que es la ley para la convivencia humana en general, lo es más aún en el seno de la familia. El espírita que consiga tener el amor como ley y lo ponga en práctica, no estará en tinieblas. Su vida terrena fluirá plácidamente, y después de ella alcanzará la felicidad. 

Cuando el espírita no tiene esposa e hijos, pero tiene aún a los padres, no debe olvidar el deber de tributarles todo el respeto, cariño y amor. Ha de considerar que fueran en la Tierra los representantes de la Providencia para él, lo que le obliga a darIes paz, consuelo, protección y amparo. Está en el deber de hacer por ellos lo que de ellos recibió, y aunque sus padres no se hubiesen portado bien, no está por eso menos obligado. Porque, en ese caso, ellos pertenecerían a la orden de los espíritus inferiores, y el espírita debe ser un ejemplo constante de virtud y abnegación; para que ellos aprendan lo que no sabían: cumplir con sus deberes. 
En resumen: Creemos que el espírita, en todas las situaciones de la vida, ha de portarse como buen hijo, buen esposo, buen padre, buen hermano y buen ciudadano; así, como practicante de la ley divina, cuyo sentido práctico está en la enseñanza y en el ejemplo del Señor y Maestro; será luz para iluminar a los que están a su alrededor. será mensajero de paz y amor para todos; y llevará la paz de las Moradas de la Luz hasta los hombres de la Tierra. 

Miguel Vives 

Extraído del libro "El Tesoro de los Espíritas"


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             El estudio-“Camino recto” 

León Denis 

El estudio es la fuente de dulces y nobles goces; nos libera de las preocupaciones vulgares y nos hace olvidar los males de la vida. El libro es un amigo sincero que nos pone buena cara lo mismo en los días felices que en los de mala fortuna. Hablamos del libro serio, útil, que instruye, consuela y reanima, y no del libro frívolo que distrae y con harta frecuencia desmoraliza. 

No se penetra lo bastante en el verdadero carácter del buen libro. Es como una voz que nos habla a través del tiempo y nos relata los trabajos, las luchas y los descubrimientos de aquellos que nos precedieron en el camino de la vida, y que en provecho nuestro suavizaron sus asperezas. ¿No constituye una de las escasas felicidades de este mundo el poder comunicar por medio del pensamiento con los grandes espíritus de todos los siglos y de todos los países? 

Ellos pusieron en sus libros lo mejor de sus inteligencias y de sus corazones. Nos llevan de la mano por el interior de los laberintos de la historia, nos guían hacia las elevadas regiones de la ciencia, del arte y de la literatura. Al contacto con estas obras, que constituyen los bienes más preciosos de la humanidad, compulsando estos archivos sagrados, nos sentimos engrandecer, nos consideramos satisfechos de pertenecer a las razas que nos suministran tales genios. El esplendor de su pensamiento se extiende sobre nuestras almas, las reconforta y las exalta. 

Sepamos elegir buenos libros y acostumbrémonos a vivir entre ellos, en relación constante con los espíritus elegidos. Rechacemos con cuidado los libros inmundos, escritos para halagar las bajas pasiones. Guardémonos de esa literatura relajada, fruto del sensualismo, que deja tras de sí la corrupción y la inmoralidad. 

La mayor parte de los hombres pretenden amar el estudio, y objetan que les falta tiempo para dedicarse a él. Sin embargo, muchos de ellos consagran veladas enteras al juego y a las conversaciones ociosas. Se arguye también que los libros cuestan caros, cuando se gasta en placeres fútiles y de mal gusto más dinero del que haría falta para hacerse de una rica colección de obras. Además, el estudio de la Naturaleza, el más eficaz y el más reconfortante de todos, no cuesta nada. 

La ciencia humana es falible y variable. La Naturaleza no lo es. No se desmiente nunca. En las horas de incertidumbre y de desaliento, volvámonos y nos mecerá en su seno. Nos hablará un sencillo y dulce lenguaje, en el que aparecerá la verdad sin artificio ni desfiguraciones. Pero ese lenguaje apacible muy pocos saben escucharlo y comprenderlo. 

El hombre lleva consigo, hasta en el fondo de las soledades, sus pasiones y sus agitaciones interiores, cuyos rumores encubren la enseñanza íntima de la Naturaleza. Para discernir la revelación inmanente en el seno de las cosas es preciso imponer silencio a las quimeras del mundo, a esas opiniones turbulentas que perturban nuestras sociedades; es preciso recogerse, hacer la paz en sí y alrededor de si. Entonces, todos los ecos de la vida pública callan; el alma entra en sí misma, recobra el sentimiento de la Naturaleza y de las leyes eternas y comunica con la Razón suprema. 

El estudio de la Naturaleza terrestre eleva y fortifica el pensamiento, pero ¿qué decir de la visión de los cielos? Cuando, en la noche apacible, se enciende la bóveda estrellada y comienza el desfile de los astros; cuando de los núcleos estelares y de las nebulosas perdidas en el fondo de los espacios desciende hasta nosotros la claridad temblorosa y difusa, una misteriosa influencia nos envuelve, un sentimiento profundamente religioso nos invade. ¡Cómo desaparecen en esa hora las vanas preocupaciones! ¡Cómo nos penetra, nos abruma y nos hace doblar las rodillas la sensación de lo inconmensurable! ¡Qué adoración muda se eleva de nuestro corazón! 

La Tierra boga frágil esquife por los campos de la inmensidad. Boga, arrastrada por el potente Sol. Por todas partes, a su alrededor, existen profundidades inmensas que no se pueden sondear sin experimentar el vértigo. Por todas partes también, a distancias enormes, hay mundos y más mundos, islas flotantes mecidas por las olas del éter. La mirada se niega a contarlos, pero nuestro espíritu los considera con respeto y con amor. Sus sutiles rayos le atraen. 

Enorme Júpiter, y tú, Saturno, al que rodea una franja luminosa y coronan nueve lunas de oro; soles gigantescos de luces multiformes, esferas innumerables: os saludamos desde el fondo de los espacios… Mundos que brilláis sobre nuestras cabezas, ¿qué ocultáis?… Quisiéramos conoceros, saber qué pueblos, qué ciudades extrañas, qué civilizaciones se extienden sobre vuestra superficie… Una intuición secreta nos dice que reside en vosotros la felicidad, buscada en vano en la Tierra. Más ¿por qué dudar y temer? 

Esos mundos son nuestra herencia. Estamos destinados a recorrerlos y a habitarlos. Visitaremos esos archipiélagos estelares y nos penetraremos de sus misterios. Nunca tendrá un término nuestra carrera, nuestros ímpetus, nuestros progresos, si sabemos ajustar nuestra voluntad a las leyes divinas y conquistar con nuestras acciones la plenitud de la vida, en posesión de los goces celestiales inherentes a ella. 

Extraído del libro “Camino recto” 
León Denis


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El Espírita ante la Homosexualidad



Hoy propongo estas lecturas:

- Influencia de los Espíritus sobre los acontecimientos de la vida
- Diferentes categorías de Mundos habitados.
- El Espírita ante la Homosexualidad
- Los sufrimientos y la muerte




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INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS DE LA VIDA

Los Espíritus ejercen influencia sobre los acontecimientos de la vida, toda vez que nos aconsejan. Normalmente ellos ejercen esa influencia por el pensamiento que nos sugieren. Tienen también una acción directa sobre la realización de las cosas, pero nunca actúan fuera de las leyes de la Naturaleza. 

Imaginamos erróneamente que la acción de los Espíritus debe manifestarse solamente por fenómenos extraordinarios. Desearíamos que nos ayudasen mediante milagros y nos los imaginamos siempre representados con una varita mágica, Pero no es así; y porque su intervención nos es oculta, lo que todavía hacemos con su cooperación, nos parece muy natural. Así por ejemplo, provocarán la reunión de dos personas que parecerá que se reencuentran por casualidad; inspirarán a alguien el pensamiento de pasar por determinado lugar; llamarán su atención sobre cierto punto, con vistas a determinado resultado, de tal modo que el hombre, creyendo seguir solamente su propio impulso, conserve siempre su libre albedrío.

Es cierto que los Espíritus tienen una acción sobre la materia, pero para el cumplimiento de las leyes naturales, y no para anularlas. Hacer surgir en un determinado momento un acontecimiento inesperado sería contrario a esas leyes. Por ejemplo, una escalera se quiebra porque estaba gastada y  frágil o no era lo suficientemente fuerte para soportar el peso del hombre. Si por expiación un hombre tuviese que morir por ese tipo de accidente, los Espíritus le inspirarían el pensamiento de subir a esa escalera, que por ser vieja, se quebraría con su peso y su muerte tendría lugar por efecto natural, sin que fuese necesario hacer un milagro, o sea, anulando una ley natural de hacer quebrar una escalera buena y fuerte.

Tomemos otro ejemplo en que el estado natural de la materia no sea importante. Un hombre debe morir fulminado por un rayo; él se refugia bajo un árbol, el rayo brilla, explota y lo mata. Es siempre la misma cosas. El rayo alcanzó el árbol en ese momento porque estaba en las leyes de la naturaleza que fuese así; no fue dirigido para el árbol porque el hombre estuviese debajo de él- El hombre sí fue inspirado en el pensamiento de refugiarse debajo del árbol en el que el rayo iba a caer, pero el árbol sería alcanzado, estuviese el hombre debajo de él o no estuviese.

Todavía otro ejemplo: Un hombre mal intencionado dispara un arma contra otro; la bala para rozándole pero  no le alcanza. ¿Un Espíritu benevolente la puede haber desviado?. Pero si el individuo no debe ser alcanzado, el Espíritu benevolente le inspirará el pensamiento de  desviarse o podrá dificultar la puntería de su enemigo para hacerlo apuntar mal. Pero la bala, una vez disparada, sigue la dirección que debe recorrer.

Los cuentos sobre los proyectiles de algunas armas encantadas que alcanzan fatalmente un objetivo son pura imaginación; el hombre adora lo maravilloso y no se contenta con las maravillas de la Naturaleza.

Aunque los Espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida puedan ser contrariados por otros espíritus que desean lo contrario no hay en ellos ninguna autoridad para eso, pues lo que Dios quiere debe acontecer; si hay un atraso o un impedimento, es por Su voluntad.

Los Espíritus livianos y zalameros pueden desear crear pequeñas situaciones embarazosas para atrapar nuestros proyectos y confundir nuestras previsiones, pues ellos se satisfacen  causando problemas-que son pruebas para ejercitar nuestra paciencia, pero se cansan cuando no consiguen nada. Entre tanto no sería justo ni exacto acusarlos por todas nuestras decepciones, porque somos los primeros responsables por nuestra liviandad. Por tanto si al recoger la vajilla de loza, esta se rompe, antes se debe a nuestra falta de cuidado que a la intervención de los Espíritus.

Los Espíritus que `provocan esas inquietudes pueden actuar como consecuencia de una animosidad personal o pueden invertir lo primero que les venga a la cabeza, sin ningún motivo determinado, únicamente por juego o malicia. En ambos casos, algunas veces, pueden ser enemigos que hicimos durante esa vida o en otra, y por eso nos persiguen; pero otras veces, no hay motivos, a no ser para divertirse.

Las maldades de los que nos perjudicaron en la Tierra muchas veces pueden extinguirse con la muerte, por reconocer su injusticia y el mal que hicieron. No obstante, continúan persiguiéndonos con insistencia, si estuviese en los designios de la Providencia, para continuar probándonos. Pero a eso se puede poner fin si oramos por ellos y retribuimos el mal con el bien, pues acabarán de comprender sus errores. Además de eso, si nos colocamos por encima de sus maquinaciones, ellos cesarán, viendo que nada ganan con eso.

La experiencia demuestra que algunos Espíritus prosiguen su venganza de una existencia para otra, y así expían, pronto o tarde, los males que pueden haber hecho a alguien.

Los Espíritus no tienen el poder de apartar enteramente los males sobre nuestras vidas y de traernos prosperidad, pues hay males que están en los designios de la Providencia, pero con todo, pueden amenizar nuestros dolores al ofrecernos la paciencia y la resignación.

Debemos prestar atención porque depende muchas veces de nosotros el apartar esos males o por lo menos atenuarlos. Dios nos dio la inteligencia para que nos sirviéramos de ella y es principalmente por medio de ella que los Espíritus vienen a ayudarnos o a sugerir pensamientos benéficos; pero estos apenas asisten a aquellos que saben ayudarse a sí mismos. Es el sentido de estas palabras: "Bucad y encontrareis, llamad y se os abrirá".

Todavía: Lo que nos parece un mal no siempre lo es. Frecuentemente, del mal que nos aflige saldrá un bien mucho mayor. Es que no comprendemos, en cuanto pensamos solamente en el momento presente o en nosotros mismos.

Los Espíritus  nos pueden hacer obtener la riqueza, si para eso fueren solicitados, pero algunas veces esto ocurre como prueba, pues frecuentemente, lo rechazan, como se rechaza a un niño la satisfacción de obtener un pedido absurdo. Y los que atienden esos pedidos pueden ser los buenos o los malos, dependiendo de la intención. Generalmente son Espíritus  que quieren conducirnos al mal y que encuentran un medio fácil de conseguirlo, ofreciéndonos los placeres que proporciona la riqueza, ya que saben de las dificultades de administrar esas posesiones.

Cuando sentimos obstáculos fatales en oposición a nuestros proyectos, algunas veces puede ser influencia de un Espíritu, con todo, en la mayoría de las veces, es que escogemos mal la elaboración y ejecución del proyecto. La posición y el carácter influyen mucho. Ahora, si insistimos en un camino que no es el nuestro, no es debido a los Espíritus: es que en verdad somos nuestro propio mal genio.

Cuando alguna cosa feliz nos acontece, debemos agradecer a Dios, sin cuyo permiso nada se hace; después, a los buenos Espíritus, que son sus agentes. Si no agradecemos seremos ingratos.

También hay personas que no oran ni agradecen y para las cuales todo sale bien, pero es preciso ver el final, pues pagarán bien caro esa felicidad pasajera que no merecen, ya que, cuanto más  hubieren recibido,más cuentas deberán prestar.

- Elio Mollo -


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                DIFERENTES CATEGORÍAS  DE 
                 MUNDOS HABITADOS


   Desde las épocas del codificador Allan Kardec y del astrónomo sensitivo Camille Flammarion, hasta nuestros días, los conocimientos científicos sobre el Universo han cambiado y se han desarrollado notablemente. Sin embargo, el aspecto filosófico y moral de la comprensión de Dios y su creación, el Universo, permanece fuerte y firme en estos preclaros autores. Y recordemos cómo este astrónomo francés en su obra Dios en la Naturaleza, cuya introducción terminó en mayo de 1867, dos años antes de la desencarnación del maestro lionés, nos narra, con ese sentido poético, en el tomo V, del citado libro lo siguiente: «La Tierra era cual átomo fluctuante en el infinito. De este átomo, sin embargo, a todos los soles del espacio, aquellos cuya luz lleva millones de años para llegar hasta nosotros, a los que yacen desconocidos más allá de nuestra visibilidad, yo sentía un lazo invisible abarcando, en un solo halo vivificante, todos los universos y todas las almas. 
     Y la oración celestial, grandiosa, inmensurable, tenía su repercusión, su estrofa, su representación visible en aquella vida terrena que palpitaba en torno de mí, en el rugido del mar, en el perfume de las selvas, en el canto de las aves, en la melodía confusa de los insectos, en el conjunto emocionante del escenario y, sobre todo, en la luminosa tonalidad de aquel extraordinario crepúsculo». Flammarion era un poeta del universo, que traducía, en versos y en prosa, las bellezas de la obra de la creación. 
     El insigne pedagogo francés Allan Kardec sitúa en el Libro de los Espíritus (Cap. III del Libro Primero), una de las definiciones del Universo más notables, cuando se afirma: «El Universo comprende la infinidad de mundos que vemos y que no vemos, todos los seres animados e inanimados y todos los astros que se mueven en el espacio, como también los fluidos que lo llenan». Esta definición es filosóficamente fuerte y permanece vigente a pesar de todos los descubrimientos de la astronomía y la Astrofísica. 
     Hoy día las investigaciones sobre la estructura actual del universo nos muestran que éste se encuentra constituido por galaxias, grupos y cúmulos de galaxias. Nuestro planeta Tierra se encuentra en el Sistema Solar, ubicado en uno de los brazos de la Galaxia denominada Vía Láctea, que tiene forma de espiral y que pertenece al llamado Grupo Local, que consta de nuestra galaxia, las nubes de Magallanes, la galaxia de Andrómeda y varias «galaxias enanas». 

      Se calcula que existen 100 mil millones de galaxias en el Universo conocido, el cual corresponde al 8% de la materia visible; mientras el otro 92% del universo corresponde a materia y energía oscura que no es visible. Lo que quiere decir que la mayor parte del universo es desconocido para nosotros y ni siquiera lo podemos ver. Sin embargo, no encontramos una clasificación científica de los mundos porque en astronomía utilizan el término planeta, que fue definido por la Unión Astronómica Internacional en el 2006, como un cuerpo celeste en órbita a una estrella y que debe tener suficiente masa para hacer que éste tome una forma esférica y sea el cuerpo dominante de su órbita. 

    Apenas la humanidad conoce un poco acerca de los planetas del sistema solar, a los que divide en planetas interiores, que son sólidos y rocosos (Mercurio, Venus, La Tierra y Marte), y en planetas exteriores, que son casi totalmente gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Diferentes categorías de mundos habitados.
      Neptuno, pues desde agosto de 2006 Plutón ya no es considerado un planeta). Esta clasificación, como vemos, se realiza en base a las características físicas de los planetas, es decir, una clasificación materialista. Por ello el aporte hecho por la Doctrina Espírita al conocimiento humano, de plantear una clasificación con un criterio moral, es realmente una revelación única, y seguramente prevalecerá a través de los tiempos, sin perder vigencia conceptual.
      Creemos que Kardec fue un pionero en colocar la primera clasificación moral de los mundos, cuando publica en abril de 1864 El Evangelio según el Espiritismo, y en su capítulo III plasma muy acertadamente la siguiente categorización: 1- Mundos primitivos: donde se hacen las primeras encarnaciones del alma. 2- Mundos de expiación y pruebas: donde todavía domina el mal. 3- Mundos regeneradores: donde las almas aún expían, pero adquieren fuerzas para continuar en la lucha. 4- Mundos felices: donde el bien predomina sobre el mal. 5- Mundos celestes: donde reina el bien. 

     Hay otro tipo de mundos descritos en la codificación. Son los mundos transitorios (ver preguntas 234, 235 y 236 de El Libro de los Espíritus), que están habitados espiritualmente por Espíritus errantes, quienes al estar reunidos se instruyen y progresan. La Tierra ya fue un mundo transitorio en su época de formación, es decir, antes de ser mundo primitivo y de albergar los primeros seres encarnados. Podemos afirmar que en el universo los Espíritus evolucionan en grupos, en humanidades que pueblan los diferentes planetas, pero cuando algún espíritu evoluciona más rápidamente, puede ascender en la categoría de los mundos morales, al igual que aquel que persiste en el mal, cuando el planeta ascienda en la escala de los mundos, estará condicionado a permanecer en un orbe acorde a su estado vibracional, lo que no implica que está decreciendo, evolutivamente hablando. Aunque indudablemente, esta clasificación realizada de los mundos es de carácter moral, según la evolución espiritual de sus habitantes, podemos inferir que lógicamente va acompañada de una evolución material del planeta como tal, lo que quiere decir que cuanto más evolucionado moralmente esté una humanidad y el mundo que habita, más perfectible será la naturaleza, más equilibrada la relación de sus habitantes con todo el ecosistema planetario y por supuesto el estado vibracional y lumínico será cada vez mayor, porque reflejará la sintonía de sus pobladores con las leyes divinas. Hay mundos habitados que pasan por fases de transición de un nivel a otro, lo que genera períodos de crisis, como ocurre en nuestro planeta Tierra en los tiempos actuales. 
     Somos un planeta en transición, de mundo de pruebas y expiaciones a mundo de regeneración. No todas las categorías morales de los mundos se encuentran en un mismo sistema solar, pero sí en una misma galaxia, ya que la cantidad de estrellas es tal, que facilita la probabilidad de su existencia en los planetas que las orbitan. 
      En esta clasificación moral de los mundos habitados, podemos ver: • Los reflejos de la Justicia de Dios, en relación a sus hijos que poblamos el Universo, pues brinda para todos las múltiples opciones, en el proceso de ascensión en la escala progresiva de la evolución. • Refleja también el principio de solidaridad y fraternidad universal, pues los diferentes mundos y sus humanidades son solidarios, ya que, en muchas oportunidades, grupos de Espíritus pueden migrar de un mundo a otro, con el objetivo de ayudar en su adelantamiento moral, científico, filosófico y espiritual, unas veces en misión y otras por no haber alcanzado el nivel vibratorio que su mundo original y su humanidad logró. 

     Encontramos que 40 años antes de la publicación de El Libro de los Espíritus, el Dr. Gelpke publica en Leipzig en 1817 la obra Exposición de la Grandeza de la creación Universal, de la cual Kardec publicó un texto en la Revista Espírita, Periódico de Estudios Psicológicos Año VI, noviembre de 1863, vol. 11, con el título: “Pluralidad de existencias y de los Mundos Habitados”, y que desarrolla los siguientes e interesantes conceptos: «….como de la organización de cada mundo depende la de los seres que lo habitan, éstos deben, tanto interna como externamente, diferir esencialmente en cada globo. Ahora, si consideramos la multiplicidad e inmensa variedad de las criaturas en nuestra Tierra, donde una simple hoja no se asemeja a otra, y si admitimos una gran variedad de criaturas en cada mundo, cuán prodigioso nos parecerá su multitud en el inmensurable reino de Dios. » Y Kardec en la explicación a la respuesta de la pregunta 58 de El Libro de los Espíritus confirma lo siguiente: «Las condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser apropiados al medio en que están llamados a vivir». Y nosotros estamos llamados a vivir en este bello planeta azul, a cuidarlo, a amarlo y a preservarlo para las futuras generaciones que somos nosotros mismos, cuando heredaremos nuestra propia Tierra, en la sinfonía divina de los mundos habitados, donde nuestro Creador nos colocó.

Revista de la FEE Número: 3 

- Fabio Villarraga-( Médico cirujano. Especialista en bioética y telemedicina. Conferenciante en congresos espíritas mundiales y nacionales. Traductor de diversas obras espíritas. Fue presidente de Confecol y actualmente es el coordinador del CEI para Suramérica. Presidente de la Asociación Médico Espírita de Colombia, AME-Colombia.)

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                  EL ESPIRITA ANTE LA                                    HOMOSEXUALIDAD. 
Asistimos a un evidente y progresivo proceso de revisión cultural, científica y social sobre el tema de la homosexualidad (hace 24 años que dejó de ser considerada como una anomalía para la OMS). 

    Resulta, cuando menos, razonable que el espírita forme parte también de este proceso de normalización, sobretodo adherido a una filosofía (el espiritismo) progresista, natural y libre de los dogmatismos del pasado. No se trata de de ser pro gay ni de enarbolar banderas… es una cuestión más de fondo, más universal: la de aceptar la multiplicidad expresiva del alma humana en su trayectoria evolutiva, donde, difícilmente, presentamos una tonalidad blanca o negra, sino que más bien optamos por la variada expresión de grises (y esto no solo en el campo de la sexualidad y la afectividad, sino en lo psicológico, lo moral, lo social, etc). 
     El Espiritismo jamás se pronunció contra la homosexualidad y, por lo tanto, nosotros tampoco debemos hacerlo. En la Codificación kardeciana los Espíritus ni tocaron este asunto, como sí lo hicieron, y expresivamente, con otros como la guerra, el aborto o el suicidio. Si hubiera habido necesidad, a no dudar, lo hubieran registrado. Ser homosexual (o siendo heterosexual vivenciar una experiencia homosexual) no es ni bueno ni malo; simplemente ES. No precisamos, en este punto, valoraciones morales de ningún tipo. De igual manera, ser heterosexual no es bueno o malo; ES, y punto. Es el comportamiento (obsesivo, egoista, manipulador, etc) lo que puede ser considerado más o menos sano, más o menos correcto o incorrecto desde el punto de vista moral (no moralista, ojo). La sexualidad, en sí, queda al margen. Lo que sí “canta” y ademas es erróneo, es que un espírita que en lo particular rechace el asunto homosexual, vaya por ahí utilizando elementos doctrinarios para justificar su postura personalista. Hay muchas maneras de disfrazar el rechazo instintivo que los elementos de la cultura judeo-cristiana han ido depositando en nosotros, pero, por ser espíritas, precisamente deberíamos tomar conciencia de ello, primeramente, y después trascenderlos… Una manera de llevar a cabo este rechazo es cubrirlo con una pátina de caridad postiza que en realidad es una forma encubierta de condescendencia ante quien consideramos desviado del camino. Hay cierta hipocresía (o ignorancia doctrinaria) en decir que un homosexual debe sublimar su energía genésica, ¡porque el hetero también debe hacerlo! Es decir ¿que diferencia moral hay entre alguien que se siente atraído por las mujeres y el que lo hace por los hombres? Ninguna; hay diferencias psicológicas, de experiencia, etc, pero la moralidad no tiene nada que ver. Nuestra sexualidad puede tener un patrón de más o menos elevación o tenerlo muy bajo y animalizado, y en este sentido, no hay diferenciación entre un homosexual o un hetero ambos con sexualidad muy animalizada. Ahora, si acatamos sin rechistar el estereotipo secular (cómodo para los heterosexuales con prejuicios) de que el homosexual es el “vicioso”, entonces hay poco que dialogar. 
        Las fijaciones sexuales son cosas a trabajar en nuestro interior, pero estas fijaciones están presentes en una y otra forma de sexualidad; las homo no son mejores ni peores que las hetero. Si que es cierto que los espíritas (no el Espiritismo) deberían marcar diferencia en este sentido, porque si se mantienen, de base, en una estructura cultural de evidente atavismo machista, los contenidos espíritas filtrados por este matiz (y por elevados que sean), no van a cuajar en el corazón de la gente porque se captará el prejuicio residual… y sonará a más de lo mismo. Para progresar debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, y el prejuicio diferencial sexista existe, y es un lamentable error que un miembro de la escuela de Kardec lo comparta. Hay por ahí espíritas de años y veteranía que, desafortunadamente, no han superado este atavismo, no siendo conscientes que estan expresando una particularidad cultural propia (que harían bien en revisionar), pero no una ley universal. También los escritores y oradores (incluyendo a los muy conocidos) se equivocan. Algunos piensan (incluyendo a los que se sienten con inclinaciones espirituales) que su condición actual, por ejemplo: varón y heterosexual, es un patrón fijo en el tiempo… No solo no es así, sino que además no expresa toda su realidad, pues en su patrimonio espiritual, por fuerza, también ha amado y/o practicado sexo con hombres (y seguramente lo volverá hacer en encarnaciones posteriores como hombre o mujer), porque nuestro ser profundo no tiene sexo definido; es más, carece de él. 
      El patrón psicobiológico que hoy nos define, se ajusta a nuestra necesidad evolutiva, pero es momentáneo… irá cambiando inevitablemente (y no siempre será bajo el filtro varón-heterosexual del ejemplo anterior). Solo esto debería hacernos reflexionar que no debemos censurar ni definir como incorrecto a alguien que se defina como varón y homosexual, porque ignoramos cuales son nuestras experiencias pasadas y cuales serán en el futuro, en un progreso que, además, por fuerza debe integrar en una sola ambas polaridades en su ascensión a la luz. 

Blog de Lumen en Zona EspíritaArtículo publicado en Zona Espírita 


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         LOS SUFRIMIENTOS Y LA MUERTE 


Fijado el objeto de la existencia, más alto que la fortuna y más alto que la felicidad, toda una revolución se produce en nosotros.. El universo es un coso donde el alma lucha por su elevación; la obtiene mediante sus trabajos, mediante sus sacrificios y mediante sus sufrimientos. EL sufrimiento, sea físico sea moral, es uno de los elementos necesarios de la evolución, un poderoso medio de desenvolvimiento y de progreso. Nos enseña a conocernos mejor, a dominar nuestras pasiones y a amar a los demás. Lo que el ser debe buscar en su carrera es a la vez la ciencia y el amor. Cuanto más se sabe, más se ama y más nos elevamos. El sufrimiento, nos obliga a estudiar para combatir y para vencer las causas que le hacen nacer, y el conocimiento de esas causas despierta en nosotros una simpatía más viva hacia aquellos que sufren. 


El dolor es la purificación suprema, la escuela donde se aprenden la paciencia, la resignación y todos los austeros deberes. Es el horno donde se funde el egoísmo, donde se disuelve el orgullo. A veces, en las horas sombrías, el alma, llena de indignación, reniega de Dios y de su justicia; luego, cuando la tormenta ha pasado y ella se examina, ve que aquel mal aparente era un bien; reconoce que el dolor la ha tornado mejor, más accesible a la piedad, más caritativa para con los desgraciados. 


Todos los males de la vida coinciden en nuestro perfeccionamiento. Por la humillación, por las dolencias, por los reveses, lentamente, lo mejor se separa de lo peor. Por esto es por lo que aquí abajo hay más sufrimiento que goce. El sufrimiento modifica los caracteres, afina los sentimientos y doma a las almas fogosas o altivas. 


El dolor físico tiene también su utilidad. Desanuda químicamente los lazos que encadenan el espíritu a la carne; le aparta de los fluidos groseros que le envuelven, aun después de la muerte, y le retienen en las regiones inferiores  


No maldigamos el dolor; sólo él nos arranca a la indiferencia, a la voluptuosidad. Esculpe nuestra alma, le da su forma más pura, su más perfecta belleza. 


La prueba es un remedio infalible para nuestra inexperiencia. La Providencia procede con nosotros como una madre previsora con su hijo indócil. Cuando nos resistimos a su llamamiento, cuando nos negamos a seguir sus indicaciones, nos deja que suframos decepciones y reveses, sabiendo que la adversidad es la mejor escuela donde se aprende la sabiduría. 


Tal es el destino de los más aquí abajo. Bajo un cielo surcado a veces de relámpagos, hay que seguir el arduo camino con los pies desgarrados por las piedras y las zarzas.- Un espíritu vestido de negro guía nuestros pasos: es el dolor, dolor santo al que debemos bendecir, pues sólo él, sacudiendo nuestro ser, le libra de las bajas inclinaciones y le hace apto para sentir lo que es verdaderamente noble y hermoso. 

DESPUÉS DE LA MUERTE 
LEÓN DENIS 


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