sábado, 23 de enero de 2016
jueves, 21 de enero de 2016
OREMOS POR LA PAZ MUNDIAL
Heliotropismo Espiritual
Como se sabe, los grandes exponentes de las artes jamás se dieron por satisfechos con aquello que consiguieron realizar, aunque, no obstante, sus producciones fuesen verdaderas obras primas; los científicos, de la misma forma, realizaron permanentemente renovados esfuerzos para perfeccionar todo cuanto existe al servicio del confort y del bienestar de la Humanidad, fenómeno ese que prueba la insaciedad del espíritu en sus anhelos de gloria y de progreso. Incluso ente las criaturas comunes, que nada tienen de geniales, ¿existirá quien no sienta, latente, dentro de sí, ese deseo, siempre insatisfecho, de aprender, de conocer cosas nuevas, de ampliar la esfera de sus conocimientos, de dominar los misterios de la naturaleza, de recorrer, uno por uno, todos los ángulos de las artes y de las ciencias? Creemos que no, a menos que se trate de seres anormales, por cuanto ese impulso es natural e inherente a la especie humana; es natural, decimos, porque proviene de la idea innata que se halla arraigada en las profundidades de su conciencia psíquica: la de la certeza de su inmortalidad y de su semejanza con el Creador, al Cual se dirige, tal como las plantas heliotrópicas se vuelven hacia el Sol cuando él resplandece en los horizontes.
Sí, la intuición de la inmortalidad es un hecho, incluso en aquellos a quien la desilusión de esta vida o el orgullo fatuo llevaron a abrazar las teorías malsanas del materialismo disolvente, que por ahí campea, en estos últimos tiempos, perturbando corazones y anulando caracteres. Ahora, si la vida se limitase al insignificante ciclo de la cuna a la tumba, si todo terminase con la muerte o si la sobrevivencia del alma se verificase en condiciones tales que no comportase ninguna especie de actividad, ¿cuál sería el origen, la causa, el motivo de esa sed de saber, de esos deseos vehementes de progreso, que no cesan jamás, a que nos referimos en líneas más arriba?
Pero, no; la vida actual no es sino una de las fases de la vida interminable, y la muerte, consecuentemente, no puede ser el término, sin embargo, es simplemente la unión, es decir, el umbral por el cual pasamos de la vida corpórea a la vida espiritual, desde donde volveremos al escenario de la Tierra, a fin de representar los innumerables actos del drama grandioso y sublime que se llama Evolución. Tenemos, dentro de nosotros, en estado virtual, los gérmenes de nuestros futuros desarrollos. ¿Cómo, no obstante, asimilar todos los conocimientos del genio y adquirir todas las virtudes de la santidad en una única existencia? ¡Imposible! De ahí la ley sabia y bendita de los renacimientos.
Ser bueno no lo es todo. Ser sabio no basta. Es necesario ser bueno y sabio. Urge, entretanto, crecer primeramente en virtud y después en sabiduría, porque la virtud del ignorante (la palabra ignorante, aquí no tiene el sentido peyorativo en que es empleada comúnmente) puede ser utilizada, perfectamente, en beneficio de la colectividad, mientras que la sabiduría en las manos de un malvado puede convertirse en un arma terrible. Que tenga vista el que va por las llamadas grandes naciones, donde los hombres tienen la inteligencia llena de conocimientos científicos, pero conservan sus corazones duros, cerrados a los códigos de la moral evangélica.
El virtuoso sin sabiduría es un fruto silvestre: no satisface a la vista, pero sacia el hambre. El sabio sin virtud es una flor artificial: tiene belleza, pero no tiene perfume. Jesús es el prototipo de la bondad y de la sabiduría reunidas y desarrolladas en grado máximo. Imitarlo, seguir sus pasos, he aquí nuestra meta. Además, Él mismo lo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre si no es por mí”.
Aquellos, cuya razón no puede, aún, admitir la realidad de las vidas sucesivas, como medio de depuración y perfectibilidad de los espíritus, en su heliotropismo hacia Dios, lancen sus miradas hacia los innumerables pueblos diseminados por el planeta, señálense con sus usos y costumbres, así como con sus valores materiales y espirituales. Comparen, después, el patrimonio cultural de cada uno y verán, con asombro, qué enorme es la diferencia que separa a los bárbaros y salvajes (algunos hasta antropófagos), que habitan determinadas regiones del globo, de los hombres civilizados de las grandes ciudades. El contraste es chocante, pero perfectamente explicable, siempre que los consideremos como espíritus en diversos grados de adelanto, reunidos en sus respectivas esferas.
Exclúyase, sin embargo, la hipótesis (digamos así) reencarnacionista, es decir, niéguese a los brutos el derecho o la posibilidad de adaptarse, a través de múltiples existencias, a los centros urbanos, y se estará negando la Providencia Divina, atribuyéndole a Dios pasiones que Él no tiene y preferencias que equivocan Sus soberanos atributos. La ley de la reencarnación o pluralidad de las existencias, por consiguiente, por testificar la justicia y la sabiduría de Dios, constituye el único medio a través del cual podremos alcanzar la meta de nuestros destinos, destinos esos basados en aquellas inmortales palabras de Cristo: “Sed perfectos, como perfecto es vuestro Padre Celestial.” (Cap. VI, preg. 753 y siguientes Libro de los Espíritus)
Rodolfo Calligaris
Extraído del libro “Las leyes morales”
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Resurección hija de Jairo |
LOS “FALLECIDOS” QUE “RESUCITAN EN UNA APRECIACIÓN ESPIRITA
Según el site www.ananova.com, determinado hombre de87 años de edad dio un gran susto a sus familiares al despertar durante su propio funeral. Ellos oraban sobre el cuerpo del anciano cuando el “fallecido” había comenzado a bostezar y, de repente, “despertó”. El viejo fue llevado al hospital, vestido adecuadamente para el funeral y colocado en el local donde sería realizado el velorio. Después de “revivir”, el anciano fue nuevamente encaminado al hospital. Según informaciones del periódico Shangai Daily los médicos quedaron perplejos con la impresionante recuperación del anciano.
Un caso semejante ocurrió en Zamboanga del Sur, en Filipinas, una niña de tres años, que había sido declarada muerta por los médicos, “despertó” durante su propio funeral. Ella había tenido fiebre severa durante varios días y, por eso, había sido llevada a una clínica para pasar por consulta. El médico y el asistente confirmaron que la niña no tenia pulso y estaba clínicamente muerta.(2)
-Jorge Hessen-
Hay inquietantes reportajes de casos de “resurección” espontanea en los funerales que acontecen en innumerables países. En la biografía de la médium Ivonne Pereira, consta que ella con 29 días nacida, después de sufrir un acceso de tos, sobrevivió a una sofocación que la dejo como “muerta”. Durante 6 horas permaneció en estado cataléptico. El Médico y el farmacéutico atestiguaron su muerte por sofocación. El velorio fue preparado. “La supuesta difunta fue vestida con guirnaldas y vestido blanco y azul, y en el correspondiente ataúd.
La madre, que no creía que la hija estaba muerta, se retiro a un aposento, donde oró fervorosamente a María de Nazaret, pidiendo que la situación fuese definida. Instantes después, la criatura “despertó” llorando.” (3)
Ya oímos algunas conversaciones tenebrosas sobre las personas que han sido dadas como muertas y enterradas vivas durante un caso de catalepsia (4) o letargia(5). Hay noticias de que en el pasado existieron casos de personas que fueron enterradas “vivas”. “La catalepsia se manifiesta como un tipo de perturbación de naturaleza psicomotora, produciendo la parada de los movimientos voluntarios, sin cualquier lesión física. La letárgia es un estado de sueño profundo, en el cual, las funciones orgánicas se presentan,aparentemente, interrumpidas, entre ellas, la respiración y circulación. (6)
Hay diversos casos de letárgicos, personas que llegaron a ser consideradas muertas por la medicina de la época como la Sra. Schwabenhaus (7) o que pasaron por situaciones de claro riesgo de muerte, o como el Dr. “D”, que quedó más de media hora debajo del agua y fue rescatado y retomó la conciencia. (8) Fenómeno análogo aconteció en los tiempos apostólicos en las figuras de “Lázaro” (9) de la “hija de Jairo” (10) y del “hijo de la viuda de Naín”.(11)
La letárgia puede surgir a partir de algunos factores importantes como el de una dolencia grave (el paciente entra en estado de coma), inducción medicamentosa (hay sustancias que provocan el coma artificial), hipnosis (individuos sensibles pueden ser inducidos al trance letárgico, trance mediúmnico (en determinados desdoblamientos, particularmente en la lamada “"Bilocación" (12), cuando el Espíritu se aparta del cuerpo y se materializa en otra parte, hay enorme desgaste de las energías del médium,con el auxilio de los mentores espirituales. Por tanto, ella entra en estado letárgico), autoinducción (hay faquires indios que se hacen sepultar por losvivos. Entran en estado letárgico por su propia iniciativa. Con el organismo funcionando en ritmo lento, el consumo de oxigeno es mínimo. De ahí el conseguir sobrevivir por horas y hasta incluso días. (Es algo semejante a los animales que hibernan, como los osos).
¿Allan Kardec indagó a los Espíritus si en la letárgia, el Espíritu puede separarse totalmente del cuerpo, de forma que tenga todas las apariencias de la muerte, y volver enseguida? Los Benefactores explicaron que “en la letárgia, el cuerpo no está muerto, visto que las funciones orgánicas continúan
procesándose; la vitalidad permanece en estado latente, como en la crisálida, y no se extingue. Ahora, el Espíritu está unido al cuerpo mientras el vive; una vez que los lazos son rotos por la muerte real y por la desagregación de los órganos, la separación será completa y el Espíritu no vuelve más. Cuando un hombre aparentemente muerto vuelve a la vida, es porque la muerte no fue consumada. ” (13)
¿Enseguida Kardec inquiere si es posible a través de dispensados cuidados a tiempo, renovar los lazos que se rompen y devolver a la vida a un ser que, sin esos recursos moriría realmente?- Si, sin duda, explican los Espíritus – “y de eso tenéis pruebas todos los días. El magnetismo es en esos casos, muchas veces es un medio poderoso, porque da al cuerpo el fluido vital que le falta y que era
insuficiente para otorgar funcionamiento a los órganos. (14)
En la concepción del Codificador “la letárgia y la catalepsia tienen el mismo principio, que es la pérdida momentánea de la sensibilidad y del movimiento,por una causa fisiológica aun inexplicada. Ellas difieren entre sí en que, en la letárgia, la suspensión de las fuerzas vitales es general dando al cuerpo todas las apariencias de la muerte, y, en la catalepsia, es localizada y puede afectar una parte más o menos extensa del cuerpo, de manera que deja la inteligencia libre para manifestarse, lo que no permite confundirla con la muerte. La letargia es siempre natural; la catalepsia es algunas veces espontánea, pero puede ser provocada y deshecha artificialmente por la acción magnética.” (15)
Por tanto, sea en el estado letárgico o en la condición de catalepsia, no hay muerte, porque todas las funciones vitales permanecen activas. La frecuencia vital es que se torna más vigorosa, como ocurre en la hibernación, confiriéndole la apariencia de un cadáver.
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TREINTA Y DOS AÑOS ATRÁS
Hace algunos días que muchos periódicos publicaron sueltos referentes a un ataque de catalepsia, ataque prolongado que ha durado treinta y dos años, el sueño de la infeliz mujer que ha sufrido durante tanto tiempo un tormento, pues, según confesión de algunos desgraciados que han sido víctimas de tan horrible enfermedad, oyen perfectamente cuando se habla en su derredor y se enteran de todo cuanto dicen sus deudos y amigos, y algunos han sentido cuando los colocaban en el ataúd y se disponían a realizar el entierro del supuesto cadáver, hasta que con un esfuerzo sobrehumano han roto sus cadenas de inmovilidad. El suelto en cuestión decía así:
ATAQUE DE CATALEPSIA: CASO EXTRAORDINARIO
Los periódicos de Burgos dan cuenta del siguiente hecho:
Hace más de treinta y dos años, la vecina de Villavicencio, Benita de la Fuente, sufría un ataque de catalepsia.
La enferma se hallaba postrada en cama, inmóvil y sin conocimiento, desde 1874, sin que durante mucho tiempo haya hablado una palabra, limitándose a exhalar de vez en cuando algún quejido inarticulado; su única alimentación ha sido agua, y alguna vez ha tomado pequeñísimas cantidades de caldo y leche. Multitud de médicos, algunos de gran reputación, la han visitado en diversas ocasiones, no pudiendo explicar científicamente tan extraordinario caso.
Pues bien: el viernes último la enferma abrió los ojos, y recobrando súbitamente el habla expresó sus deseos de abandonar el lecho.
El domingo siguiente, la familia la levantó y desde entonces va recobrando rápidamente la salud perdida, siendo de esperar que muy en breve recupere la normalidad de sus funciones fisiológicas, aunque todavía no se le ha dado alimentación por el temor de que su estómago no pueda soportarlo.
Benita de la Fuente conoce ya a todas las personas de su familia, pero lo extraordinario del caso es que no recuerda nada de lo que le ha ocurrido y se niega tenazmente a creer que haya estado dormida y sin comer más de treinta y un años.
Tiene actualmente sesenta y dos años.
Una hermana de la enferma, a quien todos tienen por persona seria y fidedigna, ha comunicado esas noticias, las cuales constituyen un caso extraordinario, digno de ser estudiado por las eminencias médicas.
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Yo creo que este caso, verdaderamente extraordinario, no sólo deben estudiarlo los médicos, y han opinado lo mismo que yo muchos espiritistas que me han escrito suplicándome que pregunte al guía de mis trabajos el porqué de tan horrible condena, porque vivir treinta y dos años sin movimiento, sin hablar, sin tomar parte en la lucha de la vida, debe tener una causa poderosísima; debe haber cometido el Espíritu así castigado uno de esos crímenes sin precedentes, unos de esos delitos que si no fuera porque dicen que nunca pagamos todo lo que debemos, la condena duraría millones de siglos, todas las agonías que hemos hecho sufrir a una o varias de nuestras víctimas, y si sólo nos aplican el mínimo de la pena merecida, treinta y dos años de martirio, ¿cuántos crímenes representan?
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"No tanto como tú crees (me dice un Espíritu); que por regla general, los que os creéis mejor inspirados estáis tan lejos de la verdadera causa que produce tan malos efectos, como lo está la luz de la sombra, el fuego de la nieve, el amor del odio, la virtud del vicio, el egoísmo de la abnegación. No juzguéis nunca por las apariencias, que de cien veces que pronunciéis juicio condenatorio, noventa y nueve estaréis dominados por el error y seréis injustos convirtiéndose en jueces, cuando por vuestros defectos no debéis juzgar, sino ser juzgados.
"En el caso de catalepsia que tanto os ha llamado la atención, y al que la ciencia médica no encuentra explicación satisfactoria, hay efectivamente mucho que estudiar y mucho que aprender para reconocer a la enérgica voluntad de un Espíritu, la que ha sometido a su cuerpo a una prueba tan dolorosa. Los que niegan la existencia del alma, porque no la encuentran cuando amputan un brazo o una pierna o extraen un feto, o abren la cabeza para extirpar un tumor (como la ciencia no les puede decir la historia del Espíritu que anima a aquel organismo) se tienen que cruzar los brazos y enmudecer ante hechos cuya causa no comprenden, y vosotros, los espiritistas, los que sabéis que el presente está íntimamente enlazado con el ayer, y que el Espíritu es un agricultor eterno que siembra hoy para recoger mañana, al ver que algunos agricultores recogen tan mala cosecha, decís con espanto: ¿qué habrá hecho este desgraciado para merecer tan cruel castigo? ¿Qué papel habrá representado en la historia universal? ¿Habrá empleado su ciencia para ser un verdugo de la humanidad? ¿Habrá sido un conquistador insaciable?...Y vais acumulando pregunta sobre pregunta, y mientras más preguntáis más lejos estáis de la verdad, como os sucede ahora con esa pobre mujer cataléptica, que amontonáis sobre ella crímenes espantosos, y en realidad no es así; es un Espíritu desequilibrado, que ha amado mucho, pero con ese amor terrenal, egoísta, absorbente, dominante, avasallador, que prefiere la muerte del ser amado antes que verle dichoso en brazos de otro ser.
"Esa mujer, que hoy pertenece a una clase humilde, y que a no ser por su enfermedad hubiera pasado completamente desapercibida en la Tierra, en otro tiempo su sitial era un trono, y aunque su reino era pequeño, ello lo hizo grande por la severidad de sus leyes, y por ser ella el juez que dictaminaba las sentencias. Parecía insensible a los encantos del amor; casado por razón de estado, sin sucesión, era una mujer de hielo, intolerante para las faltas cometidas por amor; su corte parecía más bien una comunidad de monjas y de frailes sin votos; tal era la rigidez de las costumbres y la fiel observancia de los deberes en todos los sentidos. Así vivía Ermesinda, sin gozar, y sin dejar que los demás gozaran, hasta un día que le presentaron a un joven militar (casi un niño) muy recomendado por uno de sus parientes más cercanos, que lo ponía bajo su real protección, de la que se esperaba que se haría digno, siquiera por honrar su ilustre apellido. Ermesinda al verle sintió lo que nunca había sentido, hasta el punto que se dejó caer en un sillón porque perdió el conocimiento y el joven Ezequiel se turbó extraordinariamente al ver el mal efecto que su presencia había causado a su soberana, y se retiró temeroso de un algo desconocido.
"Ermesinda desde aquel día sintió una inquietud y una ansiedad inexplicable, si bien ella pronto se hizo cargo que su corazón se había despertado demasiado tarde, comprendió que amaba a Ezequiel con toda su alma, y trató de hacérselo comprender a él; pero Ezequiel era tan niño, y le habían educado de tal modo, que para él Ermesinda no era una mujer de carne y hueso, era una santa a la que había de venerar de rodillas, pero a gran distancia, para que el hálito humano no manchara su pureza. Así es que mientras ella acortaba el camino para encontrarse más pronto con él, él se alejaba de ella dominado por el temor de ofenderla, y como cuando uno no quiere, dos no se encuentran, Ezequiel se fue alejando de Ermesinda, y ésta se convenció que el joven huía de ella; sintió entonces celos, ¿de quién?, de todas las mujeres de la corte; no tuvo valor bastante para decirle: ven que yo te amo; la austeridad de sus principios se lo impidió; orgullosa por su linaje y por sus virtudes, no quiso descender de su alto pedestal para caer en los brazos de un niño, que no sentía por ella la menor
atracción, que antes al contrario le inspiraba un temor inexplicable. Ermesinda logró dominar sus sentimientos, se cubrió con su máscara de hielo, venció en la lucha de sus pasiones, pero no consiguió otra cosa que mostrarse fría y severa con Ezequiel, que era el niño mimado de la corte por su gentileza, por su hermosura, por su distinción, por su nobleza, por su valor, y viéndole tan amado y tan colmado de atenciones, sus celos aumentaron de tal modo, que una noche lo hizo prender acusándole de traidor a su patria, de ser un espía pagado por huestes enemigas, y Ezequiel fue encerrado en una torre que parecía un nido de águilas, tan alta era, teniendo por base un promontorio de rocas, donde se estrellaban embravecidas olas, pues parecía que en aquel punto era continua la tempestad, tan fuerte era el oleaje que rugía enfurecido al chocar contra aquella atalaya fabricada cerca de las nubes.
"Cuando lo tuvo allí encerrado, Ermesinda se tranquilizó, diciéndose a sí misma: no viéndole, no descenderé de mi alto pedestal, no le diré que no puedo vivir sin él, y no sufriré el atroz martirio de verle en brazos de otra mujer; a grandes males, grandes remedios; cometo un crimen acusando a un inocente, pero evito mi deshonra ante el mundo y ante él y dejo de sufrir un dolor que me conduciría a la locura, porque el dolor de los celos es la locura en acción.
"Durante algunos días se habló de Ezequiel, pero después todos enmudecieron temiendo ser castigados como el joven espía, sobre el cual se acumularon tan horribles acusaciones, que hubo quien aseguró que había vendido muchas plazas fuertes a legiones enemigas. Ermesinda urdió en secreto la tela de tantas patrañas y pronto Ezequiel fue dado al olvido, aunque muchas mujeres lloraron su ausencia lamentando su infausta suerte, pero todo en silencio; nadie tuvo valor para defender al inocente, y Ezequiel estuvo encerrado treinta y dos años sin poder hablar ni con su carcelero, porque no lo veía; el alimento llegaba hasta él por un mecanismo que no dejaba ver a la persona que lo suministraba, y Ezequiel no tenía más consuelo que contemplar el cielo a través de los gruesos barrotes de hierro de una alta claraboya que daba luz a su reducida prisión. Así vivió treinta y dos años, y en ese tiempo el joven hermoso y fuerte se transformó en un viejo achacoso, sus rubios cabellos perdieron su color de oro, se volvieron amarillentos y por último blancos como la nieve, y cuando menos lo esperaba, se abrieron las puertas de su prisión y recobró la libertad, ignorando por qué la había perdido; regresó a su casa y toda su familia había muerto; entonces se enteró de la calumnia que le había deshonrado y pidió ver a la soberana; pidió una audiencia que no le fue concedida, porque Ermesinda ya estaba en la agonía; al comprender que iba a morir, quiso dejar en libertad al hombre que tanto había amado, y murió tranquila porque una dama de toda su confianza le dijo que había visto a Ezequiel que estaba desconocido con su cuerpo doblegado bajo el peso de los años y el dolor.
"Ezequiel no tardó en seguirla, y al verse los dos en el Espacio se compadecieron mutuamente, y él la perdonó porque ella había pecado por amor. El perdón de Ezequiel le hizo tanto bien a Ermesinda, que pidió ser para él la madre más amorosa, ya que el amor de las madres en la Tierra es el más dispuesto a la abnegación y al sacrificio, pero antes de ser su madre mil y mil veces pidió sufrir el tormento que él sufrió víctima de su amor y de sus celos, y lo quiso sufrir padeciendo la peor de todas las dolencias: el sueño cataléptico. Quiso que su prisión fuera la más horrorosa, la que sin grillos ni cadena la sujetara al potro del tormento, porque los catalépticos oyen cuanto se habla en torno suyo, y ellos asisten a los consejos de familia, miden por lo que oyen el cariño de sus deudos, las miras interesadas de unos y los egoísmos de los otros; para ellos la verdad (que siempre es amarga) se presenta sin velos, y ¡ay de aquellos que viven sin una ilusión! En su prolongada agonía Ermesinda ha tenido el consuelo de tener a Ezequiel a su lado, el que muy a menudo ha murmurado en su oído juramentos de amor, pero no de amor terreno, de amor sobrehumano, y los dos Espíritus enlazados por una de esas afecciones que no se conocen en la Tierra, se unirán más tarde para no separarse jamás; ella dispuesta a ser su madre, su ángel tutelar; él, agradecido, apreciando en lo que vale la vehemencia de la pasión de Ermesinda, está dispuesto a corresponder a ella y a serle fiel eternamente.
"Ya ves qué porvenir tan hermoso les espera a esos dos Espíritus que han sufrido tanto víctimas del amor, del amor terreno y del amor divino. Ezequiel vivió encarcelado treinta y dos años, siendo la causa de su inmerecido cautiverio el amor y los celos de una mujer, que gozaba pensando que nadie le vería, que nadie recibiría sus caricias ni escucharía sus juramentos amorosos. Lo había arrebatado de la sociedad, era suyo, le pertenecía porque le adoraba, y ahora Ermesinda ha sufrido otra prisión más horrible para hacerse digna por su martirio de adorar a su amado Ezequiel, santificada por el sacrificio. Ayer no podía decir que le amaba; mañana presentará su hijo al mundo entero y dirá: ¡Es mío! ¡Yo le llevé en mi seno! ¡Yo escuché sus primeros vagidos antes de verle! ¡Mis brazos han sido su cuna! ¡Su primera sonrisa ha sido para mí! ¡Sus primeras palabras han sido: ¡Madre mía! ¡Es mi hijo! ¿No es verdad que es muy hermoso?...Y Ermesinda será de esas madres apasionadas que
seguirá a su hijo a todas partes, hasta el patíbulo si fuera necesario, todo su amor le parecerá poco para hacerle olvidar a Ezequiel el tormento que su loca pasión le causó durante treinta y dos años.
"Adiós".
* * *
¡A cuántas consideraciones se presta la anterior comunicación!
¡Cuán cierto es que engañan las apariencias! De cien veces, noventa y nueve juzgamos erróneamente.
¡Cuán equivocados son generalmente nuestros juicios, dado que siempre estamos dispuestos a aumentar la culpa de los otros y a disminuir se es posible la nuestra!
¡Cuánto peca nuestro pensamiento! Si con la intención basta, como dicen algunos creyentes, por nuestras malas intenciones somos la mayoría de los terrenales merecedores de cadena perpetua; y en verdad que, como la merecemos, la llevamos pendiente de nuestro cuello, al que rodea la argolla de nuestros múltiples defectos y sólo las comunicaciones de los Espíritus conseguirán a su debido tiempo hacernos reflexionar sobre nuestra pequeñez.
¡Bendito sea el Espiritismo! ¡Benditas sean las comunicaciones de los Espíritus, porque por ellas se redimirán los pueblos!
- Amalia Domingo Soler -
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OREMOS POR LA PAZ MUNDIAL
Segmento de Oración
Hermanos, continuemos en la misma sintonía orando unidos por una misma causa LA PAZ MUNDIAL.
Compadecernos de los que viven lejos de Dios porque no han hallado la Vida, elevamos nuestros pensamientos por todos ellos que también son hijos de Dios y que sólo están cegados por la ambición y codicia, pero la Misericordia de Nuestro Padre Amado a todos alcanza.
Seamos parte del Amor y no del conflicto, no demos paso a sentimientos de resentimientos, todo hermano desencarnado en actos bélicos duele por igual. En manos de los Espíritus Benevolentes encomendamos nuestras oraciones para que todos los sufrientes encarnados y desencarnados reciban asistencia esclarecedora.
Cuando la humanidad comprenda que es por El Amor que se logran las Conquistas habremos triunfados y todos celebraremos la Armonía en nuestro planeta.
Nuestro planeta la casa que Amorosamente nos han regalado para evolucionar, y que ahora se encuentra dividida en deseos de poder y dominio pasando por encima de la esencia de las almas que la habitamos.
Seguros estamos que nuestras palabras son llevadas a Nuestro Padre, quien Generosamente enviará fluídos consoladores y sanadores a cada nación de acuerdo a su sabia voluntad y merecimiento de los pueblos.
Así sea.
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