Cuatro
son las causas principales que limitan la acción fluídica curadora,
lo que explica porque no siempre el pase magnético
logra obtener en
un determinado caso lo que en otra
circunstancia fue conseguido
En
1866, al tratar de las curas realizadas por el Sr. Henri Jacob, Allan
Kardec explicó que existe una diferencia radical entre los
médiums
curadores y los recetistas. En cuanto estos tan solamente
recetan
medicamentos, los primeros curan a los enfermos por medio
de la
acción fluídica, en más o menos tiempo, sin el empleo de
cualquier
medicamento. El poder curativo está en el fluido depurado
a que
sirven de conductores. La aptitud para curar, dice
Kardec, es
inherente al médium, pero el ejercicio de la facultad sólo se da
con el concurso de los Espíritus, de donde se sigue que, si los
Espíritus no quieren, el médium es como un instrumento sin músico
y nada
obtiene. El puede pues, perder instantáneamente su facultad,
lo que
excluye la posibilidad de transformarla en profesión.
(Revista
Espírita de 1866, págs. 347 y 348.)
El
Codificador relaciona, en la secuencia del estudio, los casos en que
la acción
fluídica es impotente para promover la cura. La acción
fluídica, dice él,
puede dar sensibilidad a un órgano, hacer
disolver y desaparecer un
obstáculo al movimiento y a la percepción,
cicatrizar una herida, porque en esos
casos el fluido se vuelve un
verdadero agente terapéutico, pero es evidente
que no puede remediar
la ausencia o la destrucción de un órgano, lo que
sería un
verdadero milagro. Así, la vista podrá ser restaurada a un
ciego
por amaurosis (una lesión en la retina), oftalmía (inflamación de
los
ojos), catarata, pero no a quien tuviese los ojos apagados.
Existen
pues, dolencias fundamentalmente incurables y sería una ilusión
creer
que la mediumnidad curadora va a librar a la Humanidad de todas
sus
enfermedades. (Ídem,
págs. 348 y 349.)
De forma resumida podemos decir
entonces, con base en las enseñanzas
espíritas, que cuatro son las causas
principales que limitan la
acción fluídica curadora:
Falta
de fe o de recepción del paciente
Comportamiento
del enfermo
La
naturaleza del problema o de la enfermedad
La
ley de causa y efecto
La
falta de fe o de recepción del paciente
Dice
Martins Peralva, en su extraordinario Estudiando
la Mediumnidad,
cap. XXVII, que existen criaturas que ofrecen extraordinaria
recepción a los fluidos magnéticos. Son aquellas que poseen “fe
robusta y sincera, recogimiento y respeto ante el trabajo que, a su
favor y de otros, se realiza”.
En
la persona de fe, en el momento en que recibe el pase, su mente y su
corazón funcionan a la manera de un poderoso imán, “atrayendo y
aglutinando las fuerzas curativas”. Ya con el incrédulo, el
irónico y el duro de
corazón –aclara Peralva – el fenómeno es
naturalmente opuesto.”
La
explicación de ese hecho es dada por el instructor Áulus en el
siguiente
pasaje constante del libro En
los Dominios de la Mediumnidad,
cap. 17, autor André Luiz:
“Alineando
informes, comenzamos a reparar que algunos enfermos no
alcanzaban la
más leve mejoría.
Las
irradiaciones magnéticas no les penetraban el vehículo orgánico.
Registrando
el fenómeno, la pregunta de Hilario no se hizo esperar.
-
¿Por qué?
-
Les falta el estado de confianza – esclareció el orientador.
-
¿Será, entonces, indispensable la fe para que registren el socorro
que necesitan?
-¡Ah!
sí. En una fotografía necesitamos de la lámina impresionable para
detener la imagen, tanto como en la electricidad carecemos del hilo
sensible
para la transmisión de la luz. En el terreno de las
ventajas
espirituales, es imprescindible que el candidato presente
una cierta tensión
favorable. Esa
tensión deriva de la fe.”
He
ahí el motivo por el cual la falta de fe del paciente constituye uno
de los
factores limitadores de la acción fluidita curadora, hecho
conocido al tiempo de Jesús, como narra el Evangelio de Marcos
(cap. 6:3-6), según el cual Jesús
curó a poquísimos enfermos en
Nazaret por causa de la incredulidad de su
pueblo. Y fue el propio
Jesús quien, sorprendido con la incredulidad de su
gente, acuñó
allí una frase que se volvería famosa y conocida hasta nuestros
días: “Nadie
es profeta en su tierra”.
El
comportamiento del enfermo
Muchas
veces, cuando no impide la eficacia de la acción fluídica curado,
el comportamiento del paciente acaba concurriendo para la
reincidencia del mal, como ha sido mostrado numerosas veces en las
obras espíritas. Refiere Allan Kardec, en la Revista
Espírita de 1865,
págs. 205 y 206, el caso de un joven ciego que había sido recogido
por un espírita dedicado que se propuso curarlo por medio del
magnetismo, pues los Espíritus habían dicho que su cura era
posible. El tratamiento no surtió, con todo, ningún resultado,
porque el joven, en vez de mostrar reconocimiento por la bondad del
amigo, sólo manifestó ingratitud y mal procedimiento, dando pruebas
del peor carácter.
San
Luis, dirigente espiritual de la Sociedad Espírita de París,
explicó que, de hecho, la enfermedad del muchacho era curable. Una
magnetización espiritual practicada con celo, devoción y
perseverancia ciertamente tendría éxito, y su visión tendría
sensible mejora, si los malos fluidos de que estaba cercado no
opusiesen un obstáculo a la penetración de los buenos fluidos. “En
el estado en que se encuentra – añadió San Luis -, la acción
magnética será impotente mientras, por su voluntad y su mejora, si
no se desprenderá de esos fluidos perniciosos.” Un retorno serio
de aquel muchacho sobre sí mismo era la única cosa que podría
volver eficaces los cuidados de su magnetizador; de lo contrario, se
perdería la poca luz que le restaba y nuevas pruebas lo acometerían.
Tres
ejemplos de como el comportamiento del enfermo puede ser causa de
disturbios orgánicos, y hasta incluso impedir la cura, podemos coger
en el libro Misioneros
de la Luz,
págs. 326
a 333, de André Luiz:
1)
Una mujer entró al Centro Espírita portando una nube negra en la
región del corazón, más específicamente en el área de la válvula
mitral. La mente, como sabemos, puede intoxicarse con las emisiones
mentales de aquellos con quien convive. La mujer tuvo en aquel día
serios problemas con el marido. Con el pase, la porción de materia
negra se dislocó y vino a los tejidos de la superficie,
esparciéndose bajo la mano irradiante, a lo largo de la epidermis.
Si los enfrentamientos domésticos persistiesen, el efecto mórbido
podría reflejarse sobre el cuerpo somático, produciendo una lesión
de consecuencias imprevisibles.
2)
En la misma Casa Espírita, el grupo de médiums pasistas asistió a
un cierto hombre tan irritado y sin vigilancia que sus riñones
parecían envueltos en tejido negro rugoso, tal la densidad de
materia mental fulminante que los envolvía.
3)
Un caballero anciano, tratado enseguida, presentaba el hígado y el
bazo en un enorme desequilibrio; con todo, a pesar de su estado, el
pase sólo le daría en aquella noche alivio, no la cura. He ahí la
explicación del mentor espiritual: “Después de diez veces de
socorro completo, es preciso dejarlo entregado a sí mismo, hasta que
adopte una nueva resolución”. Aquel hombre era portador de un
temperamento menos simpático y extremadamente caprichoso. Estimaba
las peleas frecuentes, las discusiones apasionadas, el imperio de sus
puntos de vista. Se encolerizaba con facilidad y despertaba la cólera
y la amargura de los que compartían su compañía. Debería, pues,
quedar por algún tiempo entregado a sí mismo. ¿Quién sabe el
dolor y el sufrimiento no lograrían el éxito que las curas
anteriores no consiguieron?
La
naturaleza del problema o de la enfermedad
Como
vimos inicialmente, Kardec dice en la Revista
Espírita de
1866, págs. 349, que existen dolencias fundamentales incurables y
sería ilusorio creer que la mediumnidad curadora va a librar a la
Humanidad de todas sus enfermedades. Tener en cuenta la naturaleza
del problema o de la enfermedad del paciente constituye, por tanto,
medida necesaria a quien se proponga tratar de las personas por medio
de la acción fluídica curadora.
Más
allá del caso referido en el preámbulo – ausencia o la
destrucción de un órgano – es preciso tener en mente que la
acción fluídica es incapaz, por sí sola, de resolver los
disturbios ocasionados por la conciencia culpable y los procesos
obsesivos más graves, como la subyugación.
El
caso Mario Silva, relatado por André Luiz en su libro Entre
la Tierra y el Cielo,
cap. 34, págs. 224
a 226, es bien ilustrativo de eso.
Mario
impresionado con la muerte del niño Julio (que
fue su compañero de peripecias anteriores por causa de la Guerra de
Paraguay),
conservaba un aflictivo complejo de culpa y tenía su pensamiento
ligado al fallecido, a la manera de una imagen fijada en la lámina
fotográfica. Habiendo pasado el día en cama, bajo una extrema
perturbación, se sentía vencido, avergonzado. André Luiz preguntó
a Clarencio si no sería posible socorrerlo con pases magnéticos, a
lo que el Ministro respondió, seguro que sí: “El auxilio de esa
naturaleza le ampara las fuerzas, pero no resuelve el problema. Silva
debe ser alcanzado en la mente, a fin de mejorarse. Necesita ideas
renovadoras y, en el momento, Antonina es la única persona capaz de
erguirlo con más seguridad”.
Y
añadió: “Todo en la vida tiene su razón de ser. En otra época,
Silva, en la personalidad de Esteves, se alió a Antonina, entonces
en la experiencia de Lola Ibarruri, para ahogarse en el placer
pecaminoso, con el olvido de las mejores obligaciones de la vida.
Actualmente, estarán reunidos en la recuperación justa. Los que se
asocian en la liviandad, al frente de la Ley, acaban esposando
enormes compromisos para el reajustamiento necesario. Nadie
confunde los principios que rigen la existencia.
La
misma limitación de la acción fluídica, verificada en situaciones
como la de Mario Silva, se registra en los casos de subyugación,
como el relatado en la Revista
Espírita de 1865, págs.
4 a 18, por el Sr. Dombre, al respecto de las crisis convulsivas
experimentadas por Valentine Laurent, de 13 años.
Las
crisis, más allá de repetirse varias veces por día, eran de tal
violencia que cinco hombres tenían dificultades de mantener a la
joven en la cama. Se trataba de un caso obsesivo de los más graves,
producido por el Espíritu de Germaine. Valentine era sensible al
tratamiento recibido del Sr. Dombre por medio de la imposición de
manos, pero tan pronto el se apartaba, volvían las crisis. Después
del tratamiento por medio de pases magnéticos y de hábiles
instrucciones transmitidas a Germaine – el Espíritu que perturbaba
a Valentine -, el proceso obsesivo llegó al fin y todo se explicó.
Al
margen del caso, Kardec indaga: “¿Para que habría servido el
magnetismo si la causa hubiese subsistido?” Era preciso primero
destruir la causa, antes de atacar los efectos, o por lo menos, obrar
sobre ambos simultáneamente, enseña el Codificador, mostrando que
el magnetismo, por sí sólo, es incapaz de curar las obsesiones
graves, entendimiento que el reiteraría en la edición definitiva de
El
Evangelio según el Espiritismo,
cap. 28, ítem 81.
La
ley de causa y efecto
La
ley de causa y efecto no es, como muchos piensan, una innovación,
una invención del Espiritismo. Jesús a ella se reportó en varias
oportunidades. En una de ellas, enseñó el Maestro que a cada uno
será dado conforme a sus obras. En otro pasaje, como registra el
Evangelio de Mateo (cap. 26:52), el Señor, al pedir que Pedro
guardase su espada, afirmó que todos los que usaran la espada a
espada morirían.
Enseña
Allan Kardec, en la Revista
Espírita
de 1868, pág. 85, que la mayoría de las molestias, como todas las
miserias humanas, son expiaciones del presente o del pasado, o
pruebas para el futuro. En el primer caso, derivan de deudas
contraídas, cuyas consecuencias deben ser sufridas hasta que hayan
sido rescatadas. No puede, obviamente ser curado aquel que debe
soportar una prueba que no llegó a su final.
La
misma tesis, que por señal no constituye ninguna novedad para los
estudiosos del Espiritismo, había sido defendida el año anterior,
en la Revista
de
1867, págs. 190 a 193, por el Espíritu de Quinemant, que teje, en
una importante comunicación, consideraciones valiosas en torno del
magnetismo y del Espiritismo.
Después
de recordar que la enfermedad material es un efecto y, mientras
persista la causa, producirá esta nuevos efectos mórbidos, lo que
no viabiliza la cura, el comunicante describe la íntima relación
que existe entre el Espiritismo, la mediumnidad y el magnetismo que,
desarrollado por el Espiritismo, “es la llave de la abovedada salud
moral y material de la humanidad futura”.
He
ahí uno de los motivos más frecuentes de limitación de la acción
magnética curadora, que debe ser llevado siempre en consideración
por las personas que buscan ayuda en las Casas Espíritas. En todo es
preciso paciencia, y es esta la que hace que la persona enferma
prosiga hasta el fin, haciendo la parte que le toca, sin desánimo,
segura de que, cuando sonara el momento, su objetivo será alcanzado.
Autor:
Astolfo O. de Oliveira Filho
********************
La mente que se abre a una nueva idea jamás vuelve a su tamaño original.
Albert Einstein
**************
¿ Qué es el bien y que es el mal?
El bien
se podría describir como lo bueno, lo positivo, lo deseable, lo que
todos en el fondo queremos para nosotros mismos y que cuando amamos,
queremos también para los demás, por eso el mayor bien que podemos
concebir se resume en el Amor que supone la observación de una
recta conducta regulada por un recto pensar y por un recto sentir.
Allan
Kardec definió al bien como todo aquello que está conforme con la
Ley de Dios, y el mal es todo aquello que la infringe, o sea, la
ausencia del bien.
Hacer el bien supone
actuar de acuerdo a las Leyes Divinas, mientras que actuar mal es
precisamente infringir estas leyes naturales. El ser humano se
conduce en el bien cuando tiene a la vista el deseo de realizar
siempre lo bueno y positivo para crear el bien de los demás,
porque de este modo actúa según la Ley de Dios.
Es
necesario conocer tanto el bien como el mal, porque así adquirimos
experiencia y aprendemos a distinguir el uno del otro para seguir
responsablemente el único camino adecuado para la evolución del
Espíritu: el camino del bien. Este es el resultado de la Ley del
Amor puesto en acción, pero sin embargo, el mal no conforma ninguna
Ley , sino que supone la ausencia del bien, por lo cual no
tiene existencia propia
.Viene a ser como la oscuridad, que en si misma no es nada, sino la
ausencia de luz.
Solamente
depende para su manifestación de que el Ser humano quiera o
consienta en hacerlo o en dejar de hacer un bien; por eso no
solamente es necesario no hacer el mal, sino que es preciso hacer el
bien. El mal o la ausencia de bien, es una
realidad negativa consecuencia del
incorrecto uso de la libertad del Ser . De igual modo, el bien
tampoco es simplemente la ausencia del mal, sino una actitud y una
vibración del espíritu, en sintonía con las leyes del Creador, y
es naturalmente contrario y opuesto al mal..
Tanto
el Amor como el Bien ,que es su manifestación , son una Ley Divina;
no así el mal que solamente es producto del equivocado uso de la
libertad humana cuando se desvía de las leyes Divinas. Vemos como
existe el bien en la armonía y la belleza en toda la Creación, que
cuando aprendemos a admirarlas y a degustarlas, podemos llegar a
sentir que son como un poema de Amor de un Dios que no se
contradice en sus leyes y que no ha creado ninguna contraria a
otra o que se anulen entre ellas;por el contrario, como veremos,
todas las leyes divinas y cósmicas se complementan y estructuran
maravillosamente entre ellas.
La
voz de la conciencia es una voz de advertencia del Yo superior que
siempre nos señala en lo más íntimo que debemos obrar bien como
camino acertado, y el mal se produce cuando se desoye esta llamada
interior. Las personas nos inclinamos hacia lo bueno y lo malo,
según la capacidad de discernimiento y de clara voluntad en el
actuar que les otorgan su grado de evolución.
El
mal se produce también cuando el Ser se deja dominar por alguna
pasión que le ciega o cuando se deja envolver por el egoísmo o la
ambición que le pueden llegar a turbar la razón. Asimismo muchas
veces la inclinación a actuar mal, la recibimos como una sugerencia
externa mas o menos fuerte de otros seres negativos e invisibles que
nos rodean atraídos por nuestra sintonía mental y anímica con
ellos.
Quede
claro que el mal que hace el Ser humano con mas o menos conciencia de
ello, siempre es producto de la ignorancia de las consecuencias
negativas que se obtienen contra uno mismo cuando así se ha
actuado.
Para
progresar espiritualmente y evitar reajustes por el dolor, no basta
con no hacer mal, sino que es necesario esforzarse en hacer el bien
sin condiciones y en la mayor medida, siempre y en todos los casos .
Cuando una persona tiene la ocasión de hacer el mal y se retira a
tiempo de no hacerlo, es porque la semilla del bien ya opera en su
alma, pero quien sin embargo no hace el mal simplemente porque no
tiene la ocasión de hacerlo, en su alma es como si ya lo hubiera
hecho y su responsabilidad es por ello tan reprensible como su lo
hubiese realizado.
En las
fases inferiores del Ser humano, cuando es todavía un Espíritu muy
joven, sin apenas experiencia, suele ser arrastrado e inducido con
facilidad por sus defectos y pasiones instintivas, residuos de su
anterior etapa animal ,a cometer errores y caer en el mal. Con el
devenir de las existencias humanas a lo largo del tiempo, va
despertando y desarrollando su conciencia, aprendiendo por el dolor
poco a poco, que el mal no debe hacerse jamás, sino solamente el
bien, y así vida tras vida, el Ser va errando, sufriendo y
aprendiendo, cayéndose y levantándose repetidamente, hasta que su
conciencia llega a adoptar naturalmente la tendencia y a sentir la
necesidad de hacer siempre el bien.
Jose Luis Martín
*******************
“ Haz
bien, y no mires a quien …”
-
Refrán
popular -
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HEROÍSMO INCOMPARABLE
Nunca estará de más considerar el valor de la fe que caracteriza a las mujeres y a los hombres que abrazan las causas nobles a favor de la Humanidad.
Se encuentran en todos los campos que facultan el progreso: en las ciencias, en las artes, en la filosofía, en las investigaciones más variadas, en las religiones, en la política, en el servicio social, en el ejercicio de las más diversas profesiones, destacándose por la superioridad moral con la que se comportan y enfrentan tanto los desafíos como las incomprensiones que les afligen.
Portadores de un ánimo superior, nunca desisten de los objetivos que persiguen, sin desanimarse jamás en la acción, incluso cuando todo parece estar contra ellos, permaneciendo atentos a la menor señal de simpatía para conquistar adeptos para los ideales que han abrazado.
Se fatigan hasta quedar exhaustos, pero no se quejan, ni siquiera cuando los resultados no se presentan tan hermosos como esperaban, sabiendo que todo aquello que hoy no se ha logrado es por falta de ocasión, prosiguiendo en la expectativa de los días mejores del mañana.
Reconocen su propia pequeñez ante la grandeza del objetivo que deben alcanzar y, por eso, no se jactan, ni se inflan de presunción,soportando grandes cargas de sufrimientos internos sin quejas ni lamentaciones.
Fascinados por el deber que reconocen les corresponde desarrollar,son amparados por las Fuerzas del Bien en todas partes, lo cual constituye un recurso indispensable para proseguir realizando el servicio al que se entregan.
Unos, con apariencia frágil, adquieren una resistencia fuera de lo
común en las contiendas diarias, continuando robustos en la confianza de Dios.
Otros, destituidos de belleza física y de cultura intelectual, se
renuevan en la oración y en la persistencia en el trabajo, siendo inspirados y conducidos por los Mensajeros de Luz que continuamente los amparan con cariño.
Diversos, tímidos y simples, repentinamente alteran el
comportamiento y son capaces de soportar las circunstancias más severas, sobreponiéndose a las situaciones más adversas, sin perder la alegría de vivir o disminuir el entusiasmo en la acción.
Cuando son humillados, sonríen con alegría, porque saben que están siendo depurados de viejas cargas morales perturbadoras, en preparación para situaciones más ventajosas.
Si son combatidos, no se perturban, porque no valoran las opiniones de los disidentes del amor ni de los envidiosos del camino, tampoco las de los sistemáticos adversarios de todo cuanto no es presentado por ellos.
Ridiculizados por las mentes vacías de contenido cultural y ricas
de ideas presuntuosas, más seguros se reconocen sobre la tarea que deben realizar.
En todas las situaciones encuentran motivo para proseguir con su labor, atentos al futuro que los aguarda, manteniendo la certeza de que lograrán los resultados perseguidos.
Esos idealistas y servidores incansables, son los obreros de Jesús en todos los campos de la acción humana, laborando a favor de la felicidad general.
Pueden ser reconocidos por las condecoraciones que traen ocultas en el sentimiento: las cicatrices de las injurias y perfidias, de las agresiones y persecuciones continuas que vienen soportando con estoicismo.
Saben perdonar y entender a los otros, sin imponerse nunca, ni
entrometerse jamás en aquello que no es de su incumbencia, por ser fieles a su deber, al que no postergan ni renuncian por nada.
Son los héroes del Bien, entregados a Dios y cuidados por Jesús.
❊
En los combates espirituales de la fe religiosa, son encontrados,
especialmente, sufriendo infamias y vivenciando grandiosos testimonios que más los dignifican.
No nos referimos a aquellos que el fanatismo devora, deseando
imponer sus convicciones a la fuerza, distantes de la solidaridad, del amor y de la auténtica fraternidad, mas a todos cuantos, fascinados por Jesús y su doctrina, trabajan en el mundo, ejemplificándola, lo cual modifica las estructuras de la sociedad inquieta y atormentada, facultando las experiencias de paz entre todos sus miembros y propiciando la felicidad general.
Los cristianos primitivos, que renunciaban a todas las comodidades desde el momento en que eran tocados en el corazón por el Maestro, son ejemplos dignos de ser recordados, por cuanto aquellos tiempos denominados apostólicos no terminaron aún.
Se alteran las circunstancias, se modifican las estructuras y
comportamientos sociales, no obstante, permanecen los mismos conflictos y luchas tanto internas como externas en lo íntimo de las criaturas, que trabajan aturdidas, sin seguridad interior, y casi sin ningún respeto por la vida…
Esos vanguardistas del porvenir están atentos al servicio de socorro a todos aquellos que tienen sed de comprensión, de amistad, de orientación, de paz…
Procuran promover el progreso moral y social de los grupos
humanos, dedicados a la caridad que socorre las necesidades inmediatas,mas especialmente aquella que ilumina por dentro, anulando toda sombra de ignorancia y perversidad…
En algunas ocasiones parecen desarticulados en el contexto en el
que se movilizan, porque sus intereses difieren de aquellos tipificados por el egoísmo y por la prepotencia, distantes del poder temporal y de las dañinas luchas por lugares y situaciones de relevancia.
En otras circunstancias, son tachados de ingenuos, cuando no de idiotas por renunciar placenteramente a las tentaciones terrestres,persiguiendo lo que los enemigos denominan como fantasías o utopías…
No obstante, su convivencia es agradable y sana, en vista de los
temas que abordan, de la manera como se comportan y de los ideales que sustentan.
Ignorados, no se perturban, continuando en la labor de la esperanza.
Elogiados, no se entusiasman, prosiguiendo en la sencillez a la
que se entregan.
Son verdaderos héroes del amor, porque saben elegir lo que es
mejor, todo cuanto merece consideración en detrimento de aquello que,sólo, significa ilusión.
En el dolor, soportan el fardo con resignado valor.
En la salud, se conducen con disciplina, a fin de prolongar los días de la existencia terrestre.
Viven momentos de angustia que procuran superar, sufren
situaciones perturbadoras que les llegan en forma de pruebas necesarias,pero no pierden el rumbo por donde siguen.
No están preocupados con los aplausos ni con la gratitud de los
individuos o de las masas, porque se interesan por el bien de todos, lo que les es realmente importante.
Silencian el mal y alardean del bien, demostrando las ventajas del amor y de la alegría, de la soledad con Dios, envés del júbilo embriagador con los juerguistas que están huyendo de sí mismos.
Esos héroes se multiplican, aunque no sean muy percibidos, ni
citados en los devoradores medios de comunicación social, en las reuniones y fiestas, o en los grupos extasiados por el vicio…
❊
Fueron ellos los que mejoraron la Tierra, los que transformaron el mundo, los que dignifican la existencia de miles de millones de seres,renovando las estructuras del pensamiento y las condiciones humanas.
Son ellos los que constituyen los pilares del mundo nuevo de armonía.
Serán ellos los abridores de caminos seguros para el porvenir.
Tuvieron, tienen y tendrán como Modelo a Jesús, el Héroe
Incomparable, a quien ofrecen la existencia y de quien reciben las orientaciones y las fuerzas.
Si pudieres, imítalos, y encontrarás sentido para tu actual jornada.
(Mensaje psicografiado por el médium Divaldo Pereira Franco, en la noche del 22 de mayo de 2007, en Selçuk, Esmirna, Turquía, después de visitar las ruinas de Éfeso y la casa, donde se dice, vivió María Santísima
Juana de Ángelis
ANUARIO ESPÍRITA 105
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