Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas.
Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibilizan la teoría y práctica del Espiritismo con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita si dejará de actuar con buen sentido.
No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que,para eso, el primer cuidado es no ser radicales. En la historia de todos los movimientos que han surgido para alargar los horizontes mentales del ser humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras de la ortodoxia y toda ortodoxia es tachada de dogmática atrancando las ventanas del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce la inmovilidad por la fe ciega y la segunda va tan lejos que destruye cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…
Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa, y aun con la justa consideración a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste en abandonar la presunción de sabiduría infusa y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpiamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.
Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos y no útiles al ideal común. Es lo que parece, salvo mejor juicio…
Por Nazareno Tourinho Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995
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“No os pido que os apartéis del mundo”
No se puede concebir, frente a las palabras del Señor, en la “oración de los discípulos”, de que puedan los hombres aislarse del mundo, bajo pretexto de servir mejor a Dios.
Es de suponer, todavía, que los cenobitas modernos, no hayan reflexionado aun en torno al razonamiento citado por el Evangelista.
Si sorprende, en la actualidad, tal conducta, encontramos un cierto justificativo en la conducta de los eremitas del pasado, venerables y santas figuras que buscaban el aislamiento en grutas desiertas.
Los anacoretas, cuyos, nombres aun hoy son reverenciados, adoptaban una vida de entera renuncia, con el propósito de despertar al hombre a los problemas del alma, cuya excelsitud y valía podían ya experimentar.
Sin embargo, todo tiene su tiempo y su época.
En la actualidad, el aislamiento en monasterios o cavernas, sin una finalidad practica, sin provecho para los semejantes, expresaría egoísmo y acomodamiento a la buena vida.
Sin embargo, todo tiene su tiempo y su época.
En la actualidad, el aislamiento en monasterios o cavernas, sin una finalidad practica, sin provecho para los semejantes, expresaría egoísmo y acomodamiento a la buena vida.
Significa escapar al trabajo.
Cuando alguien huye, del torbellino de las metrópolis, por lo general es para ejercitarse en la confraternización. Para edificar escuelas que instruyan y eduquen a la infancia y a la juventud, para construir hospitales que socorran a enfermos pobres o para erguir abrigos que aseguren a los viejos una existencia más tranquila en el declinar de su experiencia terrena.
Las palabras del Maestro, en la llamada “oración sacerdotal”, traducen cautela, revelan prudencia.
El pensamiento de Jesús, “No os pido que os separeis del mundo y si que os alejéis del mal”, era el de impedir que los discípulos fuesen a empañar el fulgor de la Buena Nueva, el Universalismo de la Doctrina Cristiana, con un posible retroceso hacia las luchas mundanas.
La fuga al trabajo, a los deberes inmediatos podría crear un precedente peligroso para las futuras realizaciones del Evangelio.
Los discípulos, en aquella época, tanto como nosotros en la actualidad, no prescindían del fogoso clima de las luchas terrestres, por cuanto las luchas corrigen, perfeccionan e iluminan.
La oración del Señor, proferida en voz alta, habría de causarles una impresión duradera. Repercutiría, profundamente, en los siglos que se avecinaban.
Es así que, en la hora de la partida, cuando se preparaba para el retorno a las esferas de luz de desconocidas regiones, la fija definitivamente, el procedimiento a seguir en el mundo, de manera que, permaneciendo ellos en el mundo, diesen al mundo testimonio de lucha y trabajo, comprensión y amor.
Es por eso que los compañeros del Maestro fundaron la “Casa del Camino”, en donde el hambriento recibía alimento, el desnudo encontraba vestido y en donde el enfermo encontraba amparo.
Nadie puede dar testimonio de valor espiritual si no vivió pruebas difíciles, dramas intensos, complicados problemas, si no viajo por aguas borrascosas.
Tampoco ninguno puede dar testimonio de resistencia moral si no sintió el impacto de fuertes tentaciones, sobreponiéndose, no obstante a todas ellas, con la firme determinación de vencer, en el deseo de realizarse.
En un convento, en una caverna, en la soledad, tales oportunidades difícilmente se presentaran.
Vivir en el mundo – sin adherirse al mundo.
Vivir en el mundo – sin participar de las pasiones.
Vivir en el mundo – sin entregarse al mundo.
Vivir en el mundo – más librándose del mal.
Transitar por la Tierra – sin zambullirse en el lodazal de los vicios, es prueba difícil, sin embargo no imposible.
Pide decisión, esfuerzo, persistencia.
Conociendo la posibilidad de crecimiento espiritual, que era constante en la vida de los discípulos, más reconociéndoles no obstante, la fragilidad humana, rogaba Jesús al padre; “No pido que los apartes del mundo y si, que los guardes del mal.”
Se nota en el pedido del Maestro una amorosa exhortación a la vigilancia, para que no fuesen ellos a sucumbir ante el mal, en sus más diversas manifestaciones.
El mundo, con sus conflictos y tentaciones, les significaba, sin duda un clima propicio para las experiencias renovadoras. Con todo, fortalecidos por los inmortales lecciones de Jesús, se habrían de convertir, como de hecho así sucedió, en ejemplos y actuaciones de amor y trabajo.
El heroísmo de los primeros cristianos regó el árbol del Cristianismo.
La abnegación y el sacrificio de los hombres de la “Casa del Camino”, a las afueras de Jerusalén, prepararon, para todos los siglos y milenios a seguir la siembra del Evangelio.
Del libro estudiando el evangelio a la luz del Espiritismo de Martins Peralva
¿Podríamos
reencarnarnos en otra época e incluso en otro planeta?.-
En este mundo tridimensional en que vivimos, cuenta
además del espacio, el tiempo; y el tiempo en nuestro plano es como
la evolución, un camino que solo va en un sentido: el progresivo,
hacia adelante siempre , lo que significa que no podemos reencarnar
en el pasado porque en nuestro plano físico al que volvemos, el
tiempo no retrocede, pero por la misma razón sí que podremos
reencarnar en el futuro( tal como será). La reencarnación como la
evolución , son siempre progresivas experimentando una mejora y
crecimiento contínuos, nunca son retrógradas, y el retroceso hasta
una época anterior, carecería de sentido para la evolución del Ser
espiritual.
En cuanto
a la reencarnación en otro planeta, es de señalar lo que dijo
Jesús :
“en
la
Casa
del Padre hay muchas moradas”,
de lo que se deduce que este maravilloso y pequeño planeta que es la
Tierra, es una de tantas escuelas de evolución existentes en el
Universo infinito, y hay muchísimas más en diversos grados
evolutivos, con una realidad física en unos casos semejante a la
nuestra, y en otros bastante diferente a la que conocemos, tal vez
mas cerca de lo que consideramos “materia sutil” o espiritual..
Entonces no solo es posible , sino hasta seguro que
antes o después reencarnaremos en alguna de esas otras escuelas
planetarias, pero esto será cuando el aprendizaje evolutivo en esta
escuela que es la Tierra haya concluido y ya no quede nada más por
aprender aquí, así como que nos hayamos soltado totalmente de los
lazos kármicos que nos sujetan a las reencarnaciones en la misma.
Del mismo modo no solamente es posible, sino muy probable de que
nuestro Espíritu en su historia evolutiva, haya vivido ya en otros
mundos mas primitivos que el nuestro y también lejanos en tiempo y
distancia.
- José Luis Martín -
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“Si no crees en el karma o en la reencarnación,
no te preocupes. Probablemente creas en ello en tu próxima vida”
-
Bruce Goldberg -
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