sábado, 20 de mayo de 2017

¿ Todas las obsesiones son iguales?



Orden del día:


- Locura, suicidio, obsesión
- Nuestra meta definitiva
- Las hojas caen....para renacer
-¿Todos las obsesiones son iguales?
    



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             Locura, suicidio, obsesión


V. - Ciertas personas consideran las ideas espiritistas como capaces de turbar las facultades mentales, y por este motivo encuentran prudente detenerlas en su curso.

 A.K. - Ya debe usted conocer el proverbio: achaques quiere la muerte. No es, pues, de sorprender que los enemigos del Espiritismo procuren apoyarse en todos los pretextos. El indicado les ha parecido a propósito para despertar temores y susceptibilidades, y se han apoderado de él con rapidez. Pero desaparece ante el más ligero examen. Oiga usted,
pues, sobre esta locura, el razonamiento de un loco.
Todas las grandes preocupaciones del espíritu pueden ocasionar la locura; las ciencias,  las artes, la misma religión, ofrecen su contingente. La locura tiene por principio un estado patológico del cerebro, instrumento del pensamiento: desorganizado el cerebro queda alterado el pensamiento. La locura es, pues, un efecto consecutivo, cuya causa primera es una predisposición orgánica que hace al cerebro más o menos accesible a ciertas impresiones, y esto es tan cierto que verá usted personas que piensan muchísimo sin volverse locos, y otros que pierden el juicio bajo la influencia de la más pequeña sobre-excitación. Dada la predisposición a la locura, ésta tomará el carácter de la preocupación principal, que se convertirá entonces en una idea fija. Ésta podrá ser la de los espíritus en quien de ellos se haya ocupado, como pudiera ser la de Dios, de los ángeles, del diablo, de la fortuna, del poder, de un arte, de una ciencia, de la maternidad, de un sistema político o social.
     Es probable que el loco religioso hubiera sido espírita, si el Espiritismo hubiese sido su preocupación dominante. Cierto es que un periódico ha dicho que en una sola localidad de América, cuyo nombre no recordamos, se contaban cuatro mil casos de locura espiritista.
     Pero ya sabemos que en nuestros adversarios es una idea fija el creerse ellos dotados exclusivamente de la razón, lo cual no deja de ser una manía como otra cualquiera.
    Para ellos, todos nosotros somos dignos de un manicomio, y por consiguiente, los cuatro mil espíritas de la localidad en cuestión deben ser otros tantos locos. Bajo este concepto, los Estados Unidos cuentan con centenares de miles, y un mayor número aún todos los países del mundo.
    Esta broma pesada comienza a caer en desuso desde que la indicada locura se hace paso en las más elevadas esferas de la sociedad. Mucho ruido se hace con un ejemplo conocido, el de Víctor Hennequin; pero se echa al olvido que, antes de ocuparse de los espíritus, había dado ya pruebas de excentricidad en las ideas. Si las mesas giratorias no hubiesen aparecido -las cuales, según un ingenioso juego de palabras de nuestros adversarios, le hicieron perder el juicio- su locura hubiera tomado otro carácter. 
      Digo, pues, que el Espiritismo no goza de ningún privilegio en este punto, y aún más,bien comprendido, preserva de la locura y del suicidio.
      Entre las más numerosas causas de sobreexcitación cerebral, deben contarse las decepciones, las desgracias, los afectos contrariados, causas que son también las más frecuentes de suicidio. Pues bien, el verdadero espírita ve las cosas de este mundo desde un punto de vista tan elevado, que las tribulaciones no son para él más que incidentes desagradables de un viaje. 
      Lo que en otros produciría una violenta emoción, le afecta medianamente. Sabe por otra parte que los pesares de la vida son pruebas que conspiran a su adelanto si los sufre sin murmurar, porque será recompensado según el valor con que las haya soportado. Estas convicciones le dan, pues, una resignación que le preserva de la desesperación, y por consiguiente, de una causa incesante de locura y de suicidio. Sabe,además, por el espectáculo que le dan las comunicaciones de los espíritus, la deplorable suerte de los que voluntariamente abrevian sus días, y este cuadro es bastante para hacerle reflexionar, por lo cual es considerable el número de los que por él han sido detenidos en la funesta pendiente. Este es uno de los resultados del Espiritismo.
      En el número de las causas de locura, debe colocarse también el miedo, y el que se tiene al diablo ha descompuesto a más de un cerebro. ¿Se sabe por ventura el número de víctimas producidas al impresionar las imaginaciones débiles con este cuadro que se procura hacer más horroroso por medio de horribles pormenores? Se dice que el diablo no espanta más que a los chiquillos, que es un freno para hacerles prudentes; sí, como la bruja y el coco, pero cuando no les tienen ya miedo, son peores que antes. Y por este magnifico resultado, se olvida el número de epilepsias causadas a un cerebro delicado.
      No debe confundirse la locura patológica con la obsesión. Ésta no procede de ninguna lesión cerebral, sino de la subyugación ejercida por los espíritus maléficos sobre ciertos individuos, y tiene, a veces, las apariencias de la locura propiamente dicha. Esta afección, que es muy frecuente, es independiente de la creencia en el Espiritismo y ha existido en todos los tiempos. En este caso, la medicina general es impotente y hasta nociva. El Espiritismo, haciendo conocer esta nueva causa de turbación en el estado del ser, ofrece, al mismo tiempo, el medio de curarla obrando no en el enfermo, sino en el espíritu obsesor. Es el remedio y no la causa de la enfermedad.
¿Qué es el Espiritismo?
Allan Kardec
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        NUESTRA META DEFINITIVA


     Todos estamos predestinados a la felicidad, a la perfección. 
     El camino a recorrer es largo, a veces señalado por brezos o abarrotado por piedras. Sin embargo, la ruta es igual para todos, porque nadie existe que sea considerado como excepción.
    Aquellos que encuentran menos dificultades, merecen las circunstancias, en razón de su comportamiento en reencarnaciones pasadas. Los más atribulados, de la misma forma, proceden de sus actos infelices. De ese modo, gana la distancia evolutiva, paso a paso, y alégrate con el destino feliz que te aguarda y que alcanzarás. 

Vida Feliz. Por el Espíritu Joanna de Ângelis, médium Divaldo Pereira Franco

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           LAS HOJAS CAEN... PARA RENACER 

     ¿No es verdad que se impresiona el alma tristemente, cuando nuestra mirada afanosa se fija en los bosques, donde ayer anidaban los pajarillos, y hoy los árboles despojados de sus galas extienden sus secos brazos pidiendo misericordia?.
      Echegaray, pintando el cuadro del invierno, dijo así: Los bosques son muchedumbres De esqueletos que se agitan. Y nosotros decimos: ¡Esos muertos resucitan!... ¡Todo vive en la Creación! Pero la disgregación va acompañada siempre de un algo melancólico. ¿No es verdad que cuando trituramos bajo nuestros pies las hojas muertas, nuestro ser se estremece? Todo desprendimiento ocasiona un dolor; para nosotros el invierno es triste, muy triste; la naturaleza se cubre con su manto de luto en algunas latitudes, y el alma fatigada no encuentra un lugar apacible donde reposar. 
         El invierno en algunos parajes parece que le dice a los enfermos: “Preparaos para morir”. Recordamos a una hermosa niña que cruzaba el mundo llevando en su pecho el principio de una enfermedad horrible, la tisis; pero la niña ignoraba, como todos los tísicos, que estaba en peligro de muerte, y decía en los primeros días del mes de Diciembre de 1870: “Yo estoy segura que me pondré buena cuando dejen de caer la hojas”. Todas las tardes salía al campo y cruzaba el bosque, y en su pecho aumentaba la fatiga, y volvía a su casa diciendo: -¡Madre mía! no estoy buena, porque las hojas caen; llévame a otro lugar donde no caigan las hojas, que cada hoja que cae, parece que se lleva un átomo de mi ser; y como caen tantas, mi cuerpo va perdiendo una parte de su volumen; ya no me pesa tanto ¡madre mía! creo que con un leve esfuerzo mi espíritu se desprendería de él, y no quiero dejarte ¡madre mía! llévame donde no caigan las hojas. Su pobre madre, que era uno de los muchos proscritos que hay en la tierra, que ganaba penosamente su sustento, miraba a su hija con profunda pena y murmuraba: -¡Señor!, ¡apiádate de mí!, ¡no te lleves esta hoja del árbol de mi vida! Una tarde salió la niña, tardó en volver, y su madre sobrecogida de espanto fue al bosque a buscar a su hija, y la encontró sentada al pie de un árbol; la quiso levantar, pero la niña la detuvo diciendo: -No contraríes la voluntad del Señor; una voz del cielo me ha dicho que no llore porque caen las hojas, que mañana volverán a renacer. Me ha dicho esa voz misteriosa que la Creación es un árbol, que las humanidades son sus hojas secas, y me ha dicho también ¡madre mía! que cual hojas secas, hemos de caer todos los habitantes de la tierra, pero que no llores si ves que me voy con las hojas secas, porque volveré a renacer. Mira, mira, cuántas hojas caen... me dicen... que esas hojas... vienen por... mí... ¡Adiós, madre mía! Arreció el viento, sobre el cadáver de la hermosa niña cayeron muchas hojas secas. 
   Su pobre madre aún está en la tierra, y cuando la primavera engalana los bosques y los prados, suspira tristemente y nos dice: -Las hojas caen... pero no todas renacen; mi hija se confundió con las hojas secas. ¿Por qué no vuelve? ¡Pobre madre!...
 Dijo Espronceda: Hojas del árbol caídas juguete del viento son... y que: ilusiones perdidas, son las hojas desprendidas del árbol del corazón.
 ¡Cuántas hojas secas caen en el otoño de la vida!... Todas las ilusiones de ventura, todas las esperanzas de placeres, todos los sueños de felicidad huyen de nosotros cuando la nieve de los años deja sus blancos copos en nuestra cabeza. 
   Los árboles son más dichosos que los hombres; anualmente renacen a la vida, pero cuando se deshoja el árbol de las humanas pasiones, su tronco no se reviste con las hojas de nuevas esperanzas. ¿Será Dios más misericordioso con los vegetales que con los hombres? No; la razón nos dice que siendo la especie humana la depositaria de ese algo divino llamado inteligencia, la primavera de su reproducción tiene que ser espléndida.                ¡Caerán las ilusiones! ¡Morirán sus esperanzas! ¡Se extinguirá su aliento! Los cuerpos se disgregarán cuando no sean para las almas más que hojas secas; pero los espíritus, arboles divinos, se quedarán esperando su magnífica primavera; y nueva vida, nueva savia les devolverá su lozanía. 
     Si las hojas caen para renacer, los hombres mueren para comenzar a vivir. ¡Esperanza suprema! ¡Sol que iluminas con tus vivificantes rayos el Otoño de nuestra vida! ¡Oh! si no esperásemos renacer... ¡cuán triste sería el invierno de la humanidad! 
AMALIA DOMINGO SOLER 

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¿Todas las obsesiones son iguales?

No lo son, porque existen muchos grados de intensidad en cuanto a la influencia de espíritus malignos o negativos, causantes de las obsesiones espirituales. La menos fuerte, llamada  “Obsesión Simple”, se caracteriza en  que en cualquier caso el Obsesor se mezcla tenazmente con  la mente de su víctima, generalmente poseedora de una mediumnidad, y lo hace interfiriendo  en las comunicaciones que  recibe , sustituyendo en ella a otros  Espíritus que hayan sido evocados. En este nivel de obsesión la mente comienza a reflejar unos estados íntimos extraños y desequilibrados.
      La mente actúa  como una dinamo generadora de energía psicofísica  que  bajo el  mando del  Espíritu obsesor, utiliza las imágenes mentales del cerebro, y así fácilmente expresa estados múltiples de la personalidad, encadenando sucesos y fracasos que se exteriorizan en formas depresivas de ansiedad, traumáticas, neurasténicas y otras, dando origen a enfermedades psíquicas de variada y compleja nomenclatura.
     Es característico que el obsesado intente discutir  haciendo suyas  opiniones negativas y  perjudiciales que le gusta  cultivar, y que a una persona sana y equilibrada repulsarían instintivamente. Esto transcurre  bajo el dominio del parásito espiritual  cuanto más próximo esté a  la mente y  se haya hecho dueño de la voluntad de su anfitrión.
  En la obsesión simple, como efecto natural surgen los llamados “Reflejos de Interferencia”: inquietud, desconfianza, inseguridad personal, pequeños malestares, angustia ante sucesos  en torno al obsesado, incertidumbres y cada vez una mayor perturbación interior de la víctima.
 La obsesión simple es una parasitosis común en muchísimas personas, considerando natural la intervención psíquica vigente en todas las partes de la Tierra.
        El siguiente grado de  Obsesión espiritual  que es un poco más grave por ser un  poco más intenso, recibe el nombre de Fascinación  para diferenciarlo del anterior.
      La fascinación  transcurre en medio de una indolencia moral y mental de la víctima, exacerbando sus aspectos negativos que son hábilmente estimulados por su antagonista espiritual.
         En la fascinación, los esfuerzos que pueden emprender los afectados con las acciones de bien que  puedan realizar  constituyen la curación contra el mal, conquistando  así  las fajas vibratorias  psíquicas  a las que no accede el  obsesor  y que le protegen y liberan.
         En consecuencia, las tentativas para la liberación del obsesor en este nivel se presentan más complicadas, exigiendo abnegación, esfuerzo, y voluntad continuos.
         Los límites entre unos grados y otros resultan indelebles, pues la Obsesión puede, por su intensidad, formar una línea ascendente de modo paulatino, dentro de la que se representan todos los grados, de menor a mayor y sin solución de continuidad; allí donde termina un grado de intensidad, comienza el siguiente.
           Una vez establecidos los primeros flases de comunicación obsesiva, la víctima de modo inconsciente  comienza  a compartir sus ideas con las que le son inspiradas.
          A medida que el canal mental de la víctima aumenta, no solo asimila la inducción telepática sino también las actitudes y forma de ser de su huésped obsesor. En ese terreno la persona pierde la noción del ridículo y la capacidad habitual de discernimiento, acatando sugestiones que incorporan aceptando inspiraciones como directrices y actitudes que son disparatadas o ridículas   y solamente él las ve lógicas.
        Debido a que los  espíritus obsesores conocen las imperfecciones morales, el carácter y la conducta de a quienes perturban, estos  lo aprovechan  para inspirar e imponer ideas absurdas con las que tratan de aislar a su víctima de las posibles personas que les podrían ayudar.
     Les insuflan  el orgullo de  creer que cumplen misiones especiales,  disfrazándose de humildad y pasividad falsas, que les da una apariencia mística, pero que quedan al descubierto en su falsedad  cuando se sienten desenmascarados por la razón y perspicacia de las personas lúcidas y conocedoras de tan infelices técnicas, y así se sienten reformadores de alguna religión, o apóstoles encargados de cambiar las estructuras de la vida con un talante de irresponsabilidad y presunción.
         En la Fascinación, el obsesor tiene una acción directa sobre la mente de la persona sensitiva, que no cree que está siendo manipulada por una Entidad espiritual extraña , por lo que se deja inconscientemente influir  por ella, . En este grado obsesivo que es la fascinación, el obsesor  ilusiona el pensamiento de su víctima, engañándola y paralizando su propia capacidad de razonar, mostrándose  a esta con  una máscara de virtudes falsas y aparentes, para evitar ser descubierto, por ello inspira en ella  el alejamiento de cualquiera que pueda abrirle los ojos y le pueda descubrir, de modo que al evitar a quien le pueda contradecir, siempre pueda llevar él la razón.
         En otro grado más  severo aún está la Subyugación, en la que el obsesor controla a su víctima de forma total, hasta el punto de que les llega a causar serias perturbaciones psíquicas y hasta físicas. En este grado de intensidad  se paraliza totalmente la voluntad de la víctima que queda bajo la dependencia del obsesor por debilidad o por deseo, y este le empuja a obrar a pesar suyo.  Este grado es el conocido y confundido con la “Posesión”, o “Posesión diabólica”.  Sin embargo es de tener en cuenta, como ya se señaló anteriormente, que la posesión  no solo puede tener un carácter negativo, sino también positivo cuando los espíritus manifestantes poseen transitoriamente el cuerpo de una mediumnidad de incorporación que voluntariamente  se lo cede para su expresión y manifestación en el plano físico. Se podría afirmar que  otro factor que diferencia la posesión de los otros grados de obsesión, es  precisamente que la  posesión puede  ser  positiva y voluntaria por parte del médium poseído transitoriamente, mientras que los demás grados de obsesión son siempre de carácter negativo causados por   entidades negativas sin la aceptación voluntaria del obsesado.
         En  todos los cuadros obsesivos, a medida que se agrava el proceso de interferencia, la voluntad del obsesado pierde los controles personales en razón directa a como el espíritu obsesor ejerce su poder.
         En cada caso de alineación obsesiva, encontramos razones características y específicas del proceso.  En razón de esto, a pesar de ser  origen  de su agravamiento las faltas morales del enfermo, la Entidad desencarnada encuentra móviles que le predisponen a la acción, y que varían de acuerdo a cada persona.
          Aún suele ser  más grave cuando el obsesor es  un espíritu lúcido, técnica  e intelectualmente, que se adueña de los centros cerebrales con imposición de un plan bien deliberado para los fines que persigue, manipulando con habilidad los dispositivos mentales y físicos del  alienado.
      El tratamiento  es genéricamente el mismo en todos los casos: comprensión y aceptación de lo que le sucede, mucha oración y buenas acciones que le sitúen en otra franja vibratoria espiritual inaccesible a la maldad del obsesor . Sus resultados varían en cada paciente, pues en cada persona, la Ley de Causa y Efecto, y los esfuerzos para  curarse de la trama en que se encuentran, son diferentes unos de otros.
- Jose Luis Martín -

“Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados”

                                              - Hechos, 8:7 –

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jueves, 18 de mayo de 2017

PROCESO REENCARNATORIO



Para hoy tenemos :

- Proceso reencarnatorio
-Destinados a la felicidad
-Historia de un ser desgraciado
-Historia de una resurección
- El gran enigma


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               PROCESO REENCARNATORIO 

Una vez establecido todo ello se va produciendo, desde el plano espiritual, un acercamiento paulatino del espíritu candidato a la reencarnación hacia el conjunto familiar que deberá acogerle, pasando a participar poco a poco de la vida doméstica y comenzando los primeros intercambios de vibraciones, de pensamientos y de emociones con los miembros de su futura familia. 

A medida que se va acercando el día de la fecundación, los equipos espirituales especializados promueven un contacto más directo del espíritu reencarnante con la futura madre, en el que se origina una creciente interpenetración fluídica entre ambos, que pasa a estrecharse progresivamente, hasta alcanzar y fijarse al óvulo materno que ha de ser fecundado, quedando éste impregnado y magnetizado por los efluvios periespirituales y por las vibraciones propias que transmite el espíritu. 

De esta manera, el óvulo en vías de ser fecundado permanece irradiando y reflejando las características particulares del espíritu y, como un espejo, retrata su imagen energética, que será lo que, como veremos después, servirá para atraer al espermatozoide que ha de fecundarlo. 

Pero antes de producirse ese hecho se ha de presenciar, en el plano espiritual, una de las escenas más hermosas, entrañables y conmovedoras de todo el proceso reencarnatorio cuando el espíritu, ya con su configuración periespiritual reducida a la forma fetal, es entregado a su futura madre, lo que representa un acto sublime, lleno de amor y de esperanza, en el que se destaca, por encima de todo, la maravillosa función materna como intermediaria y colaboradora en la obra de Dios, para posibilitar la aparición de un espíritu en el mundo denso de la carne, hecho que debería llenar de satisfacción y de felicidad, mas nunca de vergüenza, ni de tristeza. 




Al respecto nos explica A. Luiz: 


“La futura madre parecía una sacerdotisa del Poder de la Divinidad Suprema. El espíritu reencarnante se unía a ella como la flor se une al tallo. Entonces comprendí que, desde aquel momento, era alma de su alma, aquel que sería carne de su carne” 

(Misioneros de la Luz – Chico Xavier / André Luiz) 

Se acerca ya el momento de la fecundación, inicio de una nueva vida física, cuando, horas después de la unión sexual, se produce el gran encuentro entre el espermatozoide y el óvulo, un acto totalmente falto de democracia, pues no es el acaso biológico el que determina el espermatozoide que va a fecundar al óvulo, donde todos disfrutarían de las mismas oportunidades, ni siquiera el afortunado es el que presenta mejor potencial genético, sino que, por el contrario, de todos los millones de espermatozoides, la célula femenina seleccionará y atraerá a aquel que contenga los genes que, por sintonía y afinidad, más se ajuste a las necesidades evolutivas y a la situación real del espíritu reencarnante, la cual, como hemos visto antes, ya se encuentra marcada en el óvulo, posibilitando, de esta manera, la formación de un organismo adecuado al cumplimiento del proyecto reencarnatorio en curso. 

“La célula masculina que alcance el óvulo en primer lugar para fecundarlo, no será la más apta en el sentido de superioridad, y sí en el sentido de sintonía magnética.” 

(Misioneros de la Luz –Chico Xavier / André Luiz) 

De esta manera, en el instante de la fecundación el espíritu reencarnante es ligado a esa primera célula resultante de la unión entre el espermatozoide y el óvulo, iniciándose, entonces, junto al maravilloso proceso de un nuevo desarrollo embrionario, la reencarnación propiamente dicha en términos físicos, donde a medida que el embrión o feto se va desenvolviendo multiplica el número de células y, con ello, el cuerpo espiritual aumenta su área de fijación, prendiéndose a las moléculas del cuerpo físico en formación. 


 “Desde el instante de la fecundación, el espíritu designado para habitar en un cuerpo determinado, se une a él por un lazo fluídico, que no es más que una expansión de su cuerpo espiritual, el cual se va estrechando a medida que el germen se desarrolla, de modo que puede decirse que el espíritu echa raíces en dicho germen como una planta en la tierra, hasta que, una vez completado todo el desarrollo, el niño sale a la vida exterior.” 

(Allan Kardec - El Libro de los Espíritus / El génesis


- Trabajo de Ángeles Calatayud -


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                       DESTINADOS A LA FELICIDAD

Todos estamos predestinados a la felicidad, a la perfección. 
El camino a recorrer es largo, a veces señalado por brezos o abarrotado por piedras. Sin embargo, la ruta es igual para todos, porque nadie existe que sea considerado como excepción.
Aquellos que encuentran menos dificultades, merecen las circunstancias, en razón de su comportamiento en reencarnaciones pasadas. Los más atribulados, de la misma forma, proceden de sus actos infelices. De ese modo, gana la distancia evolutiva, paso a paso, y alégrate con el destino feliz que te aguarda y que alcanzarás. 

Vida Feliz. Por el Espíritu Joanna de Ângelis, médium Divaldo Pereira Franco

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      HISTORIA DE UNA RESURECCIÓN

José Maitre, ciego

José Maitre pertenecía a la clase media de la sociedad. Gozaba de un modesto bienestar que le ponía al abrigo de las necesidades. Sus padres le habían hecho dar una buena educación y le destinaban a la industria, pero a los veinte años se quedó ciego. Murió cuando tenía unos cincuenta años.
       Una segunda dolencia vino a herirle. Cerca de diez años antes de su muerte se quedó completamente sordo. de modo que sus relaciones con los vivos sólo podían tener lugar por medio del tacto. No ver era ya muy penoso, pero no oír era un cruel suplicio para aquel que, no habiendo gozado de todas sus facultades, debía sentir aún mejor los efectos de esta doble privación. ¿Por qué había merecido esta triste suerte? No sería por su última existencia, porque su conducta había sido siempre ejemplar. Era buen hijo, de un carácter dulce y benévolo, y cuando se vio, para colmo de males, privado del oído, aceptó esta nueva prueba con resignación, y nunca se le oyó pronunciar una queja. Sus conversaciones denotaban una perfecta lucidez de entendimiento y una inteligencia poco común.
         Una persona que le había conocido, presumiendo que se podían sacar útiles instrucciones de una conversación con su espíritu, le llamó, y recibió de él la comunicación siguiente, en contestación a las preguntas que se le dirigieron.


París, 1863
Amigos míos, os doy gracias por haberos acordado de mí, aunque quizá no hubierais pensado en ello, si no hubieseis creído sacar algún provecho de mi comunicación. Pero sé que os anima un objeto formal. Por esto vengo con gusto a vuestro llamamiento. Puesto que se me permite, dichoso soy en poder servir a vuestra instrucción. ¡Ojalá que mi ejemplo pudiese aumentar las pruebas tan numerosas, que los espíritus os dan, de la justicia de Dios!
     Me habéis conocido ciego y sordo, y os habéis preguntado lo que había hecho para merecer semejante suerte. Voy a referíroslo. Sabed desde luego que es la segunda vez que he sido privado de la vista.
     En mi precedente existencia, que tuvo lugar a principios del último siglo, quedé ciego a la edad de treinta años, a consecuencia de excesos de todas clases que habían arruinado mi salud y debilitado mis órganos. Ya era un castigo por haber abusado de los dones que había recibido de la Providencia, porque estaba ricamente dotado, pero en lugar de reconocer que yo era la primera causa de mi dolencia, acusaba de ésta a la misma Providencia, en la que, hablando francamente,creía poco. He blasfemado de Dios, le he renegado, le he acusado, diciendo que si existía, debía ser injusto y malo, puesto que así hacía sufrir a sus criaturas. Por el contrario, debía haberme considerado feliz por no verme en la necesidad de mendigar el pan como otros desgraciados ciegos.
      Pero no, no pensaba sino en mí, y en la privación de los goces que se me había impuesto. Bajo el imperio de estas ideas y de mi falta de fe, me había vuelto áspero, exigente, insoportable, en una palabra, para aquellos que me rodeaban. La vida en adelante no tenía objeto para mí. No pensaba en el porvenir, que miraba como una quimera. Después de haber agotado inútilmente todos los recursos de la ciencia, viendo mi curación imposible, resolví acabar más pronto, y me suicidé.
      Cuando salí de mi estupor estaba sumergido en las mismas tinieblas que durante mi vida. No tardé en reconocer que no pertenecía al mundo corporal, pero era un espíritu ciego. ¡La vida de ultratumba era, pues, una realidad! En vano trataba de quitármela para hundirme en la nada.
      Chocaba en el vacío. Si esta vida debía ser eterna, como había oído comentar, ¿estaría, pues, durante la eternidad en esta situación? Este pensamiento era horrible. No sufría dolor físico, pero explicaros los tormentos y las angustias de mi espíritu, es algo imposible. ¿Cuánto tiempo duró esto? Lo ignoro. ¡Pero qué largo me pareció!
       Extenuado, fatigado, me puse sobre mí. Comprendí que una potencia superior me dominaba.
       Me dije que si esta potencia podía oprimirme, podía también aliviarme, e imploré su piedad. A medida que rogaba y que mi fervor aumentaba, alguien me decía que mi cruel situación tendría término. La luz se hizo, en fin, mi alborozo fue extremo cuando entreví las celestes claridades, y distinguía los espíritus que me rodeaban, sonriendo con benevolencia, y a los que se mecían radiantes en el espacio. Quise seguir sus pasos, pero una fuerza invisible me retuvo. Entonces uno de ellos me manifestó: “Dios, a quien has desconocido, ha tomado en cuenta tu conversión a Él, y nos ha permitido restituirte la luz, pero no has cedido sino a la fuerza y al cansancio. Si quieres en adelante participar de la dicha que se goza aquí, es necesario probar la sinceridad de tu  arrepentimiento y de tus buenos sentimientos volviendo a empezar tu prueba terrestre, en tales condiciones, que estarás expuesto a caer en las mismas faltas, porque esta nueva prueba será más ruda todavía que la primera.” Acepté solícito, prometiéndome con firmeza no faltar a ellas.
        Volví, pues, a la Tierra con la existencia que conocéis. No tuve trabajo en ser bueno, porque no era malo por naturaleza. Me rebelé contra Dios y Dios me castigó. Vine a ella con fe innata, por esto no murmuré de Él, y acepté mi doble dolencia con resignación y como una expiación que debía tener su origen en la soberana justicia. No me desesperaba por el aislamiento en que me encontraba en los últimos años, porque tenía fe en el porvenir y en la misericordia de Dios. Me ha sido, además, muy provechoso, porque durante esa larga noche en que todo era silencio, mi alma, más libre, se lanzaba hacia el Eterno, y con el pensamiento entreveía lo infinito. Cuando ha venido el fin de mi destierro, el mundo de los espíritus no ha tenido para mí sino esplendores y goces inefables.
          La comparación con el pasado me hace encontrar mi situación relativamente muy dichosa, y por ello doy gracias a Dios. Pero cuando miro adelante, veo cuán lejos estoy todavía de la dicha perfecta. He expiado, me es preciso reparar ahora. Mi última existencia ha sido provechosa sólo para mí. Espero volver pronto a comenzar una nueva en que podré ser útil a los otros. Ésta será la reparación de mi inutilidad precedente. Solamente entonces avanzaré en el camino bendecido,  abierto a todos los espíritus de buena voluntad.
         He aquí mi historia, amigos míos. Si mi ejemplo puede iluminar a algunos de mis hermanos encarnados y privarles de caer en el fango en que he caído, habré comenzado a satisfacer mi deuda.
José


El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo - 
Allan Kardec


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- ¿Durante el sueño, el alma reposa como el cuerpo? - No. El espíritu nunca está inactivo. Durante el sueño se debilitan los lazos que lo retienen en el cuerpo, y como éste no necesita de su presencia, se lanza al espacio y se pone en relación más directa con los otros Espíritus. 

Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Pregunta 401.


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                         EL GRAN ENIGMA

Todas las investigaciones, todos los trabajos de la ciencia contemporánea concurren a demostrar la acción de las leyes naturales, las cuales están unidas, abarcadas por una ley suprema para constituir la armonía universal. Por esta ley se revela una Inteligencia soberana, como la razón misma de las cosas;
razón consciente, unidad universal en la convergen, unen y funden todas las relaciones, en la que todos los seres van en procura de la fuerza, la luz y la vida; Ser absoluto y perfecto, profundamente inmutable y fuente eterna de toda ciencia, de toda verdad, de toda sabiduría, de todo amor.
Sin embargo, hay que prever algunas observaciones. Se nos puede decir, por ejemplo: las teorías sobre la materia, la fuerza y la inteligencia, tal como la formulaban no hace mucho tiempo las escuelas científicas y filosóficas, han pasado ya. Nuevas concepciones las reemplazan. La física actual nos demuestra que la materia se desasocia con el análisis, se resuelve en centros de fuerzas y que las fuerzas se reabsorben en el éter universal.
Sí, ciertamente, los sistemas envejecen y pasan, las fórmulas se desgastan, pero la idea eterna reaparece bajo formas siempre nuevas y más ricas. El materialismo y el espiritualismo son aspectos transitorios del conocimiento.
Ni la materia ni el espíritu son lo que creían las escuelas de antaño, y quizá la materia, el pensamiento y la vida están unidos entre sí por estrechos lazos que empezamos a entrever.....
No obstante, ciertos hechos subsisten y otros problemas se presentan. La materia y la fuerza se funden en el éter; pero, ¿qué es el éter? Es la materia primera -dicen-, el substrato definitivo de todos los movimientos. El éter mismo es atravesado por innumerables movimientos, radiaciones luminosas y calóricas, corrientes de electricidad y magnetismo. Por tanto, es preciso que estos movimientos sean regulados de alguna manera.
La fuerza engendra el movimiento; pero la fuerza no es la ley. Ciega y sin guia, no podría producir el orden y la armonía en el Universo. Y, sin embargo, éstos son bien manifiestos. Al final de la escala de las fuerzas, aparece la energía mental, la voluntad, la inteligencia que constituye las formas y fija las leyes.....
La inercia -se nos dirá- sólo es relativa, ya que la materia es energía condesada.
En realidad, todas las partículas constitutivas de un cuerpo se mueven. Sin embargo, energía almacenada dentro de estos cuerpos no puede entrar en potencia de acción si la materia componente no está desasociada. No es éste el caso de los planetas, cuyos elementos representan a la materia en su último grado de concreción. Sus movimientos no pueden explicarse por una fuerza interna, sino solamente por la intervención de una energía exterior.
La inercia -dice Gustave Le Bon -, es la resistencia de causa desconocida que oponen los cuerpos al movimiento o cambio de movimiento. Es susceptible de medida, y esta medida es lo que se define con el término de masa. La masa es, pues, la medida de la inercia de la materia, su coeficiente de resistencia al movimiento"
Desde Pitágoras hasta Claude Bernard, todos los pensadores han afirmado que la materia está desprovista de espontaneidad. Toda tentativa de prestar a la sustancia inerte una espontaneidad capaz de organizar y explicar la fuerza, ha sido frustada.
Es preciso, pues, volver sobre la necesidad de un primer motor transcendental para explicar el sistema del mundo. La mecánica celeste no se explica por si sola, y la existencia de un motor inicial se impone. La nebulosa primitiva, madre del Sol y de los planetas, estaba animada de un movimiento giratorio.
Mas, ¿quien le imprimió ese movimiento ? Nosotros contestamos sin titubear:
¡Dios!.
El gran enigma.
León Denis 


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