jueves, 18 de mayo de 2017

PROCESO REENCARNATORIO



Para hoy tenemos :

- Proceso reencarnatorio
-Destinados a la felicidad
-Historia de un ser desgraciado
-Historia de una resurección
- El gran enigma


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               PROCESO REENCARNATORIO 

Una vez establecido todo ello se va produciendo, desde el plano espiritual, un acercamiento paulatino del espíritu candidato a la reencarnación hacia el conjunto familiar que deberá acogerle, pasando a participar poco a poco de la vida doméstica y comenzando los primeros intercambios de vibraciones, de pensamientos y de emociones con los miembros de su futura familia. 

A medida que se va acercando el día de la fecundación, los equipos espirituales especializados promueven un contacto más directo del espíritu reencarnante con la futura madre, en el que se origina una creciente interpenetración fluídica entre ambos, que pasa a estrecharse progresivamente, hasta alcanzar y fijarse al óvulo materno que ha de ser fecundado, quedando éste impregnado y magnetizado por los efluvios periespirituales y por las vibraciones propias que transmite el espíritu. 

De esta manera, el óvulo en vías de ser fecundado permanece irradiando y reflejando las características particulares del espíritu y, como un espejo, retrata su imagen energética, que será lo que, como veremos después, servirá para atraer al espermatozoide que ha de fecundarlo. 

Pero antes de producirse ese hecho se ha de presenciar, en el plano espiritual, una de las escenas más hermosas, entrañables y conmovedoras de todo el proceso reencarnatorio cuando el espíritu, ya con su configuración periespiritual reducida a la forma fetal, es entregado a su futura madre, lo que representa un acto sublime, lleno de amor y de esperanza, en el que se destaca, por encima de todo, la maravillosa función materna como intermediaria y colaboradora en la obra de Dios, para posibilitar la aparición de un espíritu en el mundo denso de la carne, hecho que debería llenar de satisfacción y de felicidad, mas nunca de vergüenza, ni de tristeza. 




Al respecto nos explica A. Luiz: 


“La futura madre parecía una sacerdotisa del Poder de la Divinidad Suprema. El espíritu reencarnante se unía a ella como la flor se une al tallo. Entonces comprendí que, desde aquel momento, era alma de su alma, aquel que sería carne de su carne” 

(Misioneros de la Luz – Chico Xavier / André Luiz) 

Se acerca ya el momento de la fecundación, inicio de una nueva vida física, cuando, horas después de la unión sexual, se produce el gran encuentro entre el espermatozoide y el óvulo, un acto totalmente falto de democracia, pues no es el acaso biológico el que determina el espermatozoide que va a fecundar al óvulo, donde todos disfrutarían de las mismas oportunidades, ni siquiera el afortunado es el que presenta mejor potencial genético, sino que, por el contrario, de todos los millones de espermatozoides, la célula femenina seleccionará y atraerá a aquel que contenga los genes que, por sintonía y afinidad, más se ajuste a las necesidades evolutivas y a la situación real del espíritu reencarnante, la cual, como hemos visto antes, ya se encuentra marcada en el óvulo, posibilitando, de esta manera, la formación de un organismo adecuado al cumplimiento del proyecto reencarnatorio en curso. 

“La célula masculina que alcance el óvulo en primer lugar para fecundarlo, no será la más apta en el sentido de superioridad, y sí en el sentido de sintonía magnética.” 

(Misioneros de la Luz –Chico Xavier / André Luiz) 

De esta manera, en el instante de la fecundación el espíritu reencarnante es ligado a esa primera célula resultante de la unión entre el espermatozoide y el óvulo, iniciándose, entonces, junto al maravilloso proceso de un nuevo desarrollo embrionario, la reencarnación propiamente dicha en términos físicos, donde a medida que el embrión o feto se va desenvolviendo multiplica el número de células y, con ello, el cuerpo espiritual aumenta su área de fijación, prendiéndose a las moléculas del cuerpo físico en formación. 


 “Desde el instante de la fecundación, el espíritu designado para habitar en un cuerpo determinado, se une a él por un lazo fluídico, que no es más que una expansión de su cuerpo espiritual, el cual se va estrechando a medida que el germen se desarrolla, de modo que puede decirse que el espíritu echa raíces en dicho germen como una planta en la tierra, hasta que, una vez completado todo el desarrollo, el niño sale a la vida exterior.” 

(Allan Kardec - El Libro de los Espíritus / El génesis


- Trabajo de Ángeles Calatayud -


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                       DESTINADOS A LA FELICIDAD

Todos estamos predestinados a la felicidad, a la perfección. 
El camino a recorrer es largo, a veces señalado por brezos o abarrotado por piedras. Sin embargo, la ruta es igual para todos, porque nadie existe que sea considerado como excepción.
Aquellos que encuentran menos dificultades, merecen las circunstancias, en razón de su comportamiento en reencarnaciones pasadas. Los más atribulados, de la misma forma, proceden de sus actos infelices. De ese modo, gana la distancia evolutiva, paso a paso, y alégrate con el destino feliz que te aguarda y que alcanzarás. 

Vida Feliz. Por el Espíritu Joanna de Ângelis, médium Divaldo Pereira Franco

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      HISTORIA DE UNA RESURECCIÓN

José Maitre, ciego

José Maitre pertenecía a la clase media de la sociedad. Gozaba de un modesto bienestar que le ponía al abrigo de las necesidades. Sus padres le habían hecho dar una buena educación y le destinaban a la industria, pero a los veinte años se quedó ciego. Murió cuando tenía unos cincuenta años.
       Una segunda dolencia vino a herirle. Cerca de diez años antes de su muerte se quedó completamente sordo. de modo que sus relaciones con los vivos sólo podían tener lugar por medio del tacto. No ver era ya muy penoso, pero no oír era un cruel suplicio para aquel que, no habiendo gozado de todas sus facultades, debía sentir aún mejor los efectos de esta doble privación. ¿Por qué había merecido esta triste suerte? No sería por su última existencia, porque su conducta había sido siempre ejemplar. Era buen hijo, de un carácter dulce y benévolo, y cuando se vio, para colmo de males, privado del oído, aceptó esta nueva prueba con resignación, y nunca se le oyó pronunciar una queja. Sus conversaciones denotaban una perfecta lucidez de entendimiento y una inteligencia poco común.
         Una persona que le había conocido, presumiendo que se podían sacar útiles instrucciones de una conversación con su espíritu, le llamó, y recibió de él la comunicación siguiente, en contestación a las preguntas que se le dirigieron.


París, 1863
Amigos míos, os doy gracias por haberos acordado de mí, aunque quizá no hubierais pensado en ello, si no hubieseis creído sacar algún provecho de mi comunicación. Pero sé que os anima un objeto formal. Por esto vengo con gusto a vuestro llamamiento. Puesto que se me permite, dichoso soy en poder servir a vuestra instrucción. ¡Ojalá que mi ejemplo pudiese aumentar las pruebas tan numerosas, que los espíritus os dan, de la justicia de Dios!
     Me habéis conocido ciego y sordo, y os habéis preguntado lo que había hecho para merecer semejante suerte. Voy a referíroslo. Sabed desde luego que es la segunda vez que he sido privado de la vista.
     En mi precedente existencia, que tuvo lugar a principios del último siglo, quedé ciego a la edad de treinta años, a consecuencia de excesos de todas clases que habían arruinado mi salud y debilitado mis órganos. Ya era un castigo por haber abusado de los dones que había recibido de la Providencia, porque estaba ricamente dotado, pero en lugar de reconocer que yo era la primera causa de mi dolencia, acusaba de ésta a la misma Providencia, en la que, hablando francamente,creía poco. He blasfemado de Dios, le he renegado, le he acusado, diciendo que si existía, debía ser injusto y malo, puesto que así hacía sufrir a sus criaturas. Por el contrario, debía haberme considerado feliz por no verme en la necesidad de mendigar el pan como otros desgraciados ciegos.
      Pero no, no pensaba sino en mí, y en la privación de los goces que se me había impuesto. Bajo el imperio de estas ideas y de mi falta de fe, me había vuelto áspero, exigente, insoportable, en una palabra, para aquellos que me rodeaban. La vida en adelante no tenía objeto para mí. No pensaba en el porvenir, que miraba como una quimera. Después de haber agotado inútilmente todos los recursos de la ciencia, viendo mi curación imposible, resolví acabar más pronto, y me suicidé.
      Cuando salí de mi estupor estaba sumergido en las mismas tinieblas que durante mi vida. No tardé en reconocer que no pertenecía al mundo corporal, pero era un espíritu ciego. ¡La vida de ultratumba era, pues, una realidad! En vano trataba de quitármela para hundirme en la nada.
      Chocaba en el vacío. Si esta vida debía ser eterna, como había oído comentar, ¿estaría, pues, durante la eternidad en esta situación? Este pensamiento era horrible. No sufría dolor físico, pero explicaros los tormentos y las angustias de mi espíritu, es algo imposible. ¿Cuánto tiempo duró esto? Lo ignoro. ¡Pero qué largo me pareció!
       Extenuado, fatigado, me puse sobre mí. Comprendí que una potencia superior me dominaba.
       Me dije que si esta potencia podía oprimirme, podía también aliviarme, e imploré su piedad. A medida que rogaba y que mi fervor aumentaba, alguien me decía que mi cruel situación tendría término. La luz se hizo, en fin, mi alborozo fue extremo cuando entreví las celestes claridades, y distinguía los espíritus que me rodeaban, sonriendo con benevolencia, y a los que se mecían radiantes en el espacio. Quise seguir sus pasos, pero una fuerza invisible me retuvo. Entonces uno de ellos me manifestó: “Dios, a quien has desconocido, ha tomado en cuenta tu conversión a Él, y nos ha permitido restituirte la luz, pero no has cedido sino a la fuerza y al cansancio. Si quieres en adelante participar de la dicha que se goza aquí, es necesario probar la sinceridad de tu  arrepentimiento y de tus buenos sentimientos volviendo a empezar tu prueba terrestre, en tales condiciones, que estarás expuesto a caer en las mismas faltas, porque esta nueva prueba será más ruda todavía que la primera.” Acepté solícito, prometiéndome con firmeza no faltar a ellas.
        Volví, pues, a la Tierra con la existencia que conocéis. No tuve trabajo en ser bueno, porque no era malo por naturaleza. Me rebelé contra Dios y Dios me castigó. Vine a ella con fe innata, por esto no murmuré de Él, y acepté mi doble dolencia con resignación y como una expiación que debía tener su origen en la soberana justicia. No me desesperaba por el aislamiento en que me encontraba en los últimos años, porque tenía fe en el porvenir y en la misericordia de Dios. Me ha sido, además, muy provechoso, porque durante esa larga noche en que todo era silencio, mi alma, más libre, se lanzaba hacia el Eterno, y con el pensamiento entreveía lo infinito. Cuando ha venido el fin de mi destierro, el mundo de los espíritus no ha tenido para mí sino esplendores y goces inefables.
          La comparación con el pasado me hace encontrar mi situación relativamente muy dichosa, y por ello doy gracias a Dios. Pero cuando miro adelante, veo cuán lejos estoy todavía de la dicha perfecta. He expiado, me es preciso reparar ahora. Mi última existencia ha sido provechosa sólo para mí. Espero volver pronto a comenzar una nueva en que podré ser útil a los otros. Ésta será la reparación de mi inutilidad precedente. Solamente entonces avanzaré en el camino bendecido,  abierto a todos los espíritus de buena voluntad.
         He aquí mi historia, amigos míos. Si mi ejemplo puede iluminar a algunos de mis hermanos encarnados y privarles de caer en el fango en que he caído, habré comenzado a satisfacer mi deuda.
José


El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo - 
Allan Kardec


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- ¿Durante el sueño, el alma reposa como el cuerpo? - No. El espíritu nunca está inactivo. Durante el sueño se debilitan los lazos que lo retienen en el cuerpo, y como éste no necesita de su presencia, se lanza al espacio y se pone en relación más directa con los otros Espíritus. 

Allan Kardec. El Libro de los Espíritus. Pregunta 401.


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                         EL GRAN ENIGMA

Todas las investigaciones, todos los trabajos de la ciencia contemporánea concurren a demostrar la acción de las leyes naturales, las cuales están unidas, abarcadas por una ley suprema para constituir la armonía universal. Por esta ley se revela una Inteligencia soberana, como la razón misma de las cosas;
razón consciente, unidad universal en la convergen, unen y funden todas las relaciones, en la que todos los seres van en procura de la fuerza, la luz y la vida; Ser absoluto y perfecto, profundamente inmutable y fuente eterna de toda ciencia, de toda verdad, de toda sabiduría, de todo amor.
Sin embargo, hay que prever algunas observaciones. Se nos puede decir, por ejemplo: las teorías sobre la materia, la fuerza y la inteligencia, tal como la formulaban no hace mucho tiempo las escuelas científicas y filosóficas, han pasado ya. Nuevas concepciones las reemplazan. La física actual nos demuestra que la materia se desasocia con el análisis, se resuelve en centros de fuerzas y que las fuerzas se reabsorben en el éter universal.
Sí, ciertamente, los sistemas envejecen y pasan, las fórmulas se desgastan, pero la idea eterna reaparece bajo formas siempre nuevas y más ricas. El materialismo y el espiritualismo son aspectos transitorios del conocimiento.
Ni la materia ni el espíritu son lo que creían las escuelas de antaño, y quizá la materia, el pensamiento y la vida están unidos entre sí por estrechos lazos que empezamos a entrever.....
No obstante, ciertos hechos subsisten y otros problemas se presentan. La materia y la fuerza se funden en el éter; pero, ¿qué es el éter? Es la materia primera -dicen-, el substrato definitivo de todos los movimientos. El éter mismo es atravesado por innumerables movimientos, radiaciones luminosas y calóricas, corrientes de electricidad y magnetismo. Por tanto, es preciso que estos movimientos sean regulados de alguna manera.
La fuerza engendra el movimiento; pero la fuerza no es la ley. Ciega y sin guia, no podría producir el orden y la armonía en el Universo. Y, sin embargo, éstos son bien manifiestos. Al final de la escala de las fuerzas, aparece la energía mental, la voluntad, la inteligencia que constituye las formas y fija las leyes.....
La inercia -se nos dirá- sólo es relativa, ya que la materia es energía condesada.
En realidad, todas las partículas constitutivas de un cuerpo se mueven. Sin embargo, energía almacenada dentro de estos cuerpos no puede entrar en potencia de acción si la materia componente no está desasociada. No es éste el caso de los planetas, cuyos elementos representan a la materia en su último grado de concreción. Sus movimientos no pueden explicarse por una fuerza interna, sino solamente por la intervención de una energía exterior.
La inercia -dice Gustave Le Bon -, es la resistencia de causa desconocida que oponen los cuerpos al movimiento o cambio de movimiento. Es susceptible de medida, y esta medida es lo que se define con el término de masa. La masa es, pues, la medida de la inercia de la materia, su coeficiente de resistencia al movimiento"
Desde Pitágoras hasta Claude Bernard, todos los pensadores han afirmado que la materia está desprovista de espontaneidad. Toda tentativa de prestar a la sustancia inerte una espontaneidad capaz de organizar y explicar la fuerza, ha sido frustada.
Es preciso, pues, volver sobre la necesidad de un primer motor transcendental para explicar el sistema del mundo. La mecánica celeste no se explica por si sola, y la existencia de un motor inicial se impone. La nebulosa primitiva, madre del Sol y de los planetas, estaba animada de un movimiento giratorio.
Mas, ¿quien le imprimió ese movimiento ? Nosotros contestamos sin titubear:
¡Dios!.
El gran enigma.
León Denis 


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