MEDIUMS INTERESADOS.
El que no quiere tomarse el trabajo de estudiar, tiene más curiosidad que deseo real de instruirse, y los espíritus no aprecian más que yo a los curiosos. Por otra parte, la codicia les es esencialmente antipática, y no se prestan a nada que puede satisfacerla. Sería preciso formarse de ellos una idea muy falsa para creer que espíritus superiores, como Fenelón, Bossuet, Pascal y San Agustín, por ejemplo, se pongan a las órdenes de un advenedizo, a tanto por hora. No, caballero, las comunicaciones de ultratumba son muy serias y requieren mucho respeto para ser puestas en exhibición.
Sabemos, por otra parte, que los fenómenos espiritistas no marchan como las ruedas de un mecanismo, puesto que dependen de la voluntad de los espíritus. Aun admitiendo la aptitud medianímica, nadie puede responder de obtenerlos en un momento determinado. Si los incrédulos son dados a sospechar de la buena fe de los médiums en general, peor sería si se notase en ellos el estímulo del interés. Y con razón podría sospecharse que el médium retribuido simularía el fenómeno cuando no lo produjese el espíritu, porque ante todo le sería preciso ganar su dinero. Puesto que el desinterés más absoluto es la mejor garantía
de sinceridad, repugnaría a la razón el hacer venir por interés a las personas que nos son queridas, suponiendo que consintiesen en ello, lo cual es más que dudoso: en todo caso, sólo se prestarían a este cálculo espíritus de baja ralea, poco escrupulosos acerca de los medios e indignos de confianza, y aun éstos se gozan en el censurable placer de burlar las combinaciones y los cálculos de sus panegiristas.
La naturaleza de la facultad medianímica se opone, pues, a que se la convierta en una profesión, porque depende de una voluntad extraña al médium que podría faltarle en el momento en que más la necesitase, a menos que no se la supliese por la astucia. Pero aun admitiendo una completa buena fe, desde el momento en que los fenómenos no se obtienen a voluntad, seria efecto de la casualidad el que, en la sesión retribuida, se produjese precisamente el hecho deseado para el convencimiento. Bien puede usted dar cien mil francos a un médium, seguro de que no obtendrá de los espíritus lo que éstos no quieran hacer. Este cebo, que desnaturalizaría la intención, transformándola en un violento deseo de lucro, sería, por el contrario, un motivo de que no lo obtuviese. Si se está bien persuadido de la verdad de que el afecto y la simpatía son los más poderosos móviles de atracción para los espíritus, se comprenderá que no pueden ser solicitados por el pensamiento de emplearlos en el lucro.
Aquel, pues, que tenga necesidad de hechos para convencerse, debe probar a los espíritus su buena voluntad con una observación seria y paciente, si quiere ser secundado por ellos.
Pero si es verdad que la fe no se impone, no lo es menos que tampoco se compra.
V. - Comprendo este razonamiento desde el punto de vista moral; ¿pero no es justo que el que emplea su tiempo en interés de la causa sea indemnizado, impidiéndole aquel empleo el trabajar para vivir?
A.K. - Ante todo, ¿lo hace precisamente en interés de la causa o en interés propio? Si ha dejado su estado, es porque no estaba satisfecho de él y porque esperaba ganar más con el nuevo oficio, o trabajar menos. Ningún mérito tiene emplear el tiempo cuando se hace para lograr provecho. Esto es absolutamente como decir que el panadero fabrica el pan en provecho de la Humanidad. La mediumnidad no es el único recurso, y de no existir ella, los médiums interesados se verían obligados a ganarse la vida de otro modo. Los médiums verdaderamente formales y desinteresados buscan los medios de vivir en el trabajo cotidiano, y no abandonan sus ocupaciones cuando necesitan de éstas para subsistir: sólo consagran a la mediumnidad el tiempo que sin perjuicio puedan ocuparle; si se dedican a ella en sus ratos de ocio y de reposo, existe entonces verdadero desinterés, por el cual se les ve agradecidos y son objeto de aprecio y respeto.
QUE ES EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
El que no quiere tomarse el trabajo de estudiar, tiene más curiosidad que deseo real de instruirse, y los espíritus no aprecian más que yo a los curiosos. Por otra parte, la codicia les es esencialmente antipática, y no se prestan a nada que puede satisfacerla. Sería preciso formarse de ellos una idea muy falsa para creer que espíritus superiores, como Fenelón, Bossuet, Pascal y San Agustín, por ejemplo, se pongan a las órdenes de un advenedizo, a tanto por hora. No, caballero, las comunicaciones de ultratumba son muy serias y requieren mucho respeto para ser puestas en exhibición.
Sabemos, por otra parte, que los fenómenos espiritistas no marchan como las ruedas de un mecanismo, puesto que dependen de la voluntad de los espíritus. Aun admitiendo la aptitud medianímica, nadie puede responder de obtenerlos en un momento determinado. Si los incrédulos son dados a sospechar de la buena fe de los médiums en general, peor sería si se notase en ellos el estímulo del interés. Y con razón podría sospecharse que el médium retribuido simularía el fenómeno cuando no lo produjese el espíritu, porque ante todo le sería preciso ganar su dinero. Puesto que el desinterés más absoluto es la mejor garantía
de sinceridad, repugnaría a la razón el hacer venir por interés a las personas que nos son queridas, suponiendo que consintiesen en ello, lo cual es más que dudoso: en todo caso, sólo se prestarían a este cálculo espíritus de baja ralea, poco escrupulosos acerca de los medios e indignos de confianza, y aun éstos se gozan en el censurable placer de burlar las combinaciones y los cálculos de sus panegiristas.
La naturaleza de la facultad medianímica se opone, pues, a que se la convierta en una profesión, porque depende de una voluntad extraña al médium que podría faltarle en el momento en que más la necesitase, a menos que no se la supliese por la astucia. Pero aun admitiendo una completa buena fe, desde el momento en que los fenómenos no se obtienen a voluntad, seria efecto de la casualidad el que, en la sesión retribuida, se produjese precisamente el hecho deseado para el convencimiento. Bien puede usted dar cien mil francos a un médium, seguro de que no obtendrá de los espíritus lo que éstos no quieran hacer. Este cebo, que desnaturalizaría la intención, transformándola en un violento deseo de lucro, sería, por el contrario, un motivo de que no lo obtuviese. Si se está bien persuadido de la verdad de que el afecto y la simpatía son los más poderosos móviles de atracción para los espíritus, se comprenderá que no pueden ser solicitados por el pensamiento de emplearlos en el lucro.
Aquel, pues, que tenga necesidad de hechos para convencerse, debe probar a los espíritus su buena voluntad con una observación seria y paciente, si quiere ser secundado por ellos.
Pero si es verdad que la fe no se impone, no lo es menos que tampoco se compra.
V. - Comprendo este razonamiento desde el punto de vista moral; ¿pero no es justo que el que emplea su tiempo en interés de la causa sea indemnizado, impidiéndole aquel empleo el trabajar para vivir?
A.K. - Ante todo, ¿lo hace precisamente en interés de la causa o en interés propio? Si ha dejado su estado, es porque no estaba satisfecho de él y porque esperaba ganar más con el nuevo oficio, o trabajar menos. Ningún mérito tiene emplear el tiempo cuando se hace para lograr provecho. Esto es absolutamente como decir que el panadero fabrica el pan en provecho de la Humanidad. La mediumnidad no es el único recurso, y de no existir ella, los médiums interesados se verían obligados a ganarse la vida de otro modo. Los médiums verdaderamente formales y desinteresados buscan los medios de vivir en el trabajo cotidiano, y no abandonan sus ocupaciones cuando necesitan de éstas para subsistir: sólo consagran a la mediumnidad el tiempo que sin perjuicio puedan ocuparle; si se dedican a ella en sus ratos de ocio y de reposo, existe entonces verdadero desinterés, por el cual se les ve agradecidos y son objeto de aprecio y respeto.
QUE ES EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.
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El sabio no es el hombre que suministra las
verdaderas respuestas; es el que formula
las verdaderas preguntas.
verdaderas respuestas; es el que formula
las verdaderas preguntas.
Lévi-Strauss
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¿ Ciencia o Religión ?
Espiritismo,
Ciencia del Alma
En la
Introducción de la Revista Espirita, inaugural, de enero de 1858,
Allan Kardec escribió:
“Tal vez nos
objeten la calificación de ciencia que damos al Espiritismo. Él no
podría, sin duda, en algunos casos, tener los caracteres de una
ciencia exacta, y ahí está, precisamente, el error de aquellos que
pretenden juzgarlo y experimentarlo como un análisis químico, como
un problema matemático: ya es mucho que tenga lo de una ciencia
filosófica. Toda ciencia debe estar basada sobre hechos; pero sólo
los hechos en sí no constituyen la ciencia; la ciencia nace de la
coordinación y de la deducción lógica de los hechos: es el
conjunto de leyes que los rigen ¿El Espiritismo llegó al estado de
ciencia? Si se trata de una ciencia perfecta, sin duda, sería
prematuro responder afirmativamente; pero las observaciones son,
desde hoy, bastante numerosas como para poder, por lo menos, deducir
los principios generales, y es ahí donde comienza la ciencia”.
Siempre se
cuestionó lo que Allan Kardec quería decir como “ciencia
filosófica”. Por el desarrollo de la cultura se puede admitir, sin
miedo a equivocarse, que “ciencia filosófica” es, en verdad, lo
que se convino en llamar de “ciencias humanas”, ramas del
conocimiento, de investigación dirigidas hacia la persona humana,
con parámetros y métodos propios, paralelamente a las ciencias
físicas, a las ciencias duras, exactas.
Por lo tanto
al llamar el Espiritismo de Ciencia del Alma, proponiendo que sea
configurado en las bases de una ciencia humana específica y
especial, estamos acompañando el pensamiento del fundador del
Espiritismo.
Entonces, el
Espiritismo es una ciencia del alma, una ciencia humana cuyo objeto
es explicar el ser humano como un alma, su estructura, su actuación
y su evolución. Con ese carácter puede desarrollar un espíritu
crítico y explorar la realidad esencial del ser humano dentro de la
ley natural, de la naturalidad de los procesos evolutivos, a través
de la reencarnación, como un alma atemporal, inmortal y en
crecimiento.
Jaci Regis
Recibido
a través del Canal de CEPA
Traducción:
Pura Argelich
Adaptación:
Oswaldo E. Porras Dorta
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AUTODESCUBRIMIENTO:
UNA BÚSQUEDA INTERIOR
Mucho
antes de la valiosa contribución de los psiquiatras y psicólogos
humanistas y Transpersonales, como Kübles-Ross, Grof, Raymond Moody
Júnior, Maslow, Tart, Víctor Frankl, Goleman y otros, que pusieron
el alma como base de los fenómenos humanos, la psicología espírita
demostró que, sin una visión espiritual de la existencia física,
la propia vida permanecería sin sentido o significado.
El reduccionismo, en psicología, vuelve al ser humano un montón de
células bajo la dirección del sistema nervioso central, víctima
por los factores de la herencia y por los caprichos aberrantes del
acaso.
La
salud y la dolencia, la felicidad y la desdicha, la genialidad y las
patologías mentales, limitadoras y crueles, no pasan de ser ocurrencias
estúpidas de la eventualidad genética.
Así considerado, el ser humano comenzaría en la concepción y se anularía en
la muerte, un periodo muy breve para el trabajo que la Naturaleza
aplicó más de dos billones de años, aglutinando y perfeccionando
moléculas, que se transformaron en un código biológico fatalista…
Por
otro lado, la ingeniería genética actual, aliándose a la biología
molecular, comienza a detectar la energía como factor causal para la
construcción del individuo, que pasa a ser heredero de sí mismo, en
los avanzados procesos de las experiencias de la evolución.
Los
conceptos materialistas, de ese modo, aferrados al mecanismo
fatalista, ceden lugar a una concepción espiritualista para la
criatura humana, liberándola de las pasiones animales y de los
atavismos que aun le son predominantes.
Innegablemente,
Freud y Jung enseñaron una visión más profunda del ser humano con
el descubrimiento y estudio del inconsciente, así como de los
arquetipos, respectivamente, constatando la realidad del Espíritu,
como explicación para los comportamientos variados de los diferentes
individuos; procedentes del mismo árbol genético, ellos se
presentan fisiológica y psicológicamente opuestos, bien y mal
dotados, con equipos de salud y de desconcierto.
No
nos atrevemos a negar los factores hereditarios, sociales y
familiares en la formación de la personalidad de la criatura. No
obstante, el retraso que de ellos derivan de necesidades de la
evolución, que imponen la reencarnación en el lugar adecuado, entre
aquellos que propician los recursos compatibles para el trabajo de
auto-iluminación, de crecimiento interior.
El
hogar ejerce, sin ninguna duda, como ocurre con el ambiente social,
significativa influencia en el ser, cuyos tributos serán el
equilibrio o el desorden moral, la armonía física o psíquica
correspondiente al estado evolutivo en el cual se encuentra.
La
necesidad, por tanto, del auto-descubrimiento,
en una panorámica racional se vuelve improrrogable, a fin de
favorecer la recuperación, cuando en estado de desarmonía, o el
crecimiento, se es portador de valores intrínsecos latentes. En
cuanto no se conciencie de las propias posibilidades, el individuo se
aturde en conflictos de naturaleza destructiva, o huye
espectacularmente para estados depresivos, sumergiéndose en psicosis
de variado orden, que lo dominan y no hacen viable su evolución, por
lo menos momentáneamente.
La
experiencia del auto descubrimiento le faculta identificar los
límites y las dependencias, las aspiraciones verdaderas y las
falsas, los embustes del ego y las imposturas de la ilusión.
Le
restan en el comportamiento, como herencia de las cimas ya vencidos
por la evolución, la dualidad del negativismo y del positivismo ante de las decisiones a tomar.
No
identificado con los propósitos de la finalidad superior de la Vida,
en cuanto es invitado a la liberación de los vicios y pasiones
perturbadores, de las aflicciones y tendencias destructivas, esa
dualidad de lo negativo y de lo positivo se le diseña en el
pensamiento, dificultándole la decisión.
Es
común, entonces, el asalto mental por la duda: ¿Esto o aquello? La
definición se hace con inseguridad y el asalto para la ejecución
del propósito nuevo disminuye o desaparece en base a las continuas
inseguridades.
Se
hace imprescindibles algunos requisitos para que sea logrado el
auto-descubrimiento con la finalidad de bienestar y de plenos logros,
a saber: insatisfacción por lo que se es, o se posee o cómo se
encuentra; deseo sincero de cambios; persistencia en el intento;
disposición para aceptarse y vencerse; capacidad para crecer
emocionalmente.
Porque
se desconoce, víctimas por herencias ancestrales – de
otras reencarnaciones
-,de castraciones domésticas, de fobias que prevalecen de la
infancia, por la falta de madurez psicológica y otras, el individuo
permanece frágil, susceptible a los estímulos negativos, por falta
de auto-estima, de auto-respeto, dominado por los complejos de
inferioridad y por la timidez, refugiándose en la inseguridad y
padeciendo aflicciones perfectamente superables, que le cumple
superar mediante un cuidadoso programa de discernimiento de los
objetivos de la vida y por el empeño en vivirlo.
Inadvertidamente
o por comodidad, la mayoría de las personas acepta y se somete a lo
que podría cambiar a beneficio propio, auto castigándose, y
creyendo merecer el sufrimiento y la infelicidad con que se ve
enfrentados, cuando el propósito de la Divinidad para con sus
criaturas es la plenitud, es la perfección.
Dominado
por la conducta infantil de los premios y de los castigos, el
individuo no madura el yo profundo, continuando bajo el yugo de los
caprichos del ego, confundiendo resignación con la indiferencia por
la propia realización del hecho – dolor sin rebeldía, sin embargo
actuando para erradicarla.
Liberándose
de las imágenes erróneas a respecto de la vida, el ser debe asumir
la realidad del proceso de la evolución y vencerse, superando los
hechos de perturbación y de destrucción.
Al
presentar nuestro libro a los interesados en la explicación de sí
mismo, intentamos colocar puentes entre los mecanismos de las
psicologías humanista y transpersonal con la Doctrina Espírita, que
las ilumina y completa, así cooperando de alguna forma con aquellos
que se empeñan en la búsqueda interior, en el auto descubrimiento.
No
nos facultamos la ilusión de considerar nuestro trabajo más que un
simple ensayo sobre el asunto, con un elenco amplio de temas
compilados en el pensamiento de los eméritos del alma y con nuestra
contribución personal.
Una
centella puede suponer un incendio.
Una
brazada de luz abre una brecha en las tinieblas.
Una
gota de bálsamo suaviza la aflicción.
Una
palabra sabia guía una vida.
Un
gesto de amor inspira esperanza y da paz.
Esta
es una pequeña contribución que dirigimos a los que sinceramente se
buscan, teniendo a Jesús como Modelo y Terapia Superior para los
problemas del cuerpo, de la mente y del espíritu.
Rogando
excusas por su sencillez, permanecemos confiados en los resultados
felices de aquellos que intentan el auto-descubrimiento, avanzando en
paz.
- Juana de Ángelis-(espíritu)
******************
Es este un tema controvertido cuando, en realidad, no debería serlo, y que , además no es nuevo, sino que ya era una cuestión presente desde los primeros tiempos de la codificación espiritista.
Pero, ¿no es ya hora de haber superado el tiempo de la discusión? ¿o se trata más bien de que no hemos entendido con profundidad, de verdad, el alcance y significado de nuestra doctrina?
Un asunto debería quedarnos suficientemente despejado antes de adentrarnos en esta controversia siempre de actualidad (desafortunadamente), y es que, pese a todo, y como controversia, sólo existe en la mente de aquellos aficionados a la polémica y a la discusión, en lugar del estudio y la reflexión que es lo que nuestra doctrina preconiza. Para algunos es irresistiblemente más atractiva la vía del escándalo y la actitud polemista, que el trabajo netamente espírita que es la auto-reforma y el crecimiento espiritual a través del estudio y el apoyo fraternal.
Allan Kardec es sobradamente explícito cuando manifiesta que el espiritismo es ciencia, filosofía y moral. Apunte similar da en Qué es el Espiritismo, donde dice que: // Su verdadero carácter es el de una ciencia y no el de una religión. //
Pero también es cierto que el codificador se expresa de la siguiente manera en la obra antes citada: // Desde el punto de vista religioso, el Espiritismo tiene por base las verdades fundamentales de todas las religiones. (...) No es una religión especial porque no tiene sacerdotes ni templos. //. Veamos: 'No es una religión especial', no es lo mismo que decir que no es ninguna religión, sino que no presenta las características de las demás religiones. Algo que tiene por base 'Las verdades fundamentales de todas las religiones', ¿no conlleva forzosa y naturalmente un aspecto religioso?.
'En el evangelio según el espiritismo', los Espíritus superiores esclarecen: Ciencia y religión son las dos palancas de la inteligencia humana. Una revela las leyes del mundo material y la otra las leyes del mundo moral.
Cuando un espírita habla del aspecto religioso, es porque forma parte de la codificación, no es invención de nadie; se está refiriendo a un 'aspecto' religioso y no a una religión propiamente dicha. ¿Por qué seguir discutiendo? ¿Olvidamos que el capítulo primero del 'Evangelio según el Espiritismo' habla de la Alianza de la Ciencia y Religión?.
Convengamos que al lado de aquellos compañeros que pecan de un excesivo 'religiosismo', por así decirlo, a la hora de tratar con la doctrina, están también con un exceso 'cienticismo', ¿con cuál propósito? Observando a algunos da la impresión de estar presurosos por adelantar la aceptación de la comunidad científica oficial, olvidando que Kardec apuntaba que el Espiritismo se destina a las masas, al pueblo, y sólo cuando estuviera vulgarizado, los científicos se rendirían a la evidencia. No es preocupación de la doctrina convencer a ningún científico, ya se encargará de esto el fluir natural de los acontecimientos y el progreso, pues ella se apoya sobre las grandes leyes que rigen todo nuestro universo, desde el micro al macrocosmos, y a su lado, la 'joven' ciencia de los hombres aún le queda mucho por andar... y muchos prejuicios que derribar.
Hay otro detalle que quizá los menos habituados al estudio ignoran. ¿No habla Kardec que la doctrina espírita debería pasar por diversos periodos? Esos periodos, algunos vivenciados y otros presentidos por el maestro de Lyon son:
1.- Periodo de curiosidad.
2.- Periodo filosófico.
3.- Periodo de lucha.
4.- Periodo religioso.
5.- Periodo de intermediario.
6.- Periodo de regeneración.
Pienso que, llegados a este punto, no nos cabe sino reflexionar individualmente, para intentar ser coherentes con los ideales que defendemos. ¿Es la nuestra una actitud en exceso influida por la tradición eclesiástica? ¿Es acaso, una actitud tan 'científica', que, sin pretenderlo, vamos desplazando la parte espiritual y cediendo terreno a atavismos materialistas aún impresos en nuestro interior? Las dos posturas no estarían del todo acertadas, si de coherencia doctrinaria hablamos, siendo convidadas ambas al estudio, el análisis y la reflexión.
Como en casi todo, los puntos extremos son equidistantes de la verdad.
Pese a todo: respeto y tolerancia.
Ramsay
*****************************
CONCLUSIÓN PARTE V
EL LIBRO DE LOS
ESPÍRITUS
Allan Kardec
Comienza esta V parte haciendo un
esbozo de la intranquilidad de los adversarios del Espiritismo por su
propagación. Al estudiar el Espiritismo, encontramos la idea de que
nada en la naturaleza se realiza por salto, fundamentándose la
filosofía espírita en la lógica y el buen sentido teniendo un
carácter universal.
Se hizo eco y
logró adeptos en la época que surgieron las divertidas sesiones de
las mesas danzantes, cuando las personas más instruidas eran las
primeras en participar.
A pesar de los esfuerzos que muchos
hicieron por ridiculizarla, ella se mantuvo firme en su rumbo,
luchando contra las adversidades, buscando la luz, e irguiéndose
como una planta en busca de los rallos del Sol para desarrollar su
vida.
Por eso los espíritus advirtieron al
codificador: “No os inquiete la oposición, pues todo lo que contra
vosotros se haga, a favor vuestro redundará, y vuestros mayores
adversarios servirán a vuestra causa, aun sin quererlo. Contra
la voluntad de Dios no podrá prevalecer la mala voluntad de los
hombres”.
Analizando este consejo de la
espiritualidad superior al codificador, no podemos olvidar el auto de
fe ocurrido en Barcelona el 9 de octubre de 1861, en la plaza
pública, siendo quemados El libro de los Espíritus, El libro de
los Médiums y la colección de la Revista Espírita,
junto con diversas obras y folletos concernientes a la Doctrina, lo
que hacía un total de trescientos volúmenes. Kardec, en su
condición equilibrada y profunda, consideró pedir orientación a su
guía espiritual: el Espíritu de la Verdad, y le dijo: No ignoras
sin duda, lo que acaba de suceder en Barcelona con las obras
espíritas. ¿Tendrías la amabilidad de decirme si conviene insistir
en la restitución de los libros? Dándole como respuesta: Por
derecho puedes reclamar las obras y seguramente te las devolverían
(…) Pero mi consejo es que resultará de más utilidad dejar que el
auto de fe se lleve a cabo… (…) Ya comprenderás cuanto progreso
traerá una actitud ridícula y retrógrada. Las ideas se expandirán
con más rapidez y las obras serán buscadas con más interés
gracias a la quema de los libros. Todo es para bien. Para más tarde
el 19 de octubre en una comunicación espontánea en la Sociedad
Espírita de París, los espíritus dijeron: “Hacía falta algo
auténticamente violento para despertar a ciertos Espíritus
encarnados. Nada sucede en vano sobre la Tierra. Nosotros hemos
inspirado el auto de fe en Barcelona, porque sabíamos que obrando
así, daríamos un gran paso hacia adelante”.
El Espiritismo como la tercera
revelación de Dios, trae como proyecto para la Humanidad una nueva
fase moral que es inevitable, porque todo en el universo es
evolución, y la causa que hizo posible su rápida propagación fue
la satisfacción, la tranquilidad y la felicidad para aquéllos que
la tomaron con seriedad; es por ello, que al esclarecerle al hombre
de donde viene, por qué está en la Tierra y hacia dónde va, hace
comprender la vida, esclareciendo que no comienza en la Tierra ni
termina en ella.
El desarrollo de las ideas espíritas,
en la humanidad, presenta, hasta el momento actual períodos
marcados por:
El 1º- el de la curiosidad provocada
por la extrañeza de los fenómenos, período que ya ha pasado.
El 2º- con el razonamiento y la
filosofía.
El 3º- el actual, donde el Espiritismo
ha progresado desde que es mejor comprendido en su esencia íntima,
pues toca al punto más sensible e importante para el hombre: la
felicidad, pudiendo ser conquistada desde este mundo. Muchos se
pierden al interpretar que al ser la Tierra un mundo de expiación y
prueba, y al asociarla con la enseñanza de Jesús cuando dijo: mi
reino no es de este mundo; caen en el desánimo perdiendo toda la
fuerza que se necesita para seguir el rumbo trazado en nuestras
vidas. La felicidad es conquista de evolución desde este valle de
lágrimas y dolor, cuando buscamos la sintonía de las dos virtudes
por excelencia del maestro: la caridad y la
humildad, que son los dos pilares fundamentales del
perfeccionamiento espiritual.
Somos felices cuando comprendemos la
vida, buscando en el espiritismo la fe razonada y el Amor que
consuela a tantos corazones, penetrando en lo más íntimo del
sentimiento humano.
A quienes se muestran materialistas y
nos piden pruebas de la manifestación de los espíritus, sólo
podemos decirles que si no aceptan una inteligencia superior que ha
creado todo, no hay nada que podamos demostrarles, pero también
esclarecerles que el codificador Allan Kardec desde su comienzo
fundamentó su búsqueda estructurada sobre la tríada científica de
la observación, la experimentación y la investigación.
Que lean y estudien antes de criticar;
el materialismo nos presenta la vida bajo la óptica del egoísmo y
de la nada después de la muerte y ninguna filosofía ha podido
explicar mejor, a través del raciocinio el objetivo de la vida como
el espiritismo, dándonos confianza en Dios, proporcionándonos calma
y seguridad, librándonos del tormento, de la incertidumbre y del
infierno que no existe; pues el único infierno que reconoce el
espiritismo, es el desvío de nuestros actos en uso del libre
albedrío, al violentar las leyes divinas. Pero más tarde, siendo
Dios todo misericordia, nos da la posibilidad de la rectificación
con la ley de la reencarnación; ¿existe algo mejor que esto?
El espiritismo en su conocimiento
verdadero es la más pura moral evangélica, moral de las que muchos
hablan pero que pocos la comprenden y saben practicar, basándose en
las mismas directrices de la religión: Dios, el alma, las penas y
las recompensas futuras; estás dos últimas, producto de nuestras
consecuencias naturales de la vida, por nuestra condición de
espíritus en evolución.
Finaliza esta parte quinta de la conclusión diciendo: que
mientras Dios invita a los hombres a la felicidad, la esperanza y la
fraternidad, el materialismo nos ofrece la NADA como perspectiva y el
EGOISMO como consuelo.
Concluimos recordando una preciosa
poesía que la cronista de los pobres; nuestra querida Amalia
Domingo y Soler, dedicara a los libros de Allan Kardec,
cumpliéndose en aquella fecha 45 años del auto de fe en Barcelona.
LOS LIBROS DE ALLAN KARDEC. Quemados
en Barcelona .
Se
quemaron los libros de las verdades,(que cometen los
hombres mil necedades).
Volaron sus
cenizas por los
espacios,entrando en las cabañas y en los palacios.
Algunas
hojas sueltas fueron leídas; y sus sabias lecciones bien comprendidas.
Todo lo extingue el
fuego menos la
idea; el pensamiento vence siempre a la tea.
Todo se quema; todo,(menos lo eterno); nieve son
las hogueras del hondo averno.
Y la verdad es
eterna porque es
Dios mismo; hoy lleva un
nuevo nombre ¡Espiritismo!
Y son sus
enseñanzas tan
racionales, y son todas
sus leyes tan naturales,que es preciso
aceptarlas sin restricciones,que la lógica misma son sus razones.
¡Quemad
libros, ilusos! (¡vana tarea!) surgió de sus cenizas potente idea.
¡Idea grande,
sublime! de Dios emblema; que es el
Espiritismo la Ley
Suprema.
Amalia Domingo y
Soler
Trabajo realizado por
Víctor Ruano