viernes, 21 de marzo de 2014

LA CRUELDAD




"La crueldad, el sadismo, la perversidad y la poca humanidad son las características provenientes de la insensibilidad y rigidez de la psiquis humana, en proceso inicial de desenvolvimiento espiritual, la Espiritualidad, en la tercera parte, capítulo VI de El Libro de los Espíritus, expone : " (...) el sentido moral existe como principio en todos los hombres (...) los hombres crueles más tarde serán hombres buenos (...)".

.                              .LA CRUELDAD
Cada acto de agresividad que ocurre en este mundo tiene como origen básico una criatura que aun no aprendió a amar.
La crueldad, como la pena de muerte, ya se estaba establecida en casi todos los pueblos de la Antigüedad. En Atenas, de daba al sentenciado a muerte opciones de elección: el estrangulamiento, que era considerado por todos humillante; el corte de cabeza a través del cuchilla, lo que era muy doloroso; y el envenenamiento, el preferido por la mayoría de los condenados.
En la Roma Antigua, en la época anterior a Julio Cesar, el ahorcamiento y la decapitación eran las sentencias más generalizadas. Sin embargo, el homicida de padres y hermanos era aplicada una pena poco vulgar: ser cocido vivo y despues tirado al mar. La condenación de los incendiarios eran las llamas de la hoguera. Los hebreos preferían el apedreamiento, o la decpaitación, pues atribuían estar en la cabeza la localización de los delitos. En China, habia un proceso de dejar caer gotas de agua en la cabeza del condenado, siempre en el mismo lugar, hasta conducirlo a la completa locura. En Japon, los sentenciados a muerte tenían el permiso de los jueces para rasgar el propio vientre con el sable.
Es imposible describir aquí, en estas rápidas reflexiones, los actos terribles de personalidades de la historia de la humanidad, o analizar su naturaleza primitiva y rudimentaria, innata en las almas en sus primeros pasos de ascensión espiritual. Nombraremos apenas algunas criaturas que tuvieron comportamientos degenerados; como Nerón, Calígula, Gengis- Can, Iván el Terrible, Termerlao, y otros sin detenernos en las actitudes de esas figuras del pasado o del presente, ni en las incontables, crueles conductas de hombres que pasaron anónimamente por la Tierra. Todavía, no podemos dejar de registrar el fanatismo y el autoritarismo de la “Santa Inquisición” - tambien conocida como el “Santo Oficio”, creada en el 1233 por el papa Gregorio IX -, que entró para la Historia como una de las más brutales demostraciones de ferocidad y violencia contra los derechos humanos.
No sabemos valorar con precisión cuales son los actos más perversos y sanguinarios: los realizados por los ejecutores, o los practicados por los ejecutados. Además, muchas personas hasta hoy luchan y matan “en nombre de Dios”, para justificar y proteger sus creencias religiosas.
La atrocidad, el sadismo, la perversidad y la poca humanidad son las características provenientes de la insensibilidad y rigidez de la psiquis humana, en proceso inicial de desenvolvimiento espiritual. la Espiritualidad, en la tercera parte, capítulo VI, de El Libro de los Espíritus “ expone: “(…) el sentido moral existe, como principio, en todos los hombres (…) los hombres crueles más tarde serán hombres buenos (…)”
Las facultades del hombre están en estado latente, “como el principio del perfume en el germen de la flor; que aun no floreció”, así, tambien, en esencia somos todos uno con la Perfección Divina que habita en nosotros.
Todo el proceso de aprendizaje resulta en una expansión de la conciencia, lo que nos posibilita, gradualmente, abandonar los gestos barbaros. Cuando la criatura integra en su mentalidad el sentido moral, que en ella reside en estado embrionario, convertirá los actos agresivos en actitudes sensatas y humanas.
Un trazo común en toda la Naturaleza es la evolución. Evolucionar es el gran objetivo de la Vida, pues, cuanto más progresamos, mejor resolveremos nuestros problemas con harmonia y sensatez. La mayoría de los individuos se comporta como si los problemas existiesen por “si solos” y exige que el mundo exterior los resuelva. Más las dificultades no existen fuera, y si dentro de nosotros mismos. En ese caso, cuanto más percibimos esa realidad, más aprenderemos como solucionarlos sin brutalidad.
Cada acto de agresividad que ocurre en este mundo tiene como origen básico una criatura que aun no aprendió a amar. Naturalmente todos nos quedamos indignados con la rudeza o la maldad, más debemos entender que eso es un proceso natural de la humanidad en su madura miento y crecimiento espiritual.
Por tras de todo acto de crueldad, siempre existe un pedido de socorro. Precisamos escuchar ese apelo inarticulado y disolver la violencia con nuestros gestos de amor.
Los actos y la vida de Cristo, presentan, bajo muchos aspectos, siempre algo de nuevo para ser interpretado en su significado más profundo. La Historia de la Humanidad nunca registró ni registrará un hecho tan cruel y violento en la vida de un ser humano como aquel ocurrido hace casi dos mil años.
Los judíos tenían, en los alrededores de Jerusalén, una colina que se destinaba a la ejecución de los condenados de la época.
Era un terreno de acentuado declive, aspecto pesado y sombrío, donde crucificaban a los ladrones y asesinos. Los griegos le dieron el nombre del Gólgota. Ese sitio tenía una formación rocosa que se asemejaba a un cráneo, y por todos lados , habia cráneos en descomposición, expuestos al tiempo.
En ese tétrico lugar, un ser extraordinario, que quería simplemente despertar en los hombres su “dimensión olvidada”, o ligar ese “hilo perdido” al Poder de la Vida fue crucificado penosamente.
Allí lo crucificaron, juntamente con dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Aun mismo ante el sufrimiento, Jesús decía: Padre perdónales porque no saben lo que hacen.”
El gran número de personas allí presentes representaba la violencia humana; para ellas no había siquiera un tortazo de maldad en sus acciones, y se ofendieron, ciertamente, si fuesen acusados de perversos. Jesús, no en tanto, las atendía en su infancia espiritual.
Todos nosotros, en la actualidad, preocupados en saber cómo lidiar con la violencia que explota de tiempo en tiempo en el seno de la sociedad terrena, debemos siempre hacer una búsqueda interior para comprender integralmente el significado majestuoso de esa actitud de entendimiento, perdón y amor que Jesucristo legó para toda la humanidad.

Del libro “Los dolores del alma, de Francisco del Espíritu Santo, por el espíritu, Hammet.
Traducido por: M. C. R
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                         Cree y sigue 

"Así como tú me enviaste al mundo, también yo los he enviado al mundo." —Jesús. (Juan, 17:18.)

Si abrazaste, mi amigo, la tarea espirita-cristiana, en nombre de la fe sublimada, sediento de vida superior, recuerda que el Maestro te envió el corazón renovado al vasto campo del mundo para servirlo. No sólo enseñarás el buen camino. Actuarás de acuerdo con los principios elevados que pregonas. Dictarás directrices nobles para los demás, con todo, marcharás dentro de ellas, a tu vez. Proclamarás la necesidad de buen ánimo, mas siguiendo, adelante por el camino, sembrando alegrías y bendiciones, aun cuando seas incomprendido de todos.
No te contentarás en distribuir monedas y beneficios inmediatos. Darás siempre algo de ti mismo al que necesita.
No solamente perdonarás. Comprenderás al ofensor, auxiliándolo a levantarse.
No criticarás. Encontrarás recursos inesperados de ser útil. No reclamarás.
Te valdrás del tiempo para materializar los buenos pensamientos que te dirigen.
No disputarás inútilmente. Encontrarás el camino del servicio a los semejantes en cualquier parte.
No vivirás simplemente en el combate de palabras contra el mal. Retendrás el bien, sembrándolo con todos.
No condenarás. Descubrirás la luz del amor para hacerla brillar en tu corazón, hasta el sacrificio.
Ora y vigila.
Ama y espera.
Sirve y renuncia.
Si no te dispones a aprovechar la lección del Maestro Divino, amoldando tu propia vida a sus enseñanzas, tu fe habrá sido vana.

Espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cândido Xavier

Extraído de libro "Pan nuestro" (Aportado por Sabri Guzmán).

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 INGREDIENTES DEL ÉXITO

El éxito espera por usted, tanto como viene exaltando a cuantos le alcanzaran las directrices.
Deje cualquier sombra del pasado al suelo del tiempo, como el árbol que arroja de sí las hojas muertas.
No se detenga, frente a la oportunidad de servir.
Movilice el pensamiento para crear vida nueva.
Mejore los propios conocimientos, estudiando siempre.
Destaque cualidades y olvide defectos.
Desarrolle sus recursos de simpatía y evite cualquier impulso de agresión.
Si usted puede ayudar, en auxilio de alguien, hágalo ahora.
Enriquezca su vocabulario con buenas palabras.
Aprendiendo a escuchar, usted sabrá comprender.
La mejor manera de extinguir el mal será sustituirlo con el bien.
Destaque a los demás y los demás le destacarán a usted.
Viva el presente, actuando y sirviendo con fe y alegría, sin afligirse
por el futuro, porque, para vivir mañana, usted necesita vivir hoy.
Habitúese a sonreír.
Recuerde que el desaliento nunca ayudó a nadie.
No permita que la dificultad abra puerta al desánimo, porque la dificultad es el medio de que se vale la vida para mejorarnos en habilitación y resistencia.
Ampárese, amparando a los demás.
Censura es una fórmula de las más eficientes, para complicarse uno.
Bendiga la vida y a todos los recursos de la vida, donde usted estuviere.
Nunca desprecie el valor de su dosis de soledad, a fin de aprovecharla en meditación y en rehacimiento de sus propias fuerzas.
Observe: todo tiempo es tiempo de Dios para restaurar y corregir, comenzar y recomenzar.

ANDRÉ LUIZ
Marco Antonio Gonzalez Sanchez

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 Los apasionamientos
               
 ¿ Son negativos?



Lo son cuando nos llevan a caer en la ceguera mental del fanatismo, y sus efectos resultan nocivos para uno mismo o para los demás..
La pasión en sí misma es buena y necesaria como motor impulsor de nuestros actos, pero se puede transformar en factor negativo cuando se llega a convertir en fanatismo , que es la pasión irracional.
Cuando se abusa de este apasionamiento irracional y fanático, se llega a perder el control sobre si mismo, y esto nos puede llevar hasta una exaltación incontrolada de la razón, impidiéndonos el normal desarrollo y funcionamiento de la misma. Este apasionamiento se vuelve peor aún cuando nos lleva hasta extremismos tales como los resentimientos, rencores, etc.
El apasionamiento excesivo suele llevar a estados de fanatismo, pero a su vez la persona fanática es la que mas fácilmente llega hasta el apasionamiento extremo . Estos fanatismos suponen unos estados alterados e irracionales de la mente que llevan a adoptar posturas que la soberbia incita a defender ciegamente.

- José Luis Martín-









jueves, 20 de marzo de 2014

El valor de las palabras


Una de las cosas que nos da alegría, es cuando hablamos con la gente, el sentirnos  escuchados, el saber que nuestras palabras, convertidas en consejos, ha producido alivio, esclarecimiento, y esperanza en aquellos corazones afligidos que se sinceraron con nosotros para contarnos sus pesares, y al mismo tiempo, si los afligidos somos nosotros,  nada nos deja más tranquilos que poder expresar lo que nos pasa, ¡Bendito sea el aparato vocal que Dios nos  dio Para expresarnos, para hacernos oír ¡ , cuidemos de lo que el emite, pues podemos hacer mucho bien y también mucho daño.
Verdaderamente uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. Ya hemos visto la importancia de pensar antes de hablar y plantearnos si lo que vamos a decir es cierto, bueno y útil con los tres tamices de Sócrates y también hemos hablado sobre la vibración que emiten las palabras y el papel de la amabilidad y la educación en el día a día.
Las palabras producen sensaciones, emociones y cosas maravillosas. Nunca dejemos de hablar y de pensar que todo lo malo puede convertirse en bueno. Si hablamos alguien va a escucharnos y esa persona puede cambiar su vida si una palabra es la clave que necesita para continuar y ser feliz. Recordemos cada día que si hablamos desde el amor podemos ayudar a toda la humanidad.
“Todo depende de la forma como se dicen las cosas. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. (…)
Cada ser humano tiene el poder de la palabra. Por este motivo es muy importante utilizar nuestra forma de desenvolvernos con el otro con propiedad. La supremacía de la comunicación  sale desde las profundidades de nuestro espíritu y puede generar montañas rusas de emociones, transmitir, transgredir y traspasar almas para conmoverlas.
Todas las palabras esconden secretos. Las personas son como baúles que esconden miles de monedas de oro espirituales. Es nuestro deber como seres humanos usar las palabras más simples en momentos complejos para poder ayudar al otro. No olvidemos que una expresión puede decirlo todo y conducirte directamente al éxito.
Lo que entra por la boca del hombre no es lo que lo hace impuro. Al contrario, lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca.
Usemos el secreto oculto que tienen las palabras para aconsejar, curar, contener y llenar de positividad a todos aquellos que quieran escucharnos porque nos necesitan. El habla es como una llave que destraba candados de emociones.
El origen de la humanidad es un secreto. Nuestra misión en esta vida también lo es. La palabra esconde un gran misterio y eso oculto, sigiloso, ignoto y escondido que tiene nuestra forma de comunicarnos se llama AMOR.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado”

- Merchita- ( Adaptación de Jose Luis Martín ).

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COMPORTAMIENTO DEL BUEN ESPIRITA 


Las riquezas de la Tierra son perecibles, pero hay una riqueza  que nada puede afectar ni nadie puede destruir: la riqueza del cielo, que podemos y debemos  construir en nuestra alma. Esa riqueza está en nuestras manos, es adquirir la moral cristiana,  explicada tan bien en El Evangelio Según el Espiritismo.
 La moral espirita, como la del cristianismo primitivo, no se constituye  apenas de preceptos, de reglas, ni de principios normativos.  Hay una técnica  moral,  que se fundamenta en el conocimiento de las leyes morales.
 El Espiritismo nos da la clave del Evangelio. Explica su sentido oscuro u oculto; nos proporciona  la moral superior, la moral definitiva, cuya grandeza y hermosura revelan su origen sobrehumano.
 Con el fin de que la verdad se extienda  por todas partes con el fin de que nadie pueda desnaturalizarla o destruirla, ya no es un hombre, ya no es un grupo de apóstoles el que está encargado de darla a conocer a la humanidad. Las voces  de los Espíritus  la proclaman  en los diversos puntos del mundo civilizado, y gracias  a este carácter universal y permanente, esta revelación desafía a todas las hostilidades y a todas las inquisiciones.
 La moral espirita está basada en el testimonio de millares de almas  que van a todos los lugares  para describir, valiéndose de los mediúms, la vida de ultratumba y sus propias sensaciones, sus goces y sus dolores.
 La filosofía  de los Espíritus  viene a ofrecer  a la humanidad una sanción moral más elevada, un ideal más noble y generoso. Ya no hay suplicios eternos, sino la justa consecuencia  de los actos  que recaen sobre su autor.
 El Espíritu se encuentra en todos los lugares según él se ha hecho. Si viola la Ley moral, entenebrece su conciencia y sus facultades, se materializa, se encadena con sus propias manos. Practicando la ley del bien, dominando las brutales pasiones, se aligera  y se aproxima cada vez más a los mundos felices.
 La vida moral se impone como una obligación para todos aquellos a quienes preocupe algo su destino; de aquí la necesidad de una higiene del alma  que se aplique a todos nuestros actos, ahora que nuestras fuerzas espirituales se hallan en estado de equilibrio y armonía.
 Si sometemos al cuerpo, envoltura mortal, instrumento perecedero, a las prescripciones  de la ley física que asegura su mantenimiento, es importante, mucho más, velar por el perfeccionamiento del alma, que es imperecedera y a la cual está unida nuestra suerte en el porvenir. El Espiritismo nos ha proporcionado los elementos para esta higiene del alma.
 El conocimiento del objeto real de la existencia  tiene consecuencias incalculables para el mejoramiento y la elevación del hombre. Saber a donde va tiene por resultado el afirmar sus pasos, el imprimir a sus actos un impulso vigoroso hacia el ideal concebido.
 Las doctrinas de la nada  hacen de esta vida un callejón sin salida y conducen, lógicamente,  al sensualismo y al desorden.  Las religiones, al hacer, de la existencia una obra de salvación personal muy problemática, la consideran desde un punto de vista egoísta y estrecho.
 Con la filosofía de los Espíritus, este punto de vista cambia y se ensancha  la perspectiva. Lo que debemos buscar  no es ya la felicidad terrena, la felicidad, en la Tierra, es cosa precaria, sino un mejoramiento continuo; y el medio  de  realizarlo es con la observación moral en todas sus formas.
 Cuando el hombre  venga de donde venga,  entra en el Espiritismo, se abre ante el un amplio campo de investigaciones, que de momento, no se da cuenta de tamaña grandiosidad. A medida que va ampliando sus estudios  y sus experiencias, más ancha se torna la  perspectiva de lo que antes le era desconocido, y en todo empieza a ver la grandeza de Dios.
 Entonces ve   lo que el significa en la Creación, comprende que su vida es eterna y que no se encuentra aquí por acaso, comprende que jamás  será abandonado que está ligado  a una ley que abarca a todos los seres humanos  y que con ellos alcanzará por sus esfuerzos, más tarde o más temprano, su felicidad, su belleza y su sabiduría. Comprende que el tiempo que tarde, depende únicamente  de el, que un día será atraído por el amor universal, pasando a formar parte  de la gran familia de los espíritus felices, que gozan y trabajan en el plano del amor divino.
 Dios estableció sus leyes y las puso, con toda la creación, a disposición de todos sus hijos. A nosotros compete alcanzarlo.
 El espirita debe portarse delante de Dios como un buen hijo, agradeciéndole el que le aya creado.
 Debe respetar la grandeza de su creador, adorar su Omnipotencia, amarlo por su Sublimidad.
 Y ese respeto, esa adoración,  ese amor, esa gratitud, deben ser manifestados al Todopoderoso tanto como sea posible, para que así atraigamos  su influencia  y la de los buenos espíritus , que nos es muy necesaria  por nuestro atraso, en este mundo donde imperan la ignorancia y el dolor.
 Para alcanzar esa gran moralidad  que necesitamos, para cumplir bien nuestra misión, tener paz en la Tierra y conseguir alguna felicidad en el espacio, debe el espirita cumplir la ley divina. Esa ley divina está en el Evangelio y el espirita  debe saberla  de memoria, porque ¿Cómo aplicarla esa ley sin conocerla?
Para el espirita el Evangelio no debe ser letra muerta, y si una ley vigente en todos los tiempos, en todas las edades. Debe ser un admirador del Maestro, estudiando sus palabras, su moral, su ley, sus sacrificios, su abnegación, su amor, su prudencia y, sobre todo, su elevadísima misión ya que esta contiene dos puntos esenciales, que son de capital importancia. La primera  y que el espirita debe fijar en su mente es la de que  a de conocer la ley divina para cumplirla. El otro  objetivo de capital interés  para el bien de nuestro espíritu;  que es el consuelo, la resignación y la paciencia que El nos puede inspirar.
 Todos estamos en la Tierra para ser probados. Y muchos de expiación. Por eso el espirita a de amar al Señor; debe admirarlo y seguirlo hasta donde le sea posible;  en sus leyes y en sus ejemplos; pues así evitará que puedan acarrear la tribulación en esta vida y el sufrimiento en el espacio.
 Todo espirita debe portarse con la mayor humildad posible, frente a sus hermanos. La humildad es siempre un ejemplo de buenas manera, jamás nos compromete, ni es causa de disturbios ni de riñas. Esa humildad no debe ser nunca fingida, sino leal y sincera, siempre dispuesta a servir, debiéndose considerar inferior a sus hermanos, a de ser el servidor de todos. Nunca hará alardes de saber, ni de poseer facultades y menos de considerarlas extraordinarias, exponiéndolas siempre de manera prudente, sensata y con oportunidad.
 Todo espirita  debe ser caritativo, no abandonando  a su hermano en una crisis, ni en la dolencia ni en la miseria. Él debe  ser,  la providencia terrena, sustentando en todo lo que pueda, a su hermano.
 En los centros espíritas donde reinen el amor y la adoración al Padre, en espíritu y verdad; la admiración, el respeto, y el amor al Señor; la indulgencia  la caridad y la humildad, no faltará la paz y armonía entre los hermanos. Por el contrario, su vida se deslizará más tranquila, sentirán el alma leve y alegre, porque muchas veces recibieran la influencia de los Buenos Espíritus. Harán gran progreso y tendrán una recompensa en el mundo espiritual, más de lo que pueden calcular.
Todo espirita que hace profesión publica de su creencia no debe jamás olvidarse de que, por donde pasa, por donde va  y el sitio que frecuenta está siendo observado y estudiado. Debe ser prudente en el hablar, en el obrar, en el pensar, pues si se olvida de las reglas que prescribe el Espiritismo, pueden caer en el ridículo, por no estar sus actos de acuerdo con la moral que el mundo espera de ellos.
 La Humanidad gime, llora, se desespera por lo mucho que sufre; el egoísmo  todo consume; las victimas de la maldad se suceden sin esperar; las religiones  se desviaron del camino; los hombres de bien, intermediarios entre  la Humanidad y la Providencia, son escasos; los espiritas estad encargados de traer la luz, ya que saben por qué  la Humanidad sufre  por qué llora, por qué se desespera; el espírita ha de sacrificarse, en explicarle  la causa de su sufrimiento, de sus lágrimas, de su desesperación, ha de demostrar que el dolor depura, eleva, santifica, exalta, y así cumplirá su misión.
 El espirita que desea hacer mucho bien a sus semejantes no debe perder de vista al Señor cuando lo azotaban atado al pilar, cuando lo coronaban de espinas, cuando cargaba la cruz, cuando consumaba su sacrificio, para saber imitarle en sus actos de amor por la Humanidad de abnegación y de sacrificio.
 De  ahí sus palabras:
“vosotros sois la sal de la tierra, si ella pierde su sabor, “con que se ha de salar”
 Si el espirita debe ser prudente virtuoso, tolerante, humilde abnegado y caritativo, entre sus hermanos de ideal  y en el seno de la Humanidad, ¡cuanto más debe serlo  en la familia! Si son sagrados los deberes que hemos de cumplir entre nuestros hermanos y en la humanidad, mucho más lo son los que tenemos que cumplir en la familia. Porque debemos considerar que, más allá de los vínculos que en esta existencia nos unen con lazos indisolubles, tenemos siempre historias pasadas, que se enlazan con la historia presente.
 El espirita debe ver en la familia un grupo que le fue dado en custodia, y para el cual tiene muchos deberes que cumplir y muchos sacrificios que realizar. Por eso el esposo debe ser el apoyo y el sustentáculo de la esposa; debe amarla, respetarla, protegerla, aconsejarla, orientarla y proporcionarla en todas las circunstancias de la vida, lo que sea necesario. La esposa debe obediencia, amor, respeto y sinceridad al esposo, siendo este, para ella, siempre la primera persona a quien debe confiar sus secretos y todas sus tendencias, sin faltar jamás al respeto y a la obediencia, que debe al que Dios le dio como guía en este mundo de dolor.
 En lo referente a los hijos, su misión no está exenta de sacrificios, siendo a veces necesaria una abnegación a toda prueba, dirigida por el buen sentido del espirita. Debiendo sentir el mismo amor por todos sus hijos, no olvidando que los más necesitados  de su misericordia son los menos provistos de bondad y comprensión.
 Debe proceder con mucho cuidado  en la misión de la paternidad, para no dejarse arrastrar jamás por una atracción de causa desconocida, a favor de uno de sus hijos, ni por la frialdad que pueda sentir por otro. Sin olvidar que un hijo puede ser lo mismo un hermano de otra existencia al que amamos o un enemigo al cual debemos aprender a amar.
 El espirita  en todas las situaciones de la vida, ha de portarse como un buen hijo, buen esposo, buen padre, buen hermano y buen ciudadano;  así, como practicante  de la ley divina, cuyo sentido practico está en la enseñanza y en el ejemplo del Señor y maestro; será luz para iluminar a los que están a su alrededor, será mensajero de paz  y amor para todos; y llevará la paz  de las Moradas de la Luz  hasta los hombres de la Tierra.
 El espirita tiene un deber ante si mismo,  no ha de ser demasiado indulgente  para consigo mismo. Siempre encuentra medios para justificar su conducta, aunque esta no sea lo suficientemente correcta. Procura siempre disculpar  sus defectos y atenuar sus faltas. Tanto es asi, que escuchamos a menudo, de aquellos a quienes hablamos de espiritismo: “Yo no creo en nada, apenas acompaño a la  mayoría; pero en lo que concierne a la otra vida, creo que lo mejor es hacer todo el bien posible. Así, si existe alguna cosa después de esta vida, nada malo podrá acontecerme.
 Todo espirita debe ser muy severo consigo mismo, siendo siempre el primero y el más severo juez de si mismo. No olvidando que está en este mundo para luchar por causa de su atraso, de sus imperfecciones y de sus deficiencias, y que le urge librarse de todo aquello que es contrario al amor, a la virtud, a la caridad, a la justicia.
 Es muy difícil ser justo en todas las cosas, por eso el espirita debe todos los días hacer un examen de todo lo que sintió y realizó en la jornada transcurrida.  Sabiendo que hay tres formas de cometer faltas, por el pensamiento, por la palabra y por los actos.
 Las faltas por pensamientos provienen de pasiones injustas o mal contenidas, de no ser indulgente para las faltas  del prójimo, de codiciar cosas indebidas. El espírita puede sentir deseos condenados por la ley divina.
 El tiempo de vida en la Tierra es sumamente corto, y que el que pasaremos en el espacio es sumamente largo, siendo allá felices o infelices  según hayamos cumplido  o dejado de cumplir nuestros deberes espirituales. Por eso debe procurar el espirita  progresar en virtudes, en amor, en adoración al Padre, en respeto y veneración para con sus semejantes y no dudar  de que su felicidad será grande, y que habrán llegado a su fin los sufrimientos y los males, que por tanto tiempo lo han afligido y lo han retenido tanto tiempo en un planeta de expiación.
 Sin olvidar que la Tierra es un lugar de expiación y dolor, y que el dolor purifica y eleva. El dolor es un medio por el que se progresa rápidamente, soportándolos con resignación y con calma, y hasta con alegría, llegaremos  a las más altas regiones, ascenderemos, él, es el medio  más seguro de alejarnos de las veleidades humanas.
 Ningún espirita debe dudar que  en el Reino de Dios no se entra por sorpresa, ni se alcanza la felicidad, sino después de la purificación.  Todo espirita que tenga grandes dolores manténgase fuerte, lleno de calma, de amor al Padre, de resignación y sumisión a la Justicia Divina. Y si a veces la tentación lo envuelve, que se defienda con la oración, con el amor por los que sufrieron antes que el, no olvidando jamás que, por detrás del dolor soportado con alegría y calma vendrá la felicidad en la vida eterna.
 La rebelión aumenta el dolor, intensifica el sufrimiento, mientras la resignación  favorece la acción benéfica  de los Espíritus Superiores, siempre dispuestos a auxiliar  a los que sufren. La oración es el lenitivo de los dolores sin remedio. Por ella, el espíritu en prueba establece ligación fluidica con los Bienhechores Espirituales, que les darán alivio posible y la fuerza moral necesaria para soportar las pruebas hasta el fin.
 Nadie es perfecto en este mundo. Así como es  muy difícil encontrar en la Tierra quien este siempre en perfecto estado  de salud física, también es muy difícil encontrar a alguien con perfecta salud moral. Así como la atmósfera y las condiciones materiales  influyen directamente  en nuestro organismo  predisponiéndolo para las enfermedades, los elementos espirituales  que nos rodean influyen  sobre nuestra condición moral. Se aprovechan  de las cosas  más insignificantes, para provocarnos sufrimientos y malestar interior, objetivando mortificarnos o detenernos en la vía del progreso.
 La tentación no tiene siempre para todos los individuos el mismo carácter y las mismas formas. Lo mismo que los grados de virtud y de los defectos son multiples también son muchas las variedades de la tentación.
 En la Tierra, no tendremos jamás paz completa, si alguna vez llegamos a sentirla será de corta duración. Ante las penas ocultas  debemos ser fuertes y resistir y oponerles serenidad, paciencia y calma sin límites, ellas tienen un gran merito ante Dios y fortalecen mucho al espíritu encarnado.
Nunca debemos poner en duda que hay seres espirituales que nos aman y nos ayudan,  debemos confiar en ellos, pedirle ayuda, suplicarles la protección, cuando nos veamos apurados.
 El Espíritu aferrado a los intereses materiales, mientras  dura ese estado, es casi imposible que comprenda  y acepte el Espiritismo, es esa la barrera que retiene a la Humanidad.
 El apego al dinero es señal evidente de falta de caridad y amor al prójimo. Quien tiene ese apego no se encuentra en vías de realizar  grandes progresos.
 El espirita debe recordar que su felicidad no esta en la Tierra  sino en el Espacio. Por eso debe enriquecer su espíritu con virtudes y buenas obras. Y debe recordar que uno de sus grandes enemigos  es el amor al dinero, ósea el egoísmo, que es el peor y el más fatal enemigo del hombre.
 Si juntásemos todas las riquezas del mundo, nada serian  comparándolas  con las de nuestro Padre. Todas ellas fueron creadas para nosotros, sus hijos, que las recibiremos en propiedad y las disfrutaremos eternamente.
 Nosotros los Espiritas tenemos un tesoro en nuestras manos, es necesario resaltar esto, pues no todos  están en condiciones de comprender el Espiritismo y menos aun de practicarlo.  No podremos aun comprender  la verdad, mientras no nos despojemos de muchos errores, mientras nuestro amor  y nuestra bondad no hayan alcanzado cierto grado.
 El Espiritismo nos saca de todas las dudas,  nos libera de todos los errores, nos ilumina la inteligencia, nos fortalece el espíritu en la lucha contra las preocupaciones. Pudiendo el espirita si no es indolente  realizar todo cuanto desea para su bien.
 El espirita debe estudiarse a si mismo, para llegar a conocerse, cosa que a veces es un poco difícil, mayormente si el instinto del orgullo y de la vanidad predomina aun en el.
 El espírita debe observar si fácilmente se ofende por cualquier contrariedad o palabra que lo mortifica. Y eso es así,  eso acontece, porque el amor propio desmedido, sinónimo de vanidad está enraizado aun en su espíritu. Debiendo someterse a humillaciones, evitando que esas le afecten, hasta aprender a  sufrir desprecios y desengaños  sin perder la serenidad.
 Si el espirita siente que posee alguna pasión o vicio que puede llevarlo a la caída, habrá de ser valiente, y aunque le cueste la vida, tendrá que cortarlos por la raíz. Pues vale más sufrir mucho, por hacer desaparecer un vicio  y adquirir una virtud, que no sufrir nada dando redes a la pasión. Vale más sufrir que sucumbir. Antes la muerte del cuerpo, que la perturbación y el atraso del espíritu.
 El espirita no debe ser impertinente, ni tener mal genio,  ni ser precipitado, ni murmurar, pero si, ha de ser paciente, debe saber perdonar las faltas ajenas, ser amable cuanto sea posible, servicial  y debe procurar el bien de sus subordinados, ya sea en la familia o en el ámbito de su posición social, debe crear una aureola de buenas influencias y de confianza y de respeto; consolar a los que sufren, hasta donde sus fuerzas lo permitan.
 Para conseguir esa vida ascendente de perfección, no podemos olvidar que necesitamos la protección de los Grandes Espíritus, y que no debemos dudar de ellos, siempre que nos coloquemos en condiciones de recibir sus influencias. A medida que mejoramos llamamos más la atención de los Buenos Espíritus.
 En el Espiritismo no existen categorías, más si espiritualmente, ellas son muy conocidas en el mundo Espiritual, e infeliz de aquellos que no sepan respetarlas, sin conocer las clasificaciones pueden intercambiar el orden de los factores, a de procurarse ser un buen discípulo ahora, hasta que la providencia nos llame para  desempeñar una misión más alta.
 Las personas virtuosas y entendidas hacen mucha falta, para proyectar una luz  como es el espiritismo. Esas personas son muy procuradas por los Buenos Espíritus.
 Cuando surjan señales y acontecimientos extraordinarios que no se pueden evitar, aunque contraríen y perjudiquen, y tengáis ante vosotros la llamada del espiritismo para que entréis en servicio, aceptarlo a gusto.
 Tenemos un gran Maestro, es a El a quien debemos seguir, sobre todo los jóvenes que son el futuro de la Humanidad.
 Confiad en El, Juventud Espírita, y no desmayéis en el camino, Adoremos al Padre y amemos al Señor por su gran amor.

  Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro el Tesoro de los Espiritas de Miguel Vives.
                                           
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Perfume de gratitud
Dra. Elizabet Kubler Ross

Joven e idealista, ella partió de su tierra natal, Suiza, para ayudar a reconstruir Polonia después de la Segunda guerra mundial.

Asentó ladrillos, colocó tejados, levantó paredes. Hasta el día que un hombre se cortó la pierna y descubrieron que tenía dotes para la medicina. Así, junto a dos voluntarias, con nociones de medicina básica, fue a servir en un improvisado puesto médico.

Una noche, en que sus compañeras se habían desplazado para atender a varias personas en otra localidad, se quedó sola, tomó su manta, se enrolló y se acostó bajo la luz de las estrellas.

“Nada habrá de despertarme hoy. Estoy muerta de cansancio.”

Pero, poco después de la medianoche el llanto de un niño la despertó. Pensó que estaba soñando y no abrió los ojos. El llanto llegó una vez más hasta sus oídos.

Un poco dormida aún, oyó una voz de mujer:

“Discúlpeme despertarla, pero mi hijo está enfermo. Usted tiene que salvarlo”

Bastó una rápida mirada al chico de tres años para descubrir que estaba afectado por el tifus.

Explicó a la mujer que no había ningún remedio en el puesto. Lo único que podía ofrecerle era una taza de té. La mujer clavó sus ojos en ella, con aquella mirada que sólo las madres en desespero poseen: “Tiene que salvar a mi hijo. Durante la guerra, en los campos de concentración murieron doce de mis hijos y este nació allá. No puede morirse. No ahora que lo peor ya pasó.”

Elisabeth tomó una decisión. Si aquella mujer había caminado tantos kilómetros para llegar hasta allí, si vio una docena de sus hijos morir en la guerra y aún tenía ánimo para rogar por la vida del único afecto que le restaba, ella merecía cualquier sacrificio.

Tomó el niño en su falda, y con la madre caminaron treinta kilómetros, hasta encontrar un hospital. Después de mucha insistencia consiguió que el chico fuese internado. Pero había una condición: solamente después de 3 semanas, ellas podrían volver para saber noticias. Al fin de cuentas, el hospital estaba lleno y los médicos atiborrados de tareas.

Elisabeth volvió a las actividades de su puesto médico y tuvo tanto trabajo en las semanas siguientes que se olvidó del chico.

Una mañana, al despertar, encontró al lado de su manta, un pañuelo lleno de tierra. Lo abrió y vio junto con la tierra un billete: “Para la Pani doctora, de la señora W., cuyo último de los trece hijos usted salvó, un poco de tierra bendita de Polonia.”

El chico estaba vivo.

Una grande sonrisa se reflejó en el rostro cansado de Elisabeth.

Y ella comprendió lo que había sucedido. La mujer había caminado más de treinta kilómetros hasta el hospital para recoger a su hijo vivo.

Desde Lublín, lo llevó hasta el pueblo donde vivía. Tomó un puñado de tierra de su suelo y volvió a caminar mucho para dejar, quieta, sin perturbar a nadie, en el silencio nocturno, su regalo de gratitud.

Elisabeth Kübler-Ross guardó el pequeño paquete de tierra que se convirtió en el regalo más valioso que recibió.

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La gratitud es un perfume envasado en el frasco del alma. Las criaturas lo dejan exhalar en forma sutil, envolviendo a los que le son gratos en un aura de bien estar.

Naturalmente nadie realiza el bien esperando agradecimiento, pero cuando la gratitud se manifiesta es como la brisa, que con su presencia, bendice la tarde tibia. Rehace corazones y aumenta la disposición para nuevas realizaciones a favor del prójimo.


(Equipo de Redacción de Momento Espirita, basado en el libro “La Rueda de la Vida”, de Elisabeth Kübler-Ross,