sábado, 31 de enero de 2015

LESIONES AFECTIVAS

 Lesiones Afectivas
Varías son las lesiones que alcanza al ser humano durante su vida terrena. Algunas leves, de fácil cicatrización, otras más profundas y duraderas.
De entre ellas vamos a encontrar las que son responsables por los desatinos de variado orden, que son las lesiones afectivas.
Fruto de la falta de respeto que tenemos unos por otros, las lesiones afectivas han ocasionado homicidios, suicidios, abortos, injurias que dilapidan o arrasan la existencia de las víctimas, heridas en el afecto que les alimenta las fuerzas.
¡Cuantas lágrimas de aflicción, cuantos crímenes son cometidos en la sombra, en nombre de esas lesiones provocadas en las profundidades del alma! Olvidándonos de que cada criatura lleva en su intimidad caracteres propios, no consiguiendo medir sus resistencias, ni sus reacciones delante de una promesa no cumplida.
Usando la disculpa del amor libre y del sexo liberador, nosotros hemos atentado para las consecuencias amargas que resultan de nuestra falta de respeto al prójimo.
En el ansia de satisfacer los deseos carnales, no dudando en relacionarnos superficialmente con personas que sienten, tanto como nosotros mismos, carencias de afecto y sed de comprensión y cariño.
Cuantos niños nacen fruto de esas relaciones irresponsables y amargan el abandono y la soledad como hijos rechazados por uno y otro de los padres, o por los dos.
Cuantos llevan en el corazoncito la tristeza de no poder pronunciar la dulce palabra padre, porque aquel que lo engendró no honró el compromiso, dejando a la compañera toda la responsabilidad por el cuidado del niño.
Cuantos hombres y mujeres que empeñaron su fidelidad, en los votos hechos por ocasión del matrimonio, y que ligeramente los rompen, relacionándose con otras personas, esparciendo lesiones afectivas inconsecuentes.
Ciertamente muchos de esos delitos no son catalogados por las leyes humanas, pero no pasan desapercibidos en las leyes de Dios, que exigen de los responsables la debida reparación, en el momento oportuno.
Es importante que reflexionemos acerca de ese asunto que nos habla sobre eso.
Es imprescindible que respetemos los sentimientos ajenos tanto en cuanto deseamos tener nuestros sentimientos respetados.
Si no quisiéramos o no pudiéramos mantener un romance de cariño a dos, no lo iniciemos. Recordemos que por encima de las leyes humanas, existen las leyes divinas, de las cuales no podremos huir, como seres inmortales que somos.
Si las infringimos, tendremos que efectuar la debida reparación más pronto o más tarde.
Si hoy la carencia afectiva nos dilacera el alma, puede ser que estemos reparando delitos cometidos anteriormente. Es posible que Dios permita que suframos la falta del afecto que no supimos valorar en el pasado.
* * *
¿Usted sabía que muchos de nosotros estamos altamente comprometidos con las Leyes de Dios, en materia de amor y sexo irresponsable? Por ese motivo, incluso estando casados, gran parte de las criaturas sienten falta de afecto y cariño, amargando las consecuencias de los delitos cometidos contra los semejantes, en el área de la afectividad.
De esa forma, vale la pena valorar los sentimientos ajenos, para que en el futuro seamos merecedores del afecto y de la fidelidad que tanto necesitamos.
Libro: Momentos de Oro
Capítulos sobre Lesiones Afectivas
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                 TIEMPOS DE RENOVACIÓN
       Los espíritus que presiden el gran movimiento regenerador obran, pues, con más prudencia y previsión que los hombres, porque ellos abarcan la marcha general de los acontecimientos, mientras que nosotros sólo vemos el limitado círculo de nuestro horizonte. Habiendo llegado los tiempos de la renovación según los decretos divinos, era preciso que en medio de las ruinas del viejo edificio, el hombre, para no desanimarse, viese el fundamento de un nuevo orden de acontecimientos. Era preciso que el marinero viera la estrella polar que debe conducirle al puerto.La prudencia de los espíritus que se han manifestado en la aparición del Espiritismo,
revelada casi instantáneamente por toda la Tierra en la época más propicia, no es menos evidente que en el orden y la gradación lógica de las revelaciones complementarias sucesivas. No depende de nadie el restringir su voluntad con respecto a ello, porque no miden sus enseñanzas según la impaciencia de los hombres. No nos basta decir: “Quisiéramos tener tal cosa” para que se nos dé.
Nos conviene aún menos decir a Dios: “Juzgamos que el momento preciso ha llegado, para que nos deis tal cosa, nos juzgamos bastante adelantados para recibirla”, porque esto sería lo mismo que si dijéramos: “Nosotros sabemos mejor que  Tu lo que conviene hacer.” Los espíritus contestan a los impacientes lo siguiente: “El primer lugar, empezad por aprender bien, comprender bien y sobre
todo practicar bien lo que sabéis, a fin de que Dios os considere dignos de que se os enseñe más.
Después, cuando llegue el momento, sabremos obrar y elegiremos nuestros elementos.”

El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo - Allan Kardec
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    Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro. Platón
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                                            EL PERIESPIRITU

En todo hombre vive un espíritu.
Por espíritu debe entenderse el alma revestida de su envoltura fluídica; esta tiene la forma del cuerpo mortal y participa de la inmortalidad del alma, de la cual es inseparable.
El estudio del periespiritu representa uno de los temas más interesantes para la comprensión de los fenómenos mediúmnicos.
El periespiritu y el cuerpo físico tienen su origen en el fluido cósmico universal.
De la esencia del alma solo sabemos una cosa, y es, que siendo indivisible es imperecedero. El alma se revela por sus pensamientos y también por sus actos, más para poder obrar e impresionar nuestros sentidos fiscos, necesita un intermediario semimaterial, sin el cual su acción nos parecería incomprensible.
El cuerpo fluídico que cada hombre posee en si es el transmisor de sus impresiones, de sus sensaciones, de sus recuerdos. Anterior a la vida actual, es el instrumento admirable que el alma se construye, se modela a si misma, es el resultado de su largo pasado. En el conservamos los instintos, se acumulan las fuerzas, se agrupan las adquisiciones de nuestras multiples existencias, los frutos de nuestra lenta y penosa evolución.
El periespiritu es semimaterial, pertenece a la materia por su origen y, a la espiritualidad por su naturaleza etérea. Como toda materia, el es extraído del fluido cósmico universal que, en esa circunstancia, sufre modificación especial. Ese envoltorio, denominado periespiritu, hace de un ser abstracto, el espíritu, un ser concreto, definido, aprensible por el pensamiento. Te torna apto para actuar sobre la materia tangible.
Es extremadamente sutil, es la materia quintaesenciada, es más rarefacta que el éter, sus vibraciones, sus movimientos, superan en rapidez y en penetración a los de las sustancias más activas. Esto explica la facilidad de los espíritus para atravesar los cuerpos opacos, los obstáculos materiales y recorrer distancias considerables con la velocidad del pensamiento.
La unión del periespiritu al cuerpo físico encarnado, se procesa a través de un lazo fluídico, que es una expansión de su periespiritu, lo une al germen, que lo atrae por una fuerza irresistible, desde el momento de la concepción. A medida que el germen (o cigoto, en el lenguaje actual) se desenvuelve, el lazo se acorta. El periespiritu que posee ciertas propiedades, bajo la influencia del principio vito material del germen, se une a la materia molécula a molécula, al cuerpo en formación, donde puede decirse que el Espíritu, por intermedio de su periespiritu, se enraíza, en cierta manera, en ese germen, como una planta en la tierra. Cuando el germen llega a su pleno desarrollo, es decir, feto, se completa la unión, entonces es cuando nace el ser a la vida exterior.
Insensible a las causas de desagregación y destrucción que afectan al cuerpo físico, el periespiritu asegura la estabilidad de la vida en medio de la renovación continua de las células.
El útero representa un vaso anímico de elevado poder magnético destinado a la fundición y refundición de las formas, al soplo creador de la Bondad Divina que, en todas partes nos ofrece recursos para el desenvolvimiento para la Sabiduría y para el Amor. Ese vaso atrae al alma sedienta de renacimiento y que le es afín, reproduciéndole el cuerpo denso, en el tiempo y en el espacio.
El alma se desprende de la envoltura carnal durante el sueño como después de la muerte. La forma fluídica puede ser entonces percibida por los videntes en los casos de aparición de los difuntos o de los vivos exteriorizados. Durante la vida normal esta forma se revela por sus radiaciones en los fenómenos en que la sensibilidad y la motricidad se ejercen a distancia. En el estado de desprendimiento durante el sueño, el espíritu obra a veces sobre la materia, produce ruidos, cambia de sitio los objetos etc. Por último, se manifiesta después de la muerte  en diversos grados de condensación, en las materializaciones parciales o totales, en las fotografías, en los vaciados, hasta el punto de producir ciertas deformidades.
El desligamiento del periespiritu en la desencarnación, se produce, molécula a molécula, conforme se uniera, y al Espíritu le es restituida la libertad. No es la partida del espíritu la que causa la muerte del cuerpo, es la muerte del cuerpo la que determina la partida del espíritu.
El espíritu extrae su periespiritu de los fluidos ambiéntales, por eso los elementos constitutivos del periespiritu varían conforme los mundos.
El envoltorio fluídico de algunos Espíritus, aunque etéreo e imponderable con relación a la materia tangible, es también por demás pesado, con relación al mundo espiritual, para no permitir que ellos salgan del medio que les es propio, es el caso de lo que tienen un periespiritu grosero, que se confunde con el cuerpo carnal, razón por la cual creen seguir vivos. Esos Espíritus, cuyo número es grande, permanecen en la superficie de la Tierra , se creen vivos y se entregan a sus tareas terrenas.
Otros un poco más desmaterializados no lo son, hasta el punto de poder elevarse por encima de las regiones terrestres.
Los espíritus Superiores, por el contrario, pueden venir a los mundos inferiores, y hasta encarnar en ellos. Extraen, de los elementos constitutivos del mundo donde entran, los materiales para el envoltorio fluídico o carnal apropiado al medio en que se encuentran. Hacen como el noble que se despoja temporalmente de sus vestiduras para vestir los trajes plebeyos, sin dejar por eso de ser noble.
El Espíritu extrae del planeta donde vive encarnado, o desencarnado, los elementos necesarios para organizar su periespiritu.
Conforme sea más o menos puro el espíritu, su periespiritu se formará de las partes más puras o de las más groseras del fluido peculiar al mundo donde el encarna.
De esto se desprende que la constitución íntima del periespiritu no es idéntica en todos los espíritus encarnados o desencarnados que pueblan la Tierra o el espacio que la circunda.
La forma del periespiritu es flexible, comprensible, a voluntad, del periespiritu. Se presta, hasta cierto punto, a las exigencias del espíritu y le permite, en el espacio y según la extensión de sus poderes, adoptar las apariencias y trajes que fueron suyos en épocas pasadas, con los atributos propios para hacerle reconocer. Esto se observa a menudo en los casos de aparición. La voluntad crea; su acción sobre los fluidos es considerable. El espíritu avanzado puede someter la materia sutil a innumerables metamorfosis.
De estos se desprende que la naturaleza del envoltorio fluídico está siempre en relación con el grado de adelantamiento moral del espíritu. Los Espíritus inferiores no pueden cambiar de envoltorio a su placer, por lo que no pueden pasar de un mundo a otro.
Esto ocurre, porque los elementos constitutivos del periespiritu naturalmente varían, conforme los mundos. Siendo Júpiter un orbe muy adelantado en comparación con la tierra, donde la vida corpórea no representa la materialidad de la nuestra, los envoltorios materiales han de ser allá de naturaleza mucho más quintaesenciada que aquí.
El hombre no podría existir allí con su cuerpo carnal, tampoco podrían penetrar allí nuestro espíritu con el periespiritu terrestre que lo reviste. Emigrando de la Tierra, el espíritu deja ahí su envoltorio fluídico y toma otro apropiado al mundo donde va a habitar, de lo que se desprende que el envoltorio periespirítico del espíritu, se modifica con el progreso moral que este realiza en cada encarnación, aunque encarne en el mismo medio.
En la materia orgánica un principio especial, inaprensible y que aun no puede ser definido: el principio vital. Está activo en el ser viviente, extinguido en el ser muerto.
La actividad del principio vital es alimentada durante la vida por la acción del funcionamiento de los órganos. Cesada es acción, por motivo de la muerte, el principio vital se extingue. Pero el efecto producido por ese principio sobre el estado molecular del cuerpo subsiste, incluso después de extinguirse. El principio vital, es como una particular electricidad animal, que durante la vida se desprende por la acción de los órganos, y cuya producción cesa, cuando se produce la muerte, por extinguirse tal acción.
En el plano espiritual el hombre desencarnado va a trabajar, más directamente, con un fluido vivo (vital) y multiforme e inestancable por nacerle de la propia alma, es un subproducto del fluido cosmico universal, absorbido por la mente humana, en proceso vitalista, semejante a la respiración, por el cual la criatura asimila la fuerza emanante del Creador, esparcida por todo el Cosmo, transustanciándola, bajo la propia responsabilidad, para influenciar la creación, a partir de si Mismo.
Ese fluido es su propio pensamiento continuo, generando energéticos con los que no había soñado.
Las principales propiedades funcionales del periespiritu se resumen en lo siguiente:
Plasticidad, el espíritu es capaz de expandirse y exteriorizarse en los fenómenos de desdoblamiento y donaciones fluídicas.
Densidad, es la propiedad que trata de las medidas de peso (ponderabilidad) y de luminosidad (frecuencia vibratoria mental) ambas relacionadas a la evolución del espíritu.
Penetrabilidad, se trata de la capacidad de atravesar barreras fisicas, si se hallan presentes las necesarias condiciones mentales.
Visibilidad, el periespiritu es normalmente invisible en los Espíritus encarnados; los desencarnados menos evolucionados perciben el periespiritu de sus semejantes y de los Espíritus que le son inferiores. La visibilidad es, no obstante, común, en los Espíritus Superiores.
Sensibilidad, es la propiedad de percibir sensaciones, sentimientos, emociones. Estas percepciones no son captadas por medio de órganos específicos, sino por todo el cuerpo periespiritual.
Bicorporiedad o desdoblamiento, representa la propiedad en que el Espíritu se hace en dos, es decir, el cuerpo físico es visto en un lugar (generalmente dormido en el lecho) y el periespiritu visto en otro lugar.
Unicidad, significa decir que cada persona trae el propio periespiritu la suma de sus adquisiciones evolutivas. No hay por tanto dos periespíritus iguales.
Mutabilidad, es la propiedad que permite cambios en el periespiritu en el transcurso del proceso evolutivo. La mutabilidad ocurre en lo que se refiere a la substancia, a la forma y a la estructura periespirituales.
Las funciones del periespiritu pueden ser sintetizadas en cuatro: instrumental, individualizadora, organizadora y sustentadora.
La función individualizadora permite que el periespiritu sea el elemento de unión entre el espíritu y el cuerpo físico. La función instrumental permite la integración del espíritu con los mundos espiritual y físico.
La función individualizadora está relacionada a la historia y a las conquistas evolutivas de la persona y presenta características peculiares a la identificación de cada individuo.
La función organizadora se dice respecto al papel de modelo que el periespiritu ejerce, determinando las líneas morfológicas y hereditarias del cuerpo físico. Está función garantiza la manifestación de la ley de causa y efecto.
La función sustentadora, bajo el impulso de la mente espiritual, permite que el periespiritu transfiera, paulatinamente, la energia vital para el cuerpo físico, sustentándolo desde la formación hasta su completo desarrollo. Por medio de esta función el cuerpo físico tiene garantizada la vitalidad que lo sustentará durante el tiempo previsto para la reencarnación.
El periespiritu es un foco de potencias. La fuerza magnética que ciertos hombres proyectan en abundancia y que puede, de cerca o de lejos, influir, aliviar, curar, es una de sus propiedades. La fuerza psíquica, indispensable para la producción de los fenómenos espiritistas, tiene en el su asiento.
El cuerpo fluídico no es solo un receptáculo de fuerzas. Es también el registro vivo en donde se imprimen las imágenes y los recuerdos: sensaciones, impresiones y hechos, todo se fija en el, todo se graba. Cuando las condiciones de intensidad y duración son demasiado débiles, no llegan hasta nuestra conciencia, más por esto no dejan de ser grabadas en nuestro periespiritu donde permanecen latentes. Otro tanto sucede respecto a los hechos relacionados con nuestras vidas anteriores. El ser psíquico que se halla en estado de sonambulismo, desprendido parcialmente del cuerpo, puede volver a encontrar su encadenamiento. Así se explica el fenómeno de la memoria.
Las vibraciones del periespiritu se debilitan bajo la envoltura de la carne; pero vuelven a encontrar su amplitud cuando el espíritu se desprende de la materia y recobra su libertad. Bajo la intensidad de sus vibraciones, las impresiones almacenadas en el periespiritu reaparecen. Cuanto más completo es el desprendimiento, más se ensancha el campo de la memoria. Los recuerdos más lejanos se despiertan. El individuo puede revivir sus vidas pasadas; así lo hemos comprobado muchas veces en nuestras experiencias. Muchas personas sumidas por la influencia oculta en el sueño sonambúlico, reproducen los sentimientos, las ideas, los actos olvidados de la vida actual, de su primera juventud. Reviven hasta las escenas de sus vidas anteriores, con el lenguaje, las actitudes, las opiniones de la época y del centro.
En tales casos parece que se manifiesta un espíritu diferente, que otra entidad se revela. Estoa fenómenos mal observados por ciertos experimentadores, han podido dar origen a la teoría de las multiples personalidades coexistiendo en una misma envoltura, teniendo cada una de ellas su carácter y sus recuerdos propios.
El periespiritu no se halla encerrado en los límites del cuerpo, como si estuviera en una caja. Por su naturaleza fluidica es expansible, irradia para el exterior y forma en torno de cu cuerpo, una especie de atmósfera que el pensamiento y la fuerza de la voluntad pueden dilatar más o menos. Algunas personas sin estar en contacto corporal, pueden hallarse en contacto por su periespiritu e intercambiar, no obstante, impresiones, y algunas veces, pensamientos por medio de la intuición.
De manera semejante, los Espíritus se comunican con los encarnadazos, a través de la mediumnidad. El médium y el espíritu comunicante entran en contacto, uno con el otro, por los respectivo periespíritus y cambian impresiones y sentimientos.
El periespiritu también tiene papel fundamental en las apariciones vaporosas o tangibles.
En las comunicaciones mediumnicas corrientes, el espíritu sufriente o necesitado puede encontrarse en grado, moral e intelectualmente inferior al del médium que le transmite el mensaje. En esa situación, entre el médium y el Espíritu comunicante se establece una ligación de orden fluidica, en que el médium, a semejanza de un enfermero, permite que el Espíritu retrate y transmita a los circunstantes sus dolores, sus sentimientos, sus dificultades, su grado de entendimiento moral-intelectual. Esa ligación del Espíritu con el médium y la manifestación consecutiva de su estado – vía periespíritus - solo son posibles con el consentimiento del médium, que atiende a la solicitud (consciente o no) del Espíritu comunicante.
El estado psíquico del Espíritu es obra suya. El grado de percepción y comprensión es el fruto  de largos esfuerzos. El espíritu es lo que el hace de si mismo en el recorrido del ciclo inmenso de sus vidas. La envoltura fluidica, grosera o sutil, opaca o radiante, representa el valor exacto y la suma de sus adquisiciones. Sus actos, los pensamientos persistentes, la tensión de la voluntad hacia un objeto, toda la evolución de su ser mental repercuten en el periespiritu del espíritu, y según sea su naturaleza baja o elevada, sórdida o generosa, dilatan, afinan o enturbian su sustancia. De ello resulta, que por la orientación constante de sus ideas, de sus aspiraciones, de sus gustos, por sus obras en un sentido u en otro, el espíritu va construyendo poco a poco una envoltura sutil, poblada de bellas y nobles imágenes, abierta a las más delicadas sensaciones, o bien una morada sombría, una cárcel oscura, en donde, después de la muerte, el alma, limitada en sus percepciones, está sepultada como en una tumba. Así es como el hombre labra su bien o su mal, su dicha o su pena. Lentamente día a día, edifica su destino. Su obra está grabada en si mismo, visible para todos en el más allá. Mediante esta admirable disposición de las cosas, tan sencilla como grandiosa, se realiza en el mundo de los seres la ley de causalidad o de la consecuencia de los actos, que no es otra que la del cumplimiento de la justicia.
Y, por un efecto de las mismas causas, desde esta vida, el hombre atrae a si las influencias de arriba, las radiaciones etéreas o los groseros efluvios de los espíritus de pasión, de desorden. Aquí está la regla de las manifestaciones espiritas; no es otra que la ley misma de las atracciones y de las afinidades. Según el grado de sutileza de nuestra envoltura y la intensidad de sus radiaciones, podemos, sin embargo, en los momentos de desprendimiento, de éxtasis – y aun para algunos – en los de recogimiento y meditación – entrar en relación con el mundo invisible, percibir los ecos, recibir las inspiraciones, vislumbrar los esplendores de los mundos celestes, o bien sentir las influencias de los espíritus de la tinieblas.
La Doctrina Espirita, muestra la igualdad perfecta, absoluta, del punto de partida de todos los hombres, borra las separaciones artificiales elevadas por el orgullo y la ignorancia, y perentoriamente prueba que nadie tiene derecho a más respeto ajeno que aquel a que se haga  acreedor por la nobleza de su conducta. El nacimiento y la posición social no son sino accidentes temporales de los que nadie puede envanecerse, puesto que del mismo modo se pueden adquirir que perder en cualquier momento de la evolución.
Verdades tan consoladoras es bueno que las esparzamos sin cesar a nuestro alrededor. Demostrando así que solo el esfuerzo individual puede proporcionarnos el progreso colectivo y que la misma Potencia que nos ha conducido al estado de hombres, nos abrirá las perspectivas infinitas de la vida espiritual, desenvolviéndose en la extensión sin límites del Cosmos.

-Mercedes Cruz Reyes-


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                    EN LOS DOMINIOS DE LA VOZ

Observe cómo está su voz, porque la voz es uno de los instrumentos más importantes en la vida de cada uno. La voz de cada persona está cargada por el magnetismo de sus sen- timientos. Hable en tonalidad no tan alta que asuste y ni tan bajo que cree difi- cultades a quien oiga. Es siempre aconsejable repetir con paciencia lo que ya fue dicho al interlocutor, cuando sea necesario, sin alterar el tono de voz, entendiendo que no todas las personas tienen audición impecable. A quien no disponga de facilidades para oír, nunca decirle frases como estas: “Usted está sordo?, “¿Usted quiere que yo grite?, “¿cuántas veces quiere usted que yo hable? O “Ya me cansé de repetir eso”. La voz descontrolada por la cólera, en el fondo, es una agresión y la agresión jamás convence. Converse con serenidad y respeto, colocándose en el lugar de la persona que oye y educará sus manifestaciones verbales con más seguri- dad y provecho. En cualquier telefonema, recuerde que en el otro lado del hilo está alguien que necesita de su calma a fin de mantener la tranquilidad. 
SEÑAL VERDE/ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ
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viernes, 30 de enero de 2015

El valor de la riqueza

Dios, ¿hace milagros?

. En cuanto a los milagros propiamente dichos, sin duda Dios puede hacerlos, visto que nada es imposible para Él. Pero ¿los hace? En otras palabras, ¿deroga las leyes que Él mismo ha establecido?
No le incumbe al hombre prejuzgar los actos de la Divinidad ni subordinarlos a la debilidad de su entendimiento. No obstante, en lo atinente a las cosas divinas, utilizamos como criterio los atributos mismos de Dios. Al poder soberano Él une la soberana sabiduría,razón por la cual debemos concluir que no hace nada inútil.*
Entonces, ¿por qué haría milagros? Se dice que los hace para dar testimonio de su poder. Pero el poder de Dios, ¿no se manifiesta de una manera mucho más elocuente a través del conjunto grandioso de las obras de la Creación, por la sabia previsión que preside desde lo más gigantesco hasta lo más insignificante, y por la armonía
de las leyes que rigen el universo, antes que por algunas pequeñas y pueriles derogaciones que los prestidigitadores saben imitar? ¿Qué se diría de un ingeniero mecánico que, para dar muestra de su habilidad,
desmontara un reloj construido por sus propias manos, obra maestra de la ciencia, a fin de mostrar que puede deshacer lo que ha hecho? Por el contrario, ¿su saber no se destaca mucho más mediante la regularidad y la precisión del funcionamiento de su obra?
La cuestión de los milagros propiamente dichos no incumbe, pues, al espiritismo. Con todo, si se considera que Dios no hace nada inútilmente, la doctrina espírita emite la siguiente opinión:
Dado que los milagros no son necesarios para la glorificación de Dios, nada en el universo sucede fuera del ámbito de las leyes generales.
Dios no hace milagros, porque como sus leyes son perfectas, no necesita derogarlas. Si hay hechos que no comprendemos, eso se debe a que aún nos faltan los conocimientos necesarios.
EL GÉNESIS
ALLAN KARDEC

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   EL VALOR DE LA RIQUEZA

Existen libros y libros, orientando los diversos servicios, indispensables a la administración de la moneda que surge, en todas las regiones del mundo, como símbolo de poder adquisitivo, entretanto, esta charla se refiere únicamente a esclarecer la aplicación de los recursos financieros, en el cambio del amor al prójimo.
La riqueza es el estado mental que nos lleva a tener lo que anhelamos y a saber que nuestra vida está llena de aquello que soñamos.
Con el fin de llevar una vida digna cada generación aplica un esfuerzo extra para dar a sus hijos lo que ellos no tuvieron en el pasado o lo que el mercado materialista les va imponiendo como una forma de negociar afectos por dinero. Esto conlleva a que las personas trabajen olvidando porque lo hacen, se olviden de sí mismas y de lo que realmente es importante.
En el mundo existe los avaros de la inteligencia, que se ocultan en las floridas trincheras de la inercia; los provistos de la salud que desamparan a los afligidos y a los enfermos; los privilegiados de la alegría que cierran la puerta a los tristes, aislándose en el oasis del placer; los felices de la fe que procuran la soledad, con el pretexto de preservarse contra el pecado; los exponentes de la juventud que menos precian la vejez; los favorecidos de la familia terrestre, que olvidan los andarines de la penuria que vagan sin hogar.

Todos esos ricos de la experiencia común contraen pesados débitos con la humanidad.
Recordemos que el Tesoro Real de la vida está en nuestro corazón.
Trabajamos demasiado para obtener algo y cuando lo logramos seguimos trabajando arduamente para obtener más. Pero la cuestión es ¿cuánto será suficiente para vivir con la tranquilidad y el nivel de vida que cualquiera aspira? ¿Cuánto será suficiente para tomarse un respiro? ¿Vale la pena trabajar para acumular riquezas negándoles tiempo a nuestros seres queridos y excusándonos con que no les falte nada? El término “nada” puede aplicarse a cosas o afectos personales.
El autentico valor de la riqueza será dado por los fines para los cuales sea empleada esta. Procederá de la genuina intención de poner un talento al servicio de los demás, reconociendo que las personas que la poseen indudablemente tienen un tipo de personalidad y habilidades que les permite generarla y administrarla con mayor facilidad que el resto de la gente. No enfoquemos demasiado nuestra atención en posesiones materiales, ya que eso deja de ser relevante cuando comprendemos que lo verdaderamente importante es lo que somos por dentro y no lo que llevamos puesto por fuera. Lo valioso e importante es aquello que compartimos con quienes caminamos en esta vida. Al final de ese camino todo se resumirá en aprendizaje y solo cargaremos el equipaje sutil de nuestro espíritu.
Quien no puede donar algo de sí mismo, en la buena voluntad, en la sonrisa fraterna o en la palabra sincera de bondad, en balde extenderá las manos repletas de oro, porque solo el amor abre las puertas de la plenitud espiritual y siembra en la Tierra la luz de la verdadera caridad, que extingue el mal y disipa las tinieblas.
Habitualmente, atraemos la riqueza y suponemos detenerla para siempre, adornándonos con las facilidades que el oro proporciona… un día, sin embargo, en las fronteras de la muerte, somos despojados de todas las posesiones exteriores y si algo nos queda será simplemente la plantación de las migajas de amor que hemos distribuido, valoradas en nuestro nombre por la alegría, aun mismo que sean precarias y momentáneas, de aquellos que nos hicieron la bondad de recibirlas.
Cuando traspasamos el horizonte y volvemos al otro lado de la vida, todo el bagaje de aquello que no necesitamos nos es confiscado, entretanto, las Leyes Divinas determinan que recojamos, con gran alegría, todo lo que dimos de lo que somos, de lo que hacemos, de lo que sabemos y de lo que tenemos, en socorro a los otros, transfigurándonos las concesiones en valores eternos del alma, que nos aseguraran amplios recursos adquisitivos en el Plano Espiritual.
En las horas de peligro, todas las distinciones sociales, los títulos y las ventajas de la fortuna se miden en su justo valor. Todos somos iguales ante el peligro, el sufrimiento y la muerte. Todos los hombres, desde el más encumbrado hasta el más miserable, están hechos con la misma arcilla. Revestidos de harapos o de suntuosos trajes, sus cuerpos son animados por Espíritus del mismo origen, y todos volverán a encontrarse confundidos en la vida futura. Solo su valor moral los distinguirá. El más grande en la Tierra puede convertirse en uno de los últimos del espacio, y el mendigo puede vestir un traje resplandeciente. No tengamos la vanidad de los favores y de las ventajas pasajeras. Nadie sabe lo que no reserva el mañana.
Si Jesús prometió a los humildes y a los pequeños la entrada en el reino celestial, es porque la riqueza y el poder engendran con demasiada frecuencia la soberbia, , en tanto que una vida laboriosa y oscura es el elemento más seguro del progreso moral. En la realización de su tarea diaria, las tentaciones, los deseos y los apetitos mal sanos asedian menos al trabajador; puede entregarse a la meditación y a desarrollar su conciencia; el hombre de mundo, por el contrario, es absorbido por las ocupaciones  frívolas, por la especulación o por el placer.
La riqueza nos liga a la Tierra con lazos tan numerosos y tan íntimos, que rara vez consigue la muerte romperlos y liberarnos de ellos. De aquí las angustias del rico en las vidas futuras. Sin embargo, fácil es comprender que nada es nuestro en este planeta. Los bienes a los cuales nos consagramos a toda costa no nos pertenecen más que en apariencia. Muchos han creído poseerlos, y todos más tarde o más temprano los abandonan. Nuestro cuerpo mismo es un préstamo de la Naturaleza, y ella sabe muy bien recobrarlo cuando le conviene. Nuestras únicas adquisiciones duraderas son de orden intelectual y moral.
Delante de la exuberante tierra, paraíso donde Dios nos ha colocado, existen infinidad de posibilidades de progreso y de engrandecimiento de valores, pero el hombre se manifiesta la mayoría de las veces con mezquindad y avaricia, creyendo que solo la posesión efímera, le garantizará la perennidad de la vida y la seguridad existencial.
Dice un dicho que “allí donde está tu corazón, se encuentra tu tesoro” por ignorancia el hombre no sabe ver la variedad de recursos que existen a su alrededor y le servirán para la preservación de la vida.
Del amor a los bienes materiales nace la envidia. El que lleva en si este vicio puede despedirse de todo reposo y de toda paz. Los éxitos la opulencia del prójimo despiertan en él ardientes codicias y una fiebre de posesión que le consumen.
La riqueza no es, sin embargo, un mal en sí misma. Es buena o mala, según el empleo que se hace de ella. Lo importante es que no inspire soberbia ni dureza de corazón. Es preciso que seamos dueños de nuestra fortuna y no sus esclavos; es sensato que nos mostremos superiores a ella, desinteresados y generosos. En estas condiciones, la prueba peligrosa de la riqueza se hace más fácil de soportar. No ablanda los caracteres, no despierta esa sensualidad casi inseparable del bienestar.
Es una fuerza, as central afincada en el ego, que es la responsable por los conflictos sociales y económicos, políticos y psicológicos, que le arrastran a muchos a la desesperación, esclavizando los sentimientos y las aspiraciones, por la posesión, que se expande en el área de la afectividad como herencia patriarcal de que todo cuanto se encuentra a su alrededor es de su propiedad. En ese sentido, la familia, los amigos, los objetos son siempre suyos, sin que, a su vez, se permita donar a los otros.
La prosperidad es peligrosa por las tentaciones que da, por la fascinación que ejerce sobre los Espíritus. Puede, sin embargo, ser la fuente de un gran bien cuando se dispone de ella con prudencia y mesura. Con la riqueza se puede contribuir al progreso intelectual de los hombres, al mejoramiento de las sociedades, creando instituciones benéficas o escuelas, haciendo participar a los desheredados de los descubrimientos de la ciencia y de las revelaciones de la belleza. Pero, sobre todo, la riqueza debe orientarse hacia aquellos que luchan contra la necesidad, en forma de trabajo y de socorro.

Jesús cuando un hombre se le acerco para pedirle que recomendase a su hermano que dividiese la herencia con él, que era motivo de litigio entre los dos, el Maestro le respondió, interrogando. ¡Hombre! ¿Quién me designó para juzgaros o para hacer vuestras particiones? Y enseguida a continuación, y tras una breve reflexión, agregó: Tened cuidado de preservaros de toda avaricia, por cuanto, sea cual fuere la abundancia en la que el hombre se encuentre, su vida no depende de los bienes que posee.
Para que esa lección se tornarse inolvidable, narró entonces la parábola del rico que era dueño de tierras, quien cuidaba de ampliar la fortuna hasta el exceso, y cuando no tenía ya más donde almacenar los bienes, se propuso dormir y gozar, y disfrutar de todo lo que le pertenecía, olvidado de que en aquella noche el Señor de la Vida tomaría su alma.
Jesús jamás vino para juzgar y condenar, dividir y justificar. Eso significaría destruir el sentido profundo de Su mensaje, tornándolo trágico en Su construcción de Amor. El no era juez, no imponía la ley, la vivía y la sufría, enseñando sumisión a los códigos, aun cuando eran injustos, con el fin de estimular a cada ser a ascender a los niveles superiores del pensamiento y de la conciencia, liberándose de cualquier permanencia de egoísmo, o en la inferioridad existente en los peldaños inferiores de la transitoriedad carnal.
Consagrar los recuerdos a la satisfacción exclusiva de la vanidad y de los sentidos, es perder la existencia y crearse penosas dificultades. el rico deberá dar cuenta del depósito que se ha puesto en sus manos para bien de todos.
La cuestión de la riqueza asumió en la Buena Nueva una postura relevante, porque verdaderamente los ricos no son los poseedores de cosas y volúmenes de la ambición, sino aquellos que se convirtieron en pobres del espíritu de avaricia, de pasiones inferiores, de angustias, enriqueciéndose en el reino de los Cielos que se inicia en la Tierra, con los dones de la renuncia, de la abnegación, del amor que se engrandece hasta alcanzar la postura de la caridad.
Esa es la búsqueda ininterrumpida a la que se debe entregar el ser humano, es el desafío psicológico del auto encuentro, del descubrimiento de la realidad espiritual, del sentido profundo de la existencia más allá del campo de las formas objetivas y sensuales.
 La misión inteligente del ser humano en la Tierra, es la de promover el progreso propio así como el general, y ahí reside el fin providencial de la riqueza, que estimula la creatividad con fines nobles y la dignificación espiritual, mediante la ampliación del pensamiento que se despoja de las corazas del mito pararealizar obras a favor de su crecimiento emocional y moral.
A través de la postura del amor surge la comprensión de cómo aplicar la riqueza, multiplicándola en obras que favorezcan a todos los seres con oportunidades de desarrollo de los valores internos, alterando los paisajes íntimos por medio de las conquistas que le son presentadas.
Hay que vivir el presente, como presente, en un constante servicio de construcción interior, es el deber que cabe a los poseedores de riquezas, que las tornaran bienaventuradas por la cooperación que expande en derredor de sus recursos.
Los bienes más importantes que los acumulados en las arcas y en los bancos, son los bienes de carácter emocional y espiritual, social y moral: la inteligencia que sabe administrar la existencia corporal; la memoria que se encarga de archivar las experiencias, las tendencia hacia el bien, lo bueno, lo bello, lo eterno; los sentimientos del deber que nacen de la conciencia que actúa en consonancia con las soberanas Leyes de la Vida.
Estos tesoros, sin duda alguna, son más preciosos que los materiales, ya que se pueden transformar en valiosos emprendimientos salvadores de vidas, como la instrucción, la educación, la liberación de los vicios en razón del amparo en el campo de la salud y del trabajo, propiciando felicidad en todas partes.
La fortuna, sea como sea que se manifieste, es una alta responsabilidad, que el que la posee tendrá que rendir cuentas, inicialmente a si mismo, por la incitación de la conciencia responsable y cuando despierta e impone la culpa por el mal empleo, y delante de la Conciencia Cósmica, de la cual nadie se evade por presunción, capricho o infantilidad emocional…
En la pobreza y en la riqueza el ser adquiere experiencias valiosas que constituyen su patrimonio de crecimiento en el rumbo Infinito, en la marcha inexorable por la búsqueda de Dios, ampliando la capacidad de servir y amar, porque nadie está libre, de que a la noche, suene la voz que le dirá: ¡Que insensato! Esta misma noche tomaran tu alma… ¿Y qué sentido tendrá todo cuanto fue almacenado, si no fue aplicado con elevación y sabiduría.
Francisco de Asís, Miguel Ángel, Vicente de Paul y tantos nobles Espíritus que vivieron en este mundo, sabían que el trabajo, las privaciones y el sufrimiento desarrollan las fuerzas viriles del alma, en tanto que la prosperidad las aminora. En el desprendimiento de las cosas humanas, unos encontraron la santificación y otros el poder que proporciona el genio.
La pobreza nos enseña a compadecernos de los males de los demás, haciéndonos conocerlos mejor; nos une a todos los que sufren; da valor a mil cosas hacia las cuales son indiferentes los dichosos. Los que no han conocido sus lecciones ignoran uno de los aspectos más conmovedores de la vida.

No envidiemos a los ricos, cuyo esplendor aparente oculta tantas miserias morales. No olvidemos que bajo el cilicio de la pobreza se esconden las virtudes más sublimes, la abnegación y el espíritu de sacrificio.
No deben, consiguientemente, rechazarse las riquezas que pueden ser de provecho a nuestro prójimo. Se llaman efectivamente posesiones porque se poseen, y bienes o utilidades porque con ellas puede hacerse bien y para utilidad de los hombres han sido ordenados por Dios. Son cosas que están ahí y se destinan, como materia o instrumento, para uso bueno en manos de quienes saben lo que es un instrumento. Si del instrumento se usa con arte, es beneficioso; si el que lo maneja carece de arte, la torpeza pasa al instrumento, si bien éste no tiene culpa alguna.
Instrumento así es también la riqueza. Si se usa justamente, se pone al servicio de la justicia. Si se hace uso injusto, se la pone al servicio de la injusticia. Por su naturaleza está destinada a servir, no a mandar. No hay, pues, que acusarla de lo que de suyo no tiene, al no ser buena ni mala. La riqueza no tiene culpa. A quien hay que acusar es al que tiene facultad de usar bien o mal de ella, por la elección que hace; y esto compete a la mente y juicio del hombre, que es en sí mismo libre y puede, a su arbitrio, manejar lo que se le da para su uso. De suerte que lo que hay que destruir no son las riquezas, sino las desordenadas pasiones del alma que no permiten hacer mejor uso de ellas. De este modo, convertido el hombre en bueno y noble, puede hacer de las riquezas uso bueno y generoso.
Reflexionemos en los talentos divinos que nos bendicen en todas las esferas de la existencia y, deseando la felicidad y la victoria, a todos los amigos que se mueven, en el mundo, bajo el peso de la fortuna transitoria, con difíciles problemas a resolver, anotemos con imparcialidad como empleamos, día a día, los créditos del tiempo y los tesoros de la vida, para que vengamos a saber con seguridad lo que estamos haciendo realmente de nosotros.
Consideremos los talentos imperecibles que ya retenemos en la intimidad de la propia alma y recordemos que transportamos en el corazón y en las manos los recursos inefables para extender, infinitamente, los tesoros de trabajo y las riquezas del amor.
Solamente el trabajo sentido y vivido es capaz de generar la verdadera fortuna y acrecentarla infinitamente, y, por eso, amando la tarea que el Señor nos confió por más inquietante o sencilla que sea, valgámonos del tiempo para enriquecernos hoy de luz y amor, comprensión y merecimiento, a fin de que el tiempo no nos encuentre mañana con el corazón fatigado y las manos vacías.
Derrama el tesoro del amor que el Padre Celestial te situó en el corazón, a través de bendiciones de fraternidad y simpatía, bondad y esperanza para con los semejantes, y en cualquier grupo social en el cual te veas, serás, invariablemente, la criatura  realmente feliz, bajo las bendiciones de la Tierra y de los Cielos.


Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes, extraído del libro Jesús y el Evangelio de Divaldo Pereira Franco Y DEL LIBRO: DESPUÉS DE LA MUERTE DE “LEÓN DENIS

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FENÓMENOS DEL  ARREPENTIMIENTO 
CARA DE LA CULPA Y DE LA EXPIACIÓN

TE DE “LEÓNPara el diccionarista Aurelio Buarque de Holanda Ferreira “arrepentimiento” es una insatisfacción causada por la violación de la ley o de la conducta moral, y que resulta en la libre aceptación  del castigo y en la disposición de evitar futuras violaciones,(1) Esa es la definición de la ética, y se refiere  más particularmente a la ley y ala moral humana. En ese aspecto religioso se define  por la intensificación de los matices de remordimiento que se instala en la conciencia por causa del error cometido y que puede impulsar al deseo del cambio de comportamiento y al deseo de penitenciarse. (2) 

Por la invigilancia precipitamos en los síndromes de la culpa [considerada aquí como una falta voluntaria  a una obligación,  o a un principio ético] irrumpiendo de súbito el remordimiento pintado de múltiples aspectos, imponiendo manchas de sombra a l tesitura sutil del periespíritu. Este estado de contrición, incesantemente potencializado por el latir de las reminiscencias denigrantes, se consubstancia en un vértice mental, intoxicándonos  poco a poco, esparciendo a nuestro alrededor un hilo contaminado por la desarmonia intima, corrompiendo, no raro, la psicoesfera espiritual de quien  comparte nuestra compañía. Este fenómeno psíquico  se constituye del martirio  de la conciencia y, por esa razón, densas y sombrías fuerzas de angustia se insinúan.

Diversas personas moderadas, muchas veces, por invigilancia, se tornan victimas casi inermes del pensamiento impetuoso, tornándolos más acicateados en la conciencia de lo que los imprudentes. Muchas veces bajo el guante  de la excitación momentánea, que caracteriza a la impulsividad, dejándose abatir por inconsolable arrepentimiento, dando paso a un angustioso impacto de inquietud de conciencia ante la condición tardía para deshacer el equivoco consumado.

Es importante también que sepamos que después de cometer un error conscientemente, este puede propagar en nosotros la posibilidad rehabilitación por la cual no debemos entregarnos apáticos al desaliento o remordimiento anestesiantes. Por todos los motivos posibles precisamos acautelarnos contra las actitudes intempestivas. Huyamos de los propósitos inferiores bajo pena de más tarde inevitablemente ser consumidos por aflictiva sensación de constricción psíquica.

Ayudémonos en cuanto a la dirección de los propios pasos, de manera a que evitemos la ceguedad de la aflicción bajo el acicate del pesar profundo que permanecerá en nosotros, advirtiendo sobre el mal practicado. Urge, de ese modo, la búsqueda del auto perdón, de la auto aceptación, de la autoestimulo por el esfuerzo de reequilibrio espiritual, a fin de minimizar los reparos de los daños causados.

Los reveses de la vida física pueden significar penitencias de los equívocos del pasado y, al mismo tiempo, experiencias  de probación presentes, delineando el porvenir. De ese modo, se desprende que de la dimensión de tales desventuras se pueda inferir cual género fue la jornada  reencarnada anterior. Frecuentemente es eso posible, pues cada uno es corregido en aquello que erró. Todavía, no hay como interpretar de hay una regla general. Las tendencias y fuertes inclinaciones instintivas constituyen indicio más seguro, puesto que los testimonios por los que pasa el Espíritu lo son, tanto por lo que trae del pasado, como por lo que le toca en el futuro.

En consonancia a las lecciones kardecianas, la duración de la expiación, para cualquier trasgresión, es indeterminada y esta subyugada al arrepentimiento del culpable con el consiguiente retorno al bien. La punición permanece de acuerdo con la obstinación en el mal, y seria ilimitado si la obstinación fuese permanente; y de rápida duración si el arrepentimiento surge inmediatamente. Ante eso, es como la conciencia nunca duerme, somos obligados a ser jueces de la propia suerte, pudiendo abreviar el suplicio o prolongarlo indefinidamente. Nuestra felicidad, o infelicidad depende  de la voluntad en hacer el bien. Y, en ese sentido, la sumisión paciente a los sufrimientos de la vida es actitud de alto relevo para la consumación de la extirpación del debito contraído.

Nunca será redundante repetirse que, así como pensamos y hacemos, edificamos la existencia, viviéndola de conformidad con el comportamiento elegido. Soportar el dolor  de la culpa es aprovecharla para meditar, para orar, para aproximarse a Dios es la expresión de sabiduría, hasta porque Jesús nunca nos abandona, y espera de nosotros la actitud más austera y sincera. Sufriendo la punición, que suplanta el orgullo, el egoísmo podemos tener la certeza de estar  escalando grados superiores en la escala del crecimiento espiritual.(4)

Acordemonos, en suma, de la enseñanza del Maestro, “vigilando y orando, para no sucumbir a las tentaciones, una vez que más vale llorar bajo los aguijones de la resistencia que sonreír bajo los narcóticos de la caída”.(5) Arrastremos, pues, el tormento del remordimiento, de la conciencia culpable, con valentía, resignación y sobretodo comprometidos con la reforma intima. ¿Es tarea fácil?... ¡No! ¿Es difícil?... ¡Bastante! Uno de los grandes desafíos para nosotros.  Más es justamente en el momento de acérrimas expiaciones que demostremos al Señor de la Vida la expresión del avance moral bajo el inflijo de la resignación que nos conducirá a la placidez de la conciencia rectificada. 

Jorge Hessen
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jueves, 29 de enero de 2015

Mediumnidad: Anotaciones al margen

                 La vida y la muerte 


68.¿Cuál es la causa de la muerte en los seres orgánicos? 
- Agotamiento de los órganos. 

68 a. ¿Se podría comparar la muerte con la cesación del movimiento de una máquina descompuesta? 
- Sí, porque si la máquina ha sido mal armada sus resortes se rompen, y si el cuerpo está enfermo, la vida se extingue. 

69.¿Por qué una lesión del corazón, más bien que la de otros órganos, ocasiona la muerte? 
- El corazón es una máquina de vida. Pero no es el único órgano cuya lesión produzca la muerte. Sólo constituye uno de los engranajes esenciales. 

70.¿En qué se convierten la materia y el principio vital de los seres orgánicos cuando éstos mueren? 
- La materia inerte se descompone y forma nuevos cuerpos. El principio vital retorna a la masa. 
Una vez muerto el ser orgánico, los elementos que lo integran sufren nuevas combinaciones que forman seres nuevos. Éstos extraen de la fuente universal el principio de la vida y de la actividad, lo absorben y lo asimilan, para devolverlo a esa fuente cuando cesan ellos de existir. 
Los órganos están, si así vale decirlo, impregnados de fluido vital. Dicho fluido da a todas las partes del organismo una actividad que les permite a éstas el comunicarse entre sí, tal el caso de ciertas lesiones, y restablecer funciones temporariamente suspendidas. Pero, cuando los elementos esenciales al funciona-miento de los órganos son destruidos, o su alteración es demasiado profunda, el fluido vital resulta impotente para transmitirles el movimiento de la vida, y entonces el ser muere. 
Los órganos reaccionan más o menos necesariamente unos sobre otros. De la armonía del conjunto que integran resulta su acción recíproca. Cuando cualquier causa destruye esa armonía sus funciones se detienen, como el movimiento de un mecanismo cuyos engranajes esenciales se han averiado. Similarmente a un reloj que se gasta con el tiempo o sufre un desperfecto accidental, y cuya fuerza motriz es impotente para hacerlo funcionar. 
Tenemos una imagen más exacta de la vida y la muerte en un acumulador eléctrico. Este aparato almacena electricidad, como todos los cuerpos de la Naturaleza en estado latente. Pero los fenómenos eléctricos sólo se manifiestan cuando el fluido es puesto en actividad por una causa especial: entonces se podría decir que el acumulador está vivo. Cuando la actividad se detiene, el fenómeno cesa y el artefacto vuelve a su estado de inercia. Así pues, los cuerpos orgánicos serían una especie de batería o acumulador eléctrico en el cual la actividad del fluido produce el fenómeno de la vida: la cesación de dicha actividad ocasiona la muerte. 
La cantidad de fluido vital no es idéntica en todos los seres orgánicos. Varía según las especies, y tampoco es constante, ya sea en un mismo individuo o bien en los individuos de deter-minada especie. Los hay que se hallan –por así decirlo- saturados de fluido vital, al paso que otros tienen apenas la cantidad suficiente. De ahí que algunos lleven una vida más activa y ener-gética, y en cierta manera superabundante. 
Por otra parte, la reserva de fluido vital también se agota. El que tiene más puede darlo al que posee menos y, en ciertos casos, reanimar una vida pronta a extinguirse.33 (Negritas) 

33 Tal es lo que ocurre con los magnetizadores, y con los pases fluídicos dados en los centros espíritas. [N. del copista.]

III.- Inteligencia e instinto 

71.La inteligencia ¿es un atributo del principio vital? 
- No, puesto que las plantas viven y no piensan: no poseen sino vida orgánica. Inteligencia y materia son independientes, ya que un cuerpo puede vivir sin la inteligencia, pero ésta a su vez sólo puede manifestarse mediante órganos materiales. Es menester la unión del espíritu para comunicar actividad inteligente a la materia “animalizada”. 
La inteligencia es una facultad especial propia de ciertas clases de seres orgánicos, que les da, con el pensamiento, voluntad de obrar, conciencia de su existencia y de su indivi-dualidad, así como los medios para establecer relaciones con el mundo exterior y proveer a sus necesidades. Así pues, podemos distinguir: Primero, los seres inanimados, formados sólo de materia, sin vitalidad ni inteligencia: éstos son los cuerpos inertes. Segundo: los seres animados no pensantes, formados de materia y dotados de vitalidad, pero desprovistos de inteligencia. Y tercero: los seres animados y pensantes, formados de materia, dotados de vitalidad y que poseen, además, un principio inteligente que les otorga la facultad de pensar. (negritas) 
72.¿Cuál es la fuente de la inteligencia? 
- Ya lo hemos dicho: la inteligencia universal. 

72 a. ¿Se podría afirmar, entonces, que cada ser toma una porción de inteligencia de la fuente universal y se la asimila, de la manera que se asimila el principio de la vida material? 
- Esto es sólo una comparación, pero no exacta, por cuanto la inteligencia es una facultad propia de cada ser y constituye su individualidad moral. Por lo demás, ya sabéis vosotros que existen cosas que no es dado al hombre penetrar, y ésta se incluye entre ellas, por el momento… 

73.El instinto ¿es independiente de la inteligencia? 
- No precisamente, porque es una especie de inteligencia. El instinto constituye una inteligencia no racional, y mediante él todos los seres proveen a sus necesidades. 

74.¿Podemos establecer un límite entre instinto e inteligencia, esto es, precisar dónde termina aquél y empieza ésta? 
- No, pues a menudo se confunden. Pero se puede distinguir muy bien los actos que pertenecen al instinto de aquellos otros que corresponden a la inteligencia. 

75.¿Es exacto afirmar que las facultades instintivas disminuyen conforme van creciendo las facultades del intelecto? 
- No. El instinto sigue existiendo, pero el hombre lo descuida. El instinto puede también inducir al bien. Casi siempre nos guía, y en ocasiones lo hace con más seguridad que la razón. No se extravía jamás. 

75 a. ¿Por qué la razón no es siempre una guía infalible? 
- Sería infalible si no fuese falseada por una educación deficiente y por el orgullo y el egoísmo. El instinto no razona. La razón deja al hombre escoger, dándole el libre arbitrio. El instinto es una inteligencia rudimentaria que difiere de la inteligencia propiamente dicha, en que sus manifestaciones son casi siempre espontáneas, en tanto que las de la inteligencia constituyen el resultado de una combinación y de un acto volitivo o deliberado. 
Las manifestaciones del instinto varían según las especies y sus necesidades. En los seres que poseen conciencia y percepción de las cosas exteriores el instinto se alía a la inteligencia, vale expresar, a la voluntad y a la libertad. 


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           AL LEVANTARSE

Agradezca a Dios la bendición de la vida, por la mañana.
Si usted no tiene el hábito de orar, formule pensamientos de serenidad y optimismo, por algunos momentos, antes de retornar a las propias actividades.
Levántese con calma.
Si debe despertar a alguien, use bondad y gentileza, reconociendo que gritería o juegos de mal gusto no auxilian en tiempo alguno.
Tenga para todos y para con todos la disposición de cooperar para el bien.
Antes de salir para la ejecución de sus tareas, recuerde que es preciso bendecir la vida para que la vida nos bendiga.

SEÑAL VERDE/ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ

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ANOTACIONES AL MARGEN DE LA MEDIUMNIDAD

Cada ser  presenta  sus propios enigmas y anormalidades.

En la vida Eterna,  la existencia en el cuerpo físico, por muy larga que sea, es siempre un corto tiempo de aprendizaje. La Tierra  es el campo donde el Espíritu libera  la batalla evolutiva. Dentro de los principios de causa y efecto de adquieren  los  valores  de la experiencia con los que se enriquece la individualidad y se prepara el Espíritu para las Esferas Superiores. La mente, en verdad, es como un caminante  buscando la meta  del estado angélico; con todo, no avanza sin auxilio. Nadie vive solo. Los mal considerados muertos precisan amparar  a los compañeros que atraviesan  un periodo de aprendizaje en la materia densa,  por cuanto, un gran número de ellos, también serán obligados   a nuevas inmersiones  en la experiencia carnal. Es por Ley que la sabiduría  socorre a la ignorancia, que los mejores ayudan a los menos buenos. Los hombres, cooperando con los Espíritus esclarecidos y benevolentes, atraen  simpatías preciosas para la vida espiritual, y las Entidades  amigas, auxiliando a los reencarnados, estarán construyendo  lo que les facilite el día de mañana, cuando estén de vuelta  en el campo terrestre.
 El Maestro Jesús, el Gobernador de la Tierra, auxilio a los enfermos y a los afligidos sin quitarles los problemas fundamentales que tenían. Zaqueo, el rico, honrado con Su visita, se sintió obligado a modificar su conducta. Maria de Magdala, que recibió su cariñosa atención, no quedo libre del deber de mantenerse en el  arduo combate de su renovación interna. Un cuadro de Espíritus se modificaron por el solo hecho de su toque de atención para con ellos. Seria ilógico  esperar que los desencarnados supriman totalmente las luchas humanas. Esto significaría quitar el trabajo que corresponde  para el sustento del servidor, o bien evitar la lección al alumno necesitado de luz.
 El fenómeno mediúmnico  no es nuevo. Nueva es solo  la forma con que se propaga, puesto que el sacerdocio de distintos credos yace desde hace muchos siglos, paralizado  con los espectáculos del culto exterior y sacrificando incomprensiblemente  la vía de revelaciones  celestiales. Especialmente el Cristianismo, que debería ser  la más amplia  y la más simple de las escuelas de fe, desde hace mucho tiempo se circunscribió  a la superficialidad  de los templos. El Gobierno oculto del planeta resolvió  que la mediumnidad fuese conducida del colegio sacerdotal a la plaza pública, a fin de que  la noción  de eternidad, a través de la sobrevivencia del alma, despierte la mente anestesiada del pueblo. Es por eso que vemos ahora a Jesús, no como un fundador de ritos y fronteras dogmáticas, sino como un verdadero Redentor del Alma Humana.
 Instrumento de Dios por excelencia, El se sirvió de la mediumnidad para encender la luz  de su Doctrina de Amor. Restaurando a enfermos  y pacificando a los afligidos, estuvo en muchas ocasiones  en contacto  con los mal llamados muertos, algunos de ellos almas en sufrimiento que vampirizaban a los obsesos de diversos matices.
 Es necesario buscar en la mediumnidad  no la llave falsa para ciertos arreglos inadecuados de la Tierra,  y si  el camino directo  de la capitación para la vida superior. Es necesario renovar el concepto de mediúms, para no convertir  a este compañero  de ideal y de lucha  en oráculo divino, olvidando los deberes que conducen  hacia la purificación.
 El Espiritismo, simbólicamente es Jesús que retorna al mundo, invitando al perfeccionamiento individual por medio del trabajo  constructivo incesante. Ya que cada ser carga consigo  problemas particulares  y necesidades intransferibles.
 “Desencarnados  y encarnados, todos pisan el extenso campo de experiencias  y de pruebas con los imperativos del crecimiento espiritual. Por eso   no se deben  atribuir a los mediúms obligaciones que competen a la persona con carácter exclusivo, y tampoco esperar de la mediumnidad  funciones milagrosas, ya que solo cabe el esfuerzo  arduo de la propia ascensión  con la pautas de las responsabilidades que el conocimiento superior impone a cada ser.
 La mediumnidad y en el Espiritismo encontramos  una mayor comprensión y un discernimiento más extenso de la realidad. En ellos se recogen informes  exactos  referentes a la Ley  de las compensaciones, esclareciendo los aflictivos problemas del Ser, del destino y del dolor  y deja percibir, de algún modo, las infinitas dimensiones  hacia las cuales se evoluciona. El espiritismo y la mediumnidad no solucionan los problemas y enigmas de una forma absoluta, pero a ambos se les debe la luz  para vencer los tenebrosos laberintos de la muerte a fin de atesorar, al final, las legítimas nociones de la conciencia cósmica.
 El espiritismo y la mediumnidad  son como dos altares vivos en el templo de la fe, por medio de los cuales se contempla, desde muy alto, la esfera de las meditaciones propiamente terrestres, comprendiendo, por fin, que la gloria reservada al espíritu humano es sublime e infinita en el Reino Divino del Universo.
 Es en el hogar donde muchas veces, en la misma familia están encarnados los adversarios del ayer convocados por la esfera Superior  a la reconciliació n más raramente consiguen  superar la aversión  que sienten unos por los otros, y alimentan con pasión, en el interior de si mismos, los rayos  tóxicos  de la antipatía  que se transforma en venenos  magnéticos capaces  de provocar la enfermedad y hasta la muerte.
 El pensamiento se exterioriza y se proyecta bajo la forma de imágenes  y sugestiones que se envían sobre los objetivos que se propone alcanzar. Cuando es benigno y edificante, y conforme a las Leyes que nos rigen, crea armonía  y felicidad, pero cuando es malo y deprimente, produce dolor y ruina. La química mental actúa  en la misma base  de todas las transformaciones, y se evoluciona en profunda comunión telepática  con todos aquellos encarnados o desencarnados que se afinizan.
 La obsesión entre desencarnados  o encarnados, bajo cualquier prisma en que se muestre,  es una enfermedad mental que reclama, a veces, un tratamiento por largo tiempo.
 Cristo aconsejo el amar a los adversarios, el auxilio a los que persiguen y la oración para los que calumnian esta es actitud indispensable  para lograr la garantía de la paz y de la victoria.
Trabajo extraído del libro “En los Dominios de la Mediumnidad” de francisco Candido Xavier, realizado por Merchita.
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SALUDO MATINAL


Queridos amigos, hola buenos días, es cierto que todo trabajo sincero en el campo de la oración nos levanta el alma, elevando nuestros sentimientos.
En la oración  y en la actividad espiritual, muchos encuentran  el suplemento de energías que necesitan. Si el mal demanda tiempo para fijarse, es obvio  que la restauración del bien no puede ser instantánea. Así ocurre con la enfermedad y la salud, con el desvió y el restablecimiento del equilibrio.
La familia  es una reunión espiritual en el tiempo, y, por eso misma, el hogar es un santuario. En la Tierra, algunos de sus componentes se alejan de la sintonía  con los más altos objetivos de la vida, sin embargo, cuando dos o tres de sus miembros aprenden la grandeza de sus posibilidades de elevación, congregándose íntimamente para las realizaciones del espíritu eterno, son de esperar maravillosas edificaciones.
Existen múltiples enfermedades para las desarmonías del cuerpo, otras innumerables para los desvíos del alma. Es imposible pretender la cura de los locos a fuerza de procesos exclusivamente objetivos. Es imprescindible penetrar el alma  y la medula  de la personalidad, mejorar los efectos socorriendo las causas; por consiguiente, no restauraremos cuerpos enfermos  sin los recursos  del Médico Divino  de las almas, que es Jesucristo.
Los fisiologistas harán siempre mucho, intentando rectificar la disfunción de las células; no obstante, es menester intervenir en los orígenes de las perturbaciones. Hay millones de personas  irascibles que, por el hábito de encolerizarse fácilmente, vician los centros nerviosos fundamentales  por los excesos de la mente sin disciplina, convirtiéndose en portadores  del “pequeño mal”, en dementes precoces, en neurasténicos de diversos tipos o en enfermos de franjas epilépticos, que andan por ahí,  sometidos a la hipoglucemia insulinita o al metrazol; mientras, si son educados mentalmente, para la corrección de las propias actitudes internas en las rutinas de la vida, les sería el tratamiento más eficiente y adecuado, pues es regenerativo  y substancial. Sin subestimar el ministerio de los psiquiatras abnegados, que se dedican a sus semejantes, ni tampoco  rechazar  los choques renovadores, tan necesarios a mucha gente, como son duchas para los “nervios empolvados”. Solo destacar que el hombre, por su conducta, puede  vigorizar su propia alma, o lesionarla.

Cuando el espíritu está en una fase de absoluta ignorancia mental, es necesario utilizar los hipnóticos, para poder neutralizar las células nerviosas ante los probables  atritos de la organización periespiritual. Para las conciencias que ya despertaron en la espiritualidad superior, el remedio  más eficaz consiste  en la fe positiva, en la auto confianza, en el trabajo digno, en pensamientos ennoblecedores.  Permaneciendo en la zona má alta  de la personalidad, se vencen desequilibrios de los departamentos más bajos, competiendo, al propio enfermo, atacar la misión renovadora y sublime confiada en el sector de su propia iluminación y en el bien del prójimo. Las medicinas pueden ejercer tutela  despótica  sobre el cosmos orgánico, siempre que la mente  no se disponga a controlarla, recurriendo  a los factores educativos.
Todos tenemos un acreedor divino en Jesús, cuya infinita bondad no nos es lícito olvidar. Recordando  siempre la palabra celestial, abandonando el mal “para que no nos suceda algo peor”.
En los días de lucha, hagamos los votos y promesas que sean de nuestro agrado y provecho, más no olvidemos la acción y la renovación aprovechables en la obra divina del mundo y sumamente agradable a los ojos del Señor.
En verdad, somos felices en el presente, porque nuestro objetivo de hoy es la realización del Reino de Dios, en nosotros, con Cristo. Para eso trabajemos con El, por El, y para El, curando los males para siempre.
Que tengáis un buen día, os lo deseo de corazón, vuestra siempre amiga Merchita
Extraído del libro “En un Mundo Mayor” de Chico Xavier

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