Para hoy tenemos:
- El Espíritu y su evolución(III)
- Temor a la muerte
- La Tolerancia
- Aflicciones del Alma
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EL ESPÍRITU Y SU EVOLUCIÓN (III)
(Viene del anterior)
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CONCLUSIONES Y CONSECUENCIAS MORALES
Y como consecuencia de todo lo expuesto hasta aquí, creo sinceramente, que si se es plenamente consciente y se ha entendido en toda su dimensión y transcendencia la auténtica realidad del espíritu, su origen, su destino y las leyes que rigen su evolución, se tiene que extraer de ello una serie de conclusiones y consecuencias morales que, por fuerza, si son llevadas a la práctica, han de servir para una revolución moral y espiritual capaz de transformar al hombre y, por correlación, a toda la humanidad:
1º - Dios como Creador y Causa primera de todas las cosas. Es todo Amor, Justicia y Misericordia. Sin esta premisa, todo lo demás carece de fundamento y de sentido.
2º - El único Determinismo que existe por parte de Dios es que reine el Amor entre todas sus criaturas y de que todos hemos sido creados para alcanzar el mismo destino: la perfección Moral y la Sabiduría.
3º - Si todos somos creados de la misma manera y todos tenemos un mismo origen y un mismo destino, ello quiere decir que todos somos iguales, y que las diferencias que se aprecian entre los hombres, son tan sólo transitorias y debidas únicamente al mayor o menor bagaje espiritual momentáneo de cada uno.
4º - Por tanto, el Espiritismo me ayuda y me enseña a ser más tolerante y condescendiente con los defectos y errores de los demás, porque me hace reflexionar que la falta que ha cometido mi semejante y que yo ahora estoy a punto de juzgar, tal vez sea la misma falta que haya podido cometer yo en el pasado.
5º - Con sus enseñanzas, la Doctrina Espirita me hace reflexionar en lo absurdo de algunos problemas que todavía hoy en día enfrentan a la humanidad, como son el racismo o los nacionalismos mal entendidos y extremistas. Porque con sus aclaraciones sobre la reencarnación, comprendo que las razas, producto de un determinado color de piel o de una determinada situación geográfica, son meramente transitorias y circunstanciales, y que quien hoy se vanagloria de pertenecer a la raza blanca, en el pasado pudo encarnar en un cuerpo de color o en el futuro, si sus necesidades evolutivas así lo exigen, puede nacer en una familia de cualquier otra raza.
Y que quien hoy defiende con apasionamiento la bandera de una determinada nación, mañana puede reencarnar bajo la bandera del país contrario.
Por lo tanto, seamos conscientes de que raza solamente existe una: la raza espiritual, hija toda del mismo Creador, y de que patria también sólo existe una; la patria espiritual universal, sin barreras ni límites de ningún tipo, sólo los que marquen la particular evolución de cada uno.
6º - El Espiritismo me enseña a respetar todo lo que tenga vida, por defectuosa, incompleta o imperfecta que ésta pueda ser en apariencia. Porque todo lo que tiene vida viene de Dios y Dios es, ante todo, Amor. Por lo tanto, tratemos con Amor todo lo que tenga vida.
Sólo Dios sabe cuándo es el momento más adecuado para la desencarnación de un espíritu y su regreso al mundo espiritual. Y que cuando ello tenga que suceder, sucederá, sin que haga falta que la mano del hombre se convierta voluntariamente en ejecutora.
LA FE ESPÍRITA: UNA FE APOYADA EN LA RAZÓN Y EN LA CIENCIA
Una vez hecho este breve resumen de lo que para mí es la esencia de la Doctrina de los Espíritus, y de las principales conclusiones que de ello personalmente extraigo, me gustaría hablar ahora de la fuerza de la Fe Espírita.
La fe, que es la creencia en los dogmas particulares que constituyen las diferentes doctrinas, cuando es ciega, es decir, que acepta de forma incondicional, sin comprobación, cualquier postulado, admitiendo las afirmaciones más extrañas sin analizarlas y sin someterlas a la razón, esa fe, con toda seguridad, conducirá hacia el absurdo y hacia el fanatismo, y más tarde o más temprano ha de desaparecer, porque este tipo de fe ciega exige la renuncia de la más preciosa conquista del hombre: su capacidad de raciocinio y su libre albedrío.
La fe, que es la creencia en los dogmas particulares que constituyen las diferentes doctrinas, cuando es ciega, es decir, que acepta de forma incondicional, sin comprobación, cualquier postulado, admitiendo las afirmaciones más extrañas sin analizarlas y sin someterlas a la razón, esa fe, con toda seguridad, conducirá hacia el absurdo y hacia el fanatismo, y más tarde o más temprano ha de desaparecer, porque este tipo de fe ciega exige la renuncia de la más preciosa conquista del hombre: su capacidad de raciocinio y su libre albedrío.
Por el contrario, la Fe que aporta el Espiritismo es una fe basada en la razón y en la lógica, que sabe juzgar, discernir y comprender. Es fuerte e indestructible, porque descansa sobre la base sólida que ofrece la libertad de pensar. El Espiritismo, no tengo la más mínima duda, hace libre a la persona. En lugar de dogmas, cosas sobrenaturales y misterios, no reconoce más que a principios procedentes de la observación directa y del estudio de las leyes naturales. Porque la Fe, sea cual sea, no puede ir nunca contra las leyes de la Naturaleza y del Universo.
La Doctrina Espírita, además, me estimula y me incentiva para que no me conforme en demostrar mi fe absoluta e incondicional en aquello que el Espiritismo me enseña, sino que me anima a investigar a través de la Ciencia el por qué el Espiritismo afirma esto o aquello. Y si algo de lo que enseña no encaja con mi raciocinio, lo dejo apartado en un rincón, hasta que, con el paso del tiempo y la adquisición de nuevos conocimientos, lo pueda entonces asimilar o rechazar nuevamente.
La Doctrina Espírita, además, me estimula y me incentiva para que no me conforme en demostrar mi fe absoluta e incondicional en aquello que el Espiritismo me enseña, sino que me anima a investigar a través de la Ciencia el por qué el Espiritismo afirma esto o aquello. Y si algo de lo que enseña no encaja con mi raciocinio, lo dejo apartado en un rincón, hasta que, con el paso del tiempo y la adquisición de nuevos conocimientos, lo pueda entonces asimilar o rechazar nuevamente.
Y es de esta actitud, cuando nace la Fe firme e inquebrantable de la Doctrina Espírita, se cree porque se está convencido, y no se puede estar convencido si no se comprende aquello que se cree. No existiendo dogmas, desaparece la fe ciega y fanática, dejando paso, repito una vez más, a la fe indestructible que se apoya en el conocimiento.
Y como ya dijera A. Kardec: “La Fe sólo es Fe cuando puede encarar la razón cara a cara”
Anteriormente he hecho referencia a la Fe, recalcando, sea cual sea, con ello quiero decir que la Fe Espírita, es al mismo tiempo flexible y tolerante, pues no pretende erigirse como infalible o como privilegiada, no se atribuye ninguna supremacía ni derechos, ni considera sus enseñanzas como únicas; respeta todos los credos y doctrinas ajenas, tolerando los principios adoptados por otras filosofías o doctrinas. Es una Fe abierta a exámenes y discusiones, que no impone nada, sino que propone mucho, que penetra en los corazones de los hombres y los conquista, porque lleva el cuño de la lógica y el esplendor de los hechos racionales, al mismo tiempo que satisface plenamente las ansias del sentimiento.
¡Es una Doctrina que está viva, que progresa evolucionando, que ensancha el pensamiento y que abre nuevos horizontes!
Y como ya dijera también A. Kardec: “cuando la Ciencia demuestre que algo de lo que defiende el Espiritismo es erróneo, el Espiritismo automáticamente rectificará”.
EL ESPIRITISMO COMO FILOSOFÍA, CIENCIA Y SENTIMIENTO ESPIRITUAL
El Espiritismo es una ciencia, la Ciencia del Alma, cuyo fin es la comprobación experimental, por medio de los hechos demostrados y demostrables, de la existencia del espíritu, de su individualidad, de su supervivencia después de la muerte del cuerpo físico y de su evolución a través de la reencarnación.
Es también una filosofía racionalista, que interpreta la vida y al ser humano, aclarando su origen y su destino, proporcionando una respuesta al por qué y para qué estamos en este mundo.
E, indudablemente, es una Doctrina de sentimiento profundamente espiritual, con unas evidentes consecuencias morales, que tiene por fundamento incuestionable los mismos principios establecidos por Jesús en Su Evangelio. Si el Espiritismo, en su parte científica y filosófica satisface plenamente las exigencias del intelecto humano, sólo su parte moral puede iluminar el corazón de los hombres, llenándolos de esperanza y de amor.
Porque el Espiritismo pone de plena actualidad y explica las máximas de “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”, “haz a los otros como quieras que te hagan a ti”, “no juzgues para no ser juzgado”, “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, “perdonad hasta setenta veces siete”, en definitiva: amar a Dios, amar al prójimo, amar a todos los seres, amar a la Vida.
Máximas y principios todos que, por otra parte, están en perfecta armonía con las Leyes que rigen y gobiernan en el Universo, y que no hacen sino que reflejar fielmente en sus normas de conducta los mismos principios de esas Leyes Cósmicas.
Por todo ello, me atrevo a afirmar, que el Espiritismo es una Doctrina integral: es la Moral de la Filosofía, la Filosofía de la Ciencia y la Ciencia de la Moral Universal.
Porque el Espiritismo es una Doctrina de índole universal, sus enseñanzas no están dirigidas exclusivamente a unos pocos elegidos o a un determinado pueblo, sino que, por el contrario, son perfectamente válidas para toda la humanidad, porque, precisamente, lo que busca y pretende es la solidaridad fraterna y la comunión entre todos los hombres, sin distinción de razas o creencias.
Por la simplicidad, por la lógica y por la pureza de sus explicaciones, puede ser comprendido tanto por el hombre sabio como por el hombre vulgar. Los conocimientos “del más allá” que antes estaban reservados sólo para unos pocos iniciados, gracias al Espiritismo, son presentados a todo el mundo a través principios sencillos y acordes con el sentido común, a la vez que atrayentes y llenos de sentimiento.
EL ESPIRITISMO COMO RECUPERACIÓN DEL CRISTIANISMO
El Espiritismo enseña a todo el mundo que esa búsqueda de Dios, ese intento universal de unirse a Él que siempre ha existido en el hombre, debe hacerse a través de las obras y de los hechos, sin esclavizarse a credos, ceremonias o dogmas. Con ello, logra recuperar la simplicidad del Cristianismo primitivo, porque tiene como único culto el culto interno del espíritu en su sublime intimidad, sin los aspectos materiales de los rituales, ni fórmulas rígidas, ni representantes ni intermediarios, sino que simplemente utiliza la oración como el idioma universal que puede hablar toda la humanidad para dirigirse a su Creador, enseñando que para que ésta sea eficaz necesita solamente de la convicción de la Fe, de la seguridad de que no hay oración sincera sin respuesta y de que siempre alcanza su destino.
Sin embargo, aunque la oración no pueda modificar las cosas, si es que ello no nos conviene, sí que siempre puede modificar nuestra actitud, ayudándonos a ver y entender los acontecimientos por el ángulo correcto a través del cual deben ser examinados. Por la oración, el hombre apela y busca la ayuda de los buenos Espíritus, que vienen a sostenerlo en sus resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos, adquiriendo de ese modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades que se nos puedan presentar.
Porque, tengámoslo claro, la comunicación e interpenetración entre el mundo espiritual y el mundo físico, es un hecho constante y cotidiano. Los Espíritus nos rodean, viven entre nosotros, envolviéndonos con sus caricias o con sus maledicencias, inspirándonos al bien o al mal, nos ayudan o nos persiguen de acuerdo con nuestras actividades mentales y con nuestra conducta moral.
HOMBRE ESPÍRITA
Ser Espírita, significa, haber comprendido y tener plena certeza de la auténtica realidad del ser espiritual, de su origen, de su destino final y de las Leyes que rigen este camino entre el inicio y el glorioso final al que estamos destinados todos, siendo conscientes de que en el trabajo y esfuerzo personal de cada uno está el hacer este trayecto lo más rápido posible y lo más armónico posible con estas Leyes.
Pero ser Espírita no quiere decir, ni mucho menos, ser mejor que otra persona que abrace cualquier otra creencia o, incluso, que otra persona que no crea en nada, si como consecuencia de esta certeza adquirida, automáticamente no se impone una transformación moral que nos lleve a una constante lucha por tratar de vencer y dominar todas las bajas pasiones que impiden nuestro progreso, atándonos a las cosas efímeras y transitorias de la materia, como son el orgullo, la vanidad, el egoísmo, la envidia…
Tengamos bien claro que “La Administración del más allá” no nos preguntará cuáles son nuestras creencias, sino que nos preguntará sobre nuestras obras realizadas.
Cuando se siente el Espiritismo, por lo menos como lo siento yo, o el sentimiento y la razón, el corazón y la cabeza, se dan mano y caminais cuando nace entonces, de enfrentar y de vivir la vida día a día.
Que este nuevo Hombre-Espírita, con su comportamiento, sea el ejemplo de todo un barrio, y que este barrio, a su vez, sirva como foco de luz de toda una ciudad, y que esta ciudad, con su transformación, sea el espejo donde puedan mirarse el resto de las ciudades de una nación.
¿Os podéis imaginar, aunque sea por un momento, si este ejemplo cundiera en todos los países del mundo, lo que podría llegar a significar?
Compañeros espiritistas: Dejemos de imaginar y empecemos a trabajar para que ello pueda ser posible. Porque la creencia en el Espiritismo sólo es beneficiosa y útil para aquél de quien se pueda decir: “Este hoy, sin duda, es mejor que ayer”.
Y a vosotros, si os habéis acercado por primera vez para oír hablar sobre Espiritismo, me daría por satisfecho si os he podido transmitir algo de lo que yo siento.
Gracias, Espiritismo, por tus enseñanzas
que me alientan cada día de mi vida,
por tus consuelos y por tus esperanzas
al mostrarme que morir no es una despedida.
Por la seguridad tan grande que me da tu Fe
que satisface a mi corazón y a mi cabeza
porque yo no simplemente creo, sino que sé
que al llegar la muerte, la vida empieza.
Por esta certeza que siempre me acompaña:
saber que yo ya he existido ayer,
saber que yo también existiré mañana
y saber que tú y yo nos volveremos a ver.
Por decirme que mi destino y procedencia
es igual que la de cualquier ser humano,
que si entre ellos y yo no hay diferencia,
es porque mi semejante es mi hermano.
Y si he cometido contra él algún error
ahora tengo el presente para rectificar,
donde ayer puse odio ahora pongo Amor
y si en su día no amé, hoy me toca Amar.
Y entonces comprendo que ese sentimiento
no puede ser producto del azar o de la suerte,
es imposible que lo que yo pienso y siento
sea casualidad ¡NO! ¡Es algo mucho más fuerte!
Porque es el alma eterna la que siempre ama,
es el espíritu eterno el que piensa y razona,
y es otro espíritu el que a mí me llama
y es otra alma la que a mí me emociona.
Porque mi cuerpo en la tierra desaparece
y con él mi cerebro y mi corazón carnal,
pero la razón y el sentimiento jamás perece
¡Porque es propiedad del espíritu inmortal!
Alfredo (Barcelona)
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El temor a la muerte
Allan Kardec |
Dentro de nuestra actividad doctrinaria acostumbramos a impartir conferencias y charlas relacionadas con los temas del Espíritu. Cierto día, después de una exposición, una joven, en el tiempo dedicado al coloquio, preguntó: ¿ Porqué tengo tanto miedo a la muerte?
Por el desconocimiento sobre la realidad espiritual – contestamos.
Efectivamente, los pueblos occidentales carecemos en general, por desgracia, del conocimiento suficiente para saber que el alma es inmortal, que la vida continúa después de la muerte física. Si ya desde nuestra más tierna edad nos enseñasen a comprender que el espíritu, no muere, nuestra mente estaría despierta a este acontecimiento irreversible. Aunque lo hayamos oído muchas veces es algo en lo que no nos paramos a meditar, a pesar de su gran importancia.
Son pocas las personas que en su existencia corporal se esfuerzan por vivir las enseñanzas del Evangelio de Jesús, creyendo que los esfuerzos y sacrificios, así como las vicisitudes soportadas durante su vida en la Tierra, les han de garantizar la liberación del Espíritu cuando pasen al otro lado.
Existen dos factores muy importantes que perturban a los encarnados en la última hora creándoles serías dificultades, y que les retienen más tiempo del debido junto a su cadáver, después de haberles considerado “muertos”. Uno de ellos es el proverbial “miedo” a la muerte. Y el otro factor, proviene de los lamentos familiares que en su desesperación e ignorancia terminan por imantar al “fallecido” a su lecho de dolor, dificultándole la liberación rápida del espíritu.
No basta que el ser humano haya sido educado brillantemente o que posea una cultura adelantada, acumulada a través de los muchos años de estudio, ya que generalmente valoran las cosas del mundo material y confunden el verdadero sentido de la vida del espíritu inmortal con los efectos transitorios de la existencia física. Cuando se enfrentan con el terrible momento de la “muerte”, en donde la vida corporal se escapa sin posibilidad alguna de retención, el miedo domina su cerebro y se apegan desesperadamente a los últimos resquicios de vitalidad, solicitando más tiempo para desatar los lazos de la existencia terrena. Incluso algunos por su tremendo temor y mostrando su disconformidad, terminan por encarcelar su espíritu en el cuerpo agonizante. En vez de predisponer la mente hacia la invitación libertadora del espíritu, prefieren el apego al instinto animal que lucha encarnecidamente para impedir que su espíritu se libere.
También la aflicción, la desesperación y el rechazo de la familia y amigos que le rodean producen filamentos densos de magnetismo que imantan al espíritu desencarnante a su cuerpo material como si fuesen gruesas cuerdas vivas que sostienen el alma en agonía. Entonces, al estar presos en las mallas esclavizantes de la poderosa red magnética, se ven obligados a presenciar los lamentos, gritos y desesperaciones que vibran alrededor de él. Y es tan perjudicial esa afectiva misión, establecida a través de los lazos magnéticos de sus seres queridos, que en muchos casos, algunos espíritus de reconocida elevación espiritual, llegan a programar para que su desencarnació n se produzca durante el sueño o alejados de la familia, con el fin de que los individuos puedan “morir” sosegados. Así, como los desenlaces súbitos ocurridos fuera del hogar en donde la desesperación de los parientes no les puede afectar el espíritu, que ya está liberado de los lazos que le ataban a la vida física.
Es conveniente reflexionar que si para los encarnados la muerte de un familiar significa una tragedia insuperable y a su vez un drama doloroso, el mismo acontecimiento para sus parientes ya desencarnados, se transforma en un hecho jubiloso, pues en realidad se trata del retorno de un ser querido a su verdadero hogar, a la “Patria Espiritual”.
No hay separación absoluta; lo que realmente existe es que el espíritu devuelve a la tierra su vestimenta carnal, usada e inservible, que le fuera prestada para el rápido aprendizaje a través de algunos años terrenales.
La desencarnación tiene características muy particulares; cada uno recoge aquello que siembra, en el tiempo exacto y previsto de la Ley Divina.
Cierto es que en el momento de desencarnar aparecen junto a nosotros espíritus amigos o de familiares que nos asisten en la hora crítica. De eso no tenemos duda. Pero también podremos encontrarnos con dificultades que se anteponen a la mayoría de los desencarnados, principalmente a causa de su comportamiento con otros seres a los que perjudicaron, cuyas influencias amenazan a los recién llegados de la Tierra.
Podremos tener la protección de la asistencia benefactora que nuestros amigos invisibles nos prestan, pero esa defensa dependerá mucho del caudal de virtudes que posea el espíritu desencarnante y del modo como haya vivido en la materia, porque es común, que los encarnados obedecen más a los instintos de las pasiones animales que a la razón espiritual; poco a poco se dejan envolver por las sugestiones maléficas de los malhechores de las sombras, que desde el Más Allá les preparan anticipadamente para que sintonicen mejor con sus vibraciones inferiores.
Es por ello que aún, todavía, estamos a tiempo de preparar el camino de nuestras buenas acciones, pues serán lo único que nos llevaremos cuando esa hora llegue para nosotros. Porque recordemos que la muerte es un fenómeno biológico que transfiere al ser de una realidad hacía otra, sin extinción de la vida.
Juan Miguel Fernández Muñoz
“ Después de mis investigaciones, he llegado a la conclusión de que morir no es otra cosa que expandir la conciencia ”.
- Dr. Raymond Moody -
(Ver el Blog inquietudesespiritas.blogspot.com)
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Tolerancia
La mayor fuerza de la humanidad no consiste en las armas de fuego, puños, ni en un poderío militar, sino en la capacidad de tolerancia.
Todo tipo de fuerza debe inclinarse delante de quien tolera.Hay cuatro principios para la tolerancia :
1. No responder a las blasfemias
Cuando somos insultados, provocados o acusados injustamente debemos responder con el silencio. Si respondemos de la misma forma cuando somos víctimas de la blasfemia, nos igualamos con aquellos que nos insultan, rebajando nuestro nivel. Si nos mantenemos en silencio usándolo como arma contra las blasfemias, evocando la conciencia de quien las pronunció, esta fuerza es, naturalmente, mayor.
2. Mantenerse calmo frente a los infortunios
Cuando nos encontramos con personas que nos quieren incomodar derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma, evitando cualquier confrontación. Si la intención es buscar venganza de un odio momentáneo, no alcanzará el éxito de grandes hazañas.
3. Compasión frente a la envidia y el odio
Frente a la envidia y el odio de otros no responder igualmente con odio y envidia, sino con corazón abierto y alma compasiva, ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra intención pacífica, demostrando así, con educación, nuestra superioridad.
4. Gratitud frente a las difamaciones
Si alguien lo insulta y difama, acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en el pasado y sea agradecido por eso. Cuanto más oscuro es el lugar, mayor es la necesidad de mantener encendida la luz del alma. Por lo tanto, ante las difamaciones, aquellos que nos difaman deben ser influenciados con ética, compasión y misericordia; solamente así la superaremos, con moralidad y tolerancia.
El verdadero vencedor tiene la fuerza de la tolerancia y el coraje de asumirla frente a los insultos y opresiones.
Maestro Hsing Yun
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" Felizmente nos conforta el testimonio de innumerables héroes del trabajo; los permanentes ejemplificadores de la caridad, la constancia en el bien por los vanguardistas en el servicio dignificante, los activos operarios de la mediumnidad ennoblecida y dedicada al socorro espiritual, los incansables divulgadores de la verdad, sin jactancia ni prepotencia, que continúan con el ministerio abrazado, en perfecta sintonía con las Esferas Elevadas de donde proceden".
- Eurípides Barsanulfo (espíritu)- a través de Divaldo Pereira Franco
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AFLICCIONES DEL ALMA
Juan C: Mariani |
Es natural, en este mundo, con sus numerosas peculiaridades, que las preocupaciones de nuestro alrededor consuman buena parte de nuestras energías.
Son los compromisos financieros que hay que pagar, las actividades profesionales que hemos de realizar, la educación propia y la de los hijos que hay que realizar.En fin son muchos y muy variados los compromisos en el día da día que hemos de realizar en este mundo.
Sumados a todos esos compromisos, que hacen el compromiso individual de la persona, asumimos otros, que nos son traídos por el barco de la ilusión, y consentimos que se instalen en las playas de nuestras vidas.
Siendo así, nos permitimos ocupar el tiempo en la lucha sin gloria contra los años, en la ilusión de no envejecer, olvidándonos de que cuidar del cuerpo se hace necesario, si, pero sin exageraciones.
En la búsqueda del bienestar físico, del salario que nos permita la vida confortable, nos dejamos llevar por el querer ganar más, por el exceso de la codicia, utilizando las horas para almacenar, juntar monedas, tener fortuna.
Y, cuando nos damos cuenta, toda nuestra vida está volcada para las cosas materiales. Vivimos todas las horas de nuestros días, para el mundo exterior, y solo para él.
Nos dejamos lentamente olvidar del lama que somos, del Espíritu que habita en un cuerpo y pasamos a vivir como si fuésemos un cuerpo solamente, sin alma.
Nos dejamos lentamente olvidar del lama que somos, del Espíritu que habita en un cuerpo y pasamos a vivir como si fuésemos un cuerpo solamente, sin alma.
Como consecuencia de ese comportamiento, surgen las aflicciones del alma avasalladoras.
Descuidada y casi siempre olvidada, ella adolece por el abandono y descaso, surgiendo luego las aflicciones como consecuencia.
Irrumpen así las distonías mentales, la depresión, la melancolía profunda, el desinterés por la vida.
Muchos afirman que todo eso surge de la nada, de repente, sin causa externa o aparente que pueda ser identificada.
Sin embargo, las aflicciones que toman el alma son apenas el resultado de largo periodo de descuido al que nos entregamos.
Carentes de valores y estructuras nobles para enfrentar los desafíos del mundo moderno, nos aturdimos y nos afligimos.
Como los momentos de reflexión, meditación, autoanálisis no se hacen presentes y, aun, el comportamiento generoso, de solidaridad y gratitud a la vida no se tornó hábito, el alma resecada del investimento en el amor, fácilmente se perturba.De ese modo, si el alma se presenta afligida es porque clama cambios en sus parajes íntimos.
Si la mente, es reflejo del alma, si se perturba, es porque carece del investimento ineludible de nobles valores.
Por tanto, anticiparse a los momentos de desasosiego, buscando evitarlos a través de las actitudes nobles, del buen pensamiento y del auto análisis, es la actitud de sabiduría y madurez ante la vida.
Como enseñaba el dulce Chico Xavier, “El Cristo no pidió mucha cosa, ni exigió que las personas escalasen el Everest o hiciesen grandes sacrificios. El solo pidió que nos amasemos unos a los otros. “
Precisamos desalojar el odio, los celos, la discordia de nosotros mismos, para que podamos llegar a una solución en materia de paz, de modo que podamos sentir que los tiempos son llegados para la felicidad humana.
¿Deseas salir de la depresión, del desanimo? ¡Mira a tu alrededor y sal de ti mismo!
Cuantos aguardan un concurso amigo, buscando una esperanza…
¿Deseas paz en tu vida? ¡Permite que tu corazón se llene de amor y distribúyalo incondicionalmente!...
¿Deseas salud? Cultiva la alegría, los buenos hábitos y buenos pensamientos…
O sea, no hay camino para la paz; la paz es el camino.
No hay camino para el amor; el amor es el camino.