Hoy, de nuevo presentamos:
- Ser conscientes
- Origen espiritual de las enfermedades
- Cortinas de humo
- El espíritu y su evolución
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Ser conscientes
Ser totalmente conscientes de la realidad espírita nos ofrece vastos campos de aprendizaje y de crecimiento pero al mismo tiempo nos entraña una inquietud permanente. Sólo por el trabajo y el esfuerzo en la reforma moral encontraremos la paz del alma, fuente verdadera de felicidad, que podremos atisbar desde esta misma encarnación.
Estar en el mundo sin ser del mundo es una fuerte propuesta que Jesucristo nos hizo para la cual necesitaremos dar primacía en nuestras 24 horas diarias al trabajo en el bien en detrimento del trabajo por nuestro enriquecimiento o por la egoísta actitud de dedicarnos en exclusiva a nosotros mismos.
Como trabajadores de la última hora los espíritas habremos de limar las asperezas de la ignorancia que nos rodea.
La lima que está en nuestras manos es el conocimiento de la Doctrina Espírita que debemos ampliar con método en el estudio recogido y en el centro espírita.
Pasar la lima de la verdad por la sociedad es convertirnos en vivos reflejos de los principios morales en nuestros actos y actitudes. Es también contribuir, en nuestras posibilidades, con la divulgación de los principios espíritas.
Porque la necesidad mayor de los que nos rodean , en nuestro andar cotidiano, no está en el hambre o en las necesidades materiales. La mayor caridad que podemos hacer será la de llevar el gran Consolador, la nueva revelación, poniendo nuestras manos, nuestros corazones y nuestro empeño en colocar al Espiritismo al acceso de todos. Porque los males que nos rodean son internos, las necesidades son morales y las grandes luchas y crisis se encuentran en el dolor, la rebeldía, la incomprensión ante las pruebas y expiaciones que en este planeta aún inferior tocan a cada uno.
La eutanasia podría ser una lógica decisión para aquel que no sabe que después continúan los problemas que precisamente estaba solucionando con la prueba que le había sido impuesta o él mismo había elegido antes de encarnar.
Pero la eutanasia no deja por ello de ser un grave crimen con dolorosas consecuencias. Pretendiendo salir del dolor se contraen nuevos débitos para sufrimientos futuros.
Christopher Reeve, que entró en la inmortallidad del cine como Supermán, justificó que los verdaderos supermanes no se encuentran en la gran pantalla sino entre aquellos que sufren con resignación, buen ánimo y esperanza en las dificultades de la vida.
Loor a todos aquellos que demuestran día a día que la importancia de la vida no está limitada a poder mover unas piernas o unos brazos sino en trasladar la mente y el espíritu a los planos que se deseen.
Reproducido de la editorial de la revista FEE
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Origen espiritual de las enfermedades
La enfermedad no El control de las energías es hecho a través de los pensamientos y de los sentimientos, así que, poseemos energías que nos causan enfermedades porque somos indisciplinados mental y emocionalmente. En el libro “En los Dominios de la Mediumnidad”, André Luiz explica que “así como el cuerpo físico puede ingerir alimentos venenosos que le intoxican los tejidos, también el organismo periespiritual absorbe elementos que le degradan, con reflejos sobre las células materiales.”
Tipos de enfermedades
Podemos clasificar las enfermedades en 3 tipos: físicas, espirituales y atraídas o simbióticas. Las enfermedades físicas son disturbios provocados por algún accidente, exceso de esfuerzo o alimentación exagerada, entre otros, que provocan que uno o más órganos no trabajaren como deberían, creando una indisposición orgánica.
Las enfermedades espirituales son aquellas procedentes de nuestras vibraciones. La acumulación de energía nociva en nuestro periespíritu genera una auto-intoxicación fluídica. Cuando estas energías bajan para el organismo físico, crean un campo energético propicio para la instalación de enfermedades que afectan todos los órganos vitales, como corazón, hígado, pulmones, estómago, etc., atrayendo un camino de sufrimiento.
Las energías nocivas que provocan las enfermedades espirituales pueden tener su origen de reencarnaciones anteriores, que se mantuvieron en el periespíritu enfermo y mientras no son drenadas. En cada reencarnación, ya al nacer o hasta en la vida intrauterina misma, podemos traer los efectos de las energías nocivas presentes en nuestro periespíritu, que se agravan en la medida que acumulamos más energía negativa en la reencarnación actual. Mientras persistan las energías nocivas en el periespíritu la curación no se completará.
Las enfermedades atraídas o simbióticas son aquellas que llegan por medio de una sintonía con fluidos negativos. Lo que una criatura colérica, vibrando siempre maldades y pestilencia, puede atraer es justamente cosas malas.
Esa atracción genera una simbiosis energética en las personas que, por las vías fluídicas, causan en ellas la percepción de que la enfermedad está en su organismo, pero en realidad lo está en el espíritu imantado energéticamente a ellas, provocándoles la sensación de que la enfermedad está en ellas. Pasan a sentir todos los síntomas que el espíritu siente. La persona va al medico y él nada encuentra.
André Luiz afirma que “si la mente encarnada no consigue aún disciplinar y dominar sus emociones y alimenta pasiones (odio, envidia, ideas de venganza), ella entrará en sintonía con los hermanos del plano espiritual que emitirán fluidos maléficos para impregnar el periespíritu del encarnado, intoxicándolo con esas emisiones mentales y pudiendo llevarlo a la enfermedad.
Vivimos hoy en una sociedad de profunda inversión de valores. El valor del ser humano reside en tener, hacer y parecer, en detrimento del Ser. Esa inversión de valores está generando una crisis existencial jamás vista en otros tiempos. Debido a esa fragmentación del ser humano, éste se ha vuelto un “Tener Humano”.
Para la sociedad atormentada en la cual vivimos, los valores materiales vienen en primer lugar. Esa búsqueda por una vida puramente materialista ha producido lo que la medicina y la psicología moderna denominan las enfermedades del sentido: depresión, suicidio, alcoholismo, abuso de las drogas, enfermedades degenerativas, etc. Son pedidos de auxilio de una sociedad atormentada, carente de valores espirituales propios de la criatura humana.
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Cortinas de humo
En un controvertido programa de televisión, se ha discutido recientemente sobre la figura de Jesús de Nazaret, con arreglo a lo que dicen haber encontrado en los llamados evangelios apócrifos.
Que si el cristianismo sitúa su nacimiento en el comienzo del invierno porque es el símbolo de que a partir de esta fecha donde los días comienzan a crecer, la luz va venciendo a las tinieblas; que si Jesús y Cristo fueron dos seres diferentes; de que si Cristo nació unos cinco años antes que Jesús; de que Cristo fue un milagro de Dios que lo transmitió a la persona de Jesús cuando este ya era adulto; que si de niño tenía poderes sobrenaturales que a veces empleó en hacer el mal a otros niños; que si María Magdalena fue o no fue su esposa; que si huyó a Cachemira en donde vivió y murió y fue enterrado junto a su familia, etc.
Puede ser que entre tantas hipótesis haya alguna que pueda contener algo de verdad,... o no.
Como personaje histórico que es Jesús de Nazaret, estos detalles podrían tener alguna importancia, pero desde luego ninguna transcendencia. La única transcendencia que podrían tener es en cuanto a la inseguridad en la que podrían entrar las religiones cristianas al ver peligrar importantes dogmas sobre los que se sustentan, porque son la base fundamental de las mismas, como son los milagros y sobre todo el hecho de la resurrección, si existió o no existió, pues para atribuirle a Jesús su divinidad e identificación como Dios mismo, las religiones se han basado en los hechos milagrosos que relatan los evangelios, especialmente el suceso de la resurrección que nos abre las puertas a creer que los demás humanos también resucitaremos de la muerte, en lo que llaman "el último día", que para unos será cuando el mundo se acabe,( creyendo textualmente en el Apocalipsis), y para otros ya es después de que la muerte nos visita y nos lleva a lo que llaman "más allá" o al Cielo. Y es que las religiones han de velar mucho por la integridad y la sustentación de sus dogmas, porque si uno de ellos cae, se corre el riesgo inmediato de un " efecto dominó": los demás también caen con la caída religiosa y estrepitosa correspondiente, y lo que es peor: por ende otras muchas religiones también irían detrás en la caída, pues enseguida se crearía la inseguridad de que todas son falsas o al menos ninguna de ellas contiene la Verdad absoluta, como así es.
Sin embargo me parece que esta discusión y estas hipótesis alrededor de la figura humana de Jesús, son más bien desarrolladoras de novelas y guiones cinematográficos, antes que de una importancia transcendente para el ser humano, pues con esta clase de debates televisivos y novelescos, que aportan tan poco para que el ser humano mejore y progrese moralmente, haciendo con ello progresar el mundo, se crean- como digo- a modo de cortinas de humo que intentan apartarnos o de fijar la vista en lo que de verdad importa. Y esto no es otra cosa que la enseñanza y el ejemplo moral profundo que se extrae de cada relato de los evangelios.
Por el Espiritismo, que con sus amplias enseñanzas morales evangélicas, se nos confirma, - y cuanto más lo conocemos, más lo estudiamos y más lo analizamos, más se nos confirma-, como el Consolador que prometió Jesús , pues en la Codificación Kardeciana, elevados espíritus en cuanto a su nivel moral e intelectual, nos afirman en elevados mensajes de transcendencia moral, en los que reconocen a Jesús como el Ser humano más perfecto que encarnó jamás en la Tierra y al que podemos tomar como máximo modelo de perfección moral , y no solamente acreditan su existencia en los lugares y épocas señaladas por los Evangelios, sino sobre todo la enseñanza moral profunda que Él dejó y que está contenida en los mismos. El Espiritismo es el Paráclito que llegó- conforme a lo que El prometió-, para recordarnos y enseñarnos más cosas de cuanto El ya dejó dicho con la palabra y con el ejemplo, y estas enseñanzas y relatos, no fueron escritos por El mismo ni por ningún escritor o biógrafo de la época, sino por diversos y sencillos personajes que , o bien fueron testigos de los hechos, o bien fueron depositarios de los relatos de los mismos que en un comienzo del Cristianismo, cierto tiempo después de la muerte de Jesús, e inspirados desde planos espirituales, hicieron de cronistas de su historia y enseñanzas, con el fin de que la humanidad no lo olvidase y se pudiera comenzar a desenvolver con arreglo a la luz de las mismas.
Las circunstancias humanas de Jesús no dejan de ser una curiosidad que en sí mismas no aportan nada al ser humano en su desarrollo, pero la esencia moral evangélica de sus enseñanzas y ejemplos, si que aportan , y mucho, para que podamos alcanzar esos objetivos de progreso que todos sentimos como íntima aspiración en el fondo de nuestras almas, pues creemos que dentro del orden y la perfección del universo del cual formamos parte, si el caos y la maldad reinante en el género humano y en nuestro mundo, no tuvieran un final, para transformarse e integrarse en esa perfección de bondad y orden que se reflejan en la Naturaleza y en el Universo todo, esta transformación, - como digo -, es no solo posible, sino necesaria e inevitable, y la aportación de la moral de Jesús Cristo, es esencial para que la alcancemos y dejemos de ser como huesos dislocados dentro del gran organismo que es la Naturaleza entera, pues El en verdad , es el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie va al Padre si no es por El ( por sus enseñanzas). Por tanto el foco de nuestra atención no se debiera centrar en esas cuestiones por ser un tanto baladíes, sino en lo que de verdad importa: Qué nos enseñó con su palabra y su ejemplo, y para que sirve al ser humano conocer y aceptar el camino en la vida que supone el vivir y actuar con arrreglo a esas enseñanzas.
Realmente , estos debates y novelas pueden llegar a desconcertar a muchos y a hacerles dudar en cuanto a la existencia y persona de Jesús, y por tanto de cuanto este dijo o enseñó, Pero la cortina de humo que parece que con estos debates y novelas quieren hechar sobre la parte moral de Jesús, que al fin y al cabo es la importante y transcendente, se la hechan los mismos que centran su existencia en divagar sobre estos asuntos relacionados con su parte humana, y que no conducen a ninguna parte e impiden muchas veces ver y comprender lo que realmente interesa.
Quien tiene su fe asentada como una casa sobre las arenas movedizas del debate, la duda y la fantasía, sin duda al primer soplo de una tormenta, esta se derrumbará, pero quien la tiene bien asentada sobre la roca del enfoque correcto, la lógica y la coherencia, no temerá que ninguna tormenta y menos aún de tipo novelesco, la pueda derrumbar.
- José Luis Martín -
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EL ESPIRITU Y SU EVOLUCION
ESPÍRITU Y SU EVOLUCIÓN
Allan Kardec definió el Espiritismo como “la doctrina que trata y estudia el origen, la naturaleza y el destino de los espíritus”. Lo cual quiere decir, ni más ni menos, lo que ya desde la más remota antigüedad se preguntaban los filósofos de aquellos tiempos, es decir: quién soy, de dónde vengo y a dónde voy.
El Espíritu, es el principio inteligente del Universo, la centella divina emanada de Dios, Su Creador, que desciende al mundo material para desarrollar el germen que posee en sí mismo con todos los atributos de la Divinidad y con todas las facultades que están destinadas a convertirle, por medio del trabajo y del esfuerzo personal, en un ser superior capaz de conquistar la Sabiduría y el Amor.
Esa chispa divina, como simple principio espiritual, sin conciencia de sí mismo, en su evolución, pasa por los tres reinos de la naturaleza: el mineral, el vegetal y el animal, deteniéndose en cada uno de ellos miles y miles de años, desarrollándose y adquiriendo las experiencias que cada forma de vida podía ofrecerle.
Esta evolución del principio espiritual, siempre ha ido unida a una evolución de la materia que le servía de instrumento y de medio de manifestación, en una transformación continuada hacia formas cada vez más complejas en lo morfológico y un desarrollo constante y progresivo en lo psíquico, a través de la acumulación de informaciones, porque todas las experiencias pasadas y todas las vivencias sufridas las ha ido archivando y recogiendo el principio espiritual en su psiquismo.
De esta manera y forma, después de múltiples y sucesivas repeticiones, el principio espiritual se va desarrollando, hasta tal punto que le faculta y prepara para dar el paso más importante en su evolución hasta el momento: la adquisición de conciencia propia.
Para ello, este principio espiritual, una vez finalizado todo este periplo de existencias de miles y miles de años, es preparado en el Mundo Espiritual, para sufrir la transformación necesaria que le convierta ya en espíritu individualizado, y poder continuar en su evolución dando un salto hacia un nuevo reino: el reino hominal, ensayando en una nueva forma aún más compleja y perfecta que las anteriores: el cuerpo humano, aunque, lógicamente, al principio sea en cuerpos primitivos y rudimentarios.
Es decir, que en el hombre, este principio espiritual, es ya un espíritu individualizado, con conciencia propia, que empieza a desarrollar su razón y que tiene la capacidad analítica de sentir y saber que existe por medio de su propio raciocinio.
EL HOMBRE COMO UN SER DE TRIPLE NATURALEZA
El hombre es un ser complejo, compuesto por una triple naturaleza: humana, astral y espiritual, es decir, cuerpo carnal, cuerpo fluídico y alma o espíritu.
.El cuerpo carnal es temporal y transitorio, estando destinado a la desintegración total y su función es la de servir como instrumento y medio de manifestación del espíritu en el mundo material.
.El cuerpo fluídico o periespíritu es inmortal, envuelve, configura e identifica al espíritu, evolucionando paralelamente a la propia evolución éste. Es una organización viva, en la cual se imprimen y repercuten todos los acontecimientos que impresionan la mente del propio espíritu, por lo que toda su historia está grabada y se refleja en él. Su función es la de servir como intermediario entre el espíritu y la materia.
.El espíritu es eterno y constituye en el hombre su verdadera individualidad, individualidad que mantiene a través de todas sus existencias. De él irradia la vida, la inteligencia, la voluntad y el sentimiento; el Espíritu es quien piensa, quien desea, quien siente y quien ama.
Aunque cada uno de estos principios (el humano, el astral y el espiritual) tienen sus propias características, funcionan como un sistema y un conjunto organizado y coordinado: el espíritu quiere, el periespíritu o cuerpo fluídico transmite y el cuerpo físico ejecuta; y en sentido contrario, donde el cuerpo físico recibe, el periespíritu transmite y el espíritu siente.
Espíritu y cuerpo, mente y materia, son complementos uno del otro, que se interrelacionan constantemente a través del periespíritu, quien se encarga de plasmar las necesidades evolutivas del espíritu en la forma física. Sin esta visión global de la realidad del hombre, basada en el espíritu y en los reflejos de su psiquismo en el cuerpo físico, su análisis es siempre deficiente e incompleto.
Y de tal manera esto es así, que la gran mayoría de enfermedades que sufre el hombre, no son más que las faltas e imperfecciones provenientes de su espíritu, que se manifiestan en el cuerpo físico. Y que mientras que para el ser humano, la salud significa el equilibrio perfecto de sus órganos físicos, para el mundo espiritual, la salud es la perfecta armonía del espíritu. Por eso, el mejor remedio para cuidar la salud del cuerpo, es cuidar primero la salud del espíritu.
Tengamos en cuenta que el hombre no es que tenga un espíritu, sino que es un espíritu encarnado; el hombre no es un cuerpo con un espíritu, sino que es un espíritu que da vida a un cuerpo.
APARECE EL LIBRE ALBEDRÍO
A diferencia de los otros reinos de la Naturaleza por los que ha transitado, sin más preocupación que dejarse llevar por la inercia de las propias leyes de la vida física, ahora se encuentra, el espíritu, que esta adquisición de conciencia propia y capacidad de raciocinio, hace que se enfrente, por primera vez, a la situación de tener que escoger y tomar decisiones propias. Es decir, aparece el libre albedrío. Y con él, la responsabilidad del hombre por sus actos.
Y será, precisamente, del buen o mal uso que el hombre haga de este libre albedrío, lo que va a marcar, a partir de este instante, su futura evolución. Y este buen o mal uso, dependerá de respetar y seguir las Leyes Divinas, las Leyes de Dios, (únicas Leyes que rigen la Vida) basadas en el Amor y la Fraternidad entre todas las criaturas.
En las primeras etapas como hombre, la capacidad de utilizar este libre albedrío es mínima, porque esta capacidad, lógicamente, va en relación directa con la propia evolución del espíritu. Es decir, que a menos evolución, menos capacidad de ejercitar el libre albedrío y también menos responsabilidad; y que a más evolución, más capacidad de poder ejercitar el libre albedrío, pero también, entonces, más responsabilidad.
Por tanto, a partir de este momento, el hombre deberá luchar contra los instintos y bajas pasiones que trae de la vida animal e inferior que aún arrastra y desarrollar los atributos de Dios existentes en su intimidad espiritual. El hombre viejo, producto de los instintos de la animalidad, debe desaparecer para dejar paso al hombre nuevo, en quien deben predominar los sentimientos y la razón, el Amor y la Sabiduría.
Y que para lograr eso, el hombre debe contar, básicamente, con su trabajo y esfuerzo personal. No hay gracias ni favoritismos para nadie, cada uno de nosotros tendrá que caminar con sus propios pies.
EL HOMBRE ES EL AUTOR DE SU PROPIO DESTINO
Y si hasta llegar a su condición de espíritu, esta chispa divina, este principio espiritual ha tardado milenios, a partir de ahora su evolución no será distinta, porque el espíritu no podrá, en una sola existencia como hombre, conquistar esa perfección en el Amor y la Sabiduría, sino que, por el contrario, necesitará de muchas existencias físicas, de todas las que sean necesarias.
Y como la vida eterna es una sucesión de existencias entrelazadas y relacionadas todas entre ellas, es lógico y justo que en una vida se tenga que arreglar lo que en otra vida se ha estropeado, y, por el contrario, de lo que se ha obrado hoy correctamente, es justo que se reciba su beneficio en un futuro. Es decir, que con el libre albedrío, aparece también la Ley del Karma o Ley de causa y efecto, que será la encargada de regularizar estas acciones del hombre.
Por lo tanto, el hombre, con su libre albedrío, tendrá libertad para obrar, pero fatalidad para recoger sus resultados, es decir, que el hombre es el autor de su propio destino y personalmente responsable por los efectos buenos o malos que resulten de sus acciones. Dicho de otro modo: la siembra es libre, pero la cosecha será obligatoria.
Seamos conscientes de que cada espíritu trae al reencarnar un programa de vida establecido, donde están previstas sus metas mínimas y máximas, dentro de un tiempo determinado, siendo cada vida trazada por lo Alto, bajo el más elevado sentido de Justicia, y que detrás de cada existencia hay todo un trabajo de estudio, preparación y seguimiento desde el mundo espiritual, con el único fin de que el hombre pueda reparar sus errores, reestablecer el equilibrio roto y progresar en su evolución.
Y a partir de ahí, nada sucede por casualidad, pues los acontecimientos o hechos importantes que le ocurran al hombre, no serán más que la consecuencia de sus actos y conducta pasada.
Y que estos acontecimientos o sucesos que nosotros no desencadenamos conscientemente, por muy lamentables que sean, es porque los merecemos, y que, esto que ahora juzgamos como malo o perjudicial, podemos estar bien seguros de que es lo que necesitamos para nuestro aprendizaje y lo mejor para nuestro proceso evolutivo.
Dios nos ha dado el libre albedrío y nosotros hemos creamos la fatalidad, por eso, esos sucesos que normalmente se atribuyen al destino o a la mala estrella de cada uno, no son sino “artimañas” de las que se sirve la Justicia Divina para alcanzar a aquellos que han infringido sus normas y proporcionar al espíritu trasgresor de las Leyes Divinas, la posibilidad de integrarse de nuevo a ellas.
Sepamos, pues, aceptar con optimismo esas pruebas que se nos puedan presentar, sufriendo sus cargas con esperanza en el futuro, sin aumentar sus efectos con la desesperación y con la rebeldía.
Pero no nos confundamos, porque esta aceptación o resignación, no debe entenderse como un conformismo absoluto que lleve al hombre al abandono y a la renuncia de intentar hacer cualquier acción para mejorar la situación en la que se ha encontrado, porque el peor de los sufrimientos siempre es temporal y provisorio, y durará solamente hasta que se agote la causa que lo originó, y nosotros no sabemos cuál es el alcance real de esta situación, y en cualquier momento ésta puede cambiar.
Pero no nos confundamos, porque esta aceptación o resignación, no debe entenderse como un conformismo absoluto que lleve al hombre al abandono y a la renuncia de intentar hacer cualquier acción para mejorar la situación en la que se ha encontrado, porque el peor de los sufrimientos siempre es temporal y provisorio, y durará solamente hasta que se agote la causa que lo originó, y nosotros no sabemos cuál es el alcance real de esta situación, y en cualquier momento ésta puede cambiar.
Confiemos en Dios, por que Él sabe siempre lo que es mejor para cada una de sus criaturas y estemos convencidos de que no cae una sola hoja de un árbol sin que Él lo sepa y lo permita.
Pero para entender bien todo ello, es imprescindible considerar todos los hechos y acontecimientos desde el punto de vista espiritual y contemplar la presente existencia sólo como un eslabón más en la cadena de toda la trayectoria del espíritu, ya sea como encarnado en sus sucesivas vidas o como desencarnado. Y que con la muerte o desencarnación (que no es más que la separación del espíritu del cuerpo carnal), el espíritu vuelve al mundo espiritual con todas las características particulares que le son propias, con los mismos sentimientos y con las mismas pasiones, con las mismas virtudes y con los mismos defectos que tenía mientras estaba encarnado, formando ambos estados, el físico y el espiritual, un conjunto armónico, donde las experiencias vividas en una parte, repercuten en la otra y viceversa.
En consecuencia, juzgar algo teniendo en cuenta sólo esta presente vida es un enfoque erróneo, desvirtuado e incompleto, que nos llevará a no entender nada, a caer en la incredulidad y la negación de la Justicia y Misericordia de Dios.
CONCLUSIONES Y CONSECUENCIAS MORALES
Y como consecuencia de todo lo expuesto hasta aquí, creo sinceramente, que si se es plenamente consciente y se ha entendido en toda su dimensión y transcendencia la auténtica realidad del espíritu, su origen, su destino y las leyes que rigen su evolución, se tiene que extraer de ello una serie de conclusiones y consecuencias morales que, por fuerza, si son llevadas a la práctica, han de servir para una revolución moral y espiritual capaz de transformar al hombre y, por correlación, a toda la humanidad:
1º - Dios como Creador y Causa primera de todas las cosas. Es todo Amor, Justicia y Misericordia. Sin esta premisa, todo lo demás carece de fundamento y de sentido.
2º - El único Determinismo que existe por parte de Dios es que reine el Amor entre todas sus criaturas y de que todos hemos sido creados para alcanzar el mismo destino: la perfección Moral y la Sabiduría.
3º - Si todos somos creados de la misma manera y todos tenemos un mismo origen y un mismo destino, ello quiere decir que todos somos iguales, y que las diferencias que se aprecian entre los hombres, son tan sólo transitorias y debidas únicamente al mayor o menor bagaje espiritual momentáneo de cada uno.
4º - Por tanto, el Espiritismo me ayuda y me enseña a ser más tolerante y condescendiente con los defectos y errores de los demás, porque me hace reflexionar que la falta que ha cometido mi semejante y que yo ahora estoy a punto de juzgar, tal vez sea la misma falta que haya podido cometer yo en el pasado.
5º - Con sus enseñanzas, la Doctrina Espirita me hace reflexionar en lo absurdo de algunos problemas que todavía hoy en día enfrentan a la humanidad, como son el racismo o los nacionalismos mal entendidos y extremistas. Porque con sus aclaraciones sobre la reencarnación, comprendo que las razas, producto de un determinado color de piel o de una determinada situación geográfica, son meramente transitorias y circunstanciales, y que quien hoy se vanagloria de pertenecer a la raza blanca, en el pasado pudo encarnar en un cuerpo de color o en el futuro, si sus necesidades evolutivas así lo exigen, puede nacer en una familia de cualquier otra raza.
Y que quien hoy defiende con apasionamiento la bandera de una determinada nación, mañana puede reencarnar bajo la bandera del país contrario.
Por lo tanto, seamos conscientes de que raza solamente existe una: la raza espiritual, hija toda del mismo Creador, y de que patria también sólo existe una; la patria espiritual universal, sin barreras ni límites de ningún tipo, sólo los que marquen la particular evolución de cada uno.
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