ÚLTIMOS TEMAS OFRECIDOS :
- El libre albedrío y el otro
-Médiums y Mediumnidades
-Fenómenos Psicofísicos de naturaleza espiritual
-¿El proceso de la Reencarnación es igual para todos los Espíritus?
¡El hombre es libre! ¿Por qué? Se puede decir que goza de libertad por ser dueño de su pensamiento. ¿Pero, solamente por este motivo el hombre puede ser considerado absolutamente libre o, en realidad, es limitado en sus acciones? ¿Dios es responsable o controlador de la libertad del hombre? ¿Y la sociedad donde se coloca en esta cuestión? ¿Existe la libertad colectiva o ella es totalmente individual? ¿El hombre puede ser responsable por tener o no tener libertad? ¿Depende solamente de él su libertad? ¿Es la justicia espiritual o la justicia de la tierra que libra al hombre?
He aquí una gran cuestión para analizar: ¿Qué es la libertad? Hágase un análisis de la naturaleza a través de detenida observación y se entenderá que hay de detrás de todas las obras, el Creador.
Se llega a esa conclusión por la magnanimidad, por el orden y equilibrio de las leyes naturales. Todo funciona perfectamente bien: las estrellas no se chocan, los mares suben después bajan, el sol aparece por la mañana y se pone al atardecer, de ahí surge la luna, de una pequeña semillita se obtiene un frondoso árbol. Los ríos nacen, crecen, corren entre las montañas y los animales viven de acuerdo con esa naturaleza, y dependen intensamente de ella.
¿Hay un Dios que todo cuida y controla?
Lo que se puede entender es que existen sistemas que funcionan en la naturaleza; son las leyes naturales que administran la tierra, los planetas. El caos y el equilibrio dan el sentido de la vida en el universo. ¿El hombre está sujeto a esas leyes naturales? Se observa que el hombre, el espíritu encarnado, vive de acuerdo y en consonancia con la naturaleza y que depende de ella, si, pero por su pensamiento e inteligencia se diferencia de todos los otros seres.
En cuanto a los animales dependen de las estaciones climáticas para sobrevivir, el hombre se protege por el uso de ropas y equipamientos y, así, avanza en tecnología y en conocimiento, pues él, el hombre, hace uso de una gran ley universal llamada libre albedrío. La ley del libre albedrío, abarca al ser inteligente como un todo, si de un lado tiene la libertad de pensar, de actuar, de crear, por otro lado es totalmente responsable por las consecuencias de sus actos, sean ellos buenos o malos.
La ley es inexorable: ¡planto, recogió!
El hombre, siendo un ser social, no vive solo, sino en grupos de individuos, que son parte de la sociedad y componen la cultura de una determinada región, de un pueblo, de diversos pueblos, que a su vez componen la masa de la población de la tierra, que es parte de la humanidad. Los individuos están intrínsecamente unidos por sus necesidades.
El hombre solo no es capaz de realizarse. Necesita de los diferentes para el propio autoconocimiento. Así, su vida está pautada por sus acciones que interfieren en la vida de otros y por las acciones de terceros que interfieren en su propia vida. Hay un intercambio de acciones que a todos alcanza e influencia, individualmente o colectivamente.
Si, por un lado, hay el libre albedrío, de acción, hay también la responsabilidad por la acción, cuyas consecuencias podrán causar problemas a otro. ¿Entonces, el hombre no es libre para actuar, pues tiene que respetar el derecho y los límites del otro? La acción es libre, pero sus consecuencias deben ser objeto de preocupación, es aquí que podrá interferir en el derecho del otro. Así, hay libre albedrío para el hombre actuar de acuerdo con su pensamiento, sus sentimientos, su voluntad, sus percepciones y su autoconocimiento, pero que está arrastrando las consecuencias de los propios actos, las limitaciones de cada situación y, principalmente, en lo que se refiere al respeto de los derechos del otro individuo, que a su vez, goza y disfruta de la misma libertad de pensamiento, de los mismos derechos y obligaciones inherentes al ser humano.
¡Consideradas esas situaciones dentro de la sociedad humana, se concluye que el hombre es libre!
Alvino Chiaramonti
Extraído de la Revista Ser Espirita
Traducido por Jacob
Extraído de la Revista Ser Espirita
Traducido por Jacob
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MÉDIUMS Y MEDIUMNIDADES
En el variado caleidoscopio de las facultades mediúmnicas, siempre se encontrarán expresiones nuevas y personales que se presentan según el grado de evolución que tenga cada criatura, así como de sus valores morales e intelectuales que acompañan a los objetivos de su existencia corporal. Por eso podemos afirmar que aunque de forma general todos los médiums tienen síntomas parecidos, de forma particular cada médium tiene sus propias características.
A través de las innumerables manifestaciones, podemos encontrar la unidad del fenómeno por cuyo medio se identifican los portadores de la naturaleza mediúmnica. Para realizar un estudio correcto de las mediumnidades y de los médiums, no se puede colocar a la doctrina espírita en un segundo plano, porque es la luz que penetra en los recintos más ocultos, liberándolos de los mitos y actualizándolos conforme a las leyes naturales que rigen la vida.
Particularmente “El Libro de los Médiums”, que es el compendio insuperable para poder entender la seriedad de la percepción mediúmnica y de cómo se deben comportar aquellos que son portadores de ella.
En su condición de sabio observador Allan Kardec fue capaz de sustraer, del aparente entretenimiento frívolo de las “mesas giratorias y parlantes”, una doctrina seria, muy profunda, que lo colocó al lado de los grandes benefactores de la humanidad. No se detuvo ante el deslumbramiento del acto, sino que fue más allá y vio el efecto inteligente, que estaba constituido por las respuestas dadas por las mesas, analizó las causas y fue encontrando así a los espíritus, que eran los verdaderos agentes.
Por medio de un trabajo meticuloso de investigación, desmitificó lo sobrenatural y lo milagroso de los actos que pasaron a formar parte del área de fenómenos de las manifestaciones paranormales inherentes a la naturaleza humana. Por ejemplo, Francisco Redi observando a las moscas, reparó que colocaban sus huevos en las carnes para que puedan surgir las larvas, al cubrir la carne con una gaza echó por tierra el concepto de la generación espontánea. Antes de él, Galileo, Copérnico y otros, cuando estudiaron los movimientos de los astros, rectificaron el antiguo concepto del sistema geocéntrico.
Cuando Pasteur se dio cuenta de la posibilidad de la existencia de microorganismos, utilizó equipos especiales y abrió un horizonte infinito para la ciencia. Es inmensa la galería de los sabios observadores de los fenómenos de la naturaleza.
Los espíritus, que eran considerados los muertos, los dormidos o los separados, a partir de ese momento regresaron a la realidad del pensamiento y alteraron profundamente el comportamiento humano. Junto con ello también surgió la constatación de una vida futura y de cómo ésta continúa en relación a cada individuo, sin tener un orden fijo que estuviera establecido en la rigidez dogmática vigente en el pasado. Se ampliaron los paisajes del más allá y se alteraron las ideas con respecto a la justicia divina.
El hombre siembra y cosecha su destino al mismo tiempo, siempre pudiendo modificarlo según sus actos, jamás sometido por obligación a los caprichos de un infeliz determinismo. Es para ese objetivo que los médiums fueron llamados a abandonar los adornos falsos con los que fueron disfrazados a través de la historia, surgiendo así como personas comunes con personalidades humanas, sin las malas interpretaciones con las que en el pasado fueron tipificados en períodos en donde tuvieron un papel importante.
La mediumnidad siempre es una percepción moralmente neutra, y los efectos de su uso son compatibles con los valores éticos y morales de aquellos que la tienen. Eso sí, los médiums no son santos, apóstoles o misioneros, sino hombres que están sujetos a grandezas y miserias, así como ocurre con todos los demás individuos.
Conforme la mediumnidad se va volviendo común, aparecen un número mayor de médiums a cada día, pues ya no están bajo el yugo de la persecución, ni de la ignorancia castrante o del misterio por el desconocimiento de los fenómenos, con ello surgen nuevas fantasías y una fascinación alrededor de sus figuras, situación que merece un examen crítico, una observación cuidadosa y advertencias honestas.
La mediumnidad no es señal de santidad ni de divinidad. Apenas constituye un medio para entrar en contacto con las almas que vivieron en la Tierra, por ello los médiums son los más responsables, pues es por su intermedio que se posee la prueba de la sobrevivencia que llega a todos.
El respeto y la dedicación que los médiums impongan a su trabajo será lo que los acreditará para la estima y la admiración del prójimo, como suele suceder con cualquier persona que se dedica a la más oscura o importante actividad. Los mensajes que obtengan, así como sus consejos y comportamientos, merecen un análisis fraterno, con la finalidad de que no sean “ciegos conduciendo a otros ciegos”, que es a lo que se refiere el evangelio. Que traten de ejercer la mediumnidad, evitando la presunción de volverse portadores de misiones extraordinarias, especiales e infalibles.
El viaje humano es siempre susceptible de fracasos, de equivocaciones y de nuevos comienzos. Por otro lado, la mediumnidad aplicada al servicio del bien, se puede convertir para el portador, en un instrumento de luz, así como para todos aquellos que la buscan. Pero debemos tener presente que nunca se debe abdicar al derecho de la duda saludable y al cuidado con relación a las revelaciones sensacionalistas, así como de las opiniones precipitadas que se hacen en áreas que competen opinar a la ciencia y a sus estudiosos.
Pensando en los obstáculos y en las bendiciones que fluyen después de la vivencia mediúmnica y del comportamiento de los médiums, decidimos examinar algunas de estas facultades, así como a sus instrumentos, ya que en la actualidad tienen poca atención y mucha popularidad, igualmente lo hacemos pensando en la necesidad de llamar la atención hacia la doctrina espírita que está sobre cualquier concepto de revisionismo y de superación científica.
Vianna de Carvalho
A través de las innumerables manifestaciones, podemos encontrar la unidad del fenómeno por cuyo medio se identifican los portadores de la naturaleza mediúmnica. Para realizar un estudio correcto de las mediumnidades y de los médiums, no se puede colocar a la doctrina espírita en un segundo plano, porque es la luz que penetra en los recintos más ocultos, liberándolos de los mitos y actualizándolos conforme a las leyes naturales que rigen la vida.
Particularmente “El Libro de los Médiums”, que es el compendio insuperable para poder entender la seriedad de la percepción mediúmnica y de cómo se deben comportar aquellos que son portadores de ella.
En su condición de sabio observador Allan Kardec fue capaz de sustraer, del aparente entretenimiento frívolo de las “mesas giratorias y parlantes”, una doctrina seria, muy profunda, que lo colocó al lado de los grandes benefactores de la humanidad. No se detuvo ante el deslumbramiento del acto, sino que fue más allá y vio el efecto inteligente, que estaba constituido por las respuestas dadas por las mesas, analizó las causas y fue encontrando así a los espíritus, que eran los verdaderos agentes.
Por medio de un trabajo meticuloso de investigación, desmitificó lo sobrenatural y lo milagroso de los actos que pasaron a formar parte del área de fenómenos de las manifestaciones paranormales inherentes a la naturaleza humana. Por ejemplo, Francisco Redi observando a las moscas, reparó que colocaban sus huevos en las carnes para que puedan surgir las larvas, al cubrir la carne con una gaza echó por tierra el concepto de la generación espontánea. Antes de él, Galileo, Copérnico y otros, cuando estudiaron los movimientos de los astros, rectificaron el antiguo concepto del sistema geocéntrico.
Cuando Pasteur se dio cuenta de la posibilidad de la existencia de microorganismos, utilizó equipos especiales y abrió un horizonte infinito para la ciencia. Es inmensa la galería de los sabios observadores de los fenómenos de la naturaleza.
Los espíritus, que eran considerados los muertos, los dormidos o los separados, a partir de ese momento regresaron a la realidad del pensamiento y alteraron profundamente el comportamiento humano. Junto con ello también surgió la constatación de una vida futura y de cómo ésta continúa en relación a cada individuo, sin tener un orden fijo que estuviera establecido en la rigidez dogmática vigente en el pasado. Se ampliaron los paisajes del más allá y se alteraron las ideas con respecto a la justicia divina.
El hombre siembra y cosecha su destino al mismo tiempo, siempre pudiendo modificarlo según sus actos, jamás sometido por obligación a los caprichos de un infeliz determinismo. Es para ese objetivo que los médiums fueron llamados a abandonar los adornos falsos con los que fueron disfrazados a través de la historia, surgiendo así como personas comunes con personalidades humanas, sin las malas interpretaciones con las que en el pasado fueron tipificados en períodos en donde tuvieron un papel importante.
La mediumnidad siempre es una percepción moralmente neutra, y los efectos de su uso son compatibles con los valores éticos y morales de aquellos que la tienen. Eso sí, los médiums no son santos, apóstoles o misioneros, sino hombres que están sujetos a grandezas y miserias, así como ocurre con todos los demás individuos.
Conforme la mediumnidad se va volviendo común, aparecen un número mayor de médiums a cada día, pues ya no están bajo el yugo de la persecución, ni de la ignorancia castrante o del misterio por el desconocimiento de los fenómenos, con ello surgen nuevas fantasías y una fascinación alrededor de sus figuras, situación que merece un examen crítico, una observación cuidadosa y advertencias honestas.
La mediumnidad no es señal de santidad ni de divinidad. Apenas constituye un medio para entrar en contacto con las almas que vivieron en la Tierra, por ello los médiums son los más responsables, pues es por su intermedio que se posee la prueba de la sobrevivencia que llega a todos.
El respeto y la dedicación que los médiums impongan a su trabajo será lo que los acreditará para la estima y la admiración del prójimo, como suele suceder con cualquier persona que se dedica a la más oscura o importante actividad. Los mensajes que obtengan, así como sus consejos y comportamientos, merecen un análisis fraterno, con la finalidad de que no sean “ciegos conduciendo a otros ciegos”, que es a lo que se refiere el evangelio. Que traten de ejercer la mediumnidad, evitando la presunción de volverse portadores de misiones extraordinarias, especiales e infalibles.
El viaje humano es siempre susceptible de fracasos, de equivocaciones y de nuevos comienzos. Por otro lado, la mediumnidad aplicada al servicio del bien, se puede convertir para el portador, en un instrumento de luz, así como para todos aquellos que la buscan. Pero debemos tener presente que nunca se debe abdicar al derecho de la duda saludable y al cuidado con relación a las revelaciones sensacionalistas, así como de las opiniones precipitadas que se hacen en áreas que competen opinar a la ciencia y a sus estudiosos.
Pensando en los obstáculos y en las bendiciones que fluyen después de la vivencia mediúmnica y del comportamiento de los médiums, decidimos examinar algunas de estas facultades, así como a sus instrumentos, ya que en la actualidad tienen poca atención y mucha popularidad, igualmente lo hacemos pensando en la necesidad de llamar la atención hacia la doctrina espírita que está sobre cualquier concepto de revisionismo y de superación científica.
Vianna de Carvalho
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Fenómenos psicofísicos de naturaleza espiritual
Parte 1
La doctrina espírita contiene en sus fundamentos una serie de informaciones que nos permiten identificar una “clase especial de fenómenos” que sugerimos tratarse de fenómenos “psicofísicos de naturaleza espiritual”. Corresponden al proceso de actuación del alma en el cuerpo físico.
Es muy fácil que reconozcamos los fenómenos de la realidad física y de la esfera psicológica que forman parte de toda nuestra vida. Queremos, sin embargo, poner en relevancia otra clase de fenómenos que sólo la actuación del Espíritu es capaz de explicar.
En el mundo físico conocemos la naturaleza de la materia y los procesos que rigen su movimiento y sus combinaciones. En el mundo psicológico identificamos los mecanismos inconscientes que imponen nuestros comportamientos y aprisionan nuestros deseos.
En el dominio espiritual la literatura, especialmente de Kardec, André Luiz y Emmanuel, ya nos indicó mecanismos interesantes que actúan en la interfase cuerpo/alma.
El paradigma actual de la Medicina, aunque haya esclarecido gran parte de la anatomía y de la fisiología del organismo humano, no tiene alcance suficiente para percibir o interpretar el complejo mecanismo de actuación del Espíritu sobre el cuerpo. Ese será, posiblemente, el mayor descubrimiento de la Ciencia.
Una modelo interesante para ejemplificar la extensión de esa dificultad es vista en la glándula pineal. Conocemos su anatomía minúscula, su relación con los ritmos biológicos, su sensibilidad a la luz, su precaria conexión con el cerebro, su producción química modesta y su expresión clínica poco significativa. Por eso es por lo que causaron sorpresa los relatos que nos llegaron de la espiritualidad, apuntando expresivas actividades de la glándula pineal, que superaban lo que hasta hoy fuimos capaces de constatar con nuestros estudios macro o microscópicos.
Necesitamos dejar claro que lo que observamos “del lado de acá” es sólo la expresión anatomo-funcional de la glándula. Por no tener los instrumentos de acceso al mundo espiritual, no sabemos como es que se procesa su actividad en la interacción cerebro/mente. Podemos identificar las células de la pineal y su micro estructura, registrar sus cambios metabólicos, identificar las secreciones de los humores y la transmisión de los influjos nerviosos. Sin embargo, en el dominio de la actividad espiritual, los posibles componentes, y cómo actúan, son aún indetectable por nuestros instrumentos. Extrapolar nuestro conocimiento “de aquí para allá” aún permanece en el campo de la metafísica.
No sería prudente imaginar que “por aquí” podremos un día conocer toda la extensión de ese fenómeno que llamamos de “psicofísico de naturaleza espiritual”, presuponiendo, de antemano, que “del lado de allá” la dinámica espiritual del fenómeno es mucho más amplia y significativa que nuestra anatomía puede registrar.
Aprendemos con la Doctrina Espírita que existen tres elementos fundamentales que dirigen la fisiología de los procesos orgánicos que condicionan la vida: el Espíritu, el Periespíritu y los Fluidos que intermedian la intercesión cuerpo/alma.
Nos parece innecesario anotar los detalles ya bien conocidos de los tres. Los libros básicos de la Doctrina son suficientes. Nuestro propósito será el de apuntar algunos fenómenos que nos parecen ilustrativos para la presentación de la fisiología metafísica que estamos interesados en estudiar:
- La fijación del pensamiento
- La cohesión de la población celular
- Los Centros de fuerza
- La corriente sanguínea y la energía vital
- La glándula pineal y su fisiología espiritual
- El ectoplasma
- La respiración restauradora.
Nuestra sugerencia es que fenómenos de ese tipo sean rotulados de “fenómenos Espíritu-somáticos”. Su estudio comprende una reja de fenómenos que puede llevarnos a conocer Leyes generales de la fisiología que integra el cuerpo al alma. Esa sugerencia se motiva por el hecho de que, aparentemente, hay muchos otros fenómenos del mismo tipo; no es conveniente dar la impresión de que su lista es completa.
La fijación del pensamiento – La neurofisiología sugiere que el pensamiento es un proceso continuo que se expresa en la actividad de las neuronas del cerebro. Nuestras ideas nacen a partir de estímulos externos que alcanzan los órganos de los sentidos o por mecanismos internos de percepción y memorias acumuladas en el transcurrir de la vida.
La neurona fue identificada como célula fundamental a partir del momento que técnicas de coloración permitieron el reconocimiento de su estructura. Cuando Camillo Golgi en 1873 usó una tintura de plata para colorear el cerebro, fue posible percibir que algunas neuronas se impregnaban con esa coloración revelando el cuerpo celular y sus prolongaciones, inaugurando, a partir de ahí, una revolución extraordinaria en el conocimiento del cerebro.
En esa misma época (final del siglo XIX), Franz Nissl consigue colorear las neuronas con violeta de creta, descubriendo en el citoplasma el amontonado de una sustancia de apariencia “tigroide” que quedó conocida como “corpúsculos de Nissl”. Los estudios actuales revelaron que esos corpúsculos corresponden a una estructura membranosa denominada Retículo Endoplasmático Rugoso que tiene la función de construir proteínas dentro de las neuronas. Algunas de esas proteínas formarán parte de las membranas celulares y otras participarán de enzimas que actúan en la producción de neurotransmisores.
La membrana que reviste las neuronas es formada por dos capas de una sustancia gruesa fosfolipídica. Esa capa es impermeable, aislando el contenido interno de las neuronas de los fluidos extracelulares. Ella es, sin embargo, interrumpida por “portones” de proteínas que construyen los canales que permeabilizan las membranas. Es a través de esos canales de constitución proteica que entran o salen iones y substancias que afectan la actividad de las neuronas (sodio, potasio, calcio, neurotransmisores, tranquilizantes, antidepresivos y drogas como la cocaína, para citar ejemplos más conocidos).
Por otro lado, las enzimas son indispensables para la producción de los neurotransmisores que realizan toda la transmisión de la información entre las neuronas.
Se puede deducir que los corpúsculos de Nissl, estando directamente conectados a la producción de proteínas, ejercen un papel fundamental en la fisiología cerebral.
André Luiz, en psicografia en 1958 (Evolución en dos Mundos), destacó la importancia de los corpúsculos de Nissl enseñando que ahí la mente fija sus propósitos transmitiendo por el pensamiento las ideas que el Espíritu proyecta en el cerebro. A partir de las percepciones de los sentidos, el Espíritu renueva sus ideas, proyecta en la red de neuronas su energía que resulta en pensamientos capaces de adecuarse en el cerebro, produciendo nuestros actos.
Una neurona, en constante actividad, va expandiendo sus sinapsis fijando el aprendizaje que la experiencia va suministrándole. En cada sinapsis se ajustan los canales de transporte químico fundamentales al cambio de informaciones entre las neuronas. Tanto esos canales, como los neurotransmisores, son construidos a partir de proteínas montadas, principalmente, dentro de los corpúsculos de Nissl. Por lo tanto, afirmar que el Espíritu ejerce actuación directa en los corpúsculos de Nissl, como enseñó André Luiz, nos permite suponer que es el Espíritu que en último análisis construye el tipo de neuronas que estructura el cerebro de cada uno de nosotros.
La cohesión de la población celular – El organismo humano está formado por más de 300 trillones de células en constante renovación. Los diversos órganos que lo componen se estructuran en diferentes capas de tejidos que reúnen células típicas y variadas. Tenemos en nuestro cuerpo para más de 250 tipos diferentes de células, incluyendo las neuronas, las células de la glia que sostienen el cerebro, los hepatocitos, las células musculares, las gruesas, las epiteliares que revisten la piel y así por seguidamente.
La Ciencia atribuye al programa impreso en el genoma todo ese proyecto de distribución y organización del gigantesco universo celular que construye nuestro cuerpo. Nos falta, sin embargo, una teoría adecuada al gigantismo de esa tarea, ya que sólo de neuronas tenemos decenas de tipos morfológicos, en un total de 100 mil millones de células, exigiendo conexiones sinápticas que superan a trillones de conexiones absolutamente precisas. Necesitamos recordar que en el útero materno el embrión construye 250 mil neuronas por minuto. Se hace una tarea asombrosa para los pocos 33 mil genes que traemos como patrimonio genético.
La doctrina espírita enseña que el molde que nos estructura el cuerpo físico es función del periespíritu que nos ajusta al mundo espiritual. Están en ese periespíritu todos los trazos que identifican nuestro mundo mental. Sin embargo, la manera física que aparentamos y los estigmas de enfermedades que nos marcan no se reproducen como una copia fotográfica fiel de nuestro periespíritu. Las personas de apariencia simple pero de Espíritu noble irradian una tesitura espiritual que sobresale delante de las imágenes de belleza a que los medios acostumbran a destacar, especialmente para el cuerpo femenino. La presencia de deformidades físicas está conectada a nuestros méritos y necesidades, adecuadas a los débitos pasados que acumulamos, más que a la apariencia del periespíritu. No siempre las anomalías acompañarán al Espíritu después de la desencarnación.
Allan Kardec sugiere que el conocimiento del periespíritu tiene mucho que colaborar con la Medicina para aclaración de nuestras enfermedades. Pero recurrimos de nuevo a André Luiz para sorprendernos con sus revelaciones. Él enseña que, por la actuación de nuestra mente, mantenemos cohesivos los trillones de células que componen nuestro cuerpo. Esa actividad da a nuestras actitudes una responsabilidad enorme en el compromiso que tenemos que cuidar por nuestro equilibrio físico. Sin embargo, las sorpresas no paran por aquí. André Luiz afirma que cada una de esas células es un universo microscópico donde estadía el principio inteligente, constituyendo cada célula que abrigamos en nuestro cuerpo una unidad, con individualidad propia, sobre las cuales tenemos inmensa responsabilidad de sostener y conservar. Son “Almas” hermanas que, en estado primitivo, recorren con nosotros las luchas de la vida física, prestando al Espíritu humano la dádiva de su metabolismo.
Los centros de fuerza – La cultura milenaria de Oriente registra en sus libros sagrados la existencia de centros de fuerza o chacras, de localización constante en el cuerpo espiritual de todos nosotros. Ellos se localizan en el cerebro y en plexos distribuidos por nuestro cuerpo en las regiones de la laringe, del estómago, del bazo, del plexo abdominal relacionado con el tracto digestivo y en la región genital.
Son en número de dos en el cerebro: el chacra cerebral localizado en la región frontal y el chacra coronario en las regiones centrales del cerebro.
Los lóbulos frontales pasaron por un proceso extraordinario de expansión cuando se inició la evolución del ser humano en la Tierra. El lóbulo frontal es la región que más nos distingue del cerebro de un chimpancé. Están relacionados con nuestros pensamientos abstractos, con nuestra capacidad de clasificar los objetos, de organizar nuestros actos y programar nuestro futuro. Sin el lóbulo frontal el hombre se hace irresponsable, pierde la capacidad de organizar las cosas en un ambiente, deja de preocuparse con los otros, puede hacerse jocoso y no percibe la gravedad de la situación en que vive. Es el lóbulo frontal el que más nos hace humanos.
André Luiz nos dice que el chacra cerebral, de localización frontal, nos permite estar en unión con las esferas más altas que dirigen nuestros destinos en la Tierra. A través de la oración, proyectando la súplica piadosa o el agradecimiento sincero, mantenemos contacto con los seres sublimes que nos orientan y protegen.
En la región coronaria podemos apuntar tres niveles estratificados anatómicamente. El cortex, los núcleos de la base y el diencéfalo. El cortex cerebral de la región coronaria se relaciona con la actividad motora que nos facilita los movimientos voluntarios. En los núcleos básales (tálamo, putamen (es una estructura situada en el centro del cerebro), globo pálido y dorsal) son organizados nuestros movimientos automáticos, que nos permiten realizar la respiración, la deglución, la masticación y la marcha, para citar ejemplos fáciles de comprender. Y, finalmente, el diencéfalo reúne una agrupación de células que desempeñan un papel muy importante en el control de nuestras funciones metabólicas, íntimamente asociadas a nuestra supervivencia. En el hipotálamo, que compone parte importante del diencéfalo, son producidas decenas de sustancias que controlan la actividad de nuestras glándulas, funcionando como estimuladores de la producción de hormonas en la hipófisis, en la tiroides, en la suprarrenal, en los ovarios y en los testículos, entre tantas otras glándulas.
André Luiz enseña que en el chacra coronario están situadas las fuerzas que mantienen en equilibrio la actividad de los trillones de células que obedecen a nuestro mando mental, manteniendo la forma y las funciones de nuestro cuerpo físico. (Este artículo será concluido en la próxima edición.)
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.-¿ El proceso de la Reencarnación es igual para todos los Espíritus?
El proceso de la reencarnación, en principio es igual para todos los Espíritus,pero en los casos de reencarnación de Seres ubicados en los planos espirituales inferiores, este trabajo es mucho mas complejo y difícil de realizar por parte de los Espíritus especializados en ello, que tienen la delicadísima misión de acondicionar el periespíritu del Ser espiritual antes de que se intente acoplar a una materia. Esto se comprende mejor cuando se considera que en estos casos, el cuerpo de energía que es el periespíritu con su correspondiente espíritu, se llega a encontrar en un estado de turbación, irritabilidad, terror, o simplemente, un estado de choque emocional, en donde las energías que lo envuelven y le configuran hasta las fibras más íntimas, se encuentran alteradas, desajustadas y desequilibradas, lo cual hace necesario esta especial preparación previa antes de iniciar la fase reencarnatoria.
Al Ser espiritual de estas características la reencarnación le supone en casi todos los casos, un descanso o un paréntesis en una situación de sufrimiento que les llega a resultar insuperable, de modo que una vez dispuesto y convencido para iniciar una nueva fase en la materia, primeramente lo tratan de adoctrinar en la necesidad de afrontar su misión en una nueva vida en un mundo físico, así como queda informado de las pruebas kármicas o de aprendizaje que tiene necesidad de afrontar, haciéndole comprender que su reencarnación le supone una maravillosa oportunidad que Dios le otorga para poder elevarse por encima de sus miserias superándose a sí mismo, intentando despertar la ilusión y el deseo de esforzarse afrontando una nueva etapa en el plano físico y así poder abandonar los planos espirituales inferiores y de sufrimiento en que se encuentra, pero si su ensombrecido estado le lleva a una posición de rebeldía ante lo que le ofrecen, negándose tercamente a aceptarlo, aunque el respeto al libre albedrío es una constante, llega el límite en que les deben empujar a tomar una decisión, que a veces la llevan a cabo en una primera etapa de inconsciencia, pero que al final les es imprescindible para salir de su estancamiento. Algo así como quien se niega reiteradamente a meterse en la piscina porque no sabe nadar, y mientras no le da alguien un empujón para hacerle caer en ella, no hay forma de que aprenda.
- Jose L. Martín-
“Nada perece en el universo; cuanto acontece en él no pasa de meras transformaciones”
Pitágoras -
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