viernes, 11 de marzo de 2016

¿ Quien fue Sebastián de Arauco ?





                       Palingenesia IX

Personas hay que ansían alcanzar la jubilación para no tener que trabajar más sin percatarse que la naturaleza humana necesita de una constante actividad para el normal funcionamiento del organismo y para una vejez agradable y feliz. Porque, la vejez ociosa conduce al aburrimiento, hace la vida tediosa, achacosa e inútil.

Según las estadísticas, una gran parte de los jubilados fallecen prontamente después de alcanzar la jubilación. Y la causa principal es la falta de estímulo, la falta de un objetivo, de un ideal para seguir viviendo. Salvo aquéllos con una mentalidad inferior y perezosos, los más, pronto caen en el hastío; porque una mente ociosa es como un huerto abandonado y falto de cultivo, que pronto se llena de maleza. Una mente ocupada con pensamientos positivos, constructivos, edificantes, como consecuencia de un ideal que estimula, es una mente sana, armónica, productora de salud, alegría y bienestar. Mientras que, una mente ociosa es productora de tedio, hastío, aburrimiento y otros males; estados desarmónicos ésos, que enferman el cuerpo y amargan la vida.

Por ello, necesario es crear y mantener un ideal, para que, cuando llegue la vejez, pueda continuarse en la realización de ese ideal, y con él penetrar en la ancianidad plena de actividad jubilosa, que no tan sólo prolonga la vida, sino que la hace alegre y feliz. Sí, feliz; porque la felicidad no está en la posesión de las cosas, ni en la holganza, que pronto aburren, sino en la propia naturaleza espiritual del Ser. No obstante lo expuesto, existen aspectos de ancianidad dolorosa. Y aún cuando la previsión social actual asegura la subsistencia del individuo que ha alcanzado la tercera edad, podemos apreciar casos de ancianidad achacosa y dolorosa, física y psíquicamente, así como de invalidez por enfermedades degenerativas prolongadas. ¿Y qué objeto tienen esas vidas, para qué sirven?

Vistas así, con mentalidad humana, dentro de las conveniencias humanas, no tienen objeto alguno; más bien de sufrimiento y estorbo para los demás. Pero, analizando esos aspectos de la ancianidad a la luz del conocimiento espiritual transcendente, apreciaremos que sí tienen un objeto, cual es el de la depuración de esas almas, de preparación para poder penetrar en las moradas etéricas superiores, de felicidad. Esos estados de vida, humanamente deplorables, son necesarios para aquellos seres muy apegados a la vida física, espíritus muy viejos que no acaban de desprenderse de las cosas materiales, y para las almas endurecidas; toda vez que el egoísmo cede, el orgullo se derrumba al verse ya inútil y el sensualismo se atenúa o se extingue. Porque es en la ancianidad y vejez achacosa, en ese período senil, cuando se extinguen los deseos inferiores.

Al comienzo ya se dijo que la vejez era la fase gloriosa de la vida, pero también puede constituir la más dolorosa. Si mantenemos una vida dedicada nada más que a las cosas materiales, o dando rienda suelta a las pasiones y vicios, viviendo egoísticamente para sí mismos o en la ociosidad, la vejez nos ofrece una perspectiva deprimente y dolorosa, aun cuando la subsistencia materialeconómica esté asegurada. Y la muerte, ese viaje hacia lo desconocido, con ese lastre, es motivo de pavor para esas personas. En cambio, si creamos y mantenemos un ideal de realizaciones (internas y externas), si actuamos con rectitud y bondad en todo momento de nuestra vida, si observamos y seguimos las indicaciones de la conciencia; nuestra vejez será tranquila y feliz. Porque, solamente en la realización de un ideal con una vida activa hasta el último momento, la vejez y la ancianidad será gloriosa. Sí, gloriosa, porque el espíritu rebosará de alegría, cuya alegría transcenderá a la psiquis en forma de energía vitalizante y armonizadora. ¿Y la muerte? Quien así haya actuado, teniendo la certeza de su inmortalidad, de continuación de la vida en otros planos luminosos del Universo, donde otros seres le están esperando, seres muy queridos; camina confiado hacia su último día, y aún lo espera con cierta ansia.

Si bien es cierto que, unos más y otros menos, todos hemos cometido errores voluntaria o involuntariamente, con conocimiento o ignorancia, eso pertenece al pasado. Preocupémonos del presente y del porvenir, no reincidiendo en los mimos errores. Pues esas faltas, por graves que sean, pueden ser derimidas, esas manchas pueden ir siendo diluidas, si incorporamos a nuestra vida humana los conocimientos y enseñanzas (los conceptos de verdad) espirituales transcendentes. Y termina esta exposición, con una invitación a que trabajemos en nuestro engrandecimiento espiritual. Si no hemos comenzado ya, comencemos desde ahora en nuestra preparación para un porvenir grandioso que nos espera. No hipotequemos una vida de siglos de felicidad, por unos pocos años que nos quedan. Ahora es el momento de comenzar a trabajar en nuestro engrandecimiento espiritual.

Sebastián de Arauco


Revista "Amor paz y caridad"

  
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  ¿MIS PREGUNTAS EXISTENCIALES?

Siempre me he hecho muchas preguntas, preguntas muy profundas. Son preguntas de esas que se llaman existenciales. Siempre he querido saber el motivo de mi vida, de la   vida de todos nosotros. ¿Quién soy yo? ¿Por qué existo? ¿Por qué existen los demás? ¿Qué hacemos aquí? ¿Hemos venido hacer algo en particular? ¿Por qué nacemos, por qué nos
morimos? ¿De dónde venimos, adonde vamos? ¿Hay algo después de la muerte?
Y ahí no acababa todo. Otras veces intentaba buscar la respuesta al gran número de injusticias que veo en el mundo.
¿Por qué la vida es tan injusta? ¿Por qué hay niños que desde su nacimiento, que en su vida han hecho daño a nadie, sufren tan atrozmente, por hambre, guerra, miseria, enfermedades, abusos, malos tratos, porque no los quiere nadie, mientras otros nacen sanos, en un entorno feliz y son amados? ¿Y por qué unas personas enferman y otras
no? ¿Por qué unas personas viven mucho tiempo y otras mueren casi al nacer? ¿Por qué existe el sufrimiento, la maldad? ¿Por qué hay gente buena y gente mala, gente feliz y gente desgraciada? ¿Por qué he nacido en esta familia y no en otra? ¿Por qué me pasan estas desgracias a mí y no a otra persona? ¿Por qué le pasa tal otra desgracia a otra persona y no a mí? ¿De qué depende todo eso?
Otras veces eran preguntas respecto a los sentimientos.
¿Por qué no soy feliz? ¿Por qué quiero ser feliz? ¿Cómo puedo ser feliz? ¿Encontraré un amor que me haga feliz? ¿Qué es el amor, qué son los sentimientos? ¿Qué es lo que yo siento? ¿Merece la pena amar?
¿Sufrimos más cuando amamos o cuando no amamos?
Supongo que tú, en algún momento de tu vida, también te las habrás hecho o te las sigues haciendo de vez en cuando. Pero como estamos tan entretenidos en nuestro día a día cotidiano, son pocos los momentos en los que nos las planteamos conscientemente y poco el tiempo que dedicamos a intentar resolverlas. Tenemos muchas obligaciones,tenemos muchas distracciones. Y como aparentemente no encontramos la respuesta y el buscarla nos hace sentirnos inquietos,preferimos dejarlas aparcadas en un rincón en nuestro interior, tal vez creyendo que así sufriremos menos.
¿Existe una respuesta a cada una de estas preguntas? Pero no busco una respuesta cualquiera, sino una respuesta que sea verdadera. ¿Existe una verdad? ¿Cuál es la verdad? ¿Dónde buscar la verdad? ¿Cómo reconocer la verdad?
He buscado durante mucho tiempo la respuesta en lo que se nos ha enseñado desde pequeños: las Religiones, la Filosofía, la Ciencia. Cada una tenía su cosmogonía particular, una forma de entender el mundo. Pero siempre parecía haber un límite, tanto en las religiones como en la ciencia, para explicar la realidad tal y como yo la percibía. Siempre he encontrado respuestas incompletas, incoherentes unas con otras, alejadas de la realidad, que seguían sin responder satisfactoriamente a mis preguntas. Por mucho que intentara
profundizar, al final encontraba un muro infranqueable, la respuesta final que obstaculizaba mis deseos de indagar más y más.
La respuesta final que obtenía de la religión era, más o menos, esta: “Es la voluntad de Dios. Sólo él lo sabe. Nosotros no lo podemos comprender”. Es decir, que no podemos comprender por qué unos nacen en circunstancias más o menos favorables, por qué unos
enferman y otros no, por qué unos mueren antes y otros después. No podemos comprender qué es lo que pasa después de la muerte, por qué te ha tocado vivir con esta familia y no en otra, por qué en este mundo, por qué permite Dios que haya injusticias en el mundo etc., etc.
La respuesta final que obtenía de la ciencia era más o menos esta: hay una explicación física para todo, pero a nivel filosófico, las respuestas a casi todo son: “Es fruto de la casualidad” o “no puede demostrarse científicamente que tal o cual cosa exista o no”. Es decir, no hay una razón por la cual existes, no hay un motivo particular por el que vivir. Si naces en las circunstancias en las que naces, más o menos favorables,es por azar. Si te toca estar enfermo o sano de nacimiento, nacer enuna familia u otra, morirte antes o después, y no a otro, es por azar. No se puede demostrar científicamente que exista la vida antes del nacimiento, ni la vida después de la muerte. No se puede demostrar  científicamente que exista Dios, etc.
La mayoría de gente se posiciona en esas respuestas aprendidas y cuando quieres hablar con alguien sobre estos temas, los que son creyentes de la religión te responden más o menos en estos términos: “Es la voluntad de Dios. Sólo él lo sabe. Nosotros no lo podemos
comprender.” Y los que se han posicionado como cientificistas o creyentes de la ciencia, que creen saber más que los del primer grupo, te dicen: “Es fruto de la casualidad” o “no puede demostrarse científicamente”.
Había otro tercer grupo de gente que me respondía: “Mira. No lo sé. No sé cuales son las respuestas a tus preguntas, pero no estoy interesado ni en pregúntarmelas ni en responderlas.”
Y cuando les respondo a todos: “Lo siento pero esas respuestas no me sirven. No me sirven porque no responden a mis preguntas”, los primeros me dicen: “Es por falta de fe. Cuando tengas fe no te hará falta saber más”. Los segundos me dicen: “Es porque te falta instrucción. La Ciencia te dará la respuesta y verás que es la que yo te digo: “que está
demostrado científicamente que no se puede demostrar científicamente”. Los terceros me dicen: “Tengo una hipoteca que pagar, una familia que mantener, un coche que pagar, un fin de semana para irme de viaje. No me calientes la cabeza con esos temas porque ya tengo algo en lo que ocuparme.”

-Aportación de Ángeles Calatayud Gonzales-

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       COMUNICADO ESPIRITUAL Bendito sea aquel que distribuye la paz, que habla con sabiduría y cree en un bien mayor.
No tema la maldad ajena porque en las celadas del mal solo caen los que sintonizan con él.
Para los que se iluminan con el conocimiento espiritual todo se transforma en aprendizaje y progreso.
No hay pérdida ni retraso, todo es progreso, conocimiento, iluminación.
Crea pues en la luz y continúe su camino firme y fortalecido, cuidando siempre en lo que le hace bien, ignorando el mal y siguiendo adelante. Esa actitud lleva a la luz, sabiduría y paz. Con cariño,  
 

Zíbia Gasparetto

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                                              CARIDAD 

La palabra caridad no siempre es bien comprendida. Ella debe ser fruto del amor. Dar limosna, un plato de comida, no es caridad si no fuese dado con amor. La caridad no está en el acto de dar, sino en el sentimiento. Generalmente, cuando damos algo a un necesitado, lo hacemos con la intención de ganar un mejor lugar en el “lado de allá” después de la muerte, o entonces, para que los otros nos admiren por nuestra bondad. Pero esto se llama egoísmo y no amor. Quien da un plato de comida a un hambriento u otra donación cualquiera, pensando que por eso conquista méritos espirituales, esta engañado.

Dice Miramez: “Los Espíritus Superiores nunca se admiran con el bien que las personas a veces hacen, porque ese es el deber de cada uno” Si la Gran Ley manda amar al prójimo, nosotros debemos amarlos y, si lo amamos, hacemos lo posible para ayudarlo en sus dificultades. No de forma indiscriminada sino con sensatez, equilibrio y sabiduría, porque la caridad solo debe ir hasta donde no se haga nido para aprovechadores.

  

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 ¿ Quien fue Sebastián de Arauco ?
 
Veamos este contenido, publicado en Luz Espiritual.
Posted on 22 junio, 2014

Su verdadero nombre era José Antonio González de Orense y nació un 24 de febrero de 1904, en el pueblo orensano de Carballino, en Galicia. Debido a los tiempos de escasez que le tocó vivir en su aldea natal y como hijo mayor, su infancia fue realmente dura, lo que iría desarrollando en él, ese carácter fuerte y firme que habría de llevarle más adelante a alcanzar las metas que se proponía.
En su adolescencia viajó a Cuba donde trabajó duramente de día mientras estudiaba de noche un curso como vendedor de libros, contabilidad y sus primeros estudios de inglés. La vida allí era muy dura y todo eran incomodidades y escasez de medios económicos. Salió adelante y comenzó a progresar aunque pronto tendría que abandonar la isla por las circunstancias políticas que se daban. Más adelante viajaría a Santiago de Chile (donde viviría 18 años) comenzando a trabajar como contable e iría ascendiendo cada vez a puestos de mayor prestigio y beneficio económico, lo que le llevaría a levantar su propia empresa de suministros eléctricos y alcanzar una considerable posición económica.
En el meridiano de su vida, sobre los 50 años aproximadamente, comenzó a padecer de dolencias muy extrañas que le impedían llevar una vida normal y a abandonar frecuentemente sus obligaciones. Tras consultar a diferentes médicos que no daban con el origen de su mal, por esos extraños caminos del destino llegaría a consultar en escuelas de tipo espiritual donde finalmente descubriría las causas de sus males relacionados con ese campo. Esto le llevó a adentrarse profundamente en el estudio de diferentes campos del conocimiento tales como el espiritismo, el esoterismo, la psicología, la teosofía y otras ciencias de tipo espiritual, lo que le llevaría a descubrir el motivo de su presente encarnación en esta vida y la misión a la que debía dedicar el resto de su vida: la apertura de una Escuela donde impartir los conocimientos obtenidos y la elaboración de un libro.
Durante años, y de forma desinteresada, gracias a los beneficios económicos que había conseguido con su esfuerzo y trabajo personal como empresario, abrió en Santiago de Chile su primera Escuela donde impartiría diferentes cursos de orientación hacia el éxito y las leyes de la vida. Al mismo tiempo, se iban despertando en él determinadas cualidades extrasensoriales como la intuición y la visión espiritual, facultades que le permitieron recibir enseñanzas directamente de sus maestros espirituales y de su maestro interior. Tras una experiencia vivida, se le dijo que tenía que regresar a Galicia y abrir una nueva escuela en Vigo, allí había personas esperando recibir sus enseñanzas y tendría que culminar su libro “Tres Enfoques sobre la Reencarnación” y editarlo en España.
Así lo hizo. A su llegada a Vigo se instalaría y comenzaría a desarrollar sus primeras clases en casas de sus alumnos. Tras muchos intentos de editar su libro y encontrarse siempre con la censura del franquismo, decidió editarlo por su cuenta, siendo una obra pionera y muy esclarecedora sobre las clásicas preguntas trascendentes que todos solemos hacernos en alguna ocasión. Por fin, ayudados por los amantes de sus enseñanzas, se pudo abrir una Asociación en Vigo en la que Sebastián desarrollaría anualmente sus 3 cursos dirigidos a las enseñanzas prácticas del mundo espiritual y psicológico al que dedicó por completo el resto de su vida.
Su vida estuvo enteramente dedicada a difundir las enseñanzas espirituales y psicológicas que le caracterizaron, a recibir diariamente personas a las que ayudaba desinteresadamente y a colaborar en todos los medios posibles a la difusión de la verdad de la reencarnación, del Karma y del amor como camino de regeneración y evolución de la humanidad. Tras pasar por diferentes trastornos de salud, por recomendación familiar sería llevado, junto su maravillosa esposa Ana, a vivir en una residencia de tercera edad, lo cual acabaría con su personal y activo modo de vida, llevándole a una lenta… Allí moriría a los 97 años de edad, un 29 de diciembre del 2001, a escasos días de un nuevo año, tal vez ya cansado de tan larga, dura y extensa vida, pero dejando vivo el recuerdo de su ejemplo y de sus enseñanzas a las que, personalmente, seguiré igualmente fiel y contribuyendo a su difusión, el resto de mis días. Gracias Sebastián, en nombre de todos aquellos a los que nos has dejado tu semilla de luz y tu ejemplo de firmeza y perseverancia; tu constante recomendación de “analizarlo todo bajo el crisol de la razón” y a no olvidar que sólo estamos de paso en este mundo material con la única finalidad e contribuir al progreso y desarrollo de nuestro Espíritu junto al servicio desinteresado a la humanidad que tanto precisa del conocimiento.


   Algunos espíritas le han criticado que no lo fuese él, pero el Espiritismo supone tener  libertad de conciencia y respeto por el libre albedrío, por lo que Sebastián, sin serlo, hizo en su vida una gran labor de enseñanza espiritual que en nada contradice a lo enseñado por la Codificación de Kardec, por tanto sin serlo él ante los grupos y asociaciones espíritas, hizo una labor gigantesca e importantísima de divulgación, libre de imposiciones de ningún signo filosófico o doctrinal. No caigamos nosotros en posiciones fanáticas que en nada benefician al Espiritismo ni a la búsqueda de la Verdad, porque hay muchos espíritas, que lo son por su trabajo y ejemplo espiritual y no por estar en grupos y asociaciones pretendiendo ser los dueños  exclusivos de las verdades espirituales. Hay que predicar más con el ejemplo de respetar las libertades de los demás, y si alguien está haciendo una labor positiva (como fue el caso de Sebastian), no por ello debe ser criticado, sino respetado y hasta imitado en cuanto los aspectos positivos que ejemplifique.
 - Jose Luis Martín-
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miércoles, 9 de marzo de 2016

Las Quejas




CONSECUENCIAS DEL SUICIDIO.

Necesario es aclarar, que no todos los casos de suicidio son iguales, aun cuando el mismo procedimiento haya sido empleado; pues, cada caso varía según hayan sido los motivos que hayan impulsado al individuo a tal determinación.
Aquella persona que, por enfermedad, haya recurrido al suicidio en la creencia de que, con la muerte del cuerpo dejará de sentir el dolor, que descansará para siempre, despertará muy pronto sintiendo los mismos dolores, y una gran angustia se apoderará de ella, al comprobar que no puede morir. Porque, el suicidio no libera de los dolores. Y en algunos de los casos, el alma del suicida continúa ligada a su cuerpo carnal, sufriendo lentamente las fases de la descomposición y las sensaciones dolorosas aumentan en vez de disminuir. Siendo que, lejos de abreviar su sufrimiento, lo prolongan.
Aquel que, por mala situación económica u otro motivo, cometiere el error de suicidarse por falta de valentía en afrontar la situación, dejando el hogar abandonado y los hijos sin amparo, en la creencia de que con la muerte se verá libre de sus preocupaciones; despertará viendo el cuadro de dolor que causa, y a su esposa e hijos en peor condición por su abandono, y el dolor moral de no poder apartarse de su familia, porque sigue imantado a ese ambiente, y su impotencia para poder remediarlo, a la vez que la tortura de su arrepentimiento por su cobarde acción.
Como puede apreciarse claramente, EL SUICIDIO NO ES UNA SOLUCIÓN. Muy por el contrario, empeora la situación. Más aún, tendrá que volver a encarnar, cuando le sea permitido, y pasar por las mismas vicisitudes anteriores al suicidio, hasta superarlas; porque el suicidio es un crimen contra sí mismo, es una fuerte violación a las leyes de la vida.
Y esta violación, este crimen, es el resultado del desconocimiento de la realidad de la vida y de la ignorancia de las consecuencias. Porque, si alguien en un momento de ofuscación y por desesperado que esté, sabe que la vida no termina con la muerte física, que seguirá existiendo; si ese hombre o mujer llega a conocer que la muerte no le liberará del recuerdo de sus problemas, y que por el contrario, su conciencia libre del cuerpo carnal será más clara, más intensa; y que, a más de esto, con el suicidio crea las causas que producirán sufrimientos horribles; ¿no os parece, amable lector, que ese hombre o mujer reaccionará y se sobrepondrá al motivo de su desesperación, superando la crisis?
Psicológicamente, el suicidio es un intento de evasión de la vida, debido a un falso concepto de la realidad.
Jamás se suicidará quien tenga la convicción plena de su inmortalidad como ser pensante. Como dice Unamuno en uno de sus «Ensayos». «Los más de los suicidas, no se quitarían la vida, si tuvieren la seguridad de no morirse nunca sobre la Tierra».
Y una buena parte de responsabilidad corresponde a las religiones positivistas, que con sus conceptos creados en épocas de oscurantismo e inadmisibles a la razón del hombre de hoy, y en su práctica del culto externo y abandono de los principios fundamentales de la religión, han llevado indirectamente a la pérdida de la fe en la realidad espiritual.
Amable lector. Tú y yo, arrastramos deudas por errores en el pasado y aun en el presente. Tú y yo, podemos redimir viejas deudas salvando una vida, salvando a alguien del suicidio. Lleva este conocimiento entre tus amistades, pues entre ellas puede haber alguien que esté próximo a caer en esa obsesión.

Sebastián de Arauco.


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“El Verdadero Espírita, se reconoce por su transformación Moral y por los Esfuerzos que pone día a día en dominar sus bajos instintos” 
Allan Kardec. 


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     Las curas de Jesús 


En el capítulo 14 Los fluidos - ítem 31 - Curas - del libro La Génesis, de Allan Kardec explica que: “La cura se opera por la substitución de una molécula no sana por una sana.”
   
Podemos clasificar las curas en: curas materiales y curas espirituales. Las curas materiales son proporcionadas por la Medicina, por los remedios: Las espirituales son las que se realizan con la participación de los médiums. Eneste punto, el tratamiento espiritual no dispensa el tratamiento médico y viceversa.
   
¿Y cuánto a las curas de Jesús? En el capítulo 15 del libro La Génesis, el Codificador del Espiritismo observa: ¿En las curas que operaba Jesús, obraba cómo médium? No.  Pues el médium es un intermediario un instrumento del cual se  sirven los espíritus desencarnados. Ahora, el Cristo no tenía necesidad de asistencia, Él era el que asistía y auxiliaba a los demás; obraba, pues, por sí mismo, en vista de su poder personal, tal como lo pueden hacer los encarnados en ciertos casos, y en la medida de sus fuerzas. Por cierto, ¿cuál sería el Espíritu que osaría insuflarse sus propios pensamientos y encargarse de transmitirlos?. Si Él recibiese un influjo extraño, no podría ser sino de Dios; pues Él era el médium de Dios.
   
El tiempo para la obtención de la cura puede variar dependiendo de cada caso. Hemos de considerar que cada uno de nosotros está sometido a la Ley de Causa y Efecto, por eso, no obtenemos la cura de todos nuestros males, en esta vida. Jesús no los curó a todos.
   
En el Evangelio Según el Espiritismo hay un mensaje de un Espíritu Protector que nos orienta: “La fe es humana y divina, conforme el hombre aplica sus facultades a la satisfacción de las necesidades terrenas, o de sus aspiraciones celestiales y futuras. El hombre de genio, que se lanza a la realización de algún emprendimiento, triunfa si tiene fe, porque siente en sí que puede y ha de llegar al fin visado, certeza que le faculta inmensa fuerza. El hombre de bien, creyente en su futuro celeste, desea llenar de bellas y nobles acciones su existencia, haure en su fe, en la certeza de la felicidad que lo espera, la fuerza necesaria, yaúnahí se operan milagros de caridad, de devotamiento y de abnegación. En fin, con la fe no hay malos pendores que no se lleguen a vencer.”
     
El Magnetismo es una de las mayores pruebas del poder de la fe puesta en acción. Es por la fe que se cura y se produce esos fenómenos singulares, calificados otrora de milagros.
      

El Espiritismo que restaura, actualmente, el Cristianismo primitivo, viene orientando y ayudando en las curas espirituales por la desobsesión espiritual. El pase magnético. El agua fluidificada. La reforma íntima sin olvidarnos de la Caridad en las curas por la Terapía del Perdón. Hagamos, pues... 
Isabel Porras-
Fuente: La Génesis
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Auto-conocimiento y reforma interior

La imperfección moral es común a todos los espíritus en vías de evolución. El esfuerzo de crecimiento espiritual es individual e inherente a los seres que ya poseen una fe ardiente, sólida y razonada. En El Libro de los Espíritus, pregunta 919, San Agustín afirma que el conocimiento de sí mismo es la clave del progreso individual.
Es un hecho que conociendo nuestra realidad interior, tomaremos conciencia de quienes realmente somos y nos liberaremos de los tentáculos del mal, que se obstinan en nosotros, porque aún le ofrecemos guarida. Su incisiva influencia retro-alimenta a muchos de nuestros sufrimientos emocionales, que tanto afectan a nuestra salud física, mental y espiritual.
El auto-conocimiento es la vía de acceso y la reforma interior es la planta generadora de fuerzas espirituales que nos facultan aumentar nuestra relación íntima con Dios, por la práctica incesante de la Ley de Amor, rumbo a la conquista de nuestra angelitud. Urge, pues, que tengamos el valor de desarraigar el mal de nuestro mundo interior, a través de ingentes esfuerzos de auto-conocimiento y trabajo íntimo, para que la reforma interior, sostenida por el recto pensar y por el recto actuar, nos conduzca a vivir el amor en forma más amplia y pacificada.
La firme decisión de auto-conocerse es un momento muy importante de nuestro proceso evolutivo, pues representa nuestra adhesión consciente a la práctica del Bien incondicional, para la erradicación del mal que habita en nosotros. Indudablemente, ésta es la clave para la conquista de la armonía, del equilibrio, de la salud plena, de la paz, que es la sintonía de Dios en nosotros.
La reforma interior es un proceso continuo de toma de conciencia de nuestra realidad espiritual.
La intensidad de la perseverancia de nuestros esfuerzos y de nuestra capacidad de trabajo, en el Bien, va produciendo una serie infinita de transformaciones morales en la intimidad de nuestro ser, dando lugar a una conducta renovada, basada en las enseñanzas morales del Evangelio de Jesús, que fomenta el aprovechamiento evolutivo de nuestras lecciones de vida.
Por ser un proceso interior, es un ejercicio de la voluntad firme y determinada para alcanzar la meta anhelada, que demanda mucha fe, valor, esfuerzo y, Auto-conocimiento y reforma interior sobretodo, trabajo interior, para transmutar vicios y defectos en virtudes. Para eso, es indispensable la ayuda, el amparo y la asistencia de alguien que, con la fuerza de su amor puro nos sostenga y guíe, como modelo de prestigio, cual lo es Jesús para a nuestra Humanidad, a fin de que podamos alcanzar el objetivo deseado.
Sin contar con dicha solidaridad, nuestras jornadas de luchas redentoras serían agotadoras e insoportables…Y cuanto más confiemos, más recibiremos de lo Alto, el apoyo necesario para que podamos vencer, realmente, ya que vencedor es aquel que se VENCE A SI MISMO. Es quien consigue auto-conquistarse y pacificarse para tornarse un verdadero HIJO DE DIOS.

 por Maria de la Gracia Simões de Ender . Médico clínica y vicepresidente de AME-Internacional

Reproducido de la revista Salud y EspiritualidadMari Carmen-España-Traductora.

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                         Las Quejas 

“Hermanos no os quejéis unos contra los otros, para que no seáis condenados.” – (Santiago, 5:9) 
La queja nunca resolvió problemas de orden evolutivo, entretanto, si los aprendices del Evangelio sumasen los minutos malgastados en ese falso sistema de desahogo, se admirarían del volumen de tiempo perdido. 

Realmente, muchos trabajadores valiosos no se refieren al sufrimiento y servicio, con espíritu de repulsa a la tarea que les fue encomendada. 

La amistad y la confianza siempre autorizan confidencias; aun en ese particular, sin embargo, vale disciplinar la conversación. 
La palabra lastimosa desfigura muchos cuadros nobles del camino, además de anular grandes cuotas de energía, inútilmente. El discípulo del Evangelio debería, antes de cualquier alusión amarga, tranquilizar el mundo interno y preguntarse: “¿Quejarme por qué?” ¿No será la esfera de lucha el campo de aprendizaje? ¿Acaso, no es la sombra la que pide luz, el dolor el que reclama alivio? ¿No es el mal el que requiere el concurso del bien? 

La queja es un vicio imperceptible que distrae a las personas bien intencionadas de la ejecución del deber justo. Existen obligaciones pequeñas y milagrosas que, llevadas al efecto, beneficiarían a grupos enteros; sin embargo, basta un momento de queja para que sean irremediablemente olvidadas. Si alguien o algún acontecimiento te ofrecen ocasión al concurso fraterno, haz el bien que pudieres sin reparar en la gratitud ajena y, por más duro que te parezca el servicio común, aprende a cooperar con Cristo, en la solución de las dificultades. 

La queja no atiende a la realización cristiana, en parte alguna, y complica todos los problemas. Acuérdate de que si le dieres la lengua, te conducirá a la ociosidad, y, si, le dieres los oídos, te encaminará a la perturbación. 

Espíritu Emmanuel 
Médium Francisco Cándido Xavier 
Del libro “Viña de luz” 


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