CONSECUENCIAS DEL SUICIDIO.
Necesario es aclarar, que no todos los casos de suicidio son iguales, aun cuando el mismo procedimiento haya sido empleado; pues, cada caso varía según hayan sido los motivos que hayan impulsado al individuo a tal determinación.
Aquella persona que, por enfermedad, haya recurrido al suicidio en la creencia de que, con la muerte del cuerpo dejará de sentir el dolor, que descansará para siempre, despertará muy pronto sintiendo los mismos dolores, y una gran angustia se apoderará de ella, al comprobar que no puede morir. Porque, el suicidio no libera de los dolores. Y en algunos de los casos, el alma del suicida continúa ligada a su cuerpo carnal, sufriendo lentamente las fases de la descomposición y las sensaciones dolorosas aumentan en vez de disminuir. Siendo que, lejos de abreviar su sufrimiento, lo prolongan.
Aquel que, por mala situación económica u otro motivo, cometiere el error de suicidarse por falta de valentía en afrontar la situación, dejando el hogar abandonado y los hijos sin amparo, en la creencia de que con la muerte se verá libre de sus preocupaciones; despertará viendo el cuadro de dolor que causa, y a su esposa e hijos en peor condición por su abandono, y el dolor moral de no poder apartarse de su familia, porque sigue imantado a ese ambiente, y su impotencia para poder remediarlo, a la vez que la tortura de su arrepentimiento por su cobarde acción.
Como puede apreciarse claramente, EL SUICIDIO NO ES UNA SOLUCIÓN. Muy por el contrario, empeora la situación. Más aún, tendrá que volver a encarnar, cuando le sea permitido, y pasar por las mismas vicisitudes anteriores al suicidio, hasta superarlas; porque el suicidio es un crimen contra sí mismo, es una fuerte violación a las leyes de la vida.
Y esta violación, este crimen, es el resultado del desconocimiento de la realidad de la vida y de la ignorancia de las consecuencias. Porque, si alguien en un momento de ofuscación y por desesperado que esté, sabe que la vida no termina con la muerte física, que seguirá existiendo; si ese hombre o mujer llega a conocer que la muerte no le liberará del recuerdo de sus problemas, y que por el contrario, su conciencia libre del cuerpo carnal será más clara, más intensa; y que, a más de esto, con el suicidio crea las causas que producirán sufrimientos horribles; ¿no os parece, amable lector, que ese hombre o mujer reaccionará y se sobrepondrá al motivo de su desesperación, superando la crisis?
Psicológicamente, el suicidio es un intento de evasión de la vida, debido a un falso concepto de la realidad.
Jamás se suicidará quien tenga la convicción plena de su inmortalidad como ser pensante. Como dice Unamuno en uno de sus «Ensayos». «Los más de los suicidas, no se quitarían la vida, si tuvieren la seguridad de no morirse nunca sobre la Tierra».
Y una buena parte de responsabilidad corresponde a las religiones positivistas, que con sus conceptos creados en épocas de oscurantismo e inadmisibles a la razón del hombre de hoy, y en su práctica del culto externo y abandono de los principios fundamentales de la religión, han llevado indirectamente a la pérdida de la fe en la realidad espiritual.
Amable lector. Tú y yo, arrastramos deudas por errores en el pasado y aun en el presente. Tú y yo, podemos redimir viejas deudas salvando una vida, salvando a alguien del suicidio. Lleva este conocimiento entre tus amistades, pues entre ellas puede haber alguien que esté próximo a caer en esa obsesión.
Sebastián de Arauco.
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“El Verdadero Espírita, se reconoce por su transformación Moral y por los Esfuerzos que pone día a día en dominar sus bajos instintos”
Allan Kardec.
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Las curas de Jesús
En el capítulo 14 Los fluidos - ítem 31 - Curas - del libro La Génesis, de Allan Kardec explica que: “La cura se opera por la substitución de una molécula no sana por una sana.”
Podemos clasificar las curas en: curas materiales y curas espirituales. Las curas materiales son proporcionadas por la Medicina, por los remedios: Las espirituales son las que se realizan con la participación de los médiums. Eneste punto, el tratamiento espiritual no dispensa el tratamiento médico y viceversa.
¿Y cuánto a las curas de Jesús? En el capítulo 15 del libro La Génesis, el Codificador del Espiritismo observa: ¿En las curas que operaba Jesús, obraba cómo médium? No. Pues el médium es un intermediario un instrumento del cual se sirven los espíritus desencarnados. Ahora, el Cristo no tenía necesidad de asistencia, Él era el que asistía y auxiliaba a los demás; obraba, pues, por sí mismo, en vista de su poder personal, tal como lo pueden hacer los encarnados en ciertos casos, y en la medida de sus fuerzas. Por cierto, ¿cuál sería el Espíritu que osaría insuflarse sus propios pensamientos y encargarse de transmitirlos?. Si Él recibiese un influjo extraño, no podría ser sino de Dios; pues Él era el médium de Dios.
El tiempo para la obtención de la cura puede variar dependiendo de cada caso. Hemos de considerar que cada uno de nosotros está sometido a la Ley de Causa y Efecto, por eso, no obtenemos la cura de todos nuestros males, en esta vida. Jesús no los curó a todos.
En el Evangelio Según el Espiritismo hay un mensaje de un Espíritu Protector que nos orienta: “La fe es humana y divina, conforme el hombre aplica sus facultades a la satisfacción de las necesidades terrenas, o de sus aspiraciones celestiales y futuras. El hombre de genio, que se lanza a la realización de algún emprendimiento, triunfa si tiene fe, porque siente en sí que puede y ha de llegar al fin visado, certeza que le faculta inmensa fuerza. El hombre de bien, creyente en su futuro celeste, desea llenar de bellas y nobles acciones su existencia, haure en su fe, en la certeza de la felicidad que lo espera, la fuerza necesaria, yaúnahí se operan milagros de caridad, de devotamiento y de abnegación. En fin, con la fe no hay malos pendores que no se lleguen a vencer.”
El Magnetismo es una de las mayores pruebas del poder de la fe puesta en acción. Es por la fe que se cura y se produce esos fenómenos singulares, calificados otrora de milagros.
El Espiritismo que restaura, actualmente, el Cristianismo primitivo, viene orientando y ayudando en las curas espirituales por la desobsesión espiritual. El pase magnético. El agua fluidificada. La reforma íntima sin olvidarnos de la Caridad en las curas por la Terapía del Perdón. Hagamos, pues...
Isabel Porras-
Fuente: La Génesis
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Auto-conocimiento y reforma interior
La imperfección moral es común a todos los espíritus en vías de evolución. El esfuerzo de crecimiento espiritual es individual e inherente a los seres que ya poseen una fe ardiente, sólida y razonada. En El Libro de los Espíritus, pregunta 919, San Agustín afirma que el conocimiento de sí mismo es la clave del progreso individual.
Es un hecho que conociendo nuestra realidad interior, tomaremos conciencia de quienes realmente somos y nos liberaremos de los tentáculos del mal, que se obstinan en nosotros, porque aún le ofrecemos guarida. Su incisiva influencia retro-alimenta a muchos de nuestros sufrimientos emocionales, que tanto afectan a nuestra salud física, mental y espiritual.
El auto-conocimiento es la vía de acceso y la reforma interior es la planta generadora de fuerzas espirituales que nos facultan aumentar nuestra relación íntima con Dios, por la práctica incesante de la Ley de Amor, rumbo a la conquista de nuestra angelitud. Urge, pues, que tengamos el valor de desarraigar el mal de nuestro mundo interior, a través de ingentes esfuerzos de auto-conocimiento y trabajo íntimo, para que la reforma interior, sostenida por el recto pensar y por el recto actuar, nos conduzca a vivir el amor en forma más amplia y pacificada.
La firme decisión de auto-conocerse es un momento muy importante de nuestro proceso evolutivo, pues representa nuestra adhesión consciente a la práctica del Bien incondicional, para la erradicación del mal que habita en nosotros. Indudablemente, ésta es la clave para la conquista de la armonía, del equilibrio, de la salud plena, de la paz, que es la sintonía de Dios en nosotros.
La reforma interior es un proceso continuo de toma de conciencia de nuestra realidad espiritual.
La intensidad de la perseverancia de nuestros esfuerzos y de nuestra capacidad de trabajo, en el Bien, va produciendo una serie infinita de transformaciones morales en la intimidad de nuestro ser, dando lugar a una conducta renovada, basada en las enseñanzas morales del Evangelio de Jesús, que fomenta el aprovechamiento evolutivo de nuestras lecciones de vida.
Por ser un proceso interior, es un ejercicio de la voluntad firme y determinada para alcanzar la meta anhelada, que demanda mucha fe, valor, esfuerzo y, Auto-conocimiento y reforma interior sobretodo, trabajo interior, para transmutar vicios y defectos en virtudes. Para eso, es indispensable la ayuda, el amparo y la asistencia de alguien que, con la fuerza de su amor puro nos sostenga y guíe, como modelo de prestigio, cual lo es Jesús para a nuestra Humanidad, a fin de que podamos alcanzar el objetivo deseado.
Sin contar con dicha solidaridad, nuestras jornadas de luchas redentoras serían agotadoras e insoportables…Y cuanto más confiemos, más recibiremos de lo Alto, el apoyo necesario para que podamos vencer, realmente, ya que vencedor es aquel que se VENCE A SI MISMO. Es quien consigue auto-conquistarse y pacificarse para tornarse un verdadero HIJO DE DIOS.
por Maria de la Gracia Simões de Ender . Médico clínica y vicepresidente de AME-Internacional
Reproducido de la revista Salud y Espiritualidad- Mari Carmen-España-Traductora.
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Las Quejas
“Hermanos no os quejéis unos contra los otros, para que no seáis condenados.” – (Santiago, 5:9)
La queja nunca resolvió problemas de orden evolutivo, entretanto, si los aprendices del Evangelio sumasen los minutos malgastados en ese falso sistema de desahogo, se admirarían del volumen de tiempo perdido.
Realmente, muchos trabajadores valiosos no se refieren al sufrimiento y servicio, con espíritu de repulsa a la tarea que les fue encomendada.
La amistad y la confianza siempre autorizan confidencias; aun en ese particular, sin embargo, vale disciplinar la conversación.
La palabra lastimosa desfigura muchos cuadros nobles del camino, además de anular grandes cuotas de energía, inútilmente. El discípulo del Evangelio debería, antes de cualquier alusión amarga, tranquilizar el mundo interno y preguntarse: “¿Quejarme por qué?” ¿No será la esfera de lucha el campo de aprendizaje? ¿Acaso, no es la sombra la que pide luz, el dolor el que reclama alivio? ¿No es el mal el que requiere el concurso del bien?
La queja es un vicio imperceptible que distrae a las personas bien intencionadas de la ejecución del deber justo. Existen obligaciones pequeñas y milagrosas que, llevadas al efecto, beneficiarían a grupos enteros; sin embargo, basta un momento de queja para que sean irremediablemente olvidadas. Si alguien o algún acontecimiento te ofrecen ocasión al concurso fraterno, haz el bien que pudieres sin reparar en la gratitud ajena y, por más duro que te parezca el servicio común, aprende a cooperar con Cristo, en la solución de las dificultades.
La queja no atiende a la realización cristiana, en parte alguna, y complica todos los problemas. Acuérdate de que si le dieres la lengua, te conducirá a la ociosidad, y, si, le dieres los oídos, te encaminará a la perturbación.
Espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cándido Xavier
Del libro “Viña de luz”
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Las Quejas
“Hermanos no os quejéis unos contra los otros, para que no seáis condenados.” – (Santiago, 5:9)
La queja nunca resolvió problemas de orden evolutivo, entretanto, si los aprendices del Evangelio sumasen los minutos malgastados en ese falso sistema de desahogo, se admirarían del volumen de tiempo perdido.
Realmente, muchos trabajadores valiosos no se refieren al sufrimiento y servicio, con espíritu de repulsa a la tarea que les fue encomendada.
La amistad y la confianza siempre autorizan confidencias; aun en ese particular, sin embargo, vale disciplinar la conversación.
La palabra lastimosa desfigura muchos cuadros nobles del camino, además de anular grandes cuotas de energía, inútilmente. El discípulo del Evangelio debería, antes de cualquier alusión amarga, tranquilizar el mundo interno y preguntarse: “¿Quejarme por qué?” ¿No será la esfera de lucha el campo de aprendizaje? ¿Acaso, no es la sombra la que pide luz, el dolor el que reclama alivio? ¿No es el mal el que requiere el concurso del bien?
La queja es un vicio imperceptible que distrae a las personas bien intencionadas de la ejecución del deber justo. Existen obligaciones pequeñas y milagrosas que, llevadas al efecto, beneficiarían a grupos enteros; sin embargo, basta un momento de queja para que sean irremediablemente olvidadas. Si alguien o algún acontecimiento te ofrecen ocasión al concurso fraterno, haz el bien que pudieres sin reparar en la gratitud ajena y, por más duro que te parezca el servicio común, aprende a cooperar con Cristo, en la solución de las dificultades.
La queja no atiende a la realización cristiana, en parte alguna, y complica todos los problemas. Acuérdate de que si le dieres la lengua, te conducirá a la ociosidad, y, si, le dieres los oídos, te encaminará a la perturbación.
Espíritu Emmanuel
Médium Francisco Cándido Xavier
Del libro “Viña de luz”
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