sábado, 21 de octubre de 2017

Realidad del Ser Espiritual






Hoy vemos los siguientes artículos:

- Psicología Transpersonal y Espiritismo
- Diálogo con los Espíritus
- El amor se aprende
- Realidad del Ser Espiritual
                             
                                
                         *****************


                                    (Abraham Maslow)
                                      
    PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL Y                                    ESPIRITISMO


De todas las principales psicologías únicamente la psicología transpersonal contempla las capacidades superiores del ser acercándose al estudio del espíritu. Denominada como cuarta fuerza por Abraham Maslow, deja atrás a las tres primeras que son la cognitiva, psicoanalítica y humanista. Maslow realizó una profunda crítica del psicoanálisis y del conductismo, fundando la psicología humanista, preparando las bases para la transpersonal con la finalidad de expandir el marco de la psicología humanista más allá del centro de atención del yo individual, estudiando la dimensión espiritual del ser humano y sus estados modificados de conciencia.

Quizás el concepto más importante para la psicología transpersonal es el sí mismo o self que podemos definir como la naturaleza del individuo, sus gustos, valores, metas, que conforman su ser real y que integra incipientemente todas las potencialidades que debemos desarrollar para alcanzar la autorrealización como ser humano.

Cabría la distinción de un self superior, que englobaría todas las capacidades propias del Espíritu que llevamos dentro y un self individual que guardaría todas las potencialidades particulares que nos hacen únicos como seres humanos y componen nuestra naturaleza existencial, al margen de creencias e identificaciones externas.

Por debajo del self individual actúa el ego en el alma ordinaria identificándose con la mente consciente para conseguir todos sus propósitos. El ego, como el egoísmo, tiene su origen en el instinto de conservación y se desarrolla junto a la inteligencia desarrollando estrategias de supervivencia y conservación. Sus habilidades se amplían con la experiencia y puede conseguir un fuerte enmarañado de contenidos todos ellos protegidos por complejos mecanismos de defensa. Su finalidad autojustificada es garantizar las necesidades básicas y el mayor bienestar posible, objetivo digno salvo por qué termina endeudándose moralmente al no tener en cuenta conocimiento espiritual alguno, proveniente de los centros superiores del ser que son el self individual, el self superior, y el propio espíritu.

Maslow dividía las necesidades en dos grupos: necesidades de carencia y necesidades de crecimiento. Mientras estamos atrapados por las necesidades de carencia, las necesidades de crecimiento quedan en un segundo nivel. Las necesidades de carencia son el centro de atención del ego y razón la cual conquista nuestra conciencia.

El amor, cuando es necesitado como carencia, es querer a los demás en función de cómo estos satisfacen nuestras necesidades de autoestima, compañía, placer, gratificación y de cómo nos hacen sentir. Por otro lado, el amor como necesidad de crecimiento del ser, no tiene afanes posesivos ni egoístas, se ama la esencia o ser del otro, complaciéndose con la entrega de uno mismo sin esperar nada a cambio.

Las necesidades de carencia crean una conciencia también de carencia que se identifica con el ego con facilidad gracias a la distorsión que produce de la realidad utilizando la lógica materialista sobre nuestras creencias, proyectándonos hacia el futuro, lamentándonos del pasado sin dejarnos vivir un momento en el presente liberador.


El desarrollo de la conciencia, necesidades y ego

La conciencia se desarrolla en cada etapa con la finalidad de garantizar sus necesidades.
Según Maslow, durante la etapa de necesidades de carencia tenemos en este orden, necesidades fisiológicas, necesidades de protección, sentido de pertenencia y seguridad, y necesidades amor, respeto, afecto y aceptación fundamentales para el desarrollo de una buena autoestima.
La conciencia se centra principalmente en aquella necesidad insatisfecha más básica en la escala mencionada, de forma que no podrá centrarse en una necesidad superior si otra inferior está desatendida. Las metanecesidades, como la necesidad/motivación de crecimiento, son menos básicas y más débiles que el deseo de satisfacer las necesidades fisiológicas y los requerimientos relativos a seguridad, autoestima, etc. La necesidad de autorrealización se encuentra en la cúspide de la pirámide de necesidades por lo que es la necesidad más débil, quedando inhibida por la frustración o carencia de cualquier necesidad más básica.

La privación de las necesidades y metanecesidades conlleva desequilibrios y estrés que, de perdurar en el tiempo, terminan produciendo enfermedades. Por el contrario, su satisfacción es el alimento que nos lleva a desarrollar necesidades o motivaciones superiores. Y así sucesivamente hasta alcanzar la autorrealización, en la cúspide de la fase de individualización del ser, y posteriormente a la unión con toda la creación, en la fase transcendental del ser.

La búsqueda de la autorrealización como necesidad de crecimiento no comienza hasta no haberse emancipado de las necesidades inferiores como la seguridad y la estima, y sus principales representantes en nuestra psique, el egoísmo y el orgullo. El sentimiento de frustración ante cualquier necesidad nos estanca la conciencia y el desarrollo de nuevas etapas de aprendizaje.
De esta forma nuestra conciencia va desarrollándose, aumentando de nivel conforme sus necesidades se van sutilizando dentro de las necesidades de crecimiento, también llamadas metanecesidades, como la búsqueda de la perfección, la justicia, la belleza y la verdad. Un análisis profundo de las metanecesidades revela que cada una está contenida en las otras de forma que ninguna se puede comprender sin las características de alguna de las otras, formando una unidad con los conceptos más próximos a la idea que podemos hacernos de Dios. La belleza no sería tal sin poseer la verdad o la justicia o la perfección. La perfección no sería tal sin justicia, belleza o verdad. La justicia no sería tal sin verdad, y la verdad no sería tal sin la belleza que somos capaces de entrever en ella mediante el entendimiento. Es el comienzo del sentimiento religioso en busca de un nuevo concepto de unión con Dios alcanzable mediante el autoperfeccionamiento.

El proceso de autorrealización puede verse frenado por causas internas y externas:

Las experiencias externas las interiorizamos creando hábitos esclavizantes que nos llevan a conductas improductivas, adicciones, alimentación deficiente, inactividad, vida desordenada, inhibiendo nuestro crecimiento interior y debilitando nuestra salud.

Los entornos destructivos o negativos, educación rígida generan malos ejemplos difíciles de superar. La influencia social y las presiones recibidas para ser aceptado por el grupo van en contra del desarrollo de la individualidad, llenándonos de identificaciones accesorias.

Como causas internas tenemos principalmente el ego con sus identificaciones y mecanismos de defensa interiores que nos impiden contactar con nosotros mismos, nuestro self interior.

El ego busca identificaciones para llenarse de contenidos y estrategias con ánimo de satisfacer sus necesidades. La identificación del ego es un proceso inconsciente en el cual el individuo se crea la ilusión de ser lo identificado, vivenciándolo y sintiéndose como tal, suplantando temporalmente la conciencia de sí mismo por sensaciones que pronto caducarán al ser incapaces por sí mismas de cubrir verdaderamente las necesidades reales del ser. Identificación tras identificación se va enriqueciendo la conciencia de experiencias que ayudan a satisfacer las necesidades inferiores y por tanto, desarrollando motivaciones superiores.

La suma de identificaciones conforman la forma de ser que creemos tener, a veces diferente a la personalidad con que nos mostramos a los demás, motivados por los intereses del ego, lejos de cómo somos realmente, según la naturaleza de nuestro ser, nuestro self o sí mismo. Cuánto más difieran estas tres facetas de uno mismo, mayor será la insatisfacción e infelicidad. La satisfacción real del ser no se podrá alcanzar mientras no nos mostremos a los demás y a nosotros mismos tal como somos, según nuestra verdadera naturaleza. Mientras, en la casa de nuestra mente habrá tres señores (cómo nos queremos comportar, cómo necesitamos comportarnos para que los demás nos acepten y cómo debemos comportarnos para satisfacer nuestra naturaleza y necesidades interiores), que reclamarán su reinado incansablemente.

Cuando la mente se identifica con un contenido mental, este pasa a formar parte del contexto a través del cual percibimos la realidad, como si de un filtro se tratara, transformando la imagen recibida del color de su lente. De esta forma, el nuevo filtro determinará el significado e interpretación de lo vivido reforzando la propia creencia, mermando nuestra libertad. De esta forma estamos esclavizados por aquello con lo que nos identificamos y sólo podremos llegar a dominarlo primero desidentificándonos de ello. Consecuentemente, son los pensamientos con los que nos identificamos los que crean nuestro estado de conciencia, nuestra percepción de la realidad y nuestra identidad temporal.

Mientras, el propio ego lucha contra el self porque el conocimiento de sí mismo pone en peligro su existencia, construida a base de estrategias de conservación, y de todas sus identificaciones y estructuras creadas como la autoimagen y el orgullo. Estos contenidos llegarán a ser completamente innecesarios desde el momento en el cual la conciencia despierte al conocimiento verdadero de uno mismo y de la realidad que lo rodea.

El primer paso para vencer los mecanismos de defensa del ego es reconocerlos mediante el autoanálisis y discernir cómo operan en nuestro interior. Posteriormente se debe trabajar por reaprender las reacciones correctas sin enviar sus contenidos a su sombra (arquetipo junguiano), no reprimiéndolos, conscientes de que incluso el propio ego termina olvidando todo lo que considera innecesario.

Autorrealización

Según Maslow, las personas que alcanzan el estado de autorrealización consiguen ver la vida con mayor claridad, se aceptan a sí mismos y tienen relaciones poco problemáticas, libres de temores, complejos interiores limitantes y emociones perturbadoras, con objetivos claros de lo que quieren hacer y alcanzar en la vida. Valoran la espontaneidad, la creatividad, la simplicidad y la naturalidad en sí mismos y en los demás, alcanzando relaciones interpersonales más ricas y profundas, gracias al conocimiento de sí mismo, de sus necesidades y de las necesidades de los seres que le rodean. Tienen una gran capacidad de abstraerse y también de concentrarse en los problemas apartando el propio yo con su ego y deseos en busca de la mejor resolución al margen únicamente de sus intereses.

Normalmente adquieren, como vocación, compromisos a largo plazo con algo que sienten más grande que sí mismo, con paciencia incluso implicando grandes esfuerzos, centrándose en el desarrollo pleno de sus capacidades, como la creatividad, la espontaneidad, la intuición del conocimiento verdadero, la inspiración por la belleza y la búsqueda de la perfección.

Todo con una gran voluntad como elemento indispensable en el largo proceso de la autorrealización.

Maslow nos recomienda ocho actitudes necesarias para alcanzar la autorrealización (1):

1. Concentración. "Autorrealización significa vivir de manera plena, vívida, sin interferencias del yo, con una concentración completa y una absorción total" (1).

2. Decisiones de crecimiento. La vida viene determinada por la suma de nuestras decisiones y la autorrealización sólo se puede conseguir cuando pensamiento, sentimiento, voluntad se alinean con nuestras acciones y decisiones en el día a día.

3. Conciencia de sí mismo. Conocerse a uno mismo nos permite satisfacer las necesidades de expresión de nuestra naturaleza interior al hacernos conscientes de ella.

4. Honestidad. La autorrealización necesita de la honestidad y responsabilidad como elemento común en toda la naturaleza humana y la defiende con sentimientos de culpa cuando no las respetamos.

5. Juicio. La capacidad de juicio se ve afectada por el volumen de nuestro ego y trabajando para librarnos de él mejoramos la capacidad de discernimiento en las decisiones de nuestra vida.

6. Autodesarrollo. La autorrealización es una etapa más en la búsqueda de la transcendencia y el desarrollo pleno de todas nuestras potencialidades.

7. Experiencias cumbre. Todo trabajo conlleva una recompensa y las experiencias cumbres son momentos de elevada gratificación necesarios durante el camino.

8. Supresión de los mecanismos defensivos del ego. La plena libertad se alcanza cuando nos deshacemos del ego, sus identificaciones y sus mecanismos de defensa, gracias al conocimiento de uno mismo y el desarrollo elevado de la conciencia.


Espiritismo y estudio de la conciencia

El estudio del Espiritismo, como ciencia del alma, nos da luz a todo lo relacionado con el espíritu inmortal y también a la psicología transpersonal como ciencia que intenta estudiar la transcendencia.
Desde el Espiritismo se pueden comprender los conceptos de self superior e individual como estados del Espíritu expresándose a través de diferentes planos de manifestación, amortiguando su conciencia por las diferentes capas que forman el periespíritu, también denominadas “cuerpos”.
El espíritu desarrolla una conciencia corporal, a través de las sensaciones, una conciencia emocional y sentimental, a través de las emociones y de los sentimientos, una conciencia mental individual, a través de los pensamientos, una conciencia mental superior, a través de abstracciones, analogías y pensamiento elevado y una conciencia espiritual-universal a través del sentimiento de transcendencia y unión con toda la Creación y con Dios.

Mientras que la conciencia corporal es producida principalmente por los estímulos recibidos por el cuerpo físico, el resto de estados de conciencia se relacionan sucesivamente con el resto de cuerpos sutiles que conforman el periespíritu, envolviendo al espíritu, actuando como intermediarios para la adquisición de experiencias en cada plano de manifestación.

Cada estado de conciencia consigue en cierta forma la identificación del espíritu con el conjunto estímulos que le pertenecen, ya sean sensoriales, emocionales, sentimentales, mentales o espirituales.
Bajo esta perspectiva, el espíritu sería conciencia absoluta de no ser porque está rodeado de diferentes cuerpos sutiles que centran su conciencia al correspondiente espectro de frecuencias asociadas, bloqueando a su vez, parcial o totalmente, el conjunto de frecuencias superiores a cada cuerpo. Tales cuerpos son los vehículos de la experiencia del espíritu en los diferentes planos de la existencia, necesarios para la evolución del principio inteligente que hay en cada uno. El principio inteligente es creado inconsciente en etapas previas a la humana y alcanza la autoconsciencia después de milenios de experiencias por todos los reinos de la Creación. Es la expresión de la “atracción en el mineral, de la sensación en lo vegetal y del instinto en el animal” (2), del razonamiento en el hombre y del conocimiento verdadero en el espíritu superior.

El espíritu, al principio simple e ignorante, evoluciona mediante la adquisición de experiencias y para ello necesita recubrirse del periespíritu, cuerpo semimaterial que intermedia entre el cuerpo físico y el espíritu de forma que pueda adquirir primero sensaciones, luego emociones, sentimientos y pensamientos cada vez más sutilizados.

Para el propio espíritu los pensamientos son materia y energía que en función de su frecuencia vibratoria interactuarán con el cuerpo sutil correspondiente a su espectro vibracional, de forma que pueda ser captado, consciente o inconscientemente, según el propio nivel de conciencia.

La suma de todas las experiencias impulsarán al espíritu hacia nuevos niveles y búsquedas siguiendo el instinto de progreso y espoleado por el dolor de sus caídas.

Los cuerpos sutiles envuelven al espíritu en capas superpuestas ordenadas según su nivel vibratorio. El cuerpo sutil más denso, el doble etérico es el que contiene el fluido vital y junto al cuerpo físico son propios exclusivamente de las almas encarnadas, disipándose a los pocos días después de la desencarnación.

El cuerpo etérico, o doble etérico, es el cuerpo de las sensaciones e interactúa con el sistema nervioso de forma que una vez desprendido desaparece toda capacidad de sensación y transmisión nerviosa, según ha comprobado el Espiritismo y la psicología experimental a través de los fenómenos de exteriorización de la sensibilidad, bilocación y desdoblamiento.

El siguiente cuerpo corresponde al cuerpo emocional y como su propio nombre indica es el cuerpo de las emociones. El cuerpo emocional también es llamado espiritual porque es el cuerpo más denso que recubre a los espíritus desencarnados. Estos en ausencia de cuerpo físico perciben las sensaciones globalmente, tal como ocurre con las emociones, de forma que las perciben de forma general y tienen dificultades para localizarlas.

Una sensación penosa se percibirá como una emoción penosa que le afectara fuertemente debido a que no poseen un cuerpo físico que lo amortigüe. Lo mismo ocurre en sentido inverso, una emoción penosa podrá ser sentida como una gran sensación de dolor, normalmente de forma general pero otras veces focalizada, por la conciencia de culpa, en alguna parte en concreto de su cuerpo espiritual.

El siguiente cuerpo más sutil es el cuerpo mental, donde los pensamientos se relacionan con los aspectos más densos de nuestra psique, como son las identificaciones, las personalidades y el ego.
La mente, estudiando las necesidades básicas, crea estrategias para garantizar sus objetivos, generalmente a través de las identificaciones. El conjunto de identificaciones de la mente darán como resultado el ego y la personalidad, limitando en este nivel las experiencias que lleguen a la conciencia. El cuerpo mental, perdurando a través de las reencarnaciones, permite mantener y acumular personalidades a través de muchas vidas formando nuestro yo inferior o ego, continente de gran parte de los contenidos inferiores de nuestra psique, dueño y señor de nuestros comportamientos, tanto reactivos sin que pasen mínimamente por la conciencia despierta, como activos pasando sin ser cuestionados por nuestra conciencia adormecida.

Pensamientos y materia son diferentes estados de energía que envuelven al Principio Inteligente progresando hacia la perfección. Todos los cuerpos tienen sus automatismos que influyen en el espíritu como hacen los instintos con el cuerpo físico. Los instintos son buenos porque tienen su origen en la Ley Natural y operan hacia la automatización de procesos necesarios para la vida, supervivencia y progreso, aunque enseguida la mente los desvirtúa mediante el abuso generando nuevas necesidades artificiales, pasiones, con las que consigue adueñarse de casi la totalidad de la conciencia para sus propios fines, alimentando su ego.

Por tanto, la mente tiene también sus propios automatismos pero no todos son buenos. El mecanismo de aprendizaje no posee el filtro de la moral y aprende por la experiencia. Cuando el abuso transforma los instintos en pasiones estas imprimen sus automatismos en la mente que luego serán un fuerte lastre para la evolución espiritual.

El desarrollo de la inteligencia es fundamental para superar la etapa instintiva pero hasta que no se combine con el conocimiento moral no podrán superarse los automatismos de las pasiones de la mente.

Si dividimos el cuerpo mental en inferior y superior podemos entender el inferior como el que da origen a la inteligencia ordinaria dominada por el ego.

Envolviendo al espíritu limita su estado de conciencia identificándose con él como si fueran uno. De esta forma el ego consigue manejar las capacidades creadoras del espíritu mostrándose al exterior como si fuera una causa en lugar de una consecuencia. La causa es el espíritu y las consecuencias son el resultado de sus experiencias. Por ello el ego es prescindible aunque como dueño provisional de la mente emplea los mecanismos de defensa para su protección y la de sus creencias.

En el cuerpo mental superior encontramos estructuras libres del ego y por tanto con capacidad de elevar la conciencia por encima de los pensamientos ordinarios y la lógica cartesiana. La mente en esta situación alcanza un estado de conciencia que se denomina self en la psicología transpersonal y que conecta con las potencialidades superiores del hombre como son la creatividad, la bondad, la armonía y la belleza.

El siguiente cuerpo, y último que podemos recoger en la literatura de André Luiz, a través de la mediumnidad de Chico Xavier, es el cuerpo causal y guarda la huella moral que dejan todas nuestras acciones, decisiones y experiencias. Su contenido bloquea la luz que irradia el espíritu limitando sus capacidades espirituales.

Superado este nivel entendemos que la conciencia entra en los dominios de los espíritus superiores de camino hacia la completa perfección.

El estudio del Espiritismo también nos ayuda a comprender los estados alterados de conciencia. Así como la psicología experimental de los siglos pasados consiguió demostrar, en personas sensitivas, la exteriorización de la sensibilidad y el desprendimiento del doble etérico de su cuerpo físico, apenas unos pocos metros, mediante la saturación de los nervios con fluido vital de un magnetizador, el cuerpo espiritual, en ciertas condiciones, también puede desprenderse temporalmente del cuerpo físico y etérico, liberándose y produciendo diversos estados alterados de conciencia, anímicos o mediúmnicos.

Sin embargo, el desprendimiento definitivo de los diferentes cuerpos ocurre únicamente mediante la evolución moral del espíritu en las diferentes etapas de la existencia. Mediante la evolución moral llega el momento en que ya no es necesario volver a reencarnar, abandonando el cuerpo físico y etérico para siempre, posteriormente al final de la siguiente etapa, se llega a abandonar definitivamente el cuerpo espiritual y así sucesivamente hasta librarse de toda influencia externa al ser, alcanzando el estado de espíritu puro con una conciencia plena y universal.

José Ignacio Modamio

Centro Espírita “Entre el Cielo y la Tierra”

************************************



DIÁLOGO CON LOS ESPÍRITUS
En el intercambio mediúmnico, una de las facetas más importantes es la del diálogo que se puede establecer entre el portavoz o portavoces del grupo y los espíritus que se manifiestan.
Allan Kardec nos aclara en el Libro de los Médiums, que no hay que esperar las comunicaciones de una forma pasiva, es decir, que sean siempre los espíritus los que deban explayarse en sus disertaciones sin participar lo más mínimo con preguntas. Y añade: “No cabe la más mínima duda de que los espíritus ofrecen instrucciones espontáneas de muy alto vuelo, y que no estaría bien que las descuidásemos, pero hay explicaciones que con frecuencia habría que esperar muchísimo tiempo antes de obtenerlas, si no fuese porque las pedimos.” Y añade: “A no ser por las preguntas que les hemos planteado, El Libro de los Espíritus y el Libro de los Médiums estarían aún por escribirse, o al menos serían mucho más incompletos de lo que son.” (Capítulo XXVI; 287).
Es muy importante ser previsores y concretar, en la medida de lo posible, las preguntas que se desean realizar a lo seres espirituales, teniendo muy en cuenta tanto la forma como el fondo para que el diálogo sea ordenado y con un sentido lógico que permita desglosar uno o varios temas de forma coherente y útil. Si el tema propuesto por el hermano espiritual suscita interrogantes y no ha habido ocasión para expresarlas, no está de más analizar y estudiar posteriormente la comunicación, y si se considera conveniente, estructurar unas preguntas a la espera de una nueva oportunidad para exponerlas. El mundo espiritual, siendo previsor y atendiendo el interés sincero y la intención noble de aprendizaje, salvo que existan motivos de causa mayor que se nos puedan escapar, ellos mismos buscarán el momento para que puedan ser formuladas dichas preguntas.
A los espíritus superiores no les mueve la vanidad ni el amor propio, sino que su afán consiste en ayudarnos en el crecimiento espiritual, estimulando el aprendizaje, y sobre todo, la localización y superación de nuestras imperfecciones; ese es su interés fundamental. No obstante, se alejan o no contestan a las preguntas fútiles, o aquellas movidas por la curiosidad, o también las que tratan de poner a prueba su valía, olvidando el axioma de que el mensaje dibuja las características del mensajero. Es por ello que, no les molestan las pesquisas y las indagaciones razonables sobre el tema expuesto porque las consideran justas y necesarias; pero pretender, como así pueden actuar algunos poco experimentados, garantizarse la autenticidad del ser manifestante con preguntas para ponerlos a prueba, además de una falta de tacto y respeto, supondría una manifestación clara de desconocimiento de la mecánica espiritual. Por poner un ejemplo, es como si un señor respetable, culto y noble, que con buena voluntad se prestara a darnos una explicación, dudáramos de su identidad pidiéndole un documento personal acreditativo o que nos mostrara títulos oficiales que demostraran su cualificación académica.
Por otra parte, tampoco se prestan a intervenir en discusiones o debates de grupo cuando las posiciones pudieran estar enfrentadas y sobre todo si se trata de cuestiones materiales. En esos casos suelen demostrar gran prudencia; dejan toda la responsabilidad y la libertad de obrar y decidir entre los componentes del grupo, no inmiscuyéndose en sus problemas cotidianos. Ellos no están para sustituir lo que debe representar un esfuerzo de entendimiento y una obligación para las personas que colaboran y participan en el grupo mediúmnico. Si en algún caso comentan algo, será espontáneamente y con carácter conciliador, recordando por encima de todo, la necesidad de que primen los valores morales, imprescindibles en un grupo, para que este sea capaz de funcionar y avanzar; cualidades como son: la tolerancia, el respeto, la comprensión, la caridad, la fraternidad, etc.
Al otro lado de la balanza se encuentran los espíritus engañosos y de condición moral inferior; se suelen manifestar con aires de grandeza, algunos con una aureola mística, otros con una verborrea repetitiva extensa pero sin contenido sustancial. Ese tipo de espíritus se suelen sentir incómodos cuando se les pregunta, por el riesgo de caer en contradicciones o en falacias.
Aunque esto ya lo hemos analizado en otros artículos, no está de más recordar la necesidad de estar muy atentos para no dejarse engañar; los buenos médiums no están exentos de este tipo de comunicaciones apócrifas. El mundo espiritual superior las permite para que no nos relajemos, no nos consideremos infalibles y para estimular el estudio y el análisis de los mismos. Precisamente, el hábito de comentar y analizar con los compañeros de trabajo las comunicaciones así como las respuestas a las preguntas formuladas, es una garantía para evitar, en la medida de lo posible, ser engañados, y al mismo tiempo son una fuente de información, de crecimiento espiritual que no se puede desaprovechar.
Hay que incidir en la prudencia respecto al tipo de preguntas que deseamos formular. Algunas son imposibles como son las relacionadas con fechas concretas futuras, con acontecimientos que están por suceder. El mundo espiritual superior es capaz de prever los acontecimientos con meridiana claridad, sin embargo, los plazos y sobre todo las fechas, están supeditados al libre albedrío de las personas, a los derroteros, decisiones y caminos que decidamos transitar los seres humanos. A ellos les resulta casi imposible concretar en el tiempo, porque estamos hablando de distintas dimensiones, la espiritual y la material, en donde el concepto de espacio y tiempo varía notablemente. Casi siempre, salvo rarísimas excepciones, desconocen el momento exacto de los acontecimientos, sin embargo los ven aproximarse como si los observaran desde una ventana que les permite tener una perspectiva de lo que ocurre aquí abajo.
Nos estamos refiriendo a los acontecimientos mundiales que afectan a la humanidad. No existe un fatalismo que convierta en algo inamovible los acontecimientos futuros. Sabemos que nos encontramos en pleno proceso de Cambio de Ciclo Planetario, y para ello, los espíritus superiores son claros respecto al resultado final que debe de acontecer, pero cautos y prudentes en otros pormenores o detalles. Su intención es la de concienciar para que nos ajustemos urgentemente a los nuevos parámetros morales y espirituales que nos permitirán formar parte de esa nueva humanidad prometida. No obstante, su intención no está en generar miedo o ansiedad, sino inquietud, reflexión, por cuanto, los cambios morales, de actitud espiritual no se realizan de la noche a la mañana. Siendo espíritus tan inferiores en la escala evolutiva, nos cuesta mucho avanzar y progresar, es por ello que, el mundo espiritual no hable de urgencia, de apremio, porque nadie excepto Dios sabe cuándo se producirán esos cambios definitivos. Un proceso global que, sin duda alguna, ya se está produciendo en el planeta de manera irreversible.
Esa misma prudencia nos debe llevar también a ser cautos respecto a lo relacionado con las existencias anteriores. Salvo que espontáneamente puedan manifestar alguna información, no debe de ser un motivo de indagación ni preocupación este tema. Cuando revelan algo al respecto suele ser porque lo consideran que puede ser útil para uno o varios miembros del grupo, y siempre con una finalidad constructiva. La curiosidad en este apartado no tiene ningún valor práctico. Generalmente, si estamos aquí es porque hemos cometido errores en el pasado y venimos a depurarlos, es lo único que le importa al espíritu y es su finalidad fundamental, lo demás es accesorio y anecdótico.
Respecto a ciertos asuntos materiales como pueden ser conflictos familiares, ellos no nos pueden eximir de las pruebas que como todo el mundo estamos expuestos; no somos una excepción. Sin embargo, a través de la oración y sin alterar la dinámica y el interés general del grupo, podemos realizar alguna pregunta mentalmente, por si el mundo espiritual superior, sobre todo los espíritus familiares que nos asisten, tuvieran autorización para hacernos alguna indicación, pero siempre desde la discreción y el recogimiento, sin ninguna pretensión. Comprendiendo que hay cosas que deben seguir su curso, han de madurar. Muchas veces no dependen de uno; o simplemente son pruebas que debemos de dirimir nosotros, ejercitando la inteligencia y ciertas cualidades, paciencia, tolerancia, resignación muchas veces, etc. Sin olvidar que aunque el trabajo mediúmnico finalice, los espíritus bienhechores que nos aprecian, si tienen permiso y lo consideran justo y necesario, buscarán la forma de orientarnos o de facilitarnos la solución al problema, de manera que ya no represente un entorpecimiento para uno mismo ni para los demás.
Para ir concluyendo, es importante destacar a nivel general la necesidad de ajustar las preguntas a un contexto que sea realista, sin pedir explicaciones o aclaraciones que atañen a nuestro esfuerzo, trabajo, análisis y estudio. No somos seres excepcionales, estamos expuestos a los mismos interrogantes, a los mismos problemas y vicisitudes que el resto de mortales. Dios actúa siempre con sabiduría y con justicia para todos por igual. Todo tiene un porque y un motivo de ser, para que ejercitemos, como hemos comentado ya, la inteligencia, la paciencia, la resignación, la fe, la constancia, y la esperanza.
La doctrina espirita nos proporciona un tesoro de informaciones y de posibilidades que nadie en una sola existencia es capaz de aprovechar al cien por cien. Esa es la principal fuente de donde debemos beber, sin pretender reescribirla o someter al mundo espiritual a un trabajo que nos compete exclusivamente a nosotros. Ellos no son apuntadores y nosotros no somos unos privilegiados; al contrario, la misericordia divina nos concede la posibilidad de sacarnos de la inoperancia y de la lentitud de progreso a la que muy probablemente hemos estado instalados durante mucho tiempo. Es un regalo, pero que si no se aprovecha bien se puede convertir en una responsabilidad más, en un agravante que nos puede pesar en el futuro; por tanto, no nos podemos descuidar. Esforcémonos por convertir la mediumnidad en un instrumento fecundo de progreso.
                         José Manuel Meseguer- Amor, Paz y Caridad

                                 *******************************************

                                                                  

                                 EL AMOR SE APRENDE
   El ser humano posee un enorme potencial de realización. Siempre tenemos capacidad para crecer y cambiar. Nada está acabado en nosotros, todo es susceptible de mejoramiento. A partir de este principio analizaremos de qué modo podemos elaborar el sentimiento del amor en nuestro campo espiritual.
a).- Muévete en dirección al amor
   El primer paso es que establezcamos un norte para nuestra vida y trabajemos en esa dirección. El escritor Leo Buscaglia relaciona el estancamiento del indivíduo con miedo a cambiar, porque la idea de perfección lo atemoriza, porque siente miedo de realizar una transformación aunque tenga condiciones para lograrla, con enorme provecho futuro. Es necesario que apartemos de nuestra mente el temor en cuanto a que el amor excede nuestras posibilidades y que dificilmente podríamos experimentarlo. Si el amor no fuera posible, dosmil años atrás Jesús no nos habría estimulado a amar. En primer término: el amor es posible; en segundo término: es necesario. Es posible porque tenemos `plenas condiciones mentales para desarrollarlo; es necesario porque sin él no seremos felices. Instala en tu proyecto de vida el desarrollo del amor que potencialmente se encuentra en cada uno de nosotros, y luego avanza hacia él con serenidad y determinación.
b) Conoce el amor
El conocimiento del amor se efectúa de diversas maneras: por medio del estudio, de la observación, al comparar, al sentir, al reflexionar; cuando volvemos a empezar, cuando nos dejamos llevar por la intuición, etc. Si aspiramos a una porción más significativa de amor, para que nuestra vida esté más plena de ese sentimiento, tendremos que conocer de cerca el objeto de nuestros anhelos. Por eso nos propondremos hallar los elementos esenciales que nos ayudarán a comprender mejor lo que deseamos. Consultemos libros, concurramos a seminarios, meditemos sistemáticamente acerca del amor, analicemos con más detenimiento nuestros actos y pensamientos en relación con los semejantes, y reflexionemos sobre las actitudes de los otros al respecto. De tal modo atraeremos a nuestro nivel de conciencia todo lo vinculado con el amor. Antes de eso, tal vez las cosas nos pasaran desapercibidas, pero al traerlas al nivel consciente tendremos una noción más clara de nuestras propias actitudes. El desarrollo llega a ser más reflexivo, más profundo, con mayor conciencia de la importancia del sentimiento que estamos haciendo brotar en nosotros.
   Una emoción conducida al nivel consciente puede seguir dos caminos:
- Si es negativa se reducirá;                                                                                                                - Si es positiva, se ampliará.
   Como el amor es un elemento positivo, cuando lo traslademos al nivel consciente tenderá a multiplicarse, es decir que producirá una tendencia a que obremos de acuerdo con sus preceptos.
c) Experimenta el amor
La experiencia consolida el estudio, al análisis, la reflexión y todas las otras formas de conocimiento de un tema cualquiera. El amor es uno de esos elementos que mejor se integran a la práctica, a la aplicación efectiva de la ley que lo caracteriza. Para identificarlo cabalmente es necesario experimentarlo, Pensar acerca del amor, leer, discutir, meditar en torno a él, son excelentes maneras de conocerlo en teoría. Sin embargo, mediante la práctica diaria transformaremos en realidad nuestros proyectos y anhelos espirituales. Juan Enrique Pestalozzi, considerado el Pedagogo de la Humanidad, afirmó que para aprender a pensar no solo es necesario leer libros sobre el pensamiento, sino también pensar. Como hombre eminentemente práctico sostenía que tenemos la cabeza para pensar, el corazón para sentir y las manos para obrar. Este enunciado forma una triada extraordinaria para el desenvolvimiento de las facultades humanas: pensar, sentir, obrar.
En cuanto al amor, esa triada constituye una referencia educativa, o sea, conocer, sentir y obrar en el bien. Obviamente no podremos detenernos en las lecturas o en las reflexiones acerca del tema: es imprescindible avanzar más, llegar a vivenciarlo. Parafraseando a Pestalozzi estamos en condiciones de afirmar que solo amando aprenderemos a amar. La práctica es la prueba definitiva, pues en general las personas son buenas en la teoría pero deficientes en la práctica. Aunque obtengamos nociones intelectuales acerca del amor, no serán suficientes. Sin la práctica no conseguiremos aprobar el importante examen de la vida para ser solidario, para realizar algo útil. Si te habitúas a mirar con compasión y a practicar la caridad, irás adquiriendo hábitos saludables, hasta llegar a incorporar definitivamente a tu alma la fragancia embriagadora del amor al prójimo. Será tu manantial de paz y ternura. Ese hábito persistente, productivo, te elevará a la condición de colaborador de Dios.
- Jasón de Camargo-(Educación de los Sentimientos)
                                                           *************************
                                         
                                                                        

              REALIDAD DEL SER ESPIRITUAL
En la actualidad, ya no hay nada que justifique los conceptos ya superados en torno de los Espíritus. Por un lado, permanecen empecinadamente, las obstinadas negativas que se desprenden del materialismo, reduciendo al ser y a la inteligencia, al absurdo capricho del acaso y, por consecuencia, sin darle un carácter de sobrevivencia, después del desgaste del torbellino celular. En el pasado, cuando los estudiosos de la problemática del alma humana luchaban contra el totalitarismo religioso y la ignorancia científica, se comprendía la determinación de la idea que negaba la sobrevivencia espiritual a la muerte del cuerpo somático, porque faltaban las pruebas que ampliasen el aprendizaje mental, más allá de los estrechos límites impuestos por la fe ancestral...

En el presente, gracias al abundante control de hechos necesariamente catalogados, comparados, clasificados, pasados por los más diferentes cedazos de eminentes parapsicólogos, se sobrepone la hipótesis espírita a las demás, en el abismo donde se confunden las corrientes de opinión y de intereses subalternos, que insisten en reducir todo a ondas vibratorias en paulatino camino hacia la extinción, o cuando lo consignan como transformaciones energéticas incesantes...

No obstante, cuando se habla de campos de energía pura de difícil catalogación, se piensa en negar al Espíritu, en su condición energética cuando está libre de los implementos orgánicos. Más allá de esa desconcertante posición, permanece la decadente teoría sobre el Espíritu mediante la cual se le atribuyen facultades divinatorias, fantásticas, sobrenaturales...
Por más que se les expliquen aquellos que prefieren el concepto fantástico lo referente a la realidad del ser espiritual, de tal forma se encuentran sus mentes aferradas a las ideas inexactas, que bloquean su razón y no aceptan la claridad de la lógica ni del equilibrio. Se empeñan en transferir a los Espíritus, poderes y sucesos, responsabilidades y consecuencias en los acontecimientos de la vida, transitando, aún por las sendas de la Mitología, en la que se complacen, distantes de una reflexión libertadora, de una opción lúcida. Se satisfacen con el "culto externo" y están siempre dispuestos a aceptar injertos cómodos en los postulados relevantes que les exigen cambios de actitud acomodaticias a las que se someten con tranquilidad. Otros por atavismo incomprensible, si consideramos el tecnicismo y el utilitarismo de la época, se detienen en la idea de que no se deben mezclar con las "almas del otro mundo", de cuyo acometimiento siempre se recogen frutos de decepción, cuando no de desequilibrio de las ideologías del fanatismo religioso que se niegan a la actualización de la cultura espiritual.

Algunos, ingenuos, permanecen en la problemática que sostiene que los Espíritus son seres tan inmateriales e, inconcebiblemente, los catalogan como fantasmas, correspondiendo tal actitud a sus anhelos íntimos. Les temen, insisten en ignorarlos, y cuando son instados al examen de su estructura real, suponen que son cosas, humos, tal como fueron idealizados en los cuentos infantiles del pasado. La vida, empero, tiene en el mundo espiritual sus matrices. El mundo corporal es una materialización pura y simple de las construcciones trascendentes de las esferas del Espíritu. El ropaje orgánico es elaborado por las fijaciones mentales y ambiciones morales de cada uno, en el inmenso peregrinar evolutivo. A semejanza del cuerpo, o mejor dicho semejante al espíritu, es la fisiología orgánica, porque éste, el ser, posee una organización fisiológica obviamente más compleja que aquella que constituye la maquinaria física. Es una individualidad eterna y una personalidad que resulta de cada experiencia reencarnacionista por proceso automático de ideoplastía inconsciente, fijándose en las telas de la mente espiritual, los recuerdos, aptitudes y acontecimientos más importantes que caracterizaron a la entidad, manteniéndola en los patrones en que mejor fijó las finalidades del aprendizaje educativo...

Transfiere de una a otra existencia la suma de las adquisiciones que elaboran necesidades y promueven conquistas sin privilegios ni puniciones. Cuando el hombre abandona los despojos carnales por el fenómeno de la muerte, se cambia de posición vibratoria, continuando, empero integralmente, con lo que almacenó y consiguió, no obstante la ausencia de las expresiones materiales, en el sentido de la organización somática.
Ni Dios ni demonio. Ni capacidad fantástica, sobrenatural de todo poder, ni tampoco la imprudente tónica demoníaca de a todo y a todos atenacear o destruir. Ningún otro culto que no sea el de la amistad y el de la gratitud en oraciones y pensamientos saludables, ni tampoco recelo de ninguna naturaleza. Los espíritus son nuestros hermanos en la marcha de la evolución, semejantes a todos nosotros, unos mejores debido al esfuerzo propio, menos buenos los otros; atormentados los demás, desencarnados o encarnados, bajo la protección e inspiración de la divina misericordia de Nuestro Padre.

Eres un espíritu que se encuentra en labor adquisitiva, en pro de tu propia felicidad. Tu vida son tus bendiciones y tus sufrimientos. Ten en mente que procedes de la Esfera Espiritual – la verdadera – y que a ella retornarás. De ese modo, haz lo mejor que puedas en la oportunidad que disfrutas para promover la ascensión que persigues, dejando en la Tierra plantadas las semillas de amor y luz, por cuanto, debido a las necesidades de la evolución, a ella retornarás en futuros renacimientos, enfrentando mañana lo que hayas sembrado desde ahora. No te descuides, porque ignorar un hecho, de manera alguna altera su legitimidad, tal como ocurre con respecto a la indestructibilidad del Espíritu, que es inmortal.

Juana de Angelis

Mensaje psicografiado por Divaldo Pereira Franco

                                          *************************************



viernes, 20 de octubre de 2017

Dignidad del instinto sexual




Menú del día:

- Poligamia y Monogamia
- Don de Curar
- Dignidad del Instinto Sexual
- Transición Planetaria



                                                          **************************

                                                                                   
                            POLIGAMIA Y MONOGAMIA



700. La igualdad numérica que existe más o menos entre los sexos, ¿es un indicio de la proporción en que deben unirse? 
Sí, porque todo tiene una finalidad en la Naturaleza. 

701.* Entre la poligamia y la monogamia, ¿cuál de las dos se halla más de acuerdo con la ley natural? 
- La poligamia es una ley humana cuya abolición significa un progreso social. El matrimonio, según los designios de Dios, debe basarse en el afecto de los seres que se unen. Con la poligamia no hay afecto real, sino sólo sensualidad. 

Si la poligamia estuviera de acuerdo con la ley natural debería poder ser universal, lo que resultaría materialmente imposible, vista la igualdad numérica de los sexos. 

La poligamia ha de ser considerada como una costumbre, o bien una ley particular adecuada a ciertas costumbres, y que el perfeccionamiento social hace que poco a poco vaya desapareciendo.

El Libro de los Espíritus 
Allan Kardec. 

                                        *************************************




                              

                        DON DE CURAR


Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, lanzad demonios; "graciosamente recibísteis, dad graciosamente". (San Mateo, cap. X, v. 8)

2. "Dad gratuitamente lo que habéis recibido gratuitamente"; dijo Jesús a sus 
discípulos; por este precepto prescribe que no se haga pagar lo que uno mismo no ha 
pagado, y lo que ellos habían recibido gratuitamente era la facultad de curar a los 
enfermos y echar a los demonios, es decir, a los malos espíritus; este don se les dió 
gratuitamente por Dios para el alivio de los que sufren y para ayudar a la propagación 
de la fe, diciéndoles que no hicieran con él ningún negocio, ni un objeto de especulación, 
ni un medio de vivir. 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN KARDEC.

                                                    *******************************







DIGNIDAD EN EL INSTINTO SEXUAL
Todos los días millones de almas son dilaceradas por el sexo. Apremiante problema ya ensandeció a muchos cerebros valiosos, no puede atacarse a tiros de verbalismo de fuera hacia dentro, a la forma de médicos superficiales, que prescriben largos consejos a los pacientes, teniendo en la mayoría de las veces, absoluto desconocimiento de la enfermedad. Los enigmas del sexo no se reducen a simples factores fisiológicos.
Indiscutiblemente, para la mayoría de los encarnados, la fase juvenil de las fuerzas fisiológicas representa delicado periodo de sensaciones, en virtud de las leyes creadoras y conservadoras que rigen la familia humana; esto es accidente y no define la realidad sustancial. La sede del sexo no se haya en el cuerpo grosero, sino en el alma, en su sublime reorganización.
En la Esfera de la Costra, se distinguen hombres y mujeres según señales orgánicas, especificas; en el mundo espiritual para los que se encuentran, en tránsito, hacia esferas más altas, prepondera aún el juego de las recordaciones de la existencia terrena; en las regiones más altas de las almas acentuadamente pasivas o francamente activas.
Comprendiendo, de esta manera, que en la variación de nuestras experiencias adquirimos, gradualmente, cualidades divinas, como son la energía y la ternura, la fortaleza y la humildad, el poder y la delicadeza, la inteligencia y el sentimiento, la iniciativa y la intuición, la sabiduría y el amor, hasta que logremos el supremo equilibrio en Dios.
Convencidos de esta realidad universal, no podemos olvidar que ninguna exteriorización del instinto sexual en la tierra, cualquiera que sea su forma de expresión, será destruida, sino trasmudada en el estado de sublimación. Las manifestaciones de los propios irracionales participan del mismo impulso ascensional. En los pueblos primitivos, el desenvolvimiento sexual sobresalía por la posesión absoluta. La personalidad integralmente activa del hombre dominaba la personalidad totalmente pasiva de la mujer. El paso de los milenios transformó, esas relaciones. La mujer-madre y el hombre-padre dieron acceso a nuevos soplos de renovación del espíritu. Con bases en las experiencias sexuales, la tribu se convirtió en la familia, la choza se metamorfoseo en el hogar, la defensa armada cedió al derecho, la floresta salvaje se transformó en la agricultura pacifica, la heterogeneidad de los impulsos en las inmensas extensiones de territorios abrió campo a la comunión de los ideales en la patria progresista, la barbarie se irguió en la civilización, los procesos rudos de la atracción se transubstanciaron en los anhelos artísticos que dignifican al ser, el grito se elevó al cántico, y, estimulada por la fuerza creadora del sexo, la colectividad humana avanza, aunque lentamente hacia el supremo blanco del divino amor. De la espontánea manifestación brutal de los sentidos menos elevados el alma transita hacia la gloriosa iniciación.
Deseo, posesión, simpatía, cariño, devoción, renuncia, sacrificio, constituyen aspectos de esa jornada de sublimación. A veces, la criatura se demora años, siglos, diversas existencias de una estación a otra. Raras individualidades consiguen mantenerse en el puesto de la simpatía, con el equilibrio indispensable. Muy pocas atraviesan las regiones de la posesión sin duelos crueles con los monstruos del egoísmo y de los celos, a los cuales se entregan desvariadamente. Son pocas las que recorren los departamentos del cariño sin encadenarse, por largo trecho, a los gnomos del exclusivismo. A veces, solo después de milenios de pruebas cruciales y purificadoras, consigue el alma alcanzar el cenit luminoso del sacrificio para la suprema liberación, en el rumbo de nuevos ciclos de unificación con la Divinidad.
“El éxtasis del santo fue, un día, simple impulso. El instinto sexual, para coronarse con las glorias del éxtasis, ha de doblarse a los imperativos de la responsabilidad a las exigencias de la disciplina, a los dictámenes de la renuncia.
“Debido a la incomprensión sexual, incontables crímenes campean en la tierra, determinando extraños y peligroso procesos de locura en todas partes.
Son millones de hermanos los que se conservan medio locos en los hogares o en las instituciones; son incapaces de la devoción y de la renuncia, sumergiéndose poco a poco, en el caliginoso pantano de las alucinaciones... Con la mente desvariada, fija en el socavón de la subconsciencia, se pierden en el campo de los automatismos inferiores, obstinándose en conservar deprimentes estados psíquicos. El celo, la insatisfacción, el desentendimiento, la incontinencia y la liviandad les traen terribles fenómenos de desequilibrio.
“La endocrinología podrá hacer mucho con una inyección de hormonas, a guisa de socorro rápido a las colectividades celulares, pero no sanará lesiones del pensamiento. La genética podrá interferir en las cámaras secretas de la vida humana, perturbando la armonía de los cromosomas, en el sentido de imponer el sexo al embrión; todavía, no alcanzará la zona más alta de la mente femenina o masculina, que mantendrá características propias, independiente de la forma exterior o de las convenciones estatuidas. La medicina inventará mil modos de auxiliar el cuerpo alcanzado en su equilibrio interno; ella es merecedora siempre de sincera admiración y ferviente amor; entre tanto, nos compete practicar la medicina del alma, que amparé al espíritu embrollado en las sombras...
“El amor espiritualizado, hijo de la renuncia cristiana, es la llave capaz de abrir las puertas del abismo donde rodaron y ruedan millones de criaturas todos los días.
El sexo con respecto al amor, es como los ojos para la visión, y el cerebro para el pensamiento: no más que la herramienta de exteriorización. Es un lamentable error suponer que solo la perfecta normalidad sexual, acorde a las respetables convenciones humanas, puede servir de templo a las manifestaciones afectivas. El campo del amor es infinito en su esencia y manifestación. Insta huir a las aberraciones y a los excesos; con todo, es imperioso reconocer que todos los seres nacieron en el Universo para amar y ser amado.
La construcción de la felicidad real no depende del instinto satisfecho. La permuta de células sexuales entre los seres encarnados, garantizando la continuación de las formas físicas es proceso evolucionista, es apenas un aspecto de las multiformes permutas del amor. El intercambio de fuerzas simpáticas, de fluidos combinados, de vibraciones sintonizadas entre almas que se aman, está por encima de cualquier exteriorización tangible de afecto, sustentando obras imperecederas de vida y de luz, en las ilimitadas esferas del Universo.
El amor encuentra siempre mundos nuevos, basta que la criatura abandone la ociosidad que por sí misma combatirá la nefasta ignorancia. En cada ser resplandece, sin desmayo, la claridad libertadora, en el pensamiento de renovación para el bien común que debe cultivar e intensificar en cada día de la vida.
El cautiverio en los tormentos del sexo no es problema que pueda solucionar el literato actuando en el campo exterior: es cuestión del alma, que demanda proceso individual de cura, y sobre esta, solo el espíritu resolverá en el tribunal de la propia conciencia. Es innegable que todo auxilio externo es valioso y respetable, pero los esclavos de las perturbaciones del campo sensorial solo por si mismos serán liberados, esto es, por la dilatación del entendimiento por la comprensión de los sufrimientos ajenos y de las dificultades propias por la aplicación del “amaos los unos a los otros”, así en el adoctrinamiento, como en lo intimo del alma, con las mejores energías del cerebro y con los mejores sentimientos del corazón.
Todo en la vida es impulso creador. Todos los seres que conocemos, desde el gusano al ángel, son herederos de la Divinidad que nos confiere la existencia, y todos somos depositarios de facultades creadoras. El vegetal, instigado por el heliotropismo, surge en el paisaje, distribuyendo la vida y renovándola. La luciérnaga cintila en la sombra, buscando perpetuarse. El batracio siente vibraciones de amor y de paternidad en los escondrijos del charco. La fiera olvida la índole salvaje, al lamer, con ternura, un hijo recién nacido. Y más de la matad de los millones de espíritus encarnados en la Costra de la Tierra, con la mente fija en la región de los movimientos instintivos, concentran sus facultades en el sexo, del cual se derivan naturalmente los más vastos y frecuentes disturbios nerviosos; ellos constituyen compactas legiones, en las inmediaciones del paisaje primitivo de la evolución planetaria, son espíritus en la infancia del conocimiento, que aun no saben crear sensaciones y vida sino movilizando los recursos de la fuerza sexual.
Gran parte de las criaturas, sin embargo, habiendo conquistado la razón, por encima del instinto, permanecen en los desatinos de la prepotencia y realce, aunque apoyados en el trabajo provechoso y a las pasiones nobles, muchas veces... Pequeño grupo de hombres y mujeres, por fin, después de alcanzar el equilibrio sexual en la zona instintiva del ser y después de obtener los títulos que les confiere su trabajo y con los cuales dominan en la vida, rigiendo las propias energías, en pleno régimen de responsabilidad individual, pasan a fijarse en la región sublime, en la súper conciencia, no encontrando más la alegría integral en el contentamiento del cuerpo físico o en la evidencia personal; procuran alcanzar los círculos más altos de la vida, absortos en el idealismo superior; se sienten en el Umbral de las esferas divinas, ya desde el camino nublado de la carne, a la manera de viajero que, después de vencer ásperos caminos en las tinieblas nocturna, se estanca, desajustado, entre las ultimas sombras de la noche y las promesas indefinibles de la aurora...
Para esos, el sexo, la importancia individual y las ventajas de lo momentáneo en la Tierra son sagrados por las oportunidades que ofrecen a los propósitos de hacer el bien; entretanto, en el santuario de sus almas resplandece de nuevo la luz...
La razón particular se convirtió en entendimiento universal. Les crecieron los sentimientos sublimados en la dirección del campo superior. Presienten a la Divinidad y desean identificarse con ella. Son los hombres y mujeres que, habiendo realizado los más altos patrones humanos se candidatan a la Angelitud...
De un modo o de otro, siempre son facultades creadoras, heredadas de Dios, en juego permanente en los cuadros de la vida, todo ser es impulsado a crear, en la organización, conservación y extensión del Universo...
Aun instituyendo el mal, es forzoso observar en la criatura la manifestación incesante del poder creador que le es propio, caen en despeñaderos del crimen, se lanzan a los valles de las sombras, más, organizando y reorganizando las propias acciones, adquieren el patrimonio bendito de la experiencia; y, con la experiencia, alcanzan la luz, la paz, la sabiduría y el amor con lo cual se aproximan a Dios...
- Merchita-

Extraído del libro de Chico Xavier “En Un Mundo Mayor”


                                                   ****************************


                                                                         
                    TRANSICIÓN PLANETARIA
La ley del progreso alcanza a todos los seres y la Humanidad, constituida por los espíritus encarnados y desencarnados, no escapa a esa ley. La Humanidad ha realizado hasta hoy indiscutibles progresos. Los hombres, gracias a su inteligencia, han obtenido resultados jamás alcanzados en lo que respecta a la ciencia, el arte y el bienestar material. Pero les queda aún por realizar un inmenso progreso: hacer reinar entre sí la caridad, la fraternidad y la solidaridad para asegurar el bienestar moral. Tal es el período en el que hemos entrado y que señalará una de las más importantes fases de la Humanidad. 
    La generación futura, libre de las escorias del viejo mundo y formada por elementos más puros, estará animada por ideas y sentimientos muy diferentes de los que nutren a la generación actual, que se va a pasos agigantados. El viejo mundo habrá muerto y vivirá en la historia, como sucede hoy con la Edad Media y sus costumbres bárbaras e ideas supersticiosas. 
    Pero un cambio tan radical como el que se está elaborando no puede llevarse a cabo sin perturbaciones. Hay una lucha inevitable en las ideas. Ese conflicto originará forzosamente perturbaciones temporales, hasta que el terreno haya sido desbrozado y el equilibrio restablecido. Los graves acontecimientos anunciados surgirán de esa lucha de ideas y de ningún modo de cataclismos o catástrofes puramente materiales. Los cataclismos generales eran consecuencia del estado de formación de la Tierra. Hoy ya no se agitan las entrañas del globo, sino las de la Humanidad.
      La agitación que se manifiesta a veces en toda una población no es algo fortuito, ni producto de un capricho: se origina en las leyes naturales. Esta efervescencia, en un comienzo inconsciente, se manifiesta como un deseo vago, una aspiración indefinida hacia algo mejor, una necesidad de cambio. Se traduce por una agitación sorda, luego por actos que conducen a revoluciones sociales, las que, creedlo, tienen también su periodicidad, como ocurre con las revoluciones físicas, ya que todo se encadena. Si la visión espiritual no estuviese limitada por el velo de la materia, veríamos esas corrientes fluídicas que, como miles de hilos conductores, enlazan las cosas de orden espiritual con las de orden material. 
    Sí, ciertamente, la Humanidad cumple un período de transformación, como los que vivió ya en épocas pasadas. Cada transformación está marcada por una crisis que es, para el género humano, lo que son las crisis de crecimiento para el ser humano como individuo. Estas crisis, a menudo dolorosas, se llevan consigo a generaciones e instituciones, pero siempre son seguidas por una fase de progreso material y moral.
     La Humanidad terrestre llegó a uno de los períodos de crecimiento. Desde hace casi un siglo se encuentra en pleno trabajo de transformación, razón por la cual se agita por doquier presa de una especie de fiebre y como impulsada por una fuerza invisible, hasta que haya retomado su lugar sobre nuevas bases. 
     A la agitación de encarnados y desencarnados suelen unirse, casi siempre, ya que en la Naturaleza todo se encadena, las perturbaciones de los elementos físicos. Entonces, durante un tiempo, se produce una auténtica confusión general, pero que pasa como un huracán, después de la cual el cielo vuelve a abrirse y la Humanidad, restablecida sobre nuevas bases e imbuida de nuevas ideas, inicia una nueva etapa de progreso.
    «Será en el período que se inicia que se verá florecer al Espiritismo y que éste producirá sus frutos. Es, por lo tanto, más para el futuro que para el presente que vosotros trabajáis. Pero era necesario que esos trabajos se elaborasen anticipadamente, porque preparan las vías de la regeneración por la unificación y la racionalidad de las creencias. Felices quienes disfrutan de la Doctrina desde ahora: será para ellos un gran adelanto logrado y muchas penas evitadas». 
     La Humanidad ha llegado a uno de esos períodos de transformación o, si se quiere, de crecimiento moral. Pasó de la adolescencia a la edad viril. El pasado ya no basta a sus nuevas aspiraciones y nuevas necesidades. Allan Kardec (1804-1869) Seudónimo de Hippolyte Léon Denizard Rivail, pedagogo y escritor francés, autor de la colosal obra de recopilar, ordenar, anotar y publicar los mensajes recibidos de la espiritualidad superior a través de diversos médiums, en la Codificación: El Libro de los Espíritus, El Libro de los Médiums, El Evangelio según el Espiritismo, El Génesis y El Cielo y el Infierno, además de ser autor y editor de otras obras complementarias, en particular la Revista Espírita. Allan Kardec Número: 3 
     No puede ser gobernada por los mismos medios. No se contenta con ilusiones y engaños: su razón madura reclama alimentos más sustanciales. El presente es demasiado efímero, comprende que su destino es más vasto y que la vida corporal es demasiado restringida para abarcarlo por entero y, por tanto, vuelve su mirada hacia el pasado y el futuro para descubrir el misterio de su existencia y encontrar en ellos la seguridad que consuela. 
     Quien haya reflexionado sobre el Espiritismo y sus consecuencias, sin limitarlo a la producción de algunos fenómenos, comprenderá que esta Doctrina abre a la Humanidad un nuevo camino, ofreciéndole infinitos horizontes. Al iniciarlo en los misterios del mundo invisible, le señala su verdadero papel en la Creación, papel perpetuamente activo, tanto en el estado corporal como en el espiritual. El hombre no camina ya a ciegas: sabe de dónde viene, adónde va y por qué está sobre la Tierra. Ya no es una vaga esperanza: es una verdad palpable, tan cierta para él como la sucesión del día y la noche. Sabe que su ser no está limitado a algunos instantes de una existencia efímera; que la vida espiritual no se interrumpe con la muerte; que ya ha vivido y que vivirá aún y que de todo lo que adquiere en perfección gracias al trabajo nada se pierde. Encuentra en sus existencias anteriores la razón de lo que es hoy y, también, de lo que es hoy, sabrá deducir lo que será mañana. 
     La fraternidad debe ser la piedra angular del nuevo orden social. Pero no hay una fraternidad real, sólida y efectiva si no está fundada sobre una base inquebrantable: esta base es la fe, más no la fe en tales o cuales dogmas especiales que cambian con los tiempos y los pueblos y que se excluyen y luchan entre sí anatematizándose y fomentando las divisiones y el antagonismo. Sino la fe en los principios fundamentales que todos pueden aceptar: Dios, el alma, la vida futura, el progreso individual indefinido y la perpetuidad de las relaciones entre los seres. Cuando todos los hombres se convenzan de que Dios hay uno solo para todos, que ese Dios soberanamente justo y bueno no desea la injusticia y que el mal proviene de los hombres y no de Él, entonces se sentirán todos hijos del mismo Padre y se estrecharán la mano. 
     Esa es la fe que da el Espiritismo y que será en lo sucesivo el eje cardinal alrededor del que se moverá el génesis humano, sean cuales fueren los cultos y las creencias individuales. 
     El progreso intelectual, llevado a cabo hasta hoy en las más vastas proporciones, constituye un gran adelanto y señala la primera fase de la Humanidad. Pero por sí solo es impotente para regenerar. En tanto el hombre esté dominado por el orgullo y el egoísmo, utilizará su inteligencia y sus conocimientos en beneficio de sus pasiones e intereses personales. 
    Sólo el progreso moral puede asegurar la felicidad de los hombres sobre la Tierra poniendo freno a las malas pasiones. Sólo él puede hacer reinar entre ellos la concordia, la paz y la fraternidad. 
    Él es el encargado de tirar abajo las barreras que separan a los pueblos, el que hará desaparecer los prejuicios de castas y acallará los antagonismos sectarios, enseñando a los hombres a considerarse hermanos destinados a ayudarse y no a vivir parasitariamente los unos de los otros. 
     Será también el progreso moral, secundado por el progreso intelectual, quien unirá a los hombres en una misma creencia establecida sobre las verdades eternas, aceptadas universalmente, y, por eso mismo, no será motivo de discusión. La unidad de creencia será el eslabón más poderoso, la base más sólida para el logro de la fraternidad universal, resquebrajada en todos los tiempos por los antagonismos religiosos que dividen a los pueblos y a las familias, y que hacen ver en los disidentes a enemigos de quienes es necesario huir y a quienes hay que combatir y exterminar, en vez de ver en ellos a hermanos a quienes se debe amar. 
     Tal estado de cosas supone un cambio radical en  el sentir de las masas, un progreso general que no podía llevarse a cabo sin salir del círculo de ideas mezquinas y rastreras que fomentan el egoísmo. 
     Hoy la Humanidad está madura para mirar más allá de lo acostumbrado y mejor dispuesta para asimilar ideas más amplias, así como para comprender lo que no había entendido antes. 
     Esta etapa ya revela ciertos signos inequívocos de su presencia: tales son las tentativas de reformas útiles, las ideas amplias y generosas que se dan a conocer y que comienzan a tener repercusión. Es así como vemos aparecer una increíble cantidad de instituciones protectoras, civilizadoras y emancipadoras bajo el impulso y por iniciativa de hombres evidentemente predestinados para este trabajo de regeneración. Las leyes penales se humanizan un poco cada día, los prejuicios de raza se debilitan, los pueblos comienzan a considerarse miembros de una gran familia. Mediante la uniformidad y la facilidad de los medios de transacción, van suprimiendo las barreras que los distanciaban. Delegados de todas las partes del mundo son convocados para reunirse en comicios universales y realizar asambleas pacíficas e intelectuales. 
     Pero falta a esas reformas una base para desarrollarse, completarse y consolidarse. Es necesaria una predisposición moral más generalizada para que dé frutos y que las masas los acepten. Mas no por eso dejan de ser una señal característica del tiempo actual, el preludio de lo que se cumplirá en mayor medida, conforme el terreno se vaya solidificando.
      Otro signo característico de la época que se inicia es la reacción favorable hacia las ideas espiritualistas y la repulsión instintiva de las concepciones materialistas. El espíritu de incredulidad que se había apoderado de las masas, ignorantes o cultas, y que las había hecho rechazar, junto con la forma, el fondo mismo de toda creencia, parece haber sido un sueño que al despertar produce la necesidad de respirar un aire más vivificante. Involuntariamente, donde se hizo el vacío se busca algo, un punto de apoyo, una esperanza. 
     No es el Espiritismo el artífice de la renovación social, sino la madurez de la Humanidad la que convierte a esta renovación en una necesidad. Por su fuerza moralizadora, por sus tendencias progresistas, por la amplitud de sus miras, por la generalidad de los temas que abarca, el Espiritismo, más que ninguna otra doctrina, es apto para secundar al movimiento regenerador. Por tal motivo, ambos son contemporáneos. 
     El número de partidarios del retroceso es, sin ninguna duda, grande aún. Pero, ¿qué pueden contra la marea que asciende, además de arrojarle piedras? La generación que se eleva representa a esa marea, mientras que ellos desaparecen junto con la generación que se va a pasos de gigante. Hasta entonces defenderán el terreno palmo a palmo. La lucha es inevitable, pero es una lucha desigual: entre el hombre y la voluntad de Dios, ya que los tiempos por Él señalados han llegado ya. 
(Extractos de La Génesis, de A. Kardec)

                                              ********************************