viernes, 19 de junio de 2015

Colavida: El Kardec español


 

  ETICA Y MORAL: 

NECESIDAD IMPRESCINDIBLE
     
           


Con frecuencia solemos oír estas palabras unidas en las mismas frases, creyendo que son la misma cosa. Aunque tienen relación, la ética alude más bien a un sistema determinado, que contiene una serie de normas que nos aclaran que es correcto y que no, dentro del sistema. Mientras tanto la moral son las normas, los principios, las leyes, que nos dicen lo que está bien y lo que está mal.
Sistemas éticos hay multitud, pueden ser científicos, políticos, religiosos, empresariales, etc. Pero en lo que atañe a la conducta humana, la definición del bien y el mal es compleja y difícil. Desde antiguo se han explicado que las normas o leyes morales, si se está dentro de una religión o sistema espiritual, emanan de Dios, y que de éste último, se trasladan al ser humano.
En este caso concreto las personas que mantienen y abogan por este sistema ético lo tienen más fácil; pues, independientemente de su veracidad o equivocación, las leyes que contienen sus principios morales son buenas en esencia para todo creyente, ya que al provenir de un creador, una divinidad perfecta y bondadosa es la que define con claridad lo que atenta contra sus leyes o lo que está de acuerdo con ellas.
Para todos los sistemas que no son de índole trascendente, espiritual o religioso, definir lo que está bien o está mal, lo que es correcto o incorrecto, puede suponer una auténtica odisea; sin saber con exactitud si la perspectiva con que se observa la situación es subjetiva y por tanto errónea. La ética tiende a teorizar sobre lo correcto o incorrecto dentro del sistema ético al que pertenece, mientras que la moral debe diferenciar lo que es bueno de lo que es malo en sí mismo, para uno o para los demás.
La ignorancia, los prejuicios y la falta de conocimientos sobre el tema, categoriza la moral como algo estrictamente religioso; sin embargo no es así; pues es la capacidad de discernir el bien del mal. Existen muchos tipos de moral, tantas como concepciones sociales, culturales, filosóficas o religiosas podamos entrever. Existe una moral social, propia de las sociedades y que va evolucionando en paralelo según las leyes y costumbres de la sociedad que se trate.
Pero la moral no es sólo algo externo al ser humano, sino que forma parte intrínseca e indisoluble de su forma de ser; de su concepción personal, psicológica y consciente de la vida y del mundo que le rodea.
En el occidente, y en el campo filosófico, una de las referencias más importantes es sin duda Aristóteles, con su ética de la virtud, la cual sostiene que “la bondad es el resultado de las virtudes”. Algunos siglos más tarde otro gran pensador como Emmanuel Kant ponía el acento en la importancia del deber y la ética como paradigma del comportamiento humano (El imperativo Categórico) (*). Suya es la frase: “Dos cosas llenan mi mente de creciente admiración y respeto: el cielo estrellado que hay sobre mí y la ley moral que hay en mi interior”
Y respecto a su naturaleza, la moral humana no sólo es real, sino que acompaña al ser humano desde sus inicios evolutivos, desde que aparece en el mundo. En oriente el gran maestro Lao Tzi decía:
“Cuando todo el mundo entiende que la belleza es bella, es porque existe la fealdad. Cuando todos comprenden que la bondad es buena, es porque existe el mal”
Las tradiciones hindú y budista explican las consecuencias de hacer daño mediante las repercusiones de la ley del Karma (causa y efecto).
Esto supone que aquello que hacemos o pensamos tiene consecuencias; y creer en ello, es sin duda una gran motivación para actuar correctamente. Se sea ateo o partidario de una o ninguna religión.
Así pues, la moral y la ética son imprescindibles en la sociedad y en la conducta humana, pues vienen regulando el discernimiento sobre la conducta del hombre desde el principio de los tiempos y bajo todo tipo de formas y sistemas.
Desde la cuna es conveniente dentro de la educación de los hijos, implementar la moral que consideremos han de tener de acuerdo a nuestros principios. El desarrollo del sentido moral prepara al individuo para alcanzar la madurez personal y social; pues si no les ayudamos desde pequeños a desarrollar la capacidad de pensar moralmente sobre sus actos, las normas que les demos les parecerán reglas arbitrarias.
Un pequeño vistazo a la educación que se ofrece en el mundo occidental; nos hace comprender que el futuro no es muy esperanzador, si únicamente ponemos el acento en el desarrollo de las habilidades y capacidades intelectuales, despreciando la educación moral que debe acompañar principalmente el crecimiento del niño hasta la adolescencia.
Por ello, los programas de educación deberían incluir, al margen de concepciones religiosas, una ética dirigida al desarrollo moral, en aquellos aspectos que mejoren al individuo, haciéndole consciente de las repercusiones de sus actos sobre sí mismo y sobre los demás.
Cuando hablamos de desarrollo moral nos referimos no sólo al cultivo de las virtudes, sino también a un conocimiento, una educación de nuestras emociones y pensamientos; a fin de conseguir educar nuestra mente y evitar las aflicciones que el descontrol mental y emocional nos impone.
Una buena salud mental pone las bases de un mayor equilibrio, discernimiento y control personal, lo que unido a una mayor comprensión de la realidad, nos permite un sentido moral más avezado, al adquirir con ello cualidades como la empatía, la compasión, la ecuanimidad y la imparcialidad.
Factores como la socialización, la interdependencia, y la priorización de una sociedad más igualitaria, solidaria y recíproca; sólo pueden abordarse desde la capacidad que tenga el ser humano para comprender el potencial que tiene de hacer daño; siendo cuidadoso con lo que se hace, se dice y se piensa. Y esto solo se adquiere con un sentido moral desarrollado sobre lo que está bien o mal.
Así pues, podemos comprender cómo el hombre, a pesar de haber desarrollado enormemente su capacidad intelectual y tecnológica, debe equilibrar la balanza del progreso con el desarrollo del sentido moral. Alcanzando mayor comprensión de sus propios actos y de la repercusión que estos tienen sobre los demás y sobre uno mismo, ha de esforzarse por evitar el mal y alcanzar el bien. Todo ello desde una perspectiva laica.
Si abordamos el tema desde el conocimiento que nos ofrecen las leyes espirituales; y como bien hemos explicado más arriba, el bien y el mal son consustanciales a la naturaleza humana. Ambos derivan del ejercicio del libre albedrío del hombre, y ambos están sometidos al reajuste y regulación de la ley de causa y efecto: “A cada cual según sus obras”. Esta máxima, evidencia un sentido de la justicia exento de arbitrariedad alguna respecto a las consecuencias de nuestros actos.
Bajo esta perspectiva, se derivan conclusiones importantes, pues sabemos de antemano que somos los dueños de nuestro propio destino, al sembrar las causas de nuestra dicha o infelicidad futura en función de nuestros actos de hoy. Las consecuencias de estos actos se derivan de la naturaleza de los mismos, y recogeremos sus frutos, beneficiosos o perniciosos, en la vida actual o en próximas apariciones en la tierra a través de la reencarnación.
Quizás de esta manera, comprendiendo al mismo tiempo que nada queda impune; y que aquello que pensamos o hacemos repercute sobre nosotros, antes o después, y en nuestro propio beneficio, seremos capaces de dar la importancia que merece al desarrollo del sentido moral en todos los seres humanos. Conseguiremos así una sociedad más justa, solidaria y humana, al ser conscientes de cuáles son los límites que no debemos sobrepasar en perjuicio de nuestros semejantes.
Hoy en día son más necesarias que nunca una ética secular que nos ayude a entender el mundo y la vida desde las perspectivas del bien y de las leyes morales. Albergando los aspectos de la fraternidad y el amor al prójimo como pilares indestructibles que asienten las bases de este nuevo sistema ético. Por nuestro propio beneficio y por el de nuestros semejantes: el género humano.
Caminamos a pasos agigantados hacia un nuevo orden social, que sin duda priorizará la educación moral sin desdeñar la intelectual, y con ello llegaremos a un sentido más justo de convivencia y madurez social y personal.
Antonio Lledó Flor
©2015, Amor, paz y caridad
(*) Imperativo categórico: “Obra siempre de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en ley universal” Emmanuel Kant

martes, 16 de junio de 2015

STRES CARMEN CARDONA FUENTES

Vida despues de la vida



      
LA MUERTE ES UN NUEVO                                  AMANECER

       


La autora, Elisabeth Kübler-Ross nació el 8 de julio de 1926 en Zurich, Suiza. Fue la primera de trillizos. Su interés por las cuestiones inherentes a la muerte comenzó desde muy temprana edad, cuando un vecino anciano se hirió gravemente al caer de un árbol. Yendo a visitarlo en compañía de su familia, era la única en adoptar una actitud natural llena de interés y simpatía, de modo que el anciano paralizado le confiaba sus temores.
Más tarde, Elisabeth quiso hacerse médico y consiguió empleo en un laboratorio para costearse ella misma sus estudios. Era la época de los primeros refugiados judíos que huían del régimen nazi y llegaban a Suiza. Ella ayudó en su acogida. En 1945, con los “Voluntarios para la paz”, tropas de voluntarios cuya misión era auxiliar a las poblaciones después de la liberación, se dirigió a Suecia y luego a Polonia. En el campo de concentración nazi de Majdanek, descubrió las mariposas negras dibujadas por los niños judíos antes de morir.
Quedó persuadida entonces de que estos niños, antes de desaparecer en las cámaras de gas, tenían la intuición de que sobrevivirían a ese horror accediendo a un mundo mejor. La mariposa, símbolo de transformación, se convertiría en su emblema. Más tarde, haría con frecuencia la comparación entre los moribundos y la crisálida de la cual sale liberada la mariposa. El capullo es el cuerpo humano, cuando está deteriorado, libera a la mariposa, es decir al alma.
Atacada por la fiebre tifoidea, regresó a Suiza. Terminó sus estudios de medicina en 1957 y consiguió su diploma en la universidad de Zurich. En esa oportunidad conoció a un joven interno norteamericano, Emmanuel Ross. La boda tuvo lugar en febrero de 1958; los jóvenes esposos decidieron ir a vivir a los Estados Unidos y proseguir sus respectivas carreras. En Nueva York, Elisabeth se especializó en psiquiatría.
Diálogos con los moribundos Elisabeth Kübler-Ross interrogaba a sus pacientes terminales. Estos últimos le hablaban de sus temores, de sus creencias y de sus esperanzas pues estaban abandonados por una medicina que los consideraba como fracasos. Ese punto de vista se ha trasladado a esta época. Es preciso callar a la muerte, y hacer que sobrevenga lo más discretamente posible. Como le estaba prohibido el acceso a los servicios, entraba de noche. La apodaban “el buitre” pues se consideraba morboso su interés por los moribundos. Representando a su jefe de departamento ausente, debió afrontar una conferencia para los estudiantes de medicina en Denver. Tenía la elección del tema y 24 horas para prepararlo. El tema versaría sobre el estado psicológico del moribundo ante la muerte. Decidió hablar de la muerte a estos jóvenes médicos, esperando que más tarde tuvieran una actitud diferente a la de sus mayores. Observó que en la biblioteca de la universidad no había obras que trataran este asunto en serio; entonces tuvo una idea, como hacía poco tiempo que había conocido a una adolescente de 16 años, Linda, en fase terminal, decidió llamarla a la tarima para que ella misma hablara de lo vivido en su enfermedad y de su espera de la muerte. Ese testimonio suscitó entonces muchas emociones e interés. Pronto fue nombrada especialista de los enfermos en fase terminal.
El acompañamiento de los enfermos al término de la vida Con un grupo de estudiantes, propuso entrevistas (que se harían detrás de un espejo sin azogue) a pacientes terminales en los servicios del Billings Hospital de Chicago donde ejercía. La mayoría aceptó. Se consignaron así más de doscientas entrevistas. De esas conversaciones, independientes de la edad y sexo de los pacientes, se desprendieron elementos comunes. Elisabeth describió el recorrido psicológico de los enfermos terminales revelando varias etapas de su evolución: la conmoción ante el anuncio del diagnóstico, la negación, la ira, el regateo, la depresión y la aceptación. Escribió entonces un libro titulado Los últimos instantes de la vida,   para dar a conocer sus trabajos. Estamos en 1969 y el libro es un éxito. La revista Time Magazine le dedicó un artículo. Elisabeth es solicitada para dictar conferencias y recibe mucho correo. Ha batallado mucho para cambiar el modo de enfocar la muerte y la ayuda a los moribundos. Será entonces una pionera del acercamiento a los cuidados paliativos para las personas en fase terminal y del acompañamiento a los moribundos, esa nueva disciplina que vuelve a poner la muerte en su lugar, es decir en la vida.
La cuestión de la vida después de la muerte Reconocida en todo el mundo por sus colegas como autoridad en materia de tanatología, fue doctor honoris causa en numerosas universidades. Por eso mientras consignaba y publicaba lo vivido y los sufrimientos de sus enfermos hasta su muerte clínica, sus colegas la apoyaban. Pero cuando, en las conferencias y entrevistas, empezó a relatar que los moribundos con frecuencia compartían con ella experiencias extra corporales, incluso del más allá, lo cual no consideraba alucinaciones, muchas personas se apartaron de ella y hasta la declararon “trastornada”. No podían admitir que de repente ella se volviera hacia un campo de investigación considerado como no serio, a saber la cuestión de la vida después de la muerte.
 En una entrevista, hizo la siguiente declaración: “En mi opinión, es científicamente honrado el que anota sus descubrimientos y explica cómo ha llegado a su conclusión. Se debería desconfiar de mí si publicara solamente lo que le agrada a la opinión general. No está en mis intenciones convencer, ni convertir a nadie. Considero que mi trabajo consiste en la transmisión de los resultados de la investigación. Los que estén preparados me creerán. Y los que no lo estén, argumentarán”.
Dejó Chicago, lamentando el Billings Hospital la mala publicidad hecha al establecimiento, considerado un modelo de cuidados y sanación. Se instaló entonces en Escondido, al sur de California, luego en Virginia. Durante su vida, escribió artículos y una veintena de libros traducidos a más de treinta lenguas, y organizó seminarios y conferencias. Murió a los 78 años el 24 de agosto de 2004, en Scottsdale, Arizona, acompañada por su hijo Kenneth y su hija Bárbara.

Las experiencias de muerte inminente
Elisabeth Kübler-Ross acompañó a miles de personas en el final de la vida, estudió las diferentes etapas por las que pasa una persona cuando se entera de que va a morir e igualmente estudió el fenómeno de las experiencias de muerte inminente, conocido con el término inglés NDE: Near Death Experience. Muy pronto recogió los testimonios y, lejos de criticarlos, los publicó. Igualmente escribió el prefacio del libro de Raymond Moody La vida después de la vida que trata de las NDE.

“Vivo la vida bienaventurada de los espíritus”
Cuando se le preguntaba si tenía miedo a la muerte, ella respondía: “No, en absoluto; me alegro de ella por adelantado. El hecho de preocuparse por la muerte no es una huida ante la vida, por el contrario. La integración de la muerte en su pensamiento permite al hombre vivir de modo más consciente y concentrado y lo protege de desperdiciar demasiado tiempo en cosas sin importancia”. En enero de 2005, el espíritu Elisabeth Kübler-Ross, se manifestó en sesión espírita para darnos este mensaje: “La muerte es un tema que me llamó la atención desde muy joven. La muerte es un tema que he estudiado, analizado y tratado sobre todo en cuanto a su proximidad, es decir cuando el hombre, la mujer o el niño se encuentran a sus puertas… En el más allá me he reunido y he encontrado a numerosas personas que de alguna manera había acompañado en el umbral de esta otra vida. Vivo la vida bienaventurada de los espíritus, aunque tenga que repasar algunos datos pues esta muerte, a la que tantas personas temen, nunca me dio miedo y esperaba el momento de su llegada con serenidad y certeza”.

La muerte es un nuevo sol 
Este libro fue compuesto a partir de las conferencias y enseñanzas que ella dictó sobre el tema de la vida después de la muerte: “Vivir y morir”, “La muerte no existe”, “La vida”, “La muerte y la vida después de la muerte”. Las experiencias de la doctora Kübler-Ross permiten confirmar la existencia de una vida después de la muerte. Ésta no es más que el paso a otro estado de conciencia en el que se sigue sintiendo y donde el alma puede seguir creciendo. La muerte es renacimiento y vida. La muerte es un nuevo sol. Este libro nos explica cómo descubrió ella la existencia de una vida después de la muerte y nos relata las experiencias de personas que experimentaron una NDE. He aquí testimonios narrados en su libro.

Los ciegos pueden ver
“Realizamos un proyecto de investigación imponiéndonos como condición no tomar en cuenta sino a ciegos que no habían tenido percepción luminosa desde hacía por lo menos diez años. Y estos ciegos que tuvieron una experiencia extra corporal y regresaron de ella, pueden decirles al detalle qué colores y qué alhajas llevaban ustedes entonces, cuál era el diseño de su jersey o de su corbata, y así sucesivamente. Comprenderán que no podía tratarse de visiones. Ustedes pueden interpretar muy bien estos hechos si la respuesta no les da miedo. Pero sí les da miedo, serán como esos escépticos que me han dicho que esas experiencias extra corporales debían ser consideradas como resultado de una falta de oxígeno. Y bien, si no se tratara sino de una falta de oxígeno, se la prescribiría a todos mis ciegos. ¿Comprenden? Si alguien no quiere admitir un hecho, encuentra mil argumentos para negarlo. Pero, de nuevo, eso es su problema. No traten de convertir a los demás. Cuando ellos mueran lo sabrán de todos modos”. Durante una NDE, los amputados disponen nuevamente de su miembro, los sordos y mudos pueden oír, hablar y cantar. Los incrédulos dicen que se trata de proyección de deseos. Este no es el caso, como lo explica Elisabeth Kübler-Ross: “En primer lugar, la mitad de los casos de experiencias en el umbral de la muerte que hemos recogido son resultado de accidentes brutales, es decir inesperados, donde la persona no podía prever lo que le iba a suceder. Para citar sólo el caso de uno de nuestros enfermos que había perdido las dos piernas durante un accidente tras haber sido atropellado por un auto cuyo conductor se dio a la fuga. Sin embargo, mientras se encontraba fuera de su cuerpo físico y hasta veía una de sus piernas en el suelo, estaba perfectamente consciente de encontrarse en un cuerpo etérico absolutamente perfecto, y en posesión de sus dos piernas. No podemos suponer que este hombre sabía de antemano que las perdería y que entonces proyectaba el deseo de poder volver a caminar”.
En el momento del tránsito uno nunca está solo Durante sus acompañamientos Elisabeth Kübler-Ross ha comprendido que los seres que están en el umbral de la muerte no tienen alucinaciones cuando ven a las personas fallecidas que vienen a buscarlas. Son personas queridas, guías espirituales, presentes para aportar su ayuda. “Una niña de doce años le cuenta a su padre los acontecimientos tan maravillosos que había vivido, durante su ‘muerte’ y que había querido no regresar. Lo particular es que su hermano estaba cerca de ella y la había tomado entre sus brazos con amor y ternura. Después de haberle contado eso a su padre, añadió: ‘Lo único que no comprendo es el hecho de que yo no tengo hermano’. Entonces su padre se echó a llorar y le contó que, en efecto, ella había tenido un hermano que murió tres meses antes de su nacimiento. Pero nunca nadie le había hablado de ello. ¿Ven por qué cito un ejemplo como este? Porque muchas personas tienden a decir: ‘Por supuesto, aún no estaba muerta. Y en el momento de la muerte, uno piensa naturalmente en aquellos que se quieren y se los imagina físicamente’. Pero esta niña de 12 años no había podido imaginarse a su hermano”.
Cuando Elisabeth Kübler-Ross preguntaba a los niños cuáles son las personas que quisieran tener cerca, la mayoría deseaba la presencia de sus padres. Ahora bien, si sus padres todavía estaban vivos, ningún niño reportó haber visto a uno de ellos durante sus NDE. Los seres presentes durante las experiencias deben haber muerto, aunque sea algunos minutos antes.

Es una experiencia que cambia la vida
 Elisabeth Kübler-Ross relata igualmente el testimonio de un hombre que perdió a toda su familia, su esposa y sus hijos en un accidente de auto. Al no poder superar la prueba, se convirtió en un vagabundo, borracho e intentó suicidarse:
“Su último recuerdo de esta vida que llevaba desde hacía dos años, fue el siguiente: estaba acostado, borracho y drogado, en una carretera sucia que bordea un bosque. Sólo pensaba en una cosa: no tener que vivir más y encontrarse de nuevo reunido con su familia. Cuando vio acercarse un camión, ya no tuvo fuerza para alejarse, de modo que el camión literalmente lo aplastó. Contó que en el mismo momento, se encontró a algunos metros por encima del lugar del accidente, mirando su cuerpo peligrosamente mutilado que yacía sobre la carretera. Entonces, su familia apareció delante de él, radiante de luminosidad y amor, con una sonrisa feliz en cada rostro. Se comunicó con él, sin servirse de la boca, por transmisión de pensamiento. Le dio a conocer la alegría y la felicidad que este encuentro le procuraba. El hombre no fue capaz de decirnos cuanto tiempo duró ese encuentro con los miembros de su familia. Pero quedó tan emocionado por su salud, hermosura, brillo, aceptación de su vida actual y amor incondicional, que juró no tocarlos ni seguirlos, sino volver a su cuerpo terrenal para dar a conocer al mundo lo que acababa de vivir y reparar así sus vanas tentativas de suicidio. Luego, se encontró en el lugar del accidente y observó a distancia cómo el chofer extendía su cuerpo dentro del camión. Vio la llegada de la ambulancia, su transporte a la emergencia de un hospital donde se le ató sobre una cama. Fue allí donde volvió a su cuerpo y se despertó, arrancando las correas con las que se le había atado. Se levantó y abandonó la emergencia sin tener después el
menor síntoma de delirium tremens ni necesidad de desintoxicación debido a los abusos de drogas y alcohol. Súbitamente se supo curado y restablecido. Se juró no morir hasta no haber tenido oportunidad de compartir la experiencia de una vida después de la muerte con la mayor cantidad posible de gente dispuesta a escucharla”.

El umbral de la muerte 
Elisabeth Kübler-Ross describe así el umbral de la muerte, de acuerdo con los testimonios recogidos:
“Se pasa por una fase de transición totalmente marcada por los factores culturales terrestres. Puede tratarse del paso por un túnel o un pórtico o el cruce de un puente. Y luego, en cuanto se ha cumplido este paso, una luz irradia en el extremo. Y esa luz es más que blanca, es de una claridad absoluta. Y a medida que uno se acerca a esa luz, se llena del amor más grande, indescriptible e incondicional que se pueda imaginar. No hay palabras para describirlo. Cuando alguien tiene una experiencia de umbral de la muerte, no puede ver esa luz sino muy brevemente. Y es preciso que vuelva muy rápido a la tierra. Pero cuando muere, quiero decir morir definitivamente, el cordón de plata se rompe. Después, ya no es posible volver al cuerpo terrestre. Pero de todos modos no quiere volver, pues cuando se ha visto la luz, ya nadie quiere regresar. Y en esa luz se da cuenta por primera vez de lo que el hombre hubiera podido ser. Vive la comprensión sin juicio, vive un amor incondicional, indescriptible. Y en esa presencia que muchos llaman Cristo o Dios, Amor o Luz, comprende que toda su vida aquí es sólo una escuela por la que debe pasar, que debe aprender allí ciertas cosas. En esta luz, debe mirar toda su vida terrenal. Conoce exactamente cada pensamiento que ha tenido en cada momento de su vida, conoce cada acto que ha cumplido y cada palabra que ha pronunciado. Comprende todas las consecuencias que han resultado de cada uno de sus pensamientos, de cada una de sus palabras y de cada uno de sus actos. Se da cuenta de que es su peor enemigo, pues ahora debe reprocharse por haber dejado pasar tantas oportunidades para crecer”.

Cuando la muerte es una puerta abierta a otra vida
En este libro, la muerte nos es mostrada o descrita no como un fin sino como un paso. Uno llega a sentir toda la paz que una persona fallecida puede sentir “del otro lado”. El subtítulo es muy elocuente: “Cuando la muerte es una puerta abierta a otra vida”.

LE JOURNAL SPIRITE N° 82 OCTUBRE 2010

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LA BENDICIÓN DE LA LEGÍTIMA FRATERNIDAD

¡Hijos e hijas del alma, manteneos en paz!

Oíd lo que os fue dicho: amareis a los que os aman y odiareis a aquellos que os odian. ¡Yo sin embargo os digo: amad a vuestros enemigos para ganar el galardón del Reino de los Cielos.

En otras palabras, Jesús nos invita a la renuncia total de los sentimientos egoístas, incitándonos con la bendición de la legítima fraternidad.

Nos dio ejemplo, el mismo, amando a los adversarios del Bien, de que El era la representación máxima en la Tierra.
Ese desafío permanece hace veinte siglos, invitándonos a profundas reflexiones.

En la actualidad, cuando las comodidades confraternizan con la avaricia, la deslealtad, el soborno, las criaturas se aman por los intereses que les dicen al respecto especialmente en relación a las subalternas pasiones.
No pocas veces, quedáis aturdidos ante el mundo devorador y la rectitud del comportamiento espirita.
Tened, sin embargo, buen ánimo y sed fieles a la fraternidad que debe regir entre todos porque de ella parten los nobles sentimientos de la solidaridad, de la compasión, de la caridad: los dilectos hijos del Amor..

Preocuparos con las directrices de seguridad para el futuro de nuestro Movimiento y en actuar con sabiduría bajo la inspiración superior.

Id trazando las metas que deben ser alcanzadas de forma que contribuyáis en pro del mundo mejor de mañana. Más no os olvidéis de que la simiente del Evangelio de Jesús es perenne luz guiando a la Humanidad su destino sublime.

Son días, estos, de inquietud y de desafíos. Las inquietudes forman parte de las crisis y toda crisis vivenciada abre puertas al progreso porque hace madurar a los luchadores. Y, al mismo tiempo, a través de los desafíos se desenvuelven las facultades de discernimiento para la acción correcta según las determinaciones del Maestro incomparable.

Tambien El vivió en el momento histórico de crisis internaciones, socioeconómicas, de variada naturaleza, y fue gracias a esas crisis que Él aceptó el desafío de implantar en el Tierra el amor.
¡Observad! Es la única personalidad que exalta el amor capaz de vencer dos milenios de luchas y se transforma en más eficaz psicoterapia de que necesita la criatura humana.
El amor, sin embargo, de entrega total, sin los vicios de los intereses recíprocos, de las ofertas retributivas, más el sentimiento de oferta por el ideal de la Vida Eterna.

Porfiad, hijos e hijas, no pocas veces, con el corazón destrozado, más el alma aceptando los impositivos del progreso y viviendo el anonimato de larenuncia, para que brille el Señor y no el ego individual.
Es ciertamente el gran desafío del momento servir a la Causa sin servirse de la Casa y de la Doctrina que ella alberga. Comprender que, en la condición de siervo, la satisfacción máxima es atender a las determinaciones del Señor sin cualquier queja o reclamación.

Aquellos que vinieron antes y dejaron pisadas luminosas para que siguieseis están preparándose para el retorno a fin de avanzar por las trillas que ahora trazáis.

Alegraos, hijos e hijas del alma, por manteneros fieles al Cristo de Dios, muchas veces con desagrado por nuestros afectos queridos, de aquellos que participan de nuestras alegrías y dolores, más no tienen naturalidad para comprender los sentimientos que entregáis al Guía Protector de todos nosotros.

¡No cambieis nunca!

Tolerancia, mas no connivencia.

Fraternidad, mas, de ninguna manera, vulgaridad en el comportamiento.

Trabajo dentro del límite de las fuerzas, porque aquel que hace lo que puede, realiza el máximo.

Los Espíritus espiritas, que estamos con vosotros, proseguiremos en la santa lid de edificar el Reino de los Cielos en cada corazón, a fin de que se expanda por toda la Tierra, a medida del tiempo que se le haga necesario.

Jesús triunfará sin cualquier restricción, pues Él es el Camino para la Verdad y para la Vida.

Que El nos bendiga a todos y nos guarde en su dulce paz, son los deseos del servidor humilde y paternal siempre.

Bezerra de Menezes – Mensaje psicofónico por el Médium Divaldo Pereira Franco, en el cierre de la reunión ordinaria del Consejo Federativo Nacional, en Brasil en la mañana del 10 de noviembre del 2013.


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 Por Maria Ribeiro - Blog de los espiritas 

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