LA MUERTE ES UN NUEVO AMANECER
La autora, Elisabeth Kübler-Ross nació el 8 de julio de 1926 en Zurich, Suiza. Fue la primera de trillizos. Su interés por las cuestiones inherentes a la muerte comenzó desde muy temprana edad, cuando un vecino anciano se hirió gravemente al caer de un árbol. Yendo a visitarlo en compañía de su familia, era la única en adoptar una actitud natural llena de interés y simpatía, de modo que el anciano paralizado le confiaba sus temores.
Más tarde, Elisabeth quiso hacerse médico y consiguió empleo en un laboratorio para costearse ella misma sus estudios. Era la época de los primeros refugiados judíos que huían del régimen nazi y llegaban a Suiza. Ella ayudó en su acogida. En 1945, con los “Voluntarios para la paz”, tropas de voluntarios cuya misión era auxiliar a las poblaciones después de la liberación, se dirigió a Suecia y luego a Polonia. En el campo de concentración nazi de Majdanek, descubrió las mariposas negras dibujadas por los niños judíos antes de morir.
Quedó persuadida entonces de que estos niños, antes de desaparecer en las cámaras de gas, tenían la intuición de que sobrevivirían a ese horror accediendo a un mundo mejor. La mariposa, símbolo de transformación, se convertiría en su emblema. Más tarde, haría con frecuencia la comparación entre los moribundos y la crisálida de la cual sale liberada la mariposa. El capullo es el cuerpo humano, cuando está deteriorado, libera a la mariposa, es decir al alma.
Atacada por la fiebre tifoidea, regresó a Suiza. Terminó sus estudios de medicina en 1957 y consiguió su diploma en la universidad de Zurich. En esa oportunidad conoció a un joven interno norteamericano, Emmanuel Ross. La boda tuvo lugar en febrero de 1958; los jóvenes esposos decidieron ir a vivir a los Estados Unidos y proseguir sus respectivas carreras. En Nueva York, Elisabeth se especializó en psiquiatría.
Diálogos con los moribundos Elisabeth Kübler-Ross interrogaba a sus pacientes terminales. Estos últimos le hablaban de sus temores, de sus creencias y de sus esperanzas pues estaban abandonados por una medicina que los consideraba como fracasos. Ese punto de vista se ha trasladado a esta época. Es preciso callar a la muerte, y hacer que sobrevenga lo más discretamente posible. Como le estaba prohibido el acceso a los servicios, entraba de noche. La apodaban “el buitre” pues se consideraba morboso su interés por los moribundos. Representando a su jefe de departamento ausente, debió afrontar una conferencia para los estudiantes de medicina en Denver. Tenía la elección del tema y 24 horas para prepararlo. El tema versaría sobre el estado psicológico del moribundo ante la muerte. Decidió hablar de la muerte a estos jóvenes médicos, esperando que más tarde tuvieran una actitud diferente a la de sus mayores. Observó que en la biblioteca de la universidad no había obras que trataran este asunto en serio; entonces tuvo una idea, como hacía poco tiempo que había conocido a una adolescente de 16 años, Linda, en fase terminal, decidió llamarla a la tarima para que ella misma hablara de lo vivido en su enfermedad y de su espera de la muerte. Ese testimonio suscitó entonces muchas emociones e interés. Pronto fue nombrada especialista de los enfermos en fase terminal.
El acompañamiento de los enfermos al término de la vida Con un grupo de estudiantes, propuso entrevistas (que se harían detrás de un espejo sin azogue) a pacientes terminales en los servicios del Billings Hospital de Chicago donde ejercía. La mayoría aceptó. Se consignaron así más de doscientas entrevistas. De esas conversaciones, independientes de la edad y sexo de los pacientes, se desprendieron elementos comunes. Elisabeth describió el recorrido psicológico de los enfermos terminales revelando varias etapas de su evolución: la conmoción ante el anuncio del diagnóstico, la negación, la ira, el regateo, la depresión y la aceptación. Escribió entonces un libro titulado Los últimos instantes de la vida, para dar a conocer sus trabajos. Estamos en 1969 y el libro es un éxito. La revista Time Magazine le dedicó un artículo. Elisabeth es solicitada para dictar conferencias y recibe mucho correo. Ha batallado mucho para cambiar el modo de enfocar la muerte y la ayuda a los moribundos. Será entonces una pionera del acercamiento a los cuidados paliativos para las personas en fase terminal y del acompañamiento a los moribundos, esa nueva disciplina que vuelve a poner la muerte en su lugar, es decir en la vida.
La cuestión de la vida después de la muerte Reconocida en todo el mundo por sus colegas como autoridad en materia de tanatología, fue doctor honoris causa en numerosas universidades. Por eso mientras consignaba y publicaba lo vivido y los sufrimientos de sus enfermos hasta su muerte clínica, sus colegas la apoyaban. Pero cuando, en las conferencias y entrevistas, empezó a relatar que los moribundos con frecuencia compartían con ella experiencias extra corporales, incluso del más allá, lo cual no consideraba alucinaciones, muchas personas se apartaron de ella y hasta la declararon “trastornada”. No podían admitir que de repente ella se volviera hacia un campo de investigación considerado como no serio, a saber la cuestión de la vida después de la muerte.
En una entrevista, hizo la siguiente declaración: “En mi opinión, es científicamente honrado el que anota sus descubrimientos y explica cómo ha llegado a su conclusión. Se debería desconfiar de mí si publicara solamente lo que le agrada a la opinión general. No está en mis intenciones convencer, ni convertir a nadie. Considero que mi trabajo consiste en la transmisión de los resultados de la investigación. Los que estén preparados me creerán. Y los que no lo estén, argumentarán”.
Dejó Chicago, lamentando el Billings Hospital la mala publicidad hecha al establecimiento, considerado un modelo de cuidados y sanación. Se instaló entonces en Escondido, al sur de California, luego en Virginia. Durante su vida, escribió artículos y una veintena de libros traducidos a más de treinta lenguas, y organizó seminarios y conferencias. Murió a los 78 años el 24 de agosto de 2004, en Scottsdale, Arizona, acompañada por su hijo Kenneth y su hija Bárbara.
Las experiencias de muerte inminente
Elisabeth Kübler-Ross acompañó a miles de personas en el final de la vida, estudió las diferentes etapas por las que pasa una persona cuando se entera de que va a morir e igualmente estudió el fenómeno de las experiencias de muerte inminente, conocido con el término inglés NDE: Near Death Experience. Muy pronto recogió los testimonios y, lejos de criticarlos, los publicó. Igualmente escribió el prefacio del libro de Raymond Moody La vida después de la vida que trata de las NDE.
“Vivo la vida bienaventurada de los espíritus”
Cuando se le preguntaba si tenía miedo a la muerte, ella respondía: “No, en absoluto; me alegro de ella por adelantado. El hecho de preocuparse por la muerte no es una huida ante la vida, por el contrario. La integración de la muerte en su pensamiento permite al hombre vivir de modo más consciente y concentrado y lo protege de desperdiciar demasiado tiempo en cosas sin importancia”. En enero de 2005, el espíritu Elisabeth Kübler-Ross, se manifestó en sesión espírita para darnos este mensaje: “La muerte es un tema que me llamó la atención desde muy joven. La muerte es un tema que he estudiado, analizado y tratado sobre todo en cuanto a su proximidad, es decir cuando el hombre, la mujer o el niño se encuentran a sus puertas… En el más allá me he reunido y he encontrado a numerosas personas que de alguna manera había acompañado en el umbral de esta otra vida. Vivo la vida bienaventurada de los espíritus, aunque tenga que repasar algunos datos pues esta muerte, a la que tantas personas temen, nunca me dio miedo y esperaba el momento de su llegada con serenidad y certeza”.
La muerte es un nuevo sol
Este libro fue compuesto a partir de las conferencias y enseñanzas que ella dictó sobre el tema de la vida después de la muerte: “Vivir y morir”, “La muerte no existe”, “La vida”, “La muerte y la vida después de la muerte”. Las experiencias de la doctora Kübler-Ross permiten confirmar la existencia de una vida después de la muerte. Ésta no es más que el paso a otro estado de conciencia en el que se sigue sintiendo y donde el alma puede seguir creciendo. La muerte es renacimiento y vida. La muerte es un nuevo sol. Este libro nos explica cómo descubrió ella la existencia de una vida después de la muerte y nos relata las experiencias de personas que experimentaron una NDE. He aquí testimonios narrados en su libro.
Los ciegos pueden ver
“Realizamos un proyecto de investigación imponiéndonos como condición no tomar en cuenta sino a ciegos que no habían tenido percepción luminosa desde hacía por lo menos diez años. Y estos ciegos que tuvieron una experiencia extra corporal y regresaron de ella, pueden decirles al detalle qué colores y qué alhajas llevaban ustedes entonces, cuál era el diseño de su jersey o de su corbata, y así sucesivamente. Comprenderán que no podía tratarse de visiones. Ustedes pueden interpretar muy bien estos hechos si la respuesta no les da miedo. Pero sí les da miedo, serán como esos escépticos que me han dicho que esas experiencias extra corporales debían ser consideradas como resultado de una falta de oxígeno. Y bien, si no se tratara sino de una falta de oxígeno, se la prescribiría a todos mis ciegos. ¿Comprenden? Si alguien no quiere admitir un hecho, encuentra mil argumentos para negarlo. Pero, de nuevo, eso es su problema. No traten de convertir a los demás. Cuando ellos mueran lo sabrán de todos modos”. Durante una NDE, los amputados disponen nuevamente de su miembro, los sordos y mudos pueden oír, hablar y cantar. Los incrédulos dicen que se trata de proyección de deseos. Este no es el caso, como lo explica Elisabeth Kübler-Ross: “En primer lugar, la mitad de los casos de experiencias en el umbral de la muerte que hemos recogido son resultado de accidentes brutales, es decir inesperados, donde la persona no podía prever lo que le iba a suceder. Para citar sólo el caso de uno de nuestros enfermos que había perdido las dos piernas durante un accidente tras haber sido atropellado por un auto cuyo conductor se dio a la fuga. Sin embargo, mientras se encontraba fuera de su cuerpo físico y hasta veía una de sus piernas en el suelo, estaba perfectamente consciente de encontrarse en un cuerpo etérico absolutamente perfecto, y en posesión de sus dos piernas. No podemos suponer que este hombre sabía de antemano que las perdería y que entonces proyectaba el deseo de poder volver a caminar”.
En el momento del tránsito uno nunca está solo Durante sus acompañamientos Elisabeth Kübler-Ross ha comprendido que los seres que están en el umbral de la muerte no tienen alucinaciones cuando ven a las personas fallecidas que vienen a buscarlas. Son personas queridas, guías espirituales, presentes para aportar su ayuda. “Una niña de doce años le cuenta a su padre los acontecimientos tan maravillosos que había vivido, durante su ‘muerte’ y que había querido no regresar. Lo particular es que su hermano estaba cerca de ella y la había tomado entre sus brazos con amor y ternura. Después de haberle contado eso a su padre, añadió: ‘Lo único que no comprendo es el hecho de que yo no tengo hermano’. Entonces su padre se echó a llorar y le contó que, en efecto, ella había tenido un hermano que murió tres meses antes de su nacimiento. Pero nunca nadie le había hablado de ello. ¿Ven por qué cito un ejemplo como este? Porque muchas personas tienden a decir: ‘Por supuesto, aún no estaba muerta. Y en el momento de la muerte, uno piensa naturalmente en aquellos que se quieren y se los imagina físicamente’. Pero esta niña de 12 años no había podido imaginarse a su hermano”.
Cuando Elisabeth Kübler-Ross preguntaba a los niños cuáles son las personas que quisieran tener cerca, la mayoría deseaba la presencia de sus padres. Ahora bien, si sus padres todavía estaban vivos, ningún niño reportó haber visto a uno de ellos durante sus NDE. Los seres presentes durante las experiencias deben haber muerto, aunque sea algunos minutos antes.
Es una experiencia que cambia la vida
Elisabeth Kübler-Ross relata igualmente el testimonio de un hombre que perdió a toda su familia, su esposa y sus hijos en un accidente de auto. Al no poder superar la prueba, se convirtió en un vagabundo, borracho e intentó suicidarse:
“Su último recuerdo de esta vida que llevaba desde hacía dos años, fue el siguiente: estaba acostado, borracho y drogado, en una carretera sucia que bordea un bosque. Sólo pensaba en una cosa: no tener que vivir más y encontrarse de nuevo reunido con su familia. Cuando vio acercarse un camión, ya no tuvo fuerza para alejarse, de modo que el camión literalmente lo aplastó. Contó que en el mismo momento, se encontró a algunos metros por encima del lugar del accidente, mirando su cuerpo peligrosamente mutilado que yacía sobre la carretera. Entonces, su familia apareció delante de él, radiante de luminosidad y amor, con una sonrisa feliz en cada rostro. Se comunicó con él, sin servirse de la boca, por transmisión de pensamiento. Le dio a conocer la alegría y la felicidad que este encuentro le procuraba. El hombre no fue capaz de decirnos cuanto tiempo duró ese encuentro con los miembros de su familia. Pero quedó tan emocionado por su salud, hermosura, brillo, aceptación de su vida actual y amor incondicional, que juró no tocarlos ni seguirlos, sino volver a su cuerpo terrenal para dar a conocer al mundo lo que acababa de vivir y reparar así sus vanas tentativas de suicidio. Luego, se encontró en el lugar del accidente y observó a distancia cómo el chofer extendía su cuerpo dentro del camión. Vio la llegada de la ambulancia, su transporte a la emergencia de un hospital donde se le ató sobre una cama. Fue allí donde volvió a su cuerpo y se despertó, arrancando las correas con las que se le había atado. Se levantó y abandonó la emergencia sin tener después el
menor síntoma de delirium tremens ni necesidad de desintoxicación debido a los abusos de drogas y alcohol. Súbitamente se supo curado y restablecido. Se juró no morir hasta no haber tenido oportunidad de compartir la experiencia de una vida después de la muerte con la mayor cantidad posible de gente dispuesta a escucharla”.
El umbral de la muerte
Elisabeth Kübler-Ross describe así el umbral de la muerte, de acuerdo con los testimonios recogidos:
“Se pasa por una fase de transición totalmente marcada por los factores culturales terrestres. Puede tratarse del paso por un túnel o un pórtico o el cruce de un puente. Y luego, en cuanto se ha cumplido este paso, una luz irradia en el extremo. Y esa luz es más que blanca, es de una claridad absoluta. Y a medida que uno se acerca a esa luz, se llena del amor más grande, indescriptible e incondicional que se pueda imaginar. No hay palabras para describirlo. Cuando alguien tiene una experiencia de umbral de la muerte, no puede ver esa luz sino muy brevemente. Y es preciso que vuelva muy rápido a la tierra. Pero cuando muere, quiero decir morir definitivamente, el cordón de plata se rompe. Después, ya no es posible volver al cuerpo terrestre. Pero de todos modos no quiere volver, pues cuando se ha visto la luz, ya nadie quiere regresar. Y en esa luz se da cuenta por primera vez de lo que el hombre hubiera podido ser. Vive la comprensión sin juicio, vive un amor incondicional, indescriptible. Y en esa presencia que muchos llaman Cristo o Dios, Amor o Luz, comprende que toda su vida aquí es sólo una escuela por la que debe pasar, que debe aprender allí ciertas cosas. En esta luz, debe mirar toda su vida terrenal. Conoce exactamente cada pensamiento que ha tenido en cada momento de su vida, conoce cada acto que ha cumplido y cada palabra que ha pronunciado. Comprende todas las consecuencias que han resultado de cada uno de sus pensamientos, de cada una de sus palabras y de cada uno de sus actos. Se da cuenta de que es su peor enemigo, pues ahora debe reprocharse por haber dejado pasar tantas oportunidades para crecer”.
Cuando la muerte es una puerta abierta a otra vida
En este libro, la muerte nos es mostrada o descrita no como un fin sino como un paso. Uno llega a sentir toda la paz que una persona fallecida puede sentir “del otro lado”. El subtítulo es muy elocuente: “Cuando la muerte es una puerta abierta a otra vida”.
LE JOURNAL SPIRITE N° 82 OCTUBRE 2010
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LA BENDICIÓN DE LA LEGÍTIMA FRATERNIDAD
¡Hijos e hijas del alma, manteneos en paz!
Oíd lo que os fue dicho: amareis a los que os aman y odiareis a aquellos que os odian. ¡Yo sin embargo os digo: amad a vuestros enemigos para ganar el galardón del Reino de los Cielos.
En otras palabras, Jesús nos invita a la renuncia total de los sentimientos egoístas, incitándonos con la bendición de la legítima fraternidad.
Nos dio ejemplo, el mismo, amando a los adversarios del Bien, de que El era la representación máxima en la Tierra.
Ese desafío permanece hace veinte siglos, invitándonos a profundas reflexiones.
En la actualidad, cuando las comodidades confraternizan con la avaricia, la deslealtad, el soborno, las criaturas se aman por los intereses que les dicen al respecto especialmente en relación a las subalternas pasiones.
No pocas veces, quedáis aturdidos ante el mundo devorador y la rectitud del comportamiento espirita.
Tened, sin embargo, buen ánimo y sed fieles a la fraternidad que debe regir entre todos porque de ella parten los nobles sentimientos de la solidaridad, de la compasión, de la caridad: los dilectos hijos del Amor..
Preocuparos con las directrices de seguridad para el futuro de nuestro Movimiento y en actuar con sabiduría bajo la inspiración superior.
Id trazando las metas que deben ser alcanzadas de forma que contribuyáis en pro del mundo mejor de mañana. Más no os olvidéis de que la simiente del Evangelio de Jesús es perenne luz guiando a la Humanidad su destino sublime.
Son días, estos, de inquietud y de desafíos. Las inquietudes forman parte de las crisis y toda crisis vivenciada abre puertas al progreso porque hace madurar a los luchadores. Y, al mismo tiempo, a través de los desafíos se desenvuelven las facultades de discernimiento para la acción correcta según las determinaciones del Maestro incomparable.
Tambien El vivió en el momento histórico de crisis internaciones, socioeconómicas, de variada naturaleza, y fue gracias a esas crisis que Él aceptó el desafío de implantar en el Tierra el amor.
¡Observad! Es la única personalidad que exalta el amor capaz de vencer dos milenios de luchas y se transforma en más eficaz psicoterapia de que necesita la criatura humana.
El amor, sin embargo, de entrega total, sin los vicios de los intereses recíprocos, de las ofertas retributivas, más el sentimiento de oferta por el ideal de la Vida Eterna.
Porfiad, hijos e hijas, no pocas veces, con el corazón destrozado, más el alma aceptando los impositivos del progreso y viviendo el anonimato de larenuncia, para que brille el Señor y no el ego individual.
Es ciertamente el gran desafío del momento servir a la Causa sin servirse de la Casa y de la Doctrina que ella alberga. Comprender que, en la condición de siervo, la satisfacción máxima es atender a las determinaciones del Señor sin cualquier queja o reclamación.
Aquellos que vinieron antes y dejaron pisadas luminosas para que siguieseis están preparándose para el retorno a fin de avanzar por las trillas que ahora trazáis.
Alegraos, hijos e hijas del alma, por manteneros fieles al Cristo de Dios, muchas veces con desagrado por nuestros afectos queridos, de aquellos que participan de nuestras alegrías y dolores, más no tienen naturalidad para comprender los sentimientos que entregáis al Guía Protector de todos nosotros.
¡No cambieis nunca!
Tolerancia, mas no connivencia.
Fraternidad, mas, de ninguna manera, vulgaridad en el comportamiento.
Trabajo dentro del límite de las fuerzas, porque aquel que hace lo que puede, realiza el máximo.
Los Espíritus espiritas, que estamos con vosotros, proseguiremos en la santa lid de edificar el Reino de los Cielos en cada corazón, a fin de que se expanda por toda la Tierra, a medida del tiempo que se le haga necesario.
Jesús triunfará sin cualquier restricción, pues Él es el Camino para la Verdad y para la Vida.
Que El nos bendiga a todos y nos guarde en su dulce paz, son los deseos del servidor humilde y paternal siempre.
Bezerra de Menezes – Mensaje psicofónico por el Médium Divaldo Pereira Franco, en el cierre de la reunión ordinaria del Consejo Federativo Nacional, en Brasil en la mañana del 10 de noviembre del 2013.
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EDUCACIÓN Y FELICIDAD
Muchos podrán cuestionar cual es la relación entre la educación y la felicidad, ya que cada uno de esos
conceptos tiene su definición propia, no habiendo ningún vínculo, aparentemente ni aun mismo
indirectamente, entre ambos. Para realizar la asociación entre educación y felicidad, es preciso
conocer ante todo, tales definiciones, según lo considera el diccionario*. Por tanto, educación es la acción
de desenvolver las facultades psíquicas, intelectuales y morales; conocimiento y prácticas de los
hábitos sociales; buenas maneras. Y felicidad es el estado de quien es feliz; ventura; bienestar; alegría.
El mundo ofrece muchas formas de adquirirse tanto una como otra, bien como formas, aunque
sutiles, para que ambas interactúen a través de las acciones humanas.
La experiencia hace demostraciones inequívocas de cuanto la educación es necesaria para conquistar
la felicidad, y aun mismo que la educación representa una adquisición individual tanto como la propia
felicidad. En otras palabras: educación es conquista y felicidad es consecuencia, ni conquista, ni privilegio.
Bajo esta concepción, se entiende porque la reencarnación es ley divina indispensable para la evolución
humana-espiritual. Sin la reglamentación de valores cristianos, jamás se experimentará la felicidad en
su legítima versión. Ya antes de Cristo, la Filosofía intentaba conducir al hombre para una
reflexión profunda, para pensamientos más maduros sobre la vida, sobre la muerte, sobre un Ser Superior,
culminando en una visión introspectiva. El hombre volviendo a mirar para si mismo en su interior, pasa a
comprender mejor lo que pasa a su alrededor, cual es su destino, el porque de los sinsabores, de las
desgracias, cual es su papel ante todo esto. Comprende su inferioridad y la necesidad de educarse,
viendo que la felicidad real es incompatible con sentimientos de egoísmo y de todos los que de este se
originan.
¿En un mundo como la Tierra, donde el crimen en todos sus matices ruge sin cesar, puede haber un único
individuo realmente feliz? Se puede decir que apenas los hombres en los cuales habitan Espíritus más
adelantados gozan de tal sentimiento. Estos se encuentran en un estado más avanzado de educación
espiritual a través de las experiencias reencarnatorios que supieron aprovechar bien. Más en estos no se
ve la risa descarada, ni la alegría ruidosa, ni señal de excitación, porque estas características son de
la felicidad egoísta, insana, irreflexiva o inconsciente. Al contrario, traen la serenidad en la mirada,
la dulzura en la descripción de la sonrisa que es siempre verdadera, los gestos y las palabras
invariablemente mencionan el auxilio, la cortesía o la gratitud.
Más no fue siempre así. Educación es un proceso. Proceso es una cosa que no acontece de repente, más
si paulatinamente y metodológicamente.
De acuerdo con necesidades especificas, se reencarna con esta o aquella característica física, en esta
o aquella familia o clase social, también como la localidad y otros factores son determinados para que
faciliten la jornada del que reencarna. Mas estas facilidades lejos está de significar languidez o
privilegios. Educación espiritual es la educación del espíritu, que se allá en estado de inmadurez.
Repitiendo Pablo:cuando yo era niño, , hablaba como un niño, discurría como un niño, más luego llegue
a ser hombre, deje las cosas de niño. Es la inmadurez espiritual que impele al hombre a prácticas
odiosas, más, o hacer referencia a un eufemismo - prácticas de los niños. Es por desconocer el bien por lo
que el hombre hace el mal; es por ignorar la Verdad que el hombre vive en el error; es por desconocer la
luz que disipa las tinieblas. Más el mal, el error y las tinieblas no son su esencia, más el hombre
aun no descubrió eso. cuando, “llegará a ser hombre”, o sea, cuando creciera espiritualmente a través
de la educación, que nada más es la encarnación bien aprovechada, dejará de practicar tales infantilidades
, que hoy aun son juzgadas como barbaridades, perversidades, crueldades…
Muchos hermanos entre nosotros experimentan tal estado evolutivo, sacando el sosiego donde toda una
sociedad que asiste atónita, a escenas horribles todos los días. Hay los que quieren perseverar en el mal,
que se sirven de la inteligencia adquirida para corromper y engañar,; más hay los que posiblemente se
encuentran en un estado moral-intelectual muy atrasado, tiene pocas experiencias en sociedades
civilizadas. (OLE** - 102) Las leyes penalizan , aunque absurdamente, en vez de emprender para estos
compañeros formulas educativas, en este caso, más allá, formulas de reeducación. Se habla de la pena de
muerte en Brasil, más ya tenemos una pena de muerte, aunque velada en casos específicos, lo que
muestra la hipocresía de nuestra sociedad, de nuestras autoridades policiales. El ciudadano común en
estado de euforia desea el linchamiento del infractor; en casos que ganan notoriedad el tema vuelve a un
primer plano como solución para el problema. Es así que la sociedad civilizada auxilia a estos hermanos
que ignoran el bien, reforzando en ellos el sentimiento de agresividad, de venganza, de más violencia.
La solución para el problema tal vez esté en la percepción de que aun no fueron vencidos los
sentimientos menos dignos, animalizados y degradantes aun mismos entre los civilizados, cuyos
sentimientos se encuentran en proceso de mejoramiento.
Un ser debidamente educado para la Vida en ningun momento deseará el mal, aun mismo para aquel que
es juzgado como el peor de los criminales. Se ha olvidado que estos también tienen madres que lloran
por sus destinos malogrados; se ha hostilizado la idea de que estos comparten la misma paternidad Divina.
Se testimonia, principalmente en épocas de festejos, una felicidad alocada y casi primitiva,
descomprometida, evidentemente de la situación del semejante: cada uno buscando la forma de ser feliz.
Así, queda olvidado que es imposible encontrar la felicidad solo, porque esta es un tesoro que pertenece a
todos; ser feliz solo es impracticable, cuando se trata de la legítima felicidad cristiana. y solamente el
hombre espiritualmente educado será capaz de descubrir la importancia del prójimo en su vida, y pasará
a valorizar la vida y la naturaleza que lo rodea, sintiendo en todo una sensación indeleble de felicidad
Por Maria Ribeiro - Blog de los espiritas
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