viernes, 6 de octubre de 2017

El Espírita ante la Homosexualidad



Hoy propongo estas lecturas:

- Influencia de los Espíritus sobre los acontecimientos de la vida
- Diferentes categorías de Mundos habitados.
- El Espírita ante la Homosexualidad
- Los sufrimientos y la muerte




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INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LOS ACONTECIMIENTOS DE LA VIDA

Los Espíritus ejercen influencia sobre los acontecimientos de la vida, toda vez que nos aconsejan. Normalmente ellos ejercen esa influencia por el pensamiento que nos sugieren. Tienen también una acción directa sobre la realización de las cosas, pero nunca actúan fuera de las leyes de la Naturaleza. 

Imaginamos erróneamente que la acción de los Espíritus debe manifestarse solamente por fenómenos extraordinarios. Desearíamos que nos ayudasen mediante milagros y nos los imaginamos siempre representados con una varita mágica, Pero no es así; y porque su intervención nos es oculta, lo que todavía hacemos con su cooperación, nos parece muy natural. Así por ejemplo, provocarán la reunión de dos personas que parecerá que se reencuentran por casualidad; inspirarán a alguien el pensamiento de pasar por determinado lugar; llamarán su atención sobre cierto punto, con vistas a determinado resultado, de tal modo que el hombre, creyendo seguir solamente su propio impulso, conserve siempre su libre albedrío.

Es cierto que los Espíritus tienen una acción sobre la materia, pero para el cumplimiento de las leyes naturales, y no para anularlas. Hacer surgir en un determinado momento un acontecimiento inesperado sería contrario a esas leyes. Por ejemplo, una escalera se quiebra porque estaba gastada y  frágil o no era lo suficientemente fuerte para soportar el peso del hombre. Si por expiación un hombre tuviese que morir por ese tipo de accidente, los Espíritus le inspirarían el pensamiento de subir a esa escalera, que por ser vieja, se quebraría con su peso y su muerte tendría lugar por efecto natural, sin que fuese necesario hacer un milagro, o sea, anulando una ley natural de hacer quebrar una escalera buena y fuerte.

Tomemos otro ejemplo en que el estado natural de la materia no sea importante. Un hombre debe morir fulminado por un rayo; él se refugia bajo un árbol, el rayo brilla, explota y lo mata. Es siempre la misma cosas. El rayo alcanzó el árbol en ese momento porque estaba en las leyes de la naturaleza que fuese así; no fue dirigido para el árbol porque el hombre estuviese debajo de él- El hombre sí fue inspirado en el pensamiento de refugiarse debajo del árbol en el que el rayo iba a caer, pero el árbol sería alcanzado, estuviese el hombre debajo de él o no estuviese.

Todavía otro ejemplo: Un hombre mal intencionado dispara un arma contra otro; la bala para rozándole pero  no le alcanza. ¿Un Espíritu benevolente la puede haber desviado?. Pero si el individuo no debe ser alcanzado, el Espíritu benevolente le inspirará el pensamiento de  desviarse o podrá dificultar la puntería de su enemigo para hacerlo apuntar mal. Pero la bala, una vez disparada, sigue la dirección que debe recorrer.

Los cuentos sobre los proyectiles de algunas armas encantadas que alcanzan fatalmente un objetivo son pura imaginación; el hombre adora lo maravilloso y no se contenta con las maravillas de la Naturaleza.

Aunque los Espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida puedan ser contrariados por otros espíritus que desean lo contrario no hay en ellos ninguna autoridad para eso, pues lo que Dios quiere debe acontecer; si hay un atraso o un impedimento, es por Su voluntad.

Los Espíritus livianos y zalameros pueden desear crear pequeñas situaciones embarazosas para atrapar nuestros proyectos y confundir nuestras previsiones, pues ellos se satisfacen  causando problemas-que son pruebas para ejercitar nuestra paciencia, pero se cansan cuando no consiguen nada. Entre tanto no sería justo ni exacto acusarlos por todas nuestras decepciones, porque somos los primeros responsables por nuestra liviandad. Por tanto si al recoger la vajilla de loza, esta se rompe, antes se debe a nuestra falta de cuidado que a la intervención de los Espíritus.

Los Espíritus que `provocan esas inquietudes pueden actuar como consecuencia de una animosidad personal o pueden invertir lo primero que les venga a la cabeza, sin ningún motivo determinado, únicamente por juego o malicia. En ambos casos, algunas veces, pueden ser enemigos que hicimos durante esa vida o en otra, y por eso nos persiguen; pero otras veces, no hay motivos, a no ser para divertirse.

Las maldades de los que nos perjudicaron en la Tierra muchas veces pueden extinguirse con la muerte, por reconocer su injusticia y el mal que hicieron. No obstante, continúan persiguiéndonos con insistencia, si estuviese en los designios de la Providencia, para continuar probándonos. Pero a eso se puede poner fin si oramos por ellos y retribuimos el mal con el bien, pues acabarán de comprender sus errores. Además de eso, si nos colocamos por encima de sus maquinaciones, ellos cesarán, viendo que nada ganan con eso.

La experiencia demuestra que algunos Espíritus prosiguen su venganza de una existencia para otra, y así expían, pronto o tarde, los males que pueden haber hecho a alguien.

Los Espíritus no tienen el poder de apartar enteramente los males sobre nuestras vidas y de traernos prosperidad, pues hay males que están en los designios de la Providencia, pero con todo, pueden amenizar nuestros dolores al ofrecernos la paciencia y la resignación.

Debemos prestar atención porque depende muchas veces de nosotros el apartar esos males o por lo menos atenuarlos. Dios nos dio la inteligencia para que nos sirviéramos de ella y es principalmente por medio de ella que los Espíritus vienen a ayudarnos o a sugerir pensamientos benéficos; pero estos apenas asisten a aquellos que saben ayudarse a sí mismos. Es el sentido de estas palabras: "Bucad y encontrareis, llamad y se os abrirá".

Todavía: Lo que nos parece un mal no siempre lo es. Frecuentemente, del mal que nos aflige saldrá un bien mucho mayor. Es que no comprendemos, en cuanto pensamos solamente en el momento presente o en nosotros mismos.

Los Espíritus  nos pueden hacer obtener la riqueza, si para eso fueren solicitados, pero algunas veces esto ocurre como prueba, pues frecuentemente, lo rechazan, como se rechaza a un niño la satisfacción de obtener un pedido absurdo. Y los que atienden esos pedidos pueden ser los buenos o los malos, dependiendo de la intención. Generalmente son Espíritus  que quieren conducirnos al mal y que encuentran un medio fácil de conseguirlo, ofreciéndonos los placeres que proporciona la riqueza, ya que saben de las dificultades de administrar esas posesiones.

Cuando sentimos obstáculos fatales en oposición a nuestros proyectos, algunas veces puede ser influencia de un Espíritu, con todo, en la mayoría de las veces, es que escogemos mal la elaboración y ejecución del proyecto. La posición y el carácter influyen mucho. Ahora, si insistimos en un camino que no es el nuestro, no es debido a los Espíritus: es que en verdad somos nuestro propio mal genio.

Cuando alguna cosa feliz nos acontece, debemos agradecer a Dios, sin cuyo permiso nada se hace; después, a los buenos Espíritus, que son sus agentes. Si no agradecemos seremos ingratos.

También hay personas que no oran ni agradecen y para las cuales todo sale bien, pero es preciso ver el final, pues pagarán bien caro esa felicidad pasajera que no merecen, ya que, cuanto más  hubieren recibido,más cuentas deberán prestar.

- Elio Mollo -


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                DIFERENTES CATEGORÍAS  DE 
                 MUNDOS HABITADOS


   Desde las épocas del codificador Allan Kardec y del astrónomo sensitivo Camille Flammarion, hasta nuestros días, los conocimientos científicos sobre el Universo han cambiado y se han desarrollado notablemente. Sin embargo, el aspecto filosófico y moral de la comprensión de Dios y su creación, el Universo, permanece fuerte y firme en estos preclaros autores. Y recordemos cómo este astrónomo francés en su obra Dios en la Naturaleza, cuya introducción terminó en mayo de 1867, dos años antes de la desencarnación del maestro lionés, nos narra, con ese sentido poético, en el tomo V, del citado libro lo siguiente: «La Tierra era cual átomo fluctuante en el infinito. De este átomo, sin embargo, a todos los soles del espacio, aquellos cuya luz lleva millones de años para llegar hasta nosotros, a los que yacen desconocidos más allá de nuestra visibilidad, yo sentía un lazo invisible abarcando, en un solo halo vivificante, todos los universos y todas las almas. 
     Y la oración celestial, grandiosa, inmensurable, tenía su repercusión, su estrofa, su representación visible en aquella vida terrena que palpitaba en torno de mí, en el rugido del mar, en el perfume de las selvas, en el canto de las aves, en la melodía confusa de los insectos, en el conjunto emocionante del escenario y, sobre todo, en la luminosa tonalidad de aquel extraordinario crepúsculo». Flammarion era un poeta del universo, que traducía, en versos y en prosa, las bellezas de la obra de la creación. 
     El insigne pedagogo francés Allan Kardec sitúa en el Libro de los Espíritus (Cap. III del Libro Primero), una de las definiciones del Universo más notables, cuando se afirma: «El Universo comprende la infinidad de mundos que vemos y que no vemos, todos los seres animados e inanimados y todos los astros que se mueven en el espacio, como también los fluidos que lo llenan». Esta definición es filosóficamente fuerte y permanece vigente a pesar de todos los descubrimientos de la astronomía y la Astrofísica. 
     Hoy día las investigaciones sobre la estructura actual del universo nos muestran que éste se encuentra constituido por galaxias, grupos y cúmulos de galaxias. Nuestro planeta Tierra se encuentra en el Sistema Solar, ubicado en uno de los brazos de la Galaxia denominada Vía Láctea, que tiene forma de espiral y que pertenece al llamado Grupo Local, que consta de nuestra galaxia, las nubes de Magallanes, la galaxia de Andrómeda y varias «galaxias enanas». 

      Se calcula que existen 100 mil millones de galaxias en el Universo conocido, el cual corresponde al 8% de la materia visible; mientras el otro 92% del universo corresponde a materia y energía oscura que no es visible. Lo que quiere decir que la mayor parte del universo es desconocido para nosotros y ni siquiera lo podemos ver. Sin embargo, no encontramos una clasificación científica de los mundos porque en astronomía utilizan el término planeta, que fue definido por la Unión Astronómica Internacional en el 2006, como un cuerpo celeste en órbita a una estrella y que debe tener suficiente masa para hacer que éste tome una forma esférica y sea el cuerpo dominante de su órbita. 

    Apenas la humanidad conoce un poco acerca de los planetas del sistema solar, a los que divide en planetas interiores, que son sólidos y rocosos (Mercurio, Venus, La Tierra y Marte), y en planetas exteriores, que son casi totalmente gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Diferentes categorías de mundos habitados.
      Neptuno, pues desde agosto de 2006 Plutón ya no es considerado un planeta). Esta clasificación, como vemos, se realiza en base a las características físicas de los planetas, es decir, una clasificación materialista. Por ello el aporte hecho por la Doctrina Espírita al conocimiento humano, de plantear una clasificación con un criterio moral, es realmente una revelación única, y seguramente prevalecerá a través de los tiempos, sin perder vigencia conceptual.
      Creemos que Kardec fue un pionero en colocar la primera clasificación moral de los mundos, cuando publica en abril de 1864 El Evangelio según el Espiritismo, y en su capítulo III plasma muy acertadamente la siguiente categorización: 1- Mundos primitivos: donde se hacen las primeras encarnaciones del alma. 2- Mundos de expiación y pruebas: donde todavía domina el mal. 3- Mundos regeneradores: donde las almas aún expían, pero adquieren fuerzas para continuar en la lucha. 4- Mundos felices: donde el bien predomina sobre el mal. 5- Mundos celestes: donde reina el bien. 

     Hay otro tipo de mundos descritos en la codificación. Son los mundos transitorios (ver preguntas 234, 235 y 236 de El Libro de los Espíritus), que están habitados espiritualmente por Espíritus errantes, quienes al estar reunidos se instruyen y progresan. La Tierra ya fue un mundo transitorio en su época de formación, es decir, antes de ser mundo primitivo y de albergar los primeros seres encarnados. Podemos afirmar que en el universo los Espíritus evolucionan en grupos, en humanidades que pueblan los diferentes planetas, pero cuando algún espíritu evoluciona más rápidamente, puede ascender en la categoría de los mundos morales, al igual que aquel que persiste en el mal, cuando el planeta ascienda en la escala de los mundos, estará condicionado a permanecer en un orbe acorde a su estado vibracional, lo que no implica que está decreciendo, evolutivamente hablando. Aunque indudablemente, esta clasificación realizada de los mundos es de carácter moral, según la evolución espiritual de sus habitantes, podemos inferir que lógicamente va acompañada de una evolución material del planeta como tal, lo que quiere decir que cuanto más evolucionado moralmente esté una humanidad y el mundo que habita, más perfectible será la naturaleza, más equilibrada la relación de sus habitantes con todo el ecosistema planetario y por supuesto el estado vibracional y lumínico será cada vez mayor, porque reflejará la sintonía de sus pobladores con las leyes divinas. Hay mundos habitados que pasan por fases de transición de un nivel a otro, lo que genera períodos de crisis, como ocurre en nuestro planeta Tierra en los tiempos actuales. 
     Somos un planeta en transición, de mundo de pruebas y expiaciones a mundo de regeneración. No todas las categorías morales de los mundos se encuentran en un mismo sistema solar, pero sí en una misma galaxia, ya que la cantidad de estrellas es tal, que facilita la probabilidad de su existencia en los planetas que las orbitan. 
      En esta clasificación moral de los mundos habitados, podemos ver: • Los reflejos de la Justicia de Dios, en relación a sus hijos que poblamos el Universo, pues brinda para todos las múltiples opciones, en el proceso de ascensión en la escala progresiva de la evolución. • Refleja también el principio de solidaridad y fraternidad universal, pues los diferentes mundos y sus humanidades son solidarios, ya que, en muchas oportunidades, grupos de Espíritus pueden migrar de un mundo a otro, con el objetivo de ayudar en su adelantamiento moral, científico, filosófico y espiritual, unas veces en misión y otras por no haber alcanzado el nivel vibratorio que su mundo original y su humanidad logró. 

     Encontramos que 40 años antes de la publicación de El Libro de los Espíritus, el Dr. Gelpke publica en Leipzig en 1817 la obra Exposición de la Grandeza de la creación Universal, de la cual Kardec publicó un texto en la Revista Espírita, Periódico de Estudios Psicológicos Año VI, noviembre de 1863, vol. 11, con el título: “Pluralidad de existencias y de los Mundos Habitados”, y que desarrolla los siguientes e interesantes conceptos: «….como de la organización de cada mundo depende la de los seres que lo habitan, éstos deben, tanto interna como externamente, diferir esencialmente en cada globo. Ahora, si consideramos la multiplicidad e inmensa variedad de las criaturas en nuestra Tierra, donde una simple hoja no se asemeja a otra, y si admitimos una gran variedad de criaturas en cada mundo, cuán prodigioso nos parecerá su multitud en el inmensurable reino de Dios. » Y Kardec en la explicación a la respuesta de la pregunta 58 de El Libro de los Espíritus confirma lo siguiente: «Las condiciones de existencia de los seres que habitan los diferentes mundos deben ser apropiados al medio en que están llamados a vivir». Y nosotros estamos llamados a vivir en este bello planeta azul, a cuidarlo, a amarlo y a preservarlo para las futuras generaciones que somos nosotros mismos, cuando heredaremos nuestra propia Tierra, en la sinfonía divina de los mundos habitados, donde nuestro Creador nos colocó.

Revista de la FEE Número: 3 

- Fabio Villarraga-( Médico cirujano. Especialista en bioética y telemedicina. Conferenciante en congresos espíritas mundiales y nacionales. Traductor de diversas obras espíritas. Fue presidente de Confecol y actualmente es el coordinador del CEI para Suramérica. Presidente de la Asociación Médico Espírita de Colombia, AME-Colombia.)

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                  EL ESPIRITA ANTE LA                                    HOMOSEXUALIDAD. 
Asistimos a un evidente y progresivo proceso de revisión cultural, científica y social sobre el tema de la homosexualidad (hace 24 años que dejó de ser considerada como una anomalía para la OMS). 

    Resulta, cuando menos, razonable que el espírita forme parte también de este proceso de normalización, sobretodo adherido a una filosofía (el espiritismo) progresista, natural y libre de los dogmatismos del pasado. No se trata de de ser pro gay ni de enarbolar banderas… es una cuestión más de fondo, más universal: la de aceptar la multiplicidad expresiva del alma humana en su trayectoria evolutiva, donde, difícilmente, presentamos una tonalidad blanca o negra, sino que más bien optamos por la variada expresión de grises (y esto no solo en el campo de la sexualidad y la afectividad, sino en lo psicológico, lo moral, lo social, etc). 
     El Espiritismo jamás se pronunció contra la homosexualidad y, por lo tanto, nosotros tampoco debemos hacerlo. En la Codificación kardeciana los Espíritus ni tocaron este asunto, como sí lo hicieron, y expresivamente, con otros como la guerra, el aborto o el suicidio. Si hubiera habido necesidad, a no dudar, lo hubieran registrado. Ser homosexual (o siendo heterosexual vivenciar una experiencia homosexual) no es ni bueno ni malo; simplemente ES. No precisamos, en este punto, valoraciones morales de ningún tipo. De igual manera, ser heterosexual no es bueno o malo; ES, y punto. Es el comportamiento (obsesivo, egoista, manipulador, etc) lo que puede ser considerado más o menos sano, más o menos correcto o incorrecto desde el punto de vista moral (no moralista, ojo). La sexualidad, en sí, queda al margen. Lo que sí “canta” y ademas es erróneo, es que un espírita que en lo particular rechace el asunto homosexual, vaya por ahí utilizando elementos doctrinarios para justificar su postura personalista. Hay muchas maneras de disfrazar el rechazo instintivo que los elementos de la cultura judeo-cristiana han ido depositando en nosotros, pero, por ser espíritas, precisamente deberíamos tomar conciencia de ello, primeramente, y después trascenderlos… Una manera de llevar a cabo este rechazo es cubrirlo con una pátina de caridad postiza que en realidad es una forma encubierta de condescendencia ante quien consideramos desviado del camino. Hay cierta hipocresía (o ignorancia doctrinaria) en decir que un homosexual debe sublimar su energía genésica, ¡porque el hetero también debe hacerlo! Es decir ¿que diferencia moral hay entre alguien que se siente atraído por las mujeres y el que lo hace por los hombres? Ninguna; hay diferencias psicológicas, de experiencia, etc, pero la moralidad no tiene nada que ver. Nuestra sexualidad puede tener un patrón de más o menos elevación o tenerlo muy bajo y animalizado, y en este sentido, no hay diferenciación entre un homosexual o un hetero ambos con sexualidad muy animalizada. Ahora, si acatamos sin rechistar el estereotipo secular (cómodo para los heterosexuales con prejuicios) de que el homosexual es el “vicioso”, entonces hay poco que dialogar. 
        Las fijaciones sexuales son cosas a trabajar en nuestro interior, pero estas fijaciones están presentes en una y otra forma de sexualidad; las homo no son mejores ni peores que las hetero. Si que es cierto que los espíritas (no el Espiritismo) deberían marcar diferencia en este sentido, porque si se mantienen, de base, en una estructura cultural de evidente atavismo machista, los contenidos espíritas filtrados por este matiz (y por elevados que sean), no van a cuajar en el corazón de la gente porque se captará el prejuicio residual… y sonará a más de lo mismo. Para progresar debemos ser conscientes de nuestras limitaciones, y el prejuicio diferencial sexista existe, y es un lamentable error que un miembro de la escuela de Kardec lo comparta. Hay por ahí espíritas de años y veteranía que, desafortunadamente, no han superado este atavismo, no siendo conscientes que estan expresando una particularidad cultural propia (que harían bien en revisionar), pero no una ley universal. También los escritores y oradores (incluyendo a los muy conocidos) se equivocan. Algunos piensan (incluyendo a los que se sienten con inclinaciones espirituales) que su condición actual, por ejemplo: varón y heterosexual, es un patrón fijo en el tiempo… No solo no es así, sino que además no expresa toda su realidad, pues en su patrimonio espiritual, por fuerza, también ha amado y/o practicado sexo con hombres (y seguramente lo volverá hacer en encarnaciones posteriores como hombre o mujer), porque nuestro ser profundo no tiene sexo definido; es más, carece de él. 
      El patrón psicobiológico que hoy nos define, se ajusta a nuestra necesidad evolutiva, pero es momentáneo… irá cambiando inevitablemente (y no siempre será bajo el filtro varón-heterosexual del ejemplo anterior). Solo esto debería hacernos reflexionar que no debemos censurar ni definir como incorrecto a alguien que se defina como varón y homosexual, porque ignoramos cuales son nuestras experiencias pasadas y cuales serán en el futuro, en un progreso que, además, por fuerza debe integrar en una sola ambas polaridades en su ascensión a la luz. 

Blog de Lumen en Zona EspíritaArtículo publicado en Zona Espírita 


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         LOS SUFRIMIENTOS Y LA MUERTE 


Fijado el objeto de la existencia, más alto que la fortuna y más alto que la felicidad, toda una revolución se produce en nosotros.. El universo es un coso donde el alma lucha por su elevación; la obtiene mediante sus trabajos, mediante sus sacrificios y mediante sus sufrimientos. EL sufrimiento, sea físico sea moral, es uno de los elementos necesarios de la evolución, un poderoso medio de desenvolvimiento y de progreso. Nos enseña a conocernos mejor, a dominar nuestras pasiones y a amar a los demás. Lo que el ser debe buscar en su carrera es a la vez la ciencia y el amor. Cuanto más se sabe, más se ama y más nos elevamos. El sufrimiento, nos obliga a estudiar para combatir y para vencer las causas que le hacen nacer, y el conocimiento de esas causas despierta en nosotros una simpatía más viva hacia aquellos que sufren. 


El dolor es la purificación suprema, la escuela donde se aprenden la paciencia, la resignación y todos los austeros deberes. Es el horno donde se funde el egoísmo, donde se disuelve el orgullo. A veces, en las horas sombrías, el alma, llena de indignación, reniega de Dios y de su justicia; luego, cuando la tormenta ha pasado y ella se examina, ve que aquel mal aparente era un bien; reconoce que el dolor la ha tornado mejor, más accesible a la piedad, más caritativa para con los desgraciados. 


Todos los males de la vida coinciden en nuestro perfeccionamiento. Por la humillación, por las dolencias, por los reveses, lentamente, lo mejor se separa de lo peor. Por esto es por lo que aquí abajo hay más sufrimiento que goce. El sufrimiento modifica los caracteres, afina los sentimientos y doma a las almas fogosas o altivas. 


El dolor físico tiene también su utilidad. Desanuda químicamente los lazos que encadenan el espíritu a la carne; le aparta de los fluidos groseros que le envuelven, aun después de la muerte, y le retienen en las regiones inferiores  


No maldigamos el dolor; sólo él nos arranca a la indiferencia, a la voluptuosidad. Esculpe nuestra alma, le da su forma más pura, su más perfecta belleza. 


La prueba es un remedio infalible para nuestra inexperiencia. La Providencia procede con nosotros como una madre previsora con su hijo indócil. Cuando nos resistimos a su llamamiento, cuando nos negamos a seguir sus indicaciones, nos deja que suframos decepciones y reveses, sabiendo que la adversidad es la mejor escuela donde se aprende la sabiduría. 


Tal es el destino de los más aquí abajo. Bajo un cielo surcado a veces de relámpagos, hay que seguir el arduo camino con los pies desgarrados por las piedras y las zarzas.- Un espíritu vestido de negro guía nuestros pasos: es el dolor, dolor santo al que debemos bendecir, pues sólo él, sacudiendo nuestro ser, le libra de las bajas inclinaciones y le hace apto para sentir lo que es verdaderamente noble y hermoso. 

DESPUÉS DE LA MUERTE 
LEÓN DENIS 


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