Hoy presentamos los siguientes temas:
- La era del Espíritu
- La obsesión
- Una prorroga de vida
- Mi oración
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La Era del Espíritu
Indudablemente vivimos la Era del Espíritu. Los que tienen ojos para ver y oídos para oír, perciben claramente al espíritu derramándose sobre toda carne, como dice la propia Bíblia. El Espiritismo, aunque no se considera como el único camino ni la única verdad, percibe más claramente esa verdad, y anticipa en más de un siglo el movimiento de la Nueva Era.
El Espiritismo tiene una fuerza, un vigor extraordinario, y si le prohíben su desarrollo en algún lugar, él esquiva el obstáculo y aparece más adelante.
Vean lo que escribió Allan Kardec sobre la fuerza del Espiritismo en la Revista Espírita de noviembre de 1861:
Vejam o que escreveu Allan Kardec sobre a força do Espiritismo na Revista Espírita de novembro de 1861:
" La fuerza del Espiritismo tiene dos causas principales. La primera es la que hace felices a los que lo conocen, lo comprenden y practican. Pero como hay muchos infelices, él recluta un ejército innumerable entre los que sufren.
¿ Quieren quitarle ese elemento de propagación?. Que se vuelvan los hombres de tal modo felices, moral y materialmente, que estos no tengan nada más que desear, ni en este, ni en el otro mundo. La segunda es que él no reposa en la cabeza de ningún hombre que pueda ser derribado; no tiene un foco único que pueda ser extinguido; su foco está en todas partes, porque en todas partes hay médiums que pueden comunicarse con los espíritus; no hay familia que no los posea en su seno y que realizan esas palabras de Cristo: Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán y tendrán visiones".
Este pronunciamiento hecho en 1861 aún es muy válido y nos muestra el carácter consolador e iluminador del Espiritismo. La felicidad es el objeto de búsqueda constante de la humanidad. El Espiritismo da esa felicidad, pero no porque ofrezca bienes o victorias materiales, curas milagrosas, fenómenos extraños que asombran a la razón, sino porque revela al hombre su origen y destino. Él no ofrece riquezas, títulos, posesiones, pero conduce al hombre al interior de sí mismo.
Conociendo el por qué de la vida y su destino, él no vuelve al hombre conformista, pero le retira la ansiedad y le hace desapegarse de las cosas materiales, para evolucionar y conquistar las cosas trascentes.
El espírita dejó de ser profano y místico para ser cósmico. Aunque se vale de las cosas del mundo, no se prende a ellas, y queda libre para su vuelo trascendental rumbo a las estrellas.
Aunque la Doctrina sea de los espíritus, tal como afirmó Allán Kardec, ella también es humana, pues el propio Kardec fue uno de sus colaboradores, y hombres de buen sentido, como León Denis, Gabriel Delanne, Gustavo Geley, Carlos Imbassahy, Deolindo Amorim, Herculano Pires y tantos otros, vienen contribuyendo para las formulaciones doctrinarias. Como dice el propio Kardec, su fuerza está en todas partes, porque por todas partes existen médiums y espíritus.
Tenemos grandes esperanzas de que el mundo entre por los caminos de paz, de justicia social, de solidaridad. El hombre tendrá que percibir que precisa dejar de destruir el medio ambiente y canalizar las fortunas gastadas en armamentos, para solucionar los graves problemas que afectan a las naciones pobres.
Guardemos la certeza de que , en los próximos años, estaremos en plena construcción de una nueva era de paz y realizaciones.
Autoria: Amilcar Del Chiaro Filho
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La Obsesión
En la segunda es otra cosa; para llegar a tales fines es necesario un Espíritu hábil, vivo y profundamente hipócrita, porque no puede chasquear y hacerse aceptar sino con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de virtud; las grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como credenciales; pero a través de todo esto deja penetrar las señales de inferioridad, que es necesario estar fascinado para no ver, teme también a todas las personas que ven demasiado claro; así es que su táctica es casi siempre la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la seguridad de tener razón.
240. La subyugación es una restricción que paraliza la voluntad del que la sufre y le hace obrar a pesar suyo. En una palabra, es su verdadero yugo. La subyugación puede ser moral o corporal. En el primer caso, el subyugado es solicitado a tomar determinaciones muchas veces absurdas y comprometidas, que por una especie de ilusión las cree sensatas; es una especie de fascinación. En el segundo caso el Espíritu obra sobre los órganos materiales y provoca los movimientos involuntarios. Se traduce en el médium escribiendo por una necesidad incesante de escribir, aun en los momentos más inoportunos. Nosotros los hemos visto que, a falta de pluma o de lápiz, escribían con el dedo por todas partes en donde se encontraban, en las mismas calles, en las puertas y en las paredes. La subyugación corporal va algunas veces más lejos; puede conducir a los actos más ridículos. Hemos conocido a un hombre que no era joven ni hermoso, que bajo el imperio de una obsesión de esta naturaleza se veía obligado por una fuerza irresistible a ponerse de rodillas ante una joven, con la cual no había tenido ninguna intención y pedirla en matrimonio. Otras veces sentía en las espaldas y en las piernas una presión enérgica, que los forzaba contra su voluntad a pesar de la resistencia que hacía al ponerse de rodillas y besar el suelo en los parajes públicos y en presencia de la multitud. Este hombre pasaba por loco entre sus relaciones; pero nosotros nos hemos convencido de que no lo era, porque tenía el pleno convencimiento del ridículo, de lo que hacía contra su voluntad, por lo que sufría horriblemente.
241. En otro tiempo se daba el nombre de posesión al imperio ejercido por malos Espíritus, cuando su influencia llegaba hasta la aberración de las facultades. La posesión sería para nosotros sinónima de subyugación. Si no adoptamos este término es por dos razones: la primera porque implica la creencia de seres creados para el mal entregados perpetuamente a él, mientras que solo hay seres más o menos imperfectos y que todos pueden mejorarse. La segunda, porque implica igualmente la idea da la toma de posesión de un cuerpo por un Espíritu extraño, de una especie de cohabitación, mientras que sólo hay una sujeción, La palabra subyugación expresa perfectamente el pensamiento. De este modo para nosotros no hay poseídos en el sentido vulgar de la palabra: sólo hay obsesos, subyugados y fascinados.
242. La obsesión, como ya lo hemos dicho, es uno de los más grandes escollos de la mediumnidad; es también uno de los más frecuentes; así es que todos los cuidados serían pocos para combatirla, porque además de los inconvenientes personales que pueden resultar de esto, es un obstáculo absoluto para la bondad y la veracidad de las comunicaciones. La obsesión, en cualquier grado que esté, es siempre el efecto de una sujeción y esta sujeción, no pudiendo nunca ser ejercida por un Espíritu bueno, resulta de esto que toda comunicación dada por un médium obseso es de origen sospechoso y no merece ninguna confianza. Si alguna vez se encuentra algo bueno, es menester tomarlo y arrojar todo lo que es simplemente dudoso.
243. Se conoce la obsesión con los caracteres siguientes:
1.º Persistencia de un Espíritu en comunicarse contra la voluntad del médium, por la escritura, el oído, la typtología, etc., oponiéndose a que otros Espíritus puedan hacerlo.
2.º Ilusión, que no obstante la inteligencia del médium, le impide reconocer la falsedad y la ridiculez de las comunicaciones que recibe.
3.º Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas o absurdas.
4.º Confianza del médium en los elogios que hacen de él los Espíritus que se le comunican.
5.º Propensión a separarse de las personas que pueden darle avisos útiles.
6.º Tomar a mal la crítica con respecto a las comunicaciones que reciben.
7.º Necesidad incesante e inoportuna de escribir.
8.º Sujeción física dominando la voluntad de cualquiera y forzándole a obrar o a hablar a pesar suyo.
9.º Ruidos y trastornos de cosas persistentes a su alrededor y de los que se es la causa o el objeto.
En la segunda es otra cosa; para llegar a tales fines es necesario un Espíritu hábil, vivo y profundamente hipócrita, porque no puede chasquear y hacerse aceptar sino con ayuda de la máscara que sabe tomar y de un falso semblante de virtud; las grandes palabras de caridad, humildad y de amor de Dios son para él como credenciales; pero a través de todo esto deja penetrar las señales de inferioridad, que es necesario estar fascinado para no ver, teme también a todas las personas que ven demasiado claro; así es que su táctica es casi siempre la de inspirar a su intérprete el alejamiento de cualquiera que pudiera abrirle los ojos; por este motivo, evitando toda contradicción, siempre tiene la seguridad de tener razón.
240. La subyugación es una restricción que paraliza la voluntad del que la sufre y le hace obrar a pesar suyo. En una palabra, es su verdadero yugo. La subyugación puede ser moral o corporal. En el primer caso, el subyugado es solicitado a tomar determinaciones muchas veces absurdas y comprometidas, que por una especie de ilusión las cree sensatas; es una especie de fascinación. En el segundo caso el Espíritu obra sobre los órganos materiales y provoca los movimientos involuntarios. Se traduce en el médium escribiendo por una necesidad incesante de escribir, aun en los momentos más inoportunos. Nosotros los hemos visto que, a falta de pluma o de lápiz, escribían con el dedo por todas partes en donde se encontraban, en las mismas calles, en las puertas y en las paredes. La subyugación corporal va algunas veces más lejos; puede conducir a los actos más ridículos. Hemos conocido a un hombre que no era joven ni hermoso, que bajo el imperio de una obsesión de esta naturaleza se veía obligado por una fuerza irresistible a ponerse de rodillas ante una joven, con la cual no había tenido ninguna intención y pedirla en matrimonio. Otras veces sentía en las espaldas y en las piernas una presión enérgica, que los forzaba contra su voluntad a pesar de la resistencia que hacía al ponerse de rodillas y besar el suelo en los parajes públicos y en presencia de la multitud. Este hombre pasaba por loco entre sus relaciones; pero nosotros nos hemos convencido de que no lo era, porque tenía el pleno convencimiento del ridículo, de lo que hacía contra su voluntad, por lo que sufría horriblemente.
241. En otro tiempo se daba el nombre de posesión al imperio ejercido por malos Espíritus, cuando su influencia llegaba hasta la aberración de las facultades. La posesión sería para nosotros sinónima de subyugación. Si no adoptamos este término es por dos razones: la primera porque implica la creencia de seres creados para el mal entregados perpetuamente a él, mientras que solo hay seres más o menos imperfectos y que todos pueden mejorarse. La segunda, porque implica igualmente la idea da la toma de posesión de un cuerpo por un Espíritu extraño, de una especie de cohabitación, mientras que sólo hay una sujeción, La palabra subyugación expresa perfectamente el pensamiento. De este modo para nosotros no hay poseídos en el sentido vulgar de la palabra: sólo hay obsesos, subyugados y fascinados.
242. La obsesión, como ya lo hemos dicho, es uno de los más grandes escollos de la mediumnidad; es también uno de los más frecuentes; así es que todos los cuidados serían pocos para combatirla, porque además de los inconvenientes personales que pueden resultar de esto, es un obstáculo absoluto para la bondad y la veracidad de las comunicaciones. La obsesión, en cualquier grado que esté, es siempre el efecto de una sujeción y esta sujeción, no pudiendo nunca ser ejercida por un Espíritu bueno, resulta de esto que toda comunicación dada por un médium obseso es de origen sospechoso y no merece ninguna confianza. Si alguna vez se encuentra algo bueno, es menester tomarlo y arrojar todo lo que es simplemente dudoso.
243. Se conoce la obsesión con los caracteres siguientes:
1.º Persistencia de un Espíritu en comunicarse contra la voluntad del médium, por la escritura, el oído, la typtología, etc., oponiéndose a que otros Espíritus puedan hacerlo.
2.º Ilusión, que no obstante la inteligencia del médium, le impide reconocer la falsedad y la ridiculez de las comunicaciones que recibe.
3.º Creencia en la infalibilidad y en la identidad absoluta de los Espíritus que se comunican y que, bajo nombres respetables y venerados, dicen cosas falsas o absurdas.
4.º Confianza del médium en los elogios que hacen de él los Espíritus que se le comunican.
5.º Propensión a separarse de las personas que pueden darle avisos útiles.
6.º Tomar a mal la crítica con respecto a las comunicaciones que reciben.
7.º Necesidad incesante e inoportuna de escribir.
8.º Sujeción física dominando la voluntad de cualquiera y forzándole a obrar o a hablar a pesar suyo.
9.º Ruidos y trastornos de cosas persistentes a su alrededor y de los que se es la causa o el objeto.
Allan KArdec
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UNA PRORROGA DE VIDA
( Relato de un Espíritu )
La Sra. Ana Velleville
Joven, muerta a los treinta y cinco años después de una larga y cruel enfermedad. De mucha viveza espiritual, dotada de una rara inteligencia, de gran rectitud y de eminentes cualidades morales, esposa y madre de familia apasionada, tenía además una fuerza de carácter poco común, y un talento fecundo en recursos que no la tenía jamás desprevenida en las circunstancias más críticas de la vida. Sin rencor hacia aquellos de quienes tenía más por qué quejarse, estaba siempre dispuesta a prestarles cualquier servicio, si llegaba la ocasión. Habiendo tenido con ella una amistad íntima desde largos años, hemos podido seguir todas las fases de su existencia y todas las peripecias de su fin.
Un accidente ocasionó la terrible enfermedad que debía llevársela y que la retuvo tres años en su lecho, presa de los más atroces sufrimientos, que soportó hasta el último momento con un valor heroico y en medio de los cuales su alegría natural no la abandonó.
Creía firmemente en el alma y en la vida futura, pero se ocupaba muy poco de ello. Todos sus pensamientos se dirigían hacia la vida presente, a la cual valoraba mucho, sin tener, sin embargo, miedo a la muerte, y sin buscar los goces materiales. Porque su vida era muy sencilla, y se olvidaba sin dificultad de aquello que no podía procurarse. Pero tenía instintivamente el gusto del bien y de lo bello, que sabía encontrar hasta en las cosas más insignificantes. Quería vivir, menos para ella que para sus hijos, para quienes sabía que era necesaria. Por esto se aferraba a la vida. Conocía el Espiritismo sin haberlo estudiado a fondo. Hasta se interesaba por él, y sin embargo, no llegó a fijar sus pensamientos sobre el porvenir. Era para ella una idea verdadera, pero que no dejaba ninguna impresión profunda en su espíritu. El bien que hacía era el resultado de un sentimiento natural, espontáneo, y no inspirado por el pensamiento de una recompensa o de penas futuras.
Desde hacía mucho tiempo, su estado era ya desesperado, y se contaba verla marchar de un momento a otro. Ella misma no se hacía muchas ilusiones. Un día que su marido estaba ausente, se sintió desfallecer, y comprendió que su hora había llegado. Su vista se había velado, la turbación se apoderaba de ella y sentía todas las angustias de la separación. No obstante, le causaba mucha pena morir antes de que volviese su marido. Haciendo sobre sí misma un esfuerzo supremo, se dijo:
“¡No, no quiero morir!” Sintió entonces renacer la vida y recobró el pleno uso de sus facultades.
Cuando su marido volvió le dijo: “Iba a morir, pero he querido esperar a que estuvieses cerca de mí, porque tenía todavía que hacerte muchas recomendaciones.” La lucha entre la vida y la muerte se prolongó así durante tres meses, que no fueron más que una larga y dolorosa agonía.
Evocación, al día siguiente de su muerte.-
R. Mis buenos amigos, gracias porque os ocupáis de mí. Por lo demás, habéis sido para mí como buenos parientes. Pues bien, regocijaos, porque soy dichosa. Tranquilizad a mi pobre marido y velad sobre mis hijos. He ido junto a ellos enseguida.
P. Parece que la turbación no ha sido larga, puesto que nos habéis contestado con lucidez.
R. Amigos míos. ¡he sufrido tanto y sabíais que sufría con resignación! Y bien, mi prueba
está terminada. Deciros que estoy completamente desprendida, no. Pero no sufro, y para mí es un alivio muy grande. Por esta vez estoy radicalmente curada, os lo aseguro. Pero tengo necesidad de que se me ayude con el socorro de las oraciones, a fin de venir desde luego a trabajar con vosotros.
P. ¿Cuál ha podido ser la causa de vuestros largos sufrimientos?
R. Pasado terrible, amigo mío.
P. ¿Podéis decirnos cuál ha sido este pasado?
R. ¡Oh, dejad que lo olvide un poco!. ¡Lo he pagado tan caro...!
Un mes después de su muerte. -
P. Ahora que debéis estar completamente desprendida y que os reconocéis mejor,
tendríamos el mayor gusto en tener con vos una conversación más explícita. ¿Podríais decirnos cuál ha sido la causa de vuestra larga agonía?
¿Por qué habéis estado durante tres meses entre la vida y la muerte?
R. Gracias, mis buenos amigos, por vuestro recuerdo y por vuestras buenas oraciones. ¡Cuán saludables me son y cuánto han contribuido a mi desprendimiento! Todavía tengo necesidad de que me ayudéis. Continuad rogando por mí. Vosotros comprendéis la oración. Las que decís no son fórmulas venales como tantos otros que no se dan cuenta del efecto que produce una buena plegaria.
¡He sufrido mucho, pero mis sufrimientos se me han tomado muy en cuenta, y me es
permitido ir a menudo hacia mis queridos hijos, que había dejado con tanto sentimiento!
Yo misma he prolongado mis sufrimientos. Mi ardiente deseo de vivir para mis hijos hacía que me aferrase en cierto modo a la materia, y al contrario que los otros, me aferraba y no quería abandonar este desgraciado cuerpo, con el cual era preciso romper y que, sin embargo, era para mí el instrumento de tantos tormentos. He ahí la verdadera causa de mi larga agonía. Mi enfermedad, los sufrimientos que he tenido: expiación del pasado, una deuda menos.
¡Ay de mí, mis buenos amigos! Si os hubiera escuchado, ¡qué inmenso cambio en mi vida
presente! ¡Qué mitigación habría sentido en mis últimos instantes y cuán fácil hubiera sido esta separación, si en lugar de contrariarla me hubiera entregado con confianza a la voluntad de Dios, a la corriente que me arrastraba! ¡Pero en lugar de dirigir mis miradas hacia el porvenir que me esperaba, no veía más que el presente que iba a dejar!
Cuando vuelva a la Tierra seré espiritista, os lo aseguro. ¡Qué ciencia tan inmensa! Asisto muy a menudo a vuestras reuniones y a las instrucciones que se os dan. Si hubiera podido comprender cuando estaba en la Tierra, mis sufrimientos se hubieran mitigado mucho. Pero la hora no había llegado. Hoy comprendo la bondad de Dios y su justicia. Pero no estoy aún lo bastante adelantada para que deje de ocuparme de las cosas de la vida. Mis hijos sobre todo, me unen todavía a ella, no para contemplarles, sino para velar por ellos y procurar que sigan la ruta que el Espiritismo traza en este momento. Sí, mis buenos amigos, tengo aún graves preocupaciones. Una sobre todo, porque el porvenir de mis hijos depende de ella.
P. ¿Podéis darnos algunas explicaciones sobre el pasado que deploráis?
R. ¡Ay de mí, mis buenos amigos, estoy dispuesta a hacer mi confesión! Había desconocido el sufrimiento. Había visto morir a mi madre sin haber tenido piedad de ella. La había tratado de enferma imaginaria. No viéndola jamás en cama, sospechaba que no sufría, y reía de sus sufrimientos. He ahí como Dios castiga.
Seis meses después de su muerte.
P. Ahora que ha pasado un tiempo lo bastante largo desde que habéis dejado vuestra
envoltura terrestre, ¿queréis describirnos vuestra situación y vuestras ocupaciones en el mundo de los espíritus?
R. Durante mi vida terrestre, era lo que se llama generalmente una mujer de bien, pero ante todo amaba mi bienestar. Compasiva por naturaleza, puede que no hubiera sido capaz de un sacrificio penoso para aliviar un infortunio. Hoy todo ha cambiado. Soy siempre el yo, pero el yo de otro tiempo ha sufrido modificaciones.^ He adquirido, veo que no hay clases ni otras condiciones, sino el mérito personal en el mundo de los invisibles, donde un padre caritativo y bueno está sobre el rico orgulloso que le humillaba con su limosna. Velo especialmente por la clase de los afligidos, por los tormentos de familia, la pérdida de parientes o de fortuna: tengo por misión el consolarles y animarles, y soy feliz en hacerlo.
Ana
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Una importante cuestión se deduce de los hechos expresados, a saber.
¿Una persona puede, por un esfuerzo de su voluntad, retardar el momento de la separación del alma y del cuerpo?.
Respuesta del espíritu de San Luis:
“Resuelta esta cuestión de una manera afirmativa y sin restricción, podría dar lugar a falsas consecuencias. Seguramente, un espíritu encarnado puede, en ciertas circunstancias, prolongar la existencia corporal para terminar instrucciones indispensables o que él las crea tales. Esto puede permitírsele, como en el caso de que tratamos, y se tienen de ello diferentes ejemplos. Estas prolongaciones de la vida en todo caso no podrían ser de mucha duración, porque no puede permitirse al hombre invertir el orden de las leyes de la Naturaleza ni provocar una vuelta real a la vida, cuando ésta ha llegado a su término. Esto no es sino una prorrogación momentánea. Sin embargo, de la posibilidad del hecho no deberá deducirse de ello que pueda ser general, ni creer que dependa de cada uno prolongar así su existencia. Como prueba para el espíritu, o en interés de una
misión que concluir, los órganos gastados pueden recibir un suplemento de fluido vital que les permita añadir algunos instantes a la manifestación material del pensamiento. Los casos semejantes son excepciones y no la regla. Es necesario no ver tampoco en este hecho una derogación de Dios en la inmutabilidad de sus leyes, sino una consecuencia del libre albedrío del alma humana, que en el último instante tiene conciencia de la misión de que ha estado encargada, y quisiera, a pesar de la muerte, cumplir lo que no ha podido acabar. Puede ser también algunas veces una especie de castigo impuesto al espíritu que duda del porvenir, concediéndole una prolongación de vitalidad, por la cual sufre necesariamente.”
San Luis
El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo
Allan Kardec
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MI ORACIÓN
Hoy me vais a permitir que os participe esta oración que hago mía, porque en estos momentos en que estoy por finalizar la publicación de este blog, "casualmente" esta noche me ha venido a mis manos y en mi interior noto que me " han soplado" que además de hacerla mía, os la comparta, porque seguramente hay muchos de entre vosotros, amables lectores, que la acogeis con agrado, sabiendo el bien que con esta práctica se puede hacer cuando se hace desde el corazón. Si hay alguien no creyente o que por desconocimiento, le molesta esta sencilla plegaria, que me disculpe y simplemente pase de ella.
-Jose Luis Martín-
En estos Instantes pido permiso a Dios para orar por todas las personas que en este momento están con penas, tristezas, depresión, han sufrido maltratos o están desesperadas,
Por todas las personas que están enfermas, faltos de trabajo, con problemas económicos , con problemas judiciales y documentaciones.
Por todos aquellos (as).que están solos, o abandonados en algún lugar de niños o ancianos, u hospitales, cárceles etc.
Que Dios comisione a los buenos espíritus y que estos puedan aliviar a todos ellos e incluso a nosotros mismos por cualquier situación. Que se haga la voluntad de Dios y que así terminemos este día con mucho ánimo, energía, valor y voluntad, para comenzar cada día con mas fuerza porque hay mucho por hacer que nos espera.
Abrazo fraterno a todos , . Gracias.
Dios les bendiga. y no olviden que Dios nos ve siempre y que está pensando en nosotros.
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UNA PRORROGA DE VIDA
( Relato de un Espíritu )
La Sra. Ana Velleville
Joven, muerta a los treinta y cinco años después de una larga y cruel enfermedad. De mucha viveza espiritual, dotada de una rara inteligencia, de gran rectitud y de eminentes cualidades morales, esposa y madre de familia apasionada, tenía además una fuerza de carácter poco común, y un talento fecundo en recursos que no la tenía jamás desprevenida en las circunstancias más críticas de la vida. Sin rencor hacia aquellos de quienes tenía más por qué quejarse, estaba siempre dispuesta a prestarles cualquier servicio, si llegaba la ocasión. Habiendo tenido con ella una amistad íntima desde largos años, hemos podido seguir todas las fases de su existencia y todas las peripecias de su fin.
Un accidente ocasionó la terrible enfermedad que debía llevársela y que la retuvo tres años en su lecho, presa de los más atroces sufrimientos, que soportó hasta el último momento con un valor heroico y en medio de los cuales su alegría natural no la abandonó.
Creía firmemente en el alma y en la vida futura, pero se ocupaba muy poco de ello. Todos sus pensamientos se dirigían hacia la vida presente, a la cual valoraba mucho, sin tener, sin embargo, miedo a la muerte, y sin buscar los goces materiales. Porque su vida era muy sencilla, y se olvidaba sin dificultad de aquello que no podía procurarse. Pero tenía instintivamente el gusto del bien y de lo bello, que sabía encontrar hasta en las cosas más insignificantes. Quería vivir, menos para ella que para sus hijos, para quienes sabía que era necesaria. Por esto se aferraba a la vida. Conocía el Espiritismo sin haberlo estudiado a fondo. Hasta se interesaba por él, y sin embargo, no llegó a fijar sus pensamientos sobre el porvenir. Era para ella una idea verdadera, pero que no dejaba ninguna impresión profunda en su espíritu. El bien que hacía era el resultado de un sentimiento natural, espontáneo, y no inspirado por el pensamiento de una recompensa o de penas futuras.
Desde hacía mucho tiempo, su estado era ya desesperado, y se contaba verla marchar de un momento a otro. Ella misma no se hacía muchas ilusiones. Un día que su marido estaba ausente, se sintió desfallecer, y comprendió que su hora había llegado. Su vista se había velado, la turbación se apoderaba de ella y sentía todas las angustias de la separación. No obstante, le causaba mucha pena morir antes de que volviese su marido. Haciendo sobre sí misma un esfuerzo supremo, se dijo:
“¡No, no quiero morir!” Sintió entonces renacer la vida y recobró el pleno uso de sus facultades.
Cuando su marido volvió le dijo: “Iba a morir, pero he querido esperar a que estuvieses cerca de mí, porque tenía todavía que hacerte muchas recomendaciones.” La lucha entre la vida y la muerte se prolongó así durante tres meses, que no fueron más que una larga y dolorosa agonía.
Evocación, al día siguiente de su muerte.-
R. Mis buenos amigos, gracias porque os ocupáis de mí. Por lo demás, habéis sido para mí como buenos parientes. Pues bien, regocijaos, porque soy dichosa. Tranquilizad a mi pobre marido y velad sobre mis hijos. He ido junto a ellos enseguida.
P. Parece que la turbación no ha sido larga, puesto que nos habéis contestado con lucidez.
R. Amigos míos. ¡he sufrido tanto y sabíais que sufría con resignación! Y bien, mi prueba
está terminada. Deciros que estoy completamente desprendida, no. Pero no sufro, y para mí es un alivio muy grande. Por esta vez estoy radicalmente curada, os lo aseguro. Pero tengo necesidad de que se me ayude con el socorro de las oraciones, a fin de venir desde luego a trabajar con vosotros.
P. ¿Cuál ha podido ser la causa de vuestros largos sufrimientos?
R. Pasado terrible, amigo mío.
P. ¿Podéis decirnos cuál ha sido este pasado?
R. ¡Oh, dejad que lo olvide un poco!. ¡Lo he pagado tan caro...!
Un mes después de su muerte. -
P. Ahora que debéis estar completamente desprendida y que os reconocéis mejor,
tendríamos el mayor gusto en tener con vos una conversación más explícita. ¿Podríais decirnos cuál ha sido la causa de vuestra larga agonía?
¿Por qué habéis estado durante tres meses entre la vida y la muerte?
R. Gracias, mis buenos amigos, por vuestro recuerdo y por vuestras buenas oraciones. ¡Cuán saludables me son y cuánto han contribuido a mi desprendimiento! Todavía tengo necesidad de que me ayudéis. Continuad rogando por mí. Vosotros comprendéis la oración. Las que decís no son fórmulas venales como tantos otros que no se dan cuenta del efecto que produce una buena plegaria.
¡He sufrido mucho, pero mis sufrimientos se me han tomado muy en cuenta, y me es
permitido ir a menudo hacia mis queridos hijos, que había dejado con tanto sentimiento!
Yo misma he prolongado mis sufrimientos. Mi ardiente deseo de vivir para mis hijos hacía que me aferrase en cierto modo a la materia, y al contrario que los otros, me aferraba y no quería abandonar este desgraciado cuerpo, con el cual era preciso romper y que, sin embargo, era para mí el instrumento de tantos tormentos. He ahí la verdadera causa de mi larga agonía. Mi enfermedad, los sufrimientos que he tenido: expiación del pasado, una deuda menos.
¡Ay de mí, mis buenos amigos! Si os hubiera escuchado, ¡qué inmenso cambio en mi vida
presente! ¡Qué mitigación habría sentido en mis últimos instantes y cuán fácil hubiera sido esta separación, si en lugar de contrariarla me hubiera entregado con confianza a la voluntad de Dios, a la corriente que me arrastraba! ¡Pero en lugar de dirigir mis miradas hacia el porvenir que me esperaba, no veía más que el presente que iba a dejar!
Cuando vuelva a la Tierra seré espiritista, os lo aseguro. ¡Qué ciencia tan inmensa! Asisto muy a menudo a vuestras reuniones y a las instrucciones que se os dan. Si hubiera podido comprender cuando estaba en la Tierra, mis sufrimientos se hubieran mitigado mucho. Pero la hora no había llegado. Hoy comprendo la bondad de Dios y su justicia. Pero no estoy aún lo bastante adelantada para que deje de ocuparme de las cosas de la vida. Mis hijos sobre todo, me unen todavía a ella, no para contemplarles, sino para velar por ellos y procurar que sigan la ruta que el Espiritismo traza en este momento. Sí, mis buenos amigos, tengo aún graves preocupaciones. Una sobre todo, porque el porvenir de mis hijos depende de ella.
P. ¿Podéis darnos algunas explicaciones sobre el pasado que deploráis?
R. ¡Ay de mí, mis buenos amigos, estoy dispuesta a hacer mi confesión! Había desconocido el sufrimiento. Había visto morir a mi madre sin haber tenido piedad de ella. La había tratado de enferma imaginaria. No viéndola jamás en cama, sospechaba que no sufría, y reía de sus sufrimientos. He ahí como Dios castiga.
Seis meses después de su muerte.
P. Ahora que ha pasado un tiempo lo bastante largo desde que habéis dejado vuestra
envoltura terrestre, ¿queréis describirnos vuestra situación y vuestras ocupaciones en el mundo de los espíritus?
R. Durante mi vida terrestre, era lo que se llama generalmente una mujer de bien, pero ante todo amaba mi bienestar. Compasiva por naturaleza, puede que no hubiera sido capaz de un sacrificio penoso para aliviar un infortunio. Hoy todo ha cambiado. Soy siempre el yo, pero el yo de otro tiempo ha sufrido modificaciones.^ He adquirido, veo que no hay clases ni otras condiciones, sino el mérito personal en el mundo de los invisibles, donde un padre caritativo y bueno está sobre el rico orgulloso que le humillaba con su limosna. Velo especialmente por la clase de los afligidos, por los tormentos de familia, la pérdida de parientes o de fortuna: tengo por misión el consolarles y animarles, y soy feliz en hacerlo.
Ana
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Una importante cuestión se deduce de los hechos expresados, a saber.
¿Una persona puede, por un esfuerzo de su voluntad, retardar el momento de la separación del alma y del cuerpo?.
Respuesta del espíritu de San Luis:
“Resuelta esta cuestión de una manera afirmativa y sin restricción, podría dar lugar a falsas consecuencias. Seguramente, un espíritu encarnado puede, en ciertas circunstancias, prolongar la existencia corporal para terminar instrucciones indispensables o que él las crea tales. Esto puede permitírsele, como en el caso de que tratamos, y se tienen de ello diferentes ejemplos. Estas prolongaciones de la vida en todo caso no podrían ser de mucha duración, porque no puede permitirse al hombre invertir el orden de las leyes de la Naturaleza ni provocar una vuelta real a la vida, cuando ésta ha llegado a su término. Esto no es sino una prorrogación momentánea. Sin embargo, de la posibilidad del hecho no deberá deducirse de ello que pueda ser general, ni creer que dependa de cada uno prolongar así su existencia. Como prueba para el espíritu, o en interés de una
misión que concluir, los órganos gastados pueden recibir un suplemento de fluido vital que les permita añadir algunos instantes a la manifestación material del pensamiento. Los casos semejantes son excepciones y no la regla. Es necesario no ver tampoco en este hecho una derogación de Dios en la inmutabilidad de sus leyes, sino una consecuencia del libre albedrío del alma humana, que en el último instante tiene conciencia de la misión de que ha estado encargada, y quisiera, a pesar de la muerte, cumplir lo que no ha podido acabar. Puede ser también algunas veces una especie de castigo impuesto al espíritu que duda del porvenir, concediéndole una prolongación de vitalidad, por la cual sufre necesariamente.”
San Luis
El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo
Allan Kardec
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MI ORACIÓN
Hoy me vais a permitir que os participe esta oración que hago mía, porque en estos momentos en que estoy por finalizar la publicación de este blog, "casualmente" esta noche me ha venido a mis manos y en mi interior noto que me " han soplado" que además de hacerla mía, os la comparta, porque seguramente hay muchos de entre vosotros, amables lectores, que la acogeis con agrado, sabiendo el bien que con esta práctica se puede hacer cuando se hace desde el corazón. Si hay alguien no creyente o que por desconocimiento, le molesta esta sencilla plegaria, que me disculpe y simplemente pase de ella.
-Jose Luis Martín-
En estos Instantes pido permiso a Dios para orar por todas las personas que en este momento están con penas, tristezas, depresión, han sufrido maltratos o están desesperadas,
Por todas las personas que están enfermas, faltos de trabajo, con problemas económicos , con problemas judiciales y documentaciones.
Por todos aquellos (as).que están solos, o abandonados en algún lugar de niños o ancianos, u hospitales, cárceles etc.
Que Dios comisione a los buenos espíritus y que estos puedan aliviar a todos ellos e incluso a nosotros mismos por cualquier situación. Que se haga la voluntad de Dios y que así terminemos este día con mucho ánimo, energía, valor y voluntad, para comenzar cada día con mas fuerza porque hay mucho por hacer que nos espera.
Abrazo fraterno a todos , . Gracias.
Dios les bendiga. y no olviden que Dios nos ve siempre y que está pensando en nosotros.
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