HOMEOSTASIS UNIVERSAL Y CIUDADANÍA
Somos un microcosmos insertado en un macrocosmos, donde todo lo que pensamos, vivimos y hacemos, se refleja en el todo.
Este es el pensamiento sistémico, olístico, síntesis presentada por todas las distintas filosofías de la antigüedad, notablemente por la palabra de Hermes Trismegisto y confirmada por la codificación de la doctrina espirita, hecha por Kardec.
Las estrellas se mueven por el Universo y la humanidad camina en su rastro.
Nuestra vivencia individual se retrata en la sociedad en que vivimos. Ver la sociedad como un todo, como un inmenso organismo, con sus metas y reglas de funcionamiento, ayuda a entender el organismo social y lo que falta para su correcto funcionamiento.
Para el celebre filósofo, matemático y científico francés Rene Descartes, el universo material era una máquina, nada más que una máquina, que podría ser estudiada, dividiendo sus partes.
Decía él, que cuando tengamos un fenómeno o un problema complejo, separémoslo, reduciéndolo a un número pequeño de partes simples y será fácilmente comprensible.
Estudiemos los mecanismos a través de los cuales interactúan y al volver a juntar de nuevo las piezas, lo comprenderemos todo.
Por él, la naturaleza funcionaba de acuerdo con leyes mecánicas, y todo en el mundo material podría ser explicado en función de la organización y del movimiento de sus partes.
Animales, plantas y seres humanos son considerados simples máquinas.
La evolución del pensamiento reduccionista, terminó en el punto donde llegamos a la intimidad de la materia, en el átomo; y a partir de ahí, las partes separadas existen, si tomamos conciencia de que para ella existir, es necesario la acción del pensamiento
Todo esta interrelacionado en un océano de ondas y vibraciones, que dan forma a aquello que nuestra limitada percepción entiende como materia.
Esta visión oolítica, nos permite entender con mas profundidad, nuestros problemas personales y sociales, una vez después de reducir el análisis de la realidad inmediata, miramos la realidad de forma atemporal, buscando el origen, efecto y consecuencia de los hechos.
El todo, reflexiona en el individuo que lo forma.
Si el todo presenta deficiencias es porque ellas existen dentro de las partes que lo forman. En ese contexto, veremos que si los problemas se repiten, es porque estamos buscando sus causas en local equivocado.
La sociedad es formada por seres humanos y si presenta deformidades como el hambre y la miseria, la desesperación y los crimines, es porque la causa no está más allá de los hechos exteriores, pero si dentro de los individuos que la componen.
La enfermedad social se perpetúa en la necesidad de manutención del organismo social, se mantiene por la sumatoria de desequilibrios por parte de los individuos que la componen.Cibernética es el nombre de la ciencia que estudia justamente la estructura y perpetuidad de los sistemas, sea lo mecánico o fisiológico, y dice que la capacidad del organismo de sobrevivir, esta directamente ligada a su capacidad para adaptarse a las circunstancias del medio.
Dentro de esta óptica el sistema social, el organismo vivo de que se compone nuestra sociedad, posee parámetros de valoración para diagnosticar sus errores y aciertos, y así adaptarse a la exigencia del medio y del propio progreso de sus miembros.
Nuestra sociedad tiene instrumentos de regulación, que mantiene el orden publico (el bueno funcionamiento del organismo social) y promueve la estabilidad, sin embargo, ese termino “mantener el orden” no significa objetivar sus actos en impedir una reorganización del sistema, para sobrevivir a las mudanzas constantes del medio.
Es justamente en ese punto, donde el organismo social se muestra enfermo. Cuando los organismos de regulación de la sociedad, diagnostican un síntoma e impiden que ocurra esta reorganización del sistema, coloca en riesgo su sobre vivencia.
Fue así en la sociedad humana desde sus comienzos. Herodes mandó a matar a todos los niños, pues en su papel de regulador de la sociedad, la presencia de un Mesías, de un ser humano que pudiera cambiar la “estabilidad social” vigente, era según su punto de vista, un peligro para el organismo social.
Posteriormente Jesús, fue condenado a la cruz por decir que todos los hombres eran iguales delante de Dios, una herejía mortal en su tiempo que consideraba el mayor pecado intentar “subvertir” la orden.
Pasó lo mismo con todos aquellos que traían una idea nueva, una nueva manera de evolucionar el organismo social. En nombre del orden y una presunta paz, muchos mártires dieron su vida.
Pero, ¿el orden humano, es el mismo que el ordenamiento universal? No, pues en el universo, la ley suprema que rige e, se llama evolución. Del átomo al ángel, todo evoluciona, nada permanece parado.
En forma de espiral camina el átomo en su intimidad y también las galaxias que nos acompañan, pero el hombre en su egoísmo, enferma el organismo social, por mantenerse reacio a todo lo que significa cambio.
El miedo a los cambios, nos lleva a tapar la realidad de acuerdo con nuestro interés personal, fruto del egoísmo.
El individuo que despierta para su realidad, como parte de un todo mucho mas grande, reconoce su debilidad y dirige su atención para lo que necesita ser cambiado o perfeccionado.
Nuestro cambio personal reflexiona en todo el medio social.
Si la realidad nos trae delante una injusticia, es que nuestra sociedad esta enferma, pero si nuestra actitud es de apatía e indiferencia, quien esta enfermo de verdad, somos nosotros mismos.
Conforme evolucionamos, nuestra capacidad de influenciar dentro del medio se amplia, porque el individuo equilibrado, funciona como agente de integración entre las partes del organismo social. Esta unión fraternal entre los individuos que componen el organismo social, favorece la comunicación y el mejor conocimiento de la sociedad que componemos y el poder que tenemos de administrarla correctamente, interactuando con los centros de decisión.
Administrar correctamente un medio social, significa equidad entre sus miembros, en sus padrones de saneamiento, alimentación, educación y todos sus desdoblamientos.
El verdadero progreso de un pueblo, de una nación se nota necesariamente en sus avances morales e intelectuales y cuando no se verifica, presenta anomalías en el seno de las colectividades, en forma de convulsiones de toda especie.
Entre la opulencia y la miseria, los conflictos se encienden.
Si las diferencias son muy evidentes, es que la enfermedad del organismo social, empeora.
Y realmente nuestro mundo esta enfermo. Los recursos naturales se agotan, el envenenamiento del medio ambiente se hace con total inconsecuencia y la masa de miserables aumenta a la sombra de una economía fundamentada en el lucro inmediato y el consumismo irresponsable y suicida.
Somos parte del todo y podremos decidir entre enfermar con él, o restaurar su salud, a partir de nosotros mismos.
Sabiendo de nuestro potencial dentro de la sociedad, pocos se apuntan en los grupos de trabajo voluntario, o se alejan apuntando discrepancias irreconciliables, relegando para un segundo plano el “animus” de la obra.
Ora y vigila, dice el amoroso Maestro en su pasaje por esta tierra.
El primer concepto que se aprende en cuanto a nuestra capacidad de transformación, es que el somos partes de un mayor que el todo. El individuo que se salva, si se salva el todo.
Todo grupo movilizado en la búsqueda de conocimiento es fuente de luz y sabiduría para toda comunidad, visible e invisible, que se alimentase y expandiese para límites más allá de nuestra capacidad de observación. Nuestro mundo puede y debe ser mejor y si juntos podemos visualizar este nuevo mundo, él ya empieza a existir de verdad.
Los científicos ya constataran que el buen pensamiento, el positivo, es infinitamente más fuerte que el pensamiento enfermizo, el negativo.
Si el mal, fuera igual al bien, la carga de violencia que recibiríamos todos los días por medios de comunicación, ya tendrían condenado a nuestra sociedad a la barbarie y al cáos.
En verdad, bien y mal, son arquetipos. Y la realidad es que son manifestaciones entre la ignorancia y la consciencia, fruto de la evolución.
La luz ya invade a todos los rincones de nuestro mundo y poco a poco la humanidad ya se siente reflejada en una gran familia, la que habita esta misma casa.
Visualicemos ciudades con el cielo azul, con ríos limpios, visualicemos desiertos cambiados en jardines y el hambre e la miseria, erradicadas de nuestra realidad. Integrémonos a la luz, ofertando nuestro mejor pensamiento y nuestra mejor actitud en todo que estamos haciendo y estaremos participando efectivamente en la creación de ese nuevo ambiente, de ese nuevo sistema, que se auto perpetuara en el respecto a la consciencia, en la igualdad de oportunidades y en la satisfacción profunda y sincera, fruto del deber cumplido en relación, a nosotros mismos, al próximo en la figura del familiar y mas ampliamente en la comunidad a la que pertenecemos y al Universo, ese organismo supremo, lleno de vida, obra de Nuestro Padre.
Hermanos Incondicionales - (recibido por Cássio)- Madrid 22/09/2007
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LOS CUATRO INFINITOS
Concibo el Universo constituido por un infinito tangible: la materia y tres infinitos inmateriales: espacio, tiempo y movimiento.
Materia y espacio tienen entre sí la relación de contenido y continente. El espacio existe, es una realidad puesto que en el universo es lo único inmóvil, perenne, inmutable, sirviendo de receptáculo a la materia. Concebir algo que sea menos que el espacio, o que se encuentre fuera de él, es un imposible.
La materia es la sustancia que llena el universo, y no podemos figurárnosla, sino ocupando espacio… La materia no tuvo principio ni tendrá fin.
Que es indestructible, es evidente, pues no es concebible la
posibilidad de sacarla fuera del espacio.
Como inseparable del espacio, tenemos el tangible infinito tiempo, el cual podemos definirlo como la sucesión infinita, corriendo paralelamente a las fases de la eterna transformación de la materia.
Como inseparable de la materia, tenemos el infinito movimiento, que aunque inmaterial es sensible y tangible.
Defino, pues el Cosmos, como el conjunto de cuatro infinitos:
El inmutable Infinito Espacio, ocupado por el infinito Materia, el Infinito Movimiento, en la sucesión del Infinito Tiempo.
Florentino Ameghino
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta,
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IX.- Monopolizadores del buen sentido
El movimiento de objetos es un hecho comprobado. La cuestión reside en saber si en ese movimiento hay o no una manifestación inteligente y, en caso afirmativo, cuál es el origen de dicha manifestación.
No nos referimos al movimiento inteligente de determinados objetos ni a las comunicaciones verbales, como tampoco a las que son escritas directamente por el médium. Este tipo de manifestaciones, evidentes para los que han asistido a ellas y las han profundizado, no es en modo alguno, a primera vista, lo bastante independiente de la voluntad para cimentar la convicción de un observador novel. Sólo hablaremos, pues, de la escritura obtenida con ayuda de cualquier objeto provisto de un lápiz, tal como la cesta, la tabilla, etcétera. La manera en que los dedos del médium se posan sobre el objeto desafía –conforme dijimos- la destreza más consumada para poder participar –en el grado que fuere- en el trazado de los caracteres. Pero admitamos incluso que, con prodigiosa habilidad, puede él engañar al ojo más escrutador: ¿cómo se explica la índole de las respuestas, cuando se encuentran éstas más allá de todas las ideas y conocimientos del médium? Y adviértase bien que no se trata de respuestas monosilábicas, sino que a menudo constan de varias páginas, que han sido escritas con la más asombrosa rapidez, ya sea de manera espontánea o bien sobre un tema determinado.
Bajo la mano del médium más ignorante de la literatura nacen en ocasiones poesías de una sublimidad y pureza irreprochables, que no desaprobarían los mejores poetas humanos. Lo que aumenta aún más lo extraño de estos hechos es que ellos se producen por donde quiera y que los médiums se multiplican hasta lo infinito. Tales hechos, ¿ son o no son reales?. A esta pregunta sólo podemos responder de una manera: mirad y observar. No os faltarán ocasiones para ello. Pero, sobre todo, observar con frecuencia, demoradamente y en las condiciones requeridas.
Entonces se afirma que, si no hay superchería, puede que ambas partes sean víctimas de una ilusión. En buena lógica, la calidad de los testigos es de cierto peso. Ahora bien, es aquí el caso de preguntar si la Doctrina Espírita, que en la actualidad cuenta por millares a sus adherentes, no los recluta más que entre los ignorantes… Los fenómenos sobre que se apoya son tan extraordinarios que es concebible la duda. Pero, lo que no se podría admitir es la pretensión de algunos incrédulos de monopolizar el buen sentido, y que sin respeto por las personas o por el valor moral de sus adversarios tachan sin miramiento de inepcia a todos aquellos que no son de su misma opinión. A los ojos de todo individuo juicioso, el dictamen de las personas esclarecidas que durante mucho tiempo han visto, estudiado y meditado algo constituirá siempre, si no una prueba, al menos una presunción en su favor, puesto que el asunto ha podido llamar la atención de hombres serios, que no tienen ni interés en difundir un error ni tiempo que perder en futilezas.
- Allan Kardec- Libro de los Espíritus
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OBSESIÓN ESPIRITUAL
Una Obsesión Espiritual es producida por un espíritu imperfecto. Personalmente no puedo vertir una opinión en sentido neurológico ni menos aún psiquiátrico, pero si puedo referirme a lo que los Espíritus que dictaron a Allan Kardec el Libro de Los Espíritus nos quisieron dejar saber. Las características de estos Espíritus Imperfectos, nos pueden dar luz a que pueden estos espíritus hacer. Debemos partir de lo que las Características generales del tercer orden o sea los Espíritus Imperfectos describen y lo primero a ponerle atención es lo siguiente:
“En consecuencia, todo pensamiento malo que se nos sugiera proviene de un Espíritu de ese orden”.
Sabiendo esto que es parte de la información que nos dieron los espíritus, es solo reconocer que estos espíritus son capaces de actuar en cualquier elemento de la mente que sea necesario para lograr el objetivo de obsesar la mente de cualquiera. La modificación de la química de fluidos en el cerebro humano, no debe ser difícil para un espíritu imperfecto que en un encarnación anterior conozca que modificando el “litio” en el cerebro van a lograr que sea medicado por bloqueadores químicos.
Entonces, no debemos dudar lo que puede hacer un Espíritu Imperfecto con todo el interés de hacer el mal.
VII.- Tercer orden: Espíritus imperfectos
101. Caracteres generales.- Predominio de la materia sobre el espíritu. Tendencia al mal. Ignorancia y orgullo, egoísmo y todas las malas pasiones que de él derivan. Tienen la intuición de Dios, mas no lo comprenden.
Sin embargo, no todos son esencialmente malos: en algunos de ellos hay más frivolidad, inconsecuencia y malicia que verdadera ruindad. Unos no hacen ni bien ni mal, pero sólo porque no realizan el bien denotan inferioridad. Otros, por el contrario, se complacen en el mal y se sienten satisfechos cuando se les presenta oportunidad para hacerlo.
Pueden aliar la inteligencia a la ruindad o a la malicia. Pero, sea cual fuere su desarrollo intelectual, sus ideas son poco elevadas, y sus sentimientos, más o menos abyectos.
Tienen conocimientos limitados acerca de las cosas del Mundo Espírita, y lo poco que saben de ello se confunde con las ideas y prejuicios de la vida corporal. No pueden darnos de aquél sino nociones falsas e incompletas. Mas el observador atento encuentra a menudo, en sus comunicaciones –no obstante su imperfección-, confirmadas las grandes verdades que los Espíritus superiores enseñan.
El carácter de estos Espíritus se revela por el lenguaje que emplean. Todo Espíritu que en el transcurso de sus comunicaciones deje traslucir un pensamiento malo puede ser incluido en el tercer orden. En consecuencia, todo pensamiento malo que se nos sugiera proviene de un Espíritu de ese orden.
Ven la felicidad de los buenos y esta visión constituye para ellos un tormento incesante, porque experimentan todas las angustias que la envidia y los celos pueden producir.
Conservan el recuerdo y la percepción de los sufrimientos de la vida corporal y esa impresión es muchas veces más penosa que la realidad misma. Así pues, sufren de veras los males que han soportado y los que infligieron a los demás; y, como los padecen durante mucho tiempo, creen que han de experimentarlos siempre. Dios, para castigarlos, quiere que así lo crean.
106. Sexta clase: Espíritus golpeadores y perturbadores.- Estos Espíritus no constituyen, propiamente hablando, una clase distinta, desde el punto de vista de sus cualidades personales: pueden pertenecer a todas las clases del tercer orden. Manifiestan a menudo su presencia sirviéndose de efectos perceptibles y físicos, tales como golpes, movimientos y desplazamientos anormales de cuerpos sólidos, agitación del aire, etcétera. Parecen apegados más que otros a la materia. Son los agentes principales de las vicisitudes de los elementos del globo, ya sea que operen en el aire o el agua, el fuego o los cuerpos duros, e inclusive en las entrañas mismas de la Tierra. Se reconoce que tales fenómenos no se deben a una causa fortuita y física cuando poseen un carácter intencional e inteligente. Todos los Espíritus pueden producir esos fenómenos, pero los elevados los dejan, por lo general, a cargo de los subalternos, más aptos estos últimos para las cosas materiales que para las de la inteligencia. Cuando los Espíritus elevados juzgan que ese tipo de manifestaciones son útiles, se valen de los subordinados como auxiliares para realizarlas.
“En consecuencia, todo pensamiento malo que se nos sugiera proviene de un Espíritu de ese orden”.
Sabiendo esto que es parte de la información que nos dieron los espíritus, es solo reconocer que estos espíritus son capaces de actuar en cualquier elemento de la mente que sea necesario para lograr el objetivo de obsesar la mente de cualquiera. La modificación de la química de fluidos en el cerebro humano, no debe ser difícil para un espíritu imperfecto que en un encarnación anterior conozca que modificando el “litio” en el cerebro van a lograr que sea medicado por bloqueadores químicos.
Entonces, no debemos dudar lo que puede hacer un Espíritu Imperfecto con todo el interés de hacer el mal.
VII.- Tercer orden: Espíritus imperfectos
101. Caracteres generales.- Predominio de la materia sobre el espíritu. Tendencia al mal. Ignorancia y orgullo, egoísmo y todas las malas pasiones que de él derivan. Tienen la intuición de Dios, mas no lo comprenden.
Sin embargo, no todos son esencialmente malos: en algunos de ellos hay más frivolidad, inconsecuencia y malicia que verdadera ruindad. Unos no hacen ni bien ni mal, pero sólo porque no realizan el bien denotan inferioridad. Otros, por el contrario, se complacen en el mal y se sienten satisfechos cuando se les presenta oportunidad para hacerlo.
Pueden aliar la inteligencia a la ruindad o a la malicia. Pero, sea cual fuere su desarrollo intelectual, sus ideas son poco elevadas, y sus sentimientos, más o menos abyectos.
Tienen conocimientos limitados acerca de las cosas del Mundo Espírita, y lo poco que saben de ello se confunde con las ideas y prejuicios de la vida corporal. No pueden darnos de aquél sino nociones falsas e incompletas. Mas el observador atento encuentra a menudo, en sus comunicaciones –no obstante su imperfección-, confirmadas las grandes verdades que los Espíritus superiores enseñan.
El carácter de estos Espíritus se revela por el lenguaje que emplean. Todo Espíritu que en el transcurso de sus comunicaciones deje traslucir un pensamiento malo puede ser incluido en el tercer orden. En consecuencia, todo pensamiento malo que se nos sugiera proviene de un Espíritu de ese orden.
Ven la felicidad de los buenos y esta visión constituye para ellos un tormento incesante, porque experimentan todas las angustias que la envidia y los celos pueden producir.
Conservan el recuerdo y la percepción de los sufrimientos de la vida corporal y esa impresión es muchas veces más penosa que la realidad misma. Así pues, sufren de veras los males que han soportado y los que infligieron a los demás; y, como los padecen durante mucho tiempo, creen que han de experimentarlos siempre. Dios, para castigarlos, quiere que así lo crean.
106. Sexta clase: Espíritus golpeadores y perturbadores.- Estos Espíritus no constituyen, propiamente hablando, una clase distinta, desde el punto de vista de sus cualidades personales: pueden pertenecer a todas las clases del tercer orden. Manifiestan a menudo su presencia sirviéndose de efectos perceptibles y físicos, tales como golpes, movimientos y desplazamientos anormales de cuerpos sólidos, agitación del aire, etcétera. Parecen apegados más que otros a la materia. Son los agentes principales de las vicisitudes de los elementos del globo, ya sea que operen en el aire o el agua, el fuego o los cuerpos duros, e inclusive en las entrañas mismas de la Tierra. Se reconoce que tales fenómenos no se deben a una causa fortuita y física cuando poseen un carácter intencional e inteligente. Todos los Espíritus pueden producir esos fenómenos, pero los elevados los dejan, por lo general, a cargo de los subalternos, más aptos estos últimos para las cosas materiales que para las de la inteligencia. Cuando los Espíritus elevados juzgan que ese tipo de manifestaciones son útiles, se valen de los subordinados como auxiliares para realizarlas.
- FRANK MONTAÑEZ
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