viernes, 7 de febrero de 2014

CONSTANTE ESPERANZA


El pesimismo es una especie  de carga pesada e innecesaria sobre el celo que la responsabilidad nos impone, induciéndonos a inútil aflicción.

Atención, si.
Derrotismo, no.

Para que nos libremos de semejante flagelo, en el campo intimo, es aconsejable  desviar el pensamiento, muchas veces,  colgado a detalles aun sombríos  en el camino de la evolución.
Para mantener  despierto el entendimiento, en esa verdad, recordemos las bendiciones que exceden a nuestras pequeñas y transitorias dificultades.
Es innegable que el materialismo pasó a dominar a mucha gente, ante el avance tecnológico  de la actualidad terrestre: con todo existen admirables multitudes  de criaturas,  en cuyos corazones  la fe se irradia como antorcha resplandeciente, iluminando la construcción del mundo nuevo.
Las enfermedades aún presentan cuadros tristes en los grupos humanos;  no obstante, es justo considerar que la ciencia  ya liquidó  varias  molestias,  antes juzgadas irreversibles, anulandoles el peligro con la inmunización  y con las providencias adecuadas.
Se destacan muchos soldados de la guerra, tumultuando colectividades; sin embargo, los obreros de la paz se mueven en todas direcciones.
Muchos hogares se desorganizan; mas muchos otros se sustentan consolidados en el equilibrio y en la educación, manteniendo la seguridad entre los hombres.
Gran número de mujeres se ausentan de la maternidad; entretanto, legiones de hermanas abnegadas se revelan fieles al más elevado trabajo femenino en el Planeta, guardándose  en la condición  de admirables madres en la devoción al grupo doméstico.
Los episodios de violencia aumentan, casi en todas partes; sin embargo, se amplían los frentes de amor al prójimo que los extinguen.
Anotando las tribulaciones que se desarrollan en el Plano Físico, no digas que el mundo está perdido.
Innumerables son las bendiciones de Dios que enjambran, alrededor tuyo.
 Y se atraviesas regiones de tinieblas, que se te figuran túneles de sufrimiento y desolación,  en los cuales cientos o millares de personas perdieron la noción de la luz, es natural que no consigas transformarte en un sol  que ilumine en el camino para todos, mas puedes claramente encender un fósforo de esperanza.

Por el Espíritu Emmanuel – del Libro: Atención Médium: Francisco Cándido Xavier

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  No son Espiritistas.


Los que lucran , explotan o engañan en nombre del Espiritismo. 
Los que se ocupan de cartomancia , sortilegios, adivinación, para embaucar a sus semejantes. 
Todo aquel que mixtifica o se atribuye falsas facultades, en cuyo fondo esta el absurdo, el fanatismo o el interés.
 Nadie que obre así es Espiritista , aunque diga serlo; y por el daño que causan a la doctrina y a la verdadera mediumnidad, consignamos nuestra protesta y nuestra reprobación contra todos ellos , reciban o no dinero en pago de sus extravíos.

La luz del porvenir
                                   
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EXPIACIÓN


El problema de la expiación no es privativo de los hermanos encarcelados en los calabozos 
del mundo.

La justicia humana, en verdad, apenas corrige al compañero infeliz que cayó, desprevenido,en las mallas del delito espectacular.


Entretanto, en las concavidades de cada instituto doméstico, la crueldad oculta yergue trincheras de odio y separación, tanto como desabotona tormentas de sangre y lágrimas, generando las garras de la enfermedad, tantas veces mensajeras de la muerte.
Aquí es la ingratitud para con los entes más queridos, allí, es la calumnia achicando  la
esperanza ajena.


Más allá, es la deserción del deber, haciendo que los hombros del prójimo sangren, heridos,
al peso de cargas acumuladas; más allá, es la actitud agresiva sustentada con dureza y pasión,
exterminando la sementera de paz en aquellos que a veces nos piden únicamente una sonrisa
de bondad o un gesto de perdón para que se renueven ante Dios.


Es ahí, en esos reductos silenciosos de la batalla de cada día, que, muchas veces engañamos y
traemos, indiferentes al dolor que implantamos en aquellos que nos comparten la marcha,
ayuntando hiel e inquietud, mezcladas con las bendiciones de amor y trabajo que procuramos
atesorar.
No obstante, la Justicia Divina sabe encaminar nuestros actos. Y, nosotros mismos, aunque el
cariño de los bienhechores abnegados que nos acogen, en el Más Allá, sin recursos para
disculparnos, en la intimidad de la conciencia, suplicamos volver a comenzar, renaciendo en
la Tierra, junto a aquellos que se nos hacen acreedores en los caminos de la vida.
Sean cuales fueren nuestras dificultades en el campo íntimo, sepamos aceptarlas con el ánimo
firme, incinerando en el crematorio de la renuncia nuestros propios deseos para que la
felicidad de los demás nos asegure nuestra propia felicidad, por cuanto, al ser conducidos por
la muerte al imperio de la Gran Luz, nos reconocemos, tal cual somos, aplicando a nosotros
mismos la ley del equilibrio que determina a quien debe el reajuste preciso en la base recta
del centavo por centavo.
- Emmanuel, -  Del libro Nacer y Renacer-
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Camilo Flammarión
CREACIONISMO VS. EVOLUCIONISMO

ZLa cuestión del origen del hombre, es sin duda alguna, la más interesante, la de mayor importancia, de todas cuantas cautivan nuestra atención.
El hombre fue creado por la  voluntad directa de un dios, en virtud de un milagro; o el hombre desciende de los animales que la han precedido, en la evolución de la naturaleza.
Estas son las únicas hipótesis posibles, no puede haber una tercera.
La primera implica el milagro y el origen sobrenatural, no sólo del hombre, sino también de todos los animales, de todas las plantas y todos los minerales. Todos los seres vivos debieron nacer adultos y ya en condiciones convenientes para poderse nutrir y reproducirse.
La segunda es el producto de la deducción científica. Todas las especies se han formado de un modo natural, derivando unas de otras.
¿Cuál es el medio para conocer la verdad?
1º) Tener el espíritu libre
2º) Observar lo que sucede en la naturaleza.

Examinemos, pues al hombre con la más completa independencia e imparcialidad.
Empecemos por su vida embrionaria. En el comienzo de su vida embrionaria, el hombre es una simple célula. El ovario humano es esencialmente parecido al de los demás mamíferos.
Es imposible reconocer en el primer estado distinción alguna entre el embrión del hombre y algunos mamíferos, pájaros o reptiles. En las primeras semanas de su vida embrionaria, el hombre pasa sucesivamente, por las principales especies animales, que existen hoy en día.
El embrión  de un niño en la cuarta semana, y los de un perro en la misma edad, de una tortuga de igual fecha o de un polluelo de cuatro días, se parecen hasta el punto de poderlos confundir.
La misma naturaleza responde la pregunta, con nuestra embriogenia actual. Pero cuando ya estamos enteramente formados, aún nos restan órganos rudimentarios o atrofiados que nos son totalmente inútiles y que no pueden ser sino un legado de nuestros antecesores.
En lo anterior se encuentran el vello que cubre nuestro cuerpo, los músculos de la oreja, con los cuales no logramos mover nada, mientras los animales si lo hacen. En el ángulo interno de nuestro ojo, hay un repliegue semilunar, que es el último vestigio del tercer párpado interno de algunos animales, como los pájaros, los reptiles, etc.
La cola de los monos la conservamos, aún durante dos meses, al principio de la vida embrionaria.
Todos estos órganos, son otras tantas pruebas, que establecen la verdad de la teoría de la descendencia, o transformació n natural.
Si el hombre o cualquier otro ser hubiese sido hecho  desde el principio, con un objeto determinado, si hubiesen sido llamados a la vida por un creador, la existencia de esos órganos no tendría ninguna razón de ser.
La teoría de la descendencia por el contrario, da  con mucha sencillez la explicación, y nos enseña que los órganos rudimentarios, son partes del cuerpo que, con el transcurso de los siglos, han quedado fuera de servicio.
Y a pesar de que nuevas adaptaciones los han hecho inútiles,  no por eso han dejado de trasmitirse, de generación en generación.
Todas las conclusiones confirmadas por la Geología y Paleontología, confirman que hay una progresión continua, de los organismos más sencillos a los más complicados.
Entre los diversos tipos de animales fósiles, se observa gradación sucesiva, como si alguna fuerza de organización se hubiera ingeniado para añadir, modificar y complicar incesantemente, llevando al infinito el número y variedad de las especies. Pero queda la huella del movimiento, y ¿no hereda acaso el niño, la facultad esencial del mono?
Hay algunos hombres que prefieren ser descendientes de un Adán perfecto, que haberse elevado desde el simio progenitor. Es cuestión de gusto…
Camilo Flammarión
Adaptación: Oswaldo E. Porras -Extractado de su obra: “Noches de Luna”

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