jueves, 28 de abril de 2016

DECÁLOGO PARA LOS MÉDIUMS





                   
Odio y perdón 

Análisis psicológico y espiritual de este par de opuestos. 
Diversos son los grados de manifestación del odio, esa pasión dañina en alto grado, que sólo anida en las almas pobres y ruines, al dar cabida en sí a esa pasión destructiva, por ignorancia de las consecuencias dañinas que habrá de ocasionarle. Porque el odio comienza por perturbar la tranquilidad de quien lo siente, por su acción perturbadora sobre las facultades del alma, cuyas vibraciones desequilibrantes afectan la mente y perjudican la salud, por la incidencia de esa vibración enconosa en los sistemas nerviosos y glandulares. Y, a más de dañar la salud de quien da cabida en sí al odio, le convierte en una persona amargada que, en sus relaciones de trabajo, negocios, etc., desbarata oportunidades de progreso por la actitud negativa del afectado y los errores que induce a cometer. 

Conocéis ya la ley de las vibraciones, explicada en la lección 12. Por consiguiente, sois conscientes ya de que los pensamientos y sentimientos son vibraciones que contienen en sí una fuerza benéfica o maléfica, constructiva o destructiva, según su naturaleza. Y siendo el odio un sentimiento cargado de deseos de mal, es destructivo por su propia naturaleza
enconosa. Por ello, cada sentimiento de odio es una vibración-fuerza, dañina en alto grado hacia quien se dirija, pero que actúa también contra el mismo que la emite. Y cuanto más odie una persona, más y más se envuelve en esas vibraciones intensamente negativas, desequilibrantes, que le atormentarán. Si pudiéseis apreciar el aura de una persona vibrando en odio,os asombraría al verla envuelta en un halo negro, en forma de torbellino. Y quien odia, no tiene paz en su mente ni en su alma, ya que ese sentimiento ponzoñoso produce una desarmonía psíquica mortificante, convirtiendo la vida del afectado en un tormento. 


Todas esas extrañas misantropías y neurastenias que a veces apreciamos en nuestras relaciones humanas, tienen por causa alguno o varios de esos estados pasionales de odios, rencores, malquerencias, etc., cuyo origen puede ser el egoísmo, envidia, celos, etc. que son sentimientos frecuentes en las almas mezquinas y ruines. Y cuanto más una persona odie a otra, más se une a ella psíquicamente. Y, ¡paradoja! cuanto más lejos la desee, cuanto más en ella piense, más la acerca (vibratoriamente); porque, la persona que odia atrae mentalmente hacia sí a la persona odiada, con la fuerza de su pensamiento, y su imagen no le deja vivir en paz, le sigue y le persigue como una sombra, por que ella misma la mantiene en su mente. Y aquí está el tormento. ¿Hasta cuándo? Hasta que deje de odiarla. 
Puede que alguno, juzgando a la ligera ese fenómeno de la fuerza de atracción, por afinidad, del pensamiento os diga: vaya una ley rara. Pero, si se considera que esa ley de vibración y atracción no ha sido creada para ser vehículo de odio, sino de amor, para unir las almas que se aman y contribuir a su felicidad; comprenderá mejor. Cuando el sublime Maestro Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos”, no estaba enseñando tan solo moral, sino que también una psicoterapia para librarnos de los efectos destructores del odio. Porque, vivir odiando, no es vida; es un tormento. Cuando una persona exclama: “Yo no le perdonaré lo que me hizo”; esa persona está cometiendo un gravísimo error, error que puede significarle muchos y muchos años de dolor. Porque, cada vez que se acuerda de ese acontecimiento, perjuicio u ofensa, está impregnando su alma con el magnetismo mórbido contenido en sus propias vibraciones de odio, que irán densificando y oscureciendo esa alma; y a más de que está fortaleciendo esa unión vibratoria con la persona odiada, quien al recibir el impacto de esas vibraciones de odio, percibe también (mentalmente) la figura de quien las envía, reaccionando también del mismo modo, con una andanada de odio, rencor o desprecio, según sea el caso. Y con esa actitud descabellada, ambas partes están destruyéndose mutuamente. ¿No os parece absurda esa actitud? Sin embargo, así acontece con harta frecuencia. 

Alguien dijo: “Si mis enemigos supiesen el daño que se hacen odiándome, no me odiarían”. Esta frase contiene una gran verdad que todos debieran conocer; y que contribuiría grandemente a liberar al mundo del odio, causa de ¡tantas desdichas!. Porque, aquel que odia está dando poder a su enemigo sobre su tranquilidad, sobre sus nervios, sobre su sueño, su presión sanguínea, su salud toda, y su propia personalidad. ¡Meditemos sobre esto! Por ello, insensato es responder al odio con el odio, rencor o malquerencia hacia aquellos que, por lo que fuere, llegasen a odiarnos; y sí con amor, deseos de bien, ya que de este modo, esas vibraciones cargadas de energía psíquica negativa, no penetrarán en nosotros y rebotarán: porque el amor genera energía positiva, conformando un campo magnético de protección. A más de esos efectos perturbadores, con la actitud de odio y malquerencias resultantes, esas personas están conquistando un puesto en las zonas oscuras del astral inferior, al desencarnar. ¡Cuán frecuentemente es ver personas que, por ignorancia, son esclavas de esa y otras pasiones absurdas. 

¡He aquí, la necesidad de la divulgación de este conocimiento y otros conceptos de verdad! He aquí una oportunidad de progreso espiritual para vosotros, divulgando éstos y otros conceptos de verdad. Pongamos en práctica esa maravillosa enseñanza del sublime Maestro: “Amad a vuestros enemigos”. Y con ello quebraréis el poder que sobre vosotros pudieran ejercer a través del odio o rencor. Puede que alguno diga: ¿Cómo puedo yo sentir amor por quien me ha hecho daño? Y yo os pregunto, hermanos muy queridos, ¿no habéis hecho sufrir alguna vez a alguien o causado daño en algún modo? ¿Y no querríais que ese error os fuese perdonado y olvidado? De cierto que sí. Entonces... 

Y ¿sabíais que sólo el amor es productor de perdón? Porque, quien ama, perdona; quien mantiene odio, no perdona. Quien ama y perdona, se engrandece; quien odia, se empequeñece. Quien ama es comprensivo y perdona las ofensas, no dando cabida en su alma a sentimiento alguno de odio que pueda desarrollar un deseo de malquerencia, venganza o represalia, aun cuando en el momento del daño u ofensa perciba ese impacto. ¡Sólo las almas
débiles y ruines albergan odio! Pedid al sublime Maestro Jesús, con fervor, 
con verdadero deseo de perdonar y anhelo de superación, que os enseñe a perdonar, que os enseñe a amar a quien daño o agravio os haya hecho. Haced esto una y otra vez, muchas veces. Si así lo hacéis, con fe y humildad sentida; pronto comenzaréis a percibir que una sensación de paz y sosiego inunda todo vuestro ser. Esa es la señal de haber alcanzado la vibración de Amor del Cristo. Y un nuevo deseo de bien comenzaréis a sentir hacia la persona o personas que por error o falta de control de su emotividad, y aún por ruindad os haya causado ese agravio o daño. Y no os desaniméis si no conseguís de inmediato ese propósito digno. Perseverad, perseverad hasta que hayais establecido la unión vibratoria con la Ley del Amor Universal, generadora de paz y armonía, y liberadora del odio y su secuela de malquerencias y amarguras. Y la paz interna (mental-emocional) aumentará vuestra capacidad intelectual, vuestra alegría de vivir y ansia de progreso. Porque, un alma y una mente despojadas de odios, rencores y malquerencias, con ideales elevados, vibrando en amor fraterno, se exteriorizará en una personalidad más eficiente, ágil y realizadora. Y cada vez que llegue a vuestra mente, en el comienzo, el recuerdo o imagen del motivo del agravio (que poco a poco irá desvaneciéndose) desechadlo y proyectad sobre esa persona vibraciones de amor, a modo de comprensión y deseos de bien; poniendo todo vuestro deseo de bien en ese sentimiento, para que esa vibración sea poderosa y le beneficie intensamente, con lo cual os beneficiaréis vosotros mismos. 

Cuanto más améis, más felices habréis de sentiros; ya que, la LEY que es Amor, os devolverá ese amor en felicidad. Si dais amor, afectos, alegrías, servicio desinteresado (que es amor en acción); eso mismo recibiréis en la proporción que deis y más aún. Pero, si dominados por una pasión, envidia, egoísmo o amor propio, causáis sufrimiento de algún modo o realizáis actos de venganza o cometéis alguna bajeza; iréis acumulando un karma doloroso, y esos mismos daños causados recibiréis en la proporción que hayais causado o deseado; porque, la Ley es justa. Retened en vuestra conciencia este axioma; la siembra es voluntaria; pero, la cosecha es obligatoria. Ahora que ya conocéis las desventajas (algunas tan sólo) del odio, rencor, malquerencias y resentimientos; comprenderéis que, mantener esos enemigos, es un lujo que se paga muy caro.Y lo curioso es... sin disfrutarlo. Necesario es saber dar a conocer que, con la muerte del cuerpo físico no mueren las pasiones, antes al contrario, se intensifican; porque, están en la propia naturaleza psíquica que, al dejar la envoltura carnal continúa con los mismos pensamientos, sentimientos y tendencias que mantenía como humano, sin los atenuantes de la vida en la carne. De aquí que, un enemigo en el “otro lado” es mucho más peligroso. 

Aquí apegados al plano físico, en nuestra propia atmósfera, se agitan millones y millones de almas de los que fallecieron cargados de pasiones. Son seres atrasados que, por sus bajas tendencias no pueden elevarse y deambulan imantados al ambiente en donde han vivido, e inciden o tratan de incidir con harta frecuencia, en la vida de los humanos; quienes, por falta de vigilancia sobre sus sentimientos y reacciones, pueden ser sus víctimas. A más de esos, existen otros seres de maldad y organizaciones maléficas, compuestas por seres desencarnados que continúan viviendo sus pasiones y tratan de arrastrar a los humanos hacia la maldad y el crimen. Son los demonios a que hacen referencia las iglesias del cristianismo. Y buscan continuar sus gamberradas y la acción de sus odios, rebeldías y maldad de todo género, influyendo en aquellas personas con sentimientos ruines, azuzando sus bajas pasiones. No obstante, esas fuerzas negativas nada podrán hacer en vosotros si no les dais cabida. Las pasiones e imperfecciones humanas, son las puertas de entrada a esas influencias maléficas. No lo olvidéis. La venganza es un sentimiento de las almas ruines, que les liga con el ofensor o enemigo al pasar el umbral del Más Allá, ocasionando grandes sufrimientos. Y a más de eso, volviendo a ligarlo como humano, en alguna de las siguientes vidas planetarias. 

Aquellos que, impregnados de creencias religiosas, manteniendo todavía conceptos dogmáticos apartados de la Verdad, y que obrando mal creen que, arrepintiéndose y confiando sus faltas y actos de maldad a los oídos de un confesor puedan quedar libres de esas deudas espirituales, o indultados por hombres que se atribuyen poderes divinos; están en un craso error. Ni el arrepentimiento, ni la confesión, ni la penitencia les darán el perdón; porque, el perdón no existe en lo espiritual. Existe la Ley justa de: a cada cual según sus obras. Y toda transgresión a la Ley del Amor, produce un desequilibrio en la sección espiritual del causante, cuyo equilibrio tendrá que ser restablecido por el mismo causante: ya por el amor, ya por el dolor. ¡No nos engañemos con espejismos! Termino mi exposición y análisis, con una llamada a vuestra razón: 
Perdonad todo agravio y ofensa que os hagan y seréis los más gananciosos. ¡Engrandeceos por el perdón! ¡Perdonad siempre!. 

Sebastián de Arauco 

Extraído de la revista espirita " Amor paz y caridad" 

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                            LEY DE 

      CONSECUENCIAS

¿ Los animales , los niños pequeños y los enfermos psíquicos, están sometidos a la Ley de Causa y Efecto?.-

        La Ley de Consecuencias, como todas las leyes cósmicas, es una ley perfecta, por lo que necesariamente es una ley justa. Actúa rectificando los errores cometidos libre y voluntariamente, en plena conciencia de los actos, por tanto a los seres no racionales no les afecta, pues aunque han tenido voluntad o decisión en sus acciones, no han tenido libre albedrío al no haber tenido una mente racional con conciencia.
      Los animales a diferencia de los seres humanos  no tienen libre albedrío en la comisión de sus actos, así como no lo tienen los humanos que permanecen  bajo el efecto de una obsesión espiritual o de una enfermedad  psíquica o de locura; por tanto sus actos irracionales quedan fuera de la acción de la Ley de Consecuencias. Sin embargo,  los casos de obsesiones que actúan bajo el aspecto de la locura, o cuando niños pequeños que son la imagen de la inocencia, sufren enfermedades o accidentes, está claro que no son fruto de actos irresponsables de su  corta vida actual, sino que se remontan a su pasado espiritual y son  el resultado  de la aplicación de esta Ley natural  rectificadora y moldeadora de la conducta humana.
       Los animales, por carecer de los atributos del alma humana  que les puedan responsabilizar por sus actos,  tampoco  están sujetos a esta ley de Causa y Efecto, y esto viene a ser la norma para todas las  especies  animales que solo obedecen a  un  instinto  irracional por el que se mueven y actúan.  Sin embargo vemos casos de ciertos ejemplares que desde su nacimiento, aparecen  enfermos, disminuidos o cautivos,  por lo que  parecen sufrir karma. Pero  es de comprender que esto es solo una apariencia, pues en justicia no pueden sufrir por algo que hayan podido hacer anteriormente fuera de su razón y de su voluntad.  Sin embargo, el sufrimiento siempre actúa como acicate impulsor en la evolución y desarrollo del alma. Esta  circunstancia  que parece contradecir el justo y equilibrado funcionamiento de las leyes divinas, la atraviesan muchas almas animales, siempre inocentes, precisamente para impulsar sus evoluciones individuales mediante la experiencia de existencias difíciles o dolorosas, como consecuencia de  circunstancias anómalas dentro de la naturaleza de su especie y que finalmente les van conduciendo para adquirir sentido del bien y del mal.
       En cualquier caso, aunque a veces cueste comprender la Luz de la Verdad en cuanto nos rodea, lo que tendremos siempre claro es que todo cuanto existe y acontece, tiene su razón justa de ser así y de existir, y que nada absolutamente escapa a la Perfecta Voluntad del Creador que mueve y sustenta  cada detalle del  Universo.
        El caso de los niños  o los dementes, es semejante al de los demás seres irracionales, pues ellos no generan karma con sus actos irresponsables durante una  etapa en que no tienen conciencia del bien y del mal, sin embargo si vemos como muchas veces en la infancia se manifiestan en ocasiones enfermedades  o calamidades, que en  una gran parte de los casos se deben a consecuencias del pasado.
       Se podría sintetizar que están libres de generar karma, pero  como espíritus que tienen un pasado en el que han podido actuar libremente haciendo mal  con plena conciencia y voluntad,  en el momento de su vida presente, bajo un aspecto físico de inocencia, no están libres en absoluto de poder  recoger los efectos de causas anteriores, pues si como humanos y menos aún irracionales,  no comprenden  las causas de sus dolores o sufrimientos, mas tarde cuando despierten de nuevo como espíritus libres, si que estarán en condiciones de evaluar aquello por lo que han pasado en su vida terrenal, y de ello sacarán sus lecciones aprendidas y las  consecuencias provechosas para su marcha evolutiva en general.
             No podría poner final a esta cuestión, sin antes volver a recordar que  respetar y proteger a los animales, así como a los niños y a los dementes, aunque en este último caso a veces resulta especialmente duro o difícil,  es  siempre un deber  humano y cristiano.

- Jose Luis Martín -
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    “Aunque el acto instintivo no tenga el carácter de inteligente, revela una causa inteligente esencialmente previsora”.

                     - Allán Kardec- ( El Génesis-cap.3-12)-

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CAUSAS ANTERIORES DE LAS AFLICCIONES
Tomado del Evangelio Según el Espiritismo . Allan Kardec

6. Pero si bien hay males cuya primera causa es el hombre en esta vida, hay otros, por lo menos en apariencia, que le son completamente extraños y que parecen alcanzarlo como por una fatalidad. Tal es, por ejemplo, la pérdida de seres queridos y de los que son el sostén de la familia; tales son también los accidentes que ninguna previsión puede evitar; los reveses de la fortuna que frustran todas las medidas de prudencia; las plagas naturales y las enfermedades de nacimiento, sobre todo aquellas que quitan a los infelices los medios de ganarse la vida con su trabajo, como las deformidades, el idiotismo, la imbecilidad, etc. Aquellos que nacen en semejantes condiciones, seguramente, nada hicieron en esta vida para merecer una suerte tan triste, sin compensación y que no podían evitar, impotentes para cambiar por sí mismos y que les deja a merced de la conmiseración pública.

¿Por qué, pues, seres tan infelices, mientras que a su lado, bajo un mismo techo, en la misma familia, otros son favorecidos bajo todos los aspectos? ¿Qué decir, en fin, de esos niños que mueren en edad temprana y no conocieron de la vida más que el sufrimiento? Problemas que ninguna filosofía pudo resolver aún, anomalías que ninguna religión pudo justificar y que serían la negación de la bondad, de la justicia y de la providencia de Dios, en la hipótesis de que el alma sea creada al mismo tiempo que el cuerpo y que su suerte esté irrevocablemente fijada después de una estada de algunos instantes en la Tierra. ¿Qué hicieron esas almas que acaban de salir de las manos del Creador, para soportar tantas miserias en este mundo y merecer en el futuro, una recompensa o un castigo cualquiera, cuando no pudieron hacer ni bien ni mal? Sin embargo, en virtud del axioma de que todo efecto tiene una causa, esas miserias son efectos que deben tener una causa; y desde que se admita un Dios justo, esa causa debe ser justa, luego precediendo siempre la causa al efecto y puesto que aquella no está en la vida actual, debe ser anterior a ella, es decir, pertenecer a una existencia precedente. Por otro lado, no pudiendo Dios castigar por el bien que se hizo, ni por el mal que no se hizo, si somos castigados, es porque hicimos mal; si no hicimos mal en esta vida, lo hicimos en otra. Esta es una alternativa de la que es imposible evadirse y en que la lógica dice de que lado está la justicia de Dios. El hombre, pues, no es castigado siempre o completamente castigado, en su existencia presente; pero nunca se evade a las consecuencias de sus faltas. La prosperidad del malo sólo es momentánea y si no expía hoy, expiará mañana, mientras que el que sufre, sufre por expiación de su pasado. La infelicidad que en un principio parece inmerecida, tiene su razón de ser y el que sufre puede decir siempre: “Perdóname, Señor, porque he pecado”.

7. Los sufrimientos por causas anteriores, son, con frecuencia, como los de las faltas actuales, consecuencia natural de la falta cometida; es decir, que por una injusticia distributiva rigurosa, el hombre sufre lo que hizo sufrir a los otros; si fue duro e inhumano, podrá a su vez ser tratado con dureza y con inhumanidad; si fue orgulloso, podrá nacer en una condición humillante; si fue avaro, egoísta, o si hizo mal uso de su fortuna, podrá ser privado de lo necesario; si fue mal hijo, podrá sufrir con sus propios hijos, etc. Así se explican, por la pluralidad de existencias y por el destino de la Tierra como mundo expiatorio, las anomalías que presenta la repartición de la felicidad y la infelicidad entre los buenos y malos en este mundo. Esa anomalía no existe en apariencia, porque se toma su punto de vista desde la vida presente; pero si uno se eleva con el pensamiento de manera que pueda abarcar una serie de existencias, se verá que cada uno recibe la parte que se merece, sin perjuicio de la que le es dada en el mundo de los Espíritus y que la justicia de Dios jamás es interrumpida. El hombre nunca debe perder de vista que está en un mundo inferior, donde sólo es mantenido por sus imperfecciones. A cada vicisitud debe decirse que si perteneciese a un mundo más elevado, eso no ocurriría y que de él depende no volver más a este mundo, trabajando por su perfeccionamiento.

8. Las tribulaciones de la vida pueden ser impuestas a los Espíritus endurecidos o muy ignorantes para hacer una elección con conocimiento de causa, pero son elegidas libremente y aceptadas por los Espíritus arrepentidos, que quieren reparar el mal que hicieron e intentar hacerlo mejor. Tal como aquél que habiendo hecho mal su tarea, pide que se le permita empezarla de nuevo para no perder el beneficio de su trabajo. Estas tribulaciones son, pues, a la vez, expiaciones por el pasado que castigan y pruebas para el porvenir que preparan. Rindamos gracias a Dios que en su bondad concede al hombre la facultad de la reparación y no lo condena irrevocablemente por la primera falta.

9. Entre tanto, no es necesario creer que todo sufrimiento soportado en este mundo sea, necesariamente, el indicio de una falta determinada; con frecuencia, son simples pruebas escogidas por el Espíritu para acabar su depuración y apresurar su adelantamiento. Así, la expiación sirve siempre de prueba, pero la prueba no es siempre una expiación; mas, pruebas o expiaciones, son siempre señales de una inferioridad relativa, porque lo que es perfecto no tiene necesidad de ser probado. Un Espíritu puede, pues, haber adquirido un cierto grado de elevación, pero queriendo avanzar más aún, solicita una misión, una tarea a cumplir, por la que será tanto más recompensado si sale victorioso, cuanto más penosa haya sido la lucha. Tales son, especialmente, esas personas de instintos naturalmente buenos, de alma elevada, de nobles sentimientos innatos, que parece que nada trajeron de malo de su existencia precedente y que sufren con una resignación muy cristiana, los mayores dolores, pidiendo a Dios para soportarlos sin lamentaciones. Por el contrario, se pueden considerar como expiaciones las aflicciones que excitan las quejas y conducen al hombre a revelarse contra Dios. El sufrimiento que no excita lamentaciones, sin duda, puede ser una expiación; pero más bien es un indicio de que fue escogido voluntariamente y no impuesto, y la prueba de una fuerte resolución, lo que es señal de progreso.

10. Los Espíritus no pueden aspirar a la felicidad perfecta sino cuando son puros; toda mancha les cierra la entrada en los mundos felices. Lo mismo sucede a los pasajeros de un navío infestado por la peste, a los que les está prohibido entrar en una ciudad hasta que se hayan purificado. Los Espíritus se despojan poco a poco de sus imperfecciones en sus diversas existencias corporales. Las pruebas de la vida adelantan cuando se sobrellevan bien; como expiaciones, borran las faltas y purifican; es el remedio que limpia la llaga y cura el enfermo; cuanto más grave es el mal, más enérgico debe ser el remedio. El que sufre mucho, debe decirse que tenía mucho que expiar y alegrarse de curar muy pronto; depende de él hacer este sufrimiento provechoso con su resignación y no perderle los frutos con las lamentaciones, sin lo cual tendría que empezar de nuevo.

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DECÁLOGO PARA LOS MÉDIUMS

1)RINDE CULTO AL DEBER. 
No existe la fe constructiva donde falta el respeto al cumplimiento de la obligaciones que nos competen. 

2)TRABAJA ESPONTÁNEAMENTE 
la mediumnidad es un ardo divino al que el óxido de la pereza enmohece y destruye. 

3)NO TE CREAS MAYOR NI MENOR 
Como los árboles provechosos esparcidos en el suelo,cada talento mediúmnico tiene su utilidad y su expresión. 

4) NO ESPERES RECOMPENSA EN EL MUNDO 
Las dádivas del Señor,como lo son el fulgor de las estrellas y la caricia del manantial,la luz de la plegaria y la bendición del coraje,no tienen precio en la tierra. 

5)NO CENTRALICES LA ACCIÓN 
Todos los compañeros están llamados a cooperar en el conjunto de las buenas acciones,a fin de que se promuevan a la posición de escogidos para tareas mas elevadas. 

6)NO TE ENCARCELES EN LA DUDA 

El bien,antes de exteriorizarse por intermedio de tal o cual intérprete de la verdad,procede originariamente de Dios. 

7)ESTUDIA SIEMPRE 

La luz del conocimiento resguardará tu Espíritu de las celadas de la ignorancia. 

8)NO TE IRRITES 

Cultiva caridad y ternura,comprensión y tolerancia,porque los mensajeros del amor encuentran enorme dificultades para expresarse con certeza a través de un corazón conservado en vinagre. 

9)DISCULPA SIN CESAR 

El ácido de la crítica no empeora tu realidad,como tampoco la plaga del elogio podría cambiar tu verdadera forma de ser;aunque no incluyan en la categoría de mistificador o embustero olvida la ofensa con que golpean tu rostro,conserva el tesoro de la conciencia limpia y prosigue,convencido de que cada uno percibe la vida según el punto de vista en que se coloca. 

10)NO TEMAS A LOS PERSEGUIDORES 

Piensa en la humildad del Cristo y recuerda que incluso él,el ángel con aspecto de hombre,estaba rodeado de adversarios gratuitos y de verdugos crueles,en el momento en que con sudor y lágrimas redactó en la cruz el divino poema de la eterna resurrección. 
ANDRÉ LUIZ

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