viernes, 29 de abril de 2016

Ciencia y Vida

 
                   
 ORGULLO Y SENTIRSE                  ORGULLOSO




  " Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra". Mateo 5:5 

En el camino y trabajo del desarrollo espiritual la piedra de tropiezo es casi siempre el orgullo, la vanidad, el no aceptar consejos, el creerse solamente intermediario de entidades superiores, ángeles e inclusive del llamado "espíritu santo", muy común dentro del fanatismo religioso. Claros opuestos del orgullo serían la humildad, la modestia que, por lo general, son considerados como virtudes. El sano orgullo es inmediatamente distinguible del orgullo maligno (soberbia). Hay espíritus tan orgullosos que se disfrazan de humildes para sentirse aun mas orgullosos. 

El enemigo habla a la mente y al corazón de la persona orgullosa, dándoles razonamientos y excusas, tales como: "tú lo tienes todo, no necesitas nada más, no necesitas cambiar, tu denominación es la correcta, tu determinación es la correcta, todo el mundo está mal, tú tienes la verdad". 

Dios quiere cambiar eso por medio de su Espíritu, pero nosotros, por nuestro orgullo, no lo dejamos. 

Sentirse orgulloso de sí mismo por algo que se hizo bien es saludable, siempre que ese orgullo no se transforme en soberbia y esa persona se crea que es un dios que nunca se equivoca y que el resto de la gente es bien poco vale. Tener confianza en sí mismo es positivo pero tenerla en exceso puede limitar a una persona a llegar hasta ahí y no intentar nada nuevo.   
- Rey Formoso-

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¿ Qué sentido tiene  y  por qué existe  la Reencarnación ?

          La  Reencarnación es necesaria para adquirir las experiencias en la materia que  permitan al Espíritu  su evolución hacia una perfección espiritual cada vez más elevada .
         Esta ley nos da tantas oportunidades como precisemos, para enmendar los errores del pasado y así poder avanzar progresivamente, enriqueciéndonos y perfeccionándonos en virtud y sabiduría a lo largo de  muchas  vidas como Seres humanos.
La Reencarnación es el modo dinámico como se desarrolla la evolución que impulsa el progreso del Ser espiritual en cada vida, y gracias a ella  se hace esto posible, o sea que el auténtico sentido de la Reencarnación es llevar a cabo la evolución de cada espíritu a través de múltiples vidas en la materia.
 En  su infinito Amor,  Dios no nos permite vivir tan solo una única existencia  en una vida, para capacitarnos en Amor y sabiduría, por larga y buena que esta pudiese ser esa vida.  Si así lo hiciese dándonos una sola existencia en este mundo sin posteriores oportunidades de progreso, sería comparable  con la idea monstruosa y absurda de  padre que  condenase  para  siempre a su hijo, a que siempre fuese pequeño y a que nunca  pudiese crecer ni  pudiese llegar a ser algún día un ser adulto.
         Básicamente la causa  de la Reencarnación es la misma para todos: la Evolución, que es el crecimiento del alma en cuanto a virtudes y sabiduría,  al tiempo que se superan o se eliminan los defectos morales residuos de etapas evolutivas anteriores. Pero a nivel individual se puede matizar más: unas  veces es para conquistar un aprendizaje  y desarrollo evolutivo y otras para afrontar  deudas contraídas en el pasado, lo que equilibrará la balanza de la Justicia Divina y de paso podrá seguir aprendiendo y perfeccionándose, o sea, evolucionando.
       Solo durante las existencias en mundos físicos se puede aprender  en profundidad lo necesario que ofrecen  las experiencias de la vida material, muy diferente a la espiritual, con el fin de que el Ser espiritual progrese en su propia  evolución , afrontando circunstancias y  vicisitudes humanas, equivocándonos muchas veces y rectificando otras tantas, y así  nos podemos ir librando poco a poco de modo casi imperceptible, de los defectos y lastres que pesan en el desarrollo de nuestra alma.

    La evolución que se logra a través de la  ley de la reencarnación, como ya vimos, es otra  ley   natural que se apoya en ella y que como tal, está  impresa en toda la Naturaleza y a todos nos afecta. Toda planta está destinada a crecer y todo fruto está destinado a  madurar.
Para acercarnos a la Fuente Creadora, es necesaria la evolución de cada Ser espiritual individual que mora en nosotros, o  mejor dicho, que somos nosotros mismos , y esta evolución o progreso acorde con el de todas las formas físicas y psíquicas de la Naturaleza, solo se logra  mediante  un periplo inicial de pasos por las vidas en los mundos físicos.  Dios no nos ha creado perfectos, pero sí perfectibles, dejándonos el mérito de la perfección alcanzada por nuestro esfuerzo y voluntad ,aunque nos lo facilita al máximo mediante la ley de la solidaridad entre todos los espíritus y de la Caridad que es imperativo en la marcha ascendente de la evolución  universal de los espíritus, cuando para facilitarnos el camino y dar fruto a nuestro esfuerzo, ha dispuesto la ayuda de otros seres espirituales, hermanos  nuestros, que dese el plano espiritual nos inspiran y alientan a nosotros en este plano material, y así se nos ha dado el conquistar una  felicidad   valorada y auténtica , que es la felicidad  lograda mediante  nuestro trabajo  personal y nuestro  esfuerzo..
 ¿Cómo si no, podríamos llegar a  realizar lo que Jesús de Nazaret encomendó cuando dijo: “Ser perfectos como mi Padre Celestial  es Perfecto”? ; ¿Quién podría llegar  a alcanzar  la Perfección Absoluta del Padre Celestial  en una sola vida por larga que  esta  fuese?; además de que sería una injusticia permanente el tener que lograr esa perfección en medio de  tanta desigualdad de oportunidades en cuanto a clases diferentes de vida humana, por su duración, su época, su cuna social, su estado de salud, etc. El motivo que fundamenta  la Reencarnación es, definitivamente, la necesidad
 de progresar y de  aprender de nuestro Espíritu, por medio de la experiencia humana,, evolucionando y  desarrollando cualidades de Amor y Sabiduría , que son los atributos divinos  que nos acercan  al Creador.
         Mediante  la reencarnación se otorga al Ser humano el uso del libre albedrío para decidir a cada paso su destino, tanto en este mundo como en  el del plano espiritual en que  seguirá existiendo después de la muerte.
Al reencarnar el Espíritu  errante deja a sus familiares y amigos en el plano espiritual en  donde se ubicaba antes de descender a la Tierra o a otros mundos físicos de similar nivel, a donde vienen para cumplir una misión que, como ya se ha dicho, puede ser de expiación por faltas cometidas en vidas pasadas o para superar nuevas  pruebas de la vida,  a fin de eliminar alguna tendencia negativa o algún defecto espiritual.

- Jose Luis Martín -

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“ Estoy convencido de que, en verdad, se  vuelve a vivir de nuevo; de que la vida emerge de la muerte y de que las almas de los muertos están vivas”.
_ Sócrates –

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                 Ciencia y vida

En el mundo, tenemos centrales eléctricas que aseguran la iluminación de grandes ciudades. Imposible, sin embargo, olvidar a los millones de criaturas que aún se debaten en las tinieblas de la ignorancia.
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Disponemos de máquinas poderosas que generan fuerza indispensable para la manutención del trabajo en largas franjas del Planeta.
Forzoso recordar, pues, que sorprendemos, en todas partes, legiones de personas caídas en desánimos o desespero, a camino de la criminalidad o del suicidio, a falta de energía espiritual.
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Realizamos, con éxito, la extracción de tumores malignos.
Necesario, sin embargo, observar que aún no sabemos cómo impedir la formación de los quistes del odio que hace infelices a las almas.
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Construimos palacios de vivienda con todos los enseres de la civilización.
Imperioso, entretanto, anotar que, en ninguna época del pasado, tuvimos que encuadrar tantos procesos de angustia y de obsesión.
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En un instante, escuchamos ese o aquel mensaje, enviado sin hilo, de punta a punta del Planeta. Casi siempre, con todo, ignoramos de qué modo escuchar, con serenidad y provecho, las quejas del prójimo en sufrimiento.
Se transita ahora de la Tierra para la Luna, sobrepasando las barreras de la gravitación. Sin embargo, muy de vez en cuando, aprendemos a superar las trincheras de la indiferencia o de la aversión para viajar de una casa para otra o de nuestra alma para otra alma, a servicio de la Paz.
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Ciencia y vida; bendita sea la inteligencia que esculpe las técnicas avanzadas del progreso, responsable por nuevas facilidades humanas, entretanto, es preciso reconocer que sin Jesús Cristo aplicado a nuestra propia vida, estaremos siempre andrajosos y sedientos de corazón.
Emmanuel
Médium Francisco Cándido Xavier

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LEY DE PROGRESO Y EVOLUCIÓN.

Nada de lo que sabemos y tenemos en nuestro mundo, en la actualidad, satisfará al hombre del mañana, con una mayor capacidad mental (intelectiva, volitiva, creativa, etc.) que, el individuo considerado hoy como sabio, podrá compararse al escolar del mañana.
El hombre civilizado de hoy, es el salvaje del ayer que, desde las primeras edades, viene evolucionando lentamente por medio del aprendizaje en las experiencias, en las vicisitudes y luchas, en el devenir del tiempo.
Pues, a medida que el ser humano avanza en su eterno camino de ascensión, su inteligencia y demás facultades se desarrollan como consecuencia del ejercicio de su mente, así como nuevos y más amplios horizontes con nuevas experiencias y nuevos conceptos se presentan ante él que le atraen. Es la Ley de Evolución que presiona sobre el Espíritu, ley universal del progreso que le llama, que le invita a avanzar en el eterno camino de ascensión. Pero, no siempre el individuo responde debidamente a ese llamado, y en las más de las veces, cede a las atracciones de su medio ambiente circundante, siendo arrastrado por el espejismo de las sensaciones; y se estanca, retardando su progreso. No obstante, como el estatismo es contrario a la Ley, ésta actúa de un modo NO siempre agradable, y por medio de circunstancias que los humanos denominamos adversas, le conduce amorosamente (como hacen los buenos padres para con sus hijos) hacia el ejercicio de sus facultades, obligándole a la solución de problemas y superación de obstáculos, con lo cual desarrolla las facultades intelectiva y volitiva, capacitándose para mayores realizaciones, contribuyendo con ello a su propio progreso y evolución.
En cada ser humano está grabado, de inequívoca manera, su grado de evolución: en la inteligencia que le anima, en la capacidad de amor, de sacrificio, de dominio de sí mismo; en su fuerza mental de irradiación y de atracción, su magnetismo espiritual y animal. En el grado de capacidad analítica y conceptual para penetrar en lo profundo de las cosas, en el grado de sensibilidad y amor fraterno, de rectitud, etcétera, está bien demostrado el grado de evolución de cada .persona.
En cada existencia física, el ser humano evoluciona desde que nace, marcando las fases de la infancia, adolescencia, juventud, madurez, vejez y muerte; con lo que la materia orgánica de lo que está compuesto el cuerpo físico, vuelve a su origen. Y libre el Espíritu, sigue evolucionando en esa otra dimensión, aun cuando como humanos no nos percatemos de ello, por ser tridimensionales en cuanto a percepción a través de los sentidos físicos.
Después de un tiempo en el espacio, que varía en cada caso, el ser espiritual, siente ansias de volver a la lucha del plano físico, a fin de desarrollar sus facultades latentes. Es la Ley de Evolución que le empuja hacia la eterna ascensión.
Una vida en el mundo físico, es tan sólo un momento en la vida eterna del Espíritu, que anima la personalidad humana.
Como decía Pitágoras, el gran filósofo griego: «Una vida en la carne, no es más que una anilla en la larga cadena de la evolución del alma«.
El Espíritu viene a la vida física para aprender, para desarrollar sus facultades mentales y anímicas mediante las múltiples vicisitudes de las vidas humanas, cumplir misiones, purificar su alma por medio del dolor o la práctica del amor fraterno; crecer en sabiduría, fortaleza y amor. O sea, evolucionar.
Siendo LA PERFECCIÓN (en la cual están implícitas: la sabiduría, la fortaleza, el amor y la pureza), la meta hacia la felicidad, ¿cómo puede pretenderse que puedan adquirirse en una sola vida, cuando en la mayoría de los casos ni siquiera tiene acceso a los medios para adquirirlas?
Querámoslo o no, aceptémoslo o rechacémoslo; ésa es la ley eterna de la evolución del Espíritu.

Sebastián de Arauco

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