lunes, 5 de marzo de 2018

Palabra a los espíritas



Hoy os presento:

- No sabemos mirar
-Palabra a los espíritas
-Manifestación del espíritu de los animales
- Luz nueva

                     
                          ***************
                                   


                      No sabemos mirar 

La humanidad que hoy puebla la Tierra, es innegable que vive muy mal, porque no tiene fe en ninguna creencia, se ríe de las religiones del pasado, duda de las filosofías del presente, y no quiere ocuparse del análisis del porvenir; sin comprender que las tres épocas en que los hombres dividimos el tiempo están íntimamente enlazadas entre sí; son los tres capítulos de nuestra vida; el pasado es la infancia del mundo, el presente la juventud, el porvenir la edad madura, y para vivir con conocimiento de causa, necesitamos buscar el porqué de todas las cosas. 
De las religiones muchos han perdido la ilusión, porque han visto que sus grandes sacerdotes eran hombres falibles como los demás, y lo mismo acontece con las modernas filosofías sin exceptuar el Espiritismo. 
A muchos les hemos oído decir: yo estudiaría el Espiritismo, pero francamente, cuando veo que los espiritistas tienen los mismos vicios que los demás, digo: ¡Bah! ¡Bah! 

Muchos dicen: ¡Parece increíble! Fulano es espiritista, oye comunicaciones buenísimas, y sin embargo, tiene hoy los mismos vicios que ayer. ¿Y por qué lo encontráis extraño? ¿Qué es una encarnación para mejorar al hombre? O mejor dicho un número de días más o menos crecido, por término medio quince o veinte años; porque la mayoría de los espiritistas han conocido el Espiritismo en el promedio de su existencia, cuando han llegado al desarrollo de todas sus pasiones, ¿Cómo queremos en brevísimos segundos cambiar el modo de ser de un individuo? Es completamente imposible. Y como prueba de esto, hemos visto médiums admirables, puestos en relación directa con espíritus elevadísimos, que han escrito comunicaciones verdaderamente evangélicas, y después de concluida la sesión, se han ido a un garito, a un lupanar, a una taberna, y han hecho uso de su voluntad empleando el tiempo en lo que para ellos, es más grato. ¿Y deja por esto de ser verdad la comunicación de los espíritus? No; ¿Pierde por esto el Espiritismo? De ninguna manera; la comunicación de ultratumba sigue siendo la clave de todos los misterios de nuestra vida y en nada le afecta la pequeñez de los instrumentos que tienen que utilizar los espíritus, y lo que decimos de los médiums, también lo decimos de los espiritistas en general, que sus impugnadores siempre dicen: Mengano es espiritista, era avaro y sigue siéndolo, fulano es espiritista, era derrochador y sigue malgastando la herencia de sus hijos. 

El Espíritu que tenga verdadera sed de progreso no debe contentarse con seguir la marcha de moros o cristianos, nada hay que hacer con los hombres de las religiones ni de las filosofías, sino con los ideales, con los credos, con las síntesis. 

Lo que nos falta a los espiritistas no son preceptores, sino una buena dosis de voluntad firme, inquebrantable, perdemos miserablemente el tiempo mirando los defectos de los demás sin reparar en los nuestros, que si los examináramos no nos sobraría ni un segundo para ocuparnos de nadie, pero como no sabemos mirar, perdemos día tras día y año tras año diciendo: si no me regenero es porque no tengo un buen modelo que imitar; y al decir esto, mentimos miserablemente, porque nunca falta un ser virtuoso que nos sirva de ejemplo, lo que nos falta a la mayoría de los espiritistas es afán de progreso, adonde quiera que dirijamos la mirada encontraremos algo bueno que aprender, algo bueno que estudiar, los pesimistas son unos pobres locos, la virtud no es una utopía, ¿Pensáis que si no existieran los reflejos de los buenos sentimientos se podría habitar en la Tierra? Si hay muchos seres dominados por la soberbia, en cambio los hay que son modelos de humildad; si hay almas avaras, hay también espíritus generosos, si hay hombres entregados al desenfrenado sensualismo, no puede negarse que también existe la pureza y la castidad, si hay personas iracundas, ¡Quién no ha conocido almas pacientes! La paciencia es una virtud puesta en practica mucho más de lo que se cree, si la gula embrutece a muchos hombres, la templanza y hasta la abstinencia ha santificado a muchos otros, si la envidia corroe el corazón humano, también la caridad lo ennoblece; si la pereza hunde a la humanidad en la ignorancia, la diligencia y la actividad la conduce al progreso, y sucesivamente no hay vicio que no tenga su antídoto, lo que nos hace falta para ser relativamente dichosos es saber vivir, porque los terrenales tenemos un gravísimo defecto: 
¿Sabéis cual es? Que no sabemos mirar. 

Extraido del Libro "La luz de la verdad" 
Amalia D Soler


                                                      **************************



                              

                     Palabra a los espíritas

Espiritismo reviviendo el Cristianismo —he aquí nuestra responsabilidad.
Como antaño Jesús reveló la Verdad con amor en el seno de las reli-giones bárbaras de hace dos mil años, usando su propia vida como espejo de la enseñanza de que se había hecho vehículo, cabe ahora al Espiritismo con-firmarle el ministerio divino transfigurando sus lecciones en servicio de perfec-cionamiento de la Humanidad.
¡Espíritas!
Acordémonos de que, hace muchos siglos, numerosos templos hablan de él efectuando obstinado ataque al poder humano, olvidando su abnegación y su humildad.
Y porque no habían podido acomodarse a los imperativos del Evangelio, fascinados como se hallaban por la posesión de la autoridad y del oro, erigieron pedestales de intolerancia para sí mismos.
Sin embargo, la intolerancia es la matriz del fratricidio, y el fratricidio es la guerra de conquista en acción. Y la ley de la guerra de conquista es el im-perio de la rapiña y del asalto, de la insolencia y del odio, de la violencia y de la crueldad, proscribiendo la honra y aniquilando la cultura, remunerando la astu-cia y laureando el crimen, encendiendo hogueras y sembrando ruinas en ráfa-gas de sangre y destrucción.
Así somos llamados a la tarea de la restauración y de la paz, sin que esa restauración signifique retorno a los mismos errores y sin que esa paz traduz-ca la inercia de los pantanos.
Es imprescindible estudiar educando, y trabajar construyendo.
No os alejéis del Cristo de Dios, so pena de que convirtáis el fenómeno en factor de vuestra propia servidumbre a las ciudadelas de la sombra, ni que esposéis los puños mentales al cientificismo pretencioso.
Mantened el cerebro y el corazón en sincronía de movimientos, pero no os olvidéis de que el Divino Maestro superó la aridez del raciocinio con el agua viva del sentimiento, a fin de que el mundo moral del hombre no se transforme en pavoroso desierto.
Aprendamos de Cristo la mansedumbre vigilante.
Heredemos de Cristo la esperanza operosa.
Imitemos de Cristo la caridad pura.
Tengamos de Cristo el ejemplo acertado.
Sepamos preservar y defender la pureza y la simplicidad de nuestros principios.
No basta la fe para vencer. Es preciso que la fidelidad a los compromi-sos asumidos se instale como llama inextinguible en nuestra alma.
Ni conflictos estériles.
Ni fanatismo dogmático.
Ni tronos de oro.
Ni exotismos.
Ni perturbación fantaseada de grandeza intelectual.
Religión de los Espíritus Emmanuel
Ni adulación a las conveniencias del mundo.
Ni mensajes de terror.
Ni extravagantes vaticinios.
Por encima de todo, rindamos culto a las bases codificadas por Allan Kardec bajo el sello del Señor, señalándonos las vidas renovadas en el rumbo del Bien Eterno.
El Espiritismo, desplegando el Cristianismo, es claro como el Sol.
No nos perdamos en laberintos innecesarios, ya que al espírita no se permite la expectación de la miopía mental.
Sigamos, pues, al frente, valientes y optimistas, seguros en el deber y leales a nuestra conciencia, con la certeza de que el nombre de Nuestro Señor Jesucristo está empeñado en nuestras manos.
Chico Xavier- Emmanuel


                                                     *****************************


                                                                             
                                                                         

                                                                             
MANIFESTACIÓN DEL ESPÍRITU DE LOS 
                           ANIMALES

     Nos escriben desde Dieppe: «... Me parece, estimado señor, que nos estamos acercando a una época donde deben acontecer cosas increíbles. No sé qué pensar sobre un fenómeno de lo más extraño que ha ocurrido en mi casa. En los tiempos de escepticismo que vivimos, no me atrevería a hablar sobre ello con nadie, por miedo a que me tomen por un alucinado; pero, aun arriesgándome, estimado señor, a provocar una sonrisa de duda sobre sus labios, quiero contaros el hecho; en apariencia fútil, en el fondo puede ser más serio de lo que se pueda creer. 
    Mi difunto hijo, fallecido en Boulogne-sur-Mer, donde continuaba sus estudios, había sido obsequiado por uno de sus amigos con una encantadora y pequeña galga, que habíamos entrenado con extremo cuidado. Era, en su especie, la más adorable criatura que se pueda uno imaginar. La amábamos como se ama todo lo que es bello y bueno. Nos comprendía al mínimo gesto, nos comprendía con una mirada. La expresión de sus ojos era tal, que parecía que fuese a responder cuando nos dirigíamos a ella con la palabra. 

     Tras el fallecimiento de su joven amo, la pequeña Mika (ese era su nombre) me fue traída a Dieppe, y, según su costumbre, descansaba acurrucada a mis pies, sobre la cama. En invierno, cuando el frío arreciaba en extremo, se levantaba, dejaba escapar un pequeño gemido muy suave, lo que era su manera habitual de hacer una petición y, comprendiendo lo que deseaba, le permitía venir a colocarse a mi lado. Se extendía entonces lo mejor que podía entre dos sábanas, su pequeño hocico sobre mi cuello que usaba como almohada, y se entregaba al sueño, como los felices de la Tierra, recibiendo mi calor, comunicándome el suyo, lo que por lo demás no me desagradaba. A mi lado, la pobre pasaba felices días. No le faltaban mil y un cuidados; pero, en el pasado septiembre, cayó enferma y murió, a pesar de los cuidados del veterinario a quien la había confiado. Hablábamos de ella a menudo, mi mujer y yo, y la echábamos de menos casi como a un hijo amado, tanto había sabido, con su dulzura, su inteligencia, su fiel compañía, cautivar nuestro afecto. 

     Últimamente, hacia la media noche, estando acostado pero sin dormir, escuché surgir de los pies de la cama ese pequeño gemido que hacía mi pobre perrita cuando deseaba algo. Fue tal mi sorpresa, que extendí los brazos fuera de la cama como para atraerla hacia mí, y creí en verdad que iba a sentir sus caricias. Al levantarme por la mañana, le cuento el hecho a mi mujer, que me contesta: “He escuchado el mismo sonido, no sólo una vez, sino dos. Parecía venir de la puerta de mi habitación. Mi primer pensamiento fue que nuestra pobre perrita no había muerto, y que, habiéndose escapado de casa del veterinario quien se la había apropiado por su dulzura, solicitaba volver a casa.” 

    Mi pobre hija enferma, que tiene su cama en la habitación de su madre, afirma haberla escuchado también. Sólo que, le ha parecido que el sonido salía, no de la puerta de entrada, sino de la misma cama de su madre que está muy cerca de la puerta. 
     Hay que decir, estimado señor, que el dormitorio de mi mujer está situado encima del mío. Esos extraños sonidos ¿provenían de la calle como cree mi mujer, quien no comparte mis convicciones espiritistas? Es imposible. Si proviniesen de la calle, esos suaves sonidos no podrían haber impresionado mis oídos, estoy tan sordo que, mismo en el silencio de la noche, no puedo escuchar el estruendo del paso de una pesada carreta. Ni siquiera escucho los sonoros truenos de una tormenta. Por otra parte, si el sonido hubiese provenido de la calle, ¿cómo explicarse la ilusión de mi mujer y de mi hija que han creído escucharlo, proveniente de un punto totalmente opuesto, de la puerta de entrada para mi mujer, de la cama de la misma para mi hija? 
  
    Os confieso, estimado señor, que esos hechos, a pesar de que tienen relación con un ser privado de razón, me hacen reflexionar singularmente. ¿Qué pensar sobre ello? No me atrevo a formular ninguna conclusión y no tengo tiempo para extenderme largamente sobre el tema; pero me pregunto si el principio inmaterial, que debe sobrevivir en los animales como en el hombre, no adquirirá, hasta un cierto grado, la facultad de comunicarse como el alma humana. ¡Quién sabe! ¿Conocemos todos los secretos de la naturaleza? Evidentemente no ¿Quién explicará las leyes de la afinidad? ¿Quién explicará las leyes de repulsión? Nadie. Si el afecto, que es del dominio de los sentimientos, como los sentimientos son del dominio del alma, posee en sí una fuerza de atracción, ¿qué habría de sorprendente en que un pobre animal en estado inmaterial se sienta llevado hacia donde su afecto le atrae? Pero, y el sonido de su voz, nos dirán, ¿cómo admitirlo? Y si se ha hecho escuchar una vez, dos veces, ¿por qué no todos los días? Esa objeción puede parecer seria; sin embargo, ¿sería irracional pensar que ese sonido pudiese producirse en razón de ciertas combinaciones de fluidos, los cuales reunidos reaccionan en cierto sentido, como se producen en química ciertas efervescencias, ciertas explosiones, como consecuencia de la mezcla de tales o cuales materias? Que esa hipótesis parezca fundamentada o no, no lo discuto, sólo diré que puede estar dentro de las cosas posibles, y sin ir más allá, añadiré que constato un hecho apoyado sobre un triple testimonio, y que si ese hecho se ha producido, es que ha podido suceder. Además, esperemos que el tiempo nos esclarezca, no tardaremos quizás en escuchar hablar de fenómenos de la misma naturaleza.» 

     Nuestro honorable correspondiente actúa con sabiduría al no dirimir la cuestión; de un solo hecho que es aún una probabilidad, no saca una conclusión definitiva; constata, observa a la espera de que la luz se haga. Así lo requiere la prudencia. Los hechos de ese género no son aún lo suficientemente numerosos, ni suficientemente aseverados para deducir de ellos una teoría afirmativa o negativa. La cuestión del principio y del fin del espíritu de los animales comienza apenas a esclarecerse, y el hecho en cuestión está relacionado en su esencia. Si no es una ilusión, constata al menos el lazo de afinidad que existe entre el Espíritu de los animales, o mejor dicho de ciertos animales y el del hombre. Además, parece positivamente probado que hay animales que ven los espíritus y son impresionados; hemos relatado varios ejemplos en la Revue, entre otros el de «El Espíritu y el perrito», en el número de junio de 1860. Si los animales ven los Espíritus, no es evidentemente mediante los ojos del cuerpo; tienen pues una especie de vista espiritual. 

    Hasta el presente, la ciencia sólo ha constatado las relaciones psicológicas entre el hombre y los animales; nos muestra, en lo físico, todos los eslabones de la cadena de los seres sin solución de continuidad; pero entre el principio espiritual de los dos Espíritus existía un abismo; si los hechos psicológicos, mejor observados, vienen a tender un puente sobre el abismo, será un nuevo paso dado hacia la unidad de la escala de los seres y de la creación. No es de ninguna manera mediante sistemas que se puede resolver esta grave cuestión, sino mediante hechos; si debe serlo algún día, sólo el Espiritismo, creando la psicología experimental, podrá proporcionar los medios. En todo caso, si existen puntos de contacto entre el alma animal y el alma humana, sólo puede ser, del lado de la primera, por el de los animales más avanzados. Un hecho importante a constatar es que, entre los seres del mundo espiritual, no se ha hecho nunca mención de la existencia de Espíritus de animales. Parecería pues que éstos no conservan su individualidad tras la muerte, y, por otro lado, esa galga que se habría manifestado parecería probar lo contrario. 

     Vemos según esto que la cuestión está aún poco desarrollada, y que no hay que precipitarse en resolverla. Tras ser leída la carta citada en la Sociedad de París, se recibió la siguiente comunicación sobre el tema en cuestión. París, 21 de abril de 1865. - Médium, Sr. E. Vézy. Voy a tocar una grave cuestión esta noche, hablándoos de las relaciones existentes entre la animalidad y la humanidad. Pero en este recinto, cuando, por primera vez, mis instrucciones os enseñaban la solidaridad de todas las existencias y las afinidades que existen entre ellas, un murmullo se escuchó proveniente de una parte de esta asamblea, y me callé. ¿Deberé hacer lo mismo hoy, a pesar de vuestras preguntas? No, porque al fin os veo penetrar en la vía que os indicaba. Pero no basta con detenerse en creer solamente en el progreso incesante del Espíritu, embrión en la materia y desarrollándose pasando por el filtro del mineral, del vegetal, del animal, para llegar a la humanidad donde empieza a ensayarse únicamente el alma que se encarnará, orgullosa de su tarea, en la humanidad. Existen entre esas diferentes fases lazos importantes que es necesario conocer y que llamaré periodos intermediarios o latentes; porque es ahí donde se operan las sucesivas transformaciones. Os hablaré en otra ocasión de los vínculos que relacionan el mineral al vegetal, el vegetal al animal; ya que un fenómeno que os sorprende nos lleva a los lazos que relacionan el animal al hombre, os voy a hablar de estos últimos. 
     Entre los animales domésticos y el hombre, las afinidades son producidas por las cargas de los fluidos que os rodean y recaen sobre ellos; es un poco la humanidad que destiñe sobre la animalidad, sin alterar el color de uno o del otro; de ahí esa superioridad intelectual del perro sobre el instinto brutal de la bestia salvaje, y es únicamente debido a esa causa que pueden darse esas manifestaciones que acaban de leeros. Así pues, no se han engañado al escuchar un alegre grito del animal agradecido por los cuidados de su amo, y que venía, antes de pasar al estado intermediario de un desarrollo al otro, a traerle un recuerdo. La manifestación puede pues producirse, pero es pasajera, ya que para el animal, para subir un grado, le es necesario un trabajo latente que aniquila todo signo externo de vida. Ese estado es la crisálida espiritual donde se elabora el alma, periespíritu informe que no tiene ninguna figura con rasgos representativos, quebrándose en un estado de madurez, para dejar escapar, en corrientes que los arrastran, los gérmenes de almas que han eclosionado ahí. Nos sería pues difícil hablaros de los Espíritus de animales del espacio, no existen, o más bien su paso es tan efímero que es casi nulo, y que en estado de crisálida, no pueden ser descritos. 

     Ya sabéis que nada muere de la materia que se descompone; cuando un cuerpo se disuelve, los diversos elementos que lo componen le reclaman la parte que le han donado: oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, carbono retornan a su fuente primitiva para alimentar otros cuerpos; ocurre lo mismo con la parte espiritual: los fluidos organizados espirituales toman al pasar colores, perfumes, instintos, hasta la definitiva constitución del alma. 

     ¿Me comprendéis bien? Tendría sin duda que explicarme mejor, pero para terminar por esta noche, y no haceros suponer lo imposible, os aseguro que lo que es del dominio de la inteligencia animal no puede reproducirse por la inteligencia humana, es decir que el animal, sea cual sea, no puede reflejar su pensamiento por el lenguaje humano; sus ideas son muy rudimentarias; para tener la posibilidad de expresarse como lo haría el Espíritu de un hombre, le serían necesarios pensamientos, conocimientos y un desarrollo que no tiene, que no puede tener. Tened pues como certeza que ni perro, ni gato, ni asno, ni caballo o elefante pueden manifestarse por vía medianímica. Los Espíritus llegados al grado de la humanidad son los únicos que pueden hacerlo, y aun dependiendo de su adelanto, porque el Espíritu de un salvaje no podrá hablaros como el de un hombre civilizado. 

     Nota: Estas últimas reflexiones del Espíritu han sido motivadas por la citación hecha en la sesión por personas que pretendían haber recibido comunicaciones de diversos animales. Como explicación del hecho citado, su teoría es racional y concuerda, en el fondo, con las que prevalecen hoy en día en las instrucciones dadas en la mayoría de los centros. Cuando hayamos reunido suficientes documentos, los resumiremos en un cuerpo de doctrina metódica, que será sometido al control universal; hasta ahora sólo son jalones colocados sobre la ruta para señalarla. 
Revue Espírite- Enero de 1863
(Traducción de Javier Rodríguez)


                                                    *******************************



                                                                            

LUZ  NUEVA

     El Espiritismo está llamado a esclarecer al mundo, pero necesita de  cierto tiempo para progresar. Existió desde la Creación, pero solamente era reconocido por algunas personas, porque, en general, la multitud poco se ocupa en meditar sobre las cuestiones espíritas. Hoy, con el auxilio de esta doctrina pura, habrá una luz nueva.                         Dios, que no quiere dejar a la criatura en la ignorancia, permite que los Espíritus  más elevados vengan en nuestro auxilio, para contrabalancear al Espíritu de las tinieblas, que tiende a envolver al mundo. El orgullo humano oscurece la razón y la hace cometer muchos errores. Son necesarios Espíritus simples y dóciles, para comunicar en la luz y atenuar todos los males. ¡ Coraje!, ¡Persistid en esta obra que es agradable a Dios, porque ella es útil para su mayor gloria y de ella resultarán grandes bienes para la salvación de las almas.
                            ( Mensaje del Espíritu Francisco de Sales- Revista Espírita de 1860)

                                                **********************************






No hay comentarios:

Publicar un comentario