sábado, 10 de marzo de 2018

La evolución anímica




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- Sobre la cremación
- La evolución anímica
-¿ Por qué algunas zonas de la Tierra son tan castigadas con el sufrimiento?
- Vicios



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                                  SOBRE LA CREMACIÓN


                                  LA DESUNIÓN CON EL CUERPO NO ES SÚBITA

    Los lazos que unen el espíritu al cuerpo se deshacen lentamente. De una forma general todos sienten esa transición que se convierte en un periodo de perturbaciones variando de acuerdo con el estado evolutivo de cada uno. Para algunos se presenta como un bálsamo de liberación, en cuanto que para otros son momentos de terribles convulsiones. El desligamiento  total sólo ocurre cuando el lazo fluídico se rompe definitivamente. 

     Delante de la Nueva Revelación presentada por la Doctrina de los Espíritus y teniendo en consideración la perturbación que envuelve el periodo de transición, se preguntó: ¿incinerado el cuerpo cómo es la situación del Espíritu? 

Consultado, el Mundo Espiritual se expresó así: 

"Es un proceso legítimo. Como el Espíritu y el cuerpo físico estuvieron unidos mucho tiempo, permanecen hilos de sensibilidad que precisan ser respetados". 
Esas palabras revelan que aunque el cuerpo muerto no transmita ninguna sensación física al Espíritu, sin embargo, la impresión de lo ocurrido es percibida por este, teniendo la posibilidad de surgir traumas psíquicos. Se recomienda a los adeptos de la Doctrina Espírita que desean optar por el proceso de incineración prolongue el acto en un tiempo de 72 horas, después de la desencarnación. 

Aunque la Inhumación continúe siendo el proceso más utilizado, la milenaria cremación, por mucho tiempo olvidada, volvió a ser practicada en los tiempos modernos. Este procedimiento se viene difundiendo ampliamente, en función de la falta de espacio en las grandes ciudades. Con el crecimiento de la población las áreas que antes eran destinadas para ser un cementerio se volvieron escasas.

- Ángeles Calatayud-

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              LA EVOLUCIÓN ANÍMICA

Nada permanece estacionario en la Naturaleza, todo evoluciona en cumplimiento de la Ley de Progreso, a través de la reencarnación y de los mecanismos de adaptación y herencia. 
    En cada encarnación integramos la herencia físico-instintiva de nuestros padres con la herencia de nuestras conquistas fisio-psicosomáticas de existencias pasadas, integradas en nuestro periespíritu, permitiéndonos desarrollar nuevas capacidades y características inalcanzables hasta ese momento. 
    La experiencia en todas las etapas de la evolución es el motor que elabora la actividad refleja (el reflejo), que precederá al instinto (automatización), que a su vez precederá a la actividad reflexiva que será la base de la inteligencia en su camino hacia la conciencia de sí mismo y la responsabilidad moral. 
    Gabriel Delanne, en su libro La evolución anímica nos dice: «Todos los cambios que se observan en la Naturaleza no tienen sino un objeto: el progreso del Espíritu». El estudio de la ley de Progreso nos permite concluir que nada ocurre en la Naturaleza por casualidad. Cada adaptación se proyecta en el plano extra-físico para cumplirse en el plano físico en cumplimiento de la Ley Natural para el bien de todas las criaturas, en virtud de la gran Ley de Unidad que rige la Creación. 
     Todo evoluciona en la Creación, tanto lo perteneciente al ámbito de la materia, proveniente por tanto del Principio Material o Fluido Cósmico Universal, como lo perteneciente al ámbito espiritual, proveniente del Principio Inteligente que anima todo lo creado. El Principio Inteligente es la expresión de la atracción en el mineral, la sensación en lo vegetal, el instinto en el animal, el razonamiento en el hombre y lo divino en el espíritu puro (ver apartado “Automatismo y herencia” en el libro Evolución en dos mundos, Chico Xavier).          Dicho de otro modo: el Principio Inteligente en el vegetal aprende a desarrollar los instintos. En el animal, ya con los instintos desarrollados, progresa desarrollando la inteligencia. En el hombre, de inteligencia despierta, su progreso principal se desarrollará en el campo del sentimiento. Y en el ser superior, colmado de sentimientos sublimes, continuará su desarrollo hacia límites insospechados de conciencia espiritual, alcanzando los planos superiores de la Creación en unión con Dios. 
     La observación nos demuestra que del mismo modo que el instinto en el animal es de la misma naturaleza que en el hombre, su inteligencia y sentimiento también lo son, y varían sólo en el grado de desarrollo. 
     Gabriel Delanne, en su libro La evolución anímica, dice: «la naturaleza pensante de uno y del otro es del mismo orden y no difieren en esencia, sino en grado de manifestación, y esto es, precisamente, lo que evidencian ciertas facultades de los animales, tales como la atención, el juicio, el raciocinio, la asociación de ideas, la memoria y la imaginación» (pág. 59). Además, demuestra también «que los sentimientos morales, tales como el remordimiento, el sentido moral, la noción de lo justo y de lo injusto, etcétera, se hallan en germen en todos los animales» (pág. 70). En la infancia humana, o reencarnaciones primitivas del hombre, nos movemos más por instintos, provenientes de las etapas de la animalidad anterior, que por completa inteligencia. Son periodos primitivos donde el hombre aparenta estar todavía más cerca de la animalidad que de su verdadera posición en la humanidad. Los instintos, basados todos ellos en la Ley Natural, nunca se equivocan, pero con el desarrollo de la inteligencia derivan comúnmente al principio en pasiones a través del abuso por egoísmo, consecuencia del instinto de conservación. Van cediendo su influencia conforme se desarrollan los sentimientos, y por ello la naturaleza imprime ya en el animal el sentimiento del amor, bajo sus formas más humildes y rudimentarias, a través de la maternidad. 
     En nuestro estado actual evolutivo todavía no disponemos de capacidad ni conocimientos suficientes para comprender el proceso de creación de los espíritus. Sin embargo, el estudio y la observación de las Leyes Naturales  nos permitirá aproximarnos al conocimiento de las etapas anteriores y posteriores a su formación. 
     Comprendemos que el Principio Inteligente evoluciona a través de los primeros tres reinos, constituyendo en el periespíritu, o cuerpo espiritual, todos los procesos necesarios para la vida orgánica, los instintos y finalmente la vida intelectual consciente. El periespíritu modela el cuerpo físico y es el vehículo de transmisión de los avances obtenidos a través de las sucesivas reencarnaciones del alma por los diferentes reinos, en un proceso de individualización progresiva, por el cual se vuelve indivisible, hasta alcanzar el reino hominal, recibiendo la chispa divina o Principio Divino (ver capítulo III de Evolución en dos mundos, de Chico Xavier), empezando una nueva etapa donde será responsable de sus acciones como consecuencia de la adquisición del libre albedrío, el sentido moral, la conciencia de sí mismo y de su pasado, en busca de las facultades espirituales que le habiliten para la conquista del próximo reino, el angélico.
      Los espíritus son creados simples e ignorantes, lo que significa que, al principio, todos somos carentes de conocimientos y tenemos idéntica aptitud para progresar mediante nuestra actividad individual. No recibimos por ello dones especiales o privilegios que nos diferencien de cualquier otro espíritu, siendo todos hijos del mismo Creador. Se establece, así pues, la base de la igualdad y la fraternidad entre todos los seres humanos, y del amor hacia las especies inferiores en su lucha por alcanzar, por pleno derecho, el reino hominal y la equiparación como nuevos herederos de la Creación. Todo ello muestra la bondad y grandiosidad del Plan Divino preparado para todas sus criaturas a través de la gran Ley de Unidad que rige el Universo, donde no se desprecia el esfuerzo de la más mínima de ellas en su lucha por alcanzar su destino, la perfección del Espíritu junto a Dios. De esta forma, el Bien absoluto se puede definir por el cumplimiento de las leyes naturales, las cuales, todas ellas, nos llevan hacia Dios, mientras que el mal sería la elección de todo aquello que nos retrase. 
-Jose Ignacio Modamio- Revista Espírita nº 9 de la FEE

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.-     ¿Por que algunas zonas de la Tierra, son tan castigadas con el sufrimiento?                     
 
 ¿Por qué parece ser que es en las zonas más empobrecidas y débiles  donde suelen suceder toda clase de desgracias,  guerras,  hambrunas  y  catástrofes  naturales?
   Posiblemente   la  única  explicación   a  esta  triste  realidad  que   vemos   en  esas zonas  de  la Tierra  y   países   paupérrimos,  sobre  los  que  por  encima  de las miserias que padecen, aún sobrevienen  frecuentemente a tantas  desgracias  en forma de  conflictos  bélicos  o de  desastres  naturales que hacen de la supervivencia un infierno, pareciendo cebarse con  su estado de   pobreza  económica   y   atraso  de todo tipo,  sea   la  de  que  estas situaciones infernales que a veces parecen no tener fin, se  tratan  de  karmas   colectivos negativos acumulados  desde   épocas humanas  en las que fueron forjadas las causas, por pueblos o sociedades a los que ahora la vida pasa factura. Otras veces se trata, no de espíritus endeudados con la ley de Consecuencias, sino simplemente  de sociedades de espíritus atrasados, que aceptando una difícil vida como prueba colectiva necesaria para su evolución, aceptaron tener esa dura experiencia humana, tratando así  de merecer la continuidad y la oportunidad de poder seguir  progresando en mundos de nivel superior al suyo de procedencia.   
     Sin   embargo,  sea como sea,  el  resto  de  la   Humanidad   tenemos  una  buena  porción  de  responsabilidad  ante  estas  desgracias,  en  la  medida  que  no hacemos  nada por  estos pueblos en desgracia,   porque  cuando  se  hace  algo  a  nivel  de  naciones,  siempre es  insuficiente. Por eso, los que vemos o conocemos este triste espectáculo sin perder nuestros miramientos egoístas, de carácter social, político o económico, tenemos una gran responsabilidad moral;  y  así  entre  todos, a su vez  estamos   creando  nuestro  propio  karma colectivo  que  deberemos  afrontar  en  el futuro.
   Las  situaciones  sufridoras de algunos colectivos humanos,  se pueden considerar en cualquier caso como beneficiosas  para ellos desde  el punto de vista de su evolución espiritual, sufriendo como víctimas inocentes o muriendo en medio de hambrunas, guerras o desastres naturales, por las que purgan delitos del pasado o por los que incentivan el desarrollo de la paciencia, la fraternidad y la capacidad para perdonar al resto de la Humanidad, que en el fondo intuyen como sus verdugos o como la causa culpable  de su sufrimiento humano.
 Estas duras pruebas  no son  en absoluto una injusticia divina, ni  se tratan de una mala suerte por haberles tocado  nacer allí en ese periodo desgraciado, sino que  suponen  para quienes las sufren un auténtico aprendizaje espiritual, tal vez necesario para quienes lo padecen cuando tienen sus vidas humanas ubicadas  precisamente en esas zonas, por lo que  esas situaciones humanamente amargas pueden  ser un paso importante y necesario en la propia evolución de  esos  Seres.
Desde un punto de vista meramente humano es difícil  comprender la justicia de esas situaciones, sobre todo cuando no se conoce la Ley de la Reencarnación  tal como es ni para qué o por qué existe, ni  tampoco la Ley de Causa y Efecto, pero sin embargo  muchas personas, comprendiendo que existe un algo Más Allá de este mundo, se apoyan en una  fe religiosa que no  resuelve nada en cuanto a llevarles a comprender  y luego aceptar los mecanismos de la justicia Divina.
Está muy claro que como Seres humanos que somos, con independencia de nuestras creencias filosóficas o religiosas,  no  se deben de  contemplar impasibles estas situaciones contra las que  debemos  luchar con todos los medios a nuestro alcance, tanto a nivel individual como  colectivo. Instemos a los gobiernos a que hagan algo urgentemente por los desheredados y a nivel personal hagamos lo que esté a nuestro alcance, sin egoísmos, , porque son hermanos espirituales nuestros y si no lo hacemos nosotros ahora, tal vez algún día nos podamos ver nosotros mismos en el papel de sufridores o necesitados.
Estamos creando en la actualidad un karma colectivo, cada cual en una medida o proporción individual y diferente, cuando en nuestras ciudades, vemos a los pobres buscar su alimento en los contenedores de basura y no hacemos nada para mejorar su situación; y cómo los grandes supermercados de alimentación destruyen cada semana toneladas de alimentos no vendibles por caducidad, para que esos pobres no encuentren su comida ni siquiera entre los desperdicios…… Creo, con pena, que todo esto nos pasará factura antes o después a todos, porque es un estado de injusticia y de falta de caridad permanente.
 El comprender el punto de vista  espiritual que aporta el conocimiento de la Ley de Causa y Efecto, no supone que debamos adoptar una postura pasiva o de indiferencia hacia los que atraviesan esas situaciones humanas tan extremas y difíciles, sino que por el contrario, adquirimos una responsabilidad porque siempre debemos actuar como brazos materiales ejecutores del Amor de Dios y de la Caridad. Debemos colaborar activamente tanto a nivel mental con nuestros buenos deseos , como a nivel espiritual  con nuestras oraciones, enviándoles nuestra energía mental sabiendo que es una vibración espiritual positiva y solicitando ayuda para ellos al plano espiritual. Por supuesto, aquí también está presente la obligación de la ayuda material con la aportación de parte de nuestros bienes materiales o con nuestra aportación física o trabajo material cuando sea posible o necesario.  Además debemos apoyar democráticamente con los medios posibles a nuestro alcance, a los gobiernos  de naciones que mejor dispuestos estén para aportar soluciones reales y efectivas a estos problemas que sufre la Humanidad, así como a las ONGs que existen para paliar lo que los gobiernos de las naciones no hacen.
 De este modo contribuiremos poderosamente a  que se lleve a cabo la transformación positiva de la psicoesfera que nos envuelve, y por tanto a la mejora global de la Humanidad.  Así  mismo es  también muy importante  nuestra aportación humana, llegando cada cual tan lejos como sea posible  con  su esfuerzo  según  le permitan sus  circunstancias económicas, sociales o familiares.
¡ Mientras los Seres humanos no comprendamos por fin,  que todos juntos formamos una Unidad como miembros de un mismo cuerpo llamado Humanidad y que todos somos hermanos,  hijos de un mismo Dios...!, seguiremos viendo esta terrible realidad que aunque creamos que solo afecta a los otros, algún día también nos puede afectar a nosotros.
No obstante , creo que podemos  ser moderadamente optimistas, porque a pesar de este estado caótico actual en el que estamos inmersos todos los miembros de esta Humanidad, sabemos que después de este difícil tramo del camino de la evolución espiritual humana, que está durando décadas interminables, absolutamente todos los que lo podamos haber merecido, estamos “condenados”  finalmente a ser felices en este mundo nuestro una vez regenerado y una vez que todas las sociedades y países de la Tierra hayan cambiado sus parámetros actuales de convivencia, siguiendo todos juntos adelante, y dejando atrás definitivamente los episodios de dolor y de sufrimiento que solo quedarán como el  recuerdo de una pesadilla que la Humanidad experimentó en el pasado.
Si no alcanzamos ahora el necesario nivel moral, también seguiremos evolucionando, pero en aquellos mundos atrasados acordes con nuestro grado de adelanto evolutivo.
Aunque ahora pueda parecer  una utopía, podemos estar seguros de que por la propia dinámica evolutiva, llegará un día en que el Amor y la Fraternidad serán la única bandera que ondeará en los corazones de la Humanidad en un futuro cada vez más cercano. El sueño de hacer entre todos una sociedad más justa, en paz y armonía, en la que ya no tengan cabida el hambre, las guerras, ni otras lacras humanas, puede ser alcanzable, y finalmente lo será, pero primero  es necesario que cambiemos nosotros  mismos antes de intentar cambiar a los demás queriendo que todo cambie.
- Jose Luis Martín-


“El sufrimiento es inherente a la vida. Mientras hay cuerpo se produce sufrimiento como resultado de las sensaciones desagradables. Sin embargo, puede cambiarse la  actitud ante el sufrimiento”
-Ramiro Calle -

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                                                                                           VICIOS                               
Todos los vicios son malos, pero es la soberbia la más temible, pues siembra tras de si todos los demás vicios. Cuando penetra en el alma, se adueña de ella, se acomoda a su gusto y se fortifica en ella hasta el punto de hacerse inexpugnable. Ella es la hiedra monstruosa siempre preñada y cuyos vástagos son monstruosos como ella. 
Todo el que se deja inundar por ella, es un desgraciado porque no podrá liberarse de ella sino es a costa de terribles luchas, a consecuencia de sufrimientos dolorosos, de existencias oscuras, de todo un porvenir de envilecimiento y de humillación, pues es el único remedio para los males que engendra la soberbia. 
Este vicio constituye el azote más grande de la humanidad. De el proceden todos los desgarramientos de la vida social, las rivalidades de clases y de pueblos, las intrigas, el odio y la guerra. Inspirador de locas ambiciones, ha cubierto la tierra de sangre y de ruinas, y es también es el quien causa nuestros sufrimientos de ultratumba, pues sus efectos se extienden hasta más allá de la tumba. 
    No solo nos desvía la soberbia del amor a nuestros semejantes, sino que hace imposible todo mejoramiento, abusando de nuestro valor y cegándonos con nuestros defectos. Solo un examen riguroso de nuestros actos y de nuestros pensamientos nos permite reformarnos. Y el soberbio es el que menos puede conocerse. Engreído de su persona, nada puede desengañarle, pues aparta con cuidado todo aquello que puede esclarecerle; odia la contradicción, y solo se complace en la sociedad de los halagadores. 
     Corrompe las obras más meritorias. A veces, incluso las torna perjudiciales para quienes las realizan. El bien, realizado con ostentación, con un secreto deseo de ser aplaudido y glorificado, se vuelve contra su autor. En la vida espiritual, las intenciones, los móviles ocultos que nos inspiran a hacer las cosas reaparecen como testigos, abruman al soberbio y reducen a la nada sus méritos ilusorios. 
       La soberbia nos oculta toda la verdad. Para estudiar con fruto el Universo y sus leyes, se necesita, ante todo, la sencillez, la sinceridad, la rectitud del corazón y de la inteligencia, virtudes desconocidas por el soberbio. 
      El hombre sencillo, humilde de corazón, rico en cualidades morales, llegará más pronto a la verdad, a pesar de su inferioridad posible de sus facultades, que el presuntuoso, vano de ciencia terrestre y sublevado contra la ley, que le rebaja y destruye su prestigio. 
      La enseñanza de los Espíritu nos pone de manifiesto, bajo su verdadera luz, la situación de los soberbios en la vida de ultratumba. Los humildes y los débiles de este mundo se encuentran allí más levados; los vanidosos y los poderosos, empequeñecidos y humillados. Los unos llevan consigo lo que constituye la verdadera superioridad: las virtudes, las cuapreocupaciones y sus grandes pesares. Con una profunda amargura, ven por encima de elloslidades adquiridas con el sufrimiento; en tanto que los otros han de abandonar a la hora de la muerte títulos, fortuna y vano saber. Todo lo que constituye su gloria y su felicidad se desvanece como el humo. Llegan a los espacios pobres, despojados, y esa súbita desnudez, contrastando con su pasado esplendor, aviva sus , en la luz, a aquellos a quienes desdeñaron y despreciaron en la Tierra. La soberbia, la ávida ambición no puede atenuarse y extinguirse sino mediante vidas atormentadas, vida de trabajo y de renunciación, en el transcurso de las cuales el alma soberbia en si misma, reconoce su debilidad y se abre a mejores sentimientos. 
      En las horas de peligro, todas las distinciones sociales, los títulos y las ventajas de la fortuna se miden en su justo valor. Todos somos iguales ante el peligro, el sufrimiento y la muerte. Solo su valor moral los distinguirá. El más grande en la Tierra puede convertirse uno de los últimos en el espacio, y el mendigo puede vestir un traje resplandeciente. No tengamos la vanidad de los favores y de las ventajas pasajeras. Nadie sabemos lo que nos reserva el mañana. 


Extraído del libro “Después de la Muerte” de León Denis







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