¿Existe una escala de graduación mediúmnica, en lo tocante al poder o capacidad de los médiums?
¿Podríamos, como en la Psicología Experimental, medir la intensidad de las percepciones mediúmnicas en los médiums y determinar el umbral de las sensaciones?
Varios sistemas fueron creados para ese fin y algunos son adaptados en el medio espirita por dirigentes sistemáticos. La lectura del aura es una técnica de evaluación de las condiciones espirituales de las personas a través de la videncia. Más es punto pacifico en el Espiritismo que la videncia no ofrece ninguna condición de seguridad para servir de instrumento de pesquisa. En cuanto al aura, se trata de una irradiación periespiritual, extrapolación de efluvios de energías que, según las pesquisas actuales de la flebografía, a través de las cámaras Kirlian de fotografías, en campos imantados por la frecuencia eléctrica, revelan constantes variaciones. Esas variaciones corresponden a los varios estados emocionales de la criatura, que pueden alterarse de una manera u otra por la simple tentativa de observarlas. No hay, hasta el momento, ningún medio científico para verificarse objetivamente los grados de percepción mediúmnica o el grado de espiritualidad de una persona. Más allá de eso, el vidente que examina el aura de alguien sufre las mismas variaciones provenientes de la inestabilidad psi-orgánica y emocional. En la Psicología Experimental se evalúa el grado de sensaciones y percepciones en el plano material-concreto. Mas la mediúmnidad escapa enteramente al campo sensorial. Sus relaciones no son con la epidermis, más si con el periespiritu, lo que vale decir con las condiciones subjetivas del individuo. Esas tentativas de evaluación y clasificación mediúmnicas no pasan de pretensiones sin fundamento. .la mediúmnidad no depende de factores orgánicos y no puede ser evaluada materialmente. No está condicionada a peso ni a medida. Determinarle el grado sin esos datos es imposible. Espiritualmente no existen medios para su evaluación. Ella escapa a todo criterio cuantitativo, pues no se constituye de cantidad de energía, más si de calidad espiritual. No en tanto, el método cualitativo no se aplica a ella, pues no hay un factor espiritual único y permanente en sus manifestaciones. Estas son extremamente variables, pues dependen de los espíritus comunicantes. La adversidad de condiciones de esos espíritus solo podría ser evaluada después de verificaciones exhaustivas o sometidas a cálculos diferenciales minuciosos. Más acontece aun que esa variabilidad no indica nada en cuanto el grado de evolución del médium. Ningún especialista creo aun un sistema fundado en factores seguros para cualquier evaluación. Todo cuanto se ha hecho en ese campo es puramente hipotético. Por otro lado, hay problema de las condiciones circunstanciales del observador, en casos de videncia. El vidente juega siempre con probabilidades improbables. El mismo no puede tener certeza de lo que ve, pues numerosas formas de interferencia pueden perturbar su visión, como su manera de encarar el acto mediúmnico y la propia mediúmnidad, su posición individual en lo tocante a los criterios arbitrarios de de evaluación, sus idiosincrasias y sus deseos y esperanzas con relación al médium evaluado. Hay otros varios factores psicológicos y afectivos que pueden también interferir en el caso. Insistimos en esos pormenores para que el lector tenga una idea a respecto de las dificultades de esas tentativas que vienen siendo tomadas en serio. Imagínese las cuestiones de vanidad, de competición que fatalmente surgirían de esos procesos imaginarios y sin ninguna utilidad. Los criterios psicológicos de la evaluación de la personalidad no pueden también ser aplicados a este caso, pues en la mediúmnidad las personalidades son múltiples e inconstantes, habiendo aun el problema de las personalidades anímicas, proyecciones de situaciones anteriores del médium en encarnaciones pasadas. ¿Donde la competencia, y de quien, en nuestro medio espirita, para superar todas esas dificultades? ¿Y cómo entregarse el caso a un especialista en evaluaciones que no conoce la doctrina ni dispones de experiencias mediúmnicas? Solo podríamos establecer una escala de grados de la mediúmnidad por el criterio objetivo de la productividad cualitativa. Los médiums de grados más elevados serian los que presentasen producción cualitativa superior, con mayor provecho para el desenvolvimiento del espiritismo y mayor influencia en el movimiento doctrinario y, atendiendo, al mismo tiempo, mayor interés del público en general. Más entonces estaríamos también considerando un tipo de manifestación mediúmnica como superior a los demás. Ese es el criterio natural establecido por el consenso del medio espirita. Esa evaluación natural dispensa medidas formales y judicativas, siempre sujetas a engaños, errores e injusticas. Aunque ocurran en el o puedan ocurrir injusticias, no se trata de un juzgamiento formal y pretensamente técnico. El criterio posible ya fue establecido naturalmente, sin crear graves problemas de excitación de la vanidad de los médiums y promoción de rivalidades en el campo mediúmnico. ¿Más como podríamos atender, en un criterio formal, las numerosas áreas de servicio de las manifestaciones mediúmnicas, muchas de las cuales, importantísimas, escapan al conocimiento de la mayoría, quedando restrictas y pequeños grupos? La alegación de que un criterio de medición de grados mediúmnicos facilitaría el trabajo de los grupos y centros y el aprovechamiento mayor de los médiums más aptos o flexibles es también inútil e innecesario. Los médiums, como enseñó el Apóstol Paulo, tiene sus misiones especificas, sus campos propios de trabajo. Todos contribuyen igualmente, cada cual en su sector, para la realización de los objetivos del Espiritismo, que son la elevación moral y espiritual de la Humanidad, para que la Tierra pueda entrar en el concierto de los mundos superiores. En los centros y grupos, los médiums toman naturalmente sus lugares y unos suplen, discretamente, las deficiencias de otros, según el criterio de los guías espirituales. Esas calificaciones pretenciosas de médiums mayores o menores, mejores o peores, a cargo de instituciones supuestamente dirigentes del movimiento espirita, es una invasión indebida de un área que no nos pertenece.
Ya tuvimos la oportunidad de saber lo que ocurrió en un centro de gran actividad, cuando alguien tuvo la idea pretenciosamente estimulante de consultar las capacidades mediúmnicas sobre las condiciones de los médiums del centro. Cuando llegaron a los resultados falibles de auras, surgieron disgustos y rivalidades. Nadie preguntó por la validez de ese veredicto implacable, ni se acordó tampoco de examinar, por los datos comunes e informaciones naturales del medio espirita, cuál era el grado de conocimiento doctrinario, de moralidad y de fidelidad a la doctrina que caracterizaba a los posibles evaluadores. ¿Pues también existe ese problema: quien, y con qué autoridad moral y espiritual, está en condiciones de juzgar el valor de los otros, y quien dispone de autoridad espiritual para elegir a los que van hacer el juzgamiento?
- J. Hrculano Pires-
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El trabajador Espírita
Una vez que ha tomado contacto de manera lúcida y consciente con el espiritismo, el individuo comprende el sentido y el significado de su existencia en la Tierra.
De inmediato comienza a romper la caparazón del ego y descubre valiosas oportunidades de crecimiento moral y espiritual, de modo que abandona los paisajes linderos de las pasiones inferiores y la cárcel -a veces dorada- donde había instalado su domicilio.
Los intereses que mantenía anteriormente, a los que asignaba una relevancia exagerada, ceden lugar de manera gradual a otros más profundos y liberadores, que lo atraen y le proporcionan una comprensión acerca de la vida y del proceso de evolución en que se encuentra.
Las ilusiones y los campeonatos de la fantasía dejan de ser prioritarios en la agenda de sus aspiraciones cotidianas, pues comprende que es inmortal y que todo proyecto orgánico tiene por finalidad la superación de los vicios y las malas inclinaciones, esas atávicas reminiscencias del período primario que ha transitado.
Una alegría espontánea, compuesta de expectativas felices, va dominando su casa mental, que se enriquece de aspiraciones en torno a lo bello, lo noble y lo edificante.
En ese momento descubre el arte y la ciencia de servir, a los que no se encontraba habituado, pues las herencias del pasado lo colocaban en la posición enferma de aquel que siempre quiere ser servido.
Contempla con otros ojos a la masa humana y descubre sufrimiento donde antes veía placer y poder, e identifica la inmensa procesión de almas enfermas espiritualmente, con todo tipo de carencias: afectivas, morales, espirituales, que las conducen a la desesperación y a la agresividad.
Cuanto más se deja penetrar por el conocimiento de la doctrina renovadora, más se afianzan en él los sentimientos de amor y de solidaridad, que lo estimulan a participar del banquete especial de la cooperación en favor de mejores condiciones de vida y de la disminución de las aflicciones vigentes.
Descubre que en el Centro Espírita se encuentra la sociedad en miniatura, que este es una célula de relevante significado, y que todo lo que ahí se realiza constituye una contribución destinada al conjunto humano, fuera de las paredes entre las cuales se hospeda.
El Centro Espírita, en su condición de escuela educadora de almas, así como de hospital, taller y santuario donde el amor se expande, se transforma en el lugar ideal para que el individuo aprenda a servir, cooperando con la iluminación de las conciencias y la expansión del bien en la Tierra.
Ese entrenamiento es beneficioso para su conducta doméstica, pues lo vuelve más tolerante y amable, comunicativo y jovial, además de autorresponsable, de modo que descubre en la familia una excelente oportunidad de crecimiento interior, porque sabe que en ella están reencarnados Espíritus a los cuales necesita para avanzar, y no seres angelicales para el banquete de su felicidad.
Lentamente, en ese individuo nace el trabajador espírita.
Cuando comprende que la institución que frecuenta necesita apoyo y atención, da comienzo a la ayuda en pequeñas tareas -esas que no siempre son apreciadas-, a modo de ejercitación de la humildad y la renuncia.
No tiene aspiración a los cargos destacados, sino a los quehaceres indispensables para el mantenimiento de las labores edificantes.
En él se opera una auténtica transformación.
Conocedor de la doctrina, la comunica con mayor facilidad a los novatos, aquellos que se presentan por primera vez en la Casa en busca de amparo y orientación, y les concede una comprensión saludable de los postulados que la constituyen.
Se transforma en un servidor, con el propósito de ser un miembro activo y nunca apenas un observador pasivo -el que se sirve siempre de los demás-, carente del espíritu de colaboración que dignifica al ser humano.
Al espiritizarse[1] se provee de los instrumentos del amor y la comprensión, a fin de contribuir eficazmente a favor de una sociedad que sea mejor y más feliz en el futuro.
Durante el período en que el cristianismo primitivo mantenía la pureza de las enseñanzas de Jesús, los núcleos donde se reunían los discípulos del Señor estaban compuestos por esos trabajadores devotos y fieles, que se entregaban al servicio de la legítima fraternidad y enseñaban, mediante el ejemplo, los insuperables contenidos del Mensaje liberador.
El espiritismo significa el renacimiento del cristianismo en su más pura expresión, y por eso no prescinde de la contribución valiosa del cooperador atento y dedicado, que se convierte en una columna humana para sustentación de las enseñanzas sublimes.
Del mismo modo, dondequiera que te encuentres, postúlate al servicio del Bien en la condición de trabajador voluntario; prescinde de las compensaciones terrenales, pero ten presente los deberes que tienes que asumir en concordancia con el despertar de tu conciencia espírita.
Todo lo que hagas, hazlo con alegría, sin quejarte, siempre satisfecho, a fin de que todos los que reciban tu presencia se lleven algo de lo bueno que les ofreces, y nunca se olviden del bien que les hiciste.
Si te convocaran a cargos administrativos, a humildes servicios de limpieza o de cualquier otra clase, efectúalos con el mismo entusiasmo, sin seleccionar los que consideras importantes en relación con los secundarios. Todas las labores son relevantes, porque el conjunto siempre es el resultado de las diversas partes que aportan a la armonía.
Cuando te inviten al servicio de la mediumnidad, en la condición de instrumento de los Espíritus, ya sea en el área del consuelo a los desencarnados, para la aplicación de pases, la magnetización o fluidificación del agua, o en la condición de su psicoterapeuta; en la oratoria, en la elaboración de cursos y programas, cualquiera sea el menester donde encuentres un lugar, trabaja con simplicidad y dedicación, conviértete en alguien útil, de modo tal que mientras te encuentres encarnado no se note tu valor, pero después de tu desencarnación seas recordado con cariño por lo que hiciste y por la ternura y la caridad que brindaste…
Esa siembra de servicio habrá de convertirse en una cosecha de luz que significará tu victoria sobre las tendencias negativas y los atavismos lamentables.
Jesús es el ejemplo del más extraordinario servidor del que se tenga noticia.
Como si no hubiera bastado toda su vida de dedicación y renuncia, como también de acción afectiva continua, antes de ofrecer la vida en la cruz, en el momento de la última cena, lavó los pies de sus discípulos, a fin de que tuviesen algo con Él, enseñando cuál debe ser el comportamiento de aquellos que están vinculados a Él mediante los fuertes lazos del amor.
Servir, pues, es la gran meta de la existencia de todo aquel que recibe el calor y la luminosidad del espiritismo.
¡Mantente vigilante y sirve siempre!
Juana de Ângelis
(Página psicografiada por el médium Divaldo P. Franco, en el libro Vitória sobre a depressão. Salvador, LEAL, 2010.)
De inmediato comienza a romper la caparazón del ego y descubre valiosas oportunidades de crecimiento moral y espiritual, de modo que abandona los paisajes linderos de las pasiones inferiores y la cárcel -a veces dorada- donde había instalado su domicilio.
Los intereses que mantenía anteriormente, a los que asignaba una relevancia exagerada, ceden lugar de manera gradual a otros más profundos y liberadores, que lo atraen y le proporcionan una comprensión acerca de la vida y del proceso de evolución en que se encuentra.
Las ilusiones y los campeonatos de la fantasía dejan de ser prioritarios en la agenda de sus aspiraciones cotidianas, pues comprende que es inmortal y que todo proyecto orgánico tiene por finalidad la superación de los vicios y las malas inclinaciones, esas atávicas reminiscencias del período primario que ha transitado.
Una alegría espontánea, compuesta de expectativas felices, va dominando su casa mental, que se enriquece de aspiraciones en torno a lo bello, lo noble y lo edificante.
En ese momento descubre el arte y la ciencia de servir, a los que no se encontraba habituado, pues las herencias del pasado lo colocaban en la posición enferma de aquel que siempre quiere ser servido.
Contempla con otros ojos a la masa humana y descubre sufrimiento donde antes veía placer y poder, e identifica la inmensa procesión de almas enfermas espiritualmente, con todo tipo de carencias: afectivas, morales, espirituales, que las conducen a la desesperación y a la agresividad.
Cuanto más se deja penetrar por el conocimiento de la doctrina renovadora, más se afianzan en él los sentimientos de amor y de solidaridad, que lo estimulan a participar del banquete especial de la cooperación en favor de mejores condiciones de vida y de la disminución de las aflicciones vigentes.
Descubre que en el Centro Espírita se encuentra la sociedad en miniatura, que este es una célula de relevante significado, y que todo lo que ahí se realiza constituye una contribución destinada al conjunto humano, fuera de las paredes entre las cuales se hospeda.
El Centro Espírita, en su condición de escuela educadora de almas, así como de hospital, taller y santuario donde el amor se expande, se transforma en el lugar ideal para que el individuo aprenda a servir, cooperando con la iluminación de las conciencias y la expansión del bien en la Tierra.
Ese entrenamiento es beneficioso para su conducta doméstica, pues lo vuelve más tolerante y amable, comunicativo y jovial, además de autorresponsable, de modo que descubre en la familia una excelente oportunidad de crecimiento interior, porque sabe que en ella están reencarnados Espíritus a los cuales necesita para avanzar, y no seres angelicales para el banquete de su felicidad.
Lentamente, en ese individuo nace el trabajador espírita.
Cuando comprende que la institución que frecuenta necesita apoyo y atención, da comienzo a la ayuda en pequeñas tareas -esas que no siempre son apreciadas-, a modo de ejercitación de la humildad y la renuncia.
No tiene aspiración a los cargos destacados, sino a los quehaceres indispensables para el mantenimiento de las labores edificantes.
En él se opera una auténtica transformación.
Conocedor de la doctrina, la comunica con mayor facilidad a los novatos, aquellos que se presentan por primera vez en la Casa en busca de amparo y orientación, y les concede una comprensión saludable de los postulados que la constituyen.
Se transforma en un servidor, con el propósito de ser un miembro activo y nunca apenas un observador pasivo -el que se sirve siempre de los demás-, carente del espíritu de colaboración que dignifica al ser humano.
Al espiritizarse[1] se provee de los instrumentos del amor y la comprensión, a fin de contribuir eficazmente a favor de una sociedad que sea mejor y más feliz en el futuro.
Durante el período en que el cristianismo primitivo mantenía la pureza de las enseñanzas de Jesús, los núcleos donde se reunían los discípulos del Señor estaban compuestos por esos trabajadores devotos y fieles, que se entregaban al servicio de la legítima fraternidad y enseñaban, mediante el ejemplo, los insuperables contenidos del Mensaje liberador.
El espiritismo significa el renacimiento del cristianismo en su más pura expresión, y por eso no prescinde de la contribución valiosa del cooperador atento y dedicado, que se convierte en una columna humana para sustentación de las enseñanzas sublimes.
Del mismo modo, dondequiera que te encuentres, postúlate al servicio del Bien en la condición de trabajador voluntario; prescinde de las compensaciones terrenales, pero ten presente los deberes que tienes que asumir en concordancia con el despertar de tu conciencia espírita.
Todo lo que hagas, hazlo con alegría, sin quejarte, siempre satisfecho, a fin de que todos los que reciban tu presencia se lleven algo de lo bueno que les ofreces, y nunca se olviden del bien que les hiciste.
Si te convocaran a cargos administrativos, a humildes servicios de limpieza o de cualquier otra clase, efectúalos con el mismo entusiasmo, sin seleccionar los que consideras importantes en relación con los secundarios. Todas las labores son relevantes, porque el conjunto siempre es el resultado de las diversas partes que aportan a la armonía.
Cuando te inviten al servicio de la mediumnidad, en la condición de instrumento de los Espíritus, ya sea en el área del consuelo a los desencarnados, para la aplicación de pases, la magnetización o fluidificación del agua, o en la condición de su psicoterapeuta; en la oratoria, en la elaboración de cursos y programas, cualquiera sea el menester donde encuentres un lugar, trabaja con simplicidad y dedicación, conviértete en alguien útil, de modo tal que mientras te encuentres encarnado no se note tu valor, pero después de tu desencarnación seas recordado con cariño por lo que hiciste y por la ternura y la caridad que brindaste…
Esa siembra de servicio habrá de convertirse en una cosecha de luz que significará tu victoria sobre las tendencias negativas y los atavismos lamentables.
Jesús es el ejemplo del más extraordinario servidor del que se tenga noticia.
Como si no hubiera bastado toda su vida de dedicación y renuncia, como también de acción afectiva continua, antes de ofrecer la vida en la cruz, en el momento de la última cena, lavó los pies de sus discípulos, a fin de que tuviesen algo con Él, enseñando cuál debe ser el comportamiento de aquellos que están vinculados a Él mediante los fuertes lazos del amor.
Servir, pues, es la gran meta de la existencia de todo aquel que recibe el calor y la luminosidad del espiritismo.
¡Mantente vigilante y sirve siempre!
Juana de Ângelis
(Página psicografiada por el médium Divaldo P. Franco, en el libro Vitória sobre a depressão. Salvador, LEAL, 2010.)
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NOTA:
Los lunes, miércoles y jueves a las 22,30 podéis participar en el chat de la Federación Espírita Española.
Los viernes en la misma sala de chat a las 23,00 horas podéis asistir a una conferencia impartida por el grupo "Estudios espíritas sin fronteras", dirigido por Cárlos Campetti.
Los domingos a las 21,30 horas comienzan las clases de estudio de la Doctrina Espírita, a las que estáis todos invitados.
Recomiendo ver también:
Inquietudes espíritas- inquietudesespiritas.blogspot.com.es
El espirita albaceteño.- elespiritadealbacete.blogspot.com.es
kardeciano.blogspot.com
marinamiesdeamor.blogspot.com
soyespirita.blogspot.com
boletin-nuevaesperanza.blogspot.com
ade-sergipe.com.br
elblogdeazucena.blogspot.com
espiritistas. es
Revista virtual: www.amorpazycaridad.com
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