DUDAS Y CERTEZAS EN LA DOCTRINA ESPIRITA
Mercedes Cruz
La duda es una simiente desarrollada en muchos corazones, y para erradicarla debemos estudiar e inspeccionar la Doctrina Espírita. Todo ello, porque la ignorancia dando cabida a esa semilla, si no es a través del estudio, no está preparado para comprender las diversas y diferentes cosas de la vida.
En el Espiritismo la duda es considerada como condición necesaria para la búsqueda de la verdad. Kardec la aconseja como método de control de las manifestaciones mediúmnicas y del estudio de los principios doctrinarios. Habiendo demostrado que los Espíritus son seres humanos desencarnados, liberados del cuerpo material por la muerte, y que muchos de ellos se manifiestan sustentando opiniones erradas que compartieron en la Tierra, por ello aconseja el análisis constante y el examen atento de las comunicaciones, que deben ser rechazadas cuando revelaren conceptos absurdos.
La crítica se convierte, de esta manera, en un elemento básico de la filosofía y la práctica espíritas. Pero es evidente que debe ser ejercida por personas que tengan condiciones de cultura y buen sentido para criticar. Descartes afirmó que el buen sentido es la cosa más bien repartida del mundo, más advirtió que el empleo del buen sentido depende de la buena orientación del entendimiento. Kardec ofrece, en toda su obra, instrucciones y ejemplos para el uso del buen juicio y aconseja la consulta, en casos de dificultad, a personas reconocidamente capaces de resolver problemas con lucidez.
No habiendo en el Espiritismo dogmas de fe, todo puede ser apreciado y discutido en términos de buen sentido o de buena razón. Descartes aconsejaba el evitar dos elementos peligrosos para el raciocinio: El preconcepto y la precipitación. Kardec agrega a ello la necesidad de la vigilancia en lo relacionado con la vanidad humana, que lleva a personas cultas o incultas a considerarse capaces de reformulaciones doctrinarias con la única base de sus opiniones personales.
La necesidad de la certeza en la orientación del conocimiento en un mundo en que todo ocurre en el plano de lo relativo, exige un criterio científico de evaluación de los datos obtenidos en la práctica doctrinaria. Al no aceptar la revelación espiritual de una manera simplista, sino sometiéndola al control de la razón, Kardec no violentó la intención de los espíritus superiores, que deseaban de él, precisamente esa actitud.
En realidad, la Tierra no parece aun preparada para dar el salto cósmico que se aproxima a ejecutar. Más podemos notar, a lo largo de la historia, que la técnica divina parece apoyarse en un principio de tensión máxima para hacernos avanzar.
La indolencia humana, la tendencia hacia lo cómodo, el apego a la vida como ella es, sólo pueden ser removidos por medios compulsivos. Los latigazos del templo tienen que ser aplicados contra los mercaderes que lo transforman en mercado, que no piensan en Dios, sino sólo en el dinero.
Solo por el impacto del dolor el hombre se liberará de sus lacras para encontrar la vida en abundancia de que Jesús habló. Los años, los siglos, los milenios pasan rápidos en dirección hacia la eternidad sin límites. No podemos fermentar en la Tierra indefinidamente, como lo haríamos si las leyes divinas no nos forzasen a buscar con mayor rapidez los objetivos verdaderos de nuestra existencia.
El egoísmo no fue erradicado de los corazones y el ejemplo de Cristo es encarado como una simple leyenda mitológica. La idea de Dios se apaga ante la enormidad de las amenazas y de las calamidades que azotan a las naciones, incluso a las más civilizadas. Sería absurdo pensar que esa situación infernal ha de proseguir indefinidamente. El principio de la tensión máxima está en función y hemos de ser forzados a avanzar hacia situaciones más dignas.
La certeza, en nuestro mundo, nunca puede llegar a ser absoluta. Ella, también, es relativa, pero le corresponde un máximo posible de exactitud. Del Espiritismo nacieron todas las ciencias de lo paranormal, hasta la Parapsicología contemporánea. La superación de la duda en el Espiritismo no se produjo a través de los métodos subjetivos de la meditación religiosa o del éxtasis místico, sino por el método científico de investigación.
Kardec partía del hombre vivo, del hombre en el mundo, de la criatura de carne y hueso para elevarse a Dios a través de la inducción lógica, despreciando los procesos deductivos de la tradición. Se atrevía a investigar el Espíritu de los muertos y de los vivos con la misma naturalidad, sustentando que el alma no era otra cosa que un Espíritu que anima a un cuerpo. Y osaba dar una nueva explicación del Génesis, que incluía a la creación del hombre por Dios como un hecho natural, dialécticamente explicable.
La muerte perdía el aspecto misterioso alimentado por las religiones, y los videntes y profetas fueron considerados seres a quienes una facultad humana natural-la mediúmnidad, se había desarrollado en una forma más intensa. Pacientes e incesantes investigaciones -y no revelaciones místicas- llevaron a Kardec al descubrimiento científico de la naturaleza espiritual del hombre.
Y la prueba de esta afirmación fue ofrecida posteriormente por las investigaciones científicas desencadenadas en todo el mundo y hoy ratificadas, hasta por el mismo avance de las observaciones materiales, por científicos modernos que ensanchan los dominios de las ciencias. Es así como la duda sobre la continuidad de la vida después de la muerte fue vencida por la certeza en el campo de los estudios espíritas. Las religiones que ignoren ese hecho culminante de la evolución humana en la Tierra acabaran asfixiadas por la falta del oxigeno de la verdad, en sus círculos estrechos de fanatismo y exclusivismo.
No hay solamente crisis en las religiones, hay señales evidentes de agonía.
Extraído del libro de Herculano Pires (Agonía de la Religiones)
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EL ALMA
La información más importante que el hombre puede recibir en toda su existencia, es el conocimiento de la realidad del alma, pues innumerables personas desconocen que, aparte del cuerpo físico, cada uno tiene un alma inmortal que dirige sus actos.
El ser humano está formado de cuerpo y alma, y participa en la vida humana y se manifiesta por el pensamiento, por la inteligencia, por el sentido de responsabilidad, por el carácter, por la consciencia, por la voluntad, por el libre albedrío, por la intuición y por el anhelo, muchas veces oculto, de ser útil a los semejantes.
La adquisición de ese conocimiento puede traer un enriquecimiento de su ser, advirtiéndole para el reconocimiento de la unidad de la Creación y de la responsabilidad de su propia existencia, y el amor que debe dispensar a todos los seres de la Naturaleza y, especialmente, a las criaturas humanas, independientemente de su edad, raza, condiciones sociales, económicas y de su propio estado físico.
Todo ser humano es un alma viviente que se identifica por sus atributos propios y no por su apariencia física o por sus adornos exteriores.
El alma es un ser de constitución energética que presenta la forma del ser humano, amoldándose a su edad, sexo y a las características del cuerpo al cual imprime su vitalidad. Tiene la individualidad y la grandeza que le da vida plena, cuando se encuentra en la espiritualidad, o en la condición de estar dando vida a un organismo biológico, participando en la constitución del ser humano. En esa situación, el alma comanda todas las actividades de la vida humana.
Alma es la denominación dada por Allan Kardec al Espíritu encarnado, como está en El Libro de los Espíritus, ítem 134. Esa denominación es simplemente didáctica, visto que alma y Espíritu designan la misma entidad, respectivamente, cuando está encarnada o cuando se encuentra en el mundo espiritual.
En el Evangelio de San Marcos, hay una observación sobre la conducta de las personas que, desviadas del bien pueden ser dañinas a la propia alma, aconsejando el desapego de los valores transitorios de la vida, diciendo: «Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?» (Marcos 8, 36).
Ese mensaje de San Marcos no hace pensar que si el ser humano pasa por la vida entretenido en preocupaciones frívolas, su alma tendrá que enfrentar las consecuencias de una vida desperdiciada.
Los diferentes caracteres psicológicos, que cualifican al ser humano, no son determinados por las peculiaridades de sus órganos físicos, de su apariencia y constitución, sino por los atributos del alma, que participa en todos los actos de la vida.
De ese modo, una persona no se hace científica porque recibió hereditariamente circunvalaciones cerebrales diferencias en ese sentido, sino porque su alma está dotada de las cualidades de científico.
Ese concepto está de acuerdo con lo que enseña Allan Kardec en El Libro de los Espíritus, ítem 370: «El Espíritu tiene siempre las facultades que le son propias, y no son los órganos los que producen las facultades, sino que éstas determinan el desarrollo de los órganos».
Siendo el alma responsable del pensamiento, por el libre albedrío, por la conducta de las criaturas, es natural que pueda ejercer influencia no tan solo en su comportamiento, sino también sobre las células del organismo, condicionando sus estados de salud o de enfermedad.
De ese modo, el alma es un ser actuante que puede actuar continuamente sobre el organismo, vivificándole las células, promoviendo la salud y el bienestar.
El alma ejerce, todavía, una importante contribución a la vida humana por contener, en el periespiritu, el archivo de la memoria de los hechos ocurridos en vidas pasadas y que se suman a los adquiridos en la presente existencia.
En virtud de su naturaleza espiritual, y en la condición de estar dando vida a un organismo biológico, el alma realiza, en cada criatura, el encuentro entre lo humano y lo divino.
Como espíritu encarnado, el ser humano tiene su dignidad y debe ser respetado, no obstante la situación en que pueda encontrarse y las faltas que haya cometido. Es un ser en fase de evolución, camino de su perfeccionamiento, aunque esté pasando por situaciones menos dignas.
En la práctica, cada persona puede conducir libremente su vida, procurando practicar el bien y disfrutar de condiciones progresivamente mejores, u optar por una conducta menos edificante para sí misma, con relación a los demás seres humanos.
Lo importante es que, delante de esos acontecimientos, el alma participa, consciente o inconscientemente, de todos los actos de la vida, y las acciones buenas o malas que haya hecho quedan registradas en el archivo periespiritual y se encuadran en la ley de reciprocidad o de causa y efecto y sus consecuencias, respectivamente, buenas o malas retornan para el mismo ser, en esta vida o en vidas futuras, porque las existencias son solidarias unas con las otras. Las buenas acciones regresan bajo la forma de alegría, salud y bienestar, y, las malas, como diferentes modalidades de sufrimientos.
El reconocimiento de la inmortalidad del alma puede dar, a cada uno, un incentivo para las diferentes actividades de la vida, llevando al ser humano a utilizar su libre albedrío para realizar positivamente la vivencia del amor, la práctica de buenas acciones.
Por falta de perfeccionamiento espiritual, los seres humanos todavía no comprendieron el significado de la vida y la oportunidad que disfrutan de realizarse como almas vivientes, para alcanzar planos progresivamente más elevados en la escala de la evolución.
La vivencia de la realidad del alma se caracteriza por la valorización de los bienes espirituales y por el desprendimiento de las preocupaciones hacia los bienes transitorios de la vida.
El amor es el recurso para que el ser humano pueda vivir la realidad del alma, requisito esencial para que pueda alcanzar la vida plena como ser viviente.
La primera fase para alcanzar el conocimiento de la realidad del alma, consiste en admitir su existencia, como parte integrante del organismo humano, responsable de sus atributos psíquicos y espirituales, y por los actos de la vida diaria.
El Alma o Espíritu Según Allan Kardec son los seres inteligentes de la Creación y se caracterizan por su individualidad, creada simple e ignorante, el alma o espíritu tiene la oportunidad de evolucionar y de volverse perfectos.
El pensamiento, la inteligencia, las cualidades morales y la consciencia, son atributos del alma.
Las almas son los espíritus encarnados. Forman parte de la constitución de los seres humanos temporalmente, para purificarse y esclarecerse y fuera de ellos, como espíritus, pueblan el mundo invisible.
El espíritu está revestido por un envoltorio de naturaleza electromagnética, el periespiritu, que en el organismo humano constituye la unión entre el alma y el cuerpo físico, y después de la separación, que se realiza en el desenlace, el periespiritu también se desprende del cuerpo y se mantiene unido al espíritu.
Si los espíritus, como seres encarnados procedieran de modo contrario a la Ley de Dios, recibirán, como retorno, en esta vida o en vidas futuras, las pruebas correspondientes a sus faltas, bajo la forma de sufrimientos físicos o psíquicos, o dificultades en los diferentes sectores de la vida.
Los atributos de la individualidad humana son los del espíritu encarnado. Así, un hombre de bien es la encarnación de un espíritu bueno y un hombre perverso es la encarnación de un espíritu impuro, ignorante.
Los seres humanos que cometen faltas, que agreden la Ley, no retroceden espiritualmente.
Se mantienen estacionarios y si no tuvieron la oportunidad de reparar, en la misma existencia, las faltas cometidas, tendrán que retornar, en encarnaciones futuras, cuantas sean necesarias, y enfrentar diferentes modalidades de sufrimientos, que constituyen formas de reparación de sus faltas, y la oportunidad de rehacer la existencia no aprovechada, para alcanzar algún progreso espiritual.
Los espíritus sufren, tanto en el mundo corporal como en el espiritual, las consecuencias de sus imperfecciones.
Para los espíritus la encarnación puede ser un acto de expiación o de misión que ellos aceptan con placer, con el fin de ayudar a los seres humanos a alcanzar más rápidamente el progreso en los diferentes sectores de la vida. Son almas primorosas que pueden reencarnar aisladamente, o en grupos, y se identifican por sus ideales de amor a los semejantes, procurando incentivar el progreso y el bienestar de los seres humanos en las diferentes áreas de actuación, motivando la evolución de la consciencia humana en los ideales de paz, fraternidad y progreso.
La evolución anímica o espiritual constituye la adquisición más importante que puede ser deseada tanto por las criaturas encarnadas como desencarnadas.
Ella se realiza paulatinamente, a través de las generaciones, mediante esfuerzos basados en la práctica del amor fraterno. El grado de evolución espiritual caracteriza la posición alcanzada por las criaturas en su andadura a través de los tiempos.
En la práctica, la evolución espiritual se manifiesta por diferente atributos como la bondad, la sabiduría, la comprensión, el desprendimiento de los bienes materiales, la sinceridad en el trato con los semejantes, la vivencia de pensamientos positivos y la anulación de los pensamientos negativos como los de la ira, celos, traición, falsedad, odio, agresividad y de toros de la misma naturaleza, que deberán ser exiliados del planeta Tierra, que habrá alcanzado un nivel elevado de vibración espiritual en el albor de la nueva era que se aproxima, donde los hombres serán buenos y se amarán unos a otros.
Merchita
Extraído del libro Enfermedades del Alma Dr. Roberto Brólio
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Hubo o todavía hay un sistema filosófico que sostiene que, todo lo que podemos saber de cierto, es nuestra propia e individual existencia.
Admite que estamos percatados de nuestra propia conciencia, pero que no podemos percibir directamente de las demás.
Consecuentemente, la existencia de otras personas es una deducción basada sobre la apariencia y actividad de ciertos organismos materiales, deducción que hacemos con facilidad porque producen una impresión sobre nuestros sentidos.
Es digno de observar y tener presente que, todo cuanto aprendemos directamente por nuestros sentidos, es la sólida resistencia del mundo exterior y las vibraciones que de él llegan a nosotros por el aire y por el éter. A las sensaciones de lo primero llamamos materia y fuerza y a las vibraciones las llamamos sonido y luz, respectivamente.
Excepticismo extremo
De estas indicaciones deducimos que existe un mundo entero de criaturas vivientes, algunas como nosotros y que poseen por tanto, inteligencia, ideas y sensaciones como las nuestras, aunque de esto solo podemos juzgar por su comportamiento. Un sistema filosófico del todo excéptico, procuraría impugnar estas mismas indicaciones sensoriales, pues se ha dicho que el mundo exterior, es tal vez una ilusión y que la existencia de otras personas es una plausible,pero posiblemente errónea asunción. No hay camino por dificil que sea, que el excepticismo exagerado no esté dispuesto a recorrer.
El sentido común ha barrido todo esto y ha deducido de los testimonios sensoriales todo esto y ha deducido los testimonios sensoriales mucho más de lo que rígida y matemáticamente, por decirlo así, puede ser probado. La naturaleza y estructura de un átomo de materia, por ejemplo, no es cosa que pueda demostrarse de un modo sensorial y sin embargo, la fe en su existencia ha crecido gradualmente entre los peritos y ha sido extendida por ellos con mas o menos éxito entre gentes de educación corriente.
Vibraciones etéreas
Además las vibraciones del éter del espacio, los métodos empleados para medir su rapidez, el modo como son originadas y lo que vienen a ser en sí mismas, constituyen temas que requieren serio estudio cuyo resultado, hasta donde en general puede ser comprendido. se acepta sin titubear. Admitidas o aceptadas las vibraciones y ondas etéreas, la existencia del Éter y del Espacio en que ocurren, no puedenser razonablemente impugnadas. Sin embargo, por el hecho de que producen una impresión directa sobre nuestros sentidos, se les acepta con bastante escepticismo y son pocos los que se dan cuenta de su inmensa importancia. De hecho, es la única cosa universal en el material del Universo; es el asiento de toda energía y de los mismísimos ingredientes de que están compuestos los átomos de materia. Este es al menos mi punto de vista.
Distinguimos por tanto, entre el testmonio de nuestros sentidos y las deducciones que legíticamente podemos hacer de ellos. Aquello que impresiona nuestros sentidos, como correspondiendo o representando a un indivíduo, sea hombre, animal o planta, es en realidad, una colocación de partículas de materia, que por su comportamiento decimos que está animada por cuanto se alimenta, crece y reproduce por modo completamente distinto de otras formas de materia que siguen siendo en mucho ellos mismos y no están realmente privados de un instrumento corpóreo, aunque no constituido ya por la materia, y ser felices al ser conscientes del progreso, continuidad de los afectos y reunión final.
Algún gran esquema
Entre otras cosas, nos aseguran que saben, hasta cierto punto, lo que pasa aquí abajo; que ellos aun se interesan por los asuntos de este mundo, especialmente en las penas y alegrías de los que les son queridos y que pueden influir en nuestra vida, aunque sujetándose a sabias restricciones. Nos dicen algo acerca de sus ocupaciones y privilegios, de su avance en sabiduría y progreso general, y nos dicen que ocasionalmene se le ha permitido entrar en elevados estados de existencia y percatarse de altas y beneficiosas inteligencias, muy por encima de la presente humanidad.
Ellos parecen, de este modo, recibir fugaces destellos de algún gran esquema digno de ese magnífico universo, del cual ellos y nosotros somos aparentemente, insignificantes porciones . Ellos nos animan en nuestra fe, bondad, generosidad y mutuo servicio en todo lo esencial de la religión. Ellos lamentan sucesos tales como, la muerte prematura de un niño; pero estos son bien atendidos y cuidados y se les tiene en ambientes favorables. Hay almas elevadas allí, como aquí, cuyo deber y placer es cuidarlos. En resumen, ellos nos dicen que, en general, las condiciones en el más allá no son tan completamente diferentes de las actuales como podríamos imaginar.
El hecho es que estamos tan limitados y atados por nuestros presentes sentidos, en cuanto solo pueden ser estimulados por la materia, que nos inclinamos a dar a esta, demasiada importancia y a olvidar o no darnos cuenta de que en toda la misteriosa profundidad del espacio, las partículas de materia son solo un episodio ocasional.
El espacio, lleno de éter, que contiene limitadas reservas de energía, es infinitamente más importante que la materia y existe una creciente opinión en el sentido de lo que nos parece vacío del espacio, es el verdadero asiento de la vida, de la mente y de los más elevados elementos de la conciencia que son desarrollados por la materia con dificultad y, al parecer, por especial coerción, de una manera indirecta.
Si nos detenemos a pensar, podemos darnos cuenta claramente de que tiene las ideas artísticas y de cualquier orden, solo pueden ser expresadas por la materia de una manera figurada o simbólica. Así, negros trazos en un papel son el lado material de un poema; los colores habilmente colocados sobre el lienzo constituyen un cuadro, y las vibraciones del aire se interpretan como una sintonía.
Hipótesis de trabajo
De igual manera la inteligencia, el genio y todo lo que pertenece a los más elevados aspectos del mundo espiritual, pueden ser expresados por la materia, solo de un modo indirecto y temporal, y en verdad, tienen que ser necesariamente deducidas. Todas esas cosas pueden ser comprendidas y apreciadas solo por los que, además de estar dotados de sentidos corporales para percibir el lado material, lo están también de más elevadas facultades que hacen posible la apreciación de lo espiritual y etéreo.
La Humanidad tiene que aprender que las representaciones materiales corpóreas, ni dan principio ni terminan la existencia real del espíritu, aunque parezca verdad que el episodio de la encarnación material es el principio del desarrollo de un carácter específico y de una individualidad que después continúa sin límite.
Se podrá decir,sin duda, que estas afirmaciones mías, ya sean fundadas en informes del más allá o en ideas originales mías, son especulaciones sin base en el tereno de la exploración científica. A eso contesto que son resultado de un largo y contínuo estudio de los hechos; que no están hechas a la ligera; que están de acuerdo con la opinión de otros que han dedicado bastante tiempo a este estudio, y que tienen por lo menos, el valor de una hipótesis de trabajo que puede ser confrontada y probada con la creciente experiencia.
Aun ahora mi asegurada convicción puede servir de consuelo a seres afligidos y creo que la posteridad aprenderá a asimilarse estos puntos de vista de un modo más claro y cierto, y que el descubrimiento científico de un mundo espiritual, largo tiempo afirmado por las religiones, es una de las fisonomías de la época actual en la historia de la Humanidad.
- Sir Oliver Lodge-
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¡El Espiritismo es eterno porque es la comunicación de los espíritus! ¡Es el lazo que une a la gran familia universal!
No es una escuela sedienta de gloria o de míseras ganancias; está muy por encima de esas pequeñeces terrenales; y la guerra que le hacen las religiones, demuestra claramente que son sus sacerdotes espíritus atrasados, que no tienen la menor intuición de la vida futura del alma.
¡Seguid luchando, religiones positivas! ¡Seguid disputándoos el terreno de este planeta, y dejad al Espiritismo que no os hace sombra!
Él no quiere vuestras catedrales ni vuestras lujosas vestiduras, no quiere vuestras riquezas ni vuestro poder; sólo desea que vuestros sacerdotes imiten fielmente el ejemplo de Jesús, y que sigan los sabios consejos del apóstol San Pablo, el cual, describiendo lo que debe ser un obispo, le dice en su primera carta a Timoteo, capítulo tercero:
“Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar”.
“No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado; no litigioso, y ajeno de avaricia”.
“Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad. Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿Cómo podrá gobernar la iglesia de Dios?”
Este sacerdote desea el Espiritismo, cuyo modelo pintó admirablemente el gran escritor cristiano, el gran apóstol, el inolvidable San Pablo.
El Espiritismo sólo quiere el progreso en todas las esferas sociales.
¡Quiere que los ricos amen a los pobres! ¡Quiere que los pobres no envidien a los ricos!
¡Quiere que se odie el delito, pero que se compadezca y se instruya al delincuente!
¡Quiere el amor, la tolerancia, la compasión, la humildad, la paciencia, la resignación y la esperanza, en las grandes amarguras de la vida!
Quiere que el hombre cuando eleve su plegaria a Dios, no mire a la Tierra, sino que sintiendo su Espíritu sed de luz, fije su mirada en el infinito.
¡Religiones terrenales! El Espiritismo sólo quiere ¡Razón y Fe!,
¡Ciencia y Caridad!
Del libro "La Luz Del Espíritu".- AMALIA DOMINGO SOLER
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