martes, 15 de julio de 2014

Historia de una casualidad


                          HISTORIA DE UNA CASUALIDAD
F.Jurgerson
       

Como sabemos,lo que la gente denomina como casualidad, coincidencia, suerte u otras palabras similares, no es ni más ni menos que una forma de llamar a la Providencia, o sea, al programa Cósmico o destino kármico que tenemos que cumplir a lo largo de nuestra existencia en este, nuestro mundo físico.
  Precisamente por ello, debemos comprender muy claramente, la filosofía de todo esto, para darnos cuenta de que todo lo que nos pasa es siempre en beneficio de nuestra evolución espiritual, como dice muy bien el refranero popular, que es bien sabio, es que "no hay mal que por bien no venga", y también aquel  que nos dice, que " Dios escribe derecho con renglones torcidos".
   La historia que sigue es rigurosamente cierta y sucedió a partir de la actividad de un conocido ornitólogo ( observación y estudio de las aves y los pájaros).
En efecto, Friedrich Jürgerson, era ornitólogo y hacía frecuentemente salidas al campo, lejos de la gran ciudad, para con la ayuda de su magnetófono, tratar de grabar el canto de las aves que él sabía diferenciar por medio del canto de las diferentes especies, por medio de los años de experiencia observando y escuchando la cantidad de grabaciones hechas durante tantos años.
Pero llegó un día, que traas haber estado todo un fin de semana haciendo varias grabaciones, cuando llegó a casa para escucharlas, se encontró con el inesperado sonido de dos voces humanas que se intercalaban algunas palabras, y ante esto, Friedrich se quedó pensativo, pues él, que había hecho las grabaciones en pleno bosque, lejos de ninguna población próxima donde puedieran haber señales de seres humanos,no podía dar crédito alo que se escuchaba.
Mas tarde se acrcó a la tienda en donde habia comprado el magnetófono, puesto que en su ciudad de Estocolmo, abundaban las tiendas y centros comerciales, dedicados a la electrónica,  creyó que lo mejor era llevarlo donde lo compró para hacerle una revisión, aunque funcionaba bien, necesitaba comprobarlo para saber si habia alguna alteración en el mismo. Les dijo que pasaría la próxima semana, pero no les dijo nada en absoluto de lo que se trataba, aunque a los dependientes les pareció algo excéntrico, les ratificó que no podía decirles los motivos del por qué quería la revisión del aparato.
 Al cabo de una semana volvió y le manifestron que el aparato estaba en perfectas condiciones y ninguna alteración se había encontrado en el mismo. Entonces Friedich les contó la historia y los motivos que tenía. Al cabo de una semana ya aparecía en los periódicos el siguiente título: "El magnetófono de Friedich puede recoger las voces de  los muertos".
Los escépticos no dudaron en señalar que podían haber sido falseadas las cintas, aunque Friedich replicó que él eso no lo hizo y que era el primer sorprendido debido a su trabajo como científico; y que dado su ética, estaba lejos de fantasear con todo eso.
 Esto ocurría en la primavera de 1.960.
Friedich llegó a la conclusión de que su magnetófono actuaba como un puente entre la vida y la muerte. A juzgar por las voces, se oía:" Estamos vivos", y se repetía tres veces, y luego, "estamos aquí", otras tres veces. Otra voz contestab: "No nos vamos y contigo iremos".
Los expertos han escuchado muchas voces de los difuntos, pues en los últimos años se han obtenido muchas y variadas cintas de voces identificadas.
Así, de esta forma tan inocente, es como empezó una técnica o práctica parapsicológica que ha demostrado, una vez más, que hay algo más allá de la muerte física, y que el hombre continúa viviendo en otra dimensión, donde puede comunicarse con otros seres.
Evidentemente han pasado bastantes años desde aquella fecha, y aunque no fué la primera conocida en la historia, ya a fines del pasado siglo, el
Edison
inventor del gramófono, Thomas Alba Edisson, quiso con su invento intentar la comunicación con los espíritus, y cuando presentó su invento en la academia de ciencias de París, los privilegios más privilegiados que componían la corporación científica, rechazaron casi indignados el invento, tachando a Edison de mentiroso y presentador científico de ventrilogía.

  Él fué el primero en la investigación sobre psicofonías.
  Gracias a estos hechos , hay personas que se les prueba, pese a su escepticismo, la existencia de un más allá. Eso, pese a lo que hablamos sobre la casualidad, pues es uno de los muchos nombres que se le da a la Providencia, aun sin saberlo, pues toda causa tiene su efecto y todo efecto  procede de una causa.

- Antonio Samartino- (Art. de la Revista nº 3 de "Fraternidad Cristiana Espírita)


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" El error es una planta tenaz que florece en cualquier suelo"
                    M. Tupfer

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¿PORQUÉ SUFREN LOS ANIMALES?

Richard Simonetti

1-¿Todos los seres vivos poseen Espíritu?
No. Ellos son dotados de un principio espiritual que se desarrolla progresivamente, a lo largo de los milenios.
Eso hasta que alcancen la complejidad necesaria a la conquista de la razón. Serán, entonces, Espíritus.

2-¿Existe una escala en ese desarrollo, como una escalera que el principio espiritual iría subiendo, pasando por todas las especies animales y vegetales, hasta alcanzar la razón?
No sabemos exactamente cómo ocurre. Seguramente no envuelve experiencias tan amplias, hasta porque surgen y se extinguen especies incesantemente.

3-Animales como el gato y el mono, que parecen ejercitar alguna inteligencia, ¿estarían en vísperas de la promoción a Espíritus?
Como ya comentamos, esa transición ocurre en otros planos del infinito y demanda un tiempo considerable. Entre los animales más desarrollados de la Tierra y el Hombre existen insondables escalones.

4–Algunos animales revelan una inteligencia que sorprende a sus dueños. ¿No demuestra ello que están bien cerca?
Ese «cerca» es relativo. Millones de años, delante de la eternidad, pueden representar en segundos. El animal tiene como centellas de inteligencia. Está muy distante del pensamiento continuo, que caracteriza al Espíritu.
5-¿No sería más conveniente que Dios nos creara dotados de inteligencia y discernimiento, sin tanto trabajo, sin gastar tanto tiempo?
Esa misma duda fue levantada por los teólogos en relación a la aparición del Hombre, cuando Darwin formuló su teoría evolucionista. Es más fácil imaginar a Dios moldeando a Adán del barro, que trabajando millones de años el taller de la Naturaleza para crear al ser humano. Sin embargo, Darwin, hoy, está plenamente aceptado por los teólogos, a no ser en los círculos más retrógrados, que aún interpretan los textos bíblicos al pie de la letra.

6-¿Ocurre lo mismo con el Espíritu?
Obviamente. Si Dios llevó tanto tiempo para producirnos una vestimenta carnal, ¿Por qué el Espíritu, que es mucho más complejo, debería ser creado con un pase de magia? No tiene sentido.

7–Si las limitaciones y males físicos se sitúan por el Espiritismo como una respuesta de la ley de causa y efecto a los desatinos humanos, ¿por qué lo sufren los animales, si no piensan, no tienen libre albedrío y, consecuentemente, no tienen deudas a rescatar?
La mujer no sufre los dolores del parto por problemas kármicos. Es una contingencia de la vida. Bendecirá sus sufrimientos, ante la gloria de ser madre. No siempre, por lo tanto, el dolor puede considerarse sinónimo de rescate. Es lo que ocurre con los animales. Limitaciones y males físicos agitan su conciencia embrionaria, preparando el glorioso «parto» del Espíritu.

Richard Simonetti

Extraído de la Revista Espirita nº15

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EL ESTUDIO
LEÓN DENIS

El estudio es la fuente de dulces y nobles goces; nos libera de las preocupaciones vulgares y nos hace olvidar los males de la vida. El libro es un amigo sincero que nos pone buena cara, lo mismo en los días felices que en los de mala fortuna.
Hablamos del libro serio, útil, que instruye, consuela y reanima, y no del libro frívolo que distrae y con harta frecuencia desmoraliza.
No se penetra lo bastante en el verdadero carácter del buen libro. Es como una voz que nos habla a través del tiempo y nos relata los trabajos, las luchas y los descubrimientos de aquellos que nos precedieron en el camino de la vida, y que en provecho nuestro suavizaron sus asperezas.
¿No constituye una de las escasas felicidades de este mundo el poder comunicar por medio del pensamiento con los grandes Espíritus de todos los siglos y de todos los países?
Ellos pusieron en sus libros lo mejor de sus inteligencias y de sus corazones. Nos llevan de la mano por el interior de los laberintos de la historia, nos guían hacia las elevadas regiones de la ciencia, del arte y de la literatura. Al contacto con estas obras, que constituyen los bienes más preciosos de la humanidad, compulsando estos archivos sagrados, nos sentimos engrandecer, nos consideramos satisfechos de pertenecer a las razas que nos suministran tales genios.
El esplendor de su pensamiento se extiende sobre nuestras almas, las reconforta y las exalta.
Sepamos elegir buenos libros y acostumbrémonos a vivir entre ellos, en relación constante con los Espíritus elegidos. Rechacemos con cuidado los libros inmundos, escritos para halagar las bajas pasiones. Guardémonos de esa literatura relajada, fruto del sensualismo, que deja tras de sí la corrupción y la inmoralidad.
La mayor parte de los hombres pretenden amar el estudio, y objetan que les falta tiempo para dedicarse a él. Sin embargo, muchos de ellos consagran veladas enteras al juego y a las conversaciones ociosas.
Se arguye también que los libros cuestan caros, cuando se gasta en placeres fútiles y de mal gusto más dinero del que haría falta para hacerse de una rica colección de obras.
Además, el estudio de la Naturaleza, el más eficaz y el más reconfortante de todos, no cuesta nada.
La ciencia humana es falible y variable. La Naturaleza no lo es. No se desmiente nunca. En las horas de incertidumbre y de desaliento, volvámonos y nos mecerá en su seno. Nos hablará un sencillo y dulce lenguaje, en el que aparecerá la verdad sin artificio ni desfiguraciones. Pero ese lenguaje apacible muy pocos saben escucharlo y comprenderlo.
El hombre lleva consigo, hasta en el fondo de las soledades, sus pasiones y sus agitaciones interiores, cuyos rumores encubren la enseñanza íntima de la Naturaleza.
Para discernir la revelación inmanente en el seno de las cosas es preciso imponer silencio a las quimeras del mundo, a esas opiniones turbulentas que perturban nuestras sociedades; es preciso recogerse, hacer la paz en sí y alrededor de si. Entonces, todos los ecos de la vida pública callan; el alma entra en sí misma, recobra el sentimiento de la Naturaleza y de las leyes eternas y comunica con la Razón suprema.
El estudio de la Naturaleza terrestre eleva y fortifica el pensamiento, pero ¿qué decir de la visión de los cielos?
Cuando, en la noche apacible, se enciende la bóveda estrellada y comienza el desfile de los astros; cuando de los núcleos estelares y de las nebulosas perdidas en el fondo de los espacios desciende hasta nosotros la claridad temblorosa y difusa, una misteriosa influencia nos envuelve, un sentimiento profundamente religioso nos invade. ¡Cómo desaparecen en esa hora las vanas preocupaciones! ¡Cómo nos penetra, nos abruma y nos hace doblar las rodillas la sensación de lo inconmensurable! ¡Qué adoración muda se eleva de nuestro corazón!
La tierra boga -frágil esquife- por los campos de la inmensidad. Boga, arrastrada por el potente Sol. Por todas partes, a su alrededor, existen profundidades inmensas que no se pueden sondear sin experimentar el vértigo. Por todas partes también, a distancias enormes, hay mundos y más mundos, islas flotantes mecidas por las olas del éter. La mirada se niega a contarlos, pero nuestro Espíritu los considera con respeto y con amor.
Sus sutiles rayos le atraen. Enorme Júpiter, y tú, Saturno, al que rodea una franja luminosa y coronan nueve lunas de oro; soles gigantescos de luces multiformes, esferas innumerables: os saludamos desde el fondo de los espacios... Mundos que brilláis sobre nuestras cabezas, ¿qué  ocultáis?... Quisiéramos conoceros, saber qué pueblos, qué ciudades extrañas, qué civilizaciones se extienden sobre vuestra superficie...
Una intuición secreta nos dice que reside en vosotros la felicidad, buscada en vano en la Tierra.
Mas ¿por qué dudar y temer? Esos mundos son nuestra herencia. Estamos destinados a recorrerlos y a habitarlos. Visitaremos esos archipiélagos estelares y nos penetraremos de sus misterios. Nunca tendrá un término nuestra carrera, nuestros ímpetus, nuestros progresos, si sabemos ajustar nuestra voluntad a las leyes divinas y conquistar con nuestras acciones la plenitud de la vida, en posesión de los goces celestiales inherentes a ella.


Tomado del libro “EL CAMINO RECTO”
de León Denís

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" La providencia ayuda a quienes ayudan al prójimo "
                - Ruyard Kipling -
                 
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