Fenómenos
psicofísicos de naturaleza espiritual
Parte
2 y final
Los
miles de años que nos separan del espiritualismo oriental no
trajeron mayores aclaraciones a la Ciencia Médica, que no consigue
identificar en sus fundamentos ninguna señal de la existencia de los
chacras. Aún así, conviene consideremos alguna hipótesis para
intentar relacionar los chacras con la actividad cerebral.
Es
clásico que estudiemos el cerebro en su aspectos modulares
destacando las funciones motoras, sensoriales, lenguaje, memoria,
cálculo, emociones entre tantos otros. Esas
actividades son procesadas por circuitos limitados a una determinada
área cerebral. Existe,
sin embargo, un otro arreglo funcional que la neurología destaca
como un conjunto de agrupaciones neuronales que ejercen su acción de
modo difuso, incluyendo múltiples vías neuronales y sus áreas de
repercusión. Es el caso, por ejemplo, de los sistemas de activación
ascendente que tiene la propiedad de mantenernos alertar o en pleno
sueño.
De
manera simplificada, podemos considerar por lo menos tres sistemas de
actuación global, habitualmente rotulados de “sistemas modulares
de proyección difusa”: el sistema hipotálamo-secretor, el sistema
neurovegetativo y el sistema de relación con neurotransmisores, como
el dopaminérgico, el serotoninérgico y el noradrenérgico, estando
los tres fuertemente relacionados con trastornos mentales diversos.
Son ellos que, en este artículo, queremos sugerir, como hipótesis,
estén relacionados con los chacras cerebral y coronario.
Considerando
los chacras que se expresan en el cerebro, podemos notar su
coincidencia con
los “sistemas de actuación difusa”. En el
chacra frontal, predomina el sistema dopaminérgico responsable por
la expresión del pensamiento abstracto e inserción en la realidad
física. Enfermedades como la epilepsia y las demencias frontales
llevan a un deterioro de la mente de esos pacientes, que se hacen
completamente disociados del mundo físico en que vivimos. En la
región del chacra coronario, vimos el significado del control
endocrino realizado por el eje diencéfalo-hipofisário. Esa
actividad glandular orquestada es indispensable para el mantenimiento
de nuestro metabolismo, sin el cual la vida nos sería imposible.
La
corriente sanguínea y la energía vital
– Es muy fácil aceptar la idea de que nuestra vida está
íntimamente conectada al corazón. Aristóteles afirmaba que el alma
ahí se localiza porque cualquier herida en él lleva inmediatamente
a la muerte.
En
los días de hoy, alumnos de primaria ya aprenden que los latidos del
corazón impulsan la sangre por las arterias, el cual después se
difunde por los capilares y vuelve por las venas. En ese retorno, la
sangre pasa por los pulmones, de donde retira el oxígeno que la
respiración suministra. Tenemos cerca de seis litros de sangre
circulando por nuestro cuerpo y más o menos veinte por ciento de él
van para el cerebro. Mientras entra por las arterias y sale por las
venas, la sangre circula dentro del cerebro en exactos de seis
segundos.
Así
que ocurre la muerte, las arterias del cadáver están vacías, ya
que el último latido impulsa toda la sangre para las venas. Esa
observación llevó a Galeno a sugerir que las arterias estarían
siempre llenas de aire. Él proponía, también, que circula junto
con la sangre un elemento inmaterial que denominó pneuma vital. Ese
fluido nace en el corazón, se distribuye por el cuerpo y se
transforma en el pneuma animal al alcanzar el cerebro, permitiéndonos
percibir el mundo por los sentidos y reaccionar con nuestros
movimientos a sus estímulos. La idea de un “espíritu animal”
produciendo nuestros reflejos fue también adoptada por René
Descartes y por Thomas Willians, teniendo aceptación médica por
muchos siglos. Para Willians, los corpúsculos del “espíritu
animal” recorrerían los nervios para poner en acción nuestros
movimientos.
En
los días de hoy, sabemos de la importancia de la circulación
sanguínea distribuyendo por todo el organismo no sólo el oxígeno
que nos sostiene la vida, sino un número insospechable de
substancias conectadas al mantenimiento del metabolismo celular y de
todo el sistema inmunológico. André Luiz nos trae conocimientos
nuevos en esa área también. Dice el conocido Espíritu que junto
con la circulación sanguínea circula el “principio vital”
indispensable a la sustentación de la vida. Enseña Kardec que es el
principio vital que da vida a la materia orgánica. Cada uno de
nosotros lo tiene disponible mientras estamos encarnados, consumiendo
nuestra cuota con el transcurrir de los años. El procede del “fluido
cósmico universal” que nos aprovisiona conforme nuestras actitudes
en los compromisos de la vida. La meditación, la plegaria y el
impulso que nos predispone a amar al próximo suministran la
sustancia y la renovación del principio vital. Él nos penetra por
la respiración, lo que nos hace recordar uno de los más bellos
versos de la Biblia – Y Dios hizo al Hombre del barro de la Tierra
y sopló en su nariz el soplo de la vida.
Anaxágoras
consideraba que el aire era la sustancia primitiva de donde procede
todo lo que existe. La relación del aire con la vida siempre fue
aceptada en muchas culturas. En los libros de Galeno, las expresiones
espíritus y pneumas (aire) son equivalentes.
Aprendemos
con André Luiz que el principio vital es absorbido por la
respiración y recorre todo el organismo acompañando la circulación
de la sangre.
La
glándula pineal y su fisiología espiritual
– Esa glándula, situada en medio del cerebro, ya es conocida hace
más de dos mil años y, aún así, lo que sabemos sobre ella es tan
poco que, en los tratados clásicos de la neurología, ella aún no
despertó interés para merecer más que citas cortas de algunas
líneas sobre la hormona que ella segrega – la melatonina.
La
pineal es el reloj biológico que señala uno de los momentos más
importantes de la vida, el despuntar de la sexualidad. Por ocasión
de la adolescencia la pineal reduce la producción de la melatonina,
ocurriendo, a partir de ahí, el desarrollo de los órganos externos
conectados a la actividad sexual.
Hasta
hoy es posible percibir, en determinados animales, que la pineal
puede comportarse funcionalmente como un tercer ojo. En esos animales
la pineal está situada por encima del cráneo, funcionando al modo
de un periscópio que ejerce un papel de vigilancia para el animal.
No se debe extrañar, por lo tanto, la fuerte sensibilidad que
nuestra pineal tiene para con la luz. La entrada de la luz, que
alcanza la pineal por las hebras nerviosas que nuestro nervio óptico
conduce, reduce la producción de melatonina. En el ambiente oscuro,
aumenta acentuadamente la producción de la hormona. Todos sabemos
que los osos hibernan en cavernas durante meses de oscuridad y, en
esa ocasión, el aumento de la melatonina produce el entorpecimiento
de su interés sexual, que después vuelve a revelarse en el clarear
de la primavera.
La
hormona de la pineal tiene conexión directa con el depósito de
melanina en nuestra piel. El tiene un efecto aclarador disminuyendo
la pigmentación de la piel. Eso justifica, por ejemplo, el color
blanquecino de los peces que viven en las profundidades de aguas
oscuras.
La
melatonina ha sido utilizada como tranquilizante produciendo
relajamiento y somnolencia. Fue experimentada también en el
tratamiento de dolores de cabeza y de epilepsia, pero en todos esos
cuadros el efecto de la melatonina es muy pobre.
André
Luiz, por medio de Chico Xavier, nos trajo informaciones inéditas y
sorprendentes sobre el papel de la pineal cuando es observada a
partir del plano espiritual.
Sensible
a las irradiaciones electromagnéticas, nuestra pineal es
sintonizador de los fenómenos comunicativos mental, manteniéndonos
en permanente conexión con todos aquellos que comparten con nosotros
el mismo rango de vibración.
En
los procesos mediúmnicos, la aproximación espiritual se vale de la
pineal para difundir su mensaje hasta las diversas áreas cerebrales
que resuenan su transmisión.
En
las encarnaciones, que la misericordia divina nos permitió transitar
por la Tierra, enredándonos en situaciones donde tuvimos
oportunidad de cultivar relaciones afectivas profundas, al tiempo que
fomentamos rivalidades y discordias de las más variadas
consecuencias. Como la Ley divina no excluye a nadie de los reajustes
necesarios, será a través de la pineal que iremos a encontrar, a la
corta o a la larga, aquellos mismos amores sinceros que nos
incentivaron a progresar y los enemigos del pasado que nos exigirán
saldar las deudas y los compromisos.
Sin
embargo, por más que la anatomía cerebral pueda revelarnos, no
reconocemos en las vías que emergen de la pineal cualquier
indicación de esa extraordinaria participación de la glándula en
nuestra vida mental. ¿Cómo explicar, en vista de eso, lo que nos
esclarece André Luiz? Presuponiendo que será necesario conozcamos
cuál es el mecanismo de actuación del Espíritu sobre el cerebro.
De ahí, nuestro propósito de reunir ese conjunto de fenómenos que
sugerimos tratarse de fenómenos “espíritu-somáticos”.
En
el cuadro de esa notoria “fisiología espiritual” a que André
Luiz da relevancia, creo que la llave para su comprensión está en
la participación del llamado “fluido universal”, tan conocido en
el medio espírita.
Enseñan
los Espíritus que elaboraron la doctrina con Allan Kardec que los
fluidos sirven de vehículos para la transmisión del pensamiento.
Derivado del fluido cósmico universal, él inunda el Universo,
envolviéndonos y permitiéndonos compartir el “Hálito Divino”
que nos alimenta.
En
la vida física, actuamos por las vías nerviosas que nos estructuran
las neuronas, sus inmensas redes comunicadoras y su extraordinaria
química que sintetiza y conjuga los neurotransmisores. En la
dimensión espiritual estaremos usando ese elemento sutil, fluídico,
que obedece a la voluntad que la mente dirige, permitiéndonos crear,
a través de la fisiología espiritual, una dispersión mucho más
amplia en sus efectos fisiológicos.
Cuando
Louis Pasteur descubrió el inmenso campo de la microbiología, ese
conocimiento nuevo nos permitió esclarecer la dinámica de la
etiología de las enfermedades infecciosas. El descubrimiento del ADN
abrió nuevas áreas para aclaración de las llamadas enfermedades de
origen genético. Sin embargo, el estudio de los fluidos y sus
propiedades podrá revelarnos una nueva fisiología y, como
consecuencia, las enfermedades que sus desvíos provocan. La
presencia de esos fluidos está íntimamente relacionada con nuestro
patrón de actividad mental. La literatura espírita es abundante en
afirmar que todos nosotros somos expresión de la vida mental que
nosotros mismos escogemos construir y reflejamos en nuestra
apariencia la composición fluídica que seleccionamos.
Los
desequilibrios mentales, que la neurobiología de hoy entiende como
derivados de las alteraciones en neurotransmisores, con certeza,
inician su perturbación a partir de los fluidos que permitimos a
nuestra mente proyectar en el cerebro, desviando la química que nos
preside el equilibrio del pensamiento.
La
ectoplasmia
– A partir de los fenómenos de las mesas giratorias, la
mediumnidad proporcionó a los investigadores del Siglo XIX una
inmensa variedad de manifestaciones físicas, entre ellas la
materialización de entidades espirituales. En esa fenomenológica es
movilizada una gran cantidad de ectoplasma permitiendo el estudio de
su elaboración y constitución química. Todos los que están
presentes en el ambiente de la experimentación estarán donando una
cuota mayor o más pequeña de fluidos, pero es del médium que sale,
por todos sus poros y orificios de excreción, el material más o
menos denso que permitirá la presencia de las siluetas que se
corporificarán en el ambiente donde el público aguarda.
En
el ámbito del estudio que estamos abordando, interesa anotar que el
contenido bioquímico del ectoplasma procede, en la esfera física,
del citoplasma de las células del aparato mediúmnico. En
conjugación con los fluidos de los dos planos de la vida es que el
fenómeno adquiere las propiedades de transición que permiten a los
Espíritus adentrase en nuestra dimensión.
La
respiración restauradora
– El aire, como fuente insustituible de vida, es percepción del
sentido
común a cualquiera de nosotros. El acto de respirar está
íntimamente conectado a nuestra supervivencia. Anaxágoras atribuía
al aire el origen de todo. La Biblia registra que recibimos la vida a
partir del soplo de Dios. En los textos de Galeno, como ya notamos,
las expresiones espíritu y pneuma (aire) eran equivalentes. Para él
el pneuma vital era absorbido por los pulmones y circulaba del
corazón hasta al cerebro para mantenernos vivos. En la cultura
oriental los ejercicios respiratorios tienen indicación más
importante que la actividad muscular.
Uno
de los fundamentos de la Doctrina Espírita es que la vida transcurre
de la presencia del principio vital que vivifica la materia orgánica
dándole la propiedades de reaccionar.
La
actividad constante de nuestros órganos se hace a costa de ese
principio vital y su agotamiento lleva el cuerpo a la muerte. Por
otro lado, nuestra actividad mental nos permite absorber de la
espiritualidad los fluidos que agregan elementos para sustentación
del principio vital. Más actividad corresponde a más vida, tanto
del punto de vista físico como espiritual. André Luiz nos apunta en
sus textos que la respiración es puerta de entrada restauradora para
realimentación de nuestras energías vitales.
Autor:
Nubor Orlando Facure
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LEÓN DENIS
El problema divino, por ser el más vasto, el más profundo de los problemas, ya que abarca a todos los demás, ha sido motivo de teorías y sistemas sin número que corresponden a otros tantos grados de la comprensión humana, a otras tantas etapas del pensamiento en su marcha hacia lo absoluto.
En este dominio, las contradicciones abundan. Cada religión explica a Dios a su manera; cada teoría lo describe a su modo. Y de todo esto resulta una confusión, un caos inextricable. ¡Qué formas tan variadas de la idea de Dios,
desde el fetiche del negro al Parabrahm de los Indons, al Acto puro de Santo Tomás! De esta confusión, los ateos han sacado argumentos para negar la existencia de Dios; los positivistas, para declararle incognoscible.
¿Cómo remediar este desorden? ¿Cómo escapar a estas contradicciones? De la manera más sencilla. Basta elevarse lo suficientemente por encima de los sistemas y las teorías para unirlas en su conjunto a través de lo que tienen en
común. Basta elevarse hasta la Gran Causa, en la cual todo se resume y se explica.
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LEÓN DENIS
El problema divino, por ser el más vasto, el más profundo de los problemas, ya que abarca a todos los demás, ha sido motivo de teorías y sistemas sin número que corresponden a otros tantos grados de la comprensión humana, a otras tantas etapas del pensamiento en su marcha hacia lo absoluto.
En este dominio, las contradicciones abundan. Cada religión explica a Dios a su manera; cada teoría lo describe a su modo. Y de todo esto resulta una confusión, un caos inextricable. ¡Qué formas tan variadas de la idea de Dios,
desde el fetiche del negro al Parabrahm de los Indons, al Acto puro de Santo Tomás! De esta confusión, los ateos han sacado argumentos para negar la existencia de Dios; los positivistas, para declararle incognoscible.
¿Cómo remediar este desorden? ¿Cómo escapar a estas contradicciones? De la manera más sencilla. Basta elevarse lo suficientemente por encima de los sistemas y las teorías para unirlas en su conjunto a través de lo que tienen en
común. Basta elevarse hasta la Gran Causa, en la cual todo se resume y se explica.
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LA
REENCARNACIÓN FUÉ ENSEÑADA POR LOS PAPAS, Y ESTÁ EN EL DECÁLOGO
La reencarnación pertenecía al cristianismo primitivo. Hasta que en el Concilio Ecuménico de Constantinopla (553) fué condenada. Además fué condenada la preexistencia bíblica del espíritu, que enseña que el espíritu ya existe cuando acontece la concepción del feto. "Antes de que yo te formase en el vientre materno, te conocí y antes de que salieses de tu madre te consagré y te constituí profeta de las naciones" (Jeremías 1:5). No existe la reencarnación sin la presistencia del alma. Y se entiende que junto a la reencarnación ella fué también condenada.
Los papas Eugenio IV (1413 a 1447) y Nicolás V (1447 a 1455), apoyaron en su enseñanza por el sabio cardenal italiano de Cusa (1401 a 1464) ( Mi libro "La Reencarnación en la Bíblia y en la Ciencia", 8ª edic., página 172, Ed. EBM, SP).
También el Papa San Gregorio Magno ( del 590 a 604) la defiende en "Patologia latina v.76,Col.1100, Homilía 7, "In Evangelio", citas de Carlos Torres Pastorinoen defendien“Patologia Latina V. 76, Col. 1.100, Homilia 7, “In Evangelio”,
citas de Carlos Torres Pastorino, “Sabiduria del Evangelio”,
volumen 4, página 120). Para él, Juan Bautista es la reencarnación de Elías que ya había venido y lo habían degollado.(Mateo 17:12). Para ese papa, fué como persona (personalidad particular de cada reencarnación del espíritu) que el Bautista negó ser Elías. De hecho, generalmente, no nos acordamos de las vidas pasadas(Ju 8:9). Y continúa el Papa Gregorio: Es como el espíritu o individualidad (la personalidad general de la Psicología Traspersonal de hoy), que animaba su persona, que Juan era Elías que vivió en tiempo del Rey Acab, en el siglo IX antes de Cristo. (Papa san Gregorio Magno, Homilía 7, Patología Latina, Volumen 76, Col. 1100, citas de Pastorino, en "Sabiduría del Evangelio, Volumen 3, página 21).
En el Decálogo (Los Diez Mandamientos) traen: "...soy Dios, celoso, que ha visto la iniquidad de los padres en los hijos, "en la" tercera y cuarta generación de aquellos que me aborrecen...." (Éxodo 20:5; y 34:7), o sea, los nietos y biznietos, cuando el abuelo y el bisabuelo, generalmente ya habían desencarnado, es entonces que el espíritu del abuelo y el bisabuelo ya puede volver reencarnado en un nieto o biznieto, pagando él mismo por sus pecados cometidos en el pasado. Realmente los espíritus reencarnan mucho entre sus familiares y descendientes. Pero los traductores dogmáticos falsificaron la Bíblia. Y en lugar de la proposición "en" más el artículo femenino, pusieron "hasta", ridiculizando así, la justicia divina, pues hacen a los espíritus pagar por los pecados de otros.
La "Américan Bible Society", ha traducido al Esperanto del Dr. Zemenhof, y en la Vulgata Latina de san Jerónimo ("in tertian et in quartam generationen") han sido fieles a la proposición hebráica "al" (sobre), que significa también en.
Debemos respetar el cristianismo dogmático de los teólogos, pero lo verdadero es el bíblico reencarnacionista ¡
( Diario O Tempo, de Belo Horizonte )
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