Los trastornos mentales
Abarcan una amplia gama de problemas que incluyen:
Trastornos de ansiedad, incluyendo trastorno de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de estrés post-traumático y fobias Trastorno bipolar Depresión Trastornos del estado de ánimo Trastornos de la personalidad Trastornos psicóticos, como la esquizofrenia
Existen muchas causas de las enfermedades mentales. Los genes y los antecedentes familiares pueden jugar un papel.
Sus experiencias de vida, tales como el estrés o un historial de abuso, también pueden influir.
Los factores biológicos también pueden ser parte de la causa.
Una lesión traumática del cerebro puede conducir a un trastorno mental.
La exposición de la madre durante el embarazo a virus o químicos tóxicos puede desempeñar un papel.
Otros factores pueden aumentar el riesgo, tales como el uso de drogas ilegales o sufrir una condición médica seria como cáncer.
***Sin embargo esos transtornos mas que un diagnóstico psicológico o psiquiatrico, es un diagnóstico de tipo obsesivo, de espiritus malos que se apoderan de la mente de las personas, insinuandoles malos pensamientos, barullos, e inclusos videncia traumáticas, del cual solo depende de la persona rechazarlos.
Por eso en los diversos libros de la codificación espirita de Allan Kardec, se habla de este tema. Por que es una condicion importante en la vida de todo ser humano.
La obsesión, como las enfermedades y todas las tribulaciones de la vida, debe ser considerada prueba o expiación y como tal aceptar
En el Libro de los Espíritus pregunta nº 459, dice:
459 - ¿Influyen los espíritus en nuestros pensamientos y acciones?
“Su influencia es mucho mayor de lo que creéis, porque a menudo son ellos quienes os dirigen”
460. ¿Tenemos pensamientos que nos son propios y otros que se nos sugieren? - Vuestra alma es un Espíritu que piensa. No ignoráis que muchos pensamientos os llegan a la vez sobre un mismo asunto, y a menudo muy contrarios los unos de los otros. Pues bien, lo hay siempre vuestros y nuestros. Es eso lo que os pone en la incertidumbre, porque tenéis en vosotros dos ideas que recíprocamente se combaten.
III.- Poseídos
473. ¿Puede un Espíritu momentáneamente revestirse de la envoltura de una persona viva, esto es, introducirse en un cuerpo animado y obrar en lugar del Espíritu que se encuentra encarnado en él?
- El Espíritu no penetra en un cuerpo del modo que tú entras en una casa. Se asimila con un Espíritu encarnado que adolece de los mismos defectos y cualidades, para actuar conjuntamente con éste. Pero siempre es el Espíritu encarnado el que obra como quiere sobre la materia de que está revestido. Un Espíritu no puede sustituir a otro que se halle encarnado, porque Espíritu y cuerpo están unidos por el lapso que deba durar la existencia material.
474. Si no hay posesión propiamente dicha, vale decir, cohabitación de dos Espíritus en un mismo cuerpo, ¿puede el alma estar bajo la dependencia de otro Espíritu, de manera de ser subyugada u obsedida por él, hasta el punto de que su voluntad se vea en cierto modo paralizada?
- Sí, y son los verdaderos poseídos, pero has de saber que este dominio no se ejerce nunca sin participación de quien lo sufre, ya sea por su debilidad, o bien por su deseo. Con frecuencia se ha tomado por poseídos a epilépticos o dementes que tenían mayor necesidad de un médico que de exorcismos. La palabra poseído, en su significación común, supone la existencia de demonios, es decir, de una categoría de seres de índole malvada, y la cohabitación de uno de tales seres con el alma en el cuerpo de un individuo. Puesto que no existen los demonios, en ese sentido, y que dos Espíritus no pueden residir simultáneamente en un mismo cuerpo, tampoco existen los poseídos, conforme a la idea que de esta palabra se tiene. El vocablo “poseído” sólo debe entenderse como refiriéndose a la dependencia absoluta en que puede encontrarse el alma con relación a Espíritus imperfectos que la subyugan.
475. ¿Le es posible a una persona ahuyentar por sí misma a los malos Espíritus y liberarse de su dominación?
- Siempre se puede cortar un yugo, con tal que se tenga firme voluntad de hacerlo.
476. ¿Podría suceder que la fascinación ejercida por el Espíritu perverso sea tal que la persona subyugada no caiga en la cuenta de ello? En tal caso ¿puede una tercera persona lograr que cese la dominación?
- Si se trata de un hombre de bien, su voluntad puede ayudar apelando al concurso de los buenos Espíritus, porque cuanto más hombre de bien se es, tanto más poder se tiene sobre los Espíritus imperfectos para alejarlos y sobre los buenos para atraerlos. Sin embargo, ese hombre sería impotente si el subyugado no presta su cooperación: personas hay que se complacen en hallarse bajo una dependencia que halaga sus gustos y deseos. En todos los casos, aquel cuyo corazón no sea puro no podrá ejercer ninguna influencia: los Espíritus buenos lo desprecian, y los malos no le temen.
477. ¿Tienen las fórmulas de exorcismo alguna eficacia contra los malos Espíritus?
- No. Cuando esos Espíritus ven que alguien toma en serio tales fórmulas, ríen de él y se obstinan en su propósito.
478. Existen personas movidas por buenas intenciones y que no por eso dejan de estar obsesas. ¿Cuál es el mejor recurso para liberarse de los Espíritus obsesores?
- Agotar su paciencia, no tomar en cuenta para nada sus sugestiones, mostrarles que están perdiendo su tiempo. Entonces, cuando comprenden que no tienen nada que hacer, se marchan.
479. ¿Es la oración un medio eficaz para curar la obsesión?
- La plegaria es un recurso poderoso en todo. Pero, creedme que no basta con musitar unas cuantas palabras para obtener lo que se desea. Dios asiste a los que actúan y no a aquellos otros que sólo se limitan a pedir. Es menester, entonces, que el obsesado haga por su parte lo necesario para destruir en sí mismo la causa que atrae a los malos Espíritus.
480. ¿Qué hay que pensar de la expulsión de los demonios de que se habla en el Evangelio?
- Depende de la interpretación del hecho. Si llamáis demonio a un Espíritu malo que subyuga a un individuo, cuando su influencia sea destruida habrá sido en verdad expulsado. Si atribuís una enfermedad al demonio, cuando os hayáis curado de la dolencia afirmaréis también que habéis expulsado al demonio. Una misma cosa puede ser verdadera o falsa, según sea el sentido que a las palabras se atribuya. Las verdades más grandes pueden parecer absurdas cuando sólo se mira la forma y cuando se toma la alegoría por realidad. Comprended bien lo dicho, y retenedlo: es de aplicación general.
IV.- Convulsionarios
481. ¿Desempeñan los Espíritus un rol en los fenómenos que se producen en esos individuos a quienes se designa con el nombre de convulsionarios?
- Sí, un papel muy importante, así como el magnetismo, que es su primera causa. Pero el charlatanismo ha explotado y exagerado muchas veces esos efectos, lo que ha hecho que cayeran en ridículo.
481 a. ¿De qué naturaleza son, en general, los Espíritus que contribuyen a la producción de ese tipo de fenómenos?
- Poco elevados. ¿Creeréis que los Espíritus superiores se diviertan con semejantes cosas?
482. ¿Cómo el estado anormal de los convulsionarios y los crisíacos
- Efecto simpático. En ciertos casos las disposiciones morales se comunican con mucha facilidad. No desconocéis tanto los efectos magnéticos para que no podáis comprender esto, y la intervención que en ello tienen ciertos Espíritus, por simpatía hacia aquellas personas que los provocan. Puede desarrollarse de súbito en toda una población?
Entre las facultades extrañas que se observan en los convulsionarios se reconocen fácilmente aquellas de las cuales el sonambulismo y el magnetismo ofrecen numerosos ejemplos: tales son, entre otras, la insensibilidad física, la lectura del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, etcétera. No se puede dudar, pues, que esos crisíacos se hallen en una especie de estado de sonambulismo lúcido, provocado por la influencia que ejercen los unos sobre los otros. Son a la vez magnetizadores y magnetizados, sin caer en la cuenta de ello.
483. ¿Cuál es la causa de la insensibilidad física que se observa en algunos convulsionarios, y también en otras personas, sometidas a las más atroces torturas?
- En algunos es un efecto exclusivamente magnético, que obra sobre el sistema nervioso de la misma manera que ciertas sustancias. En otros, la exaltación de la mente embota la sensibilidad, porque la vida parece haberse retirado del cuerpo para concentrarse en el Espíritu.
¿No sabéis acaso que cuando el Espíritu está hondamente preocupado por una cosa el cuerpo no siente, ni ve, ni escucha nada?
La exaltación fanática y el entusiasmo ofrecen a menudo, en los suplicios, el ejemplo de una calma y una tranquilidad que no podrían sobreponerse a un dolor agudo, si no se admitiera que la sensibilidad se encuentra neutralizada por una especie de efecto anestésico. Es sabido que en el calor del combate con frecuencia no se advierte que se ha sufrido una herida grave, en tanto que en las circunstancias ordinarias un arañazo nos hace estremecer. Puesto que esos fenómenos proceden de una causa física y de la acción de ciertos Espíritus, cabe que nos preguntemos cómo ha podido depender de la autoridad el hacerlos cesar, en ciertos casos. La razón de esto es simple: la acción de los Espíritus sólo era secundaria en tales casos: ellos no hacían sino aprovechar una disposición natural. La autoridad no suprimía esa disposición, sino la causa que la mantenía y la exaltaba: de activa como era, la convertía en latente, y tenía razón de obrar así, porque de ello resultaba el abuso y el escándalo. Se sabe, por lo demás, que esa intervención resulta impotente cuando la acción de los Espíritus es directa y espontánea.
LIBRO DE GENESIS (allan kardec)
CAPÍTULO XIV Obsesión y posesión
45. Los malos espíritus pululan en torno de la Tierra a causa de la inferioridad moral de sus habitantes. Su acción maléfica forma parte de las calamidades que asolan a la Humanidad. La obsesión, que es uno de los efectos de esta acción, debe considerarse, al igual que las enfermedades y las demás tribulaciones de la vida, una prueba o una expiación, y como tal debe ser aceptada. La obsesión es la acción persistente que un mal espíritu ejerce sobre un individuo. Presenta caracteres muy diferentes, desde la simple influencia moral, sin signos exteriores notables, hasta el desequilibrio completo del organismo y las facultades mentales. Entorpece las facultades mediúmnicas, y cuando se trata de mediumnidad auditiva y psicográfica, se caracteriza por la obstinación del espíritu obsesor en manifestarse siempre él.
46. Así como las enfermedades son el resultado de las imperfecciones físicas que hacen al cuerpo accesible a las influencias perniciosas exteriores, la obsesión es siempre el resultado de una imperfección moral que atrae a los espíritus. A una causa física, se opone una fuerza física; a una causa moral, se opone una fuerza moral. Para preservarse de las enfermedades, se fortifica el cuerpo; para prevenir la obsesión, hay que robustecer al alma, razón por la cual el obseso necesita trabajar en su propio mejoramiento, lo que suele bastar para liberarse del obsesor sin el concurso de otras personas. Esa ayuda se hace necesaria cuando la obsesión degenera en subyugación y en posesión, ya que entonces el enfermo pierde su voluntad y libre albedrío. La obsesión es casi siempre el móvil de venganza de un espíritu, y generalmente se origina en las relaciones que ambos tuvieron en una existencia anterior. En el caso de la obsesión grave, el obsedido está rodeado e impregnado de un fluido pernicioso que neutraliza el efecto de los fluidos saludables, rechazándolos. Es necesario, pues, liberarlo de ese fluido. Ahora bien, un mal fluido no puede ser expulsado por otro de la misma naturaleza. Mediante una acción análoga a la del médium curativo en los casos de enfermedad, hay que expulsar el fluido maléfico con la ayuda de un fluido mejor. Esta acción, casi mecánica, no es siempre suficiente. Es preciso también, en casi todos los casos, influir sobre el ser inteligente. Para ello es necesario hablar con autoridad, con esa autoridad que sólo depende de la superioridad moral: cuanto más grande sea ésta, mayor será la autoridad. Mas no todo radica en eso: para asegurar la liberación del enfermo hay que lograr que el espíritu perverso renuncie a sus malos propósitos. Debe nacer en él el arrepentimiento y el deseo de hacer el bien, y esto se logra con la ayuda de instrucciones hábiles, con evocaciones especiales que tiendan a su educación moral. Entonces se tendrá la doble satisfacción de liberar a un encarnado y de convertir a un espíritu imperfecto. La tarea se hace más fácil cuando el obseso comprende su situación y ayuda con su fuerza de voluntad y con sus plegarias. No sucede lo mismo cuando, seducido por el espíritu falaz, se crea ilusiones sobre las cualidades de su dominador, complaciéndose con las maldades en que éste le sumerge, ya que entonces, en lugar de ayudar, rechaza toda asistencia. Este es el caso de la fascinación, siempre mucho más rebelde que la subyugación más violenta (El Libro de los Médiums, cap. XXIII: “De la obsesión”.) En todos los casos de obsesión, la plegaria es el auxiliar más poderoso para influir sobre el espíritu obsesor.
47. En la obsesión, el espíritu obra exteriormente con el auxilio de su periespíritu, que se liga con el del encarnado. Éste último se encuentra como atrapado en una red y obligado a actuar en contra de su voluntad.
En la posesión, en vez de actuar exteriormente, el espíritu libre reemplaza al espíritu encarnado: toma por morada el cuerpo del encarnado, pero éste no lo deja por ello definitivamente, ya que ha de permanecer ligado a él hasta su muerte. La posesión es siempre momentánea e intermitente, porque un espíritu desencarnado no puede ocupar definitivamente el sitio que le corresponde a un encarnado, puesto que la unión molecular entre el periespíritu y el cuerpo sólo se opera en el momento de la concepción (cap. XI, n.º 18). El espíritu, en posesión momentánea del cuerpo, se sirve de él como si fuese suyo. Habla por su boca, ve por sus ojos y actúa con sus brazos, como lo hubiera hecho si estuviese vivo. No es como en el caso de la mediumnidad parlante, en la que el espíritu encarnado habla transmitiendo el pensamiento del espíritu desencarnado; en la posesión, es ese último el que habla y actúa y, si se le conoció en vida, se reconocerá su lenguaje, las inflexiones de su voz, sus gestos y hasta la expresión de su fisonomía.
48. La obsesión es producida siempre por un espíritu maligno. La posesión, en cambio, puede ser ocasionada por un buen espíritu que desea comunicarse, por lo cual, y para impresionar más vivamente a su auditorio, pide prestado el cuerpo de un encarnado, que éste le concede voluntariamente, como si le prestase un traje. En este caso el intercambio se lleva a cabo sin molestias ni malestares, y, durante ese tiempo, el espíritu del encarnado se encuentra en libertad como en el estado de emancipación, manteniéndose, generalmente, a un costado de su reemplazante a los efectos de escucharlo. Cuando el espíritu posesor es malo, las cosas ocurren de otra manera. No pide prestado el cuerpo, lo toma siempre que el dueño carezca de la fuerza moral para resistir. Lo hace por maldad hacia él, a quien tortura y martiriza de todas las formas posibles, hasta querer su muerte, estrangulándole o empujándole hacia el fuego o cualquier otro peligro. Sirviéndose de los miembros y los órganos del desdichado, blasfema, injuria y maltrata a los que le rodean, mostrándose protagonista de actos excéntricos con todos los caracteres de la locura. Los hechos de este tipo presentan diferentes grados de intensidad y son numerosos: muchos casos de locura no tienen otro origen. A menudo se suman a ello desórdenes patológicos que son impotentes en tanto subsista la causa generadora. El Espiritismo, al dar a conocer esta fuente de tantas miserias humanas, indica también el medio de remediarla: actuando sobre el autor del mal, quien, siendo un hecho inteligente, debe ser tratado con inteligencia.
49. La obsesión y la posesión son generalmente individuales, pero también pueden ser epidémicas. Cuando una legión de espíritus se abate sobre una localidad, ocurre lo que cuando es invadida por ejércitos enemigos. En tales casos, el número de individuos afectados puede llegar a ser considerable.
20. Ejemplos de curas de obsesiones y posesiones se pueden ver en la Revista Espírita de diciembre de 1863 y enero de 1864: “Un caso de posesión. Señorita Julia”; junio de 1864: “Cura de la joven obsesada de Marmande”; enero de 1865: “Nueva cura de una joven obsesada de Marmande”; junio de 1865: “Los espíritus en España. Cura de una obsesada de Barcelona”; febrero de 1866: “Curas de obsesiones” y junio de 1867: “Grupo curador de Marmande”. [N. de A. Kardec.] 21. Una epidemia de este tipo asoló hace algunos años al pueblo de Morzine, en Saboya (ver el relato de esta epidemia en la Revista Espírita de diciembre de 1862 y enero, febrero, abril y mayo de 1863 con el título de “Estudios sobre los posesos de Morzine. Causa de la obsesión y medios de combatirla”). [N. de A. Kardec.]
Allan Kardec.
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LA EDUCACIÓN
El hombre no llega a ser hombre más que por la educación.No es más que lo que la educación hace de él.Es importante subrayar que el hombre siempre es educado por otros hombres y por otros hombres que también fueron educados.
" Inmanuel Kant"
La educación es, vistas así las cosas, el derecho más elemental, más allá de los considerados básicos para sobrevivir.La mera supervivencia no nos concede dignidad alguna.La dignidad humana se alcanza gracias a la razón.La libertad y la iguladad no tendrían que suponer esfuerzo alguno para nadie.Al ser humano se le deberían suponer como al soldado la valentía. La educación, el acceso a la cultura, el desarrollo de la razón, sin embargo, requieren esfuerzo. Es el derecho que más trabajo requiere.El acceso a ella tiene que estar garantizado.Hasta dònde llegue cada uno es algo que no se puede saber, medir ni controlar.En una sociedad justa debería estar sólo en nuestras manos.
La gente muere de hambre,las guerras y la violencia acaban con la vida de incontables seres humanos, las epidemias diezman la población en los países más pobres.Las injusticias, las desigualdades y la falta de libertad son el pan de cada día.La razón fundamental de que todo esto suceda es la ignorancia.La ignorancia nos es útil para imponer nuestras ideas y nuestras creencias.Moldeamos gracias a ella el mundo a nuestro antojo.Mantener conscientemente y pudiendo evitarlo a los demás en la ignorancia es el mayor de los pecados.Las élites que surgen naturalmente son inevitables aunque no sean lo deseable, las élites conseguidas a hierro y fuego y mantenidas con el engaño son el más evidente síntoma de que el mundo está enfermo.
La educación, en estas condiciones, adquiere un papel vital si queremos que el estado de las cosas cambie.Decir esto no va mucho más allá de decir una obviedad.El verdadero problema, el más difícil de resolver es cómo educar.El más difícil todavía es educar a quien no quiere ser educado.Nadie rechaza para sí mismo comida,ropa y refugio,pocos se oponen a la libertad y a la igualdad pero muchos no llegan a comprender el alcance de la educación.No hablo de la mera transmisión de conocimientos y valores. Voy más allá. Hablo de conseguir que cada uno de nosotros se considere un ser humano autónomo, libre y por tanto valiente.
- Viviana Gianitelli-
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LA ECOLOGÍA A LA LUZ DEL ESPIRITISMO
A partir del momento de la creación del mundo, pasaron muchos millones de años hasta que la configuración del planeta Tierra asumió la forma como lo conocemos hoy.
Esto ya deja entrever que la Creación no permite que la Naturaleza dé saltos, lo cual dificultaría la evolución lenta y progresiva por la que pasan los diferentes seres de los reinos naturales de este planeta, no solo en lo que se dice al respecto de la costra terrestre propiamente dicha, sino todo lo que compone el cuadro natural, además de las interrelaciones intrínsecas con la envoltura gaseosa que envuelve a la Tierra, conocida como atmósfera, en este mismo planeta.
En nuestros días, el desarollo científico y tecnológico nos permite saber que esta configuración no fue ni es definitiva y más que ella está en constante modificación a lo largo del tiempo y del espacio, según una dinámica propia, en consonancia con la planificación de los Arquitectos Siderales, en función del equilibrio cósmico.
La Naturaleza como un todo, es todo el Cosmos que sigue su curso evolutivo y, ese ambiente del planeta Tierra que fue destinado al hombre para que en él se desenvolviese también en su camino lento y progresivo de evolución, en equilibrio con todo aquello que está a su vuelta, y sobre todo, con la grave responsabilidad de convivir pacífica y armoniosamente con sus semejantes y con este ambiente que lo rodéa.
Hoy en día, en este siglo XXI, en que el clamor de buena parte de la humanidad ya se vuelve para la salud y el latido del planeta, verificamos que la especie Homo Sapiens, de la cual el hombre es su representante superior, aún está lo bastante lejos como para que se pueda decir que este mismo hombre procuró conservar su patrimonio natural que le fue puesto a disposición para los años del porvenir.
Por otro lado, por lo menos desde que los profetas, avatares y principalmente Jesús de Nazaret, vinieron a traer las enseñanzas necesarias para conducir la mente del hombre para las cosas del Padre, desde Moisés que, mucho tiempo antes de la venida de Jesús, aunque todavía predominase la ley de Talión, de "Ojo por ojo y Diente por diente", vino a la Humanidad preparándola para ocupar una posición hominal, no solo en relación a su estatura bípeda ( que ya tenía desde hacía mucho tiempo), sino sobre todo en relación a la elevación de sus pensamientos para Dios y para las cosas del Espíritu, a través del Amor Crístico Universal.
Jesús, desde su descenso a la Tierra, estableció en la Escuela Iniciática la Doctrina del Amor, diciendo que traía un único Mandamiento: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo", por la caridad, la fraternidad, el amor ilimitado, y que solo así el Reino de Dios estaría con sus puertas abiertas para todos aquellos que, de esta forma, pasaran a conducir sus vidas, siendo esta la gran orientación dejada por Él a toda la humanidad.
Al iniciar el tercer milenio, vemos que el hombre aprendió poco; ni siquiera puso en práctica tales enseñanzas representadas por esa gran síntesis propuesta por Jesús. Y si no fue capaz de amar a Dios, ¿cómo podría haber sido capaz de amarse a sí mismo y al prójimo como a sí mismo?.
Considerando que el mismo viene permitiendo degradar su materia con el uso abusivo de los placeres y las ilusiones que son el uso artificioso de la personalidad, de su Ego super dimensionado, ya se pueden imaginar como atraen para sí los daños que este mismo ser humano viene causando en el ambiente natural que lo rodéa.
Por.: Izabel Gurgel
Traducción y adaptación: Jose Luis Martín
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