Hoy veremos en este sitio :
- Doctrina Espírita: Algo serio
- ¿ Nuestros pensamientos, sentimientos y emociones, pueden afectar a los demás?
- Ley de Evolución
- Evidencias del Más Allá
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El estudio de una doctrina, tal como la Doctrina Espírita, que nos lanza de repente en un orden de cosas tan nuevas y tan grandes, no puede ser hecho con buen resultado sino por personas serias, perseverantes, ajenas de prevenciones y animados de una firme y sincera voluntad de alcanzar un resultado.
No podríamos dar esos calificativos a los que juzgan, a priori, ligeramente y sin haber visto todo; que no dan a sus estudios ni la continuidad, ni la regularidad, ni el recogimiento necesario; y menos aún sabríamos darlos a ciertas personas que para no faltar a su reputación de personas chistosas, se empeñan en procurar un lado burlesco en las cosas más verdaderas, o juzgadas tales, por personas cuyo saber, carácter y convicción dan derecho al respeto de quien se vanaglorie de educado.
Por tanto, aquellos que no juzgan los hechos dignos de ellos y de su atención, que se abstengan; nadie sueña con violentar sus creencias, pero que respeten así mismo las de los otros.
Allan Kardec
El Libro de los Espíritus
El Libro de los Espíritus
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¿Nuestros sentimientos, pensamientos y emociones pueden afectar a los demás?
El pensamiento, mediante el motor de la voluntad que lo proyecta, llega a cualquier ser o cualquier rincón del universo, por muy remoto que sea, y dependiendo del grado de sintonía que encuentre, hace un efecto más o menos intenso o prolongado. Por eso el Ser humano debe acostumbrarse a controlar más sus pensamientos y emociones, porque estos son una energía mental, buena o mala, capaz de provocar efectos positivos o negativos, por lo que cada uno siempre somos responsables del resultado final de los mismos.
Los pensamientos y sentimientos tienen un poder creador o por el contrario, destructivo, sobre todo cuando actúan conjuntamente los de varios Seres, que con sus mentes vibrando en afinidad o en sintonía y aunando sus fuerzas, se proyectan hacia una misma meta, ya sean personas o cosas y con su consiguiente efecto de carácter bueno o malo.
Tanta importancia tiene la incidencia de los pensamientos y sentimientos, que en efecto, existe gente a la que se podría llamar “gafe”, de los cuales tantos chistes se han hecho, porque llevan su mala suerte o su torpeza con ellos en todo cuanto hacen y les suele salir mal; esto es algo real y hasta frecuente. Se trata de personas con un frecuente e intenso estado anímico y mental negativo que, aun sin saberlo, ellos mismos tienen la capacidad de atraer a su alrededor todo lo negativo con lo que sintonizan continuamente, y así van complicando realmente su vida y en ocasiones, la de los que le rodean.
Por lo dicho, se debe procurar pensar siempre positivamente de los demás, tratando de generar más a menudo sentimientos de Amor, cariño y buenos deseos hacia los ellos, así como desterrar la temible tendencia a pensar mal o a comentar negativamente de otras personas.
Puesto que nuestros pensamientos y sentimientos son vibraciones que causan efectos positivos o negativos que regresan y nos alcanzan, nosotros seremos los primeros beneficiados o perjudicados por ellos. Por ese motivo, sabiendo que invariablemente vamos a cosechar de lo mismo que hayamos sembrado, por caridad hacia los que nos rodean y hacia nosotros mismos,( por la cuenta que nos trae), procuremos adoptar el optimismo, el buen deseo y la buena voluntad para utilizarlos a diario en nuestras vidas, convencidos de que nosotros seremos los primeros y grandes beneficiados de este hábito mental saludable.
Dado que nos pueden llegar esas energías insanas que son los pensamientos negativos que otras mentes emitan hacia nosotros, la forma que tenemos para estar protegidos de ellas es el mantener nuestra propia mente en un tono vibratorio elevado o positivo, pues las vibraciones más lentas que constituyen las frecuencias de los negativos, se ven repelidas por la mente si está generando una sintonía vibratoria más elevada. Para cualquier clase de negatividad que nos pueda intentar afectar, esto es una barrera infranqueable.
- Jose Luis Martín-
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“El querer lo es todo en la vida. Si queréis ser felices lo seréis. Es la voluntad la que transporta las montañas”
- Alfred Victor (poéta francés 1797-1863)-
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LEY DE EVOLUCIÓN
El concepto de evolución ha avanzado mucho en los últimos tiempos. Tan atacado en su origen por las mentalidades dogmáticas, mentes anquilosadas, ha tomado impulso vigoroso en este siglo de avance en todos los aspectos de la ciencia y la razón.
Comenzó siendo una hipótesis, básica para la investigación, para algunas mentes más claras, llegando a ser una teoría académica, fundamental para el estudio como ley de la vida. Primero, en el campo de la zoología por el gran naturalista francés Lamarck y otros, extendiéndose a todos los campos de la vida manifestada, y sostenida hoy por la ciencia moderna, y hasta por muchos científicos dentro de las diversas corrientes del cristianismo.
La evolución como ley cósmica, ley divina, trasciende a todos los aspectos de la Naturaleza; porque, evolución es un transformismo continuado hacia formas más complejas en lo morfológico y un desarrollo constante en lo psíquico.
Toda manifestación de vida, y aun todo aquello que nos parece materia inerte, está en constante movimiento y transformación. De aquí las mutaciones ya comprobadas en las diversas formas del reino mineral, así como vegetal, animal y hominal.
Todo cuanto existe, nace con su ley, constituye la expresión de una ley; no puede existir si no es como desarrollo de un principio, siguiendo una ley. Y el ser humano, al igual que todos los demás aspectos de la vida manifestada, está inmerso en esta gran ley divina: Ley de Evolución.
Toda forma de energía, que es vida, desde el átomo al hombre, está comprendida en esta fuerza cósmica, dentro de un transformismo evolutivo. Lento, muy lento en las formas inferiores, presionando cada vez más en las formas más evolucionadas, en relación al desarrollo del psiquismo.
La personalidad humana en su estado actual, es el resultado de una larga evolución, en lo físico, psíquico y espiritual. Como dista mucho, todavía, de la meta —la perfección— sigue avanzando hacia ella, en el tiempo y en el espacio, empujada por esta fuerza cósmica, que es ley de la Vida.
Aun cuando, cada fase evolutiva tiene su tiempo marcado dentro de esa eternidad que tenemos por delante; ya en la etapa humana, el mayor o menor tiempo empleado en alcanzar la meta, depende del individuo mismo. Ante esta premisa, puede que alguno piense... —entonces, no hay prisa en llegar, ya que tenemos toda una eternidad por delante. Quien así pensare, toma una actitud desacertada; ya que, cuanto menos avance en su camino de progreso, cuanto menos se esfuerce en progresar, más sujeto estará a las encarnaciones en los mundos atrasados de vidas penosas.
Dado el concepto limitadísimo que los humanos tenemos del tiempo, la evolución se nos presenta como muy lenta; pero, no de un salto se transforma en perfecta una humanidad atrasada. Como dice el filósofo Pietro Ubaldi, en su obra: «La Gran Síntesis«: «Los perezosos, los retardados, los holgazanes y viciosos, pesan enormemente sobre los más adelantados. Y no sólo pesan, sino que se sublevan contra todos aquellos que se empeñan en hacerles avanzar por el verdadero camino. Es tanto el atraso moral y espiritual de nuestra humanidad, que ésta cobra aversión y hasta odio a todo el que lucha por sacarla de su charco de fango, en medio del cual se encuentra muy a gusto, por falta del conocimiento de su propia realidad, de la verdad de la vida«.
Sólo unos pocos, con una capacidad perceptiva más desarrollada, pueden apreciar el avance arrollador de esa energía cinética y fuerza creadora. La mayoría, avanzan inconscientemente, arrastrados por esa fuerza poderosa, que toma aspectos diversos de manifestación en las relaciones humanas.
En las formas inferiores de vida, esta fuerza, esta ley de la vida, las impele a un constante movimiento de transformación, hacia formas más complejas y perfectas. Y, ya en la etapa humana, la ley de evolución sigue también (aunque lentamente para la percepción humana) la transformación morfológica hacia formas más perfectas; pues, nuestra humanidad no ha alcanzado aún el avance morfológico de las humanidades más evolucionadas de otros mundos. Pero, donde la ley actúa con más fuerza, es en el psiquismo, creando en el individuo el deseo de nuevas conquistas, con nuevas experiencias, en todos los órdenes de la actividad humana; aun cuando éstas tengan el aspecto de luchas y violencias.
Sebastián de Arauco.
El concepto de evolución ha avanzado mucho en los últimos tiempos. Tan atacado en su origen por las mentalidades dogmáticas, mentes anquilosadas, ha tomado impulso vigoroso en este siglo de avance en todos los aspectos de la ciencia y la razón.
Comenzó siendo una hipótesis, básica para la investigación, para algunas mentes más claras, llegando a ser una teoría académica, fundamental para el estudio como ley de la vida. Primero, en el campo de la zoología por el gran naturalista francés Lamarck y otros, extendiéndose a todos los campos de la vida manifestada, y sostenida hoy por la ciencia moderna, y hasta por muchos científicos dentro de las diversas corrientes del cristianismo.
La evolución como ley cósmica, ley divina, trasciende a todos los aspectos de la Naturaleza; porque, evolución es un transformismo continuado hacia formas más complejas en lo morfológico y un desarrollo constante en lo psíquico.
Toda manifestación de vida, y aun todo aquello que nos parece materia inerte, está en constante movimiento y transformación. De aquí las mutaciones ya comprobadas en las diversas formas del reino mineral, así como vegetal, animal y hominal.
Todo cuanto existe, nace con su ley, constituye la expresión de una ley; no puede existir si no es como desarrollo de un principio, siguiendo una ley. Y el ser humano, al igual que todos los demás aspectos de la vida manifestada, está inmerso en esta gran ley divina: Ley de Evolución.
Toda forma de energía, que es vida, desde el átomo al hombre, está comprendida en esta fuerza cósmica, dentro de un transformismo evolutivo. Lento, muy lento en las formas inferiores, presionando cada vez más en las formas más evolucionadas, en relación al desarrollo del psiquismo.
La personalidad humana en su estado actual, es el resultado de una larga evolución, en lo físico, psíquico y espiritual. Como dista mucho, todavía, de la meta —la perfección— sigue avanzando hacia ella, en el tiempo y en el espacio, empujada por esta fuerza cósmica, que es ley de la Vida.
Aun cuando, cada fase evolutiva tiene su tiempo marcado dentro de esa eternidad que tenemos por delante; ya en la etapa humana, el mayor o menor tiempo empleado en alcanzar la meta, depende del individuo mismo. Ante esta premisa, puede que alguno piense... —entonces, no hay prisa en llegar, ya que tenemos toda una eternidad por delante. Quien así pensare, toma una actitud desacertada; ya que, cuanto menos avance en su camino de progreso, cuanto menos se esfuerce en progresar, más sujeto estará a las encarnaciones en los mundos atrasados de vidas penosas.
Dado el concepto limitadísimo que los humanos tenemos del tiempo, la evolución se nos presenta como muy lenta; pero, no de un salto se transforma en perfecta una humanidad atrasada. Como dice el filósofo Pietro Ubaldi, en su obra: «La Gran Síntesis«: «Los perezosos, los retardados, los holgazanes y viciosos, pesan enormemente sobre los más adelantados. Y no sólo pesan, sino que se sublevan contra todos aquellos que se empeñan en hacerles avanzar por el verdadero camino. Es tanto el atraso moral y espiritual de nuestra humanidad, que ésta cobra aversión y hasta odio a todo el que lucha por sacarla de su charco de fango, en medio del cual se encuentra muy a gusto, por falta del conocimiento de su propia realidad, de la verdad de la vida«.
Sólo unos pocos, con una capacidad perceptiva más desarrollada, pueden apreciar el avance arrollador de esa energía cinética y fuerza creadora. La mayoría, avanzan inconscientemente, arrastrados por esa fuerza poderosa, que toma aspectos diversos de manifestación en las relaciones humanas.
En las formas inferiores de vida, esta fuerza, esta ley de la vida, las impele a un constante movimiento de transformación, hacia formas más complejas y perfectas. Y, ya en la etapa humana, la ley de evolución sigue también (aunque lentamente para la percepción humana) la transformación morfológica hacia formas más perfectas; pues, nuestra humanidad no ha alcanzado aún el avance morfológico de las humanidades más evolucionadas de otros mundos. Pero, donde la ley actúa con más fuerza, es en el psiquismo, creando en el individuo el deseo de nuevas conquistas, con nuevas experiencias, en todos los órdenes de la actividad humana; aun cuando éstas tengan el aspecto de luchas y violencias.
Sebastián de Arauco.
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EVIDENCIAS DEL MÁS ALLÁ
Elizabeth Kübler-Ross: La connotada científica, se dedicó a estudiar miles de casos, a través del mundo entero, de personas de distinta edad (la más joven tenía dos años, y la mayor, 97 años), raza y religión, que habían sido declaradas clínicamente muertas y que fueron llamadas de nuevo a la vida.
"El primer caso que me asombró fue el de una paciente de apellido Schwartz, que estuvo clínicamente muerta mientras se encontraba internada en un hospital. Ella se vio deslizarse lenta y tranquilamente fuera de su cuerpo físico y
pronto flotó a una cierta distancia por encima de su cama. Nos contaba, con humor, cómo desde allí miraba su cuerpo extendido, que le parecía pálido y feo. Se encontraba extrañada y sorprendida, pero no asustada ni espantada. Nos contó cómo vio llegar al equipo de reanimación y nos explicó con detalle quién llegó primero y quién último. No sólo escuchó claramente cada palabra de la conversación, sino que pudo leer igualmente los pensamientos de cada uno. Tenía ganas de interpelarlos para decirles que no se dieran prisa puesto que se encontraba bien, pero pronto comprendió que los demás no la oían. La señora Schwartz decidió entonces detener sus esfuerzos y perdió su conciencia. Fue declarada muerta cuarenta y cinco minutos después de empezar la reanimación, y dio signos de vida después, viviendo todavía un año y medio más. Su relato no fue el único. Mucha gente abandona su cuerpo en el transcurso de una reanimación o una intervención quirúrgica y observa, efectivamente, dicha intervención”.
La doctora Kübler-Ross añade que “otro caso bastante dramático fue el de un hombre que perdió a sus suegros, a su mujer y a sus ocho hijos, que murieron
carbonizados luego que la furgoneta en la que viajaban chocara con un camión cargado con carburante. Cuando el hombre se enteró del accidente permaneció semanas en estado de shock, no se volvió a presentar al trabajo, no era capaz de hablar con nadie, intentó buscar refugio en el alcohol y las drogas, y terminó tirado en la cuneta, en el sentido literal de la palabra. Su último recuerdo que tenía de esa vida que llevó durante dos años fue que estaba acostado, borracho y drogado, sobre un camino bastante sucio que bordeaba un bosque. Sólo tenía un pensamiento: no vivir más y reunirse de nuevo con su familia. Entonces, cuando se encontraba tirado en ese camino, fue atropellado por un vehículo que no alcanzó a verlo. En ese preciso momento se encontró él mismo a algunos metros por encima del lugar del accidente, mirando su cuerpo gravemente herido que yacía en la carretera. Entonces apareció su familia ante él, radiante de luminosidad y de amor. Una feliz sonrisa en cada rostro. Se comunicaron con él sin hablar, solo por transmisión de pensamiento y le hicieron saber la alegría y la felicidad que el reencuentro les proporcionaba. El hombre no fue capaz de darnos a conocer el tiempo que duró esa comunicación, pero nos dijo que quedó tan violentamente turbado frente a la salud, la belleza, el resplandor que ofrecían sus seres queridos, lo mismo que la aceptación de su actual vida y su amor incondicional, que juró no tocarlos ni seguirlos, sino volver a su cuerpo terrestre para comunicar al mundo lo que acababa de vivir, y de ese modo reparar sus vanas tentativas de suicidio. Enseguida se volvió a encontrar en el lugar del accidente y observó a distancia como el chófer estiraba su cuerpo en el interior del vehículo. Llegó la ambulancia y vio como lo transportaban a la sala de urgencias de un hospital. Cuando despertó y se recuperó, se juró a sí mismo no morirse mientras no hubiese tenido ocasión de compartir la experiencia de una vida después de la muerte con la mayor cantidad de gente posible".
- Ángeles Calatayud-
carbonizados luego que la furgoneta en la que viajaban chocara con un camión cargado con carburante. Cuando el hombre se enteró del accidente permaneció semanas en estado de shock, no se volvió a presentar al trabajo, no era capaz de hablar con nadie, intentó buscar refugio en el alcohol y las drogas, y terminó tirado en la cuneta, en el sentido literal de la palabra. Su último recuerdo que tenía de esa vida que llevó durante dos años fue que estaba acostado, borracho y drogado, sobre un camino bastante sucio que bordeaba un bosque. Sólo tenía un pensamiento: no vivir más y reunirse de nuevo con su familia. Entonces, cuando se encontraba tirado en ese camino, fue atropellado por un vehículo que no alcanzó a verlo. En ese preciso momento se encontró él mismo a algunos metros por encima del lugar del accidente, mirando su cuerpo gravemente herido que yacía en la carretera. Entonces apareció su familia ante él, radiante de luminosidad y de amor. Una feliz sonrisa en cada rostro. Se comunicaron con él sin hablar, solo por transmisión de pensamiento y le hicieron saber la alegría y la felicidad que el reencuentro les proporcionaba. El hombre no fue capaz de darnos a conocer el tiempo que duró esa comunicación, pero nos dijo que quedó tan violentamente turbado frente a la salud, la belleza, el resplandor que ofrecían sus seres queridos, lo mismo que la aceptación de su actual vida y su amor incondicional, que juró no tocarlos ni seguirlos, sino volver a su cuerpo terrestre para comunicar al mundo lo que acababa de vivir, y de ese modo reparar sus vanas tentativas de suicidio. Enseguida se volvió a encontrar en el lugar del accidente y observó a distancia como el chófer estiraba su cuerpo en el interior del vehículo. Llegó la ambulancia y vio como lo transportaban a la sala de urgencias de un hospital. Cuando despertó y se recuperó, se juró a sí mismo no morirse mientras no hubiese tenido ocasión de compartir la experiencia de una vida después de la muerte con la mayor cantidad de gente posible".
- Ángeles Calatayud-
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