Hola amigos ¡ Hoy os propongo
estos temas:
-Esìritus felices: La Srta Emma
-Fenómenos renovadores
-Turbación espírita tras la muerte
-Frase de André Luiz
- Los Obreros del Señor
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ESPÍRITUS FELICES
LA Srta. EMMA.
Fue ésta una joven que murió a consecuencia de un accidente causado por el fuego, y después de crueles sufrimientos. Alguien se propuso pedir su evocación a la Sociedad Espiritista de París, cuando se presentó espontáneamente el 31 de julio de 1863, poco tiempo después de su muerte.
“Heme aquí, pues, todavía en el teatro del mundo, a mí, que me creía enterrada para siempre con mi velo de inocencia y de juventud. El fuego de la Tierra me salvaba del fuego del infierno.
Así pensaba en mi fe católica. Y si no me atrevía a entrever los esplendores del paraíso, mi alma trémula se refugiaba en la expiación del purgatorio, y rogaba, sufría y lloraba. Pero, ¿quién dio a, mi debilidad la fuerza de soportar mis angustias? ¿Quién, en las largas noches de insomnio y de fiebre dolorosa, se inclinaba sobre mi cabecera de mártir? ¿Quién refrescaba mis labios ardientes?
Erais vos, mi ángel guardián, cuya blanca aureola me rodeaba, erais vosotros también, queridos espíritus amigos, que veníais a decir a mi oído palabras de esperanza y de amor.
“La llama que consumió mi débil cuerpo me despojó del afecto a lo que pasa, también morí viviendo de la verdadera vida. No conocí la turbación, y entré serena y recogida en el día radiante que envuelve a los que, después de haber sufrido mucho, han esperado un poco. Mi madre, mi querida madre, fue la última vibración terrestre que resonó en mi alma. ¡Cómo me complacería que fuese espiritista!
“Me he desprendido del árbol terrestre como un fruto maduro antes del tiempo. Tan sólo
rozóme el demonio del orgullo, que punza a las almas de las desgraciadas arrastradas por brillantes triunfos y la embriaguez de la juventud. Yo bendigo la llama, que era una expiación. Semejante a esas ligeras nubecillas blancas del otoño, floto arrastrada en la corriente luminosa. No son estrellas de diamantes las que brillan en mi frente, sino las estrellas de oro del buen Dios.”
Emma.
En otro centro, en El Havre, el mismo espíritu dio también espontáneamente la comunicación siguiente, el 30 de julio de 1863.
“Los que sufren en la Tierra son recompensados en la otra vida. Dios está lleno de justicia y de misericordia para los que sufren aquí abajo. Concede dicha tan pura, felicidad tan perfecta, que no se debieran temer ni los sufrimientos, ni la muerte, si a las pobres criaturas humanas les fuera posible sondear los misteriosos designios de nuestro Creador.
“Pero la Tierra es un lugar de pruebas, a menudo muy grandes, a veces sembradas de
dolores muy punzantes. Resignaos a todo, si ellas os alcanzan, resignaos a todas ante la bondad suprema de Dios, que es Todopoderoso. Si os da una carga pesada para que la llevéis, si os llama a Él después de grandes sufrimientos, veréis en la otra vida, en la vida feliz, de cuán poca importancia son estos dolores y estas penas de la Tierra, cuando juzguéis de la recompensa que Dios os reserva, si vuestro corazón no ha pronunciado ninguna queja, ningún murmullo. Muy joven he dejado la Tierra. Dios ha querido perdonarme y darme la vida de los que han respetado sus voluntades.
Adorad siempre a Dios, amadle con todo vuestro corazón. Rogadle sobre todo, rogadle firmemente: ese es vuestro sostén allá en la Tierra, vuestra esperanza, vuestra salvación.”
Emma.
EL CIELO Y EL INFIERNO SEGÚN EL ESPIRITISMO. ALLAN AKARDEC.
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*Fenómenos Renovadores*
Tus pensamientos van en la dirección de tus aspiraciones. Lo que anhelas con la emoción, lo elaboras en la construcción mental. Por consiguiente, sucederá según lo quieras.
Por cierto, en el transcurso de la existencia física experimentarás pruebas y expiaciones que son la consecuencia de pensamientos y actitudes pasadas, que retornan al proscenio del ser como mecanismos de reparación, rescate, reeducación.
Si hubieses actuado de forma diferente, enfrentarías otras situaciones karmicas.
A pesar de esos efectos, la ley de renovación te impulsa a modificar la estructura de los días venideros mediante tu conducta presente.
Revisa cuanto antes tus planes de acción. Sometelos con calma a un análisis prudente y considera tus posibilidades actuales, a fin de rehacer programas y establecer metas nuevas.
Si te parecen correctos, amplialos. Si te parecen insuficientes o perturbadores, corrígelos. Renuévate, pues, alterando siempre para mejor tus disposiciones de crecimiento, sea como fueres que te encuentres.
Juana de Angelis/Divaldo Franco, Libro Momentos de Salud
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Turbación espírita tras la muerte
163. El alma, al dejar el cuerpo, ¿tiene de inmediato conciencia de sí misma?
- Conciencia inmediata no es el término adecuado. Permanece algún tiempo en estado de turbación.
164. ¿Todos los Espíritus experimentan en el mismo grado y durante un lapso idéntico la turbación que sigue a la separación del alma y el cuerpo?
- No, ello depende de su elevación. El que está ya purificado vuelve en sí casi inmediatamente, porque se ha desprendido de la materia durante la vida del cuerpo, al paso que el hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva durante mucho más tiempo la impresión de esa materia.
165. El conocimiento del Espiritismo ¿ejerce influencia sobre la duración más o menos prolongada de la turbación?
- Una influencia muy grande, por cuanto el Espíritu comprende de antemano su situación. Pero, lo que más influye es la práctica del bien y la conciencia pura.
En el momento de la muerte todo es al principio confuso. Hace falta al alma algún tiempo para recobrarse. Se halla como aturdida, al igual que el estado de un hombre que saliera de un sueño profundo y que tratara de darse cuenta de su situación. La lucidez de las ideas y el recuerdo del pasado le vuelven conforme se va borrando el influjo de la materia de que acaba de desembarazarse, y a medida que se disipa la especie de niebla que oscurece sus pensamientos.
La duración de la turbación que sigue a la muerte es muy variable. Puede ser de unas pocas horas como de varios meses, y hasta de muchos años. Aquellos en quienes es más breve son los que se han identificado en vida con su estado futuro, por cuanto comprenden de inmediato su situación.
La turbación presenta circunstancias particulares, de acuerdo con el carácter de cada individuo y, sobre todo, según el tipo de muerte experimentada. En las violentas, producidas por suicidio o suplicio, accidente, apoplejía o heridas, etcétera, el Espíritu se encuentra sorprendido, asombrado, y no cree haber muerto. Así lo sostiene con terquedad. No obstante, ve su cuerpo, sabe que ese cuerpo es el suyo, y no comprende que se haya separado de él. Acude junto a las personas a quienes profesaba afecto, les habla y no comprende por qué ellas no le oyen. Esa ilusión dura hasta que el desprendimiento del periespíritu se ha consumado. Sólo entonces el Espíritu se recobra y comprende que ya no forma parte de los vivientes. Este fenómeno se explica con facilidad. Sorprendido de improviso por la muerte, el Espíritu está aturdido por el brusco cambio que en él se ha operado. Para él, la muerte sigue siendo sinónimo de destrucción, de aniquilamiento. Ahora bien, como quiera que piensa, ve y entiende, en su opinión no está muerto. Lo que aumenta su ilusión es que se ve dueño de un cuerpo similar al anterior, por su forma, pero cuya etérea naturaleza no ha tenido todavía tiempo de estudiar. Lo cree sólido y compacto como lo era el primero, y cuando se le llama la atención sobre este punto se asombra de no poder palparlo. Este fenómeno es análogo al de los sonámbulos noveles, que no creen estar dormidos. Para ellos, el sueño es sinónimo de suspensión de las facultades. Y puesto que piensan libremente y ven, en su concepto no se hallan dormidos. Algunos Espíritus presentan esta particularidad, aun cuando la muerte no los haya sorprendido en forma imprevista. Pero sigue siendo una particularidad más general en aquellos que, aunque enfermos, no pensaban que morirían. Se ve entonces el singular espectáculo de un Espíritu que asiste a su funeral como si se tratara del de un extraño, y hablando de él como de una cosa que no le concierne, hasta el momento en que comprende la verdad.
La turbación que sigue a la muerte no tiene nada de penoso para el hombre de bien. Es tranquila y semejante en todo a la que acompaña a un despertar apacible. En cambio, para aquel cuya conciencia no es pura, está llena de ansiedad y de angustias, que aumentan a medida que va comprendiendo su situación.*
En los casos de muerte colectiva se ha observado que todos los que perecen al mismo tiempo no siempre se vuelven a ver de inmediato. En la turbación que sigue a la muerte, cada cual va por su lado, preocupándose tan sólo de aquellos que le interesan.
El Libro de los Espíritus
Allan kardec
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"UNA EXISTENCIA ES UN ACTO; UN CUERPO UN VESTIDO- UN SIGLO UN DÍA- Y LA MUERTE....- LA MUERTE ES UN SOPLO RENOVADOR"
- André Luiz -
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LOS OBREROS DEL SEÑOR
.. Tocáis el tiempo del cumplimiento de las cosas anunciadas para la transformación de la Humanidad. ¡Felices serán los que hayan trabajado en el campo del Señor con desinterés y sin otro móvil que la caridad! Sus jornales de trabajo serán pagados al céntuplo de lo que hayan esperado. Felices los que hayan dicho a sus hermanos: “Hermanos, trabajemos juntos y unamos nuestros esfuerzos, a fin de que el Señor cuando llegue, encuentre la obra terminada”. Porque el Señor les dirá: “¡Venid a mí, vosotros que sois buenos servidores, que callasteis vuestros celos y vuestras discordias para no perjudicar la obra! ¡Pero, ay de aquellos que, por sus disensiones, hayan retardado la hora de la cosecha, porque la tempestad vendrá y serán arrebatados por el torbellino! Ellos gritarán: “¡Gracia! ¡Gracia!” Pero el Señor les dirá: Por qué pedís gracia, vosotros que no habéis tenido piedad de vuestros hermanos, y que os habéis rehusado a tenderles la mano, vosotros que abatisteis al débil en lugar de sostenerle? ¿Por qué pedís gracia, vosotros que habéis buscado vuestra recompensa en los goces de la Tierra y en las satisfacciones de vuestro orgullo?
Vosotros habéis recibido ya vuestra recompensa tal como la pretendíais; no pidáis más: las recompensas celestes son, para los que no hayan pedido las recompensas de la Tierra.
Dios hace en este momento un nuevo censo de sus servidores fieles, y ha señalado con su dedo a los que no tienen sino la apariencia de la devoción, a fin de que no usurpen más el salario de los servidores valerosos, porque a los que no retrocedan ante su tarea, les va a confiar los puestos más difíciles en la gran obra de la regeneración por el Espiritismo, y estas palabras se cumplirán: “Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros en el reino de los cielos” .(EL ESPÍRITU DE VERDAD, París, 1862*
Allan kardec.
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