sábado, 12 de abril de 2014

Compartiendo nuestros bienes

   









La riqueza a veces nos hace sentirnos pobres,  por no saber el verdadero significado de la misma. Son muchos los ricos, que se sienten pobres, porque espiritualmente gozan de pocas posesiones, insatisfechos y  no contentos consigo mismos, el oro que poseen, se convierte en hierro oxidado que no calma su sed espiritual.
Por la ausencia de sensaciones y objetivos, muchos se lanzan al suicidio, ante los demás son poderosos pero en la realidad están desprovistos de la savia divina que nos empuja hacia objetivos que aún carecemos y que nos gusta conquistar dando énfasis a nuestras vidas para ir en su búsqueda.
La riqueza es una experiencia, que el hombre enfrenta en la vida, al igual que la pobreza, y que debe aprender a desarrollar en ella, los objetivos establecidos que suele ser el poder desarrollar con mayor facilidad, el progreso y la caridad; el progreso porque los poderosos, al poder acceder a todos los requisitos y necesidades de los proyectos para el avance de la vida  es gracias a ellos que el mundo avanza, con mejores perspectivas, y la caridad porque  gracias a nuestros bienes materiales, podemos dar a los que nada tienen; los ricos pueden  atender a la pobreza, incluso erradicarla, creando objetivos para el desarrollo de los que nada tienen.
Quien no puede donar algo de sí mismo, en la buena voluntad, en la sonrisa fraterna o en la palabra sincera de bondad, en balde extenderá las manos repletas de oro, porque solo  el amor abre las puertas de la plenitud espiritual y siembra en la Tierra la luz de la verdadera caridad, que extingue el mal y disipa las tinieblas. El Tesoro Real de la vida está en nuestro corazón
Habitualmente, atraemos  la riqueza  y suponemos detenerla para siempre, adornándonos  con las facilidades que el oro proporciona… un día, sin embargo, en las fronteras de la muerte, somos despojados de todas las posesiones exteriores y si algo nos queda será simplemente la plantación de las migajas de amor que hemos distribuido, valoradas  en nuestro nombre  por la alegría, de  aquellos que nos hicieron la bondad de recibirlas. aunque sean precarias y momentáneas, 
Cuando traspasamos la existencia humana y volvemos al otro lado de la vida, todo el bagaje de aquello que no necesitamos  nos es confiscado, entretanto, las Leyes Divinas  determinan que recojamos, con gran alegría, todo lo que dimos de lo que  somos, de lo que hacemos, de lo que sabemos y de lo que tenemos, en socorro a los otros,  convirtiendo estas concesiones en valores eternos  del alma, que nos aseguraran amplios recursos  adquisitivos en el Plano Espiritual.
La riqueza nos liga a la Tierra con lazos tan numerosos y tan íntimos, que rara vez  consigue la muerte  romperlos y liberarnos de ellos. De aquí las angustias del rico en las vidas futuras. Sin embargo, fácil es comprender  que nada es nuestro en este planeta.  Los bienes  a los cuales  nos consagramos  a toda costa  no nos pertenecen  más que en apariencia. Muchos han creído poseerlos, y todos más tarde o más temprano los tienen que abandonar. Nuestro cuerpo mismo, es un préstamo  de la Naturaleza, y ella sabe muy bien recuperarlo  cuando le conviene. Nuestras únicas adquisiciones eternas  son de orden intelectual y moral.
Dice un dicho que “allí donde está tu corazón, se encuentra tu tesoro”; por ignorancia el hombre no sabe ver la variedad de recursos que existen a su alrededor y que le servirán para la preservación de la vida.
Del amor a los bienes materiales nace la envidia. El que lleva en si este vicio puede despedirse  de todo reposo y de toda paz. Los éxitos la opulencia del prójimo despiertan en él ardientes codicias y una fiebre de posesión que le consumen.
La riqueza no es, sin embargo, un mal en sí misma. Es buena o mala, según el empleo que se hace de ella. Lo importante  es que no inspire soberbia ni dureza de corazón.
Amigos, pensemos en lo que poseemos, y miremos que compartimos con los demás, siempre podemos dar algo, aunque solo sea una sonrisa, para recibir al que nos es antipático, y un trozo del pan de la ración que poseemos. Nadie es tan pobre que no pueda compartir algo de lo que posee, porque no solo poseemos materialmente, hay muchas posesiones espirituales, y de hecho también los ignorantes las compartimos, creando malas inclinaciones a los que nos rodean; estos también tendrán que rendir cuentas ante Dios.
Os deseo un buen día y  que el Señor siga bendiciendo nuestras vidas Merchita  

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Los ojos que nunca lloran, raramente aprenden a ver. 
Meimei.
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ESPACIOS MEDIÚMNIMICOS. 

 El encuentro con la luz

Parece que os dejo fuertes emociones y alguna duda esta hermana misionera...

–Sí, le iba a hacer una pregunta pero al verla tan emocionada no se la hice; era sobre esta hermana que van a operar de cáncer...

Esta hermana misionera está profundamente emocionada y lo puedes ver por la expresión del médium. Como brota el agua de sus ojos como un manantial de amor. Esta hermana necesitaba enfrentarse a su sufrimiento terreno para hacer ese camino, ya liberada subir un escalón más en el encuentro de la plenitud en la misión de progreso que establece y determina la vida. Muchas veces en la tierra atrapados por amarguras –hablo en experiencia propia–, pasamos por alto esta verdad de justicia y de amor y cuando llegamos aquí y vemos esa luz, ese potente claror que ilumina y aclara todas las situaciones descubriendo en nuestro interior el más profundo de todos los sufrimientos, todo lo oculto. Cuando vemos ese esplendor de luz transformadora es cuando el sufrimiento moral se impone en nuestro sentir. Es cuando nos sometemos a duras pruebas para superar situaciones y sentir con intensidad de amor de luz y consuelo esa fuerza que emana de la fuente viva de la vida en donde está el origen del espíritu, esa fuerza activa que es la que enriquece todo el desarrollo de progreso. Los planos terrenos son muy primarios una vez que esta hermana misionera supere la atracción de esta fuerza material le espera una misión de luz en la esfera espiritual. ¿Te queda alguna duda sobre esto hermana?

–No, ninguna, era para hacer un comentario sobre los trabajos que tengo que hacer, ya con anterioridad nos lo habían indicado los guías que nos asisten.

Es otra de tus misiones terrenas el utilizar esa energía, esa fuerza, para la curación de los cuerpos, ese es tu destino y te está quedando rezagada; al no usar la energía se desborda y te produce esos desajustes. Será otra prueba que tendrás que cumplir en otra materialidad, lo comprenderás cuando dejes la materia en donde la has cogido. Es una realidad que tanto nos cuesta comprender cuando estamos en materia; bajamos, hacemos la labor y nos volvemos a marchar. Esta hermana religiosa tendrá un cambio en su sentir con la realización de estos trabajos curativos. Ya indicamos que acompañada de un cirujano espiritual estará en la operación de esta hermana que tiene cáncer.

Cerraré esta puerta; hoy aquí tenemos mucha labor, esto es continuado, cuanto más nos entregamos sentimos más plenitud y una atmosferas de luz emoción y esperanza anima todo nuestro sentir.
Espíritu Jaime
Médium, Manolo Carra
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¿Se puede pedir eficazmente a Dios, el perdón de las faltas ? 

Dios sabe discernir el bien del mal; la oración no oculta las faltas. Aquel que pide a Dios el perdón de sus faltas no obtiene sino el cambiar de conducta. Las buenas acciones son la mejor oración, porque los actos valen más que las palabras.

El libro de los Espíritus - Allan Kardec - Las Leyes Moraless - LAKE)

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   EL SUICIDIO Y LA LOCURA

14. La calma y la resignación, resultantes de la manera de enfrentar la vida terrestre y la fe en el futuro, dan al Espíritu una serenidad que es el mejor preservativo contra la locura y el suicidio. En efecto, es cierto que la mayoría de los casos de locura son debidos a la conmoción producida por las vicisitudes que el hombre no tiene fuerza para soportar; si, pues, por la manera que el Espiritismo le hace ver las cosas de este mundo, recibe con indiferencia, hasta con alegría, los reveses y las decepciones que lo desesperarían en otras circunstancias, es evidente que esa fuerza, que le coloca por encima de los acontecimientos, preserva su razón de los embates, que sin ella, lo sacudirían.

15. Ocurre lo mismo con el suicidio; excluidos aquellos que se efectúan en estado de embriaguez y de locura, y que podemos llamar inconscientes, es cierto que, cualesquiera que sean los motivos particulares, tienen siempre por causa el descontento; ahora bien, aquél que está seguro de no ser infeliz sino por un día, y de que serán mejores los días siguientes, con facilidad tiene paciencia; sólo se desespera si no ve término a sus sufrimientos. Pues, ¿qué es la vida humana con relación a la eternidad, sino mucho menos que un día? Pero para el que no cree en la eternidad, que cree que todo se acaba en él con la vida, si está oprimido por el disgusto y por el infortunio, no ve otro término que la muerte; no esperando nada, encuentra muy natural y aun muy lógico el abreviar sus miserias con el suicidio.

16. La incredulidad, la simple duda acerca del porvenir, las ideas materialistas, en una palabra, son los mayores excitantes al suicidio: engendran la cobardía moral. Y cuando se ven hombres de ciencia apoyarse en la autoridad de su saber para esforzarse en probar a sus oyentes o a sus lectores que nada tienen que esperar después de la muerte,¿no los conducen a esa consecuencia de que si son infelices, nada pueden hacer, mejor que matarse?; ¿Qué podrían decirles para desviarles de eso?; ¿Qué comprensión podrían
ofrecerles?; ¿ Qué esperanza podrían darle?. Ninguna cosa si no es la nada. De donde es preciso concluir que si la nada es el único remedio heróico, la única perspectiva, más vales caer en ella  antes que después, y así sufrir por menos tiempo.

La propagación de las ideas materialistas es, pues, el veneno que inocula en un gran número de personas el pensamiento de suicidio, y aquellos que se hacen sus apóstoles asumen una terrible responsabilidad. No siendo permitida la duda con el Espiritismo, el aspecto de la vida cambia; el creyente sabe que la vida se prolonga indefinidamente más allá de la tumba, pero en otras condiciones; de ahí la paciencia y la resignación que los apartan naturalmente del pensamiento del suicidio; en una palabra, de ahí viene el valor moral.

17. El Espiritismo produce aún, bajo este aspecto, otro resultado también muy positivo y quizá más determinante. Nos muestra a los mismos suicidas que vienen a revelarnos su infeliz posición y a probar que nadie viola impunemente la ley de Dios que prohibe al hombre el abreviar su vida. Entre los suicidas los hay cuyos sufrimientos, aunque temporales y no eternos, no son meno terribles, y de tal naturaleza que hacen reflexionar a cualquiera qu fuese tentado a partir de aquí antes que Dios lo disponga. El espírita tiene, pues, como contrapeso para la idea del suicidio, varios motivos: la certeza de una vida futura en la que sabe que será tanto más feliz cuanto más infeliz y más resignado haya sido en la Tierra; la certeza de que abreviando su vida, justamente alcanza un resultado contrario a lo que esperaba; que se libra de un mal para llegar a otro peor, más largo y más terrible; que se engaña si cree que matándose irá más pronto al cielo; que el suicidio es un obstáculo para reunirse con los seres de su afecto a quienes esperaba encontrar allí; de donde se sigue la consecuencia de que el suicidio, al darle sólo decepciones, está en contra de sus propios intereses. De igual manera el número de suicidios evitados por el Espiritismo es considerable y por eso se puede concluir que, cuando todo el mundo fuere espírita, no habrá más suicidios conscientes. Comparando, pues, los resultados de las doctrinas materialistas y espírita, bajo el sólo punto de vista del suicidio, vemos que la lógica de una conduce a él, mientras que la lógica de la otra aleja de él, lo que está confirmado por la experiencia.
( El Evangelio según el Espiritismo)
                                                            
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EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
18 de abril de 1857 - 18 de abril de 2014
157 años de su aparición

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