viernes, 20 de junio de 2014

Fe, cuestionamiento e incredulidad religiosa

FE Y CUESTIONAMIENTO

 El tiempo, este caminante de la convención humana, que marca los hechos, con inexorable secuencia, determina que los conocimientos estén en constante avance, donde paulatinamente, vamos desmenuzando las ignorancias milenarias, rumbo a la conciencia universal.
Entretanto, teologías de diversas religiones dogmáticas, insisten en continuar aparcadas. Cuando leemos los discursos de los que dicen sembrar "la palabra de Dios" se comprueban que están detenidos en el tiempo.
Por esta actitud, la Doctrina Espirita está sujeta a constantes amonestaciones, que parten de estas agremiaciones exclusivistas y sectarias.
¿Qué llevan a estas religiones, a adoptar estos procedimientos estancadores del conocimiento, el cual es dinámico?
 Buscamos en el ilustre pensador J.Herculano Pires, ayuda para esclarecer de, cómo y porqué el oscurantismo aún consigue florecer.
 Antes, observamos que estas posiciones, enraizadas en un pasado distante e irreducible, floreadas de dogmas indiscutibles; se tornan de fácil comprensión, cuando se cambia el raciocinio lógico y el buen sentido, por la mistificación.
Esto hace que todo sea considerado como sagrado y lo ‘‘sagrado’’ es incuestionable, y por esto se llega a un punto de fe, pasando a ser la Fe, una bandera para la salvación.
Esta ánsias de salvación, por el terror a la muerte, se torna en el motivo final, para aceptar los dogmas de fe, quedando todos arrodillados, porque de lo  contrario, esto llevaría a los fieles al campo prohibido del cuestionamiento, acto considerado absurdo, al igual que dudar del propio Dios o de las verdades incuestionables. Lo que traería como consecuencia, una morada definitiva en el lugar de horror y sufrimiento interminable, que es el infierno eterno.
 Demostrar la dinámica de esta fe, que se recusa en provocar análisis profundo de sus creencias, de comprobada incoherencia e ilógica. Como prueba evidente de estos absurdos claustros mentales, se hace necesario  aquellos que se sienten libres para ejercer el dominio sobre sus potencialidades.
 Cualquier ciudadano común que se identifique religioso, en lo íntimo admite la existencia de una vida espiritual posterior a la muerte física. Algunos no poseen esta convicción en profundidad y admiten tener miedo a la muerte, en consecuencia de la poca religiosidad.
Otros se inclinan hacia ninguna fe. Una masa mórbida permanece de ojos bajos y "temeroso a Dios y al inminente castigo”, quizás esté aquí la base de la conversión de algunos presidiarios.
Todo esto es fruto, del poco conocimiento que tienen las religiones, sobre la realidad del espíritu, y esto lleva a la equivocación, al religioso vacilante, generando mistificaciones grotescas.

                  LA INCREDULIDAD RELIGIOSA
 Contraria a la creencia en el “pos-mortem” y sus consecuencias venideras, es motivación principal de las religiones,  la creencia en la inactividad total por la ‘‘no sobre vivencia del espíritu’’ como individualidad, que cierto segmento religioso enseña, significando la victoria del pensamiento nihilista sobre la fe.
Es el famoso; - “¡Murió,  se acabo!”
 Esta creencia más propia del materialista ateo y del escéptico, cultivada en el interior del cristianismo, se fundamenta en algunos trechos transparentes de la Biblia, que los sienten a su favor, inclusive, por cuenta de este futuro nada espiritual, predican que los impíos, después del juicio final, serán aniquilados. Con el fin de ver se libres, de una vez por todas del infierno, con inexistencia total para estos condenados, además de la inconsciencia del espíritu pós-mortem, que es admitida por otros.
Por cuenta de esta eliminación de substancia y esencia, nos esclarece el filósofo J. Herculano Pires, en su obra "Agonía de las Religiones": "El materialismo murió por falta de materia, como afirmo Einstein, y las religiones agonizan, como podremos ver, por falta de espíritu", nada mas absurdo que una religión enseñando misterios y magias aunque no admitan, esto.
Recordamos del mito de la creación de Adán y Eva y de la creencia en sacrificios propiciatorios, en época de tantas informaciones en los escaparates del conocimiento.
 Sospechando de esta herencia de misterios, en las creencias dogmáticas del hombre, nos esclarece aun el profesor J. Herculano Pires, que:
 "...sus raíces se entrelazan en el suelo de las herencias atávicas, ambos tiene la misma procedencia remota, derivan de las fórmulas mágicas y pasaran por los mismos procesos de elaboración mística en las coordenadas del tiempo y del psiquismo en desenvolvimiento. " Se justifica este comportamiento simplón de cierta forma hasta irresponsable, cuando se constata que "...fundan su eficacia en la fe ingenua que brota del sentimiento religioso intuitivo (o instinto espiritual) y requieren posturas corporales específicas y elementos materiales como vehículos de la gracia celeste.
"Uno de estos elementos puede ser visto en la exigencia del bautismo, motivo de muchas disensiones entre estas iglesias, que el autor acredita al apego a las tradiciones por ‘‘acomodación’’.
 El estudio de la inmortalidad, pese a la existencia de la continuidad de vivir del espíritu, debe pasar por estas observaciones, ya que innumerables corrientes religiosas abogan por lo contrario, y paradójicamente aun se utiliza para dar combate a la Doctrina Espirita, exponente mayor de la vida después de la vida.
 Es un comportamiento comprensible, según la visión de J. Herculano Pires, si verificarnos que el hombre civilizado tiene sus raíces profundas y vigorosas en la jungla, aunque no quieran los religiosos dogmáticos, aceptar el decir del enfoque del profesor, sobre que este homo brutales, tenía sus leyes: subyugar, humillar, torturar, matar.
Ahora, estas religiones poseen características de herencias atávicas además del desprecio por la evidencia de la inmortalidad del alma. Tanto estos salvajes con sus valores y de acuerdo con las filosofías, nihilistas y las exclusivistas, quieren que su creencia sea "la única válida", que su modo de ver el mundo y los hombres sea el "único cierto", y que su dios es el "único verdadero", y que así siendo bueno para ellas, también lo es para la comunidad, pero, los opuestos, deben de ser eliminados.
El profesor nos esclarece en cuanto a estas posturas como consecuencia de esta fe: "Las religiones de la violencia hicieron de Dios una divinidad implacable y los libros básicos de sus revelaciones están llenos de homicidios y genocidios en nombre de Dios"
 Aunque tenga el hombre, este sentimiento religioso motivado por el anhelo existencial, no se educó para la muerte, este espíritu de dominación tribal, fue en busca de un mayor ejército, en nombre del proselitismo, aliando el hacer existencial a una seudo trascendencia.

                   LOS NUEVOS CONOCIMIENTOS
 De todas las formas de conocimientos existentes, pesan contra estas retrógradas corrientes de pensamiento, las pesquisas que en el área de la parapsicología y psiquiatría, del descubrimiento del cuerpo de plasma y de  la memoria extracerebral.
Estas dos grandes contribuciones de la ciencia al conocimiento humano, además de corroborar las tesis espiritas, viene a fertilizar el pensamiento del hombre con relación a su aparente finitud material ampliando la perspectiva espiritual.
Con esto, entramos en la Era del Espíritu, lo que permitirá corregir los engaños de las religiones cristianas tradicionales, pues "su herencia no es el pecado ni la muerte, pero si la vida en una nueva dimensión".
 Entretanto, estas mismas iglesias sufren de una alergia al futuro, como dice J. Herculano citando una pesquisa hecha en el instituto de Altos Estudios de Paris, por el profesor Remy Chauvin, que constató la existencia en el campo científico de la "alergia al futuro", un síntoma que las tornan víctimas del "rechazo preliminar", sin examen, de toda novedad, también sustentada por cientistas categorizados ― y verificamos de manera perfecta encajarse en estas esferas de clausura espiritual.
Comentando cuanto a ser "la mentira" uno de los puntos básicos de la crisis de las religiones, esta seria, sin embargo, apenas uno de los motivos, pues, lo fundamental reside en los ‘‘engaños’’ decurrentes de falta de comprensión de los problemas esenciales del hombre, lo que justifica encontrarnos personas cultas, honestas, creyendo piamente, en las mas absurdas cosas, por aceptar los dogmas infalibles y sus interpretaciones “evangélicas ortodoxas”.
 Ante todos estos agresivos aparatos ideológicos para la exterminación de la manifestación del espíritu eterno, verificamos que algo está muriendo en ciertas religiones y que el hombre, abandonado en el horizonte de las posibilidades eternas, se lanza en la herencia del pasado del homo brutalis, persiguiéndose a si mismo, pues es un espíritu, renunciando a su ascensión definitiva por encima del mundo de dolores, para aferrarse a los dogmas que le esposan a las verdades eternas,
 Y nos dice Herculano, "Las medidas enérgicas de Paulo se transformaran en represivas, judaizando el cristianismo",y presenciamos hasta hoy el peyorativo, comercio simoníaco siendo cultivado por la ignorancia vigiada advenida del miedo de la condenación eterna.
¿Como explicaríamos tantos cultos ligados a los beneficios materiales? Esta proliferación de creencias interdictadas a la razón, sofoca las defensas naturales del alma, soterrándola de gritos selváticos espurios por ilógicos, confirmando la asertiva del profesor de que la creencia "es un acto emotivo y sin la presencia de la razón, es una fe emocional, pues sugestionada, que conduce el elemento inmaduro a las barbaries, construyendo asesinos al servicio de Dios", es lo que nos ha mostrado la historia.
 Contra todos estos maleficios espantosos que notamos, conviene recordar en la actualidad, las palabras del renovador universal, Allan Kardec, colocadas en otras palabras, por el profesor, que "solo la razón, firmada en experiencias objetivas y en principios lógicos nos puede dar la fe verdadera, lo  que nos permite decir, como Denis Bladle: ― Yo no creo, Yo lo se".
 Hechas estas debidas consideraciones en cuanto a los rumbos del pensamiento equivocado, de las dogmáticas escuelas de la fe, es necesario entender que hubo distanciamiento de algunos conocimientos, durante el espacio-tiempo recorrido, que, carcomidos por las eras, van a exigir a estas escuelas del alma, nuevos re-aparejamientos de su arsenal filosófico, pues "los hombres empiezan a descubrir que poseen mucho más, de lo que las iglesias les pueden dar."

 Wymac Uorresz- Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta-Traducido por Cassio

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"Un ser humano es parte de un todo, llamado por nosotros universo, una parte limitada en el tiempo y el espacio. Se experimenta a sí mismo, sus pensamientos y sentimientos como algo separado del resto... algo así como una ilusión óptica de su conciencia.
Esta falsa ilusión es para nosotros, como una prisión que nos restringe a nuestros deseos personales y al afecto que profesamos a las pocas personas que nos rodean.
Nuestra tarea debe ser el liberarnos de esta cárcel ampliando nuestro círculo de compasión para abarcar a todas las criaturas vivas y a la naturaleza en conjunto en toda su belleza."
- Albert Einstein -

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MEDIÚMNIDAD Y SINTONIA


Todos los que trabajan y palpitan en el campo de las enseñanzas de Jesús, desean parecerse a El. Sin embargo, el mundo entero reverencia al Enviado de Dios, cuya figura renace, día a día, de las cenizas del tiempo, indicando la bondad y la concordia, la tolerancia y la abnegación por mapas de la felicidad real, en el centro de cooperadores que se multiplican, en todas las naciones, con el paso de los siglos.

Hasta hoy, los fenómenos mediúmnicos que se desdoblaron al margen del apostolado de Cristo se definen como un conjunto de tesis discutibles, pero las enseñanzas y actitudes del Maestro constituyen el macizo de luz inatacable del Evangelio, amparando a los hombres y orientándoles el camino.

Mediúmnidad sin ejercicio en el bien es semejante al título profesional sin la función que le corresponde. Mediúmnidad no es pretexto para situarse la criatura en el fenómeno exterior o en el éxtasis inútil, a la manera del niño aturdido con el deslumbramiento de la fiesta vulgar.

Es, por encima de todo, camino de arduo trabajo en que el espíritu, llamado a servirla, necesita consagrar lo mejor de sus propias fuerzas para colaborar en el desarrollo del bien.

El médium, por ello, será vigilante cultor del progreso, asistiéndole la obligación de perfeccionarse incesantemente para reflejar con más seguridad la palabra o el consejo, el pensamiento o la sugerencia de la Vida Mayor.

No nos detengamos en la imposibilidad de ofrecer prodigios de grandeza de un instante al otro, pero no busquemos interrumpir el contrato de redención y de amor al que nos empeñamos.
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Tenemos que entender que somos invitados por el Cristo de Dios, a través de Allan Kardec, para comprender auxiliando y renovar amando e iluminando, instruyendo y bendiciendo en la edificación del Mundo Nuevo.

Es por eso que no siempre conseguiremos materializar amigos de la Vida Mayor para satisfacer la sed de verdad que tortura a muchos de nuestros compañeros en la Tierra, pero siempre podremos substanciar esa o aquella providencia susceptible de prodigarles tranquilidad y consolación.

No siempre sonorizaremos la voz de desencarnados queridos para reconforto de los que lloran de añoranza en el mundo; sin embargo, siempre podemos articular la frase calmante que les transmita ánimo y esperanza.

No siempre obtendremos el mensaje de determinados amigos que residen en el Más Allá, para la edificación inmediata de los que sufren en el Plano Físico; sin embargo, siempre podremos improvisar algún recurso con el que les restaures la energía y el buen ánimo.

No siempre lograremos la cura de ciertas enfermedades en el cuerpo de hermanos enfermos; sin embargo, siempre podremos mitigarles el corazón y aclararles el alma, con el apoyo fraterno, habilitándoles la mente para la cura espiritual.

No siempre evidenciaremos como un fenómeno, pero siempre podemos, en cualquier tiempo, ser el auxilio de quien necesite de amparo.

Médium quiere decir intérprete, medianero.

Y dar utilidad a la propia vida, transformándonos en socorro y bendición para los demás, es ser médium del Eterno Bien, bajo la inspiración del Espíritu de Jesucristo, privilegio que cada uno de nosotros puede disfrutar.

El médium puede traducir el mensaje del Señor, donde quiera que se encuentre, aprendiendo, amando, construyendo y sirviendo siempre, porque por encima de los médiums de esa o de aquella entidad espiritual, de ese o de aquel fenómeno que muchas veces espantan o conmueven, sin educar y sin edificar, permanecen la conciencia y el corazón consagrados al Supremo Bien, a través de los cuales el Señor se manifiesta, extendiendo para todos nosotros la bendición de la vida mejor.

El médium, para servir a Jesús de modo positivo y eficiente, en el campo de la Humanidad, necesita encariñarse a la instrucción, al conocimiento, a la preparación y a la propia mejoría, a fin de que sea filtro de luz y paz, elevación y engrandecimiento para la vida y para el camino de las criaturas.

Buscando nuestra posición de servidores fieles de la regeneración del mundo, empezando por nosotros mismos, por la renovación de los nuestros hábitos e impulsos, olvidemos la sombra y busquemos la luz, cada día, conscientes de que cualquier pausa más larga en la apreciación de los cuadros menos dignos que todavía nos cercan será nuestra probable inducción al estacionamiento indeterminado en la cárcel del desequilibrio y del sufrimiento.

*
Y en razón de que cada criatura transporta consigo la experiencia que le perfecciona, la Sabiduría Divina concede a cada espíritu encarnado determinada tarea, que, en esencia, vale por en-sayo precioso, al frente del servicio que le competirá en el mañana eterno.
No basta erguir brazos ágiles, lanzar fraseología preciosa o provocar excesivo movimiento alrededor de tus días, porque hay muchas manos que operan en la extensión de la sombra, mucho verbo fastuoso en la explotación menos digna y mucho ruido vano, provocando, donde existe, tan solamente amargura y cansancio.

Ama el servicio que el Señor te confió, por más humilde que sea, y ofrécele tus mejores fuerzas, porque de lo que hoy haces bien en provecho de todos, retirarás mañana el justo alimento para la obra que te erguirá del insignificante esfuerzo terrestre hacia el trabajo espiritual.

Si Jesús no paró en contemplación inoperante, transitando en el servicio al prójimo, del Pesebre hasta la Cruz, que nadie espere la visita de los Mensajeros Divinos, paralizando las manos en la esperanza sin trabajo y en la fe sin obras.
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El perfeccionamiento de la mediúmnidad y la espiritualización renovadora son problemas de buena voluntad en la decisión de trabajar y en la cooperación, porque solamente buscando traer el Cielo al mundo, por nuestra aplicación al bien, es como descubriremos el camino verdadero que nos conducirá efectivamente hacia los Cielos.
Medita en los que recorren vagando sin hogar y honra tu reducto doméstico, cultivando dentro de él la bondad y la tolerancia, la comprensión y la gentileza en las directrices de cada día.

Piensa en los corazones cristalizados en la indiferencia, que viajan en el mundo a semejanza de huérfanos voluntarios y exalta la propia fe, traduciéndola en obras de humildad y amor, generosidad y perdón, para que la luz divina se alce como brújula en el camino.

Valora el trabajo que desarrollas, los amigos, los familiares, los recursos, los instantes de que dispones y te sentirás ahora rico de posibilidades para ampliar el tesoro de bendiciones con que serás dotado ahora, hoy y después.

Acordémonos de que la Tierra es sencillamente un escalón en nuestra escalada hacia las cimas resplandecientes de la vida y, despiertos a las oportunidades del servicio, avancemos hacia delante, aprendiendo y amando, auxiliando a los otros y renunciando a nosotros mismos, en la certidumbre de que, así, caminaremos del infortunio de ayer hacia la felicidad de mañana.

¡Si pretendes un título en la mediúmnidad que manifiesta en el mundo las revelaciones del Señor, no te fijes tan sólo en la técnica fenoménica; regocíjate con las oportunidades de servir, expresando buena voluntad en el socorro a todos los necesitados de la senda humana; y, renovando los sufridores y los ignorantes, los perturbados y los tristes, bajo el estandarte vivo de tu corazón abierto a la Humanidad, abrázalos como tu propia familia!

Después de eso, conserva la certeza de que vas hacia el frente y hacia lo alto, porque Jesús, el Divino Maestro, vendrá a tu encuentro, inundándote la jornada de esperanza, alegría y luz.

Amigo, si te sientes impresionado y tocó este mensaje tu corazón, divúlgalo, pensando que solo el conocimiento de las cosas, nos liberará de la ignorancia, y extendiendo el mensaje llegará a más corazones despertando sus inquietudes que siempre son los principios del despertar.

Realizado por M.C.R
Extraído del libro Mediúmnidad y sintonía de Francisco Cándido Xavier
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 COMENTANDO LA SERENIDAD

la vida  es hermosa, a veces dura, otras perturbadora, otras inquietante, es por esa razón que el hombre  no puede vivir sin Dios en su corazón.
Dios es el que nos cobija en Su seno, cuando nosotros razonamos y procuramos  obrar con equilibrio y sensatez, porque el hombre eufórico, y loco, persuasivo, a impetuoso, no suele pararse a pensar y razonar las cosas que le suceden, a veces obra por instinto más que por la razón, sobre todo aquellos que quieren solucionar las cosas  por la tremenda.
Si hemos tenido un mal día, y las cosas parecen torcerse, hemos de conservar la calma, porque el mostrarnos enojados, e inquietos no va hacer nada más que empeorar las cosas, sean las que sean, la mayoría de la veces, no podemos ni incluso solucionarlas, porque ya han pasado, y solo nos resta asumirlas con serenidad, eso nos hará todo más fácil, sobre todo el trato con los que están a nuestros lado, sean culpables o no, ellos también tienen derecho a equivocarse, y si ellos se disculpan, hemos de mostrar que somos personas sensatas, y tratar de remediar la situación con ellos, para que no se lleven de nosotros una mala impresión. Si nosotros nos calmamos oiremos la voz de Dios, que nos dice que nosotros  ayer éramos los equivocados, y que también necesitamos de la conmiseración.
El valor de la serenidad nos hace mantener un estado de ánimo apacible y sosegado aún en las circunstancias más adversas, esto es, sin exaltarse o deprimirse, encontrando soluciones a través de una reflexión detenida y cuidadosa, sin engrandecer o minimizar los problemas.
La serenidad no se da con el simple deseo, si así fuera, no tendríamos tiempo de sentirnos intranquilos o desesperados. Usualmente reaccionamos y actuamos por impulsos, privando a nuestra inteligencia de la oportunidad de conocer y dilucidar todas las aristas del problema. La serenidad hace a la persona más dueña de sus emociones, adquiriendo fortaleza no sólo para dominarse, sino para soportar y afrontar la adversidad sin afectar el trato y las relaciones con sus semejantes.
La serenidad no surge de vivir en las circunstancias ideales como reflejan los otros cuadros con sus mares en calma y sus cielos despejados. La serenidad es la capacidad de mantener centrada tu atención en medio de la dificultad, en aquello que para ti es una prioridad. Es en los momentos de oscuridad cuando se prueba nuestro carácter, es aquí cuando por medio de sabiduría, fortaleza y templanza aprendemos a mantener la calma.
Las personas que tienen empresas y personas a su cargo, necesitan mantener la calma, porque están más expuestas que otras a poner a prueba su serenidad para transmitir nuestra  fortaleza, en las situaciones difíciles que puedan surgir, hemos de recurrir  a  la sabiduría de poder aislarnos  de la tempestad para poder enfocar los esfuerzos para que la misma no nos atrape, y si por alguna razón termina atrapándonos, hemos de saber  cómo manejarla a nuestro favor, esto generara por supuesto la serenidad que se requiera en cada circunstancia en particular.
Hay que ejercitarse para que el estado de serenidad no se  vea perturbado por tendencias de odio o resentimiento. La mejor receta para ello es  perdonar, pero no dar lugar a que la persona perdonada siga provocándonos dolor o malestar.
Quien tiene su mente tranquila, y su alma satisfecha, quien  conoce su propia felicidad, real y profunda,  quien ha dominado sus sentidos y quien ha llegado a un estado de verdad espiritual del que  no puede separarse jamás, ése ha alcanzado el mayor de los triunfos y un tesoro ante el cual todos los demás pierden su valor; en este estado, el hombre no se turba ni se entristece ante  la más profunda desgracia»
Por último podemos pedir a Dios que nos conceda  la serenidad para aceptar las cosas que no podemos  cambiar, el valor para cambiar las cosas que podemos  cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia; viviendo un día a la vez, disfrutando un momento a la vez; aceptando las adversidades como un camino hacia la paz; pidiendo, como lo hizo Jesús, en este mundo pecador tal y como es, y no como me gustaría que fuera; y  creyendo que Dios hará que todas las cosas estén bien  pidámosle que nos facilite entregarnos    a Su voluntad; de modo que podamos  ser razonablemente felices  en esta vida e increíblemente feliz  con El en la siguiente.
- Merchita
,


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