sábado, 5 de julio de 2014

La educación


                                                                    LA EDUCACIÓN
             

La educación  es necesaria en todas las almas, para  saber comportarse como es debido. Y los padres ejercen una función  importantísima en la vida de sus hijos, para ese menester.
Los padres necesitan comprender la complejidad y grandeza  del trabajo que  desarrollan, ellos son los guías  de sus hijos, son las perlas preciosas que el Señor  confía  a sus manos, solicitándoles  cooperación amorosa y eficiente. Criar a los hijitos  y perfeccionarlos no es tarea fácil. La mayoría  de los padres viven desviados, sea en los excesos de ternura o en la exagerada exigencia, más a la luz del Evangelio caminaran  todos rumbo de la nueva era, comprendiendo que, si para ser padre o madre son necesarias  profundas dotes de amor,  frente  a  esas cualidades debe brillar el divino don del equilibrio.
la mayoría de los padres de niños en edad preescolar, las discusiones con los hijos son habituales en la vida cotidiana. Con frecuencia acaban malhumorados, dando órdenes, gritando y, en ocasiones, incluso actuando de una manera que después lamentan.
En la educación de los hijos hay dos conceptos, la disciplina y la libertad, que son básicos,  por ser mal comprendidos por muchos padres, les ha llevado a cometer  verdaderas barbaridades contra los hijos.
Examinados estos dos valores, superficialmente,  se observa, que parece ser uno la síntesis del otro, cuando no lo es, se complementan, disciplinar se podría decir  es conducir a la libertad.
Para las escuelas en sus estatutos  escolares y los reglamentos  de las organizaciones militares  de casi todas las naciones, durante mucho tiempo disciplinar era un proceso educativo que procuraba obtener  la obediencia por medio de castigos corporales.
Con el progreso  de la Pedagogía, disciplina  significa, hoy en día, algo diferente. No más sumisión mediante el empleo de la fuerza bruta pero si estimulo y apelo a mejores sentimientos, por la fuerza del ejemplo.
 El ejercicio de la disciplina tiene implícita la firmeza, la energía y la bondad. Es el fruto de relaciones de respeto y conocimiento, que tienen como finalidad formar personas libres, responsables, solidarias y con espíritu de servicio.
La función como padres no es la de domesticar, sino la de educar a los hijos, y la disciplina debe ser una enseñanza para tal fin. Este proceso debe cumplirse con métodos que respeten la dignidad y la integridad de los hijos, y golpearlos no es uno de ellos.
Cuando Jesús nos recomendó no despreciar a los pequeñitos, esperaba de nosotros no solamente  medidas providenciales alusivas al pan y a la vestimenta. No basta alimentar  a los niños y vestirlos, es imprescindible el abrigo moral que asegura al espíritu  renaciente  el clima de trabajo para su sublimación.
A los padres caben siempre los deberes impostergables de amar entender hasta el sacrificio a los hijos que les llegan por las vías sacrosantas de la reencarnación, educándolos y depositándoles en las almas las simientes fértiles de la fe, de las responsabilidades, instruyéndolos y en ellos inculcando la necesidad de la búsqueda de elevación y felicidad. Lo que derive serán consecuencias del estado moral de cada uno, que no les caven prever, recelar o sufrir por anticipación pesimista.
A los hijos compite amar a los padres, aun cuando sean negligentes o irresponsables, por cuanto es del código Superior de la Vida, el impositivo: “Honrar padre y madre”, sin excluir a los que lo son apenas por función biológica, más aun así, por cuyo intermedio la Excelsa Sabiduría programa necesarias pruebas redentoras y punzantes expiaciones liberadoras.
Si eres padre o madre, esfuérzate, en procurar ser el timón que guie a tus hijos, en su navegación terrenal, no permitas que el  se aleje de la senda que tu como buen padre o madre, decidiste tomar junto a el. Muchas de las cosas que les daña en la vida, son a causa de la poca atención, al descuido, a la falta de dedicación. Si está a tu lado y bajo tu cuidado no es ni más ni menos que por que tú tienes un deber para con el, no descuides ese deber, esa oportunidad importantísima que te define en la vida, la de madre, o padre, de la cual deberás rendir cuenta.

-Merchita-

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ENTENDER Y AUXILIAR

Emmanuel

¡ Las víctimas de la incomprensión !
Se hallan por todas partes.
Hoy, son aquellos espíritus que están contra la verdad., 
Ayer, fuimos nsotros, cuando nos complacíamos con idéntico desajuste.
No pierdas el tiempo con palabras estériles.
Acepta a los demás como son y ponlos en tu lista de bendecidos.
No fuimos colocados frente a los semejantes para perfeccionarlos, sino para perfeccionarnos a nosotros mismos.
Los otros, por más errados que estén, ruegan simpatía, no censura.
Comprendamos al prójimo, a fin de que el prójimo nos venga a comprender.

SEÑALES DE RUMBO, Espíritus Diversos, psicografia de Francisco Candido Xavier

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ACERCA DE LA PENA DE MUERTE

Preguntan ustedes cómo ven los desencarnados la institución de la pena de muerte, y asevera:
-¿No será justo substraer el cuerpo  al espíritu  que se hizo un criminal? ¿Será lícito permitir la comunión de un tarado con las personas normales?
Y podríamos argumentar: ¿Quién de nosotros habrá utilizado el cuerpo como es debido? ¿Quién  habrá  conseguido la estatura espiritual  de la verdadera humanidad para considerarse  en  la plenitud de equilibrio?
La ejecución  de una sentencia de muerte, en la mayoría de los casos,  es la liberación prematura del alma que se arrojó al despeñadero de las sombras.  Y sabemos que solo la pena de vivir en el carne es susceptible de realizar la recuperación de aquellos que se hicieron reos  confesos ante el tribunal de los humanos.
No vale ahuyentar moscas sin curar la herida.
Eliminar la carne no es modificar el espíritu.
Un asesinado, cuando no posee energía suficiente para disculpar la ofensa  y olvidarla, habitualmente pasa a gravitar en torno de aquel que le arrancó la vida, creando los fenómenos comunes de la obsesión;  y las víctimas de la horca o el pelotón de fusilamiento, o de la silla eléctrica, si no constituyen padrones de heroísmo y renunciación, de inmediato, más allá del túmulo vampirizan  el organismo social que les impuso  el apartamiento del vehículo físico, transformándose en quistes vivos de la fermentación de la discordia y de la indisciplina; El tribunal terrestre jamás decidirá , con seguridad, sobre la extinción del crimen, sin el concurso activo del hospital y de la escuela.
Sin el profesor y sin el médico, el juez  en su sana conciencia vivirá siempre atormentado por la obligación de prender y condenar, descendiendo de la dignidad de la toga para codearse con los que se dedican a la flagelación Ajena.
La función de la justicia penal, dentro de la civilización considerada cristiana, es, por encima de todo, reeducar.
Sin el entendimiento fraterno en la base de nuestras relaciones unos con los otros, no nos distanciaremos  del laberinto del talión, que pretende convertir  el mundo en eterno desagüe  de males renacientes.
Jesús el divino libertador,  vino a romper esposas que nos encadenaban a los principios del castigo  igual a la culpa…
La educación es la primavera del proceso de redimir la mente cristalizada en las tinieblas.
Organizar la penitenciaria renovadora, donde el servicio y el libro encuentren aplicación adecuada, es la solución para el oscuro problema de criminalidad, entre los hombres, mismamente porque el mejor esfuerzo de la sociedad, contra el delincuente, es dejarlo vivir, en  la reparación de las propias faltas.
Cada espíritu respira en el cielo o en el infierno que formó para sí mismo…
Aquí, tenemos el “campo de los efectos” y, ahí en el mundo, el “campo de las  causas”. Y cuando el alma se demora en “el campo de las causas”, hay siempre oportunidad de  concertar y reajustar, mejorando las consecuencias.
No es muriendo que encontramos la felicidad para la reconciliación. Es aprendiendo con las rudas lecciones del educandario de la materia densa  que nos facilitan las cualidades morales para la ascensión del espíritu.
Nadie, pues, precisará inquietarse, provocando esa o aquella reivindicación  por la violencia.
La ley de la harmonía universal funciona en todos los planos de la vida, encargándose de restaurar todo en el momento oportuno.
¿En cuánto, al acto de condenar, quien de nosotros se revela en condiciones de ejercer semejante derecho?
¿Cuántos de nosotros no somos  malhechores indiscutibles, simplemente por no encontrar la presa, en el instante preciso de la tentación? ¿Cuántos delitos hemos perpetrados  por no encontrar  la presa, en el instante de la tentación? ¿Cuántos delitos hemos perpetrados en pensamiento?
Solo la educación, cimentada en el amor, ara redimirnos en la multimillonaria noche de la ignorancia.
Si usted demuestra interés  tan grande en la regeneración de las costumbres, defendiendo  con tamaño entusiasmo la supuesta legalidad de la pena de muerte, examine  el propio corazón y la propia conciencia y verifique  si está exento de faltas. Si usted ya supero los óbices de la animalidad, adquiriendo gran comprensión a precio del sacrificio, estimaría saber si tendrá realmente coraje para maldecir  a los pecadores del mundo, tirándoles la primera piedra”.

Extraído del libro: Cartas y Crónicas de Chico Xavier (dictado por el hermano x)

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Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" ( San Mateo, 18:20). 
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Para estar reunidos en nombre de Jesús no basta hallarse juntos físicamente, sino que es preciso estarlo también en lo espiritual, por la comunión de intenciones y pensamientos dirigidos hacia el bien. Entonces sí se encuentra Jesús en medio de la reunión: Él, o los espíritus puros que lo representan. El Espiritismo nos permite comprender de qué manera pueden los espíritus hallarse entre nosotros. Están ahí con su cuerpo fluídico o espiritual, y con la apariencia que nos permitiría reconocerlos si se hicieran visibles. Cuanto más elevados se hallan en la jerarquía espírita, tanto mayor es su poder de irradiación. Así poseen el don de ubicuidad y pueden encontrarse en varios lugares simultáneamente. Basta, para ello, un rayo de su pensamiento.
El Evangelio según el Espiritismo.
ALLAN KARDEC
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