“NO
PONER LA LUZ DEBAJO DEL CELEMIN”
Vemos
en esta parábola como Jesús explica precisamente la razón de por
que Él explica normalmente sus enseñanzas mediante parábolas.
Parece
que no tiene sentido afirmar que la luz de una candela ( candelabro o vela ),pueda ser
oculta bajo un celemín ( recipiente cerrado y opaco ), porque en ese caso no podría ser vista. Sin
embargo habla de ponerla sobre el candelero para que alumbre a los
de la casa.
Las
parábolas son alegorías que contienen un significado y este es
comprendido solamente por quienes están maduros y aptos, por ser capaces de
comprenderlo. Si Jesús hubiese hablado sin el uso de parábolas, sus
claras enseñanzas hubieran confundido o deslumbrado a quienes no estaban en un
nivel de entendimiento capaz de asimilarlas, pero sin embargo sí
podían ser comprendidas por “los habitantes de la casa”, esto
es, por lo que estaban aptos para comprender y asimilar en sí
mismos el sentido profundo e innovador de sus enseñanzas.
Por
eso Jesús decía que oyendo no oyen ni entienden y viendo no ven.
Sencillamente no están maduros para recibir sus enseñanzas y añade
finalmente “… y que convertidos, yo los sane”; esto
significa que cuando lleguen a estarlo verán con claridad la luz de
sus enseñanzas y su alma crecerá con ellas o sanará del estancamiento evolutivo en el que la sume su ceguera o miopía espiritual. Este es el
candelero sobre el que Jesús habla de colocar la candela ( luz), que
alumbrará a todos los de la casa, o sea a los aptos para poder
aprovechar el regalo de la Luz del alma, que es el conocimiento espiritual.
Sin
embargo aunque oyendo las parábolas, muchos no las entienden o saben interpretar en ese
momento, estas quedan pendientes de descubrir y como sucede con los
niños, a veces no comprenden una moraleja que se les enseña con
un cuento, pero cuando crecen y maduran, ese cuento comienza a tener
un sentido que antes no comprendieron y que había por ello
permanecido oculto para ellos; “ la candela debajo del celemín que
pasaba entonces a colocarse sobre el candelero ” para alumbrar a
los de la casa; o sea a los capacitados para alcanzar el sentido en
principio oculto de sus enseñanzas.
Cada
enseñanza aportada por los Maestros que han venido en diversas
épocas a la Humanidad, tiene su tiempo necesario para su maduración y
germinación espiritual. Cuando el ser humano por natural evolución
ha necesitado
razonar su fe y buscar por sí mismo la Luz de la verdad, muchas veces ante esta
luz que le aporta su razón esa fe se ha debilitado. Es entonces
cuando comprendemos mejor que la Luz no
se puede ocultar indefinidamente debajo del celemín.
Claramente
sabemos que hay muchas cosas que no se pueden descubrir abiertamente a
los demás porque no serían bien entendidas, comprendidas ni
aceptadas; es entonces cuando a veces tenemos que
recurrir ejemplos , alegorías y supuestos, con la esperanza de que
aunque en principio no comprendan lo que quieren decir, mas adelante
esos mismos ejemplos, pasen a significar algo para quien los escuchó
en su momento, y les lleve finalmente a una comprensión que de otro modo les sería más difícil encontrar.
En
el caso del conocimiento espiritual, debemos por tanto ser cautos y
no dar sino la dosis de enseñanza que sintamos que nuestro
interlocutor puede asimilar, ya que de otro modo si nos dejamos
llevar por un excesivo entusiasmo, con el exceso de información y de
claridad, mas bien podemos causarle un perjuicio porque al
deslumbrarse con una excesiva dosis de esa luz, se quedará ciego del todo y por tanto
refractario para comprender mas adelante lo que ahora tampoco puede
comprender.
Quien come demasiado se puede empachar por exceso de
comida, y aborrecer la comida por bastante tiempo.
Nuestra dificultad como administradores de esa clase de luz, es saber dosificarla con arreglo a la aptitud de la persona que con ella se ilumina.
- Jose Luis Martín-
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MÉDIUMS ESCRIBIENTES O PSYCÓGRAFOS: médiums mecánicos; intuitivos; semimecánicos; inspirados o involuntarios; de presentimientos
178. De todos los medios de comunicación, la escritura manual es el más sencillo, el más cómodo y, sobre todo, el más completo. Hacia ese medio deben dirigirse todos los esfuerzos, porque permite establecer con los Espíritus relaciones tan seguidas y tan regulares como las que existen entre nosotros. Deben dedicarse a él con mayor motivo porque por él los Espíritus revelan del mejor modo su naturaleza y su grado de perfección o de inferioridad. Por la facilidad que tienen en expresarse, nos hacen conocer sus pensamientos íntimos y nos ponen de este modo en disposición de juzgarles y apreciarles en su valor. La facultad de escribir por un médium es también la más susceptible de desenvolverse con el ejercicio.
178. De todos los medios de comunicación, la escritura manual es el más sencillo, el más cómodo y, sobre todo, el más completo. Hacia ese medio deben dirigirse todos los esfuerzos, porque permite establecer con los Espíritus relaciones tan seguidas y tan regulares como las que existen entre nosotros. Deben dedicarse a él con mayor motivo porque por él los Espíritus revelan del mejor modo su naturaleza y su grado de perfección o de inferioridad. Por la facilidad que tienen en expresarse, nos hacen conocer sus pensamientos íntimos y nos ponen de este modo en disposición de juzgarles y apreciarles en su valor. La facultad de escribir por un médium es también la más susceptible de desenvolverse con el ejercicio.
- EL LIBRO DE LOS MEDIUMS -
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PREPAREMOS EL FELIZ MAÑANA
El tiempo que pasa nos encuentra atados a los deberes, a las luchas, a las realizaciones, en fin como un fardo pertinente a la condición expiatoria de nuestro mundo. Es por demás común ese modo de pensar.
Casi siempre se asevera que nuestro mundo de dolores y de lagrimas sufridas, o que, en la Tierra, todo tiene olor a tragedia y lamentación.
Se piensa, comúnmente, que la situación provacional del planeta impone a sus habitantes la convivencia obligatoria con continuas frustraciones, con las decepciones o desencantos con los que tanto se enredan por los caminos.
Por otra parte, en la lista de los males atribuidos al Orbe, que cada día va tornándose más difícil tener verdaderos amigos, en esa escalada creciente de perfidias y de insinceridades.
Se lamentan las situaciones desastrosas en que se revuelcan tantas instituciones familiares, dando la impresión de que el hogar está fallido como construcción social de base.
Entretanto, hacemos coro con otros innumerables corazones que tienen la mirada volcada para el hemisferio de la esperanza y que se ajustan a las polaridades del optimismo.
Sin contestación, encontramos por las avenidas planetarias toda esa onda de dolores, de sufridas lágrimas como los nefastos episodios de las traiciones, del abandono, de las negligencias para con el bien, lo que configura un contexto por demás preocupante en lo que se refiere a las visiones del mundo futuro.
No deberemos engañarnos con relación a esos cuadros lamentables, diseñado con colores fuertes de las expiaciones y de los negativos comprometimientos. Lo que precisaremos considerar es que fue Jesús, el Cristo, el que nos habló de las bienaventuranzas alcanzadas por los que sufren todas las agresiones terrestres con nobleza, a pesar de todos los concursos de las arduas peleas.
El futuro traerá las bendiciones de felices conquistas: de justicia, de fortuna moral, de consuelo y de paz para todos los que consiguiesen enfrentar con gallardía las torturantes pruebas con sus carencias generales.
Cuando acompañamos, con los ojos de ver, los acontecimientos humanos, conseguimos verificar la existencia de familias honradas, bien estribadas en la ética del amor y del trabajo, ofreciendo excelentes ejemplos para toda la sociedad.
Encontramos amigos plenamente identificados con la honestidad de la convivencia, estableciendo asociaciones embellecidas por el sentimiento de la fraternidad.
Deparamos hombres y mujeres operosos, dinámicos, dedicados a las leyes de Dios de tal manera que consiguen influenciar positivamente a todos los que se mueven a su alrededor.
El mundo que experimentamos en la actualidad es el mismo que elaboramos con nuestros hechos, y no hechos, con nuestra luz y nuestra sombra, sin que nos diésemos cuenta de que deberíamos retornar a sus proscenios, más tarde o más temprano, a fin de operar en las correcciones que caben en nuestro camino.
El conocimiento haurido en las fuentes del espiritismo nos da la certeza de que nadie es víctima sobre el suelo planetario, sino de sí mismo.
Urge substituyamos las largas horas de lamentación, de lloriqueos, de desesperación o de depresión, por las aptitudes que sean capaces de sembrar la tierra compleja de los corazones con las simientes de la dignidad de vivir, de la buena voluntad en el actuar, de la responsabilidad ante toda y cualquier actitud tomada.
Dios no instalaría a sus hijos bien amados en un campo sembrado de miserias o de deficiencias y necesidades, si eso no fuese importante e indispensable para su progreso, si todo fuese exigencias de la ley de causalidad, en su divina perfección.
Cuando miramos nuestro mundo, aunque toda la sombra que sobre el se esparza, veámoslo como nuestro hogar planetario, bello y propio para que podamos dar cuenta de los compromisos que engendramos en tiempos propincuos o distantes, embasados en nuestro libre albedrio.
La Tierra es una de las moradas del padre, moviéndose en la gran inmensidad. Tratemos de hacer nuestro trabajo todo lo mejor que podamos, abrazando a nuestros hermanos que se encuentran a nuestro alrededor, a fin de que, juntos unificados en el amor y en el ansia de crecer, logremos construir el tiempo de dolores expiatorios en el que nos encontramos en la Humanidad.
Por el Espíritu Olympia Belém - Mensaje psicografiado por Raül Teixeira,
Traducido al español por M. C. R
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SALUDOS DE MERCHITA
El orgullo muchas veces nos juega malas pasadas, son muchos los que
materializados no quieren abrir sus ojos a la luz.
En la hora actual con las verdades reveladas por el Espiritismo,
algunos incrédulos se asombran de que los espíritus realicen tan pocos esfuerzos para
convencerlos de su autenticidad. Dios no quiere abrirles los ojos por la fuerza, puesto que
se complacen en tenerlos cerrados. Llegara su vez, pero es menester antes que sientan las
angustias de las tinieblas y reconozcan a dios, y no al azar, en la mano que hiere su orgullo.
Dios escucha con bondad a quienes se dirigen a Él humildemente, y no a aquellos otros que
se consideran más que Él.
Si rehúsan admitir la verdad, es porque su Espíritu no se haya todavía maduro para
comprenderla, ni su corazón para sentirla. El orgullo es la catarata que empaña su vida. ¿De
qué le sirve mostrar la luz a un ciego?
El terrible adversario de la humildad es el orgullo. Si Cristo prometía el reino de los Cielos a
los más pobres es porque los grandes de la tierra se figuran títulos y riquezas son
recompensas que se han concedido a su mérito, y que su esencia es más pura que la del
pobre: creen que todo eso se les debe, de ahí que cuando Dios se los quita le acusen de injusto.
Ciegos los orgullosos, no se dan cuenta que dios no hace distinción en el cuerpo del rico y
del pobre, ambos desnudos son iguales. El Creador no ha hecho dos especies de hombres. El
rico es igual al pobre, esto al orgulloso le hace sublevarse diciéndose: ¿yo, nacido de noble
casta, uno de los grandes de la Tierra? ¡Puedo ser igual a esa miserable que viste andrajosa!
¿Por qué lo puso Dios tan bajo y a mí, en cambio, tan arriba? y no son capaces de preguntarse
¿Qué eran antes de ser nobles y poderosos? ¿Quién no les dice que eran antes más pobres
que los últimos de su servidumbre? Dios puede bajar, nuestra altiva frente, en el
momento que más alta la ponemos. En la divina balanza todos los hombres pesan igual.
Únicamente las virtudes los distinguen a los ojos de dios. Todos los espíritus son de una
misma esencia y todos los cuerpos han sido modelados con idéntica arcilla. Vuestros
títulos y nombres no cambian en nada las cosas, quedan en el sepulcro.
El obrar bien con humildad, hará que vayamos poco a poco demoliendo los altares erigidos al
orgullo.
No debemos lamentar, las calamidades que nosotros mismos hemos acumulado sobre
nuestras cabezas. Desconocíamos la santa y Divina moral de Cristo; no nos asombremos,
de que la copa de la iniquidad haya desbordado en todas partes.
El malestar se ha generalizado. ¿A que atribuirlo si no es a nosotros mismos? ¿Qué
buscamos aplastarnos los unos a los otros? No podemos ser felices sin la mutua
benevolencia, y ¿Cómo podría existir esta junto con el orgullo? El orgullo, he aquí la
fuente de todos nuestros males.
El terrible adversario de la humildad es el orgullo. Si Cristo prometía el reino de los Cielos
a los más pobres es porque los grandes de la tierra se figuran títulos y riquezas son
recompensas que se han concedido a su merito, y que su esencia es más pura que la del
pobre: creen que todo eso se les debe, de ahí que cuando Dios se los quita le acusen de injusto.
Ciegos los orgullosos, no se dan cuenta que dios no hace distinción en el cuerpo del rico
y del pobre, ambos desnudos son iguales. El Creador no ha hecho dos especies de hombres.
El rico es igual al pobre, esto al orgulloso le hace sublevarse diciéndose: ¿yo, nacido de
noble casta, uno de los grandes de la Tierra? ¡Puedo ser igual a esa miserable que viste
andrajosa! ¿Por qué lo puso Dios tan bajo y a mi, en cambio, tan arriba? y no son capaces de
preguntarse ¿Qué eran antes de ser nobles y poderosos? ¿Quién no les dice que eran antes
más pobres que los últimos de su servidumbre? Dios puede bajar, nuestra altiva frente, en el
momento que más alta la ponemos. En la divina balanza todos los hombres pesan
igual. Únicamente las virtudes los distinguen a los ojos de dios. Todos los espíritus son de
una misma esencia y todos los cuerpos han sido modelados con idéntica arcilla. Vuestros
títulos y nombres no cambian en nada las cosas, quedan en el sepulcro.
Abandona el orgullo que intoxica tu vida, es un toxico que corroe tu alma, y tus nobles
sentimientos.
Vuestra amiga Merchita.
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