martes, 18 de noviembre de 2014

Solidaridad como cuestión universal


     
     PENSAMIENTOS DE MI AMIGA

Hay quien dice que el tiempo pesa, muchas veces parece eterno. Esto sucede, cuando no estamos contentos, cuando nos sentimos mayores, cuando el sufrimiento nos somete a profundas agonías. No es raro escuchar o decir, ¡estoy cansado de vivir!
El tiempo es uno de nuestros recursos más valiosos. Si lo perdemos, no hay reclamo posible. Debemos usarlo con sabiduría para nuestro desarrollo y progreso, así, cuando seamos mayores, podremos mirar hacia atrás y reunir los buenos recuerdos y obras que hemos logrado. El tiempo bien empleado vale mucho más que el oro.
No nos paramos a pensar, que la vida aquí y allí es la misma, solo que sin cuerpo material, si sufrimos aquí en la Tierra cualquier tipo de agonía, esta  viene con nosotros, que solo el remedio y la reparación puede librarnos de ella.
La vida espiritual, maravillosamente bella, en absoluto nos hace abandonar a nuestros amigos terrestres. Por muy felices que seamos, por muy profundas que sean las alegrías que nos  emborrachan, siempre y sin cesar, somos atraídos hacia los lugares de nuestra última vida, hacia todos aquellos a los cuales nos unen los lazos de afectos fraternales, hacia nuestros seres queridos, en fin.
La vida no se acaba, lo sabéis. Solo cambia la forma. Y no cambia muy rápido, porque, durante un largo periodo, seguimos siendo terrestres.
Así como el mundo de lo infinitamente pequeño nos permanecía desconocido antes de la invención del microscopio, de la misma manera, sin los descubrimientos de W. Crookes, Roetgen, Berthelot y  Curie, seguiríamos ignorando que una infinitud de fuerzas, de radiaciones, de potencias nos envuelven, nos bañan en sus profundidades.
El más allá es simplemente lo que nuestros sentidos no alcanzan. Estos son muy pobres, lo sabemos. Apenas nos dejan distinguir las formas más groseras de la vida universal. Las formas más sutiles se nos escapan por completo.
La Doctrina Espírita, tal como nos fue presentada por Allan Kardec, advino en el momento cierto, a nuestros corazones. Ya que, de aspecto incuestionablemente educativo, es un programa seguro de bienestar.
El tiempo dimensional de la Tierra, en la indimensionalidad de que se reviste Dios, te alerta que el momento que pasó no vuelve, y que te compete aprovecharlo ahora, en su expresión, para que tengas, en la expresión siguiente, alegría o tristeza, dolor o bienestar, según lo que de bien te hayas prodigado hasta ahora.
Si el concurso de las horas debe ser bien aprovechado, si el tiempo es tesoro evaluable en el buen desempeño, no te devalúes para tributar a la neurosis ajena, que igualmente te perturbará  en el egocentrismo. Recuerda que la Divina Misericordia se expresa en la Naturaleza que te creó, para que en ella te instruyas y de ella disfrutes, atento de que ella no disputa, sino se mejora, para tranquila satisfacción en la evolución.
El buen sentido encarnado, Allan Kardec, escogido para las directivas instructivas de todos nosotros, nos ha legado una bendecida Obra, la cual, estudiada y vivida, nos impulsa al alcance del podio de la auto-victoria, que, como Jesús, nos calificará para la conquista del Mundo, y no en el Mundo, con perennes vibraciones de paz.

- Merchita -

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