MENSAJE DE ESTE DÍA
Confía siempre en Dios
...Recuerda que las pruebas que se te presentan tú las solicitaste a Dios, que las concedió como una medida terapéutica al Espíritu endeudado que eres y obtuviste el honor de experimentarlas.
Entonces, nunca permitas que el desengaño ni la angustia te conduzcan a la duda con respecto a su protección.
Él, que te creó, adopta providencias sobre todos os recursos a fin de que alcances la finalidad sublime para la cual naciste.
Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco
Libro Lecciones para la felicidad –
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REFLEXIONES DE MERCHITA
Queridos amigos, hola buenos días, Muchas veces las cosas más inesperadas suceden a nuestro alrededor, parece que de momento somos transportados como a un cuento de hadas donde todo lo que soñamos se vuelve realidad, otras en cambio la mala noticia, el fracaso inesperado, la pérdida de un ser muy querido, u otras muchas cosas negativas ensombrecen nuestro mundo de tal manera que nos parece despertar en medio de una pesadilla. Tanto es así, que cuando volvemos en sí y pensamos detenidamente sobre lo ocurrido nos parece un cuento, donde nosotros somos los protagonistas. La vida a veces es como un cuento, y en ese cuento hay muchas veces grandes lecciones, que podemos adosar a la propia vida.
El mundo es una vasta escuela, donde todas las criaturas se rehabilitan de la traición a sus propios deberes. Es un gran hospital donde el pecado es la enfermedad de todos. No obstante el Evangelio es la medicina el remedio eficaz, para que todos los senderos se transformen en suave camino de la redención.
Cada ser trae consigo la chispa sagrada del Creador y erige, dentro de sí, el santuario de su presencia o la sombría muralla de la negación; pero solo la luz y el bien son eternos, y un día, todos los reductos del mal caerán, para que Dios resplandezca en el espíritu de sus hijos, no es por otra cosa que está escrito en la ley “¡sois dioses!” La herencia de un padre se divide entre sus hijos. Las criaturas desviadas son las que no supieron entrar en posesión de su parte divina, cambiándola por la satisfacción de sus caprichos en el desorden o en el abuso, en la egolatría o en el crimen, pagando alto precio por sus decisiones voluntarias.
La justicia divina jamás desconoce la compasión. A veces, una caída precipitada constituye un simple desastre parcial al que nos arrastra la desesperación. La Eterna Sabiduría examina el móvil de nuestras acciones, y siempre que es posible, nos vuelve pronto a levantar. Solamente cuando nos sumergimos en el total eclipse del amor y de la razón, huyendo deliberadamente de los procesos de socorro divino, manteniéndonos en completas tinieblas del odio y de negación, nos enfrentamos con la absoluta dificultad de recibir influencias salvadoras, teniendo entonces que esperar los atritos crueles del tiempo, aliados a las fuerzas de carácter compulsivo, de las leyes universales.
Es imprescindible amparar la mente humana en la Costra Planetaria, en sus desilusiones naturales. La vasta escuela terrestre exige incesante y compleja colaboración espiritual. Innumerables legiones de auxiliares invisibles a la mirada humana, se desdoblan en todas partes, socorriendo a los que sufren, incentivando a los que esperan firmemente en el bien, mejorando siempre.
Si el amor emite rayos de luz, el odio lanza estiletes de tinieblas. Las aguas pantanosas del mal, largamente represadas en el corazón, no se escurren fácilmente. El plano mental de cada ser no es vaso de contenido imaginario: es repositorio de fuerzas vivas, como el vehículo físico de manifestación, que nos es propio, mientras peregrinamos en la Costra planetaria.
Si lo inevitable acontece, acepta con coraje las pruebas a la vista, con la certeza de que todas las criaturas atraviesan ocasiones de amarguras y lágrimas.
Ofrece una sonrisa de simpatía y bondad, sea lo que fuera.
En cuanto a la muerte del cuerpo, no pienses en eso, guardando la convicción de que nadie existió en el mundo sin la necesidad de afrontarla.
Y, trabajando y sirviendo siempre, sin esperar otra recompensa que no sea la bendición de la paz en la propia conciencia, ninguna tensión emocional te creara desencanto o padecer, porque una vez que cumples tu deber con sinceridad, cuando te falte la fuerza Dios te sustentará y donde no puedas hacer todo el bien que deseas realizar Dios ara siempre la parte más importante.
Deseando que paséis un buen día del martes, con mucho amor y cariño de Merchita
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«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…» Jesús. (Lucas, 23:24)
Si el homicida conociese, con anticipación, el tributo del dolor que la vida le cobrará en el reajuste de su destino, preferiría no tener brazos para inferir cualquier golpe. Si el calumniador pudiese retirar la costra de sombra que le enloquece la visión, observando el sufrimiento que lo espera cuando haga las cuentas con la verdad, paralizaría las cuerdas vocales o inmovilizaría la pluma, con el fin de no confiarse de la acusación errada. Si el desertor del bien consiguiese observar las peligrosas emboscadas con las cuales las tinieblas le hurtarán la alegría de vivir, se detendría contento, bajo las esposas santificantes de los más pesados deberes. Si el ingrato percibiese el dolor de la amargura que le invadirá, más adelante el corazón, no perpetraría el delito de la indiferencia. Si el egoísta contemplase la soledad infernal que lo aguarda, nunca se separaría de la práctica infatigable de la fraternidad y de la cooperación. Si el glotón observase los desequilibrios hacia los cuales conduce al propio cuerpo, acelerando la marcha hacia la muerte, rendiría culto invariable a la frugalidad y a la armonía. Si supiésemos cuán terrible es el resultado de nuestra falta de respeto a las Leyes Divinas, jamás nos alejaríamos del camino correcto. Perdona a quien te hiere y calumnia. En verdad, aquellos que se rinden a las sugerencias perturbadoras del mal, no saben lo que hacen.
(Psicografía recibida por el médium Francisco C. Xavier, dictada por el Espíritu Emmanuel) Extraída del libro «Fuente Viva»
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A LOS MÉDIUMS
Desde el momento en que las hermanas Fox, en Hydesville, empezaron a soportar la ironía y la desconfianza del prójimo, por haber establecido una nueva modalidad de comunicación con el Más Allá, todos vosotros, amigos míos, fuisteis marcados con el mismo destino.
Para los cristianos de los tiempos apostólicos no bastaban las cuerdas y las cruces; para vosotros, es preciso inventar un nuevo género de sarcasmo y burla. No es suficiente el ridículo, se hace necesaria la persecución.
Los soldados, en el campo de batalla, mayormente los que soportan la metralla en el frente, adquieren ventajas ante las fuerzas políticas que representan, y si son heridos o mutilados, reciben especial consideración. Vosotros, no obstante, combatientes por la victoria de la espiritualidad, no gozaréis de semejantes prerrogativas en el mundo, porque la tarea representativa de la cual sois portadores obedece a títulos que vienen de más alto.
Los sacerdotes de las varias confesiones religiosas de la Tierra, diplomados en la cultura del siglo, disfrutarán de garantías sociales respetables, en su ministerio de orientación de las almas, ligados a los intereses temporales de las facciones a que sirven, pero vosotros lucharéis en las vanguardias de trabajo por la restauración de la fe viva y no tendréis horas de esparcimiento ni privilegios establecidos. En actividad permanente para reducir la invasión de las sombras, lloraréis en silencio porque conocéis, como pocos, los indecibles e irremediables dolores que no pueden ser narrados por la boca a fin de que se extingan en el corazón.
Serviréis sin treguas, observados atentamente por la crueldad de los enemigos y amenazados por la imprudencia de muchos amigos, que no saben dónde situar el entusiasmo y la contención.
Porque vuestros ojos divisan otros dominios vibratorios y vuestros oídos registran sonidos que la mayoría de los mortales no perciben, la calumnia rondará la puerta de vuestro hogar, el ridículo seguirá a vuestro nombre. Por un amigo sincero, tendréis mil adversarios gratuitos, y si llegaseis a caer exánimes en el combate silencioso debido a las deficiencias y limitaciones corporales, muchos de aquellos que os sonreían ayer, preguntarán, maliciosos, si habéis traicionado el mandato recibido. A menudo, si el
sueño y las exigencias del organismo dilatan la pausa para el reposo, indispensable para el mecanismo de las células físicas, seréis acusados de malos hermanos.
Por eso, muchos de vosotros os retraéis al santuario doméstico, donde las glorias de la confianza y del amor son laureles imperecederos del alma. Entre tanto, siempre llegará el día de enfrentaros a la larga y espesa jungla humana, donde los encarnados, en su mayoría, se baten como jabalíes feroces, unos contra otros.
No tengáis duda. Las horas difíciles sonarán siempre y es necesario armar el corazón para los grandes testimonios.
Consolaos en la certidumbre de que no sufrís inútilmente. Tiempo vendrá en que los hombres comprenderán que la mediumnidad no está circunscrita a determinados seres. Todas las criaturas son instrumentos del bien o del mal, médiums del plano superior o inferior, en el campo infinito de la vida. Nadie escapa a la corriente de inspiración con la cual se sintoniza. Y todos los que han marchado en la vanguardia de la verdad y de la luz han sufrido el acoso de la mentira y de las tinieblas, no obstante su condición de instrumentos de la Providencia Divina para el perfeccionamiento y la felicidad del mundo.
La Historia los localiza en todos los tiempos.
Giordano Bruno fue quemado por enseñar las leyes de la Naturaleza. Galileo murió ciego, después de sufrir, ya septuagenario, escandalosas acusaciones por divulgar algunos detalles de las maravillas celestes. Juan Huss, el precursor de la Reforma, experimentó la hoguera. Gutenberg fue procesado, entre sinsabores y vicisitudes, llegando al final de su existencia en extremo infortunio, en compañía de un clérigo que lo recogió caritativamente. Pestalozzi, al principio, estaba considerado como un mal alumno. Edison soportó el sarcasmo de los técnicos y académicos en sus últimos tiempos. Pasteur, en cierta ocasión, en la cátedra de Química del Instituto de Dijon, fue tenido por mediocre. ¿Para qué multiplicar los ejemplos? Casi todos los que pugnaron con Jesús por un mundo mejor, en los primeros siglos del Cristianismo, recibieron bofetadas y azotes, querellas y embargos, pedradas de ingratos e insultos de ignorantes, sirviendo de pasto a las fieras, gimiendo en las cárceles o atados a postes de martirio. Y como solo el objetivo del tiempo consigue fijar las verdaderas imágenes del bien, las generaciones posteriores han ensalzado sus sacrificios, aureolando su nombre de gloria universal.
Trabajad y sufrir, pues, amando la tarea a que os habéis consagrado, no solo para el rescate del pasado, sino también por la sublime alegría de la iluminación del presente. Luchad y esperad.
No solo vosotros, sino todos los hombres dedicados al trabajo constructivo y redentor del mundo, ya estén en la pobreza o en la prosperidad, en las artes o en las ciencias, en las letras de los libros o en la labranza de los campos, son misioneros de la elevación de la Tierra, no al servicio de las dominaciones efímeras del planeta, sino en valiosa cooperación con aquel Rey coronado de espinas.
Francisco Cándido Xavier
Por el espíritu-Hermano xMensaje de Mari Carmen-España
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