Tristeza
¡Cuánto pesa la vida algunas veces! ¡Qué frío se experimenta evocando las sombras del pasado! Cuando uno se detiene a deletrear en el alfabeto de una larga existencia, se llora sin derramar una lágrima, se llora por dentro; parece que plomo derretido o agua de nieve corre por nuestras venas, y es tan profundo el desconsuelo que se siente que ni se desea morir, temiendo encontrar más allá de la tumba la continuación de la historia comenzada aquí; cuando no se alimenta un deseo ni se posee una esperanza, ¡cuánto pesa la vida! … ¡Vivir sin esperar! … ¡no es vivir!… Vivir sin desear es morir sin agonía. Vivir, dominado por la indiferencia, es anticipar la crisis de la muerte, es abrirse uno mismo la fosa para en ella enterrar nuestro organismo: es convertirse en sepulturero.
¡Ay de aquel qué dice con el poeta! : Ningún dolor a mi dolor alcanza, Yo no tengo recuerdos, ni esperanzas. “No tiene esperanza (me dice un Espíritu) el que cierra los ojos de su entendimiento; es como aquel que se muere de hambre porque se obstina en no alimentarse, y se abrasa de sed porque no quiere beber, y siente frío porque desgarra su vestidura, y se lastima los pies porque arroja lejos de sí sus sandalias, y siente el horror de la asfixia porque se encierra en una cueva rechazando el aire que es el principio de la vida orgánica; el que dice no quiere vivir, es el que se muere sin esperanza; es decir, él cree morir, pero puede, más que su descreimiento y que su desesperación, la eterna realidad de la vida, y cuando en su aturdimiento y en su tribulación cierra los ojos del cuerpo, creyendo que donde no hay sensación no hay agonía, que todo concluye en la última palada de tierra que cae sobre el ataúd, entonces se encuentra que oye, que ve, que siente, y contempla su cuerpo como se disgrega dentro de caja mortuoria, y le atormentan sensaciones jamás sentidas y a otros seres que le rodean, y ve que la vida se prolonga más allá de la tumba y que la esperanza le sale al encuentro y dice: No me rechaces, es inútil, soy la sombra de tu cuerpo, estoy unida a ti por lazos indisolubles; el nudo que nos ata no hay espada que pueda romperlo; la esperanza es la esencia de vida, el Espíritu vive eternamente, y la esperanza, que es compañera inseparable, como él, es inmortal.
“La tristeza que experimentáis los terrenales es uno de vuestros vicios, es una de las manifestaciones de la ingratitud del hombre. ¡Tristeza! … “Nadie debe entregarse al desaliento, puesto que vive, y el que vive no muere; yo fui uno de los muchos ingratos que pululan por la Tierra; desde pequeño soñé con dejar de ser. Perdí a mis padres cuando aún no había podido llamarlos y aunque no sentí los horrores del hambre, me encontré tan solo… ¡tan desamparado de cariño!… , ¡Tan dueño de mis acciones desde mi primera edad… ¡Tan desligado de la gran familia humana! que me hice huraño, desconfiado, receloso; desconocí las dulzuras del amor, porque no amé a nadie; formé el vacío en torno de mí, y encontrando insoportable el peso de la vida puse fin a mis días, creyendo que todo mi Ser se perdería en el mar de desconocido y ¡vana quimera!…
Mi asombro no tuvo límites es imposible explicarte la sorpresa que experimenté cuando mi cuerpo destrozado en el fondo de un profundo abismo y junto a mis restos recordando perfectamente todos los detalles de mi pasada existencia, escuchando una voz que me decía: -“¡Pobre hijo mío! ¡Eres la ingratitud personificada! ¡Te entregaste en brazos de la tristeza y no tenías derecho a estar triste, porque poseías un cuerpo sano y robusto, una inteligencia bien equilibrada! No supiste nunca lo que era un día sin pan ni una noche sin lecho. No te atormentó el frío del hambre ni la fiebre de la sed, porque siempre te sobró lo necesario para atender a todas las imperiosas atenciones de tu vida. ¿Por qué fuiste tan ingrato? ¡Pobre hijo mío!… Me dicen que necesitabas atormentarte porque no merecías la tranquilidad ni el bienestar de una existencia reposada, que habías pecado mucho y tenías que ser el verdugo de ti mismo, que todos los que se entregan en brazos de la tristeza son pecadores impenitentes que se ahogan en el mar de sus propias miserias.
¡Pobre hijo mío! ¡Con cuánta pena te dejé! … ¡Con cuánta angustia te he seguido en tu penosa peregrinación! ¡Con cuánto afán me acercaba para darte aliento! ¡Todo inútil! ¡Cerrabas los ojos para no ver! ¡Tapabas los oídos para no oír! ¡Te obstinabas en permanecer reclinado en tu lecho para no andar! ¡Pobre hijo mío!… ¡Pobre loco sin camisa de fuerza! Digo mal: ¡Qué más camisa de fuerza que tu tristeza invencible! Ella te dejaba sin movimiento, sin iniciativa, sin voluntad; ella apagó tus entusiasmos juveniles, ella te hizo sensible a los dulces halagos del amor, ella te alejó de los brazos del amor, ella te alejó de los brazos de la amistad, ella hizo de ti un Ser ingrato, y la ingratitud es la prisión más horrorosa donde vive encadenado tu Espíritu.
Tú te condenaste a trabajos forzados, tú forjaste la cadena de hierro que oprimió tu garganta, lastimó tus manos y ensangrentó tus pies. ¡Pobre hijo mío! … Abre los ojos de tu entendimiento y contemplarás a la esperanza, a esa hada bienhechora que tanto has despreciado; pero la esperanza (fuerza motriz de la humanidad) es tan buena para con sus hijos, que nunca los abandona; y si éstos son ingratos su amor es más grande que la ingratitud universal.
“¡Cuánto bien me hicieron las palabras de mi madre!… Cayó de mis ojos la venda que los cegaba y vi la realidad de la vida; se desvaneció mi tristeza como se desvanece la niebla al recibir los rayos del Sol y comencé a vivir en brazos de la esperanza “Escuché tus quejas y me inspiraste compasión; también tú eres verdugo de ti misma, también desconoces la justicia divina. Mira ¡que puedes ver! Oye ¡que puedes oír! Anda ¡que puedes andar! Los ingratos son los que están tristes; rechaza la tristeza, que es la hiedra que se enlaza al hombre y le oprime hasta llegar a la estrangulación de su organismo.
“Adiós”.
* * *
Dice muy bien el Espíritu: la tristeza es el símbolo de la ingratitud, porque es la demostración del desconocimiento que tiene el hombre de la justicia divina. Esperanza, ¡madre eterna de la humanidad! Recibidme en tus brazos, dadme el néctar del consuelo que sólo tú posees, porque quiero confiar en mi trabajo y esperar en mi progreso indefinido.
Amalia Domingo Soler
Extraído del libro “Hechos que prueban”
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LAS SUPERSTICIONES
“Quien desee hollar el Sendero deberá aprender a pensar por sí mismo, pues la superstición es uno de los mayores males del mundo, uno de los grilletes de los cuales deberás librarte por completo”
- Krishnamurti-
Supersticiones de toda índole han acompañado
siempre y aún acompañan al Ser humano, que se acoge a ellas por un
sentido natural de atracción hacia lo misterioso, sustituyendo así
la Verdad de las cosas que intuye y cree inalcanzable.
Tratamos de aclarar en este capítulo, esta
cuestión que ha desfigurado y perjudicado la idea sobre lo que es
la reencarnación, Dios, el alma, el más allá, etc.
Pero, ¿ qué son las supersticiones ?
Como tal se entiende lo que se refiere a cualquier idea
mas o menos popular, en la que se cree y se acepta de modo
irracional, por absurda que aparente ser, y siempre viene a ser una
creencia positiva o negativa generalmente de carácter religioso, o
envuelta en misterios o magias que se admiten sin ninguna clase de
comprobación ni de razonamiento lógico y que suele llevar hasta el
fanatismo. La superstición viene a ser una creencia sin
fundamento lógico, científico ni religioso, a la que se llega por
la necesidad instintiva de creer en algo, desconocido, misterioso,
maravilloso o irracional, y solamente justificando esta credulidad
que huye de la razón, con un “por si acaso”. Se podría decir
que las supersticiones en general, son un culto a lo mágico o a una
maravillosa realidad que se intuye que rodea al ser humano, cayendo
en el absurdo por el motivo de constituir una expresión de la
necesidad natural del ser humano de creer en algo aunque no resista
el menor análisis de la razón.
Las supersticiones son ideas falsas y muchas veces
absurdas, que se han ido creando alrededor de ideas y hechos
incomprendidos, a los que se les ha querido atribuir una simbología
o un aire sobrenatural , siendo reminiscencias de culturas
inferiores o atrasadas que tienen el efecto de ser admitidas por
personas hasta de un cierto nivel de ilustración, pues suelen ir
acompañadas por elucubraciones de falsa ciencia, fuera de todo
razonamiento lógico y hasta en muchas ocasiones amalgamadas con
prácticas devotas.
La superstición suele sustituir a
los conceptos de la Ciencia y a la fe religiosa del signo que sea,
motivado muchas veces por la falta de comprensión que esa clase de
fe dogmática aporta en sus postulados. A veces de la propia
religión o de sus dogmas se hacen supersticiones cuando sus
postulados se rodean de cierto misticismo mágico y se admiten con
una fe rayana en un fanatismo irracional.
Sus consecuencias son de los más
diverso: desde los resultados inofensivos de la simpleza que supone
el creer por ejemplo en cosas o actos que atraen la buena o mala
suerte , hasta la conducción para llegar consumar los crímenes
más abyectos en función de imperativos mágicos o misteriosos.
La gente
debería estudiar y analizar las cosas de modo objetivo y racional,
para no caer en una excesiva y fácil credulidad y así destruir la
superstición desde su base, pues esta siempre aparece dispuesta para
ocupar los huecos descuidados por la Ciencia o por la Religión, y
los disfraza con un aire sobrenatural, misterioso , mágico o
milagroso, totalmente falso , ilógico e irracional.
Es importante la desmitificación y racionalidad de
tantas ideas raras, falsas, irracionales y hasta ridículas que se
han ido creando alrededor del conocimiento espiritual verdadero, como
por ejemplo, sobre la muerte, el más allá, Dios, la reencarnación,
la suerte, etc.
En el extremo opuesto a la admisión de supersticiones,
están ciertos materialistas que han caído en el fanatismo negando
sistemáticamente todo aquello que sale fuera de sus postulados
basados en la sola realidad de la materia, ignorando voluntariamente
la verdad que pueda haber más allá de la misma, y negando todo lo
que se salga fuera de los efectos conocidos de la materia, siendo así
que cualquier noción de alma, Dios, Más Allá, reencarnación, etc.
lo califican como supersticioso o se escudan en que todo lo que no
sea materia entra en el campo de la fe religiosa. Por eso mismo según
el materialismo, las religiones solo están formadas por ideas
supersticiosas.
Entre las supersticiones tan abundantes y variadas, se
podría hacer una clasificación: la de las creencias en los efectos
e influencias de los números cabalísticos y de los signos ; los
días y horas buenos y malos; los diversos métodos de adivinación;
la influencia de objetos materiales sobre sucesos, la quimera de la
astrología, etc,etc. Y es de señalar la evidencia de que desde unos
años a esta parte, lo esotérico y lo misterioso está de moda.
Existen también creencias supersticiosas en talismanes
y en objetos para preservar de dolencias y de accidentes causados por
malos espíritus o por energías negativas a las personas. Ante
esta clase de creencias es de recordar que sobre los espíritus
solamente influyen los pensamientos que los atraen por afinidad o
que los repelen, pero desde luego ningún ritual ni objeto material
alguno influye sobre ellos. En esta clase de supersticiones que mucha
gente confunde con el Espiritismo, con el que no tienen nada que ver,
los espíritus inferiores que se divierten con malevolencia a base
de la ignorancia humana en personas crédulas e inclinadas a la
fantasía y a la superstición,llegan muchas veces a generar casos
reales de obsesión espiritual.
¿ Como nacieron las supersticiones ?
Normalmente la mayoría tienen su origen en alguna
costumbre o rito de carácter religioso y ancestral que a lo largo
del tiempo se ha ido modificando o desvirtuando hasta llegar a
nuestros días como algo desfigurado e incomprensible, pero aceptado
por algunos.
El Ser humano siempre sintió la necesidad de creer en
algo que justificase sus miedos e inquietudes ante lo desconocido,
inclinado a considerar lo maravilloso y misterioso aunque
racionalmente no lo comprendiese ni lo pudiese explicar de un modo
racional.
Por absurdas que sean las supersticiones,
siempre están basadas en un hecho o fenómeno real al que la
ignorancia popular ha desnaturalizado, exagerándolo o mal
interpretándolo. Las ideas más verdaderas y ciertas se pueden
volver supersticiosas por una mala o incorrecta interpretación.
Cuando los seres humanos no hemos tenido el
adecuado conocimiento sobre verdades transcendentales y realidades
que apenas hemos intuido, en nuestro afán por saber y por penetrar
en lo oculto y en lo misterioso, nos hemos inventado las respuestas y
los conceptos, cuanto mas oscuros e ilógicos mejor, dando así paso
a tantos preconceptos y supersticiones ante los que hemos adoptado
una creencia ciega , compulsiva y a veces hasta fanática e
irracional , casi como en un culto a lo incomprensible y lo
misterioso.
En los llamados fenómenos paranormales, una
vez que se ha demostrado largamente su existencia por su
manifestación repetida en muchos momentos de la historia, no cabe el
considerar la superstición salvo cuando se han interpretado
falsamente al no ver en ellos un fenómeno natural que obedece a unas
causas lógicas y naturales. Todos los fenómenos naturales que se
han manifestado a lo largo de la historia han sido fuente de
supersticiones que más tarde el progreso de las ciencias ha ido
derribando poco a poco. Por esta razón creo que conforme el
conocimiento de la ciencia espírita, que analiza en profundidad
estos fenómenos, vaya siendo divulgado y estudiado, hará
desaparecer las muchas supersticiones que aún quedan.
- Jose Luis Martín-
“Entre
los hechos calificados de sobrenaturales hay muchos cuya
imposibilidad la doctrina espírita demuestra y a los que califica
entre las creencias supersticiosas”
-
Allan Kardec -
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El espiritismo ante a la ciencia
El espiritismo está en la incómoda situación de asumir su carácter científico, sin responder a ciertos criterios requeridos por las ciencias duras, como por ejemplo la capacidad de reproducir un fenómeno a discreción.
Ya existe desde hace mucho tiempo una oposición entre las ciencias duras y las ciencias psicológicas o sociales, lo que equivale prácticamente a la oposición entre ciencias materialistas y ciencias que aceptan integrar un factor espiritual. ¿Sería necesario entonces que la inteligencia humana sea desconectada de la ciencia aun cuando es gracias a esa inteligencia que se abordan los temas científicos? ¿Será necesario entonces que el sentimiento y la moral sean desconectados de todo enfoque científico con el pretexto de que el estudio de los fenómenos de la naturaleza puede prescindir de toda apreciación y juicio de valor? El materialista debe disociar todavía dos órdenes de cosas, por un lado una verdad científica y por el otro una pertenencia religiosa o filosófica desconectada de las experiencias científicas, dicho de otra manera, una convicción compartida en el plano del estudio de los fenómenos naturales y otra no compartida sobre las opciones religiosas o filosóficas de cada uno.
En el momento en que algunos vuelven a poner en tela de juicio los principios mismos de la ciencia clásica a partir de un nuevo enfoque, el de la física cuántica, es preciso volver a exponer en detalle todos los paradigmas antiguos para definir de allí los nuevos. Se sabe que a nivel de la materia en sus estados más ínfimos, no hay más que energía. Se sabe igualmente que en ciertas experiencias esa energía reacciona ante la presencia humana. Se llega a poner en evidencia una fuerza espiritual que interacciona sobre la materia para hacer científicamente la pregunta de Dios. Quizás estemos en el alba de una nueva visión donde será necesario establecer la indispensable unión entre ciencia y espiritualidad…
- Revista Le Journal Espírita nº 79 -
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APRENDICES
Todos somos criaturas al comienzo del crecimiento espiritual. Pasos vacilantes e inseguros, tropiezos y caídas son frecuentes, pues aún no poseemos mucha firmeza en nuestros pasos.
Todos somos criaturas al comienzo del crecimiento espiritual. Pasos vacilantes e inseguros, tropiezos y caídas son frecuentes, pues aún no poseemos mucha firmeza en nuestros pasos.
A veces, cuando la caída es más dolorosa, nos dejamos envolver por la tristeza, por el desánimo y por la pena de sí mismo. Olvidamos que para aprender a correr es necesario el mejoramiento, que conseguimos con la humildad de levantarnos y de continuar, de tener el coraje de aprender y no acomodarse con aquello que ya conocemos.
Debemos ser eternos aprendices y tener la humildad y el coraje para eso, pues la vida terrena no es mas que la escuela de la vida, pues si en la espiritualidad aprendemos y procuramos reformarnos intimamente, en la Tierra es donde proobamos si realmente nos reformamos.
Es aquí donde estamos expuestos a las más diversas vibraciones, donde conseguimos constatar lo que aprendemos en la espiritualidad y no quedó solo en palabras.
Es difícil transformar en acciones lo que nosotros llamamos como buena intención. El problema es salir de la intención y pasar a la acción.
Dios nos llama todos los días al aprendizaje, basta tener ojos para ver.
Salgamos de la posición de mendigos y pasemos a trabajar y a sembrar el bien, para poder ser dignos de recibir por nuestro mérito.
Salgamos de nuestra usual posición de víctima y analicemos nuestra parte de responsabilidad. Seamos responsables para vivenciar con humildad las consecuencias de nuestros actos, buenos y malos.
La evolución es una constante en el Universo, no quede parado esperando que todo cambie, haga y actúe para que el cambio ocurra.
Salgan de ese patrón de pensamiento pequeño y permitanse ser felices.
Ser feliz y aprender siempre, con las más buenas experiencias.
Es la llama divina actuando en nuestras vidas, haciendo que constantemente nos reevaluemos.
El progreso, la evolución son la constante del camino de la evolución espiitual.
¡ No pare, no se estaciones, pues es un tiempo precioso !.
La Tierra está evolucionando espiritualmente, caminen con nosotros, para que podamos estar juntos.
Al final, tendremos y hallaremos un mundo que esté de acuerdo con nuestro estado de nivel.
Siempre es tiempo de comenzar.
Queden con Dios.
Alexandra Albergaria
(Traducido por Jose Luis)
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